Turrones Opio y Religión Hoy ha nacido para

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24/12/2011
19:59
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DOMINGO 25 DE DICIEMBRE DE 2011
EDITORIALES
Turrones
ÉXICO, DF.- Recibí un turrón y sospeché de inmediato que había pasado por otras manos. No me refiero a las personas que lo produjeron, sino a un
efímero propietario anterior.
El empaque tenía la atractiva y resistente presentación de los productos artesanales que se pueden apilar sin
que les pase nada; no había señas de maltrato y la fecha
de caducidad estaba más en orden que la de mi licencia de
manejo. Además, el regalo venía de Vic Glutamato, amigo que sólo ofrece lo mejor. Pero algo vibraba en esa caja.
Releo la frase anterior y descubro con alarma la palabra “vibraba”. ¿Es posible que un sencillo postre me regrese a una época de psicodelia y relaciones esotéricas
con el cosmos en que las cosas me atraían o repelían por
un sistema de ondas magnéticas que nunca supe descifrar? Pero eso fue lo que advertí: el regalo había sido antes de otra persona.
Quiso la casualidad que Vic llegara a la casa en el momento en que mi tía Antonomasia trataba de salir de ella
(no podía porque su suéter de estambre se había enredado con una esfera del árbol de Navidad). Como de costumbre, Vic venía dispuesto a humillarnos con buenas noticias: no había encontrado un solo embotellamiento en el
Distrito Federal. Una vez más su optimismo sugería que
los demás estamos perturbados.
Por desgracia, su estado de ánimo parecía fundado; no pidió usar el baño (hubiera sido una señal inequívoca de que llevaba horas en el tráfico); lucía fresquísimo, arreglado con agraviante pulcritud (yo estaba en pants, con la cara de quien acaba de ver Halloween 13 o una película de arte iraquí); sencillamente no parecía venir del fraccionamiento al que yo
llego en dos horas. Un hombre en navideña plenitud,
que habita una realidad paralela a la que no tenemos
acceso los neuróticos.
Antes de su llegada, Antonomasia había expresado las opiniones del polo opuesto de la humanidad.
Una amiga suya olvidó que el pavo provoca sueño, se
quedó dormida y se volcó en la carretera a Irapuato;
otro amigo se atragantó con las ramas de los romeritos mientras cantaba O Tannenbaum y acabó el villancico en la Cruz Roja; alguien más descubrió que el bacalao tiene cada día más espinas pero, con la valentía
que da el ponche, consideró que la Navidad es temporada de fakires y acabó con el esófago espinado. Y antes de eso, la tía había hablado del cambio climático,
el desfalco mundial de los banqueros y la falta de credibilidad de los políticos.
La sonrisa de azúcar glass de Vic le produjo un cortocircuito semejante al que ella estaba a punto de provocar
M
o sé si la religión sea el opio de los pueblos, como
solía decir Marx, pero por la misma razón que sostengo que el opio (y las drogas) no deberían ser
prohibidas no veo por qué las prácticas religiosas deban
ser restringidas por la ley hoy en día.
No soy creyente y en lo personal suelo colocarme en posición contraria a muchas de las tesis y actitudes de la Iglesia Católica con respecto a la ciencia, los temas de género,
o su enfoque de la vida social y familiar en general. Pero
creo que la libertad de opinión y de conciencia, incluyendo el culto religioso, no tendría por qué ser restringida, salvo en aquellos casos en que afecte la libertad de otros.
Entiendo los temores de muchos frente a la reforma del artículo 24 constitucional aprobada en la Cámara de Diputados
hace unos días, que entre otras cosas permitirá la celebración
de ceremonias religiosas en lugares públicos sin necesidad de
permiso. No podemos olvidar el protagónico papel político de
la Iglesia a lo largo de la historia de México, particularmente
durante el siglo XIX, con su carga intolerante hacia cualquier
expresión de disidencia ideológica o religiosa.
Acotar el intervencionismo político del clero fue indispensable para el surgimiento de una república con gobiernos laicos y de una sociedad más plural. Pero llegados a
este punto, si queremos construir una vida pública democrática tendríamos que apostar por una sociedad más madura, capaz de ventilar sus diferencias y desequilibrios
sin necesidad de tantas restricciones. Menos legislación
y más educación, como se ha dicho con frecuencia.
Lo que me incomoda del estado actual de cosas es la hipocresía.Hayunpardecanalesreligiososenlatelevisiónporcable,los
obispos son figuras públicas, buena parte de las ceremonias religiosas populares tiene lugar en la calle, las escuelas católicas estándiseminadasportodoelterritorio,yperiódicosreligiososson
entregados casa por casa en muchas zonas del país. Si quisiéramosaplicarcabalmentelaleyprobablementetendríamosqueincurrir en estrategias policiacas muy parecidas a la persecución
religiosa. En la práctica, hemos optado por el muy hispano “se
acata, pero no se cumple”. Otra vez, un paralelismo inevitable
con el tema de consumo y circulación de drogas; resulta imposible hacer cumplir la ley, pero inmersos en la negación, nos rehusamos a cambiarla pese a que resulta obsoleta.
Hay desde luego un riesgo en abrir los espacios públicos
a la intervención del clero. El fundamentalismo religioso es
un virus para la salud de la conversación pública. La regresión social y democrática que hoy padecen las sociedades islámicas tiene mucho que ver con la irrupción de este fundamentalismo en los espacios políticos. Tendríamos que encontrar mecanismos para evitar ese riesgo en última instancia.
No será un debate sencillo, porque no hay soluciones fáciles. Pero creo que el peor de los escenarios es seguir asumiendo que los mexicanos están en un permanente estadio
infantil que debe protegerse con barreras y restricciones.
N
TRADICIÓN Y VERDAD
Juan Villoro
con su suéter de Chiconcuac enredado al árbol. Pronosticó que esta Navidad nos atragantaríamos con tejocotes.
Mi amigo me dio el turrón mientras la tía lograba zafarse del árbol (agregando a la decoración un par de hilachas color heno). Antonomasia me dijo con sincera angustia: “¡Le acabas de poner frenos a tu hija! ¡Es como
comprar un Audi! ¡Y tus libros no se venden tanto!”; luego señaló el sólido turrón de Alicante: “¡Año Nuevo en el
dentista!”.
Para cambiar de tema, Vic habló de una película excelente y una novela deslumbrante. Antonomasia lo vio con
el desprecio que se le concede a los seres inferiores, incapaces de entender que la vida vale la pena por las decepciones que provoca. Informó que la película en cuestión
había hecho que el turismo sexual aumentara en Tailandia. En cuanto a la novela, el autor había plagiado 25 páginas de John Irving, que tampoco es la gran cosa. Me
asombra la cantidad de datos adversos que domina mi tía,
como si Google se hubiera inventado para alimentar sus
desacuerdos.
Vic agradeció los útiles conocimientos negativos de la
tía mientras yo pensaba en las personas que antes habían
sido dueñas del turrón: ¿Chacho?, ¿Frank?, ¿Ricky?, ¿Yuli?, ¿el gran Philippe?
¿Por qué pensé en esos cinco nombres? Lo que hasta
ese momento me había parecido una “vibración”, es decir, una intuición más o menos chamánica, se presentó
como lo que era desde el principio: una señal del inconsciente. Es molesto decirlo pero en este caso la asociación
libre de ideas dependía menos de Freud que del sentimiento de culpa que el cristianismo de posada infunde
en el sujeto guadalupano: ¡yo le había dado turrones a
esas cinco personas! Pero no había comprado ninguno:
eran regalos desplazados.
Entendí mi desconcierto de otro modo. El turrón es un
bien que se disfruta sin alharaca. Nunca he oído que alguien diga: “¡Qué antojo de turrón!” o “Vamos a casa de
Chacho: tiene unos turrones geniales”. Estamos ante un
dulce agradable, difícil de rechazar, que define una temporada. Una golosina de calendario. Su cometido principal es el de circular. Más que un alimento es un mensaje
que se antoja retransmitir. Regalar el turrón que acabas
de recibir es como retwitear un saludo.
Antes de las redes sociales, la gente se mandaba azúcar en señal de paz.
A reserva de lo que diga Antonomasia, es un logro
que una especie de depredadores haya inventado un
dulce hecho para pasar de mano en mano, un sistema
de comunicación que en ocasiones insólitas incluso se
puede masticar.
Opio y Religión
4
CARREÑO - ¡LARGO!
Episcopeo
+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Hoy ha nacido
para nosotros el
Salvador, Mesías
y Señor
Jorge Zepeda Patterson
oy día de Navidad, dejémonos sorprender por el misterio revelado y adorémoslo en los brazos de María, quien
lo presenta al mundo. El mensaje central es: el salvador prometido por Dios está presente aquí
y ahora, su venida se ubica en la
historia y tiene un significado
para ella. De aquí se concluye el
significado de esa presencia tanto para Dios como para toda la
humanidad. “Con la liturgia navideña la Iglesia nos introduce
en el gran Misterio de la Encarnación. La Navidad no es un simple aniversario del nacimiento de
Jesús, va más allá, es celebrar un
Misterio que ha marcado y continua marcando la historia del
hombre: Dios mismo ha venido a
habitar en medio de nosotros (Jn.
1,14), se ha hecho uno de nosotros; un Misterio que conmueve
nuestra fe y nuestra existencia;
un Misterio que vivimos concretamente en las celebraciones litúrgicas, en particular en la Santa Misa”.
Jesús se ubica dentro la historia universal, por una providencia histórica (conducida por
Dios), el nacimiento de Jesús se
realiza en la ciudad de David, lo
que inmediatamente nos lleva a
pensar en la realización de la
promesa mesiánica. El Mesías vino al mundo en un momento concreto de la historia universal. Así
la historia humana y la historia
de la salvación terminan confluyendo.
Jesús nace en la humildad, su
trono son los brazos de su Madre.
Nace en las condiciones más bajas posibles, nace sin tener un lugar digno para reclinar su cabeza, sólo tiene a su madre quien le
ofrece toda la ayuda posible: “Lo
envolvió en pañales y le acostó en
un pesebre”.
El nacimiento de Jesús es
anunciado solemnemente por el
Ángel del cielo. Y los destinatarios de la gran noticia son los
pastores, representantes del
H
Acotar el intervencionismo político del
clero fue indispensable para el
surgimiento de una república con
gobiernos laicos y de una sociedad más
plural. Pero llegados a este punto, si
queremos construir una vida pública
democrática tendríamos que apostar
por una sociedad más madura, capaz
de ventilar sus diferencias y
desequilibrios sin necesidad de tantas
restricciones.
Preferible abrir la discusión sobre el aborto que ver a los
obispos trabajar en lo oscurito con la clase política para implantar leyes prohibicionistas en las legislaciones estatales,
como ha venido sucediendo. El debate apenas comienza.
PRIISTAS DIVIDIDOS
La reforma del artículo 24 fue aprobado por los diputados,
aunque aún no ha sido discutida por lo senadores. Pero es
interesante ver la manera en que el asunto ha dividido a los
priistas. La senadora María de los Ángeles Moreno abanderada del laicismo que ha caracterizado a su partido, criticó tal modificación y cuestionó el desempeño de sus correligionarios de la Cámara Baja. “Los cambios en el 24 de libertades religiosas implican, entre otras cosas, que tengan
derecho a tener concesiones de radio y televisión o que tengan derecho a impartir instrucción escolar”, señaló la legisladora. Aseguró que la mayoría de los priistas en el Senado
se opone a estas reformas y ya prepara una iniciativa para
contraponerse a lo aprobado por los diputados.
En el fondo, se trata de dos concepciones al interior de
su partido. Los diputados están políticamente más cercanos al candidato presidencial Enrique Peña Nieto,
quien no esconde su conservadurismo religiso. Crecido
en un hogar de catolicismo practicante, formado en la
Universidad Panamericana, del Opus Dei, Peña Nieto resulta un priista de religiosidad atípica.
Pero a diferencia de los diputados, un grupo de senadores se asume como depositario de la conciencia histórica del priismo y de sus compromisos sociales y políticos
para con el país. La bandera del laicismo es uno de los pilares fundacionales del PRI y no estarán dispuestos a descartarla tan fácilmente. Será un pulso interesante a observar en las próximas semanas.
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mundo pobre y marginado. El
Ángel los invita a la alegría desbordante y anuncia que se trata
del nacimiento de Jesús, quien es
el “Salvador”, “Mesías” y “Señor”. Y ha nacido para toda la
humanidad. El nacimiento de Jesús es una iniciativa del amor
misericordioso del Señor para
los seres humanos.
La “Paz” es el regalo de Dios
para la humanidad: a través de
Jesús Dios concede su paz a todos
los hombres. Se trata de una paz
que se fundamenta en la “complacencia”, en el amor de Dios.
En contraposición con el poder
del emperador que ofrecía una
paz basada en el dominio militar,
Jesús viene como el verdadero
príncipe de la paz y quien lo recibe en su humildad de niño, en el
pesebre, recibe por medio de él el
amor total y definitivo de Dios
que transforma completamente
su vida y la hace don para los
hermanos, fermento de justicia
en la sociedad.
Esta es la gran alegría de la
navidad: el niño Jesús nos dice
con su presencia que somos amados tal como somos, a pesar de
nuestros pecados, a pesar nuestras debilidades, incluso nos ama
más por eso. ¡Vamos, corramos a
Belén para que veamos lo que el
Señor nos ha manifestado!.
La invitación del Papa
Benedicto XVI estas fiestas navideñas es que “Verifiquemos que,
también en la sociedad actual, el
intercambio de los saludos no
pierda su profundo valor religioso, y la fiesta no sea absorbida
por los aspectos exteriores, que
tocan las fibras del corazón. Efectivamente, los signos externos
son hermosos e importantes,
siempre que no nos distraigan,
sino que nos ayuden a vivir la
Navidad en su verdadero sentido
(el sagrado y cristiano), de modo
que tampoco nuestra alegría sea
superficial, sino profunda”.
¡Felices fiestas de la Navidad!
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