248 H. (l42) E.-PACHECO tografías de las láms. xi y x n dan idea de lo fragoso que es el mal-país m o d e r n o de Lanzarote. Algunas zonas de esta clase del mal país aparecen entre e x tensiones de lava de superficies horizontales, como si esta h u biera corrido por los fosos antes mencionados atascándolos de témpanos. H a r t u n g ha observado la profunda rasgadura q u e un témpano abrió en otro al ser arrastrado el primero por la c o rriente y chocar con el segundo. Cuando las lavas descendieron por una pendiente m u y inclinada, como las que del puerto entre F u e g o y Miraderos c a y e ron á la llanura situada al Norte de estas montañas, t o m a r o n una disposición en la que aparece exagerado el aspecto tumultuoso que hemos descrito. Parecen una caída de lastrones surcados por g r a n d e s grietas, que r e c u e r d a n por su disposición la de ciertos glaciares al descender por pendientes inclinadas, lo cual se observa mejor que en otro sitio, en la cascada de t é m p a n o s y lastrones q u e por la garganta que forman las antiguas m o n t a ñ a s Caldera d e los A m a r o s y Blanca de P e r d o m o bajan desde la a n tigua vega de Tingafa á la llanura de los islotes de Tinajo. E n opinión de H a r t u n g tales .diferencias en el aspecto y estructura del campo lávico obedecen al distinto grado de fluidez de las lavas, fundándose en que el relato de la erupción del cura d e Yaiza, habla de lavas q u e corrieron como agua y otras como miel. A nosotros se nos ocurre, conformes con el sabio geólogo, que en esta diversa disposición debe también haber ejercido gran influjo la velocidad con que se movieron las lavas, á c o n s e cuencia no tan solo del grado de viscosidad, sino también del ángulo que ofreciera la pendiente, de tal modo, que cuando las corrientes se remansaron en un sitio y allí se acumularon las lavas, éstas se solidificaron en la superficie, formando costra, debajo de la cual persistía la lava fundida, que al correr lentam e n t e hacia niveles más bajos dejó la capa superficial, formando bóvedas aplanadas, debajo de las cuales pudieron formarse otras costras, que son las que se perciben á t r a v é s de las grietas de retracción de la capa superior. Y a hemos apuntado la idea de que los trayectos en que el c a m p o lávico aparece constituido por las acumulaciones de muí-