La importancia, material y simbólica, de la ocupación de

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La importancia, material y simbólica, de la ocupación de tierras en la Andalucía del siglo
Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)
Artículo escrito por Nestor Salvador y Pedro Honrubia. Nestor Salvador es de Granada y
es miembro del SAT, de las Candidaturas Unitarias de Trabajadores y del Grupo Díaz del
Moral. Pedro es de Linares, pero residen en Granada. Es también miembro del SAT y de la
CUT y además es parte del equipo de dirección del Colectivo Kaos en la Red. La
fotografía es de Diego Martín "el Pony" durante la ocupación de la finca militar de "Las
Turquillas" situada entre Osuna y Ecija, en el año 2013.
Este 21 de julio el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) ha anunciado una acción por la que
prevé ocupar de forma pacífica la finca militar 'La Isla' de Écija (Sevilla), propiedad del Estado, como
forma de protesta contra su posible venta. Una vez más en Andalucía vuelve la ocupación de tierras
como expresión política de desobediencia y de reivindicación de la tierra, ¿Por qué se mantiene este
fenómeno y que efectos produce?
Ocupación de tierras siglo XX. Reforma agraria y democratización
La primera toma de tierras después del franquismo se producirá tras el tercer pleno del comité
regional del SOC, en el cual se aprobó convocar una jornada de lucha del 22 al 28 de febrero en el
año 1977. Además de la primera ocupación post-franquista, podemos decir que tal acción fue la
primera lucha que tuvo una importante repercusión mediática del sindicato andaluz, ya que fue
portada en numerosa prensa de la época, y lo fue sobre todo por dos elementos: la ocupación de
tierras, que no se daba desde la II República, y por la presencia del prestigioso historiador Edward
Malefakis, quien consideró aquella jornada de ocupación del 28 de febrero como la más importante
del campo andaluz desde 1936: “Lo que sí creo es que el 28 de febrero fue muy importante,
posiblemente la jornada más importante para los jornaleros andaluces desde la guerra civil, porque
consiguió fijar la atención nacional en una situación social verdaderamente lamentable más que en
cualquier otra ocasión post-bélica”
Posteriormente, el 12 de julio de ese mismo año, se producirá también la primera ocupación que
pretendía tener un carácter permanente y no solamente “simbólico”, en concreto la de la finca
Aparicio (propiedad del terrateniente de Osuna Pepe López), situada justamente frente al cortijo
Bocatinaja. Aquella mañana, un gran número de jornaleros de Los Corrales, La Jara, Pedrera, Gilena,
Osuna, Aguadulce, Marinaleda, etc., subieron hasta los cerros, reclamando la repoblación forestal y
la reforma agraria. Horas más tarde llegaron los efectivos de la Guardia Civil dispuestos a acabar con
la acción por la fuerza a mandato del gobierno de la época, aunque el desalojo no se produjo hasta
el día siguiente, dando como resultado la detención de Paco Casero, Sánchez Gordillo y José Antonio
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Gutiérrez. La importancia de aquellas actuaciones radicaba ya entonces no sólo en la explícita
exigencia de trabajo para los jornaleros u jornaleras amenazados por el desempleo, la pobreza y el
hambre, sino en el importante simbolismo revolucionario que manifestaban al ocupar propiedades
privadas reivindicando tierra, un fenómeno que tocaba los pilares fundamentales del sistema
capitalista y que, con ello, volvían a poner en el centro del debate político y social la exigencia de
una necesaria reforma agraria para cambiar el sentido de esa propiedad.
El papel que las tomas de tierras jugaron entonces, con su práctica de desobediencia civil,
asamblearia, popular y masiva, en una época donde se estaba produciendo lo que se presuponía
debía ser un cambio de régimen hacia un modelo democrático, nos debe dar una clave interesante
para aplicarla en este momento en el que vivimos en la actualidad, con otro proceso de cambio
abierto ante nuestros ojos como consecuencia de la fractura abierta en el régimen del 78. Se puede
decir que en el mundo rural andaluz se genera un proceso de democratización por vía del conflicto
social, siendo el saber que nace de las luchas lo que va construyendo comunidad en esos pueblos de
Andalucía. Lo fue entonces y lo sigue siendo en la actualidad mediante las luchas del SAT y otros
colectivos de carácter más local que han apostado por esta vía de lucha para hacerse presentes en
la realidad socio/política de nuestros días.
Ocupación de tierras siglo XXI en Andalucía. Soberanía alimentaria y ruptura democrática
Hoy en 2015 en Andalucía se mantiene así viva la lucha por la tierra mediante ocupaciones
permanentes como es el caso de Somonte (Palma del río) por el SAT o como la de la asociación de
parados de casería de Montijo en Granada, así como con cesiones de tierras como la cooperativa
verde y blanca en Arriate (Málaga) entre otras prácticas similares. Otras acciones como las varias
ocupaciones de la finca “Las Turquillas” han contribuido también a mantener vivo este espíritu de
lucha, tan propio de la lucha política en Andalucía durante el último siglo y medio.
La reivindicación de lo que fuera antaño la reforma agraria se ha complejizado hoy en un nuevo
concepto llamado “Soberanía alimentaria”, en el que se han introducido nuevos elementos mas allá
del reparto de tierras, como pueden ser la importancia de la producción agro ecológica, de los
canales cortos de comercialización etc. La tierra y su propiedad, pero no solo la tierra, también la
gestión de la misma y el uso que se haga de lo que a través de ella se genera, para ponerlo todo
junto al servicio de los intereses de los pueblos que la trabajan y no solo de los intereses comerciales
que impone la globalización capitalista. En Andalucía tal concepto forma necesariamente parte de
cualquier reivindicación de cambio político para nuestra tierra, como bien ha analizado el
antropólogo andaluz Isidoro Moreno “las luchas por la tierra, las luchas jornaleras por la reforma
agraria y, en general, el problema de la tierra, ha constituido históricamente, y todavía lo son hoy,
uno de los principales catalizadores de la autoconciencia de identidad andaluza”. Por ello toda
acción que se inserte dentro de las coordenadas de lucha mencionadas, en el contexto andaluz, es
una lucha fundamental para seguir impulsando el cambio político y social en Andalucía.
La lucha por el cambio social y político en Andalucía se vincula directamente, así lo ha querido (para
bien y para mal) la historia, con la tierra, esto es, con las condiciones históricas de explotación del
pueblo andaluz, con sus sufrimientos y tormentos como pueblo expoliado del control sobre sus
propios recursos, con sus luchas contra tales condiciones de explotación y expolio. Es decir, con una
reafirmación de su identidad nacional-popular como reflejo, en lo cultural, lo económico, lo político y
lo social, de todos estos aspectos directamente vinculados a lo que hemos definido como “soberanía
alimentaria”, sinónimo, en Andalucía, de lucha popular, de lucha del pueblo, que nace de las propias
condiciones del pueblo y que se dirige hacia la defensa de los intereses del pueblo desde una
perspectiva comunitaria, solidaria, anti-discriminadora e intolerante solo con los intolerantes o los
que explotan y roban al pueblo.
O dicho en otras palabras, la lucha contra la colonización de la tierra en Andalucía, que, hoy como
ayer, sigue concentrada fundamentalmente en unas pocas manos de grandes terratenientes (hoy
incluso más que ayer: 2% de los propietarios poseen más del 50% de toda la tierra cultivable
andaluza), insertada dentro de un marco de lucha mayor como es el que recoge el concepto de
“soberanía alimentaria” y puesta al servicio de una estrategia política colectiva en defensa de los
intereses de las clases populares andaluzas, capaz con ello de conectar las luchas del mundo rural
con los impulsos de cambio que se están dando también en el mundo urbano andaluz, es un
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elemento fundamental para la necesaria ruptura democrática con el régimen del 78 que haga
posible una nueva realidad política, social, económica e institucional en Andalucía.
21 de Julio de 2015 Ocupación de La Finca la Isla.
Por todo ello tomas de tierras como las del 21 ayudan a mantener viva la lucha histórica del pueblo
andaluz por la tierra y, con ello, la lucha por los derechos de las clases populares andaluzas tanto en
el mundo rural como en el mundo urbano.
Por un reparto de la tierra más justo, por una tierra puesta al servicio de quien la trabaja y sirviendo
para combatir el desempleo, la pobreza y el hambre en el campo andaluz, por un sistema de gestión
de la tierra más igualitario y sostenible, sí, pero también para que el efecto simbólico que acompaña
a estas luchas no decaiga y el pueblo andaluz pueda seguir identificándose en ellas y mirando,
desde ellas, a su futuro. Un futuro que pasa necesariamente por la conquista de su soberanía: la
alimentaria y la popular.
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