[C] El dolor neuropático Alec B. O'Connor, MD Rober H. Dworkin, PhD El dolor neuropático se ha definido como «dolor espontáneo e hipersensibilidad al dolor asociado a daño o lesión del sistema nervioso» (1). Debe diferenciarse del dolor nociceptivo y del dolor inflamatorio, los cuales son mecanismos adaptativos normales que protegen al organismo frente a la lesión y durante la cicatrización de la misma, respectivamente. El dolor neuropático además se diferencia del dolor funcional, que es «hipersensibilidad al dolor resultante del procesamiento central anormal de entradas sensoriales normales» (1). En el dolor neuropático, el daño inducido por enfermedad que afecta al sistema nervioso periférico o central conduce a dolor y a sensaciones anormales que no sirven para proteger al organismo frente a un daño. La identificación correcta del dolor como de origen neuropático es importante debido a que el control del mismo es diferente del de otros tipos de dolor. Específicamente, los anticonvulsivos, antidepresivos tricíclicos y la lidocaína tópica han demostrado ser beneficiosas en el dolor neuropático pero no en otros tipos de dolor, mientras que las medicaciones antiinflamatorias no esteroideas aparentemente no resultan efectivas en el dolor neuropático, mientras que sí lo son en otros tipos de dolor (2, 3). Además, el diagnóstico del dolor como neuropático puede ayudar a revelar una enfermedad causativa previamente ignorada. Debido a que el dolor neuropático es relativamente frecuente y con frecuencia crónico, se la encuentra con frecuencia en la práctica, tanto en medicina de atención primaria como especializada. Los profesionales de la atención primaria desempeñan un papel crucial en el diagnóstico y control crónico de los pacientes con dolor neuropático. Además, el rápido diagnóstico y tratamiento de la causa subyacente del dolor neuropático pueden ayudar a mejorar el control del dolor y la morbilidad y mortalidad globales de los pacientes. Por ejemplo, el control agresivo de la diabetes mellitus y del herpes zóster puede prevenir el desarrollo de dos de las causas más frecuentes de dolor neuropático: la neuropatía diabética dolorosa (NDD) y la neuralgia postherpética (NPH)(4-8). En este capítulo, se ofrece una vista general del dolor neuropático y de sus síntomas característicos, seguido de un comentario del enfoque al tratamiento basado en la evidencia del tratamiento. [1] Epidemiología Se desconoce cuál es la incidencia exacta de los síndromes de dolor neuropático. Hace algunos años, Bennett estimó la incidencia de muchos tipos de síndromes de dolor neuropático, entre ellos el dolor neuropático de la parte baja de la espalda; llegó a la conclusión de que aproximadamente 3,8 millones de personas padecían dolor neuropático en los Estados Unidos (9). Sin embargo, este número podría ser una estimación a la baja. Por ejemplo, NDD y NPH por sí solos podrían afectar a tres millones y a un millón de pacientes respectivamente en los Estados Unidos (10, 11). La prevalencia del dolor neuropático se espera que se incrementa por varios motivos. Un motivo es que la población en global está envejeciendo, lo que tendrá impactos sobre la prevalencia de los síndromes de dolor neuropático debido a que algunos de ellos, incluyendo NPH, NDD y el dolor central post-infarto, son más frecuentes en personas de edad avanzada. Otro motivo es que los pacientes sobreviven durante más tiempo a la infección por VIH, cáncer, diabetes y a otras enfermedades que pueden provocar dolor neuropático. Finalmente, el dolor neuropático puede resultar de la utilización crecientemente habitual de determinadas intervenciones médicas y quirúrgicas para tratar el cáncer y otras enfermedades (por ejemplo la radiación, la quimioterapia y la mastectomía). [1] Patogénesis Dependiendo del sitio de la lesión o de la disfunción en el sistema nervioso, el dolor neuropático puede considerarse principalmente de origen periférico o de origen central. Al igual que con otros tipos de dolor, se hace una distinción entre dolor neuropático agudo y crónico, considerándose este último aquel dolor que ha persistido más allá del periodo normal de curación o durante más de tres meses (12). Por desgracia, la mayoría de pacientes con dolor neuropático padecen dolor crónico. El dolor neuropático puede estar causado por un amplio abanico de diferentes tipos de procesos patológicos. Entre estos se incluyen las infecciones, los traumatismos, las anormalidades metabólicas, la quimioterapia, la cirugía, la radiación, las neurotoxinas, la compresión de nervios, la inflamación y la infiltración tumoral. La tabla 5-1 muestra la diversidad de síndromes de dolor neuropático. Los síndromes de dolor neuropático periférico y central se proporcionan separadamente, aunque es muy probable que tanto los mecanismos periféricos como los centrales contribuyan a la persistencia del dolor en muchos de estos síndromes. A pesar del gran número de síndromes de dolor neuropático, la mayor parte de la investigación que se ha llevado a cabo sobre los mecanismos y el tratamiento del dolor neuropático ha estudiado la NDD o la NPH. Lo que se sabe gracias al examen de estos dos síndromes de dolor neuropático periférico generalmente se ha supuesto que también resulta aplicable a la comprensión de los mecanismos y tratamiento de otros síndromes de dolor neuropático. Sin embargo, se ignora hasta qué punto los que diferentes síndromes de dolor neuropático comparten un conjunto común de mecanismos fisiopatológicos y presentan respuestas similares a los diversos tratamientos farmacológicos y no farmacológicos (13). Hay un acuerdo general en que procesos tanto centrales como periféricos contribuyen a muchos síndromes de dolor neuropático crónico, y que mecanismos específicos podrían explicar los síntomas e indicios cualitativamente diferentes que experimentan los pacientes. Por ejemplo, Rowbotham y Fields (14-16) han propuesto que en el NPH hay implicados diferentes mecanismos y que mecanismos diferenciados resultan en síntomas e indicios específicos en diferentes pacientes; su propuesta ilustra cómo un enfoque del dolor neuropático basado en mecanismos en última instancia puede llevar a un tratamiento más focalizado. Un grupo de pacientes experimentaba alodinia pronunciada (dolor producido por un estímulo que habitualmente no provoca dolor, por ejemplo el viento o el roce de la ropa con la piel, pero presentan déficits sensoriales mínimos). En estos pacientes, el dolor agudo intenso del herpes zóster aparentemente ha producido un estado de sensibilización central que después se mantiene mediante una actividad anormal en los nociceptores aferentes primarios (véase el capítulo 1 para comentario detallado). Estos pacientes responden al tratamiento con anestésicos locales, que pueden atenuar la actividad anormal en los nociceptores. Un grupo separado de pacientes tiende a presentarse con dolor espontáneo, poca o ninguna alodinia, y déficits sensoriales marcados en las áreas de mayor dolor. Los nociceptores aferentes primarios no parecen contribuir al dolor en estos pacientes, lo que sugiere que el dolor espontáneo está provocado por un mecanismo diferente, quizá la hiperactividad central resultante de la desaferentización. Sería de esperar que estos pacientes presentasen una respuesta mínima al tratamiento con anestésicos locales. La presencia de ambos, alodinia y déficits sensoriales, en otros pacientes puede explicarse mediante un tercer mecanismo: la desaferentización acompañada por la reorganización central que implica el brote de grandes fibras mielinizadas hacia el interior de la sustancia gelatinosa, donde entran en contacto con neuronas que previamente estaban innervadas únicamente por nociceptores (17). Aunque la evidencia en la que se basa el papel de la sensibilización central y otros mecanismos en la fisiopatología del dolor neuropático es más clara en el NPH, es muy probable que están implicados múltiples mecanismos similares en otros síndromes de dolor neuropático periférico (13). [1] Diagnóstico El diagnóstico del dolor neuropático se basa principalmente en una descripción característica de dolor, aunque no hay síntomas o indicios patognomónicos. El examen con frecuencia revela déficits neurológicos, y las imágenes pueden confirmar la presencia de una lesión del sistema nervioso que sea causativa. La evaluación clínica de un paciente con dolor que posiblemente sea neuropático debe centrarse en determinar si el dolor es neuropático y en la búsqueda de un proceso de enfermedad subyacente explicativo, el tratamiento del cual pueda tener efectos significativos en el paciente. [2] Historial Al igual que en todos los tipos de dolor, un historial exhaustivo que evalúe la intensidad, localización, factores exacerbantes y de remisión, síntomas asociados, radiación y duración del dolor tendrá importantes implicaciones para el diagnóstico y el tratamiento. Sin embargo, la calidad del dolor neuropático es lo que habitualmente lo distingue de otros tipos de dolor. Aunque se han considerado diversos síntomas e indicios característicos del dolor neuropático, hay pocos estudios que haya comparado sistemáticamente la calidad del dolor en pacientes con síndromes de dolor neuropático y no neuropático (18). En un contexto de investigación, algunos estudios han demostrado que una historia detallada y exacta (utilizando el cuestionario de dolor de McGill) puede diferenciar el dolor neuropático del que no lo es (19-25). Un estudio en particular demostró que los pacientes con dolor neuropático escogían seis adjetivos sensoriales con una frecuencia significativamente mayor que los pacientes con dolor que no era neuropático (23). Estos seis adjetivos eran: «eléctrico», «ardiente», «hormigueante», «frío», «picante» y «picazón». De estos adjetivos, los utilizados más frecuentemente por los pacientes de dolor neuropático eran «eléctrico», «ardiente» y «hormigueante» (el 53 %, el 54 % y el 48 %, respectivamente). Estos resultados apoyan el valor de estos adjetivos en la identificación de pacientes con dolor neuropático, aunque el estudio también demostró que algunos otros adjetivos considerados típicamente como característicos del dolor neuropático (entre ellos «cortante» y «fulgurante») no diferenciaban entre los pacientes con dolor neuropático y con dolor no neuropático. Los pacientes con dolor neuropático pueden describir dolor tanto evocado por un estímulo como espontáneo (independiente de estímulo), una distinción que podría ayudar a indicar el mecanismo fisiopatológico del dolor, aunque el dolor neuropático de una enfermedad individual puede presentarse como cualquiera de los dos o como ambos. El dolor espontáneo se produce en ausencia de ninguna estimulación, y puede ser intermitente o continuo. Un paciente individual puede describir diferentes tipos de dolor espontáneo con diferentes cualidades (por ejemplo «fulgurante», «ardiente» o «pulsante»). El dolor espontáneo continuo se encuentra presente en todo momento o casi en todo momento, aunque los pacientes habitualmente informan de que varía de intensidad (por ejemplo el DNN con frecuencia empeora por la noche). El dolor espontáneo intermitente es episódico, se produce sin estimulación, y habitualmente es de duración relativamente corta. Este tipo de dolor neuropático con frecuencia es paroxístico y es descrito por los pacientes como de cualidad «eléctrica», «punzante» o «fulgurante» (por ejemplo el clásico tic doloroso). En contraste con el dolor espontáneo, algunos dolores neuropáticos son provocados por un estímulo (también denominados dolores dependientes de estímulo). La tabla 5-2 muestra los diferentes tipos de síntomas provocados por estímulo, incluyendo la alodinia y la hiperalgesia, que es dolor incrementado en respuesta a un estímulo normalmente doloroso (por ejemplo un pinchazo). Hasta el 90% de los pacientes con NDD presentan alodinia (26). Hay un consenso entre investigadores de que los diferentes tipos de síntomas provocados por estímulo presentes en pacientes individuales de dolor neuropático proporcionan información importante sobre los mecanismos fisiopatológicos que causan el dolor. La comprensión de los mecanismos que causan el dolor en un paciente individual sería previsible que guiaran el tratamiento del paciente a las opciones más seguras y efectivas, sin embargo la aplicación clínica de estas distinciones todavía no se ha delineado por completo. Los pacientes con dolor neuropático también pueden experimentar síntomas sensoriales o motores positivos y/o negativos. Por ejemplo, algunos pacientes con dolor neuropático se quejan de sensaciones de picazón, falta de sensibilidad, hormigueo o «agujetas». Otros pacientes pueden notar debilidad o espasticidad en la extremidad afectada. Además, puede presentarse la desregulación autonómica (por ejemplo causante de crisis de rubor o sudoración) en la distribución del dolor. La presencia de síntomas sensoriales, motores o autonómicos anormales en la distribución del dolor debería sugerir la posibilidad de una causa neuropática. [2] Examen físico Un paciente que se presente con dolor que aparentemente es neuropático debe someterse a un examen neurológico detallado del área afectada y a un examen general centrado en las posibles causas de una lesión neurológica. La inspección de la piel del área afectada puede revelar erupción, cicatrización, rubor o sudoración. La atrofia, la fasciculación y los temblores también pueden estar presentes. Los arcos caídos, la artropatía y las úlceras de presión también pueden observarse en los pies del diabético con neuropatía. El examen sensorial debería evaluar los diferentes tipos de sensación. El examen de la sensibilidad al tacto ligero con un algodón o el dedo del examinar podría revelar insensibilidad o alodinia. La sensación térmica, utilizando por ejemplo hielo o agua caliente en una bolsa o taza puede revelar pérdidas de sensación, alodinia o hiperalgesia. La hiperalgesia al pinchazo o la presión firme puede estar presente. Finalmente, la pérdida del sentido de posición o de la vibración (detectada con un diapasón de afinación) pueden estar presentes en, por ejemplo, la neuropatía diabética. El examen motor debe procurar la detección de debilidades sutiles en la distribución del dolor y otros. Las anormalidades en las pruebas de reflejos pueden utilizarse para identificar la presencia de déficits motores sutiles. Además, la presencia de hipertonía o hipotonía, distonía y ataxia puede ayudar en el diagnóstico. Cuando se sospecha de dolor neuropático sin una enfermedad subyacente explicativa, el examen general debe buscar resultados que sugieran una enfermedad subyacente, como cáncer o SIDA. [2] Exámenes diagnósticos Por desgracia no hay una prueba única que diagnostique el dolor neuropático (o el dolor en general) en todos los pacientes. Las pruebas en los casos de dolor neuropático sospechado deben centrarse en la confirmación de la sospecha de lesión del sistema nervioso y en el diagnóstico de la enfermedad subyacente que provoca el dolor. La formación de imágenes por resonancia magnética puede utilizarse para detectar anormalidades del sistema nervioso central y de la columna que pueden conducir a dolor neuropático. Por ejemplo, los pacientes con dolor radicular pueden presentar una compresión demostrable de la raíz de un nervio mediante la utilización de RMI. Alternativamente, las lesiones en el tálamo o en el córtex sensorial debidas, por ejemplo, a un accidente cerebrovascular o a esclerosis múltiple pueden producir dolor neuropático central. Las pruebas de velocidad de conducción nerviosa y la electromiografía pueden detectar anormalidades de los nervios periféricos mielinizados de gran tamaño, pero no de los nervios más pequeños; esto puede resultar útil en el diagnóstico de determinados tipos de neuropatía (por ejemplo de los síndromes de atrapamiento de nervio). Ocasionalmente la biopsia de la piel o de los nervios de un área afectada puede resultar necesaria para documentar la presencia de una lesión del sistema nervioso y para diagnosticar la causa subyacente de la lesión. Las pruebas diagnósticas adicionales generalmente tienen como objetivo detectar la enfermedad responsable del dolor. Por ejemplo, las pruebas diseñadas para detectar posible cáncer en una localización específica o para diagnosticar diabetes o infección por VIH (véasela tabla 5-1 para una lista de posibles procesos patológicos subyacentes). [2] Diagnóstico diferencial La diferenciación del dolor neuropático del dolor no neuropático puede constituir un reto ya que no existen síntomas o indicios patognomónicos y con frecuencia no existe una prueba diagnóstica que confirme el diagnóstico. En general el diagnóstico se realiza a partir de la presencia de dolor característico y de los síntomas y resultados neurológicos, preferiblemente apoyados por pruebas que confirmen la presencia de una enfermedad que podría estar provocando el dolor neuropático (véasela tabla 5-1) y/o pruebas diagnósticas que confirmen la presencia de una lesión del sistema nervioso en una localización que explique los síntomas del paciente. Puede confundirse cualquier tipo de dolor por dolor neuropático si la historia, el examen y la evaluación diagnóstica no se llevan a cabo de manera exhaustiva. Como se ha indicado anteriormente, la utilización de los adjetivos «fulgurante» o «cortante» para describir el dolor no son discriminatorios. La utilización de unos de los adjetivos positivamente asociados con la presencia de dolor neuropático (por ejemplo «eléctrico» o «ardiente») puede ser sugestivo pero, como ya se ha indicado, ciertamente no es patognomónico. En algunos casos el dolor neuropático puede coexistir con el dolor nociceptivo. Por ejemplo, en un paciente con dolor radicular y de la parte baja de la espalda, el dolor puede responder parcialmente a causas mecánicas y miofaciales y parcialmente a la compresión de la raíz de un nervio. La enfermedad psicológica también puede desempeñar un papel significativo en algunos pacientes que se presentan con dolor crónico. Los pacientes con trastorno de somatización o aquellos que pretenden estar enfermos (posiblemente por drogadicción o porque buscan un diagnóstico de discapacidad) pueden describir dolor que puede no ser distinguible del dolor neuropático. [1] Tratamiento El abanico de opciones que se han utilizado con éxito en el tratamiento del dolor neuropático es bastante amplio, desde la terapia física hasta los procedimientos invasivos (por ejemplo la estimulación de la médula espinal). Los médicos de atención primaria desempeñan un papel crucial en el control de tanto la causa del dolor neuropático como del dolor mismo. En general, los profesionales de la atención primaria prescribirán los tratamientos farmacológicos de primera línea, pero deben remitirse a un especialista del dolor si el paciente es refractario a los tratamientos de primera línea o puede ser un buen candidato para una estrategia de control invasiva (por ejemplo la estimulación medular o la medicación intratecal). [2] Tratamiento de la enfermedad causativa El tratamiento efectivo de las enfermedades con el potencial de causar dolor neuropático podría reducir la probabilidad de que un paciente lo desarrolle. Por ejemplo, la incidencia de la neuropatía diabética se ha ligado estrechamente al control de la glucosa (4, 5). El tratamiento agresivo de la infección aguda por herpes zóster con famciclovir, valaciclovir o aciclovir probablemente reduce la probabilidad de desarrollar NDD (6-8). Se ha asociado la carga vírica a la severidad de la neuropatía por VIH (27), sugiriendo que la terapia antiviral exitosa podría prevenir o tratar el dolor en algunos pacientes con neuropatía por VIH, aunque esto todavía no se ha demostrado. En muchos casos, el dolor neuropático establecido (tanto agudo como crónico) se reducirá mediante el tratamiento efectivo de la enfermedad causativa subyacente. Los síndromes de atrapamiento de nervio (por ejemplo el síndrome del túnel carpiano, la radiculopatía) pueden mejorar radicalmente con la descompresión del nervio. El dolor agudo de la infección por herpes zóster se ha demostrado que mejor con la administración temprana de terapia antiviral (28). Además, la NDD probablemente mejora con el control glucémico intensivo (5, 29, 30). A pesar del amplio abanico de etiologías del dolor neuropático, el tratamiento del dolor generalmente se aborda de una manera similar. Ciertamente cuando el control del dolor neuropático causado por una enfermedad específica difiere del enfoque general, el control debe dirigirse al dolor neuropático de la etiología específica; entre los ejemplos se incluyen la neuralgia del trigémino, el tratamiento habitual de la cual incluye carbamacepina, fenitoína y baclofén (31), y el síndrome del dolor regional complejo, que se ha demostrado que responde significativamente a la terapia física de la extremidad afectada con aplicación de terapias adicionales según necesidad (32). Sin embargo, en la actualidad la evidencia es escasa de que sean necesarias estrategias de control diferentes para el dolor neuropático basadas en la etiología específica. [2] Farmacoterapia sistémica y tópica para el dolor neuropático Recientemente se han publicado directrices de tratamiento basadas en la evidencia para el control farmacológico del dolor neuropático crónico y proporcionarán la base para el comentario siguiente del tratamiento (33), aunque se han añadido varias actualizaciones ya que éste es un campo en rápido desarrollo. Son necesarias dos advertencias importantes antes de comentar estas directrices de tratamiento. La primera es que la mayor parte de los ensayos aleatorizados controlados del dolor neuropático crónico han examinado únicamente dos síndromes de dolor, NPH y NDD. Además, la United States Food and Drug Administration ha autorizado medicamentos para el tratamiento de únicamente tres síndromes específicos de dolor neuropático: NPH (gabapentina, parche de lidocaína al 5 %), NDD (duloxetina) y neuralgia del trigémino (carbamacepina). Se desconoce cuál es la aplicabilidad de los resultados de los ensayos clínicos en un síndrome neuropático crónico a otros síndromes neuropáticos crónicos, aunque la mayoría de las terapias de primera línea identificadas en las directrices se han probado en varios tipos de dolor neuropático con resultados generalmente similares. [2] Tratamientos farmacológicos de primera línea Aunque se han utilizado muchos medicamentos diferentes en el tratamiento del dolor neuropático (Tabla 5-3), hasta recientemente sólo se han evaluado los antidepresivos tricíclicos (TCA) en ensayos múltiples aleatorizados, de doble ciego y controlados con placebo. Sin embargo, en la actualidad existen varios tratamientos farmacológicos que han demostrado proporcionar beneficios de tratamiento estadísticamente significativos y clínicamente relevantes en comparación con el placebo en ensayos múltiples aleatorizados y controlados en pacientes con dolor neuropático (33). Estos medicamentos se consideraron de primera línea debido al peso de evidencia consistente que apoya su efectividad. Existen circunstancias clínicas para cada uno en el tratamiento inicial de los pacientes con dolor neuropático, aunque los TCAs, el tramadol y los analgésicos opiáceos generalmente requieren mayor precaución que la gabapentina y el parche de lidocaína al 5%. En general, las decisiones respecto a la medicación a prescribir inicialmente en un paciente individual debe equilibrar problemas referentes a los efectos secundarios, las comorbilidades (por ejemplo un paciente con depresión concomitante puede beneficiarse de más de un antidepresivo que del tramadol), el riesgo potencial de abuso de opiáceos o de sobredosis farmacológica, y cuestiones referentes al coste de la medicación o al copago. Si una prueba adecuada con uno de estos medicamentos no consigue proporcionar un alivio adecuado del dolor, debe añadirse un segundo medicamento o puede cambiarse el primer medicamento por otro diferente, dependiendo de la tolerancia al primer medicamento y de si éste produjo algún beneficio. [3] GABAPENTINA Y PEGABALINA GABAPENTINA Existe un número creciente de ensayos clínicos publicados de doble ciego aleatorizados y controlados con placebo de la gabapentina en pacientes con dolor neuropático, incluyendo estudios de la NPH, de la NDD, de síndromes mixtos de dolor neuropático, del dolor en miembro fantasma, del síndrome de Guillain-Barré y del dolor agudo y crónico secundario a lesión medular (34-42). La gabapentina a dosis diarias de hasta 3.600 mg redujo significativamente el dolor en comparación con el placebo, y también se demostraron mejoras en el humor, sueño y calidad de vida en algunos de los ensayos. Los efectos secundarios de la gabapentina incluyen mareos, somnolencia y, con menor frecuencia, edema periférico leve y síntomas gastrointestinales, todos los cuales requieren seguimiento y potencialmente ajustes de las dosis, aunque habitualmente no requieren la interrupción de la medicación. En los pacientes de edad avanzada, la gabapentina puede provocar o exacerbar las alteraciones cognitivas y de la marcha. Sin embargo, la gabapentina generalmente está bien tolerada, es segura y carece de interacciones con otros fármacos, distinguiéndola de la mayor parte de los otros medicamentos orales utilizados en el tratamiento del dolor neuropático crónico. La dosificación generalmente se inicia con 300 mg a la hora de dormir, después 300 mg bid al segundo día, después 300 mg tid al tercer día, incrementándose gradualmente a continuación en un programa de dosificación tid en aproximadamente 300 mg/d hasta alcanzar la eficacia o la dosis máxima de 3.600 mg/d; las dosis efectivas habituales se encuentran por encima de 1.800 mg/d, aunque resulta necesaria la reducción de las dosis en pacientes con insuficiencia renal (véasela tabla 5-3). PREGABALINA La pregabalina es un ligando α2-δ estrechamente relacionado con la gabapentina, que presenta actividad analgésica, anticonvulsiva y ansiolítica. Recientemente se ha descubierto que resulta efectiva en el tratamiento de la NPH y de la NDD entres ensayos de 8 semanas de duración, y aunque los efectos secundarios aparentemente se incrementaron de una manera dosis-dependiente, la pregabalina generalmente está bien tolerada (43-45). Se prevé la autorización de la FDA para el tratamiento de la NDD y de la NPH con pregabalina para principios del 2005, y entonces este medicamento se convertirá en el primer agente autorizado para el tratamiento de más de un síndrome de dolor neuropático. La dosificación ha variado en los tres ensayos publicados de 150 a 600 mg/d, y aunque la dosis de 150 mg/d era aproximadamente equivalente a la dosis de 300 mg/d en un ensayo (44), los datos no publicados son consistentes con una relación dosis-respuesta de una mayor reducción del dolor a dosis más altas. Una dosis inicial de 50 mg tid o de 75 mg bid es consistente con los resultados de los ensayos, y puede titularse a 300 mg diarios varios días después. Los beneficios pueden observarse antes de 2 semanas de alcanzar una dosis diana de 300-600 mg diarios. [3] PARCHE DE LIDOCAÍNA AL 5 % Existen tres ensayos clínicos publicados de doble ciego, aleatorizados y controlados con vehículo del parche de lidocaína al 5 % que han demostrado un incremento estadísticamente significativo del alivio del dolor con el parche de lidocaína al 5 % en comparación con parches de control con vehículo; dos de estos estudios se llevaron a cabo en pacientes con NPH (46, 47) y uno se llevó a cabo en un grupo de pacientes con diversos síndromes de dolor neuropático periférico, incluyendo NPH (48). El parche de lidocaína al 5 % es una preparación tópica, y en pacientes con función hepática normal, los niveles en sangre son mínimos y no se produce la acumulación en el programa de dosificación de 12 horas sí-12 horas no. El parche de lidocaína al 5 % presenta una seguridad y tolerabilidad excelentes, y los únicos efectos secundarios implican reacciones leves en la piel (por ejemplo eritema y erupciones). La absorción sistémica desde el parche de lidocaína al 5 % puede producirse en pacientes que reciben fármacos antiarrítmicos orales de clase I (por ejemplo mexiletina) (véasela tabla 5-3). [3] ANALGÉSICOS OPIÁCEOS Desde 1998 se han publicado varios estudios aleatorizados de doble ciego de analgésicos opiáceos orales en pacientes con NPH, NDD, dolor en miembro fantasma y con una diversidad de síndromes de dolor neuropático periférico y central (49-55). Los resultados de estos estudios considerados conjuntamente proporcionan la base para considerar los analgésicos opiáceos como un tratamiento de primera línea para el dolor neuropático. Los efectos secundarios más frecuentes de los analgésicos opiáceos son el estreñimiento, la sedación y las náuseas. Los pacientes de edad avanzada pueden desarrollar alteraciones cognitivas y de la marcha, incrementado el riesgo de caídas. Debido a que puede producirse la muerte accidental o el suicidio con la sobredosis, los analgésicos opiáceos deben prescribirse con precaución en los pacientes con un historial de abuso de sustancias o intentos de suicidio. Los pacientes tratados con analgésicos opiáceos pueden desarrollar tolerancia a los analgésicos (es decir, una reducción del beneficio analgésico con el tiempo) aunque habitualmente puede alcanzarse una dosificación estable. Todos los pacientes tratados crónicamente con opiáceos desarrollarán dependencia física (es decir, se desarrollan síntomas de abstinencia con la interrupción brusca o una reducción rápida de la dosis) y se les debe recomendar que no interrumpan bruscamente la medicación. TRAMADOL Existen tres ensayos clínicos publicados de doble ciego, aleatorizados y controlados con placebo del tramadol en el dolor neuropático, uno en cada uno de NDD, NPH y polineuropatía dolorosa de diferentes etiologías, incluyendo el NDD (56-58). En estos ensayos, el tramadol administrado a una dosis máxima de 400 mg diarios alivió significativamente el dolor en comparación con el placebo, y también se informó de efectos beneficiosos del tratamiento sobre la alodinia y la calidad de vida. Entre los efectos secundarios más frecuentes se incluían mareos, náuseas, estreñimiento, somnolencia e hipotensión ortostática, que se producen más frecuentemente con el escalamiento rápido de la dosis. En pacientes de edad avanzada, el tramadol puede ocasionar alteraciones cognitivas y de la marca, resultando potencialmente en caídas. El tramadol eleva el riesgo de convulsiones en pacientes con historial de convulsiones o que también se administran antidepresivos, opiáceos u otros fármacos que pueden reducir el umbral convulsivo. El síndrome de la serotonina puede producirse si se utiliza el tramadol simultáneamente con otros medicamentos serotonérgicos, y resulta necesario el ajuste de las dosis en los pacientes con enfermedad renal o hepática. Se han producido casos de abuso del tramadol pero se cree que es menos común que el abuso de los opiáceos (véasela tabla 5-3). [3] ANTIDEPRESIVOS ANTIDEPRESIVOS TRICÍCLICOS (TCAs) Los TCAs fueron los primeros medicamentos que se demostró que eran efectivos en el dolor neuropático en ensayos controlados con placebo. Aunque los ensayos clínicos de pacientes con neuropatía sensorial por VIH (59, 60), con neuropatía provocada por cisplatino (61) y dolor por lesión medular (62) encontraron pocos beneficios en la amitriptilina en comparación con el placebo, Mitchell Max proporciona un resumen exacto de la eficacia global de los TCAs en el dolor neuropático en el título de una revisión de su eficacia: «Thirteen consecutive well-designed randomized trials show that antidepressants reduce pain in diabetic neuropathy and postherpetic neuralgia» (63) [Trece ensayos consecutivos aleatorizados bien diseñados demuestran que los antidepresivos reducen el dolor en la neuropatía diabética y en la neuralgia postherpética]. Los TCAs deben utilizarse con precaución en pacientes con historia de enfermedad cardiovascular y se recomienda un ECG exploratorio para estudiar las anormalidades de conducción cardíaca antes de iniciar el tratamiento, especialmente en pacientes de más de 40 años. En un estudio reciente, casi el 20 % de los pacientes tratados con una TCA tras un infarto de miocardio desarrollaron episodios cardíacos adversos (64). Al igual que con los analgésicos opiáceos, los TCAs deben utilizarse con cuidado en pacientes con riesgo de suicidio o muerte accidental por sobredosis. Los TCAs pueden bloquear los efectos de determinados fármacos hipertensivos (por ejemplo la clonidina) e interactúan con fármacos metabolizados por P450 2D6. Debido a que todos los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (SSRI2) inhiben a P450 2D6, los niveles tóxicos de TCA pueden resultar de la coadministración de TCAs y SSRIs. En personas de edad avanzada, los TCAs pueden provocar alteraciones cognitivas y de la marcha que pueden resultar en caídas. Entre los efectos secundarios adicionales de las TCAs se incluyen sedación, efectos anticolinérgicos (incluyendo la exacerbación de la retención urinaria), hipotensión postural, ganancia de peso y potencialmente exacerbación de glaucoma. La mayoría de los ensayos clínicos de los TCAs en el dolor neuropático han examinado la amitriptilina, aunque ésta no se recomienda en pacientes de edad avanzada debido a que produce más reacciones adversas que la nortriptilina y la desipramina. En un ensayo reciente de doble ciego aleatorizado que comparaba directamente la nortriptilina y la amitriptilina en pacientes con NPH, la nortriptilina proporcionó beneficios analgésicos equivalentes pero era mejor tolerada que la amitriptilina (65). Con independencia de qué TCA se utilice, los pacientes deben entender que los TCAs presentan un efecto analgésico que se ha demostrado que es independiente de su efecto antidepresivo, y que mediante la prescripción de un TCA, el médico no sugiere que la depresión sea la causante del dolor. En general, las dosis iniciales deben ser relativamente bajas, y deben incrementarse lentamente hasta que se controle el dolor. Pueden resultar necesarias dosis antidepresivas para una efectividad completa (véasela tabla 5-3). VENLAFAXINA La venlafaxina es un inhibidor de la recaptación de la serotonina y de la norepinefrina que inhibe la recaptación noradrenérgica a dosis más altas. Se ha descubierto que resulta más efectivo que el placebo en ensayos de pacientes con dolor postmastectomía y NDD (66, 67). Un ensayo adicional encontró que era superior al placebo y aproximadamente comparable a la imipramina en el tratamiento de la polineuropatía dolorosa (68). Un estudio reciente también ha descubierto que resulta efectivo en la prevención del síndrome del dolor postmastectomía cuando se administra perioperatoriamente (69). Los efectos secundarios pueden ser menos que con los TCAs, pero debe realizarse un seguimiento de ECG en los pacientes de riesgo relativamente elevado debido a que el 5 % de los pacientes en el ensayo NDD demostraron cambios significativos del ECG (67). Se han estudiado preparaciones de venlafaxina tanto estándares como de liberación prolongada. La dosis inicial de la venlafaxina es de 75 mg/d, y puede incrementarse en 75 mg/d cada semana según resulte necesario hasta una dosis máxima de 375 mg/d con la venlafaxina estándar, o hasta 225 mg/d utilizando la preparación de liberación prolongada. Debe advertirse el efecto completo el tratamiento en 2 a 4 semanas. DULOXETINA La duloxetina es un nuevo inhibidor dual de la recaptación de la serotonina y de la norepinefrina. Se ha demostrado que constituye un antidepresivo efectivo y que mejora significativamente los síntomas dolorosos asociados a la depresión (70). Hasta el momento tan sólo se ha evaluado en la NDD, pero dos ensayos han demostrado beneficios significativos con efecto secundarios mínimos en comparación con el placebo (71, 72). Dos ensayos adicionales han demostrado que son seguros a lo largo de 6 y 12 meses (73, 74). El último ensayo comparó la duloxetina con el «cuidado rutinario» y encontró que tras un año los pacientes administrados duloxetina informaban de un mejor control del dolor, mejor calidad de vida y menos episodios adversos; la mayor parte de los pacientes en el grupo de «cuidado rutinario» se trataron con gabapentina, venlafaxina o amitriptilina. A partir del apoyo proporcionado por estos ensayos, la FDA ha autorizado recientemente la duloxetina para el tratamiento del dolor neuropático periférico diabético. Las ventajas de la duloxetina son que aparentemente presenta un perfil favorable de los efectos secundarios, demuestra eficacia tras una semana de iniciar el tratamiento y, para determinados pacientes de dolor neuropático, constituye un antidepresivo efectivo. Por desgracia, hasta el momento únicamente se ha estudiado en la NDD. La dosis de 60 mg/d aparentemente es casi tan efectiva como la dosis de 60 mg bid y aparentemente provoca menos efectos secundarios. [2] Tratamiento secuencial y de combinación con medicamentos de primera línea La comprensión actual de la fisiopatología del dolor neuropático es consistente con la existencia de múltiples mecanismos del dolor, cada uno de los cuales puede responder de manera diferente a los medicamentos con diferentes mecanismos de acción. Los pacientes que no responden a uno de los medicamentos de primera línea habitualmente deben tratarse con uno o más de los otros medicamentos. A pesar de la falta de datos controlados, la utilización de combinaciones de dos o más de estos medicamentos de primera línea puede recomendarse cuando los pacientes presentan una respuesta parcial a uno de ellos por separado, y también al inicio del tratamiento, sea para incrementar la probabilidad de una respuesta beneficiosa o cuando uno de los medicamentos que se utiliza requiere incrementar la dosis para alcanzar una dosis efectiva. Entre las desventajas de la terapia de combinación se incluyen un riesgo incrementado de efectos secundarios a medida que se incrementa el número de medicamentos. Cabe indicar que la combinación del tramadol con los SSRIs, que incluye los inhibidores duales de recaptación llamados venlafaxina y probablemente duloxetina, deben evitarse debido al riesgo de síndrome de la serotonina. [2] Medicamentos de segunda línea Cuando los pacientes no presentan una respuesta satisfactoria al tratamiento con uno o más de los medicamentos de primera línea solos o en combinación, existen varios medicamentos que pueden recomendarse como de segunda línea a partir de los resultados positivos obtenidos en un solo ensayo aleatorizado controlado o de los resultados inconsistentes en múltiples ensayos aleatorizados y controlados ( con una excepción). La carbamacepina y la lamotrigina pueden recomendarse para pacientes que no han respondido a un ensayo adecuado de la gabapentina o de la pregabalina cuando se busca el tratamiento con un anticonvulsivo (75-78). La lamotrigina es el único tratamiento farmacológico de segunda línea para el que hay evidencia de su eficacia basado en los resultados de múltiples ensayos aleatorizados y controlados en varios síndromes de dolor neuropático (79-83), pero no puede considerarse de primera línea debido al lento y cuidadoso incremento de dosis que se requiere y al riesgo de erupciones severas y síndrome de Stevens-Johnson asociado a su utilización. Los antidepresivos bupropión, citaloprám y paroxetina han demostrado ser prometedores en diferentes síndromes de dolor neuropático y podrían considerarse para pacientes con depresión que no toleran los antidepresivos de primera línea (84, 85). Los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (NSAIDs) se ha descubierto que reducen la severidad del dolor en la ciática y la NDD (86, 87), aunque hay un consenso clínico en que los NSAIDs y el acetaminofén raramente proporcionan un alivio del dolor clínicamente relevante en pacientes con dolor neuropático. La lidocaína intravenosa se ha demostrado que resulta efectiva en el tratamiento de la NDD (88), pero su administración resulta impracticable y se asocia con efectos sistémicos adversos potencialmente severos. Los ensayos con su análogo oral, la mexilitina, ha mostrado resultados inconsistentes (89). La capsaicina, otro medicamento tópico, ha producido resultados inconsistentes en ensayos clínicos y con frecuencia exacerba el dolor en su primera aplicación (90). Existe algo de evidencia que apoya la utilización de corticoesteroides sistémicos en el control del síndrome de dolor regional complejo (SDRC) (91), aunque no se ha definido exactamente su papel (32). [2] Otras terapias [3] TERAPIAS NO INVASIVAS La terapia física se considera una terapia de primera línea para el SDRC (32), al demostrarse su eficacia en ensayos controlados (92). La terapia física también puede desempeñar un papel en el control de otros tipos de dolor neuropático, particularmente aquellos que comprometen la función de una extremidad o la marcha. La estimulación eléctrica transcutánea de un nervio (ELTN) se ha demostrado que resulta efectiva en el tratamiento de la NDD en pacientes no seleccionados, así como en pacientes refractarios (93-95). También ha demostrado ser prometedora en el dolor radicular y post-toracotomía (96). No es invasiva, es relativamente económica y habitualmente está bien tolerada. Las intervenciones psicoeducativas como parte de un enfoque multidisciplinar tienen un papel establecido en el control del dolor musculoesquelético crónico no maligno (97). Es probable que las intervenciones psicológicas resulten beneficiosas en el dolor neuropático crónico, aunque no se han estudiado en este contexto. [3] TERAPIAS INVASIVAS En general, los pacientes que no responden a la terapia farmacológica de primera línea y que se ha identificado que posiblemente resultarán beneficiados de una terapia invasiva, tal como una estimulación medular o medicación intratecal, deben remitirse a una especialista en el control del dolor. La estimulación medular se ha estudiado en el SDRC y en la NDD y se ha encontrado que resulta efectiva en la reducción del dolor y en la mejora de la calidad de vida en pacientes difíciles seleccionados (98-101). También se ha estudiado en pacientes con otros tipos de dolor neuropático, con resultados generalmente buenos (102, 103). Los opiáceos intratecales o el baclofén pueden utilizarse en pacientes con dolor debilitante o espasticidad que no pueden controlarse con medicamentos sistémicos sea debido a su falta de efectividad o por efectos secundarios intolerables (los opiáceos orales con frecuencia provocan efectos secundarios antes de que puedan alcanzarse dosis adecuadas). Los opiáceos intratecales requieren dosis más pequeñas debido a que se administran en la diana principal, el cuerno dorsal. Los corticoesteroides intratecales en combinación con la lidocaína se han utilizado con éxito en pacientes refractarios con NPH (104), aunque tanto la lidocaína intratecal como los esteroides se asocian con una diversidad de reacciones adversas potencialmente graves, incluyendo la hipotensión severa, neurotoxicidad y aracnoiditis adhesiva. Recientemente se ha descubierto que un nuevo agente bloqueante selectivo de tipo N del canal de calcio sensible al voltaje, la ciconotida, produce un alivio clínicamente significativo del dolor en pacientes con dolor neuropático del cáncer o del SIDA que era refractario a dosis elevadas de opiáceos sistémicos (105). Pueden llevarse a cabo bloqueos anestésicos regionales simpáticos o somáticos/simpáticos en determinadas circunstancias, como por ejemplo en pacientes con SDRC que no pueden llevar a cabo terapia física. Sin embargo, la necesidad de inyecciones frecuentes limita su utilización a la terapia de corto plazo (32). La simpatectomía quirúrgica o química se ha utilizado en un intento de tratar el dolor neuropático que se cree que está mediado simpáticamente, aunque hay poca evidencia que apoye esta práctica (106). Algunos pacientes con dolor neuropático utilizan habitualmente la acupuntura y otras terapias alternativas (107), aunque en la actualidad hay poca base científica para recomendar su utilización. [1] Desarrollos futuros Dada la dificultad para controlar algunos pacientes con dolor neuropático, la prevención del desarrollo del dolor neuropático es un área crítica de la investigación en la actualidad. Se están explorando diferentes estrategias de prevención, entre ellas ensayos de inmunización de individuos de edad avanzada con la vacuna de la varicela para intentar prevenir el herpes zóster (108) y para tratar los pacientes de herpes zóster preventivamente con tratamientos demostrados para la NPH (por ejemplo los antidepresivos tricíclicos y los opiáceos analgésicos) para intentar prevenir la NPH (109, 110). Además, las estrategias más efectivas de provisión de analgesia preventiva podrían evitar el desarrollo de diversos tipos de dolor neuropático post-quirúrgico, como los síndromes de dolor en miembro fantasma y post-mastectomía (69, 111, 112). En el futuro, el control farmacológico del dolor neuropático es probable que se focalice en defectos fisiopatológicos específicos causantes de dolor y no en la enfermedad causativa. Puede preverse que un tratamiento basado en mecanismos estaría focalizado con más precisión y por lo tanto resultaría más seguro y efectivo. Por ejemplo, determinar que el dolor de un paciente con NPH está causado principalmente por una sensibilización central debería permitir a un profesional médico elegir un tratamiento demostradamente efectivo específicamente en la sensibilización central, y no en el dolor neuropático en general. Aunque existe un cuerpo considerable de resultados de investigación que apoyan el potencial del enfoque basado en mecanismos, en la actualidad sigue sin poderse identificar los mecanismos específicos que explican los síntomas e indicios del dolor neuropático del paciente. Además, existen pocos ejemplos de ensayos controlados en los que el tratamiento se haya centrado en mecanismos específicos del dolor en los pacientes con dolor neuropático. Los investigadores clínicos están investigando hasta qué punto pueden identificarse los mecanismos del dolor a partir de los patrones de síntomas, indicios, pruebas sensoriales cuantitativas y la respuesta a los retos farmacológicos (14, 16, 113, 114) y se adivinan en el horizonte avances importantes en la identificación de los mecanismos y en la focalización de los tratamientos sobre estos mecanismos. [1] Conclusión El dolor neuropático es un trastorno frecuente, debilitante y con frecuencia crónico. Es importante identificar correctamente el dolor como neuropático ya que el control del dolor neuropático es considerablemente diferente del control de otros tipos de dolor. Además, la identificación del dolor como neuropático puede ayudar a descubrir una enfermedad causativa subyacente significativa. La atención a la relevancia de los mecanismos del dolor neuropático en su tratamiento, la posibilidad de prevenir el dolor neuropático, y el gran interés que muestra la industria farmacéutica en el desarrollo de nuevos tratamientos para el dolor neuropático son todos factores que proporcionan una base para el optimismo sobre nuestra capacidad futura para controlar el dolor neuropático. [1] Bibliografía Tabla 5-1 Tipos frecuentes de dolor neuropático Dolor neuropático periférico Polineuropatía alcohólica Neuropatías relacionadas con deficiencias nutricionales Neuropatía diabética dolorosa (NDD) Dolor en extremidad fantasma Polineuropatía inducida por quimioterapia Polirradiculoneuropatía inflamatoria desmielinizante crónica Síndrome de dolor regional complejo Neuralgia postherpética (NPH) (anteriormente denominado distrofia simpática refleja) Neuropatía asociada al SIDA Plexopatía postradiación Neuropatía sensorial idiopática Neuralgias postquirúrgicas (por ejemplo dolor postmastectomía, dolor posttoracotomía) Compresión de nervio o infiltración Neuralgias post-traumáticas tumoral Síndromes de atrapamiento de nervio Neuropatías relacionadas con la (por ejemplo síndrome del túnel carpiano, exposición a tóxicos radiculopatía lumbar) Neuralgia del trigémino (tic doloroso) Dolor neuropático central Mielopatía compresiva por estenosis Mielopatía post-isquémica medular Mielopatía por VIH Mielopatía post-radiación Dolor de la esclerosis múltiple Dolor post-infarto Dolor de la enfermedad de Parkinson Dolor por lesión medular Siringomielia Adaptado de Dworkin RH, Backonja M, Rowbotham, MC et al., Advances in neuropathic pain: diagnosis, mechanisms, and treatment recommendations. Arch. Neurol. 60:1524-34, 2003; con permiso. Tabla 5-2 Definiciones de términos de dolor según la International Association for the Study of Pain (IASP) Término de dolor Alodinia Analgesia Definición Dolor debido a un estímulo que normalmente no provoca dolor Ausencia de dolor en respuesta a estimulación que normalmente resultaría dolorosa Hiperalgesia Respuesta incrementada a un estímulo que normalmente resulta doloroso Hipoalgesia Dolor reducido en respuesta a un estímulo normalmente doloroso Hiperestesia Sensibilidad incrementada a la estimulación, excluyendo los sentidos especiales Hipoestesia Sensibilidad reducida a la estimulación, excluyendo los sentidos especiales Hiperpatía Síndrome doloroso caracterizado por una reacción anormalmente dolorosa a un estímulo, especialmente a un estímulo repetitivo, así como un umbral incrementado Adaptado de Mershkey H, Bogduk N (editores), Classification of Chronic Pain: Descriptiones of Chronic Pain Syndromes and Definitions of Pain Terms, segunda edición. Seattle: IASP Press, 1994; con permiso. Tabla 5-3 Resumen de los medicamentos de primera línea para el dolor neuropático Medicamento ligandos α2-δ Gabapentina Pregabalina Dosis inicial Titulación 100 a 300 mg Incrementar en qhs ó 100 a 300 100 a 300 mg mg tid tid cada 1 a 7 días según tolerancia 50 mg tid o 75 mg bid Dosis máxima Duración del ensayo adecuado 3.600 mg diarios (1.200 mg tid); reducir en caso de eliminación reducida de creatinina 600 mg diarios 3 a 8 semanas para la titulación más 1 a 2 semanas a la dosis máxima tolerada Incrementar a 300 mg/d tras 3 a 4 días, después en 150 mg/d cada 3 a 4 días según tolerancia Parche de Máximo de 3 No resulta máximo de 3 lidocaína al 5 % parches diarios necesaria parches diarios para un máximo para un máximo de 12 horas de 12 horas Analgésicos 10 a 30 mg cada Tras 1 a 2 sin máximo con opiáceos (la cuatro horas semanas, titulación dosis según convertir la cuidadosa; proporcionadas necesidad* dosis diaria total considerar la son para la en analgésico evaluación por morfina por vía opiáceo de especialista del oral) acción dolor a dosis prolongada y superiores a continuar con la 120-180 mg medicación de diarios acción inmediata según necesidad Tramadol 50 mg una o dos Incrementar en 400 mg diarios veces al día* 50 a 100 mg (100 mg qid); diarios en dosis en pacientes de divididas (quid) más de 75 años, cada 3 a 7 días 300 mg diarios según tolerancia en dosis divididas (75 mg qid) Antidepresivos analgésicos Antidepresivos 25 mg qhs* Incrementar en 75 a 150 mg tricíclicos, 25 mg diarios diarios; si el especialmente cada 3 a 7 días nivel en sangre 2 a 4 semanas 2 semanas 4 a 6 semanas 4 semanas 6 a 8 semanas y como mínimo 1 a 2 semanas a la nortriptilina o desipramina según tolerancia del fármaco dosis máxima activo o de su tolerada metabolito es inferior a 100 ng/ml, continuar la titulación con precaución Venlafaxina 37,5 mg bid Incrementar en 375 mg/d de 2 a 4 semanas 75 mg/d cada venlafaxina semana según estándar o 225 necesidad mg/d de preparación de liberación prolongada Duloxetina 60 mg diarios No resulta 60 mg bid 2 semanas necesaria *Considérese empezar con la mitad de la dosis indicada en los pacientes geriátricos o en los pacientes especialmente susceptibles a los efectos secundarios. Adaptado de Dworkin RH, Backonja M, Rowbotham MC et al., Advances in neuropathic pain: diagnosis, mechanisms, and treatment recommendations. Arch. Neurol. 60:1524-34, 2003; con permiso.