Cimientos para un mañana Herederos y constructores de una tradición renovada Manifiesto de Nova Escola Galega en su XXV Aniversario (1983-2008) 1. Veinticinco años de Nova Escola Galega nos permiten afirmarnos como continuadores de una tradición organizativa del profesorado y de los educadores y educadoras, conformada por todos los que entendieron que su acción docente y educadora no podía, sin más, sostenerse sobre la base del pasado, de las costumbres, o de los mandatos legales y administrativos que han de ser acatados sin discusión; al entender que tal acción debía ser analizada, reelaborada y pedagógicamente actualizada desde criterios de racionalidad, para ser mejorada, con la conciencia de ser la educación una potencialidad de desarrollo cargada de futuro. Somos continuadores de una tradición que insertó el desarrollo educativo en el marco de las luchas por la transformación social democrática, en favor de una sociedad más justa, integradora, solidaria y libre, de la que forman parte, en distinto modo y medida, los educadores libertarios que firmaron en 1893 el “Manifesto por unha educación integral”, muchos hombres y mujeres de la Institución Libre de Enseñanza, muchos de los pertenecientes al movimiento internacional de la Escola Nova, y la corriente internacional de educadores y educadoras socialistas, de Ferrer a Freinet, hasta llegar a varias expresiones actuales sintetizadas en las plataformas y agrupaciones que conocemos genéricamente como movimientos de renovación pedagógica, existentes a lo largo de España, así como en otros espacios internacionales. 2. También somos, modestamente, constructores actuales de pensamiento y prácticas de renovación pedagógica. Con conciencia colectiva y continuidad lo venimos haciendo en Galicia desde hace más de treinta años en torno a la defensa de lo que llamamos el “modelo de escuela pública gallega”, esto es, una propuesta general de educación integral; una educación entendida como derecho de todos y todas, laica, dispensada fundamentalmente desde centros educativos públicos, gestionados democráticamente y con participación social; una educación galleguizada en los contenidos y en la lengua de comunicación; adecuada para formar personalidades críticas; asentada en una pedagogía del éxito, que toma en consideración las distintas realidades de las personas en formación, promotora de igualdad de oportunidades; una educación con contenidos culturales y con conocimientos significativos y valiosos, promotora de los valores cívicos y de la cultura del trabajo y de la responsabilidad compartida. Desde tales antecedentes queremos hoy hacer algunas reflexiones, en todo caso, con alcance limitado a nuestro contexto. Avances y conquistas 3. Si partimos de que la educación, particularmente lo que podemos entender por educación básica, es una muy importante mediación para la calidad de vida y el desarrollo de las personas (hombres y mujeres, niñas y niños) y de las comunidades, debemos reconocer que desde hace varias décadas la educación para todos y todas es un programa asumido paulatinamente en la acción política y gubernamental; de tal modo, los más evidentes incumplimientos de este programa y las más visibles discriminaciones, son soportadas mal o incluso no son toleradas por las opiniones públicas. 4. Al mismo tiempo, han venido sucediéndose de modo similar avances verdaderos en la cualificación pedagógica: la escuela y los centros educativos de hoy no son comunmente espacios de formación asentados en el tradicionalismo, en el autoritarismo, en el memorismo y en el verbalismo, en el tratamiento clasista de los contenidos culturales, y en la aculturación negadora de identidades culturales deseables, por más que encontremos manifestaciones de todo esto en el sistema educativo, tanto en las instituciones públicas, como en las privadas. Podríamos decir que la escuela ha cambiado. La formación y cualificación pedagógica del profesorado es superior, siendo generalmente más consciente y pedagógicamente informado sobre el sentido y razones de los modos de acción y de intervención; los medios didácticos y los recursos de todo tipo ganaron, por igual, una considerable cualificación. Los espacios escolares son hoy, por lo general, espacios de vida, de aprendizaje, de desarrollo y de bienestar; también han comenzado a ser espacios de galleguización y de conocimiento y comprensión del mundo. 5. Lo expresado, con la ausencia de matiz propia de un texto de síntesis, quiere traducir, al menos parcialmente, la tesis que sostenemos sobre los avances y conquistas escolares y educativas de los que nos sentimos parte solidaria con nuestros propios esfuerzos, aunque del mismo modo, debemos señalar que las profundas modificaciones y alteraciones sociales que estamos viviendo y los ritmos y dimensiones con los que ellas se producen, descubren importantes riesgos a tales conquistas y avances. 3 Riesgos, amenazas y retos 6. Diversos fenómenos e innovaciones científicas y tecnológicas han venido provocando a lo largo de la segunda mitad del pasado siglo XX la ruptura de los límites geográficos, políticos y culturales en los que solían vivir las mayorías sociales, situándonos actualmente en el escenario de una sociedad global y trasnacional, lo que introduce notables interrogantes y obligaciones de revisión de nuestros currículos escolares. Una parte de lo que debe ser la cultura básica varía como consecuencia de esta globalización y transnacionalización, obligándonos a redefinirla en su conjunto. 7. Las nuevas tecnologías de la información e Internet nos sitúan en lo que conocemos como sociedad de la información. Es extraordinaria la rapidez, el polimorfismo, la riqueza y la diversidad de la información. Pero no se encuentra por igual o en términos similares al acceso de todos y esto puede ser motivo de nuevas exclusiones, sociales, culturales y escolares, dadas las diferencias sociales y familiares observadas en las competencias y destrezas, en particular las lingüístico-culturales, lo que las instituciones escolares deben afrontar atentamente, desde la defensa de la igualdad de oportunidades. 8. Las nuevas tecnologías de la información, ineludibles y necesarias, pueden conducir a menudo a la segmentación y fragmentación informativa, y favorecer la pasividad cognitiva, impidiendo una correcta construcción y articulación del conocimiento básico, arma esencial de autonomía, de adaptación crítica, y de participación social consciente. Frente a la fragmentación informativa, la educación y las instituciones escolares deben contribuir a la sólida construcción del conocimiento. 9. La lucha por la igualdad de oportunidades educativas, como garantía del derecho de todos y todas a la educación es compleja. Sabemos que la desigualdad de oportunidades tiene que ver con variables derivadas de las desigualdades económicas, con expresión familiar y clasista, pero además, sabemos que su superación no pasa sólo por medidas de índole económica, ni por los más vulgarizados programas y acciones de educación compensatoria y de discriminación positiva. El currículum oculto, las expectativas generadas en relación con el alumnado, los usos lingüísticos escolares canónicos, y otras conductas diversas pueden muy bien limitar o impedir esa deseable igualdad. 10. En este sentido, tenemos que señalar que los fracasos escolares no son una fatalidad biológico-hereditaria, pero tampoco una simplista limitación de clase; las variables que los causan o condicionan tienen raíces socio-culturales más hondas, en relación con la “mente cultural”; en relación, pues, con la caracterización cognitiva de la cultura escolar y con los procesos, estilos y patrones que configuran la mente cultural del alumnado, lo que nos confronta con la diversidad y con la heterogeneidad cultural que subsiste más allá de la aparente homogeneidad, y la escuela y los educadores deben ser mucho más sensibles a estos elementos, y más en un caso como el gallego en el que tan notable ha sido la brecha entre la rica cultura popular y gallega y la cultura escolar propuesta, acrecentada ahora con la presencia de los nuevos inmigrantes, con sus específicas identidades culturales, con sus diversos grados de elaboración, consolidación y plasticidad. 11. Mientras la educación debe atender entre sus finalidades a la formación para el desarrollo profesional, para la vida activa, e en tanto que las estructuras y los mercados profesionales están modificándose e internacionalizándose, en parte como consecuencia de los avances científicos y tecnológicos, los sistemas educativos deben ser sensibles a esta realidad integrando en la formación básica los contenidos precisos y saberes, aunque combatiendo la lógica neo-liberal del capital y de los mercados imperante, porque con su entendimiento del rendimiento, de la eficiencia y de los productos escolares modifica, limita y contradice el sentido cultural, cívico y democrático de la educación pública y de sus instituciones y servicios para todos, hasta el punto de ponerla en riesgo de marginalización y de subsidiariedad, cuando el sector público, por el contrario, debe vertebrar y articular el conjunto del sistema público. 12. Sobre las políticas educativas que hablan de mejorar y de calidad de la educación, a las que habitualmente va asociada la noción mercantilista del rendimiento escolar, hay prioridad de una racionalidad técnico-burocrática, y una deslegitimación de lo que podería conducir a una racionalidad crítica, con disminución de las posibles perspectivas emancipadoras y cívicas de la formación escolar, y un desplazamiento desde la idea de la comunidad educativa a la idea de empresa eficientemente gestionada, observándose, así, un hibridismo, a través del cual se asocian discursos de orientación constructiva (sobre el aprendizaje del alumnado y los modos didácticos de intervención docente, por ejemplo) con discursos que someten la utilidad de la educación a la productividad económica; de este modo, el discurso sobre el currículo basado en competencias, según las exigencias del mercado, podría ser rehén de tal hibridismo. 13. La sociedad plural y abierta en la que vivimos y en la que se hacen presentes las nuevas minorías etno-culturales, que contribuyen a crear espacios multiculturales o multiétnicos, plantea igualmente retos a nuestra educación en relación con los contenidos culturales escolares necesarios y válidos para todos, con los valores y finalidades educativas, con la consideración de lo que son los patrimonios culturales comunes, con las identidades y con el relativismo cultural. Son contenidos necesarios: aquellos que posibilitan que el alumnado pueda adquirir instrumentos intelectuales con los que poder analizar, comprender e interpretar el mundo y las interacciones sociales del contexto en el que vive; saberes transversales imprescindibles, como la lectura, la escritura y las matemáticas; la consecución de estructuras de aprendizaje básicas para un aprendizaje permanente durante la vida; el dominio de capacidades y destrezas para la transferencia y aplicación de conocimientos; los que contribuyen a delinear la personalidad y una positiva y estable formación del carácter y los que desarrollan las dimensiones estética y ética, en este caso, sobre la base de valores democráticos y cooperativos. Al respecto, hai que señalar que los programas escolares actuales están sobrecargados en contenidos, frecuentemente no relevantes desde el punto de vista educativo, porque no sirven como contenidos básicos de formación, ni son relevantes y significativos para el desarrollo personal y para las relaciones sociales del alumnado. 14. Es complejo y un importante reto transmitir y reconstruir en el aprendizaje escolar las conquistas de la humanidad en el campo del saber, del arte y de los derechos humanos, como también dar a conocer las dificultades de construcción y creación de tal patrimonio y conseguir que el alumnado aprenda a valorarlo, conservarlo y hacerlo crecer. Es complejo adoptar una perspectiva intercultural en interrelación creativa con las identidades culturales específicas que se mantienen y se proyectan hacia el futuro, buscando evitar por una parte, los efectos de fragmentación social que pueden ocasionar las políticas proclives al multiculturalismo y el respeto a-crítico al relativismo cultural, pero también los repliegues identitarios, o, por el contrario, la destrucción de identidades culturales a causa de políticas asimilistas. 15. En todo caso, el desarrollo de sociedades plurales y abiertas debe tomar como base la promoción de los derechos humanos de todos y todas como fundamento de la educación en valores, como límite inviolable para toda política de apertura cultural, como referencia obligada para una educación multicultural y como garantía contra el exceso de relativismo cultural. 16. Esa mayor presencia de modelos sociales abiertos y plurales exige un refuerzo social del laicismo y de sus significados cívicos y de racionalidad. La laicidad como principio que promueve y favorece las libertades de expresión, de conciencia, de creación y de difusión, y que implica como contrapartida el respeto a las legítimas y particulares convicciones espirituales y opciones ideológicas, siempre que ellas sean respetuosas del pluralismo, ya que el laicismo rechaza toda filosofía única de Estado y todo adoctrinamento ideológico o religioso, por su dogmatismo, pues no es sinónimo de neutralismo ante los valores y las prácticas sociales. El laicismo no impide ni debe perjudicar el conocimiento de los hechos religiosos que son parte de la historia y del patrimonio y herencia cultural que se debe conocer y comprender en función de las finalidades educativas. La educación que queremos 17. La educación de las personas debe hacer posible el desarrollo de todas las capacidades y competencias potenciales, lo que incluye el aprendizaje de la autonomía, la capacitación para plantear y resolver problemas básicos de vida y la educación en valores éticos, cívicos, morales y estéticos, así como la disposición de una acusada conciencia sobre las problemáticas sociales, culturales y ambientales más agudas de nuestro tiempo. 18. Una educación para el éxito y promotora de igualdad; reconocedora de la diversidad e integradora; contraria a las diferentes manifestaciones de exclusión humana; que reconozca los derechos y también las energías y las necesidades educativas de los niños y de las niñas y de los jóvenes; que contribuya a construir el sentido de la laboriosidad, de la responsabilidad cooperativa, de la libertad solidaria, y que haga posible la expresión y comunicación libre, además del análisis crítico de la realidad. 19. Todas las personas, excepto aquellas con alguna lesión irremediable, son educables, según sus capacidades, y el sistema educativo, que prepara para una sociedad democrática, debe asegurar esta educación con igualdad de oportunidades, a través de la adecuada enseñanza básica, con los mismos objetivos para todos y una trayectoria similar de estudios. Por eso, se debe intervenir desde la educación, junto a otras instancias sociales, para reducir o eliminar los condicionantes de la desigualdad socio-cultural presente en nuestra sociedad, siendo conscientes de que a pesar de las diferencias, los niños son iguales por naturaleza y tienen rasgos comunes. Y por todo eso, es deseable buscar un nivel satisfactorio de logros para todos, a través de las pertinentes adaptaciones curriculares en los casos en que se precise. 20. Una educación sostenida sobre el aprendizaje activo impulsado, mediado y guiado por profesores que, desde su formación y desde su conocimiento de como la inteligencia aprende, sean capaces de favorecer la adquisición de conocimientos organizados, el desarrollo de destrezas y la progresiva capacidad de comprensión por parte del alumnado. Las instituciones escolares y la cultura escolar 21. Las instituciones escolares para la educación básica son espacios organizados para la socialización, el aprendizaje, la formación, la protección y la convivencia, que tienen presente la totalidad de niños y jóvenes, cuidando, pues, tanto del desarrollo intelectual, como del físico, del emocional y del moral, en tanto que también estas instituciones son o debieran ser comunidades morales, donde se desenvuelven las convicciones axiológicas, la convivencia, la cohesión social y el sentido de la corresponsabilidad democrática. 22. Son espacios en los que se aviva el deseo de saber y de aprender; donde se forma el juicio crítico y donde se reconstruye críticamente el conocimiento en relación con el mundo, la herencia cultural, la sociedad y las relaciones sociales; espacios abiertos, pues, a sus contextos, guiados por la racionalidad pedagógica, y generadores de cultura escolar relevante para el alumnado. 23. Por todo eso, reclamamos la escuela pública como servicio público para el desarrollo de la educación de todos y todas. Con necesarios márgenes de autonomía organizativa y de gestión. Laica. Participativa. Integradora. Innovadora. Culturalmente inculturadora, a la vez que abierta al mundo. 24. Somos conscientes de que la escolarización representa sólo una parte de la educación, que difícilmente garantiza la plena educación, que es una tarea que se continúa durante la vida de las personas. Pero, en todo caso, la escolarización debe preparar a todos para que puedan proseguir después su propio aprendizaje, al formar los hábitos de aprendizaje y al proveer los saberes instrumentales, las destrezas y los medios para continuar aprendiendo a lo largo de la vida. 25. De acuerdo con esto, los centros educativos, en el marco del sistema educativo, deben desarrollar proyectos educativos y curriculares específicos, deben ser dirigidos con criterios de liderazgo y de comunidad de aprendizaje que introduce la evaluación como mecanismo de autorregulación, deben estar menos presionados por la reglamentación burocrática, y precisan corresponsabilización y estabilidad docente, además del preciso apoyo institucional. 26. La cultura escolar en Galicia debe construirse tomando en consideración la existencia de una sociedad gallega que a lo largo de su historia ha construido y generado una cultura propia, esto es, un denso y articulado conjunto de hechos, símbolos, significados y sentidos, con especificidad en el concierto cultural europeo y occidental; algo que se fue transmitiendo y recreando hasta el presente de modo mayoritario a través también de una lengua específica, el gallego, dando lugar a una de las reconocibles identidades culturales de nuestro mundo actual; un lugar y un territorio común desde donde proyectarnos hacia el. Con todo, reclamamos la plena normalización cultural y lingüística formando parte central del tejido que configura la cultura escolar entre nosotros. Además, y dado que a día de hoy la lengua gallega es ampliamente mayoritaria entre las generaciones adultas, su normal uso escolar no puede sino contribuir a mejorar las oportunidades de éxito, en particular, del alumnado procedente de los sectores sociales populares; desde la mayor solidez de los conocimientos adquiridos mediante el uso de la lengua ambiental cabe esperar el logro de mejores capacidades de aprendizaje, e incluso un mejor desarrollo de la personalidad. El profesorado: los educadores y las educadoras 27. Los profesores precisan un desarrollo profesional continuado, con la conciencia de que ser educador o educadora significa ejercer una profesión compleja por los saberes culturales y profesionales que se necesitan, por la complejidad de las tareas a llevar a cabo y, por la misma complejidad en que se desarrollan las vidas de la infancia y de la adolescencia que formamos en el momento actual. Todo esto ha obligado a reformular la tradicional identidad profesional del profesorado, al reformularse una parte de sus funciones, ocasionando situaciones de desaliento, de malestar, que es necesario corregir, superando, asimismo, modelos docentes que, como el “funcionarial” el absentista, el “especialista”, el “autista”, el de la “queja permanente”, o el “nostálgico”, se asientan en perspectivas conservadoras y corporativistas. 28. La formación inicial del profesorado y de los educadores, que debe ser exigente, debe orientarse hacia la formación de un profesor o profesora reflexivo, promotor y mediador, que integra el saber teórico procedente de las ciencias de la educación, con una práctica reflexionada y con la precisa dinámica de investigación colaborativa, en el marco de redes profesionales de formación e innovación y de comunidades de aprendizaje profesional; un profesional reflexivo, implicado en el desarrollo humano, consciente de su función cultural y relacional, con formación sobre los problemas que plantean el aprendizaje infantil y las interacciones sociales y culturales, con capacidad de aprendizaje y de maduración a partir de problematizar su práctica diaria, sabiendo que las experiencias escolares y educativas son fuente y referencia de saber y de conocimiento pedagógico. Acerca de nosotros, como movimiento de renovación pedagógica 29. Somos como una pequeña red o un nudo de una red más amplia, con alguna precariedad organizativa, como es habitual en las organizaciones sociales autónomas, pero también con alguna precisa estabilidad, a favor de una educación y de prácticas escolares y educadoras transformadoras; entendemos el valor del compromiso y procuramos actuar de acuerdo con lo que demandamos, con lo que sostenemos como discurso, y en la medida de nuestras posibilidades. Procuramos pensar globalmente y actuar localmente, generando ideas y prácticas de renovación pedagógica, tomando en consideración fuentes y corrientes de pensamiento plurales con las que procuramos conformar síntesis contextualizadas y apropiadas. 30. De este modo, uniendo la dimensión técnico-pedagógica profesional con la dimensión ideológica y de discurso político que sustenta, asimismo, todo proyecto educativo, procuramos fortalecer colectivamente buenas prácticas profesionales, sometidas a discusión racional, construyendo también comunidades emocionales y espacios de intercambio y de seguridad para nuestros limitados avances colectivos, como signo de profesionalización; somos, pues, con modestia, un mensaje contrario a la desprofesionalización y favorable a la causa de la transformación democrática desde el territorio de la educación. Santiago, 13 de diciembre de 2008