Roj: STS 1861/2011 Órgano: Tribunal Supremo

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Roj: STS 1861/2011
Órgano: Tribunal Supremo. Sala de lo Penal
Sede: Madrid
Sección: 1
Nº de Recurso: 607/2010
Nº de Resolución: 254/2011
Fecha de Resolución: 29/03/2011
Procedimiento: RECURSO CASACIÓN
Ponente: MANUEL MARCHENA GOMEZ
Tipo de Resolución: Sentencia
Resumen:
COMPETENCIA: la competencia objetiva de la Audiencia Provincial para el
enjuiciamiento de un hecho se determina por razón de la pena en abstracto, no por la
que pudiera corresponder atendiendo al grado de perfeccionamiento del
delito.DERECHO AL JUEZ PREDETERMINADO POR LA LEY: no forma parte de su
contenido las cuestiones de legalidad ordinaria referidas a la interpretación de las
normas de reparto. PRESUNCIÓN DE INOCENCIA: a) doctrina general; b) valoración
secuencial y fragmentada de los indicios; c) inexistencia de presunción de inocencia
invertida, invocable por la acusación particular. La crítica a la suficiencia de la
motivación de una sentencia absolutoria no puede camuflar un debate casacional sobre
la suficiencia de pruebas para condenar al imputado absuelto.ERROR DE
PROHIBICIÓN: sobre los elementos normativos del tipo. Ya afecte a la tipicidad, ya a la
culpabilidad, su argumentación ha de estar respaldada por el factum. El asesoramiento
de un Letrado no autoriza, sin más, a la invocación del error de prohibición."NE BIS IN
IDEM": doctrina constitucional, vertiente material y formal.RELACIÓN DE
CAUSALIDAD: imputación objetiva, principio de confianza, prohibición de regreso.
VALOR PROBATORIO DE LAS FOTOCOPIAS: no son excluibles como medio de
prueba.DELITO DE ACUSACIÓN O DENUNCIA FALSA: no exige para su comisión la
presentación de una denuncia o la formulación de una querella. Puede cometerse
mediante un acto de personación para el ejercicio de la acción penal como parte
acusadora.AGRAVANTE DE PRECIO: doctrina general. No concurre en el presente
caso.ESTAFA PROCESAL: se comete cuando se promueve un recurso de revisión con
fundamento en una carta que el solicitante conoce que es falsa. Significado histórico de
la fase inicial de autorización. No puede hablarse de acto preparatorio. TENTATIVA:
desistimiento, doctrina general.PRESCRIPCIÓN: la estimación de una demanda de
amparo y consiguiente declaración de nulidad de la sentencia condenatoria, no se
extiende a las relaciones jurídico-obligacionales que laten en la controversia que dio
pie al proceso penal. RESPONSABILIDAD CIVIL: daño moral. La revisión en casación
sólo es posible cuando la cuantía sea manifiestamente desproporcionada.RECURSO DE
CASACIÓN: el imputado que ha limitado su actuación en el proceso a defenderse de la
acusación formulada, no puede en casación interesar la condena de otro recurrente.
ERROR DE HECHO: doctrina general. La designación genérica de "la totalidad de los
documentos que obra en la causa", incurre en el supuesto de inadmisión previsto en el
art. 884.6 de la LECrim.QUEBRANTAMIENTO DE FORMA: art. 850.3, denegación de
pregunta por el Presidente. Doctrina general.QUEBRANTAMIENTO DE FORMA: art.
851.1, contradicción hechos probados. Doctrina general.
Encabezamiento
RECURSO DE CASACIÓN: 607/2010
TRIBUNAL SUPREMO
Sala de lo Penal
SENTENCIA Nº: 254/2011
Excmos. Sres.:
D. Joaquín Giménez García
D. Julián Sánchez Melgar
D. Francisco Monterde Ferrer
D. Manuel Marchena Gómez
D. Siro Francisco García Pérez
En nombre del Rey
La Sala Segunda de lo Penal, del Tribunal Supremo, constituída
por los Excmos. Sres. mencionados al margen, en el ejercicio de la potestad
jurisdiccional que la Constitución y el pueblo español le otorgan, ha dictado la siguiente
SENTENCIA
En la Villa de Madrid, a veintinueve de Marzo de dos mil once.
Esta Sala, compuesta como se hace constar, ha visto
losrecursos de casación por infracción de Ley, quebrantamiento de forma y
vulneración de precepto constitucional, interpuesto por las representaciones procesales
de los acusados Luis Antonio , Luis Pablo , Juan Francisco , Ángel Jesús , Luisa , Abilio ,
Alberto y Alfredo contra lasentencia dictada por la Audiencia Provincial de Madrid
(Sección Séptima) de fecha 20 de octubre de 2009, en causa seguida contra Luis
Antonio , Luis Pablo , Benigno , Bienvenido , Juan Francisco , Ángel Jesús y Luisa , por
delito de Falsedad en Documento Privado, Estafa y Denuncia Falsa, los Excmos. Sres.
componentes de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que al margen se expresan se
han constituido para Votación y Fallo bajo la Presidencia del primero de los citados. Ha
intervenido el Ministerio Fiscal, los recurrentes representados por las procuradoras Dª.
María del Carmen Ortíz Cornago, Dª. Sonia Juárez Pérez, Dª. Silvia de la Fuente Bravo,
el procurador D. Antonio Orteu del Real y los últimos tres recurrentes representados
por el procurador D. Victorio Venturini Medina y comparecen como parte recurrida
Justiniano representado por el procurador D. Jesús González Díez, Benigno
representado por el procurador D. Argimiro Vázquez Guillén y Bienvenido representado
por el procurador D. José Manuel Fernández Castro. SiendoMagistrado Ponente
elExcmo . Sr. D.Manuel Marchena Gómez .
Antecedentes
Primero.- El Juzgado de Instrucción número 11 de Madrid, incoó
Diligencias Previas-Abreviado nº 38/05, contra Luis Antonio , Luis Pablo ; Benigno ;
Bienvenido ; Juan Francisco ; Ángel Jesús y Luisa y, una vez concluso, lo remitió a
laAudiencia Provincial de Madrid (Sección Séptima) Rollo 71/08 que, con fecha 20 de
octubre de 2009, dictó sentenciaque contiene los siguientesHECHOS PROBADOS:
"ÚNICO .- Probado y así se declara expresamente que Luisa ,
mayor de edad y sin antecedentes penales, en el año 2001, tras dictarse lasentencia
de esta Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid de 29 de diciembre de
2000en el rollo 117/98, hizo investigaciones, para recabar documentación con la
finalidad de realizar una publicación, relativas a los acusados en dicho procedimiento
Luis Antonio y Luis Pablo los cuales resultaron absueltos en la referida sentencia por
apreciarse la prescripción de los delitos de los que se les acusaba, pese a entender el
Tribunal acreditado que los mismos se habían cometido.
Para realizar tales tareas informativas, Luisa se puso en contacto
con Jose Pedro , abogado asesor de Luis Antonio y Luis Pablo a quien le comentó que
podía obtener alguna prueba que apoyase la versión ofrecida por sus clientes sobre los
hechos enjuiciados, dándole el referido Letrado, con el consentimiento de los Sres. Luis
Antonio y Luis Pablo , autorización para realizar las citadas investigaciones.
El14 de marzo de 2003 la Sala 2ª del T.S. dictó sentencia
estimando el recurso de casación interpuesto contra la de esta Sección Séptima, y
dictó segunda sentencia por la que condenaba a Luis Antonio y Luis Pablo , como
autores de sendos delitos de falsedad documental y estafa, a penas que podían
suponer su ingreso en prisión así como al pago de cuantiosas indemnizaciones a favor
de los perjudicados. Aprovechando dicha circunstancia y con la intención de obtener un
beneficio ilícito económico, Luisa , quien a través de sus investigaciones había tenido
conocimiento de la posibilidad de obtener un documento con la firma en blanco de
Abilio , el cual ejercía una de las acusaciones particulares en el procedimiento referido,
de común acuerdo con su amigo Ángel Jesús y el hermano de éste Juan Francisco ,
ambos también mayores de edad y sin antecedentes penales, se pusieron en contacto
a través de Constancio , con los asesores de Luis Antonio y Luis Pablo y les ofrecieron
la posibilidad de aportar, a cambio de una cantidad de dinero, una prueba que podría
posibilitar la revisión de su condena y de la responsabilidad civil que de la misma se
derivaba.
Luis Antonio y Luis Pablo , mayores de edad y sin antecedentes
penales, aceptaron tal proposición, encargando al Letrado Bienvenido , que coordinaba
su asesoramiento en diferentes procedimientos, la elaboración de un contrato con los
hermanos Juan Francisco Ángel Jesús a fin de que éstos y Luisa , a cambio de una
importante remuneración consistente en el 20% de la responsabilidad civil impuesta
por la Sala 2ª del T.S. en la sentencia citada con anterioridad, asumieran el riesgo de
formular una denuncia con la prueba que manifestaban tener, sin que resulte
acreditado que Luis Antonio , Luis Pablo o Bienvenido conocieran en ese momento de
qué prueba en concreto se trataba, iniciándose un procedimiento, a partir del cual, se
pudiera formular un recurso de revisión contra la sentencia dictada, y del que pudiera
derivarse la anulación de la misma, y por consiguiente la absolución de Luis Antonio y
Luis Pablo , quedando sin efecto la correspondiente responsabilidad civil.
El contrato se celebró el 27 de marzo de 2003 firmando el mismo
de una parte Luis Antonio y Luis Pablo y de la otra Ángel Jesús como representante de
la entidad Capital Inmobiliario Colón S.L. reflejándose en la parte expositiva el interés
de Juan Francisco en las estipulaciones acordadas, y no haciéndose mención alguna a
Luisa a fin de que la persona que denunciara los hechos no constara vinculada a dicho
contrato. Las firmas del contrato, realizadas, tanto por Luis Antonio y Luis Pablo de
una parte, como por Ángel Jesús de otra, fueron legitimadas por el Notario de Madrid
D. Manuel Richi Alberti, en cuya Notaría quedó depositado el contrato hasta que, en su
caso, se cumplieran las condiciones pactadas, relativas a la interposición del recurso de
revisión y que el mismo efectivamente prosperara siendo anulada la sentencia dictada
por la Sala 2ª del T.S., o se procediera a la devolución del mismo a Luis Antonio y Luis
Pablo .
En cumplimiento de lo acordado, el día 9 de abril de 2003 Luisa
presentó una denuncia escrita ante la Fiscalía General del Estado acompañando
fotocopia de un documento elaborado con un texto insertado en el que tenía la firma
de Abilio , y de cuya lectura podía desprenderse que éste y otros testigos del
procedimiento enjuiciado habían faltado a la verdad en su testimonio vertido en el
juicio celebrado ante esta Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid,
conociendo tanto Luisa como los hermanos Juan Francisco Ángel Jesús que ese
documento no era auténtico, y que había sido realizado a los fines de su presentación
puesto que habían acordado el pago de una importante prestación económica a la
persona que les había facilitado el documento en blanco con la firma de Abilio en el
que habían insertado ellos mismos, o bien otra persona por encargo suyo, el
encabezamiento y texto que les posibilitaría la formulación de la denuncia. El
documento aparentaba ser una carta dirigida supuestamente el 2 de octubre de 2000
por Abilio a Justiniano , desde Valencia a Pamplona, con el siguiente texto:
"Querido Justiniano :
Te adjunto el resumen para refrescar la memoria por la estafa de
Luis Antonio y Luis Pablo . Los míos, Alfredo y Alberto , ya están instruidos y
coordinados.
No tenemos que enredarnos. Es muy importante que no haya
contradicciones y centrarnos en la manifiesta estafa que cometieron porque tenían la
obligación de informarnos fehacientemente y no lo hicieron. No tengas ningún temor
porque es seguro que nos estafaron. No es pertinente aclarar que descartamos lo del
Banco Central, pero conviene decir que de haberlo conocido habríamos entrado de
cabeza. Tenemos derecho a callar que sabíamos los dos precios desde el principio,
porque ellos no nos lo dijeron con la forma debida y no pueden acreditar nada. Es
cierto que nos explicaron las opciones del precio, pero esto no es suficiente porque la
del Central la querían sólo para ellos. Repito que lo importante es que tenían la
obligación de enterarnos formalmente y no lo hicieron, luego sin duda nos estafaron.
Es preferible no llamar la atención sobre la carta con nuestro precio porque ya
aparenta ser cosa de ellos. No tenemos obligación de revelar que no queríamos
vincular la venta de otra operación y que nos interesó el menor precio porque excluía
compromisos, manifestarlo haría más difícil probar la estafa que cometieron y no
debemos dar motivos para debilitar lo evidente, que nos estafaron. No lo dudes.
Tenemos toda la razón y podemos probarlo.
Estos argumentos son rotundos. No cabe sentir inseguridad. Sin
necesitas algo más no esperes al último momento. Hasta la vista y un abrazo".
Tras el referido texto aparecía la palabra Firma: y a continuación
una rúbrica.
Del contenido de dicha carta parecía que Abilio le indicaba a
Justiniano lo que tenía que declarar en el juicio oral que iba a celebrarse ante esta
Sección Séptima a partir del 6 de noviembre de 2000, con objeto de inducir a error al
Tribunal respecto a las condiciones en que se había pactado la venta de las acciones de
Urbanor que era el objeto del enjuiciamiento, por lo que de dicho texto se desprendía
la comisión por las personas a las que se refería ese documento de un delito de falso
testimonio en el acto del referido juicio.
Luisa , además de indicar en la denuncia, de manera inveraz,
que el documento que acompañaba por fotocopia y que había recibido por correo y de
manera anónima, podía implicar la comisión de un presunto delito de estafa procesal,
interesaba la admisión de dicha denuncia a efectos de que en su caso por el Fiscal
General del Estado se interpusiera recurso de revisión contra lasentencia dictada por la
Sala 2ª del T.S.. Además el día 10 de abril de 2003solicitó audiencia al Fiscal General
del Estado para cooperar directamente en la comprobación de los hechos denunciados,
y cuando el 22 de mayo de 2003 se remitió la denuncia por la Fiscalía General del
Estado al Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Luisa presentó un
escrito ante la Secretaría Técnica de la Fiscalía de dicho Tribunal pidiendo que se le
informara de qué debía hacer con el documento original, y posteriormente otro nuevo
escrito, el 10 de junio de 2003, en el que tras explicar por qué consideraba que el
documento aportado constituía prueba suficiente de haberse consumado una estafa
procesal en perjuicio de los señores Luis Antonio y Luis Pablo , rogaba que se
procediera con la máxima diligencia en la investigación.
La Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid inició
Diligencias de Investigación como consecuencia de la denuncia de Luisa a la que se
citó para recibirle declaración el 11 de julio de 2003, aportando ese mismo día la
denunciante el documento original que por fotocopia acompañaba a su denuncia. El 25
de septiembre de 2003 se remitió por la Fiscalía la denuncia y la documentación
aportada con la misma al Juzgado Decano de Instrucción de los de Madrid, en donde
fue repartida al Juzgado de Instrucción nº 11, en el que se incoaron Diligencias Previas
3820/2003 por auto de uno de octubre de 2003 por la presunta comisión de un delito
de falso testimonio, acordándose recibir declaración como imputado en el mismo a
Abilio .
Entretanto, y en cumplimiento de lo acordado, Juan Francisco iba
informando puntualmente a Luis Antonio y Luis Pablo , a través de su abogado
Bienvenido de lo que acontecía con la denuncia efectuada, y así el 10 de abril de 2003,
Juan Francisco remitió un fax a Bienvenido acompañando copia de la denuncia
formulada por Luisa ante la Fiscalía General del Estado y del documento acompañado a
la misma, por lo que resulta probado que, al menos desde esa fecha Luis Antonio y
Luis Pablo conocían cuál era la prueba que les habían ofrecido los hermanos Ángel
Jesús Juan Francisco y que se trataba de una prueba que no era verdadera, lo que
Luis Antonio y Luis Pablo advirtieron en ese momento tanto por la forma como por el
contenido de la supuesta carta.
El 13 de junio de 2003 y el 22 de julio de 2003, igualmente a
través de Bienvenido , Juan Francisco remitió a los Sres. Luis Antonio y Luis Pablo
sendos informes de situación de las actuaciones practicadas, instándoles en ambos
casos, ante el riesgo de que se archivara la denuncia en la Fiscalía a que se personaran
como parte en el procedimiento. El 28 de julio de 2003 Juan Francisco remitió un
escrito a Bienvenido convenciéndole de que, dada la autenticidad de la firma del
documento, era imposible que fuera declarado falso, por lo que le instaba a interponer
sin demora el recurso de revisión.
El Juzgado de Instrucción nº 11 de Madrid, en las Diligencias
Previas 3802/03, recibió declaración el día 6 de noviembre de 2003a Luisa , la cual
mantuvo lo expuesto en su denuncia ante la Fiscalía respecto a que había recibido el
documento en su domicilio profesional por escrito, presentando la denunciante ante
elJuzgado de Instrucción nº 11 de Madrid un escrito el 9 de diciembre de
2003insistiendo en que lo fundamental era comprobar la autenticidad del documento
aportado con la denuncia, a fin de que sirviera para los fines pactados de interponer el
recurso de revisión, y el día 27 de enero de 2004 intentó personarse en el
procedimiento ejerciendo la acción popular con la finalidad de poder estar al corriente
de lo acordado en las referidas diligencias y solicitar las que les convinieren para sus
intereses, dado que los Sres. Luis Antonio y Luis Pablo no se habían personado como
perjudicados en el procedimiento, personación que no le fue admitida a Luisa por
providencia de 29 de enero de 2004 del Juzgado de Instrucción nº 11 de Madrid.
Juan Francisco continuaba remitiendo escritos durante la
tramitación del procedimiento quejándose en los mismos de que Bienvenido no quería
reunirse o hablar con él, e insistiendo en la urgencia de que Luis Antonio y Luis Pablo
se personaran en las Diligencias Previas seguidas ante el Juzgado de Instrucción nº 11
de Madrid, así como que se interpusiera el recurso de revisión ante el T.S..
El día 23 de enero de 2004 Luis Antonio y Luis Pablo , pese a
conocer ambos que el documento aportado con la denuncia interpuesta por Luisa no
era verdadero, se personaron como perjudicados en el procedimiento seguido ante el
Juzgado de Instrucción nº 11 de Madrid asistidos por el Letrado Benigno , sin que éste
tuviera ningún tipo de intervención en el previo acuerdo entre sus clientes y Luisa y los
hermanos Ángel Jesús
Juan Francisco , y el día 25 de febrero de 2004 la
representación de Luis Antonio y Luis Pablo presentó escrito interesando la práctica de
diligencias, y entre ellas la declaración como imputados de Alberto , Alfredo , Samuel y
Eugenia .
En las Diligencias Previas 3802/203 se acordó por el Juzgado de
Instrucción nº 11 de Madrid la declaración como imputado de Abilio que se llevó a cabo
el 1 de diciembre de 2003, y de Justiniano que se realizó el 13 de febrero de 2004, así
como la práctica de una prueba pericial para determinar si el documento aportado por
Luisa con su denuncia consistente en la supuesta carta remitida por Abilio a
Construcciones San Martín S.A. fechada en Valencia el 2 de octubre de 2000 podía ser
auténtico, concluyendo los funcionarios del Servicio de Documentoscopia de la
Comisaría General de Policía Científica en informe emitido el 18 de febrero de 2004
que la firma asentada en dicho documento había sido realizada por Abilio , y que el
encabezamiento y el texto de la carta habían sido impresos con impresora de inyección
de tinta, pero que no era posible dictaminar sobre la autenticidad del soporte, ni del
origen del papel así como sobre la antigüedad del folio dubitado ni de la letra
mecanográfica ni de la firma.
A partir de ese momento Juan Francisco dirigió numerosos
escritos, a Bienvenido , a Benigno , a Luis Antonio y Luis Pablo o incluso a Constancio ,
a quien acudieron para que les pusiera nuevamente en contacto con los anteriores, en
los que, además de quejarse por la falta de atención a sus reclamaciones por parte de
Bienvenido , interesaba la liquidación del precio acordado en el contrato por entender
que la prestación por su parte había sido cumplida, poniendo de manifiesto los gastos
que les había supuesto, entre otras cosas, el conseguir el documento aportado, sin que
conste que Luis Antonio y Luis Pablo les llegaran a pagar cantidad alguna, pese a que
les remitieron incluso el borrador de una denuncia que supuestamente iba a presentar
Ángel Jesús contra ellos y contra Bienvenido .
Por el Juzgado de Instrucción nº 11 de Madrid se acordó la
práctica en el referido procedimiento de una nueva prueba pericial que realizaron
agentes del Departamento de Grafística del Servicio de Criminalística de la Guardia
Civil, los cuales emitieron en fecha 27 de julio de 2004 un informe en el que concluían
que la firma de Abilio que aparecía en el documento peritado era auténtica, pero el
modelo de membrete de la referida carta era diferente al que utilizaba habitualmente
Abilio , el encabezamiento y cuerpo de la carta habían sido realizados en un formato de
letra de tamaño inferior al de la palabra "Firma" que aparece al pie, existían desajustes
entre el interlineado del cuerpo de la carta y el de la palabra "Firma" que permitían
considerar que ambas partes del texto habían sido realizadas en diferente momento
escritural, y las diferencias microscópicas apreciadas en la impresión de los caracteres
de una y otra parte (texto y palabra "firma") permitían entender que habían sido
impresas en dos diferentes máquinas impresoras y por tanto en diferentes actos.
El 27 de septiembre de 2004 la representación de Luis Antonio y
Luis Pablo , asistidos por el Letrado Benigno presentó, ante la Sala 2ª del T.S. escrito
solicitando la autorización prevista en elart. 957 de la L.E.Cr. para interponer recurso
de revisión contra lassentencias dictadas por esta Sección Séptima de la Audiencia
Provincial de Madrid de 29 de diciembre de 2000ypor la de la propia Sala 2ª de 14de
marzo de 2003, fundamentando tal petición principalmente en la aparición de la carta
aportada con la denuncia formulada por Luisa , acompañando también los informes de
la Policía Científica y de la Guardia Civil manifestando que los mismos ratificaban la
autenticidad de dicho documento pese a que Luis Antonio y Luis Pablo sabían que no
era verdadero, y en la declaración notarial de Felicisimo el cual no había comparecido
como testigo al acto del juicio oral celebrado ante esta Sección Séptima.
LaSala 2ª del T.S. por providencia de 5 de noviembre de
2004acordó dar traslado de dicho escrito al Ministerio Fiscal, el cual emitió informe en
el sentido de que había de esperarse al resultado del procedimiento seguido ante el
Juzgado de Instrucción nº 11 de Madrid, y, por tener conocimiento de que estaba
pendiente de ser resuelto un recurso de apelación por la Sección 15ª de la Audiencia
Provincial de Madrid, interesaba que se solicitara testimonio de la resolución que se
dictara en el mencionado recurso.
LaSección 15ª de la Audiencia Provincial de Madrid había
dictadoauto en fecha 11 de octubre de 2004, resolviendo el citado recurso de
apelación, por el que acordó el sobreseimiento libre de las D.P. 3802/03,
presentándose ante ello escrito ante la Sala 2ª del TS el 12 de noviembre de 2004 por
la representación de Luis Antonio y Luis Pablo desistiendo del recurso de revisión
interpuesto.
Tras dictarse elauto de sobreseimiento libre de las D.P. 3802/03
seguidas ante el Juzgado de Instrucción nº 11 de Madridpor la Sección 15ª de
laAudiencia Provincial de Madrid el 11 de octubre de 2004, se dictó por el referido
Juzgado de Instrucciónauto de 15 de noviembre de 2004 por el que se acordaba
deducir testimonio de todo lo actuado para la incoación de un procedimiento por
posibles delitos de denuncia falsa y falsedad de documento privado.
Tanto Bienvenido como Benigno actuaron en el desarrollo de
estos hechos siguiendo las instrucciones de sus clientes, Luis Antonio y Luis Pablo ,
asesorándoles jurídicamente en las actuaciones que los mismos consideraban
convenientes para sus intereses.
Así Bienvenido llevó a cabo la negociación con los hermanos Juan
Francisco Ángel Jesús dándole forma jurídica al contrato que sus clientes suscribieron
con éstos, sin que conste que antes de la firma del mismo tuviera conocimiento de la
naturaleza y características de la prueba que los hermanos Juan Francisco Ángel
Jesús y Luisa manifestaban tener y sin que realizara actividad alguna ni ante el
Juzgado de Instrucción nº 11 de Madrid ni ante la Sala 2ª del T.S., limitándose a
recibir, después de la firma del contrato, las quejas y reclamaciones que realizaba
principalmente Juan Francisco respecto al cumplimiento del mismo hasta que Luis
Antonio y Luis Pablo designaron como Letrado a Benigno .
Por su parte Benigno asistió como Letrado a los Sres. Luis
Antonio y Luis Pablo en la personación ante elJuzgado de Instrucción nº 11 de Madrid
en las D.P. 3802/03así como ante la Sala 2ª delT.S. para solicitar autorización para
interponer recurso de revisión de lasentencia dictada por dicho Tribunal de 14 de
marzo de 2003, sin que resulte acreditado que conociera que la prueba en la que se
basaban tales actuaciones no se correspondía con la realidad y que había sido
elaborada para intentar conseguir que la sentencia del T.S. fuera anulada de manera
ilícita".
Segundo.-
La
Audiencia
de
instancia
dictó
el
siguiente
pronunciamiento:
FALLAMOS : "Que debemos absolver y absolvemos a Bienvenido
de los delitos de falsedad documental, acusación y denuncia falsa, y estafa procesal
intentada de los que había sido acusado en el presente procedimiento, y en
consecuencia de toda responsabilidad criminal derivada del mismo.
Que debemos absolver y absolvemos a Benigno de los delitos de
acusación y denuncia falsa, y estafa procesal intentada de los que había sido acusado
en el presente procedimiento, y en consecuencia de toda responsabilidad criminal
derivada del mismo.
Que debemos absolver y absolvemos a Luisa del delito de estafa
delart 248.1 y 250.1.6º, 16 y 62 del C.P., y del delito de falso testimonio delart 458.2º
del C.P. de los que era acusada, entre otros, en el presente procedimiento.
Que debemos absolver y absolvemos a Juan Francisco del delito
de estafa delart 248.1 y 250.1.6º, 16 y 62 del C.P., y del delito de presentación en
juicio de testigos falsos delart 461 del C.P. de los que, entre otros, era acusado en el
presente procedimiento.
Que debemos absolver y absolvemos a Ángel Jesús del delito de
estafa delart. 248.1 y 250.1.6º, 16 y 62 del C.P., y del delito de presentación en juicio
de testigos falsos delart 461 del C.P. de los que, entre otros, era acusado en el
presente procedimiento.
Que debemos absolver y absolvemos a Luis Antonio del delito de
falsedad documental de losarts. 395en relación con elart. 390.1.2º del C.P. y del delito
de presentación en juicio de testigos falsos delart 461 del C.P. de los que, entre otros,
era acusado en el presente procedimiento.
Que debemos absolver y absolvemos a Luis Pablo del delito de
falsedad documental de losarts. 395en relación con elart. 390.1.2º del C.P. y del delito
de presentación en juicio de testigos falsos delart 461 del C.P. de los que, entre otros,
era acusado en el presente procedimiento.
Que debemos condenar y condenamos a Luisa como autora
penalmente responsable de un delito de falsedad documental previsto y penado en
losarts. 395en relación con elart. 390.1.2º del C.P., con la concurrencia de la
circunstancia agravante de la responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P., a la pena
de dieciséis meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena; como autora penalmente
responsable de un delito de acusación y denuncia falsa previsto y penado en elart.
456.1.2º del C.P. con la concurrencia de la circunstancia agravante de la
responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P. a la pena de 19 meses de multa con una
cuota diaria de 30 euros, y la responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente
en elart 53 del C.P. para el caso de impago, y como autora penalmente responsable de
un delito de estafa procesal intentada previsto y penado en losarts. 248, 250.1.2º y 16
y 62 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal, a la pena de cuatro meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena
imponiéndole además las 19/252 partes de las costas del presente procedimiento,
incluyendo las de las acusaciones particulares relativas a los delitos por los que resulta
condenada.
Que debemos condenar y condenamos a Juan Francisco como
autor penalmente responsable de un delito de falsedad documental previsto y penado
en losarts. 395en relación con elart. 390.1.2º del C.P., con la concurrencia de la
circunstancia agravante de la responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P., a la pena
de dieciséis meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena; como autor penalmente
responsable de un delito de acusación y denuncia falsa previsto y penado en elart.
456.1.2º del C.P. con la concurrencia de la circunstancia agravante de la
responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P. a la pena de 19 meses de multa con una
cuota diaria de 30 euros, y la responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente
en elart 53 del C.P. para el caso de impago, y como autor penalmente responsable de
un delito de estafa procesal intentada previsto y penado en losarts. 248, 250.1.2º y 16
y 62 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal, a la pena de cuatro meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena
imponiéndole además las 19/252 partes de las costas del presente procedimiento,
incluyendo las de las acusaciones particulares relativas a los delitos por los que resulta
condenado.
Que debemos condenar y condenamos a Ángel Jesús como autor
penalmente responsable de un delito de falsedad documental previsto y penado en
losarts. 395en relación con elart. 390.1.2º del C.P., con la concurrencia de la
circunstancia agravante de la responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P., a la pena
de dieciséis meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena; como autor penalmente
responsable de un delito de acusación y denuncia falsa previsto y penado en elart.
456.1.2º del C.P. con la concurrencia de la circunstancia agravante de la
responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P. a la pena de 19 meses de multa con una
cuota diaria de 30 euros, y la responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente
en elart 53 del C.P. para el caso de impago, y como autor penalmente responsable de
un delito de estafa procesal intentada previsto y penado en losarts. 248, 250.1.2º y 16
y 62 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal, a la pena de cuatro meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena
imponiéndole además las 19/252 partes de las costas del presente procedimiento,
incluyendo las de las acusaciones particulares relativas a los delitos por los que resulta
condenado.
Que debemos condenar y condenamos a Luis Antonio como autor
penalmente responsable de un delito de acusación y denuncia falsa previsto y penado
en elart. 456.1.2º del C.P. sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal a la pena de 16 meses de multa con una cuota diaria de 400
euros, y la responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente en elart. 53 del
C.P. para el caso de impago, y como autor penalmente responsable de un delito de
estafa procesal intentada previsto y penados en losarts. 248, 250.1.2º y 16 y 62 del
C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal
a la pena de cuatro meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena imponiéndole además la
1/21 parte de las costas del presente procedimiento, incluyendo las de las acusaciones
particulares relativas a los delitos por los que resulta condenado.
Que debemos condenar y condenamos a Luis Pablo como autor
penalmente responsable de un delito de acusación y denuncia falsa previsto y penado
en elart. 456.1.2º del C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal, a la pena de 16 meses de multa con una cuota diaria de 400
euros, y la responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente en elart. 53 del
C.P. para el caso de impago, y como autor penalmente responsable de un delito de
estafa procesal intentada previsto y penados en losarts. 248, 250.1.2º y 16 y 62 del
C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal
a la pena de cuatro meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena imponiéndole además las
1/121 parte de las costas del presente procedimiento, incluyendo las de las
acusaciones particulares relativas a los delitos por los que resulta condenado.
Se declaran de oficio las costas procesales no impuestas a los
condenados, esto es las 171/252 partes del total de las costas, equivalente a la 19/28
partes de las mismas.
Luisa , Ángel Jesús , Juan Francisco , Luis Antonio y Luis Antonio
)indemnizarán, conjunta y solidariamente, por el daño moral sufrido, a Abilio en
15.000 euros, a Justiniano en 15.000 euros, a Alberto en 7.500 euros y a Alfredo en
7.500 euros, devengando dichas cantidades, desde la fecha de esta sentencia, el
interés a que se refiere elart. 576 de la L.E.C..
Notifíquese esta sentencia a las partes haciéndoles saber que
contra la misma pueden interponer Recurso de Casación, ante la Sala Segunda del
Tribunal Supremo, por infracción de Ley o quebramiento de forma, en el plazo de
CINCO DIAS, a contar desde la última notificación"(sic).
Tercero .-Por la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de
Madrid se dictóauto deaclaración de sentenciacon fecha 16 de noviembre de 2009,
cuyosHECHOS son los siguientes:
"PRIMERO .- Por el Ministerio Fiscal, al serle notificada la
sentencia dictada en el presente procedimiento, se interesó que se aclarara la misma,
de acuerdo con lo que establecido en elart. 276 de la L.O.P.Jpor entender que se había
producido una omisión por no imponerse a los condenados por el delito de estafa
procesal intentada la pena de multa en cuantía de 3 a 6 meses, de lo que se dio
traslado al resto de las partes personadas, adhiriéndose a lo interesado la
representación de D. Justiniano , y de D. Abilio , D. Alfredo y D. Alberto , y
oponiéndose la de D. Juan Francisco y D. Ángel Jesús , por entender que lo que es
indebido es la aplicación delart. 250.2 del Código Penal".
1.- Como consecuencia de lo anterior,la Sala acuerda subsanar
la omisión padecida en lasentencia de fecha 20 de octubre de 2009, quedando el
siguiente fallo:
"FALLAMOS : "Que debemos absolver y absolvemos a
Bienvenido de los delitos de falsedad documental, acusación y denuncia falsa, y estafa
procesal intentada de los que había sido acusado en el presente procedimiento, y en
consecuencia de toda responsabilidad criminal derivada del mismo.
Que debemos absolver y absolvemos a Benigno de los delitos de
acusación y denuncia falsa, y estafa procesal intentada de los que había sido acusado
en el presente procedimiento, y en consecuencia de toda responsabilidad criminal
derivada del mismo.
Que debemos absolver y absolvemos a Luisa del delito de estafa
delart. 248.1 y 250.1.6º, 16 y 62 del C.P., y del delito de falso testimonio delart.
458.2º del C.P. de los que era acusada, entre otros, en el presente procedimiento.
Que debemos absolver y absolvemos a Juan Francisco del delito
de estafa delart 248.1 y 250.1.6º, 16 y 62 del C.P., y del delito de presentación en
juicio de testigos falsos delart. 461 del C.P. de los que, entre otros, era acusado en el
presente procedimiento.
Que debemos absolver y absolvemos a Ángel Jesús del delito de
estafa delart. 248.1 y 250.1.6º, 16 y 62 del C.P., y del delito de presentación en juicio
de testigos falsos delart. 461 del C.P. de los que, entre otros, era acusado en el
presente procedimiento.
Que debemos absolver y absolvemos a Luis Antonio del delito de
falsedad documental de losarts. 395en relación con elart. 390.1.2º del C.P. y del delito
de presentación en juicio de testigos falsos delart 461 del C.P. de los que, entre otros,
era acusado en el presente procedimiento.
Que debemos absolver y absolvemos a Luis Pablo del delito de
falsedad documental de losarts. 395en relación con elart. 390.1.2º del C.P. y del delito
de presentación en juicio de testigos falsos delart 461 del C.P. de los que, entre otros,
era acusado en el presente procedimiento.
Que debemos condenar y condenamos a Luisa como autora
penalmente responsable de un delito de falsedad documental previsto y penado en
losarts. 395en relación con elart. 390.1.2º del C.P., con la concurrencia de la
circunstancia agravante de la responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P., a la pena
de dieciséis meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena; como autora penalmente
responsable de un delito de acusación y denuncia falsa previsto y penado en elart.
456.1.2º del C.P. con la concurrencia de la circunstancia agravante de la
responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P. a la pena de 19 meses de multa con una
cuota diaria de 30 euros, y la responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente
en elart. 53 del C.P. para el caso de impago, y como autora penalmente responsable
de un delito de estafa procesal intentada previsto y penado en losarts. 248, 250.1.2º y
16 y 62 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal, a la pena de cuatro meses de prisión, con la accesoria de
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la
condena y un mes y quince días de multa con una cuota diaria de 30 euros, con la
responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente en elart. 53 del C.P. para el
caso de impago imponiéndole además las 19/252partes de las costas del presente
procedimiento, incluyendo las de las acusaciones particulares relativas a los delitos por
los que resulta condenada.
Que debemos condenar y condenamos a Juan Francisco como
autor penalmente responsable de un delito de falsedad documental previsto y penado
en losarts. 395en relación con elart. 390.1.2º del C.P., con la concurrencia de la
circunstancia agravante de la responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P., a la pena
de dieciséis meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena; como autor penalmente
responsable de un delito de acusación y denuncia falsa previsto y penado en elart.
456.1.2º del C.P. con la concurrencia de la circunstancia agravante de la
responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P. a la pena de 19 meses de multa con una
cuota diaria de 30 euros, y la responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente
en elart 53 del C.P. para el caso de impago, y como autor penalmente responsable de
un delito de estafa procesal intentada previsto y penado en losarts. 248, 250.1.2º y 16
y 62 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal, a la pena de cuatro meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y un mes
y quince días de multa con una cuota diaria de 30 euros, con la responsabilidad
personal subsidiaria prevista legalmente en elart. 53 del C.P. para el caso de impago,
imponiéndole además las 19/252partes de las costas del presente procedimiento,
incluyendo las de las acusaciones particulares relativas a los delitos por los que resulta
condenado.
Que debemos condenar y condenamos a Ángel Jesús como autor
penalmente responsable de un delito de falsedad documental previsto y penado en
losarts. 395en relación con elart. 390.1.2º del C.P., con la concurrencia de la
circunstancia agravante de la responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P., a la pena
de dieciséis meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena; como autor penalmente
responsable de un delito de acusación y denuncia falsa previsto y penado en elart.
456.1.2º del C.P. con la concurrencia de la circunstancia agravante de la
responsabilidad criminal delart. 22.3ª del C.P. a la pena de 19 meses de multa con una
cuota diaria de 30 euros, y la responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente
en elart. 53 del C.P. para el caso de impago, y como autor penalmente responsable de
un delito de estafa procesal intentada previsto y penado en losarts. 248, 250.1.2º y 16
y 62 del C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal, a la pena de cuatro meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y un mes
y quince días de multa con una cuota diaria de 30 euros, con la responsabilidad
personal subsidiaria prevista legalmente en elart. 53 del C.P. para el caso de impago,
imponiéndole además las 19/252partes de las costas del presente procedimiento,
incluyendo las de las acusaciones particulares relativas a los delitos por los que resulta
condenado.
Que debemos condenar y condenamos a Luis Antonio como autor
penalmente responsable de un delito de acusación y denuncia falsa previsto y penado
en elart. 456.1.2º del C.P. sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal a la pena de 16 meses de multa con una cuota diaria de 400
euros, y la responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente en elart. 53 del
C.P. para el caso de impago, y como autor penalmente responsable de un delito de
estafa procesal intentada previsto y penados en losarts. 248, 250.1.2º y 16 y 62 del
C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal
a la pena de cuatro meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y un mes y quince días de
multa con una cuota diaria de 400 euros, con la responsabilidad personal subsidiaria
prevista legalmente en elart. 53 del C.P. para el caso de impago, imponiéndole además
la 1/21parte de las costas del presente procedimiento, incluyendo las de las
acusaciones particulares relativas a los delitos por los que resulta condenado.
Que debemos condenar y condenamos a Luis Pablo como autor
penalmente responsable de un delito de acusación y denuncia falsa previsto y penado
en elart. 456.1.2º del C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal, a la pena de 16 meses de multa con una cuota diaria de 400
euros, y la responsabilidad personal subsidiaria prevista legalmente en elart. 53 del
C.P. para el caso de impago, y como autor penalmente responsable de un delito de
estafa procesal intentada previsto y penados en losarts. 248, 250.1.2º y 16 y 62 del
C.P., sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal
a la pena de cuatro meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y un mes y quince días de
multa con una cuota diaria de 400 euros, con la responsabilidad personal subsidiaria
prevista legalmente en elart. 53 del C.P. para el caso de impago, imponiéndole además
las 1/121parte de las costas del presente procedimiento, incluyendo las de las
acusaciones particulares relativas a los delitos por los que resulta condenado.
Se declaran de oficio las costas procesales no impuestas a los
condenados, esto es las 171/252 partes del total de las costas, equivalente a la 19/28
partes de las mismas.
Luisa , Ángel Jesús , Juan Francisco , Luis Antonio y Luis Pablo
)indemnizarán, conjunta y solidariamente, por el daño moral sufrido, a Abilio en
15.000 euros, a Justiniano en 15.000 euros, a Alberto en 7.500 euros y a Alfredo en
7.500 euros, devengando dichas cantidades, desde la fecha de esta sentencia, el
interés a que se refiere elart. 576 de la L.E.C..
Notifíquese esta sentencia a las partes haciéndoles saber que
contra la misma pueden interponer Recurso de Casación, ante la Sala Segunda del
Tribunal Supremo, por infracción de Ley o quebramiento de forma, en el plazo de
CINCO DIAS, a contar desde la última notificación"(sic).
SEGUNDO .- Por las representaciones de D. Luis Antonio y D.
Luis Pablo , se interesó la aclaración del antecedente de hecho primero de la sentencia
dictada en el presente procedimiento por no constar en la misma, por error material lo
acusados contra quienes se formulaba acusación por el Ministerio Fiscal.
1 .-La Audiencia de instancia en el mismo auto antes mencionado
procedió a aclarar el error material cuya parte dispositiva es la siguiente:
"ACLARAR EL ERROR MATERIAL padecido en el antecedente
de hecho primero de lasentencia dictada en el presente procedimiento de 20 de
octubre de 2009en el sentido de que en el mismo debe constar que "El Ministerio Fiscal
en el acto del juicio oral elevó a definitivas sus conclusiones calificando definitivamente
los hechos como constitutivos de : 1) un delito de falsedad en documento privado
delart. 395 del Código Penal, 2) un delito de denuncia falsa delart. 456.1.2 del Código
Penal y 3) un delito de estafa intentada de losartículos 248.1 y 250.1.6, 16 y 62 del
C.P., del que considera responsables en concepto de autores a los acusados Juan
Francisco , Ángel Jesús y Luisa , sin la concurrencia en ninguno de ellos de
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal y solicitó las penas de..."
manteniéndose el resto de tal antecedente como consta en la sentencia"
Tercero.- Notificada la sentencia a las partes, se prepararon los
recursos de casación por los recurrentes, que se tuvieron por anunciados, remitiéndose
a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su
substanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el
recurso.
Cuarto.- Las representaciones legales de los recurrentes, basan
sus recursos en los siguientesmotivos decasación :
Recurso de D. Abilio , D. Alfredo y D. Alberto
Primer motivo. Al amparo delart. 5.4 LOPJ, por vulneración de
derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la tutela judicial efectiva
delart. 24.1 CE, en relación con la proscripción de la arbitrariedad de los poderes
públicos(art. 9.3 CE).
Segundo motivo .Al amparo delart. 5.4 LOPJ, por vulneración
de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la tutela judicial efectiva
delart. 24.1 CE, en relación con la proscripción de la arbitrariedad de los poderes
públicos(art. 9.3 CE).
Tercer motivo . Al amparo delart. 5.4 LOPJ, por vulneración de
derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la tutela judicial efectiva
delart. 24.1 CE, en relación con la proscripción de la arbitrariedad de los poderes
públicos(art. 9.3 CE).
Cuarto motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
de ley al haberse inaplicado indebidamente elart. 22.3 CP.
Quinto motivo . Al amparo delart. 5.4 LOPJ, por vulneración de
derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la tutela judicial efectiva(art.
24.1 CE).
Recurso de Dª Luisa
Primer motivo . Al amparo delart. 5.4 LOPJ, por vulneración de
derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la tutela judicial efectiva a un
proceso público con todas las garantías y a utilizar los medios de prueba pertinentes
para su defensa(art. 24.1 y 2 CE).
Segundo motivo . Al amparo delart. 849.2 LECrim, por error en
la apreciación de la prueba basado en documentos obrantes en autos.
Recurso de D. Juan Francisco y D. Ángel Jesús
Primer motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la
presunción de inocencia(art. 24.2 CE).
Segundo motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho al Juez
ordinario predeterminado por laley (art. 24.2CE).
Tercer motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la tutela
judicial efectiva sin indefensión(art. 24.1 CE).
Cuarto motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la tutela
judicial efectiva sin indefensión, a la utilización de los medios de prueba pertinentes
para la defensa y a un proceso público con todas las garantías(art. 24.1 y 2 CE).
Quinto motivo . Al amparo de losarts. 5.44 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la legalidad
penal(art. 25.1 CE) y de los derechos a la tutela judicial efectiva, a la defensa y a la
utilización de los medios de prueba pertinentes(art. 24.1 y 2 CE).
Sexto motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim, por
vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho al Juez ordinario
predeterminado por laley (art. 24.2CE).
Séptimo motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la tutela
judicial efectiva(art. 24.1 CE) en relación con el derecho a la libertad personal(art.
17.1 CE), el principio de legalidad(art. 25.1 CE), y el principio de seguridad jurídica e
interdicción de la arbitrariedad(art. 9.3 CE).
Octavo motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
deley al haberse aplicado indebidamente el art. 395 en relación con el 390.1.2ºCP.
Noveno motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrimpor infracción
de ley al haberse aplicado indebidamente elart. 456.1.2º CP.
Décimo motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
deley al haberse aplicado indebidamente los arts. 248 y 250.1.2º en relación con el
16y 62 CP.
Decimoprimer motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por
infracción de ley al haberse aplicado indebidamente elart. 77 CPy haberse inaplicado
indebidamente elart. 8.3 CP.
Duodécimo motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por
infracción de ley al haberse aplicado indebidamente elart. 22.3 CP.
Decimotercer motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por
infracción de ley al haberse inaplicado indebidamente elart. 131 CP.
Decimocuarto motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por
falta de racionalidad de los hechos probados, que no contienen los elementos
subjetivos de los delitos.
Decimoquinto motivo . Al amparo delart. 849.2 LECrim, por
error en la apreciación de la prueba basado en documentos obrantes en autos.
Decimosexto motivo . Al amparo delart. 850.3 LECrim, por no
autorizar el Tribunal que el testigo Felicisimo contestase a las preguntas que se le
formularon.
Decimoséptimo motivo . Al amparo delart. 851.1 LECrim, por
no expresarse clara y terminantemente los hechos que se consideran probados.
Decimoctavo motivo . Al amparo delart. 851.1 LECrim, por
existir manifiesta contradicción entre los hechos probados.
Decimonoveno motivo . Al amparo delart. 851.1 LECrim, por
consignarse como hechos probados conceptos que, por su carácter jurídico, implican la
predeterminación del fallo.
Recurso de D. Luis Antonio
Primer motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
de ley al haberse inaplicado indebidamente losarts. 248.1 y 16 CP.
Segundo motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la
presunción de inocencia(art. 24.2 CE).
Tercer motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la
presunción de inocencia(art. 24.2 CE).
Cuarto motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la tutela
judicial efectiva(art. 24.1 CE).
Quinto motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
de ley al haberse inaplicado indebidamente elart. 14.3 CP.
Sexto motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
de ley al haberse aplicado indebidamente elart. 456 CP.
Séptimo motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por
infracción de ley al haberse aplicado indebidamente elart. 456 CP.
Octavo motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
de ley al haberse aplicado indebidamente losarts. 248, 250.1.2º y 16 CP.
Noveno motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
de ley al haberse aplicado indebidamente losarts. 248, 250.1.2º y 16 CP.
Décimo motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
de ley al haberse aplicado indebidamente losarts. 248, 250.1.2º y 16 CP.
Decimoprimer motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por
infracción de ley al haberse aplicado indebidamente losarts. 248, 250.1.2º y 16 CP.
Decimosegundo motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por
infracción deley al haberse aplicado indebidamente los arts. 250.1.2º y 16.1e
inaplicado indebidamente elart. 16.2 CP.
Recurso de D. Luis Pablo
Primer motivo . Al amparo delart. 850.3 LECrim, por no
autorizar el Tribunal que el testigo Felicisimo contestase a las preguntas que se le
formularon.
Segundo motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la
presunción de inocencia y del derecho a la tutela judicial efectiva(art. 24.1 y 2 CE).
Tercer motivo . Al amparo de losarts. 5.4 LOPJ y 852LECrim,
por vulneración de derecho fundamental, alegando infracción del derecho a la
presunción de inocencia(art. 24.2 CE).
Cuarto motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrimpor infracción de
ley al haberse aplicado indebidamente elart. 456.1 CP.
Quinto motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
deley al haberse inaplicado indebidamente el art. 14en relación con el delito delart.
456.1 CP.
Sexto motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
de ley al haberse aplicado indebidamente losarts. 248 y 250.1.2º CP.
Séptimo motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por
infracción deley al haberse inaplicado indebidamente el art. 16.2en relación con el
delito de losarts. 248 y 250.1.2º CP.
Octavo motivo . Al amparo delart. 849.1 LECrim, por infracción
de ley al haberse inaplicado indebidamente elart. 8 CP.
Quinto.- Instruidas las partes del recurso interpuesto, el
Ministerio Fiscal, por escrito de fecha 24 de agosto de 2010, evacuado el trámite que
se le confirió, y por razones que adujo, interesó la inadmisión de los motivos del
recurso que, subsidiariamente, impugnó.
Sexto.- Por Providencia de fecha 22 de febrero de 2011 se
declaró el recurso admitido, quedandoconclusos los autos para señalamiento de
deliberación y fallo cuando por turno correspondiera.
Séptimo.- Hecho el señalamiento del fallo prevenido, se celebró
la deliberación de la misma el día 15 de marzo de 2011.
Fundamentos
1 .- Contra lasentencia de fecha 20 de octubre de 2009, dictada
por la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid, se interpone recurso de
casación por la representación legal de Abilio , Alfredo y Alberto , todos ellos
personados en calidad de acusación particular. También se alzan contra esa resolución
las respectivas representaciones legales de Luis Antonio , Luis Pablo -condenados
ambos como autores de sendos delitos de acusación y denuncia falsa y estafa
procesal-, Luisa , Juan Francisco y Ángel Jesús , estos tres últimos declarados también
autores de un delito de falsedad en documento privado, acusación y denuncia falsa y
estafa procesal.
Procede un examen individualizado de los distintos recursos, sin
perjuicio de efectuar las correspondientes remisiones con el fin de evitar reiteraciones
innecesarias.
RECURSO DE Abilio , Alfredo y Alberto
2.- El primero de los motivos se formaliza al amparo de losarts.
5.4 de la LOPJ y 852de la LECrim, denunciando infracción de precepto constitucional,
vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva(art. 24.1 CE), en relación con la
proscripción de la arbitrariedad de los poderes públicos(art. 9.3 CE).
A juicio de la parte recurrente, la absolución del acusado
Bienvenido de los delitos de falsedad en documento privado, denuncia y acusación
falsa y estafa procesal, carece de lógica desde la perspectiva del razonamiento
interpretativo. Está basada, además, en la falta de valoración de las pruebas
inequívocamente de cargo practicadas en la vista oral. Esa ausencia de valoración
debería llevar a una sanción de nulidad y a un nuevo juicio valorativo por este Tribunal
de Casación, imponiendo así el respeto a las reglas de la lógica.
El deber de motivación -se razona- se extiende también a las
sentencias absolutorias y si los hechos probados contienen una conducta típica de la
que se apunta como autor a una determinada persona por la acusación particular, su
absolución ha de estar debidamente motivada. A partir de estas premisas, la defensa
emprende un esfuerzo argumental para demostrar que algunas de las afirmaciones
que se contienen en la resolución combatida -el desconocimiento por parte de
Bienvenido de la naturaleza y características de la prueba ofrecida por los hermanos
Juan Francisco
Ángel Jesús y Luisa o la falta de mención en las reuniones
preparatorias mantenidas en el despacho de aquél respecto de la persona de Luisa están contradichas por otros elementos probatorios. Sostiene el recurrente que el
razonamiento del Tribunala quo,con arreglo al cual el conocimiento del Letrado
Bienvenido de las vicisitudes judiciales delcaso Urbanor, descartan su participación en
la redacción del documento falso, expresa una deducción absurda. De todo lo expuesto
-se concluye- el Letrado hoy absuelto "...pudo perfectamente ser el redactor de la
carta falsa o cuando menos intervenir con sus ideas o consejo en dicha operación,
puesto que en el contrato de 27 de marzo de 2003, de cuya autoría y responsabilidad
se jactó en la vista",expresa bien a las claras el contenido de la prueba a obtener. La
sentencia habría incurrido en una suerte de "...ejercicio adivinatorio"a la hora de
excluir la responsabilidad de Bienvenido , sometiendo a distinto trato a los acusados,
cuando debería haber condenado a aquél como autor de los delitos de falsedad, estafa
procesal y acusación o denuncia falsa por los que fue imputado.
El motivo no puede prosperar.
Tiene razón el recurrente cuando reivindica el deber
constitucional de motivación de las resoluciones judiciales. También, cuando sostiene
la necesidad de que esa motivación se acomode a las exigencias de lógica y
racionalidad impuestas por un sistema constitucional de valoración de la prueba. Ello
forma parte, al fin y al cabo, del contenido material del derecho a la tutela judicial
efectiva que proclama elart. 24 de la CEy que tantas veces ha sido enfatizado por la
jurisprudencia
constitucional
(cfr.
por
todas,SSTC
251/2007,
17
de
diciembre;311/2000, de 18 de diciembrey220/1993, 30 de junio).
Sin embargo, no puede esta Sala coincidir con la propuesta
interpretativa del recurrente a la hora de argumentar las supuestas carencias de la
resolución recurrida. El hecho de aparecer como inspirador o autor material del
contrato de fecha 27 de marzo de 2003, lejos de actuar como el indicio a partir del
cual precipitar el juicio de autoría de los delitos por los que se formuló acusación, es
expresión de un elemental sentido de la prudencia profesional por parte de quien
quiere agotar todas las posibilidades de defensa de sus patrocinados. Los términos de
ese acuerdo negocial, la presencia de un fedatario público y hasta la preocupación por
evitar el contacto visual entre los hermanos Juan Francisco Ángel Jesús y los
beneficiarios del documento que luego resultó falso -aspectos recogidos en la
fundamentación jurídica de la sentencia cuestionada-, son fiel reflejo de una actuación
ajena a cualquier comportamiento delictivo. El conocimiento de los antecedentes
ofrecidos por los hermanos Juan Francisco Ángel Jesús a Bienvenido , lejos de
autorizar una inferencia sobre la participación criminal del Letrado, lo que
verdaderamente pone de manifiesto es la determinación de éste de ajustar su
intervención a los requerimientos éticos y legales impuestos por el ejercicio profesional
de la Abogacía.
Tampoco puede sostenerse que los hechos probados "...apuntan
a la autoría delictiva de Bienvenido "por los siguientes datos: a) la omisión de la
mención a la acusada Luisa en el contrato de 27 de marzo con la finalidad de que "...la
persona que denunciara los hechos no constara vinculada a dicho contrato";b) la
existencia de un pacto remunerado con la finalidad de que fueran los hermanos Juan
Francisco
Ángel Jesús y Luisa los que asumieran el riesgo de interponer una
denuncia; c) por la afirmación de que el día 9 de abril de 2003 se interpuso la denuncia
por Luisa "...en cumplimiento de lo acordado".
Conviene tener presente que el juicio de autoría no puede
estarapuntadoen el relato de hechos probados. Sólo puede proclamarse a partir de
indicios que conecten de forma directa e inequívoca con la acción típica. Y nada de ello
acontece en el presente caso. Ni esos datos ni las supuestas contradicciones entre lo
declarado por Bienvenido y su compañero de despacho Lucas , respaldan la
reivindicada nulidad de la sentencia.
La lectura del razonamiento del órgano decisorio que lleva a la
exoneración de Bienvenido , no refleja, en modo alguno, las dosis de arbitrariedad que
el recurrente adjudica a los Jueces de instancia. Por el contrario, es el ponderado
desenlace de una valoración integral de las pruebas ofrecidas por la acusación
particular. La pretensión casacional encaminada a decretar la nulidad de la sentencia
recurrida y a completar su déficit argumental con la condena de Bienvenido , sólo tiene
sentido a partir de un razonamiento artificioso e impregnado de voluntarismo que, por
si fuera poco, carece de cobertura en el marco jurídico definido por el recurso
extraordinario de casación.
En efecto, laSTC 141/2006, 8 de mayo, recuerda que «el derecho
a la presunción de inocencia es quizás la principal manifestación constitucional de la
especial necesidad de proteger a la persona frente a una reacción estatal sancionadora
injustificada. Este derecho "sirve de base a todo el procedimiento criminal y condiciona
su estructura (STC 56/1982, de 26 de julio), constituyendo 'uno de los principios
cardinales del Derecho penal contemporáneo, en sus facetas sustantiva y formal'
(SSTC 138/1992, de 13 de octubre;133/1995, de 25 de septiembre), por cuanto
beneficia únicamente al acusado y le otorga toda una serie de garantías específicas en
cada estadio de desarrollo del proceso" (STC 41/1997, de 10 de marzo). Entre otros
contenidos este derecho supone que "toda sentencia condenatoria debe estar
sustentada en pruebas de cargo válidas, validez que implica no sólo la conformidad a
la Ley de enjuiciamiento criminal, sino además la conformidad de las mismas a la
propia Constitución" (STC 111/1999, de 14 de junio) (...) Al igual que no existe "un
principio de legalidad invertido", que otorgue al acusador un derecho a la condena
penal cuando concurran sus presupuestos legales (STC 41/1997, F. 4), "tampoco
existe una especie de 'derecho a la presunción de inocencia invertido', de titularidad
del acusador, que exija la constatación de una conducta delictiva cuando la misma sea
la consecuencia más razonable de las pruebas practicadas" (STC 141/2006, F. 3) o que
demande la nulidad del relato fáctico de signo absolutorio porque el mismo sea
consecuente a una valoración judicial carente de inmediación. Que el debate procesal
deba desarrollarse en condiciones de igualdad, de modo que todos los intervinientes
tengan plena capacidad de alegación y prueba (SSTC 138/1999, de 22 de julio F.
4;178/2001, de 17 de septiembre, F. 3), y que por ello tanto acusador como acusado
ostenten esta misma garantía, no comporta, en fin, por lo ya señalado, que sean
iguales en garantías, pues ni son iguales los intereses que arriesgan en el proceso
penal ni el mismo es prioritariamente un mecanismo de solución de un conflicto entre
ambos, sino un mecanismo para la administración delius puniendidel Estado, en el que
"el ejercicio de la potestad punitiva constituye el objeto mismo del proceso" (SSTC
41/1997, F. 5;285/2005, de 7 de noviembreF. 4).
En suma, esta Sala no puede avalar, por razones elementales que
no precisan ser argumentadas, un entendimientolitis consorcialde la imputación penal,
con arreglo a la cual todos los imputados habrían de correr la misma suerte, con
independencia de la acción por cada uno de ellos protagonizada. El Tribunala
quoconcluyó que Bienvenido fue ajeno a la estrategia delictiva urdida por los hermanos
Juan Francisco Ángel Jesús y Luisa . Esta deducción fue fruto de las pruebas
practicadas y valoradas con inmediación por el órgano decisorio y ese desenlace fue
motivado conforme al canon constitucional impuesto por losarts. 24.1 y 120.3 de la
CE.
En tales términos, se impone como consecuencia obligada la
desestimación del motivo, en los términos exigidos por elart. 885.1 de la LECrim.
3 .- El segundo de los motivos, con idéntica cobertura que el
precedente, alega la arbitrariedad del razonamiento que ha llevado al Tribunal de
instancia a la absolución de los acusados Luis Antonio y Luis Pablo del delito de
falsedad en documento privado de que venían siendo acusados. Esa absolución -se
aduce- se funda en un razonamiento ilógico y en la falta de valoración de las pruebas
de cargo practicadas durante la vista.
Entiende la representación legal del recurrente, que la afirmación
que hace el hecho probado, referida a que la remuneración pactada con los hermanos
Ángel Jesús Juan Francisco y Luisa , justificada por la necesidad de que "...asumieran
el riesgo de formular una denuncia con la prueba que manifestaban tener",es
expresiva de que Luis Antonio y Luis Pablo , firmantes del contrato, conocían con
anterioridad al otorgamiento del mismo que la contraprestación que tenían que pagar
sólo se explicaba por la existencia de un documento falso y por el riesgo
-expresamente proclamado- que habría de asumir Luisa por la presentación de la
denuncia.
A la misma inferencia conduciría, a juicio del Letrado de la
acusación, el hecho de que en ese contrato de 27 de marzo no se hiciera "...mención
alguna a Luisa a fin de que la persona que denunciara los hechos no constara
vinculada a dicho contrato".Este dato, en unión a lo que el recurrente denomina
"clamorosas omisiones de la sentencia"-falta de valoración de lacláusula suspensiva
incorporada al apartado núm. 4del tantas veces mencionado contrato, simple
transcripción de la estipulación 1ª, bajo el título"régimen de actuación",o estipulación
5ª, con el epígrafe"legalidad"-ofrecerían "...el más vehemente indicio de culpabilidad"y
no puede entenderse, concluye el Letrado de la acusación, "...que el Tribunal lo haya
omitido de plano, razón por la que se denuncia la arbitrariedad que comporta el
silencio".
No tiene razón el recurrente.
El mismo cuerpo de doctrina jurisprudencial, glosado con ocasión
del análisis del primero de los motivos, ha ser traído ahora a colación para rechazar el
razonamiento del recurrente. En principio, algunos de los silencios omisivos que se
adjudican a la sentencia no son tales. La Audiencia no prescinde de la valoración del
clausulado del contrato de fecha 27 de marzo de 2003. Lo que sucede es que la
conclusión interpretativa a la que llega no coincide con la propuesta por el recurrente.
Y en eso no consiste, desde luego, la vulneración del derecho a la tutela judicial
efectiva. En nuestrasSSTS 795/2007, 3 de octubrey997/2007, 21 de noviembre,
recordábamos que el derecho a la tutela judicial efectiva no puede identificarse con el
derecho a tener razón y a que esa pretendida razón sea reconocida por todos.
Los términos del contrato suscrito por los acusados no autorizan,
como pretende el recurrente, la inequívoca conclusión de que Luis Pablo y Luis Antonio
conocían la falsedad de la carta suscrita por Abilio . De entrada, la confianza en su
integridad es la que explica la disponibilidad de los primeros para aceptar el pago de
una elevadísima contraprestación por desencadenar una denuncia que, de prosperar,
habría permitido formalizar con éxito el juicio de revisión ante el Tribunal Supremo. El
hecho de que sea una tercera persona la que asuma el riesgo de promover esa
acusación no implica, sin más, la participación de Luis Pablo y Luis Antonio en la
manipulación del documento o en su consciente presentación, en aquel momento, ante
los Tribunales de justicia. Carece de lógica que los acusados conocieran la prueba que
querían obtener, fueran sabedores de su falta de integridad y, además, estuvieran
dispuestos a pagar por ella una millonaria cantidad de dinero.
La absolución de los acusados Luis Pablo y Luis Antonio no es,
por tanto, expresión de un razonamiento ilógico o arbitrario. De ahí que proceda la
desestimación del motivo(art. 885.1 LECrim).
4 .- También ahora con invocación de losarts. 5.4 de la LOPJ y
852de la LECrim, se argumenta la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva y
la proscripción de la arbitrariedad(arts. 24.1 y 9.3 CE). El motivo tiene por objeto
denunciar la omisión de pruebas de cargo que, de haber sido valoradas conforme a
una pauta de racionalidad, deberían haber desembocado en la condena del Letrado
Benigno , como autor de los delitos de denuncia falsa y estafa procesal por los que la
acusación particular instaba su condena.
A la vista de sus declaraciones -se razona- quedó acreditado que
Benigno , pese a actuar profesionalmente con posterioridad a los contactos iniciales
mantenidos entre el resto de los acusados, tomo pleno conocimiento de cuantos
acontecimientos se habían producido hasta el momento de asumir la llevanza
profesional del asunto. Tuvo acceso a toda la documentación hasta entonces existente,
a saber, contrato de 27 de marzo de 2003, acta del depósito notarial del mismo, cartas
y faxes intercambiados entre los hermanos Juan Francisco Ángel Jesús y otros
protagonistas, así como las circunstancias en que la carta apócrifa había aparecido. Y
si bien esa incorporación profesional tardía le excluye del delito de falsedad en
documento privado - hecho por el que la parte recurrente no formulaba acusación
contra Benigno -, no le exonera de su participación en los delitos de acusación y
denuncia falsa y estafa procesal. No se entiende, en fin, que la conclusión de la
sentencia de instancia, referida al conocimiento que llegaron a tener Bienvenido , Luis
Pablo y Luis Antonio del carácter falso de la carta suscrita por Abilio , desde que ésta
llegó a sus manos, no pueda también ser aplicado a Benigno . La defensa del
recurrente insiste en otras omisiones probatorias y pone el acento en el conocimiento
que aquél tuvo, en todo momento, acerca de la alteración de la carta y de su espuria
utilización procesal.
El motivo tiene que ser desestimado.
El apreciable esfuerzo argumental de la defensa del recurrente,
pese al enunciado que rotula el motivo, aparentemente referido a la vulneración del
derecho a la tutela judicial efectiva, pretende ofrecer a esta Sala una valoración
alternativa a los elementos probatorios ponderados por la Audiencia, con el fin de
demostrar que Benigno no era merecedor de un pronunciamiento absolutorio. Sin
embargo, esa idea no tiene cabida en nuestro sistema casacional. La línea impugnativa
de la acusación particular no se centra en un erróneo juicio de subsunción que hubiera
permitido, manteniendo la integridad del hecho probado, rechazar el desenlace
absolutorio y calificar el factum con corrección. Por el contrario, se adentra en la
infructuosa búsqueda de omisiones y contradicciones en la fundamentación jurídica,
tratando de demostrar la irracionalidad del razonamiento del Tribunal de instancia y,
por tanto, la errónea proclamación de un juicio histórico que debería ser sustituido por
otro que sentara los elementos precisos para la condena de Benigno .
Está fuera de dudas -decíamos en lasSSTS 2586/2007, 24 de
abrily1024/2007, 30 de noviembre- la capacidad de impugnación que asiste a la parte
acusadora para reaccionar frente a una sentencia absolutoria que no acoja la
pretensión formulada. El derecho a la tutela judicial efectiva extiende su ámbito de
protección a todas las partes en el proceso. Sin embargo, cuando lo que se pretende
es la revocación de un pronunciamiento absolutorio, esgrimir el derecho a la
presunción de inocencia supone una verdadera alteración funcional de su genuina
dimensión constitucional. Dicho en palabras de laSTS 1257/2000, 14 de
julio-ratificadas por laSTS 372/2002, 28 de febrero-, darle la vuelta al principio de
presunción de inocencia e invocarlo como un derecho fundamental de carácter
abstracto e impersonal, que se esgrime ante resoluciones absolutorias o simplemente
desfavorables a las pretensiones de la acusación, rompe los esquemas del modelo
constitucional y pretende extender, más allá de su ámbito estricto, un derecho
fundamental que sólo puede tener virtualidad concebido desde la perspectiva procesal
de la persona individual y física a la que se le imputa la comisión de un hecho delictivo.
Y esta doctrina referida a la forzada invocación de un derecho de
presunción de inocencia, entendido en términos inversos a su genuino significado
constitucional, tiene plena aplicación aun cuando no exista una mención expresa en el
epígrafe del motivo a ese derecho fundamental. Y es que lo que se persigue por el
recurrente no es tanto demostrar la irracionalidad de la motivación, cuanto acreditar la
suficiencia de pruebas, desde otro ángulo valorativo, para sostener la condena de
Benigno .
La lectura del FJ 20 pone de manifiesto que las razones
ponderadas por el Tribunala quopara exonerar de toda responsabilidad a Benigno no
están marcadas, desde luego, por la irracionalidad. Esta Sala las comparte y hace
suyas. Allí se indica que el Letrado Benigno intervino en los hechos casi un año
después de que se pusieran en contacto los principales acusados y, por tanto, después
de que se hubiera firmado el contrato entre los hermanos Juan Francisco Ángel Jesús
y los acusados Luis Pablo y Luis Antonio . Su presencia se produce también con
posterioridad a que Luisa hubiera formulado denuncia ante la Fiscalía General del
Estado aportando la carta apócrifa. Además, se había mantenido desvinculado del
asunto Urbanor, siendo ésta una de las probables razones -unida a su acreditada
condición de penalista- que podía explicar su elección como profesional. Luis Pablo y
Luis Antonio le consultan acerca de la conveniencia de personarse en el procedimiento
iniciado por un presunto delito de falso testimonio contra Abilio y Justiniano ,
asegurándole aquéllos que "...que el documento presentado por Luisa puede ser
auténtico, sin que resulte acreditado que no sea así y que él sepa de cualquier otra
forma que no lo es, por lo que, lógicamente su consejo es que efectivamente parece
conveniente la personación como perjudicado en dicho procedimiento, sin que por
tanto exista, al entender de este Tribunal, prueba alguna que acredite que Benigno sea
autor de un delito de acusación y denuncia falsa".Lo propio puede decirse -razonan los
Jueces de instancia- respecto de la interposición del escrito iniciando los trámites del
recurso de revisión. Esta actuación no es sino "...la consecuencia lógica de las
instrucciones recibidas por sus clientes, y pese a ser cierto que cuando se presentó
este escrito ya conocía Benigno la relación con los hermanos Juan Francisco Ángel
Jesús y ya se había emitido por la Guardia Civil el informe de la carta falsa, también lo
es que el Juez de instrucción no sobreseyó de manera inmediata el procedimiento al
recibirlo, siendo la Audiencia Provincial la que así lo acordó al poner en relación dicho
informe con el resto de los indicios obrantes en la causa".
No parece que la lectura de ese juicio inferencial sea expresión de
un razonamiento arbitrario e ilógico, que erosione el sustrato material del derecho a la
tutela judicial efectiva, en el sentido de derecho a una resolución de fondo motivada de
forma razonable. El desacuerdo del recurrente, aparentemente centrado en una
supuesta fisura lógica en la negación de la autoría de Benigno , mira más a la
pretendida suficiencia de las pruebas para su condena. Y, como ya hemos anticipado,
es éste un camino incorrecto en el proceso casacional.
La absolución de Benigno resulta obligada a la vista de la
argumentación exoneratoria proclamada por el Tribunala quo. No existe asomo de
arbitrariedad en la valoración de las pruebas practicadas en la instancia y que han
llevado a la absolución de aquél.
El motivo, por tanto, ha de ser desestimado(art. 885.1 LECrim).
5 .- El cuarto de los motivos invoca infracción de ley, inaplicación
indebida de la agravante de precio prevista en elart. 22.3 del CP.
Considera la parte recurrente que el criterio del Tribunal de
instancia, consistente en limitar la aplicación de esa agravante a los hermanos Juan
Francisco Ángel Jesús y a Luisa , no haciéndola extensiva a Luis Pablo y Luis Antonio ,
no está justificado. La idea de que éstos no actuaron como inductores, no es suficiente
para excluir la agravación. Lo que se acordó en el contrato suscrito el 27 de marzo de
2003, no fue sino el pacto o concierto previo para la comisión del delito. Estamos -se
dice- ante un acuerdo bilateral, un pacto previo que se materializa en un contrato
escrito que, unido al acta notarial de su depósito, contiene los términos en que habían
de ejecutarse los delitos cometidos.
No tiene razón el recurrente.
El argumento mediante el que el Tribunal de instancia rechaza la
apreciación de la agravante de precio es compartido por esta Sala. En el momento en
que Luis Pablo y Luis Antonio contactan con los hermanos Juan Francisco Ángel Jesús
y Luisa suscribiendo el acuerdo de 27 de marzo de 2003, aquéllos no tienen
conocimiento de la ilegalidad de la prueba que va a ofrecérsele a cambio de una
importante cantidad de dinero. Ninguna duda existe en cuanto al móvil puramente
económico que anima la actuación de Juan Francisco , Ángel Jesús y Luisa . Ellos sí
conocen que la carta que incorpora la firma de Abilio es apócrifa. Pero ese hecho es
desconocido por Luis Pablo y Luis Antonio . Éstos ignoran cuál es el contenido de la
prueba ofrecida y de cuya virtualidad podría derivarse la revisión de su sentencia
condenatoria. El pago de ese dinero, mejor dicho, la promesa de su abono, no está
causalmente dirigida a estimular la comisión de un delito. Conforme al hecho histórico,
cuando los términos del acuerdo plasmado en el mes de marzo de 2003 son objeto de
negociación, Luis Pablo y Luis Antonio no conocían de qué prueba se trataba y, por
tanto, ignoraban su irregularidad.
De ahí que la invocación del entendimiento bilateral de la
agravante de precio -del que no faltan excepciones en la jurisprudencia deesta Sala,
cfr. SSTS 421/2003, 10 de abrily1813/2002, 31 de octubre-, carece aquí de
justificación. El acuerdo de 27 de marzo de 2003 no es el fruto de una transacción
delictiva en la que el dinero contamina a quienes lo ofrecen y quienes lo aceptan. No
es eso lo que proclama el juicio histórico. Ese contrato fijaba las prestaciones
recíprocas entre unos contratantes que conocían el carácter falaz de la carta suscrita
por Abilio y otros contratantes que ignoraban el contenido y el alcance de la prueba
puesta a su disposición.
Por cuanto antecede, procede la desestimación del motivo(arts.
844.3 y 4 y 885.1LECrim).
6 .- El quinto de los motivos sirve de vehículo formal para
denunciar la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva delart. 24.1 de la CE,
por insuficiente motivación, en la medida en que la sentencia que se recurre omite
determinadas bases para valorar en sus justos términos el quantum.
La Sala no puede coincidir con el recurrente.
El Fiscal, en su escrito de impugnación, reprocha al recurrente
que ni en el juicio ni en las alegaciones que integran el recurso de formalización, se
haya fundamentado en hechos la petición de indemnización que se articula. No se ha
presentado prueba alguna sobre la afectación moral que haya podido causar el
procedimiento. El recurrente -concluye el Ministerio Público- se limita a indicar una
cifra y a afirmar la causación de daños morales. En la argumentación del motivo
simplemente se impugna la cifra determinada en la sentencia afirmando que debe ser
más alta.
No es tarea fácil, desde luego, la determinación cuantitativa del
daño moral sufrido. Su fijación no puede ser el resultado de una pura decisión
voluntarista, ajena al significado de la ofensa padecida por la víctima del delito. Y no es
esto lo que ha acontecido en el presente caso.
La Audiencia Provincial vuelca en el FJ trigésimo primero el
razonamiento que le lleva a descartar la petición indemnizatoria de los recurrentes
-300.000 euros, para Abilio y 150.000 euros, para Alfredo y Alberto -. Expresa y
razona la evidente afectación del bien jurídico padecido, así como la diferente
intensidad de la ofensa respecto de cada uno de los perjudicados, señalando la cuantía
de 15.000 euros y 7.500 euros, respectivamente, reconociendo los Jueces de instancia
"...lo difícil que es siempre reparar con una indemnización económica un perjuicio de
esta naturaleza".
La traducción del daño moral en una suma de dinero sólo puede
ser objeto de control en el recurso de casación cuando resulta manifiestamente
arbitraria y objetivamente desproporcionada. Dicho en palabras de laSSTS 264/2009,
12 de marzoy752/2007, 2 de octubre, no es cuestionable la legitimidad de un método
de determinación del daño basado en la estimación ponderada y prudencial, en la
comprobación de si la traducción en dinero es o no manifiestamente desproporcionada.
Y, desde luego, esta Sala carece de elementos de juicio para
reemplazar una cuantía fijada en la instancia, situada en unos parámetros de
proporcionalidad habitualmente utilizados en el orden jurisdiccional penal y que,
precisamente por ello, resultan difícilmente censurables.
RECURSO DE Luis Antonio
7.- El primero de los motivos, con invocación delart. 849.1 de la
LECrim, denuncia infracción de ley, inaplicación indebida de losarts. 248.1 y 16 del CP.
Considera la defensa del recurrente que los hechos probados
reflejan bien a las claras la concurrencia de todos los elementos definitorios del delito
intentado de estafa, tal y como se desprende de losarts. 248 y 16 del CP. Los acusados
Juan Francisco , Ángel Jesús y Luisa , desplegaron una estrategia encaminada a
engañar al recurrente y a Luis Pablo , que comprometieron el pago de una cantidad
como consecuencia del engaño padecido. El hecho de que esa cuantía no llegara a ser
abonada no excluye la existencia del ardid, habiéndose dado principio a la ejecución
del delito de estafa. De hecho, el Ministerio Fiscal formuló acusación por un delito de
esa naturaleza, del que consideró responsables a los hermanos Ángel Jesús Juan
Francisco y a Luisa . Concluye la defensa que, describiendo el factum un delito de
estafa no consumado, ese hecho no puede quedar impune. El que la representación del
ahora recurrente no formulara acusación en la instancia por este delito obedece al
deseo de centrar todos sus esfuerzos en la defensa de las graves acusaciones que le
fueron imputadas.
El motivo no puede prosperar.
La Sala no puede entrar a valorar la concurrencia de los
elementos del tipo previsto en elart. 248 del CP. No puede tampoco apoyar el
razonamiento de la parte recurrente cuando pone el acento en la nítida descripción en
el factum de un delito intentado de estafa del que habrían sido víctimas Luis Pablo y
Luis Antonio . Lo impide la singular configuración del recurso extraordinario de
casación y la vigencia de los principios que delimitan la actuación de cada una de las
partes en el proceso penal.
Es cierto que la posibilidad de ser acusador y acusado en la
misma causa ha sido expresamente reconocida en el Pleno no jurisdiccional de 27
noviembre 1998. En él se afirmó que "...con carácter excepcional, cabe la posibilidad
de que una misma persona asuma la doble condición de acusador y acusado, en un
proceso en el que se enjuician acciones distintas, enmarcadas en un mismo suceso,
cuando, por su relación entre sí, el enjuiciamiento separado de cada una de las
acciones que ostentan como acusados y perjudicados, produjese la división de la
continencia de la causa, con riesgo de sentencias contradictorias, y siempre que así lo
exija la salvaguarda del derecho de defensa y de la tutela judicial efectiva".
Este acuerdo -inspirado en la argumentación que expresa laSTS
29/1994, 19 enero, frontalmente opuesta a la línea defendida por laSTS 147/1998, 27
de mayo- matiza una elemental idea asociada a la estructura misma del proceso penal,
a saber, que el objeto de todo proceso penal está constituido por un hecho que se
delimita en términos objetivos y subjetivos. La necesidad de singularizar supuestos de
conexión en los que el enjuiciamiento conjunto viene impuesto por la importancia de
evitar resoluciones contradictorias, hace explicable la excepcionalidad de ese acuerdo
que habría permitido al recurrente, en su caso, asumir en la instancia la doble
condición de parte activa y pasiva.
No es esto, sin embargo, lo que reflejan los antecedentes de
hecho de la sentencia impugnada. En el número 4º se expresa que "...por las defensas
de Luis Antonio y Luis Pablo se negaron los hechos objeto de la acusación y solicitaron
la libre absolución de sus defendidos".Este estatus procesal era congruente, por otra
parte, con la condición de imputados mantenida a lo largo del proceso penal (DP núm.
38/2005, tramitadas por el Juzgado de instrucción núm. 11 de Madrid).
En consecuencia, quien ha asumido el estatuto jurídico de
imputado a lo largo de las distintas fases que integran el proceso penal y, como tal, no
ha formulado pretensión acusatoria alguna contra la persona a la que considera
responsable de un hecho penal conexo, no puede en casación esgrimir una petición de
condena que en ningún momento ha sido formalizada con anterioridad. Y, desde luego,
no es válido el argumento de que esa pretensión fue hecha valer por el Ministerio
Fiscal ante la Audiencia Provincial. Era al Fiscal al que, en el ejercicio de la autonomía
funcional que se desprende de su configuración constitucional y estatutaria,
correspondía decidir acerca de la impugnación o el aquietamiento respecto de una
sentencia que no acogía su propuesta acusatoria en la instancia. No puede ahora el
recurrente subrogarse en el ejercicio de una pretensión punitiva que no ha sido
defendida en sede casacional por el Fiscal. Lo impiden las exigencias asociadas al
principio de contradicción y el derecho de defensa que asiste a los imputados que
resultaron absueltos por el delito de estafa.
Por cuanto antecede, el motivo ha de ser desestimado(art. 885.1
LECrim).
8 .- El segundo de los motivos, al amparo de losarts. 5.4 de la
LOPJ y 852de la LECrim, sostiene infracción de precepto constitucional, vulneración del
derecho a la presunción de inocencia delart. 24.2 de la CE, por lo que se refiere a la
condena del recurrente como autor de un delito de acusación o denuncia falsa.
Conviene anticipar desde ahora que algunos de los argumentos
en los que se basa la vulneración denunciada son también enfatizados por la
representación legal de Luis Pablo . De ahí que la respuesta de la Sala a este motivo
proyecte su vigencia al que, en similares términos, se formaliza en defensa de aquél.
Se aduce que el Tribunal de instancia establece como hecho
probado que ambos conocían la falsedad de la carta, operando con ello un salto
argumental irracional. La sentencia, pese a estimar acreditado que Bienvenido había
comunicado a los recurrentes la carta, no ha sido capaz de establecer ni tan siquiera el
momento concreto en el que aquél habría comunicado la existencia de la denuncia a
Luis Pablo y Luis Antonio . No se establece una fecha exacta, sino varias alternativas,
aventurando irracionalmente la declaración como probado el contenido de la
comunicación entre el Letrado y sus clientes: le habría dicho no sólo que habría
presentado una denuncia, sino que la misma se basaría en un documento que ambos
recurrentes conocieron en ese momento. Insiste la defensa en la idea de que el hecho
de que Luis Antonio y Luis Pablo conociesen la carta en la que se apoyaba la denuncia,
es algo que la sentencia presupone, pero que en momento alguno se explica,
tornándose pues la prueba al respecto en algo absolutamente irracional. Si tan
evidente era la falsedad -se arguye- no se explica que ni la Fiscalía General del estado,
ni la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, ni el Juez de instrucción núm.
11, ni el representante del Ministerio Fiscal en las diligencias abiertas, ni los expertos
policiales que examinaron el documento y emitieron el primer informe pericial, se
percataran de esa alteración después de varios meses de investigación. En definitiva
-concluye la defensa- se está olvidando que el sobreseimiento de las diligencias
abiertas se produjo porque la carta era inauténtica -evidenciaba un interlineado, un
texto añadido a la firma-, no porque fuese mendaz, que es lo que sin prueba alguna se
proclama ahora.
El motivo no es viable.
La formalización de un motivo llamado a denunciar la vulneración
del derecho a la presunción de inocencia obliga a una puntualización acerca del
significado casacional del control de la valoración probatoria llevada a cabo por el
Tribunal de instancia. Hemos dicho en lasSSTS 158/2010, 2 de febreroy458/2009, 13
de abril, reiterando doctrina anterior, que ni el objeto del control es directamente el
resultado probatorio, ni se trata en casación de formar otra convicción valorativa sin
disponer de la imprescindible inmediación que sólo tuvo el Tribunal de instancia. El
objeto de control es la racionalidad misma de la valoración elaborada por éste a partir
del resultado de las pruebas que presenció. No procede ahora por tanto que el
recurrente sugiera o proponga otra valoración distinta que desde su punto de vista se
acomode mejor a su personal interés, sino que habrá de argumentar que es irracional
o carente de lógica el juicio valorativo expresado por el Tribunal de la instancia.
Partiendo del presupuesto necesario de que han de existir
pruebas válidas y lícitas, de contenido incriminador, no bastará para tener por
desvirtuada la presunción de inocencia con constatar que el Juzgado de la instancia
alcanzó la experiencia subjetiva de una íntima convicción firme sobre lo sucedido, sino
que debe revisarse en casación si esa convicción interna se justifica objetivamente
desde la perspectiva de la coherencia lógica y de la razón. A esta Sala por tanto no le
corresponde formar su personal convicción con el examen de unas pruebas que no
presenció, para a partir de ella confirmar la valoración del Tribunal de instancia en la
medida en que una y otra sean coincidentes. Lo que ha de examinar es si la valoración
del juzgador, es decir, la suya, que es la única que existe porque esta Sala no la
sustituye con ninguna otra propia, es homologable por su misma lógica y
razonabilidad.
Y, desde luego, en el presente caso, no existe asomo de
irracionalidad desde la perspectiva de la valoración probatoria verificada por el Tribunal
de instancia. Afirma el hecho probado que: "...entretanto, y en cumplimiento de lo
acordado, Juan Francisco iba informando puntualmente a Luis Antonio y Luis Pablo , a
través de su abogado Bienvenido de lo que acontecía con la denuncia efectuada, y así
el 10 de abril de 2003, Juan Francisco remitió un fax a Bienvenido acompañando copia
de la denuncia formulada por Luisa ante la Fiscalía General del Estado y del documento
acompañado a la misma, por lo que resulta probado que, al menos desde esa fecha
Luis Antonio y Luis Pablo conocían cuál era la prueba que les habían ofrecido los
hermanos Ángel Jesús Juan Francisco y que se trataba de una prueba que no era
verdadera, lo que Luis Antonio y Luis Pablo advirtieron en ese momento tanto por la
forma como por el contenido de la supuesta carta".
La defensa pone el acento en la falta de mención por la sentencia
de instancia de la fecha exacta en la que Luis Pablo y Luis Antonio tuvieron
conocimiento del verdadero contenido de esa carta. Es cierto que no existe una
referencia temporal precisa. Pero tampoco ésta es indispensable a los efectos
impugnativos que la defensa pretende hacer valer. En el factum, tras situar la remisión
del fax a Bienvenido , por parte de los hermanos Juan Francisco Ángel Jesús , en el
día 10 de abril de 2003, se afirma que "...al menos desde esa fecha",los acusados
conocían el contenido y naturaleza de la prueba. En el FJ 8 se precisa que ese
documento fue conocido "...el 10 de abril de 2003 o en los días inmediatamente
posteriores".Desde luego, no se advierte una contradicción gramatical -mucho menos,
jurídica- entre una y otra expresión. Pero lo verdaderamente importante es que, a
juicio de esta Sala, esa ausencia de conocimiento del momento en el que los acusados
supieron el contenido de la carta, es irrelevante para la afirmación del juicio de autoría.
No lo habría sido si la sentencia recurrida hubiera abierto tanto la referencia
cronológica que cupiera la posibilidad de que el conocimiento fuera posterior al hecho
de la personación de Luis Pablo y Luis Antonio en las DP 3802/03, abiertas por el
Juzgado de instrucción núm. 11 de Madrid a raíz de la denuncia inicial formulada por
Luisa en la Fiscalía General del Estado. Si no constara ese conocimiento anticipado, no
sería posible siquiera la afirmación de la tipicidad y, con ella, de la autoría del delito
por el que se ha formulado condena. Sin embargo, que ese conocimiento existió con
anterioridad a la personación se explica por la Audiencia Provincial con un
razonamiento colmado de lógica, obtenido, según se indica en el FJ 7º de la sentencia
-último párrafo- de las propias manifestaciones de los recurrentes ("...reconociendo
tanto Luis Antonio como Luis Pablo que tuvieron conocimiento a partir de ese momento
de la denuncia y del documento").
Esta Sala, al amparo delart. 899 de la LECrim, en la medida en
que el Tribunal de instancia sitúa la fuente de ese conocimiento en las propias
declaraciones de Luis Pablo y Luis Antonio , ha examinado el acta del juicio oral. Su
lectura pone de manifiesto que, al margen de la determinación del día exacto en que
ese conocimiento se produjo, está fuera de dudas que lo fue en fechas próximas a la
recepción por Bienvenido del fax remitido el día 10 de abril de 2003 o, cuando, menos,
con posterioridad a la notificación de la sentencia del Tribunal Supremo que condenaba
a ambos recurrentes. En consecuencia, siempre antes de la personación como
acusadores-perjudicados en las diligencias seguidas ante el Juzgado de instrucción
núm. 11 de Madrid. Así, Luis Antonio declaró a preguntas del Ministerio Fiscal que
"...cree que uno de los hermanos Ángel Jesús Juan Francisco mandó copia de la
denuncia que había presentado y ahí figuraba la carta del folio 8 de las actuaciones.
Exhibido el folio 979 manifiesta que eso sería lo que les enseñaría el señor Bienvenido .
Que no sabe qué pensó en el momento de ver esa carta, supone que sería una
satisfacción al ver que se había encontrado una prueba exculpatoria".Por su parte, Luis
Pablo , también a preguntas del Ministerio Fiscal, alegó que "...de la carta del señor
Abilio tuvo conocimiento cuando se lo comunicaron, supone que fue después de la
sentencia del Tribunal Supremo".
Por tanto, el conocimiento por parte de ambos recurrentes de la
existencia y naturaleza de la supuesta carta exculpatoria que Abilio había remitido a
Justiniano , se produjo a partir del momento en el que los hermanos Juan Francisco
Ángel Jesús cursaron el fax enviado a Bienvenido , adjuntándole la documentación de
la denuncia entablada ante la Fiscalía General del Estado y, desde luego, siempre con
anterioridad a la personación de los recurrentes formulando acusación ante el Juzgado
de instrucción núm. 11 de Madrid.
Afirmada la racionalidad de esa inferencia -extraída del
testimonio que ambos acusados ofrecieron en el juicio oral-, queda ahora por
determinar si la proclamación que hace el hecho probado de que Luis Pablo y Luis
Antonio conocían la falsedad de la carta, se acomoda también al canon constitucional
de racionalidad exigido en la valoración probatoria. De la fundamentación jurídica de la
sentencia cuestionada se desprende con claridad que el conocimiento de la
mendacidad de la supuesta prueba lo deriva el Tribunal de instancia en las siguientes
razones:
a) El conocimiento directo que ambos acusados tuvieron de esa
carta que el propio Bienvenido , una vez la tuvo entre sus manos, llegó a afirmar que
era un "mejunje",negándose a participar en ningún tipo de actuación jurídica que
pudiera tomar como base ese documento, así como a que sus clientes pagaran
cantidad alguna por ella.
b) El conocimiento personal que tenían Luis Pablo y Luis Antonio
de las vicisitudes delcaso Urbanor,lo que les habría permitido saber con exactitud que
la alteración del domicilio del destinatario de la carta -que en ésta aparecía como
residenciado en Pamplona cuando en realidad tenía su domicilio en Madrid- era una
evidencia de su falta de integridad.
c) La inverosimilitud de un documento mediante el que se habría
dejado una prueba escrita del comportamiento delictivo de remitente y destinatario, de
cara a la celebración del juicio oral delcaso Urbanor.La Audiencia Provincial lo expresa
en los siguientes términos: "...como ha resultado acreditado en el acto del juicio oral,
Abilio y Justiniano son dos personas instruidas, con una gran experiencia profesional y
asesorados por abogados de prestigio por lo que no parece probable que, entre ellos,
intenten decidir qué es para sus intereses más conveniente que manifiesten en su
declaración como testigos en el acto del juicio oral. Pero lo que no resulta creíble es
que, además, ese supuesto acuerdo para faltar a la verdad se documentara por escrito
por parte de Abilio , después de las vicisitudes de la larga instrucción del procedimiento
seguido por el "caso Urbanor", ni que de haberlo hecho, en un supuesto absolutamente
inimaginable, Abilio dejara ese documento en algún lugar en el que alguien pudiera
cogerlo sin problema o lo remitiera por correo ordinario con el riesgo de que el mismo
se perdiera, o que Justiniano no lo destruyera o guardara con todo cuidado al
recibirlo".
El extravagante contenido de ese documento también se
deduciría, a juicio del Tribunala quo,de la misma fecha en la que la carta fue datada. Y
es que tratándose de definir una estrategia interesada por ambos testigos delcaso
Urbanor,lo lógico habría sido que esas instrucciones se concretaran antes de la primera
fecha prevista para el inicio del juicio oral en el que ese testimonio iba a producirse.
Sin embargo no fue así. Aclaran los Jueces de instancia: "...como resulta también
acreditado tanto por la documental obrante en las actuaciones, como de las
declaraciones de las parte y testigos, el juicio del denominado <caso Urbanor> se
señaló en estaAudiencia en el mes de septiembre de 2000debiendo de suspenderse por
encontrarse enfermo y hospitalizado el letrado de Justiniano , señalándose
nuevamente para el mes de noviembre de 2000 por lo que no tiene ningún sentido que
la referida carta fuera escrita el 2 de octubre de 2000, en el período de suspensión
entre uno y otro señalamiento, y no con anterioridad al primer señalamiento, esto es
antes de septiembre de 2000".
d) La necesidad de contratar un nuevo Letrado para la
personación como acusadores y para promover el recurso de revisión, ante la negativa
de Bienvenido a prestarse a una aventura procesal sin otro basamento que el de un
documento falso.
Esta Sala no puede, en modo alguno, calificar esa línea de
razonamiento de ilógica o arbitraria. Antes al contrario, se identifica con ella. Tampoco
puede acogerse -pese al elaborado discurso impugnativo del Letrado del recurrente- la
idea de que Luis Pablo y Luis Antonio se hallaban en la misma posición valorativa que
los Jueces, Fiscales y funcionarios de Policía que intervinieron profesionalmente en las
DP núm. 38/2005, tramitadas por el Juzgado de instrucción núm. 11 de Madrid.
Cuando así se argumenta, se sitúa en un plano de igualdad a quienes, por razones,
obvias se encontraban en distinto plano analítico. La conclusión de aquellos
profesionales acerca de la integridad del documento sólo podía ser el fruto del
desarrollo de unos actos procesales de investigación dilatados en el tiempo. Su
conocimiento y valoración, por decirlo de algún modo, eran estrictamente procesales.
Sin embargo, Luis Pablo y Luis Antonio no necesitaban esperar el resultado de los
actos de investigación que fueran sucediéndose en el proceso penal en el que se
personaron como perjudicados. Su perspectiva valorativa estaba enriquecida por un
conocimiento personal, histórico, obtenido en su condición de protagonistas delcaso
Urbanor.Sabían quiénes eran Abilio y Justiniano . Eran conocedores de sus datos
personales y, sobre todo, habían tenido ocasión de comprobar su actitud como testigos
en el juicio oral en el que Luis Pablo y Luis Antonio resultaron condenados por el
Tribunal Supremo.
Lo que verdaderamente habría resultado ilógico es que ambos
recurrentes, que habían comprometido contractualmente el abono de una más que
cuantiosa prestación compensatoria a cambio de la prueba que podía exonerarles de
responsabilidad en elcaso Urbanor,una vez recibida por Bienvenido esa carta, no
hubieran expresado el más mínimo interés por conocerla y, lo que es más
sorprendente, hubieran encargado al Letrado Benigno unas actuaciones judiciales sin
saber de antemano su contenido y sin preguntarse nada acerca de la integridad de tan
codiciado documento. La tesis defensiva, además de oponerse frontalmente a los
hechos, exige aceptar con naturalidad la indiferencia de Luis Pablo y Luis Antonio
-hasta el punto de no interesarse por su licitud- frente a una carta por la que habían
expresado su disposición a pagar una cantidad cifrada en varios millones de euros y de
cuya autenticidad podía depender el no ingreso de ambos recurrentes en prisión.
Tampoco puede compartir esta Sala la glosa crítica que la
defensa realiza de la aplicación de determinadas máximas de experiencia en la
valoración de los indicios de los que se ha valido el Tribunala quopara concluir el
elemento cognoscitivo referido a la falsedad de la carta ofrecida por los hermanos
Ángel Jesús
Juan Francisco . Ya hemos dicho en otros precedentes -cfr.SSTS
593/2009, 8 de junioy527/2009, 27 de mayo- que el análisis descompuesto y
fraccionado de diferentes indicios puede conducir a conclusiones inaceptables desde el
punto de vista del razonamiento impugnativo. En efecto, el grado de aceptación de las
exigencias constitucionales impuestas por elart. 24.2 de la CE, no puede obtenerse a
partir de una regla valorativa de naturaleza secuencial, en la que el todo se
descompone hasta ser convertido en un mosaico inconexo de indicios. La cadena lógica
a la hora de valorar las hipótesis iniciales no puede descomponerse en tantos
eslabones como indicios, procediendo después a una glosa crítica de cada uno de ellos
sin ponerlo en relación con los restantes.
Por cuanto antecede, el motivo debe ser desestimado(art. 885.1
LECrim).
9 .- El tercero de los motivos también denuncia la infracción del
derecho constitucional de presunción de inocencia(art. 24.2 CE), ahora desde la
perspectiva de la condena de Luis Antonio como autor de un delito intentado de estafa
procesal.
El propio recurrente reconoce que el presente motivo se
construye por remisión a los argumentos volcados en el motivo precedente. El
desconocimiento del carácter inauténtico de la carta enviada por los hermanos Ángel
Jesús Juan Francisco a Bienvenido excluiría el dolo, tanto en relación con el delito de
acusación y denuncia falsa como respecto de la estafa procesal intentada y por la que
el recurrente ha sido condenado.
En el fundamento jurídico precedente ya hemos expresado las
razones que llevan a descartar la tacha de irracionalidad en la proclamación del juicio
de autoría. A lo allí expuesto conviene ahora remitirse, apuntando, respecto del delito
de estafa procesal, que en el momento en que se presenta ante el Tribunal Supremo la
solicitud de autorización para la revisión de la condena -27 de septiembre de 2004-, ya
se había incorporado a la causa el dictamen de la Guardia Civil -27 de julio de 2004-,
que evidenciaba la manipulación de la carta que vertebraba el recurso.
Procede la desestimación del motivo(art. 885.1 LECrim).
10 .- El motivo cuarto denuncia el quebranto del derecho a la
tutela judicial efectiva(art. 24.2 de la CE), en la medida en que la valoración de lo que
el Tribunal de instancia ha reputado prueba de cargo se habría realizado con
manifiesta irracionalidad, tanto en relación con el delito de acusación y denuncia falsa
como respecto del de estafa procesal intentada.
También ahora es posible la remisión a lo ya analizadosupra,toda
vez que el propio recurrente formula la impugnación con carácter subsidiario, con el fin
de ofrecer a la Sala dos vías procesales alternativas para reconocer la falta de lógica y
racionalidad de la valoración probatoria. En el FJ 8º hemos expresado las razones que
avalan el criterio valorativo del órgano decisorio. No existiendo la irracionalidad que se
denuncia, no puede afirmarse la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva.
El motivo ha de ser desestimado(art. 885.1 LECrim).
11 .- El quinto motivo, con cita delart. 849.1 de la LECrim,
sostiene infracción de ley, inaplicación indebida delart. 14.3 del CP-error de
prohibición- al haber afirmado erróneamente la sentencia, dados los hechos declarados
probados, la concurrencia de la ilicitud de la acusación y denuncia falsa del CP y, por
ende, del delito de estafa procesal, cuando en verdad concurría un error de
prohibición. El recurrente -argumenta la defensa- siempre creyó que la carta no era
ilícita, luego toda su actuación, en concreto la personación efectuada en las diligencias
previas abiertas, la entendió siempre como un acto procesal conforme a derecho.
El motivo no puede prosperar.
A) Tiene razón la defensa cuando trae a colación la controversia
doctrinal acerca de la naturaleza del error que afecta a los elementos normativos del
tipo. Buena parte de la doctrina estima que esa representación alterada de uno de esos
elementos -que lo son del tipo- sólo puede excluir la tipicidad. Otros autores, por el
contrario, estiman que en tales casos, su carácter normativo enlazaría con la propia
antijuridicidad, por lo que el error, al relacionarse con la conciencia de ilicitud, afectaría
a la culpabilidad. Es cierto, también, que esa diferencia de enfoque es algo más que un
debate puramente académico, pues la diferencia de tratamiento penal, en uno y otro
caso, es bien distinta(art. 14.1 y 14.3 del CP).
Sea como fuere, lo cierto es que, ya opere como error de tipo, ya
como error de prohibición, lo que resulta decisivo es que esa alteración en la
representación de alguno de los elementos del tipo o de la propia conciencia de
antijuridicidad, pueda ser argumentada a partir del hecho probado. Decíamos en laSTS
737/2007, 13 de septiembre, con cita de laSTS 123/2001, 5 de febrero, que el error
ha de demostrarse indubitada y palpablemente, pues la jurisprudencia tiene declarado
que el concepto de error o el de creencia errónea(art. 14 CP) excluye por su
significación gramatical, la idea de duda; y en este sentido error o creencia errónea
equivale a desconocimiento o conocimiento equivocado, pero en todo caso firme. En
cualquier caso -recuerda laSTS 687/1996, 11 de octubre-, el error o la creencia
equivocada no sólo ha de probarse por quien la alega, sino que además, y esto es lo
importante, no es permisible su invocación en aquellas infracciones que sean de ilicitud
notoriamente evidente, de tal modo que de manera natural o elemental se conozca y
sepa la intrínseca ilicitud.
En el presente caso, no existe referencia alguna en el factum que
dé pie a una argumentación encaminada a la exclusión de la culpabilidad. Antes al
contrario -como apunta el Ministerio Fiscal- la Audiencia Provincial señala con precisión
que "...resulta probado que, al menos desde esa fecha Luis Antonio y Luis Pablo
conocían cuál era la prueba que les habían ofrecido los hermanos Ángel Jesús Juan
Francisco y que se trataba de una prueba que no era verdadera, lo que Luis Antonio y
Luis Pablo advirtieron en ese momento tanto por la forma como por el contenido de la
supuesta carta". A partir de este fragmento no resulta fácil, desde luego, razonar la
exclusión de la culpabilidad en la condena por la comisión de un delito de acusación y
denuncia falsa. Lo propio puede afirmarse respecto del delito intentado de estafa
procesal. En otro pasaje del hecho probado se proclama que la presentación del
recurso de revisión se produjo "...fundamentando tal petición principalmente en la
aparición de la carta aportada con la denuncia formulada por Luisa , acompañando
también los informes de la Policía Científica y de la Guardia Civil manifestando que los
mismos ratificaban la autenticidad de dicho documento pese a que Luis Antonio y Luis
Pablo sabían que no era verdadero".
B) Tampoco puede aceptar la Sala, al menos como afirmación
apodíctica, que los delitos de acusación y denuncia falsa y el de estafa procesal formen
parte de la categoría de losdelitos puramente formales, esto es, aquellos cuya
antijuridicidad sólo se explica por razones de pura oportunidad jurídica, política o social
y que, precisamente por ello, ofrecerían un campo abonado para el error de
prohibición. Más allá también de la controvertida existencia deleyes meramente
penales, fruto de una concepción iusnaturalista no compartida por todos, lo cierto es
que la pretendida degradación de aquellas dos infracciones a una condición meramente
formal, para producir los efectos pretendidos por la defensa, debería encontrar un
apoyo complementario en el factum que, desde luego, está bien ausente.
C) Por otra parte, el razonamiento basado en la idea de que Luis
Pablo y Luis Antonio se limitaron a seguir la indicación de su Abogado, que fue quien
asumió la iniciativa de personarse en las diligencias seguidas ante el Juzgado de
instrucción núm. 11 de Madrid y de promover recurso de revisión, no cuenta con el
aval de la jurisprudencia de esta Sala, que niega que la existencia del consejo de un
Abogado, que sugiere la licitud de una determinada conducta, sea siempre
determinante de la concurrencia del error de prohibición (cfr.STS 865/2005, 24 de
junio).
En atención a lo expuesto, procede la
motivo(arts. 884.3 y 4 y 885.1LECrim).
desestimación
del
12 .- El motivo sexto, también formalizado al amparo delart.
849.1 de la LECrim, alega aplicación indebida de la autoría en un delito de acusación y
denuncia falsa-art. 456 CP-, al haberse producido condena a pesar de que desde la
teoría de la imputación objetiva, el resultado de acusación falsa producido no era
imputable al recurrente -tipo objetivo-, por cuanto dicho resultado de acusación falsa
concurrió de forma previa a la personación de Luis Antonio en el procedimiento, es
decir, el delito de acusación y denuncia falsa ya estaba consumado por otros.
Razona la defensa que la personación no es equivalente a la
imputación de hechos que exige inequívocamente elart. 456 del CP. Tampoco la
petición de diligencias -una vez efectuada la personación- pueda dar lugar a la
tipicidad del delito de acusación y denuncia falsa, ya que esta petición formulada en un
procedimiento ya abierto supone un acto de investigación dirigido a esclarecer y
dilucidar los hechos. En suma, como quiera que la representación procesal de Luis
Antonio no interpuso querella ni denuncia, la mera conducta de personarse y solicitar
algunas diligencias es atípica, ya que hacer equivalente la personación o la solicitud de
diligencias a la investigación constituye claramente una interpretación constitucional
extensiva y analógica del tipo de acusación y denuncia falsa.
El motivo no puede ser acogido.
A) La laboriosa cita que la defensa hace de precedentes
jurisprudenciales -algunos de ellos decimonónicos- que proclaman sin matices que el
delito de acusación o denuncia falsa sólo puede cometerse mediante la interposición de
una denuncia o el ejercicio de una querella, no puede ahora actuar como elemento que
condicione el juicio de tipicidad. Es cierto que, de acuerdo con la concepción originaria
de la LECrim, la denuncia ha venido actuando siempre como un vehículo de
comunicación y conocimiento de lanotitia criminis,mientras que la querella, además de
eso, encerraba un acto de voluntad, esto es, de exteriorización del deseo de ejercer la
acción penal como parte acusadora. Es lógico, pues, que desde esa perspectiva
histórica, el tratamiento doctrinal y jurisprudencial de los delitos de acusación y
denuncia falsa, haya estado condicionado por esa idea tan elemental. Sin embargo,
esta afirmación necesita ser hoy actualizada.
En efecto, al menos desde la reforma de la LECrim operada
mediante la LO 7/1988, 28 de diciembre, el perjudicado puede mostrarse parte en la
causa "...sin necesidad de formular querella".Así lo proclamó expresamente la
renovada redacción delpárrafo 2º del art. 783. Yasí lo siguen estableciendo de forma
inequívoca losarts. 761.2 y 771.1de la LECrim. Este últimoprecepto recuerda incluso el
deber de la PolicíaJudicial de informar e instruir al ofendido o perjudicado por el delito
"...de su derecho a mostrarse parte en la causa sin necesidad de formular querella".
De ahí que la línea argumental encaminada a reducir la acción del
delito de acusación o denuncia falsa a la exclusiva formalización de una denuncia o
querella, no puede ser compartida por la Sala. De entrada, una explicación tan
formalista de los límites del tipo olvidaría que elprecepto, en el epígrafe que rotula el
capitulo V, del título XX, del libro IIdel CP, se refiere tanto a la "acusación"como a la
"denuncia"falsa. Esta diferencia también está presente en elapartado 2 del art. 456,
que vuelve a aludir al "denunciante"o "acusador".De acuerdo con la idea defendida en
el recurso, sin embargo, el legislador habría identificado al denunciante con aquel que
formula denuncia y al acusador con aquel otro que formaliza una querella. Quedaría
extramuros de la tipicidad, por ejemplo, la personación en un proceso penal ya
iniciado, con la exclusiva finalidad de dirigir un escrito de acusación contra una persona
a la que se sabe inocente.
Y no es esto lo que se desprende de una interpretación lógica del
precepto.
La exégesis delart. 456 del CPha de hacerse integrando la acción
típica -imputar a una persona hechos que, de ser ciertos, constituirían una infracción
penal- con las categorías que ofrece el derecho procesal a la hora de regular los
aspectos formales del ejercicio de la acción penal.
Carecería de sentido que la porción de injusto abarcada por elart.
456 del CPse restringiera de forma artificial mediante la exigencia de un presupuesto
formal que hoy ya no es exigible -al menos, en el ámbito del procedimiento abreviadopara ejercer la acción penal. La idea de que la querella es el único acto formal idóneo
para promover la acusación y condena de otra persona, ha de ser necesariamente
modulada. Losarts. 761.2 y 771.1de la LECrim, autorizan al perjudicado a asumir la
condición de parte mediante la simple personación. Y parece fuera de dudas que la
personación como tal no puede contemplarse como un "acto procesal neutro"mediante
el que el perjudicado "se asoma"al procedimiento para conocer sus vicisitudes. La
personación sin querella es también un acto de imputación, dirigido a constituirse
como parte acusadora y, por tanto, concebido para hacer valer la acusación contra las
personas a las que se designa como imputadas.
En todos los casos, el examen del contenido del escrito de
personación resultará decisivo para conocer verdaderamente el alcance de la
imputación que, de no existir, impediría la afirmación del tipo. En el supuesto que
ahora nos ocupa, la lectura del escrito que obra a los folios 120 y 121 de la causa, es
especialmente llamativa. De un lado, en la consideración 4ª, resulta muy clarificador
que la propia defensa del recurrente destaque la innecesariedad de formulación de
querella. Allí se afirma que "...de acuerdo con losarts. 24 de la CE, que fundamenta
constitucionalmente la acción penal ejercitada por el perjudicado o agraviado, cuya
legitimación es ordinaria, por cuanto éste puede afirmar su condición de tal y 110 de la
LECrim, que señala que el perjudicado podrá mostrarse parte en la causa ya
iniciadasimplemente por un acto procesal en el que se haga esa manifestación de
voluntad, sin necesidad de interponer querella, entendemos que por los motivos
señalados debe admitirse la personación de D. Luis Antonio y D. Luis Pablo en el
presente procedimiento"(sic).
Por otra parte, en ese mismo escrito se da cuenta de la existencia
de una carta remitida por Abilio y dirigida a Justiniano , que fueron querellantes en el
procedimiento 1079/93, procedente del Juzgado de instrucción núm. 18, en el que el
recurrente, en unión de Luis Pablo , habían resultado imputados. En la consideración
2ª se añade que "...del contenido de dicha carta se puede desprender que los
querellantes-testigos ya mencionados más arriba pueden haber cometido un delito de
falso testimonio delart. 458.2 del CP en el mencionado procedimiento 1079/93,
seguido en la Sección Séptimade laAudiencia Provincial de Madrid".Esa personación fue
aceptada mediante providencia de 28 de enero de 2004, que declara personados a Luis
Pablo y Luis Antonio "...en calidad de perjudicados y como acusación particular"(folio
133). Con posterioridad, intervienen de forma activa en la causa, aportando
documentación instando la práctica de diligencias (cfr. folios 156 y 183), solicitando,
junto a otras diligencias, la declaración de varias personas como imputados (folios 266
y ss), explicándose que esas otras personas, respecto de las que se interesa ampliar la
imputación, podían haber participado en la comisión del delito de falso testimonio.
En suma, la ausencia de querella no impidió la imputación exigida
por elart. 456 del CP. Luis Pablo y Luis Antonio atribuyeron a varias personas la
condición de autores de un delito de falso testimonio, sin que esa autoría quede
excluida por la no formalización de una querella que, como reconocía el Letrado de
ambos recurrentes, no es exigida en nuestro sistema procesal para realizar un acto
material de imputación.
B) Tampoco puede identificarse la Sala con el razonamiento que
enfatiza el hecho de que algunas de las personas a las que se imputó el delito de falso
testimonio no llegaron a declarar, pues el Juez de instrucción acordó con anterioridad
el sobreseimiento.
Ni elart. 456 del CPni, por supuesto, la jurisprudencia que lo
interpreta, vienen exigiendo para la afirmación del tipo que a la falsa imputación siga,
de manera indefectible, un acto procesal de citación como imputado de la persona a la
que con mendacidad se atribuye la autoría de un hecho delictivo. Esa llamada al
proceso del falsamente imputado puede producirse. De hecho, normalmente se
producirá. Sin embargo, su exigencia no forma parte del tipo.
Elartículo 456 del Código Penalvigente -apuntábamos en
nuestraSTS 1193/2010, 24 de febrero- sanciona a quien imputare a alguna persona
hechos que de ser ciertos constituirían infracción penal si lo hiciere con conocimiento
de su falsedad o temerario desprecio por la verdad ante funcionario judicial o
administrativo que tenga el deber de proceder a su averiguación. La redacción
delartículo 325 del Código Penalvigente al tiempo de los hechos, año 1994, era similar,
no conteniendo el inciso relativo al temerario desprecio por la verdad. Jurisprudencia y
doctrina han señalado generalmente que el bien jurídico protegido en este delito es
doble: de un lado el correcto funcionamiento de la Administración de Justicia, que se
perjudica al verse en la precisión de llevar a cabo actuaciones procesales penales
basadas en hechos cuya falsedad consta desde el inicio a quien los pone en su
conocimiento; y de otro el honor de la persona a la que se imputan los hechos falsos,
que se ve afectado negativamente al aparecer como imputado en una causa penal. En
el primer aspecto, la Justicia no solo sufre los efectos negativos de un esfuerzo
injustificado, sino que también puede verse perjudicada en su prestigio en cuanto llega
al conocimiento público que el Poder del Estado en ese ámbito ha sido engañado e
incluso conducido a tomar decisiones, aunque sean provisionales, que al basarse en
hechos falsos, resultan injustas. En el segundo aspecto, la LECrim solo autoriza al Juez
a rechazar una querella, dejando a un lado el supuesto de incompetencia, en el caso
de que los hechos no sean constitutivos de delito,artículo 313. De forma similar,
elartículo 269dispone que, formalizada la denuncia, el Juez o funcionario a quien se
hiciere mandará proceder a la comprobación del hecho denunciado, salvo que éste no
revistiere carácter de delito o que la denuncia fuere manifiestamente falsa. Por
imperativo delartículo 118 de la misma Ley, la admisión de una querella o denuncia
debe ponerse en conocimiento inmediato de los querellados o denunciados al efecto de
que puedan comenzar el ejercicio del derecho de defensa en el procedimiento. Desde
ese momento, la posición procesal que ocupan es la de imputado, al no existir en
nuestro derecho procesal una posición intermedia entre la imputación de parte, que
atribuiría la posibilidad de defenderse con arreglo a la Constitución y a la ley, y la
imputación judicial, que implica un grado mayor de sujeción al proceso.
El tipo objetivo requiere que sean falsos los hechos atribuidos al
denunciado o querellado, sin que a esos efectos tenga trascendencia la valoración
jurídica que el querellante o denunciante pueda hacer de los mismos. Lo que se
sanciona penalmente no es una errónea calificación de parte, sino la imputación de
hechos falsos. Sería, pues, irrelevante la inexistencia de una calificación jurídica, lo que
ordinariamente ocurre, por otra parte, cuando se trata de una denuncia. Tampoco es
decisivo el lugar que ocupen en sus escritos, pues lo que importa es que se trate de
hechos y que sean conocidamente falsos por quien los imputa. En segundo lugar, es
necesario que, de ser ciertos, los hechos imputados fueran constitutivos de infracción
penal. Y además, es preciso que la imputación se haga ante funcionario judicial o
administrativo que deba proceder a su averiguación. Estas dos exigencias, aun siendo
diferentes, tienen relación directa con los bienes jurídicos protegidos, que
precisamente se ven afectados cuando ese funcionario, en atención a la forma en que
le son comunicados los hechos falsos que no autoriza a rechazar de plano su
naturaleza delictiva, se ve en la obligación de proceder a su averiguación, y, por lo
tanto, de abrir unas actuaciones o un procedimiento que, precisamente, causa la
afectación negativa del bien jurídico, en los dos aspectos antes relacionados. En este
sentido, lo que resulta relevante es que los hechos, tal como son presentados, tengan
suficiente apariencia delictiva como para que no sea pertinente el rechazo de la
querella o de la denuncia. Es decir, no se trata de que al final del proceso pudiera
establecerse o negarse su carácter delictivo, sino que lo que importa es que, en el
momento en que se realiza la imputación falsa, su contenido obligue a admitirla a
trámite e imponga la comprobación de los hechos denunciados como paso necesario
para su valoración jurídica. Esto no impide excluir la existencia del delito delartículo
456cuando posteriormente pueda afirmarse, sin duda alguna, y siempre en una
valoración del contenido de la denuncia o querella, que el procedimiento nunca debiera
haberse incoado.
El tipo subjetivo exige que el autor conozca la falsedad de la
imputación. De ahí las referencias a la inveracidad subjetiva. No basta, pues, con la
falsedad de los hechos que se imputan sino que es preciso que quien hace la
imputación tenga la conciencia de que esos hechos no se corresponden con la realidad.
En definitiva, elart. 456.2 del CPacoge una condición objetiva de
perseguibilidad, a saber, la existencia de un auto de sobreseimiento o archivo, pues el
legislador quiere que la mentira de la imputación sea proclamada por un Juez. Pero el
tipo, en modo alguno, impone una determinada extensión de las actuaciones
jurisdiccionales en cuyo ámbito ha de producirse la resolución de cierre.
C) La defensa participa de la idea de que no puede afirmarse el
delito, en términos de imputación objetiva, toda vez que el proceso penal -y, con él, la
ofensa al bien jurídico- ya se había iniciado con anterioridad, en virtud de la denuncia
interpuesta por Luisa ante la Fiscalía General del Estado.
Tampoco este razonamiento puede ser compartido.
No ha habido una errónea aplicación delart. 456 del CP. Éste
castiga a los que "...con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la
verdad, imputaren a alguna persona hechos que, de ser ciertos, constituirían infracción
penal, si esta imputación se hiciera ante funcionario judicial o administrativo que tenga
el deber de proceder a su averiguación".
La acción se colma, pues, con la falsa atribución, a sabiendas, de
responsabilidad por la comisión de una infracción penal ante cualquier funcionario
judicial o administrativo que tenga el deber de proceder a la averiguación del hecho
denunciado. De suerte que, todo aquel que verifica esa adjudicación falsaria de
responsabilidades penales, ya sea denunciando el hecho, ya interponiendo querella, ya
personándose como acusador particular en un proceso iniciado, colma la acción típica.
Todavía en el tipo objetivo, desde la perspectiva del resultado, la preexistencia de un
proceso penal en marcha no es obstáculo para la comisión del delito. Como venimos
razonando, es perfectamente posibleimputar falsamentea otra persona la comisión o la
participación en un hecho delictivo mediante un acto de personación que, por
definición, implica un proceso penal ya incoado. En efecto, ese ejercicio de la acción
penal, a sabiendas de la manifiesta falsedad de los hechos sobre los que se apoya, da
lugar a nuevas actuaciones procesales -en el presente caso, el acto de personación fue
acompañado de la petición de diligencias-, hace pervivir sin justificación un
procedimiento, menoscaba la honorabilidad de los injustamente imputados y,
precisamente por ello, intensifica la ofensa al bien jurídico tutelado. En estrictos
términos de imputación objetiva, no existiría obstáculo conceptual alguno para la
imputación de los daños subsiguientes, que suponen una previa acción dañosa cuyos
efectos se intensifican por una acción con incuestionable capacidad lesiva del bien
jurídico tutelado.
Luisa y los hermanos Juan Francisco Ángel Jesús cometieron un
delito de acusación o denuncia falsa mediante la presentación de una denuncia falaz
ante la Fiscalía General del Estado y Luis Pablo y Luis Antonio realizaron también la
acción típica mediante su personación en las DP 3802/03, incoadas en el Juzgado de
instrucción núm. 11 de Madrid, como consecuencia de aquella denuncia ante el
Ministerio Público.
Por las razones expuestas, el motivo no puede ser estimado(arts.
884.3 y 4 y 885.1LECrim).
13 .- El séptimo motivo, al amparo delart. 849.1 de la LECrim,
denuncia aplicación indebida de la autoría en el delito de acusación y denuncia
falsa(art. 456 del CP), al haberse producido condena a pesar de que, desde la teoría de
la imputación objetiva, el resultado de la acusación falsa producido no era imputable a
Luis Antonio , por cuanto que es aplicable la teoría del principio de confianza y la
prohibición de regreso.
Considera la defensa que, desde la perspectiva que ofrece ese
principio, parece obvio que, en orden a los deberes de control, no puede producirse
una auténtica confusión extralimitada de roles sociales, en donde un particular como
Luis Antonio deba ejercer deberes cuasipoliciales respecto de un procedimiento ya
abierto y en el que era denunciante el Ministerio Fiscal. El recurrente -se razona- no
creó un riesgo jurídicamente desaprobado, pues existe también una prohibición de
regreso, al haber puesto en manos de sus abogados -que han resultado absueltos- el
suceso. Es dogmáticamente un cuerpo extraño pretender la condena de Luis Antonio
estando probado que una condición posterior a él -su Letrado y Procurador- han sido
absueltos. Se ha vulnerado, por tanto, la prohibición de regreso. La sentencia, en fin,
habría aplicado una teoría causal simplista, de lacondictio sine qua non,razonando que
si suprimida mentalmente su condición de cliente por el que personarse en las
diligencias, desaparecería también el resultado. Sin embargo, Luis Antonio -se
concluye- era alguien completamente externo al hecho que ya había sido denunciado
por terceros, y lo único que hizo fue señalar a su Abogado la conveniencia de
personarse.
No tiene razón el recurrente.
Es cierto que el principio de confianza, como expresión particular
del riesgo permitido y de la prohibición de regreso, actúa como criterio delimitador de
la teoría de la imputación objetiva, evitando así que ésta se aparte de su propia
justificación, esto es, ofrecer pautas de solución a los problemas de causalidad con
arreglo a criterios normativos. Conforme a aquel principio, existen determinadas
actividades sociales -son clásicos los ejemplos del equipo quirúrgico o del
mantenimiento de aeronaves- en los que los cursos causales respectivos se pueden
influir recíprocamente, de tal manera que hacer a un sujeto responsable de todo lo que
pueda acontecer como consecuencia del trabajo en equipo, obligaría a aquél a
controlar todo lo controlable.
En el supuesto que nos ocupa, además de las singularidades que
lo apartarían del modelo sobre el que ha de operar el principio de confianza, lo cierto
es que no había posibilidad de cursos causales incontrolados. La actuación profesional
del Abogado Benigno -luego absuelto- no fue fruto de una iniciativa ajena al control del
recurrente. Antes al contrario, aquél cumplió el encargo profesional recibido de Luis
Antonio , personándose en las actuaciones conforme a los datos fácticos puestos a su
disposición.
En definitiva, la atribución de la autoría de un delito de acusación
y denuncia falsa a Luis Antonio no ha exigido violentar los fundamentos de la
causalidad penal, interpretada ésta conforme a las exigencias dogmáticas de la
imputación objetiva y, en su ámbito, conforme al principio de confianza.
El razonamiento de la defensa cuando apunta que Luis Antonio
era alguien completamente ajeno a los hechos, que se habría limitado a "...señalar a
su abogado la conveniencia jurídica de personarse",no es, desde luego, incompatible
con la comisión del delito. Quien conoce que los hechos imputados son falsos y, pese a
ello, señala a su abogado la conveniencia de personarse para ejercer la acusación
penal, colmando así el requisito de postulación exigido por nuestro sistema procesal,
comete el delito previsto en elart. 456 del CP, siempre que esa conveniencia haya
determinado la efectiva acusación infundada. Que, a su vez, el Abogado sea conocedor
o no de la falsedad del documento que apoya el acto de personación es cuestión
distinta y, como tal, ha sido abordada por el Tribunal de instancia.
El motivo ha de ser desestimado(art. 884.3 y 4 y 885.1LECrim).
14 .- El octavo motivo, con cita delart. 849.1 de la LECrim,
denuncia infracción deley, error de derecho en la aplicación del delito de estafa en
grado de tentativa (arts. 248, 250.1.2ºy 16 del CP), al haberse producido condena a
pesar que desde la teoría de la imputación objetiva, no se creó un riesgo jurídicamente
desaprobado por parte de Luis Antonio -tipo objetivo-, siendo aplicable la teoría de la
prohibición de regreso.
En la medida en que el hilo argumental de este motivo -que la
defensa califica como "hermano del anterior"-reitera las razones expuestas en el
motivo precedente, ahora referidas al delito de estafa, procede remitirnos a lo ya
razonadosuprapara justificar la desestimación del motivo.
15 .- El motivo noveno alega infracción deley (art. 849.1de
laLECrim), aplicación indebida del delito de estafa en grado de tentativa (arts. 248,
250.1.2ºy 16 del CP), al haberse dictado condena a pesar de que, con respeto absoluto
al hecho probado, no existía el elemento típico "engaño bastante" -tipo objetivo-, por
cuanto, entre otros aspectos, ha sido considerado probado que la carta era
"evidentemente"falsa, luego no puede ser considerada subsumible en el elemento
normativo del engaño bastante.
Se argumenta que ni el recurrente ni Luis Pablo utilizaron engaño
o artificio alguno, puesto que entregaron junto a la carta las periciales de la Policía y
Guardia Civil. Si tan clara y manifiesta era la falsedad de la carta para unos
particulares sin conocimientos en grafología -hasta el extremo que pudieron saber que
era falsa, y nada más verla-, este argumento igualmente debería llevar a negar la
idoneidad para poder engañar a los Magistrados del Tribunal Supremo. Además, en la
fase de simple petición de autorización del recurso de revisión, la Sala del Tribunal
Supremo todavía no posee facultades para disponer, luego no hay posible relación de
causalidad entre la acción -solicitud-, la carta falsa y unos hipotéticos engaño, error y
acto de disposición patrimonial.
El motivo no puede ser acogido.
A) Decíamos en laSTS 853/2008, 9 de diciembre, que la figura de
la estafa procesal, por su propia estructura típica, no es ajena a cierta controversia.
Requiere para su consumación un perjuicio patrimonial que el autor ocasiona
valiéndose de un engaño que, en este caso, tiene como destinatario al Juez que ha de
tomar una decisión en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales. Sin embargo, la
determinación de su alcance típico no puede fijarse criminalizando toda ocultación al
órgano jurisdiccional. Esta forma agravada de estafa, incriminada en elart. 240.2 del
CP, no tiene por objeto sancionar a todo aquel litigante que quebrante el deber de
buena fe que impone, con carácter general, elart. 11 de la LOPJ. El legislador no ha
querido incluir este delito entre los delitos contra la administración de justicia. Antes al
contrario, le confiere un tratamiento sistemático agravado en el ámbito de la
estafa(art. 250.2 CP).
Ambos recurrentes, cuando presentaron ante la Sala Segunda del
Tribunal Supremo la autorización para promover la revisión de la sentencia
condenatoria que les afectaba, no se limitaron a una estratégica ocultación de aspectos
no esenciales. Antes al contrario, el escrito que respaldaba su petición convertía la
carta apócrifa firmada por Abilio en el sostén fundamental del juicio rescisorio. Existió,
pues, algo más que una versión parcial -y como tal, interesada de los hechos-, o una
omisión de cuestiones fácticas o jurídicas de importancia menor para el tratamiento
jurisdiccional de la solicitud deducida.
Y en eso consistió precisamente el engaño dirigido a los
Magistrados del Tribunal Supremo. Lo que se pretendía no era otra cosa que promover
la anulación de una sentencia condenatoria con fundamento en un documento falso. La
tesis de la defensa, referida al carácter evidente de la falsedad y, por tanto, a su
inidoneidad para engañar a los Magistrados que habrían de autorizar la revisión, no
puede ser aceptada por la Sala. Como recuerda el Fiscal, la sentencia no proclama que
la falsedad de la carta fuera evidente para cualquiera que tomara contacto con ella,
sino que la falsedad era evidente para Luis Antonio y Luis Pablo , porque conocían las
circunstancias personales de quienes figuraban como remitente y destinatario de la
carta y también conocían en profundidad las circunstancias del caso Urbanor. Pero
quienes no tuvieran esos conocimientos, como elementos de contraste con el
documento, podrían ser engañados, ya que la falsedad no era burda.
Este dato es obviado por la defensa que, en el desarrollo
argumental de su motivo, rechaza esa supuesta posición privilegiada de ambos
recurrentes en el análisis de la carta, alegando que ésta fue declarada falsa por ser
inauténtica, es decir, en atención a las periciales grafológicas que nada podrían decir
sobre su contenido. Sin embargo, no es eso lo que apunta el juicio histórico. En él
puede leerse que ambos recurrentes "...conocían cuál era la prueba que les habían
ofrecido los hermanos Ángel Jesús Juan Francisco y que se trataba de una prueba que
no era verdadera, lo que (...) advirtieron en ese momentotanto por la forma como por
el contenidode la supuesta carta".
La falsedad, pues, no era una falsedad burda, como se pretende.
Las vicisitudes de los sucesivos dictámenes periciales que se ocuparon de analizar la
integridad del documento y el propio informe del Ministerio Fiscal en el trámite de
admisión del recurso de revisión, son la mejor muestra de que el carácter apócrifo del
documento no era detectable a primera vista.
La existencia del engaño y la suficiencia de éste para lograr el
efecto perseguido, no pueden ser neutralizadas con el razonamiento de que Luis
Antonio y Luis Pablo aportaron junto a su escrito los dos informes periciales de los que
disponían. Se olvida que ambos dictámenes no eran coincidentes. Declaraban que la
firma de Abilio era auténtica, pero discrepaban a la hora de avalar la conclusión técnica
sobre la existencia de una superposición o montaje del texto que precedía a esa firma.
Los recurrentes sabían que el margen de discrecionalidad en la valoración jurisdiccional
de los informes periciales aportados, abría una expectativa -nada segura, pero
tampoco necesariamente despreciable-, acerca de las posibilidades de éxito de su
impugnación. Y lo que está fuera de dudas es que Luis Antonio y Luis Pablo conocían
perfectamente, más allá de lo que indicara cada uno de los dictámenes periciales, que
el texto añadido a la firma de Abilio no era sino uno montaje prefabricado para, a
partir de una firma auténtica, ofrecer una prueba mendaz que permitiera exonerarles
de las responsabilidades penales declaradas en el caso Urbanor.
Los acusados, por tanto, intentaron engañar a los Magistrados
llamados a la resolución del recurso de revisión cuya autorización se instaba y,
además, lo hicieron mediante un documento de aparente integridad externa y respecto
del que uno de los informes periciales -el suscrito por la Policía Científica-, afirmaba no
poder discernir, al menos técnicamente, si el texto que rubricaba la firma había sido o
no añadido.
B) Otro de los argumentos hechos valer por la defensa para
sostener la indebida aplicación delart. 250.1.2º del CP, se refiere a la exigencia de que
el Juez engañado tenga competencias para decidir sobre la disposición patrimonial. Se
alega que en la fase de autorización previa del recurso de revisión el Tribunal Supremo
todavía carece de facultades para disponer.
Es cierto, pero precisamente por ello ambos recurrentes no han
sido condenados como autores de un delito de estafa procesal consumado, sino
intentado. Con claridad razonan los Jueces de instancia -FJ 24º- que Luis Antonio y
Luis Pablo intentaron, mediando engaño, que se anulara la sentencia dictada por el
Tribunal Supremo y que condenaba a ambos a penas de prisión, obligándoles al abono
de cuantiosas indemnizaciones. De prosperar ese recurso habrían conseguido dejar sin
efecto la responsabilidad civil impuesta, con el consiguiente perjuicio patrimonial de
quienes entonces figuraban como beneficiarios. Sin embargo, durante la fase inicial de
ejecución del delito de estafa procesal tuvieron que desistir, forzados por la resolución
dictada por la Sección 15ª de la Audiencia Provincial de Madrid, que acordaba el
sobreseimiento libre de las actuaciones en las que se fundamentaba el recurso de
revisión, por entender que era falso el documento -la tantas veces repetida carta
fechada el 2 de octubre de 2000-, por lo que el delito no superó el grado de tentativa,
de conformidad con lo establecido en elart. 16 del CP.
C) Tampoco puede identificarse esta Sala con la tesis que
degrada la participación de Luis Antonio y Luis Pablo , a la que sería propia de un acto
preparatorio y, como tal, impune.
La autorización forma parte del recurso de revisión, entendido
éste como una acción impugnativa autónoma, de naturaleza rescisoria. Esta conclusión
se obtiene a la vista del tratamiento sistemático que la LECrim, dispensa al acto de
autorización(art. 957), regulado bajo el epígrafe"del recurso de revisión"e
inmediatamente después de la enumeración de las personas que tienen legitimación
para entablar el juicio rescindente. Pero sobre todo, se deriva del propio significado
histórico de la diferencia entre una fase inicial de promoción y otra de interposición
propiamente dicha. En efecto, con anterioridad a la reforma operada por laLey
10/1992, 30 de abril, de Medidas Urgentes de Reforma Procesal, nuestro sistema
procesal distinguía entre aquellas personas que podían promover el recurso de revisión
y aquellas otras que podían interponerlo. Las primeras, habían de dirigirse mediante
escrito razonado al Ministerio de Justicia, que incoaba un expediente examinando el
fundamento de las alegaciones del recurrente. De esta forma, la interposición quedaba
exclusivamente en manos del Ministerio Fiscal, ya por propia iniciativa(art. 961), ya
por orden del Ministerio de Justicia(art. 956), a la vista del resultado del expediente
abierto a petición del interesado. La clara contradicción entre ese esquema regulador,
el contenido del derecho a la tutela judicial efectiva (cfr.STC 124/1984, 18 de
diciembre) y, en fin, la configuración constitucional del Ministerio Fiscal, precipitaron el
proceso de reforma.
Subrayar ahora la diferencia formal entre una y otra fase, con el
objetivo de degradar la etapa inicial a la condición de acto preparatorio, exige dar la
espalda a esa evolución histórica, que ofrece la clave para entender la exigencia de
autorización como un acto procesal más, plenamente integrado en la tramitación
procesal del recurso de revisión y, por tanto, susceptible de definir el principio de
ejecución en supuestos como el que nos ocupa.
D) Añade la defensa que, en todo caso, la presentación de la
carta falsa ya habría sido sancionada como delito de acusación y denuncia falsa (ne bis
in idem).
Tampoco podemos acoger este criterio.
La posibilidad de un concurso de normas entre el delito de
acusación y denuncia falsa y el de estafa procesal no puede ser descartada. Existe una
coincidencia parcial de bienes jurídicos protegidos, pues en ambos casos es relevante
el interés en el buen funcionamiento de la Administración de Justicia, pero al tiempo
existen otros bienes diferentes, pues mientras en el delito de acusación falsa se
protege el honor del falsamente acusado o denunciado, en la estafa procesal es
relevante la protección del patrimonio de la víctima frente a ataques no justificados. Es
perfectamente posible concebir un delito de acusación o denuncia falsa sin
pretensiones de tipo económico a cargo del falsamente denunciado, al igual que es
concebible una estafa procesal, acudiendo a la vía civil, en la que, aunque se afirmen
hechos cuya falsedad es bien conocida, no cumpliría en ningún caso las exigencias del
tipo delartículo 456 del Código Penal(cfr.STS 1193/2010, 24 de febrero).
Sin embargo, en el presente caso, ese riesgo no está presente.
Se trata de acciones diferentes: a) personación en las DP 3802/03, tramitadas por el
Juzgado de instrucción núm. 11 de Madrid; b) promoción de un recurso de revisión
ante el Tribunal Supremo. Precisamente por ello, los destinatarios del engaño son
también diferentes. El fundamento de la punición por separado, en uno y otro caso, ni
se confunde ni se identifica con la misma idea.
Como recordábamos en nuestraSTS 487/2007, 29 de mayo,
pocas materias como la doctrina jurisprudencial delnon bis in idemhan dado lugar a
tanta controversia dogmática. De hecho, las vacilaciones de la jurisprudencia
constitucional han llegado a resultar, en algún caso, singularmente llamativas. Más allá
de ese debate, centrándonos en su genuino significado, laSTC 48/2007, 12 de marzo,
precisa que la garantía de no ser sometido abis in idemse configura como un derecho
fundamental que, en su vertiente material, impide sancionar en más de una ocasión el
mismo hecho con el mismo fundamento, de modo que la reiteración sancionadora
constitucionalmente proscrita puede producirse mediante la sustanciación de una
dualidad de procedimientos sancionadores, abstracción hecha de su naturaleza penal o
administrativa, o en el seno de un único procedimiento (por todas, 154/1990, de 15 de
octubre, F. 3; 204/1996, de 16 de diciembre, F. 2; 2/2003, de 16 de enero, F. 3). Esta
garantía material, vinculada a los principios de tipicidad y legalidad, tiene como
finalidad evitar una reacción punitiva desproporcionada, en cuanto que un exceso
punitivo hace quebrar la garantía del ciudadano de previsibilidad de las sanciones,
creando una sanción ajena al juicio de proporcionalidad realizado por el legislador y
materializando la imposición de una sanción no prevista legalmente (por todas,SSTC
2/2003, de 16 de enero, F. 3;180/2004, de 2 de noviembre, F. 4;188/2005, de 4 de
julio, F. 1;334/2005, de 20 de diciembre, F. 2).
En el supuesto que nos ocupa no ha existido, desde luego, esa
valoración reduplicada de un mismo hecho y, con ella, el desbordamiento de la medida
de proporcionalidad. Valorar dos veces la misma carta no es incurrir enbis in idem.La
carta, al fin y al cabo, no es sino la pieza de convicción que está presente en dos
acciones netamente diferenciadas.
La Audiencia no transgredió el mandato constitucionalne bis in
idem.
E) La reforma operada por la LO 5/2010, 22 de junio, ha afectado
alart. 250.1.2º del CP. En cumplimiento de laDisposición Transitoria 3ª, se dio traslado
a las partes para que alegaran lo que a su derecho conviniera.
Entiende la defensa -reiterando en sus alegaciones argumentos
ya tratados con anterioridad- que la supresión de la "simulación de pleito",dejaría sin
fundamento la condena dictada en la instancia, pues los hechos no describen ni
unamanipulación de pruebasni unfraude procesal análogo.A su juicio la sentencia
recurrida se basa en una simulación de pleito que habría consistido en intentar un
recurso de revisión improsperable. Desaparecida la referencia a esasimulación,la
conducta castigada habría devenido atípica.
No es esto, sin embargo, lo que se desprende de la mencionada
reforma.
Ladisposición transitoria 3ª de la LO 5/2010, 22 de junio, dispone
que "...en las sentencias dictadas conforme a la legislación que se deroga y que no
sean firmes por estar pendientes de recurso, se observarán, una vez transcurrido el
período de vacatio, las siguientes reglas: (...) b) si se trata de un recurso de casación,
aún no formalizado, el recurrente podrá señalar las infracciones legales basándose en
los preceptos de la nueva ley. c) si, interpuesto recurso de casación, estuviera
sustanciándose, se pasará de nuevo al recurrente, de oficio o a instancia de parte, por
el término de ocho días, para que adapte, si lo estima procedente, los motivos de
casación alegados a los preceptos de la nueva ley, y del recurso así modificado se
instruirán las partes interesadas, el fiscal y el magistrado ponente, continuando la
tramitación conforme a derecho".
En consecuencia, resulta de obligada ponderación para esta Sala
la aplicación de los nuevos preceptos, valorando en su conjunto lasdisposiciones de
cada unode los textos legales y tomando en consideración la totalidad de las
circunstancias concurrentes en el supuesto de hecho de que se trate, con el fin de
efectuar la comparación en atención a la pena específica que correspondería imponer
en la aplicación de una u otra legislación. Tal idea fluye con toda lógica de lo dispuesto
en ladisposición transitoria 1ª de la misma LO 5/2010, con arreglo a la cual, "los
delitos y faltas cometidos hasta el día de la entrada en vigor de esta Ley se juzgarán
conforme a la legislación penal vigente en el momento de su comisión. No obstante lo
anterior, se aplicará esta Ley, una vez que entre en vigor, si las disposiciones de la
misma son más favorables para el reo, aunque los hechos hubieran sido cometidos con
anterioridad a su entrada en vigor".
La nueva redacción delart. 250.1.7 del CPacoge una definición de
estafa procesal, en la que incurrirían los que"...en un procedimiento judicial de
cualquier clase, manipularen las pruebas en que pretendieran fundar sus alegaciones o
emplearen otro fraude procesal análogo, provocando error en el Juez o Tribunal y
llevándole a dictar una resolución que perjudique los intereses económicos de la otra
parte o de un tercero".El previgenteart. 250.1.2castigaba la estafa procesal, entendida
ésta como "simulación de pleito o empleo de otro fraude procesal".
Sea cual fuere la interpretación con la que quiera explicarse la
supresión en el nuevo precepto del término"simulación de pleito",lo cierto es que su
ausencia no elimina, desde luego, la coherencia del juicio de tipicidad formulado por la
Audiencia Provincial. Quien promueve un recurso de revisión con el respaldo de una
carta que sabe que es falsa, no está, frente a lo que sostiene la defensa, "simulando
un pleito".Está empleando un fraude procesal más que evidente. Pero además, la falta
de participación en la manipulación del documento no es obstáculo alguno para la
afirmación del delito. Una cosa es la manipulación del documento y otra bien distinta
es la manipulación de una prueba. Y, desde luego, quien aporta un documento falso a
un juicio de revisión, aunque no haya manipulado materialmente el documento, sí
manipula la prueba que tiene a aquél por objeto.
Y eso es lo que, según el hecho probado, hicieron ambos
recurrentes. El motivo ha de ser desestimado(arts. 884.3 y 4 y 885.1LECrim).
16 .- El motivo décimo, con el mismo fundamento normativo que
el precedente(art. 849.1 de la LECrim) sostiene que la sentencia cuestionada habría
incurrido en una aplicación indebida del delito de estafa en grado de tentativa(arts.
248, 250.1.2 y 16del CP).
Este motivo, también hermano del anterior, sirve de vehículo
para poner de manifiesto que, para el caso en que se considere que hubo engaño
bastante, lo que estaría fuera de dudas es la ausencia de una voluntad de engañar. No
existiría dolo, sino el deseo por ambos recurrentes de ejercer su pretensión para que
se dirimiera si las pruebas aportadas por otros podían constituir pruebas lícitas
suficientes. Esta actitud -se alega- devendría incompatible con el elemento intencional
de engañar.
El argumento no puede prosperar.
Buena parte de las razones que ya han sido expuestas en el
motivo precedente para justificar su desestimación, pueden ser ahora traídas a
colación para explicar el rechazo del que ahora se analiza. A lo ya expuesto, de modo
especial en el FJ 15, apartado A, de esta misma resolución conviene remitirse.
Resaltemos ahora que el juicio histórico -de obligado punto de partida- expresa que
".... Luis Pablo y Luis Antonio conocían cuál era la prueba que les habían ofrecido los
hermanos Ángel Jesús Juan Francisco y que se trataba de una prueba que no era
verdadera, lo que (...) advirtieron en ese momento tanto por la forma como por el
contenido de la supuesta carta".Ese fragmento del hecho probado ha de ponerse en
relación con el que afirma que "...el 27 de septiembre de 2004 la representación de
Luis Antonio y Luis Pablo , asistidos por el Letrado Benigno , presentó ante la Sala
Segunda del Tribunal Supremo escrito solicitando la autorización prevista en elart. 957
de la LECrimpara interponer recurso de revisión contra lassentencias dictadas por esta
Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid de 29 de diciembre de 2.000ypor
la propia Sala 2ª de 14de marzo de 2.003, fundamentando tal petición principalmente
en la aparición de la carta aportada con la denuncia formulada por Luisa ,
acompañando también los informes de la Policía Científica y de la Guardia Civil
manifestando que los mismos ratificaban la autenticidad de dicho documento, pese a
que Luis Antonio y Luis Pablo sabían que no era verdadero".
En consecuencia, ambos recurrentes colmaron el tipo subjetivo
del delito de estafa procesal, pues sabían de la mendacidad del documento sobre el
que se razonaba el juicio rescisorio, captando con el dolo todos los elementos del tipo
objetivo, sin que pueda sostenerse la existencia de un error de tipo.
Losarts. 884.3 y 4 y 885.1de la LECrim imponen la desestimación
del motivo.
17 .- El undécimo motivo, infracción deley (art. 849.1de
laLECrim) denuncia aplicación indebida del delito de estafa en grado de tentativa (arts.
248, 250.1.2y 16 del CP), al haberse dictado condena a pesar de que de los hechos
probados no se desprende el perjuicio requerido por el tipo de tal delito, siendo
imposible tal subsunción desde un punto de vista objetivo y subjetivo.
Razona la defensa -con la misma habilidad argumental que late
en la mayor parte de los motivos de impugnación-, que por mucho que el intento de
engaño a la autoridad judicial sea una manera ilícita de conseguir un beneficio
económico, si éste resulta ser lícito, no existe tipicidad del delito de estafa procesal, tal
y como interpretó lasentencia de esta misma Sala de 14 de marzo de 2002. De
acuerdo con esta idea, al tratar de recuperar Luis Antonio lo que jurídicamente siempre
fue suyo no es posible hablar de perjuicio ilícito, y por consiguiente de delito de estafa.
No se puede cometer una tentativa de estafa al intentar anular unasentencia que es
nula, como lo era de la esta Sala de 14 de marzo de 2003, según estableció el Tribunal
Constitucional. De modo que no puede cometer estafa quien intenta recuperar lo que
había salido ilegítimamente de su patrimonio; esto es, el dinero y los derechos
atribuidos a los acusadores no les pertenecían legítimamente. La sentencia del Tribunal
Constitucional que estimó el amparo y anuló la dictada por esta Sala es una verdadera
declaración de derechos y supone que la sentencia condenatoria de Luis Antonio
carecía de validezex tunc;era nula en el momento de dictarse. Por lo tanto, los
acusadores no podrían resultar perjudicados porque no habían adquirido derecho de
crédito alguno; jurídicamente nunca fueron acreedores.
El motivo ha de ser rechazado.
La apreciación de vulneración de un derecho fundamental en el
proceso de amparo, con la consiguiente anulación de una sentencia penal
condenatoria, basada en una interpretación de la prescripción que el Tribunal
Constitucional considera contraria al derecho a la tutela judicial efectiva, deja
imprejuzgada la acción civil derivada de los hechos declarados prescritos. La sentencia
que otorga el amparo frente a una resolución condenatoria que ha rechazado la
procedencia de la prescripción, es cierto, anula el acto jurisdiccional de referencia, pero
no tiene virtualidad para disolver el conjunto de relaciones jurídico- patrimoniales que
están en el origen del hecho extemporáneamente denunciado. De ahí que la Sala no
puede aceptar los radicales efectos que la defensa atribuye a la sentencia de amparo.
La extinción de la acción penal para la persecución de un determinado hecho delictivo,
no implica la de la acción civil. Así lo proclama de forma expresa elart. 116 de la
LECrim. Y en el ámbito del proceso de amparo constitucional, es cierto que la
estimación de la demanda, tratándose de una resolución jurisdiccional, conlleva "...la
declaración de nulidad de la decisión, acto o resolución que hayan impedido el pleno
ejercicio de los derechos o libertades protegidos, con determinación en su caso de la
extensión de sus efectos"(art. 55.1ª LO 2/1979, 3 de octubredel Tribunal
Constitucional). Pero también es cierto que esa nulidad lo es del acto procesal
limitativo de derechos, pero no afecta -no puede afectar- al resto de las implicaciones
jurídico-obligacionales inherentes a la controversia social que dio vida al proceso en
cuyo seno se produjo la vulneración denunciada.
Por otra parte, la detenida lectura de laSTC 29/2008, 20 de
febrero, descalifica la idea que sostiene el presente motivo. De entrada, la resolución
cuya nulidad se declara es lasentencia del Tribunal Supremo 298/2003, 14 de marzo,
que condenó a Luis Pablo y Luis Antonio como autores de un delito de falsedad y
estafa. El fallo de la sentencia de amparo no extiende esa declaración de nulidad a la
resolución emanada de la Audiencia Provincial, Sección Séptima, que proclamó unos
hechos probados subsumibles en aquellos delitos, sin derivar la responsabilidad
criminal de los autores por prescripción de ambas infracciones (SAP 144/2000, 29 de
diciembre). De especial interés es la respuesta que el Tribunal Constitucional ofrece a
los demandantes de amparo cuando éstos alegaban la subsunción de los hechos en
tales delitos. En el FJ 6º se lee lo siguiente: "no puede decirse que en dicha operación
hayan incurrido en una interpretación no razonable de dichos elementos que resulte
contraria a las exigencias del derecho a la legalidad penal, toda vez que se han
limitado a realizar una subsunción motivada y razonable de los hechos considerados
probados en el tipo penal definidor del delito de estafa". Y precisamente por ello, ese
juicio histórico -no afectado por la declaración de nulidad asociable a la demanda de
amparo- ha sido determinante de la reclamación civil entablada con posterioridad ante
el Juzgado de Primera Instancia núm. 3 de Madrid.
La defensa enfatiza el valor jurisprudencial de laSTS 457/2002,
14 de marzo. Pues bien, su examen no permite extraer conclusiones aplicables al
supuesto que nos ocupa. En efecto, allí se trataba de dos procedimientos civiles. En el
primero de ellos, el demandante había ocultado al Juez el domicilio del demandado,
con el fin de lograr la tramitación del procedimiento en rebeldía. En el segundo, el
mismo demandante había omitido el nombre del verdadero deudor, persiguiendo así
facilitar el cobro del crédito adeudado. En el presente caso, sin embargo, lo que
pretendían Luis Pablo y Luis Antonio , promoviendo un recurso de revisión, no era
recuperar lo propio, sino engañar al Tribunal Supremo con el fin de impedir que
salieran de sus respectivos patrimonios cantidades que nunca debieron haber hecho
suyas. Los recurrentes no ejercían una acción rescisoria para rescatar aquello a lo que
tenían derecho. Antes al contrario, maquinaron toda una estrategia encaminada a
consolidar, mediante un documento falso, la situación antijurídica de la que se habían
beneficiado. Y de haberse consumado la estafa, es indudable que el perjuicio
patrimonial ocasionado a los inicialmente perjudicados -a los que se reconocía el
derecho de indemnización- se habría evidenciado con absoluta claridad.
Por cuanto antecede, el motivo ha de ser desestimado(arts.
884.3 y 4 y 885.1LECrim).
18 .- El motivo duodécimo denuncia, al amparo delart. 849.1 de
la LECrimy con carácter subsidiario, aplicación indebida de losarts. 250.1.2 y 16.1del
CP, al haberse condenado por el delito de tentativa de estafa procesal e inaplicación
indebida delart. 16.2 del CP, pues de existir estafa, la misma fue válida y
voluntariamente desistida, no pudiendo existir punibilidad.
Se aduce que pedir autorización para accionar no es accionar y,
en todo caso, fueron los actores mismos quienes retiraron el escrito, haciéndolo antes
de que el Juzgado de instrucción núm. 11 de Madrid resolviera abrir diligencias contra
Luis Antonio y Luis Pablo , concurriendo por tanto el requisito de la voluntariedad en el
desistimiento.
El motivo no es viable.
Sobre el significado procesal de la autorización para recurrir en
revisión y su incidencia en la formulación del juicio de tipicidad, ya no hemos
pronunciado en el FJ 15, apartado C).A lo expuesto nos remitimos.
Por lo que se refiere a la reivindicada concurrencia de un acto
voluntario de desistimiento, la Sala coincide con el criterio del Fiscal cuando recuerda
que el desistimiento se produjo después y como consecuencia de haberse dictado por
la Audiencia Provincial el auto de sobreseimiento libre de las diligencias iniciadas a raíz
de la aportación de la carta falsa, hallándose, además, el recurso de revisión
suspendido a la espera de esa resolución. Una vez dictada, era evidente que no se
podía consumar el delito porque no se iba a conceder la necesaria autorización para
continuar el recurso de revisión. En consecuencia, el desistimiento no reunió los
requisitos establecidos en elart. 16.2 del CPpara eximir de responsabilidad.
En otras palabras, el delito de estafa procesal no dejó de
consumarse por razón del desistimiento del recurrente, sino porque, mediando el auto
de sobreseimiento libre en la causa incoada por un posible delito de falso testimonio, la
autorización para el juicio rescisorio de revisión ya no podía legalmente concederse y,
por tanto, eliter criminisse había definitivamente interrumpido por causa independiente
de la voluntad de los autores.
En nuestraSTS 527/2009, 22 de mayo, recordábamos que
"...pertenecen al ámbito del desistimiento voluntario los supuestos en que, siendo
posible objetivamente continuar la acción iniciada, decide el sujeto abandonar el
proyecto criminal bien por motivos autónomos e independientes de las circunstancias
concurrentes -sean o no esos motivos éticamente valiosos- o bien por la percepción de
un riesgo que sería razonablemente asumible o aceptable en comparación con las
ventajas que obtendría de la prosecución de la acción, pues tal proceder «irrazonable»
desde la perspectiva de la lógica criminal justifica que el orden jurídico recompense la
desviación de las normas de la lógica (la razón) del delincuente. De ahí que se haya
dicho que el criterio de valoración decisivo radica en que el desistimiento sea expresión
de una voluntad -sea cual fuere su origen- de retorno a la legalidad o que sea
solamente una conducta útil según las normas del comportamiento criminal. La
voluntariedad, en fin, forma parte de la estructura jurídica del desistimiento voluntario
y, como tal, ha de quedar absolutamente acreditado en el factum"(cfr. en el mismo
sentido,SSTS 735/2000, 18 de abril,543/2009, 12 de mayo, entre otras muchas).
Por lo expuesto, procede la desestimación del motivo(arts. 884.3
y 4 y 885.1LECrim).
RECURSO DE Luis Pablo
19 .- El primer motivo imputa a la sentencia recurrida
quebrantamiento de forma, al amparo delart. 850.3, por no autorizar el Tribunal de
instancia que el testigo Felicisimo contestase a las preguntas que se le formularon,
siendo éstas pertinentes y de manifiesta influencia en la causa.
Se razona que Felicisimo actuó en la operación de adquisición por
parte del grupo KIO de las acciones y derechos de la empresa Urbanor, asunto al que
se refería la carta sobre la que Luisa fundó su denuncia en la Fiscalía General del
Estado. Pues bien, el testigo actuó en esa operación como representante de los
compradores, abonando a todos los vendedores -el grupo de Abilio y la familia Samuel
Justiniano Eugenia , entre otros- el precio de la compraventa, por lo que es evidente
que era y es la persona más cualificada para poder corroborar la falsedad o
verosimilitud del contenido de una carta en la que se vertían consideraciones acerca de
la existencia de precios distintos en la compraventa y del conocimiento de dicha
circunstancia por parte de todos los intervinientes.
El motivo no puede prosperar.
Es cierto que el derecho a la prueba constituye uno de los
principios legitimadores del proceso penal. Sin embargo, la idea de que toda prueba
denegada encierra una lesión de aquel derecho no es acorde con la jurisprudencia
constitucional y deesta misma Sala. En efecto, en la STS 1096/2006, 16 de noviembre,
recordábamos que "...es impertinente todo lo que queda extramuros de la teleología
del proceso, de lo que en él se persigue o que sean irrelevantes para su calificación al
estar aquellas preguntas dirigidas al testigo fuera de los hechos justiciables(SSTS
7/2000, 14 de diciembrey1548/1998, 27 de noviembre), bien entendido que no basta
para que una pregunta sea declarada pertinente -y provoque la estimación del recursocon la concurrencia de una relación directa entre la pregunta y el objeto del juicio, sino
que es preciso valorar la relevancia, necesidad y en consecuencia, causalidad de las
preguntas en relación con el sentido del fallo, debiendo apreciarse globalmente ambos
elementos para estimar presente e infringida la norma procesal(STS 1125/2001, 12 de
julio). Pues en la decisión del recurso de casación lo relevante es determinar si la
negativa a responder privó a la defensa del ejercicio de facultades inherentes a tal
condición y si las preguntas omitidas eran relevantes en el preciso sentido de haber
tenido aptitud para variar la decisión final, pues no de otro modo debe interpretarse la
frase <manifiesta influencia en la causa>, que se contiene en elart. 850.3ºo la de
<verdadera importancia para el resultado del juicio a que se refiere el núm. 4 de igual
articulo>(STS 2612/2001, 4 de diciembre)".
En el presente caso, no es cuestionable la proximidad del testigo
al proceso penal relativo a la adquisición de las acciones de Urbanor. De hecho, nada
habría impedido que las preguntas, visto su contenido, obtuvieran oportuna respuesta.
Sin embargo, una cosa es aceptar la presencia directa de Felicisimo en esas
negociaciones y otra bien distinta es convertir a ese testigo en el único e inexcusable
garante de la integridad y la veracidad de la carta que Abilio dirigió a Justiniano . Las
bases racionales sobre las que el Tribunala quoconcluyó la falsedad de su contenido y
su alteración formal no se habrían visto alteradas por las respuestas que Felicisimo
hubiera ofrecido a las preguntas que la defensa no pudo formular.
Esta idea aparece claramente reflejada en el FJ 8º de la
resolución combatida, en la que los Jueces de instancia apuntan que, incluso "...en el
hipotético supuesto, contradictorio con los hechos probados de las sentencias dictadas
en el <caso Urbanor> de que lo que supuestamente Abilio le comentaba a Justiniano
en ese escrito respecto a que conocían que había dos precios diferentes fuera cierto",
la falsedad de la misiva seguiría estando fuera de dudas y así lo entendieron, desde el
momento en que pudieron conocerla, Luis Pablo y Luis Antonio .
La defensa relativiza el alcance de esa apreciación al estimar que
está viciadain radice,pues se produce con posterioridad al juicio oral en el que se ha
generado la violación del derecho fundamental de defensa.
Sin embargo, ese desenlace valorativo es acorde con la propia
secuencia del proceso(art. 741 LECrim), sin que pueda entenderse lastrada por una
vulneración que, desde luego, no existió.
En suma, el objeto del proceso no exigía rememorar los términos
de la negociación que precedió a la adquisición de las acciones. Las preguntas
denegadas carecían de idoneidad para alterar el desenlace del juicio de autoría
formulado por el órgano decisorio.
El motivo ha de ser desestimado(art. 885.1 LECrim).
20
precepto constitucional,
vulneración del derecho
obtener una resolución
presunción de inocencia.
.- El segundo motivo se formaliza por infracción de ley y de
al amparo de losarts. 849.1 y 852 de la LECrim, por
a la tutela judicial efectiva, en su dimensión de derecho a
fundada en derecho y por vulneración del derecho a la
A juicio de la defensa, que formaliza dos submotivos, la sentencia
recurrida vulnera el derecho a la presunción de inocencia, en la medida en que emplea
inferencias irracionales, incoherentes, arbitrarias y contrarias a la realidad de los
hechos, apoyándose en que "era evidente" la falsedad de la carta aportada acreditativa
del supuesto falso testimonio, cuando la prueba practicada en el proceso indicaba todo
lo contrario, y apreciando un elemento intencional en la conducta del recurrente que se
fundamenta en actos de otros, sin tomar en consideración su conducta dentro y fuera
del proceso(art. 24.2 CE). El segundo submotivo reacciona frente a lo que estima una
motivación irracional, incoherente y arbitraria(art. 24.1 CE).
En los FFJ 8, 9 y 10 de esta misma resolución, ya hemos
analizado buena parte de los argumentos que ahora -desde similar perspectiva
constitucional y con una enriquecida glosa de la doctrina de esta Sala acerca del
derecho a la presunción de inocencia- hace valer la defensa de Luis Pablo .
También han sido ya objeto de análisis los argumentos que
exponen las razones que llevarían a descartar la "evidente falsedad"de la carta que
sirvió de respaldo a la denuncia presentada por Luisa . Como venimos razonando, Luis
Pablo y Luis Antonio gozaban de un plano valorativo privilegiado respecto de todos
aquellos cuyo juicio sobre la autenticidad de la carta sólo podía apoyarse en las
pruebas practicadas para el esclarecimiento del posible delito de falso testimonio. El
proceso, pues, no era la única fuente de conocimiento de la que ambos recurrentes
disponían para obtener sus propias conclusiones. Y constatar esta realidad, como ha
hecho el Tribunal de instancia, no supone adentrarse en el terreno de la irracionalidad.
También ahora conviene reiterar que la existencia de sendos
informes periciales que adveraban la integridad de la firma, no puede ser valorada sino
en su conjunto, sobre todo, a la vista del contenido del segundo de ellos, esto es, del
emanado de los órganos técnicos de la Guardia Civil, que con rotundidad proclamaba
su manipulación.
No puede la Sala compartir la lúcida argumentación de la
defensa, encaminada a demostrar que la inferencia del órgano decisorio sobre la
inverosimilitud del documento se basa en la aplicación sucesiva de máximas de
experiencia no acreditadas, no universales y que no pueden ser presentadas como de
general aceptación. En efecto, ninguna quiebra empírica se advierte en el
razonamiento del Tribunala quo.La racionalidad del juicio inferencial no puede ser
analizada mediante una fragmentación artificial de la cadena lógica que ha permitido al
órgano decisorio proclamar sus proposiciones asertivas.
El motivo, por tanto, ha de ser desestimado(art. 885.1 LECrim).
21 .- El tercero de los motivos denuncia infracción de ley y de
precepto constitucional, al amparo de lo previsto en losarts. 849.1 y 852 de la LECrim,
por vulneración del derecho a la presunción de inocencia, porque subsiste una duda
razonable que no ha sido tenida en cuenta por el Tribunal de instancia.
Considera la defensa que, partiendo de los hechos probados,
aparece una duda razonable sobre el afirmado conocimiento por el condenado acerca
de la falsedad de la carta firmada por Abilio . La inferencia probatoria en que la
sentencia recurrida basa la deducción de culpabilidad es abierta, poco concluyente,
débil e indeterminada, dado que los indicios utilizados para fundamentarla permiten tal
pluralidad de conclusiones alternativas que ninguna de ellas puede racionalmente
darse por probada en el juicio penal.
El motivo no es viable.
Nada que objetar al esfuerzo argumental de la defensa
encaminado a ampliar, con una genuina dimensión objetiva, el contenido constitucional
del derecho a la presunción de inocencia. Se trataría, en fin, de exigir que el Tribunal
de casación constate que la valoración llevada a cabo en la instancia -tan íntima y libre
como se quiera- se ha hecho no sólo en condiciones de validez, sino también con un
cierto grado de convencimiento objetivo: "más allá de toda duda razonable", es decir,
con arreglo a un determinado estándar de certeza mediante el cual es posible
constatar objetivamente que la prueba, siendo válida, es además suficiente para
acreditar la culpabilidad del imputado. Se trata de garantizar que la condena no
obedezca a una consideración enteramente subjetiva, articulando un canon que
permita verificar el grado mínimo de objetivación de la certeza controlando la
racionalidad de las inferencias que justifican la condena.
Sin embargo, ninguna vulneración de ese estándar objetivo se
observa por esta Sala en la afirmación del hecho probado de que Luis Pablo y Luis
Antonio "...conocían ambos que el documento aportado con la denuncia interpuesta
por Luisa no era verdadero".Como ya se ha razonadosupra,ese elemento anímico ha
sido obtenido por el Tribunala quoa partir de una valoración de los indicios ofrecidos
por las acusaciones que, desde luego, autoriza un juicio inferencial exento de cualquier
atisbo de voluntariedad, eliminando el riesgo de distanciamiento del estándar
objetivado de certeza impuesto por un sistema racional de valoración probatoria. Y es
que la validez de unos indicios y la prevalencia de la inferencia obtenida con ellos, no
puede hacerse depender de que no existan indicios que actúen en dirección contraria.
En términos generales, la suficiencia de unos indicios no exige como presupuesto la
exclusión total y absoluta de la hipótesis contraria. La concordancia de las inferencias
puede no ser necesaria. Incluso si uno o varios juicios de inferencia son suficientes por
sí solos para justificar las hipótesis sobre el hecho, mientras que otras presunciones se
refieren a hipótesis distintas pero les atribuyen grados débiles o insuficientes de
confirmación, es siempre posible una elección racional a favor de la hipótesis que goza
de una probabilidad lógica prevalerte, aunque exista la posibilidad de otras inferencias
presuntivas, incapaces por sí solas de cuestionar la validez probatoria de aquella que
permite, más allá de cualquier duda razonable, respaldar la que se impone como
dominante.
El motivo ha de ser desestimado(art. 885.1 LECrim).
22 .- El cuarto de los motivos alega, con cita delart. 849.1 de la
LECrim, infracción de ley, aplicación indebida delart. 456 del CP, por ausencia de los
requisitos del tipo delictivo.
Conviene anticipar que buena parte de las razones que deben
llevar a la desestimación del motivo, ya han sido expuestas al responder a una
alegación en el mismo sentido formulada por la representación legal de Luis Pablo
(FFJJ 12 y 13). A lo ya razonado nos remitimos.
Sí
es
obligado
puntualizar
-reiterando
una
idea
ya
sugeridasupra-que el argumento de la defensa, referido a que el proceso penal ya
estaba abierto como consecuencia de la denuncia formulada por Luisa y, por tanto, la
conducta de Luis Pablo no podía provocar lesión alguna al bien jurídico del correcto
funcionamiento de la Administración de Justicia, no puede ser compartido por esta
Sala. Tampoco es aceptable la idea de que el recurrente "...no abrió ningún proceso
<en vacío>"y, en cuanto al bien jurídico del honor, la solicitud de citación y
declaración de personas en la instrucción no constituye, en el sentido del tipo, la
imputación de hechos delictivos. En definitiva, no puede prosperar el argumento de
que la conducta por la que el condenado habría sido castigado carecería de
antijuridicidad formal, pues no atribuyó hechos delictivos, y también de antijuridicidad
material, pues no llegó a lesionar los bienes jurídicos protegidos por el tipo.
En el plano de la antijuridicidad formal y acerca del significado de
la personación como acto de imputación, sin necesidad de denuncia o querella, ya nos
hemos pronunciadosupra.Pero incluso en el ámbito de la antijuridicidad material,
resulta más que cuestionable la idea de que quien se limita a solicitar la citación como
imputado de una persona, a sabiendas de que ésta no ha cometido delito, no estaría
afectando su honorabilidad. Cuando así se razona se olvida que quien formula
denuncia se limita a un acto de conocimiento, transmitiendo al Juez de instrucción un
hecho que, al menos aparentemente, reviste caracteres de delito. Quien entabla
querella, además de eso, exterioriza su deseo de ejercer la acción penal, sometiéndose
a una resolución de inadmisión a trámite o desestimación (cfr.arts. 312 y 313 CP). Sin
embargo, quien se muestra parte en un procedimiento ya abierto contra una persona a
la que se sabe no responsable, haciéndolo mediante un simple acto formal de
personación, no se limita a imputar mendazmente un hecho punible, sino que,
además, anuncia su propósito de formular acusación, intensificando la lesión al bien
jurídico que late en el delito previsto en elart. 456. El mantenimiento de un proceso
penal incoado para la persecución de un hecho no constitutivo de delito -el recurrente
instó la práctica de diligencias y solicitó extender la imputación a otras personas de las
inicialmente citadas-, ofende la recta administración de justicia. Y, por supuesto, el
ejercicio de la acción penal contra quien se sabe inocente, menoscaba la honorabilidad
del injustamente imputado.
Por cuanto antecede, el motivo ha de ser desestimado(art. 884.3
y 4 y 885.1LECrim).
23 .- El quinto de los motivos se formaliza por infracción de ley,
al amparo delart. 849.1 de la LECrim, de forma subsidiaria respecto del anterior
motivo, por la existencia de error no apreciado en el delito de acusación y denuncia
falsa.
Se aduce que Luis Pablo habría obrado afectado por un error en
un elemento esencial del tipo penal de acusación y denuncia falsa, pues actuó en la
creencia de que el contenido de la carta dirigida por Abilio a Justiniano era cierto y su
actuación estuvo guiada por la falta de conocimiento de grafística para determinar por
sí mismo la falsedad del documento.
También ahora hemos de remitirnos a lo razonadosupra,al dar
respuesta al quinto de los motivos esgrimidos por Luis Antonio (cfr. FJ 11). Ya se
etiquete el error sobre los elementos normativos como error de tipo o de prohibición,
lo cierto es que su alegación ha de estar apoyada en un fragmento del juicio histórico
que haga viable su aplicación(art. 884.3 LECrim). El factum dice precisamente lo
contrario, a saber, que tanto Luis Pablo como Luis Antonio conocían, incluso sin
necesidad de contrastar su certeza con un dictamen grafológico, que aquella carta no
podía responder a la realidad.
Procede, por tanto, la desestimación del motivo.
24 .- El motivo sexto, con la misma cobertura que ofrece elart.
849.1 de la LECrim, denuncia infracción de ley, aplicación indebida de losarts. 248 y
250 del CP.
El motivo se descompone, a su vez, en cuatro submotivos,
mediante los que se sostiene error en el juicio de subsunción por parte de la Audiencia
Provincial, que estimó que los hechos eran constitutivos de un delito intentado de
estafa procesal. De acuerdo con el criterio de la defensa, no habría existido engaño y,
de existir, éste no habría sido bastante; tampoco habría habido voluntad de engañar;
además, la mera solicitud de autorización para interponer un recurso de revisión penal
no puede considerarse un acto de ejecución directa e inmediata; por último, nunca
hubo, ni pudo llegar a haber, un perjuicio ilícito para los supuestos perjudicados ni
beneficio económico para el recurrente.
El motivo no es viable.
La defensa, con un enfoque propio y una línea argumental
ejemplarmente sistematizada, incide en razones que ya han sido abordadas por esta
Sala al resolver los motivos formalizados por Luis Antonio . Se impone, por tanto, una
remisión a lo expuesto en los FFJJ 14 a 17 de esta misma resolución.
25 .- El séptimo motivo(art. 849.1 LECrim) sostiene la indebida
aplicación delart. 16.2, en relación con losarts. 248 y 250.1.2, todos ellos, del CP.
La posibilidad de que los hechos quedaran excluidos de pena por
desistimiento voluntario, también ha sido tratada con anterioridad. A lo razonado en el
FJ 18 debemos remitirnos, desestimando el motivo por las mismas razones que las allí
expuestas.
26 .- El octavo motivo, por infracción de ley, inaplicación
indebida delart. 8 del CP, considera que entre los delitos de acusación y denuncia falsa
y estafa procesal existe una relación de concurso normativo.
De nuevo procede remitirnos a lo argumentado en el FJ 15,
apartado D), en el que se desestima una petición en el mismo sentido formulada por la
representación legal de Luis Antonio , acordando ahora la desestimación del
motivo(arts. 884.3 y 885.1 LECrim).
RECURSO DE Luisa
27 .- El primero de los motivos de casación se formaliza al
amparo de losarts. 5.4 de la LOPJ y 852de la LECrim, por infracción de precepto
constitucional, vulneración de los derechos a la tutela judicial efectiva, a un proceso
con todas las garantías y a la presunción de inocencia(art. 24.1 y 2 CE).
I.- La defensa se vale de este motivo para sostener una
prolongada vulneración de sus derechos constitucionales, que habría estado originada
por cinco resoluciones interlocutorias dictadas, cuatro de ellas por el Juzgado de
instrucción núm. 11; la otra, por la Sección Decimoquinta de la Audiencia Provincial.
a) Así habría ocurrido con el auto quedecretó el sobreseimiento
libre de las DP 3802/03.
Sin embargo, como apunta el Fiscal, el auto mencionado no fue
dictado en el presente procedimiento, por lo que su impugnación desbordaría el objeto
del recurso de casación.
b) También sitúa en el origen de la vulneración dos de las
resoluciones dictadas por el Juzgado de instrucción núm. 11 y que podrían haber
afectado al Juez competente. Así, la que acordó deducir testimonio por un posible
delito de falsedad, atribuyéndose a sí mismo la competencia para la instrucción de una
nueva causa, sin remitir ésta al Decanato para su ulterior reparto.
Pero esta afirmación no puede ser ahora acogida, en la medida
en que no existe constancia de que la recurrente hubiera promovido en su momento,
mediante las vías procesales adecuadas -incidente de recusación, promoción de una
cuestión de competencia-, la reivindicación del Juez que considerara predeterminado
por la ley. Lo mismo puede decirse de la queja contra el auto que dictara el mismo
Juzgado afirmando su competencia sin abstenerse de la instrucción.
c) Lamenta la recurrente que el procedimiento en el que se
acordó el sobreseimiento libre por la comisión de un delito de falso testimonio, no le
dio a ella oportunidad de discutir la falsedad del documento sobre el que giraba la
imputación.
De nuevo resulta obligado recordar que, más allá de las
posibilidades de alegación que Luisa hubiera tenido en el procedimiento inicial
-posibilidades íntimamente ligadas a su condición de denunciante no parte-, lo cierto
es que en las DP 38/2005, de las que trae causa el presente procedimiento, sí pudo
formular cuantas alegaciones estimó pertinentes. El que algunas de sus propuestas
probatorias no llegaran a ser aceptadas se explica, no por la vulneración de ninguno de
sus derechos constitucionales, sino por la no superación del juicio de pertinencia.
d) Censura la defensa que buena parte de las pruebas apreciadas
por el Tribunal de instancia para proclamar la responsabilidad de Luisa -faxes,
llamadas, conversaciones entre los imputados- fueron incorporadas al proceso cuando
ya no existía posibilidad de que la empresa telefónica contrastará la realidad de esas
comunicaciones.
Parece evidente, sin embargo, que esa falta de contraste, ni
afectaba a la validez de esos documentos, ni condicionaba su licitud. Se trata, como
recuerda el Fiscal, de un problema de valoración respecto del que la recurrente pudo
formular las alegaciones que consideró adecuadas.
No se vulneró la presunción de inocencia. La Audiencia Provincial
ponderó prueba de cargo bastante, lícita y razonó de forma lógica el juicio de
inferencia sobre el que construyó la autoría de la recurrente. La motivación no es
irracional y, precisamente por ello, no se ha menoscabado el derecho a la tutela
judicial efectiva.
II.- Tampoco ha existido infracción del derecho a un proceso con
todas las garantías. Como decíamos en nuestrasSSTS 486/2007, 30 de
mayoy850/2007, 18 de octubre, cobra pleno sentido la necesidad de propugnar una
concepción estructural del derecho a un proceso justo, de tal manera que el juicio
valorativo acerca del respeto a su vigencia se verifique, no mediante un método
aproximativo de carácter fragmentario, sino en virtud de una visión global, más allá de
la particularizada sucesión de los actos procesales.
Esta idea ya aparece presente en la jurisprudencia delTEDH
-casoArtico contra Italia,de 13 de mayo de 1980, casoDoorson contra Países Bajos,de
26 de marzo de 1996,2 de julio de 2002, casoS. NyS. N. contra Sueciav Bulgaria-,
apelando a la importancia de que la valoración jurisdiccional acerca del grado de
respeto a la cláusula del juicio justo, no centre exclusivamente su atención en un
concreto y episódico acto procesal, sino que pondere el proceso penal en su globalidad.
Se trata, pues, de propugnar una aproximación valorativa integral, no fragmentada en
una mera yuxtaposición de actos procesales o de investigación.
El motivo ha de ser desestimado por su falta de fundamento(art.
885.1 LECrim).
28 .- El segundo de los motivos se formaliza al amparo delart.
849.2 de la LECrim, alegando error de hecho en la valoración de la prueba, derivado
de documentos que obren en la causa y demuestren la equivocación del juzgador.
Los documentos que evidenciarían el error valorativo son, según
la defensa, "...la totalidad de la documental reproducida por las partes en el curso de
la vista de los presentes autos".
Se incumple con ello el mandato previsto en elart. 884.6 de la
LECrim, que impone como presupuesto para la admisión del recurso que "...se
designen concretamente las declaraciones de aquellos que se opongan a las de la
resolución recurrida".De ser aceptada esa designación genérica, esta Sala debería
asumir, invadiendo la parcela funcional que es propia de la defensa, la tarea de
seleccionar y descubrir en la causa aquellos documentos que podrían respaldar la
voluntad impugnativa de la parte recurrente. Es lógico, pues, el efecto de inadmisión
que el precepto antes mencionado asocia al silencio del recurrente sobre este extremo,
defecto que ahora se convierte en causa de desestimación.
La doctrina demás recientemente, sentencia 8 de marzo de
2011,caso
Goranova-Karaeneva,esta
Sala
-las
SSTS
1238/2009,
11
de
diciembrey936/2006, 10 de octubre, son elocuentes ejemplos-, viene exigiendo para
su prosperabilidad la concurrencia de los siguientes elementos: a) ha de fundarse, en
una verdadera prueba documental, y no de otra clase, como las pruebas personales
aunque estén documentadas en la causa; b) ha de evidenciar el error de algún dato o
elemento fáctico o material de la Sentencia de instancia, por su propio y
literosuficiente poder demostrativo directo, es decir, sin precisar de la adición de
ninguna otra prueba ni tener que recurrir a conjeturas o complejas argumentaciones;
c) que el dato que el documento acredite no se encuentre en contradicción con otros
elementos de prueba, pues en esos casos no se trata de un problema de error sino de
valoración, la cual corresponde al Tribunal(art. 741 LECrim); d) que el dato
contradictorio así acreditado documentalmente sea importante en cuanto tenga
virtualidad para modificar alguno de los pronunciamientos del fallo, pues si afecta a
elementos fácticos carentes de tal virtualidad el motivo no puede prosperar ya que,
como reiteradamente tiene dicho esta Sala, el recurso se da contra el fallo y no contra
los argumentos de hecho o de derecho que no tienen aptitud para modificarlo; e)
asimismo han de citarse con toda precisión los documentos con designación expresa
de aquellos particulares en los que se deduzca inequívocamente el error padecido y
proponerse por el recurrente una nueva redacción del factum derivada del error de
hecho denunciado en el motivo. Rectificación del factum que no es un fin en si mismo
sino un hecho para crear una premisa distinta a la establecida y, consiguientemente,
para posibilitar una subsunción jurídica diferente de la que se impugna.
Sea como fuere, con el fin de evitar la indefensión, esta Sala ha
abordado el desarrollo argumental mediante el que la parte recurrente pretende
justificar un supuesto error valorativo del Tribunal de instancia, que habría afectado al
derecho fundamental a la presunción de inocencia. La argumentación basada en la
supuesta falta de autenticidad de las fotocopias, en el carácter veraz de la carta
firmada por Abilio y en la ausencia de un verdadero acto de imputación, no puede ser
acogida, en la medida en que se limita a ofrecer en sede casacional una valoración
alternativa, filtrada por el interés de la propia recurrente y que, desde luego, está en
marcado contraste con los elementos de juicio tomados en consideración por la
Audiencia Provincial (FFJJ 18, 21 y 22 de la sentencia recurrida). Las reuniones previas
entre Luisa y los hermanos Juan Francisco Ángel Jesús , el logro por aquélla del
documento apócrifo, los dos informes periciales que acreditan la falta de autenticidad
de la firma de Abilio , el contenido de la denuncia formulada ante la Fiscalía General
del Estado y de los sucesivos escritos presentados ante el Juzgado de Instrucción núm.
11 de Madrid, son datos, a juicio del Tribunala quo,que permiten proclamar el relato de
hechos probados, referido a Luisa para, a partir de él, efectuar el juicio de subsunción
en los delitos de falsedad documental, acusación y denuncia falsa y tentativa de estafa
procesal.
El motivo, por tanto, ha de ser desestimado(arts. 884.6 y 885.1
LECrim).
RECURSO DE Juan Francisco Y Ángel Jesús
29 .- El motivo primero denuncia infracción de precepto
constitucional, vulneración del derecho a la presunción de inocencia delart. 24.2 de la
CE.
Estima la defensa de Juan Francisco y Ángel Jesús que la
sentencia recurrida adolece de falta de motivación fáctica y jurídica, así como de un
absoluto vacío probatorio, al no haberse acreditado hechos que determinen la
existencia real de los delitos considerados probados, ni pruebas de cargo sobre la
participación en ellos de ambos recurrentes, toda vez que la premisa de"firma en
blanco"sería un simple postulado o suposición que la sentencia considera evidente por
la propia forma y contenido del documento, lo que no parece inferirse ni
razonablemente de la práctica probatoria realizada ni sería compatible con las
declaraciones del propio firmante, de las que se deduciría la inexistencia de documento
suyo firmado en blanco.
El motivo no puede prosperar.
La Sala hace suya la minuciosa transcripción de precedentes
jurisprudenciales referidos al control casacional del derecho a la presunción de
inocencia. Es precisamente en ese cuerpo de doctrina donde se precisa que la
alegación de ese derecho no autoriza al Tribunal de casación a una nueva valoración
probatoria, ni a sustituir la proclamada por el Tribunal de instancia por la ofrecida por
el recurrente.
El Letrado del recurrente, en su legítimo ejercicio del derecho de
defensa, ofrece a esta Sala una valoración probatoria alternativa a la que llevó a cabo
el Tribunala quo.Es, pues, entendible que ese filtro de legítima parcialidad que
condiciona su razonamiento, le lleve a poner el énfasis en aspectos que, por sí solos,
no tienen virtualidad para impugnar la coherencia del discurso inculpatorio de los
jueces de instancia. Es al órgano decisorio al que incumbe valorar, tanto los elementos
de cargo con los que la acusación pretende respaldar el juicio de autoría, como
aquellos otros que, para hacer valer la resistencia a la pretensión punitiva del Estado,
esgrime el imputado. Aceptada su licitud y su suficiencia, si la autoría puede afirmarse
más allá de cualquier duda razonable y, además, el canon constitucional de
razonabilidad ha sido respetado, la condena del imputado no implicará vulneración
alguna del derecho constitucional a la presunción de inocencia.
En ese esfuerzo impugnativo que emprende la defensa, comienza
por cuestionarse la falsedad de la carta suscrita por Abilio , recogida en el folio 8 de la
causa y cuyo contenido incorporó el Tribunal de instancia en el relato de hechos
probados. La autenticidad de la carta -se razona- quedaría acreditada por las propias
acciones de Abilio y Justiniano , anteriores a los informes periciales de la Policía y de la
Guardia Civil, así como por la inequívoca atribución de la firma al primero de ellos, que
dichos informes coinciden en proclamar. Y ello se deduciría de las consideraciones que
el recurrente expresa en las páginas 28 y 29 de su escrito de formalización. Junto a
éstas, la defensa glosa en términos críticos el significado probatorio de las facturas
telefónicas, de las declaraciones de los testigos, de los informes periciales y de algunos
de los documentos - faxes y cartas- incorporados a la causa. Respecto de estos
últimos, también cuestiona su valor como prueba a la vista del carácter no original de
muchos de esos escritos y, por tanto, no valorables.
No es mediante una propuesta de valoración probatoria
alternativa -por laboriosa que ésta sea- como puede llegar a demostrarse la infracción
del derecho fundamental a la presunción de inocencia. Tiene razón el Fiscal cuando
afirma que la conclusión de que la carta dirigida por Abilio a Justiniano es falsa no sólo
es razonable, sino que resulta obligada. En efecto, la lectura del FJ 14 de la sentencia
recurrida no permite tildar el razonamiento del Tribunala quode ilógico o irrazonable.
Comienza el órgano decisorio por expresar las conclusiones del informe pericial del
Departamento de Grafística del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, elaborado
con fecha 27 de julio de 2004 y que fue objeto de ratificación en el juicio oral. En él se
mantiene: a) la autenticidad de la firma de Abilio que figuraba en dicho documento; b)
el papel con el que se había confeccionado la carta dubitada poseía diferentes
características que el de las fotocopias de las cartas con membrete " Abilio .
Arquitecto", que habían sido aportadas por la representación del propio afectado como
correspondientes a las que él habitualmente utilizaba; c) el modelo de membrete de
las 31 cartas remitidas, así como la estructura general y pie de las mismas eran
diferentes a los de la carta debitada; d) no podían determinar la antigüedad del
documento remitido, considerando que la fecha en que la carta estaba datada podía
ser auténtica; e) el documento dubitado había sido cumplimentado íntegramente
utilizando el sistema de inyección de tinta, mediante impresora conectada a un soporte
informático; f) el encabezamiento y cuerpo de la carta, sin tener en cuenta el
membrete superior, habían sido realizados con el formato de letra "Times New Roman"
en tamaño "12" mientras que la palabra "Firma" que figura al pie se había hecho con el
mismo tipo de letra pero en tamaño "14"; g) existen desajustes entre el interlineado
del cuerpo de la carta y el de la palabra "Firma", que los peritos entendían que les
permitía considerar que ambas partes del texto habían sido realizadas en diferente
momento escritural. Además añadían en relación con esto que las diferencias
microscópicas apreciadas en la impresión de los caracteres de una y otra parte (texto y
palabra "firma") de la muestra dubitada les permitía considerar que habían sido
impresas en dos diferentes máquinas impresoras y por lo tanto en diferentes actos; h)
no era posible determinar el orden seguido en el cruzamiento de tintas de bolígrafo e
impresora.
Estas conclusiones referidas a la falta de integridad del
cuestionado documento, fueron valoradas por la Audiencia Provincial. La sentencia,
además de extenderse a otros extremos del informe pericial, concluye que "...que se
trata de un documento falso, confeccionado exclusivamente para dicha aportación. Así
del informe pericial, y de la ratificación que del mismo hace el perito en el acto del
juicio oral no cabe duda alguna de que en un momento se realizó e imprimió el texto
de la carta, y en otro la palabra "firma" de lo que hay que desprender, evidentemente
que ello no lo hizo Abilio , la persona que aparece como firmante y autor de dicha
carta, pese a que la firma que consta en la misma sea original suya, porque carecería
de lógica que el Sr. Abilio utilizara un escrito suyo en el que sólo apareciera la palabra
<firma> y su firma, o incluso sin ésta, para insertar un texto, haciendo el esfuerzo de
encajarlo, y escribiendo además un membrete diferente al que utiliza habitualmente,
cuando podía realizar todo el texto en un solo acto e imprimirlo sin dificultad alguna en
un papel con su membrete como los que utiliza habitualmente. Tampoco tendría
sentido que primero escribiera Abilio el texto del documento, lo imprimiera, y
posteriormente utilizara ese texto impreso para insertar en el mismo, con diferente
tipo de letra, la palabra <firma> por idénticos motivos a los anteriormente expresados,
por todo lo cual se acredita que la carta es falsa y que ha sido elaborada con la
utilización de un documento en blanco en el que sólo constaba la palabra <Firma> y la
firma original de Abilio y en el cual se ha insertado el membrete y el resto del texto de
la carta, lo que como se ha dicho este Tribunal entiende que realizaron Luisa y los
hermanos Juan Francisco Ángel Jesús , tras conseguir el documento en blanco con la
firma original de Abilio , confeccionando ellos mismos el texto de la carta partiendo del
conocimiento que tenían del denominado caso "Urbanor" por las noticias que habían
aparecido en los medios de comunicación e insertándolo en el documento o
encargando a otra persona su inserción".
Deducir la inautenticidad de la carta a partir del informe pericial
emanado de la Guardia Civil, sometido a contradicción en el plenario, no es, desde
luego, una extravagancia. Y atribuir la falsedad -bien de propia mano, bien mediante
encargo a otro persona, conforme se razona en el FJ 21, folio 107 de la sentencia- a
aquellos que tenían la disponibilidad de ese documento que, por si fuera poco, permitió
la suscripción de un más que lucrativo contrato con Luis Antonio y Luis Pablo ,
tampoco resulta una excentricidad deductiva.
Ni siquiera la criticada valoración de fotocopias añade peso al
esfuerzo impugnativo de la defensa. Conviene recordar que la jurisprudencia de esta
Sala ya se ha pronunciado en numerosas ocasiones acerca del significado probatorio
de las fotocopias. Así, la778/2007, 9 de octubre, apunta que nada impide al Tribunal
sentenciador someter aquéllas a valoración y pronunciarse sobre la veracidad de su
contenido en el ejercicio de la facultad soberana que le atribuye elart.741 LECrim. No
hay obstáculo, en fin, que impida valorar "en conciencia" las pruebas aportadas, y, por
consiguiente, es al Tribunal al que corresponde ponderar la fiabilidad de las fotocopias
presentadas (...), aceptando la conclusión de la veracidad de su contenido a partir del
resto del material probatorio puesto a su disposición (...) En la misma línea, laSTS
627/2007, 5 de julio, precisó que en ausencia de dato alguno que permita sostener de
forma razonable que hayan sido manipuladas, el hecho de que no consten los
originales no afecta en nada a la licitud de la prueba a los efectos delartículo 11.1 de la
LOPJ. Ymás recientemente, laSTS 1248/2004, 29 de octubre, ha puntualizado -con cita
de laSTS 732/2009, 7 de julio- que resulta difícilmente sostenible una exclusión radical
como elemento probatorio de esta específica clase de documentos, pues, "las
fotocopias de documentos son sin duda documentos, en cuanto escritos que reflejan
una idea que plasma en el documento oficial....". Por ello se insiste en laSTS
2288/2001, 22 de noviembre, que no aparecen obstáculos insalvables que impidan que
el Tribunal sentenciador pueda valorar el contenido de los documentos que obren en
fotocopias en la causa, si bien debe de actuarse con prudencia y dicha valoración haya
de ser protegida por las cautelas y precauciones pertinentes (STS. 476/2004, 28 de
abril).
Enfatiza la defensa las supuestas contradicciones de Abilio , que
-se alega- habría intentado forzar su firma en el momento de elaborar un cuerpo de
escritura para la práctica de la prueba pericial y llegó a acudir a la Comisaría de Policía
de Valencia con el fin de hacerse con la cartulina original de la firma de su DNI. Sin
embargo, también a estas objeciones da respuesta lógica el Tribunala quo. La
transcripción literal de su razonamiento es la mejor muestra de su congruencia: "...en
el acto del juicio oral comparecen también los policías nacionales que emitieron dicho
informe, ratificando igualmente el contenido del mismo y aclaran que el hecho de que
en las firmas que constaban en el cuerpo de escritura faltara dinamismo y
espontaneidad no significa que la persona que las realizó estuviera mintiendo o
intentara falsear la firma sino que por las circunstancias de estar efectuando las firmas
en un Juzgado, o por querer dejar claro cuál es su firma puede realizarse el cuerpo de
escritura de una manera más forzada y que por ello falte la espontaneidad o
dinamismo a los que hacen referencia".Añaden los Jueces de instancia que "...por
parte de las defensas de los acusados se insiste en el acto del juicio oral en que a
partir de esta pericial y de la declaración de Abilio negando absolutamente que esa
firma fuera suya cuando del contenido del informe se desprende que no existían dudas
de que la firma era auténtica del Sr. Abilio , y de la ratificación de los peritos
afirmando que el anterior había realizado un cuerpo de escritura <forzado> podía
concluirse que Abilio quería ocultar que efectivamente había redactado y firmado dicha
carta. A ello añadían y mantienen todavía en el acto del juicio oral que Abilio se
personó en la Comisaría de Valencia, antes de que se practicara esta pericial,
solicitando que le dieran las cartulinas auténticas de su DNI en el que constaba su
firma, explicando Abilio en la declaración que efectúa ante este Tribunal que quiso
realizar una prueba pericial por su cuenta de la firma de la supuesta carta, y por
indicación del perito que iba a practicar dicha pericia fue a la citada Comisaría no para
pedir que le dieran las cartulinas originales sino para preguntar si le podían hacer una
fotocopia de la firma que aparecía en las mismas, contestándole que sólo de la que
aparecía en el último DNI lo que no le interesaba porque lógicamente la tenía en su
poder, por lo que se marchó sin más".
En definitiva, habiendo existido prueba de cargo, lícitamente
obtenida y racionalmente valorada, la alegación de una supuesta vulneración del
derecho a la presunción de inocencia no puede ser acogida por esta Sala.
Procede la
fundamento(art. 885.1 LECrim).
desestimación
del
motivo
por
su
falta
de
30 .- El segundo motivo, también por infracción de precepto
constitucional, con fundamento en losarts. 5.4 de la LOPJ y 852de la LECrim, considera
vulnerado el derecho al Juez predeterminado por laley (art. 24.2de la CE), en relación
con la falta de competencia objetiva de la Audiencia Provincial para el conocimiento y
fallo de esta causa.
Arguye la defensa que elSTS 1145/2009, 11 de noviembrede
apertura del juicio oral, designando como competente para el enjuiciamiento de los
hechos a la Audiencia Provincial de Madrid en virtud de la pena prevista en elart. 250
del CP. Sin embargo, debería haber sido el Juzgado de lo Penal el competente
predeterminado para el conocimiento de los hechos, porque ninguna de las penas
abstractas de los delitos atribuidos por las acusaciones supera los cinco años. El delito
de estafa en grado de tentativa tiene sustantividad propia y, en consecuencia, la
penain abstractono vendría determinada por la previsión delart. 250 del CP, sino por la
degradación punitiva delart. 62 del CP.
El motivo no puede ser acogido.
Es cierto que la sustantividad de los tipos de imperfecta ejecución
ofrece a la defensa un argumento nada despreciable para la defensa de su tesis. Sin
embargo, no es éste el criterio sostenido por la jurisprudencia de esta Sala a la hora de
resolver la atribución de competencia para el enjuiciamiento de los hechos
investigados, sin que el criterio inspirador de la solución a otros problemas jurídicos
-por ejemplo, la prescripción- pueda importarse, sin más, para su aplicación a
instituciones jurídicas de naturaleza no coincidente.
Como recuerda el Fiscal, la cuestión suscitada por el recurrente
ha sido resuelta pacíficamente por la jurisprudencia deJuzgado de instrucción núm. 11
de Madrid concluyó la instrucción de las DP 38/2005 y dictó autoyesta Sala. Las SSTS
1428, razonaban -con cita de las1429/1997, 24 de noviembre,SSTS 10 noviembre
1992,4 mayoy25 octubrey12 junio 1993, entre otras-, que "...esta Sala abordó y
resolvió una cuestión similar a la ahora planteada -y que había motivado resoluciones
contradictorias- relativa a la atribución de competencia objetiva para el enjuiciamiento
por razón de la gravedad del delito en aquellos casos en los que la pena abstracta
aparejada a la infracción se encontraba en dos escalas de distinta gravedad que
determinaban, a su vez, la competencia de diferentes órganos jurisdiccionales
-Audiencias Provinciales o Juzgados de lo Penal-, optándose en su momento por el
criterio de atribuir dicha competencia a las primeras cuando la pena asociada al delito,
en toda su extensión y con independencia de su grado de perfeccionamiento, grado en
participación y circunstancias concurrentes, excedía de seis años. Así se decía que
«para fijar la competencia, ha de estarse a la pena abstracta fijada por el tipo, y no a
la que resulte del juego de las reglas de aplicación de la pena, sea por imperfección
delictiva, sea por el grado de participación, sea por la naturaleza de las circunstancias
concurrentes», llegándose a esta solución con el fin de «obtener una mayor certeza y
seguridad desde el primer momento, al tiempo que se refuerza el principio de Juez
ordinario predeterminado por la Ley». En tal sentido, se acordó que así la competencia
quedaría fijada «ab initio», con lo que se ganaría en estabilidad y certeza. Dicha
doctrina jurisprudencial, elaborada en el marco del anterior Código Penal, se reiteró
por idénticos fundamentos en la8 febrero 1995a la hora de plantearse la competencia
objetiva de las Audiencias Provinciales y de los Juzgados de lo Penal -contemplada en
elarts. 14.3 y 4 de la LECrim, en relación con losart. 13 y 33 del vigente Código Penal-,
cuando la pena abstracta con la que se castiga al autor del delito -y con independencia
de la petición concreta de pena formulada por la acusación- viene comprendida tanto
en la relación de penas menos graves como en la de las graves, correspondiendo la
competencia para el enjuiciamiento a las Audiencias Provinciales en los casos en que la
pena abstracta aparejada al delito tenga la calificación legal de grave".
Con independencia de lo anterior, el hecho de que el órgano
decisorio sea un órgano colegiado -el mismo que tendría, en su caso, competencia
funcional para conocer el recurso de apelación contra la sentencia dictada por el
Juzgado de lo Penal- y el que los imputados hayan tenido oportunidad ahora de
articular un recurso de casación, de otra manera ausente, despejan las dudas sobre la
alegada vulneración del derecho fundamental que se dice vulnerado.
El motivo ha de ser desestimado(art. 885.1 LECrim).
31 .- El tercero de los motivos, invocando la cobertura que
ofrecen losarts. 5.4 de la LOPJ y 852de la LECrim, sostiene infracción del derecho a la
tutela judicial efectiva sin indefensión(art. 24.1 CE) y del derecho al juez legal
predeterminado por laley (art. 24.2CE).
Apunta el recurrente que no habiéndose suspendido el juicio oral
entretanto se resolviera la cuestión de competencia por inhibitoria instada por la
defensa, se habría violentado el derecho de los acusados a la tutela judicial efectiva,
como expresión del derecho de acceso a la jurisdicción, a los recursos y a obtener una
resolución fundada en derecho, en conexión causal con el derecho a la doble instancia
y al juez ordinario predeterminado por laley (art. 24.1 y 2CE). Conforme al
razonamiento que desarrolla el motivo, centrado en el menoscabo de su derecho a la
tutela judicial, éste se habría producido porque el escrito dirigido al Decanato de los
Juzgados de lo Penal con fecha 9 de junio de 2008, promoviendo, conforme alart.
759.2 de la LECrim, cuestión de competencia por inhibitoria a tenor de lo previsto en
elart. 26 de la misma leyprocesal, no fue nunca atendido, ni la solicitud resuelta en
ningún momento, debiendo haber provocado la suspensión del juicio oral.
La Sala no detecta ninguna vulneración constitucional.
En efecto, mediante resolución dictada en providencia de 29 de
junio de 2009, la Sección Séptima de la Audiencia Provincial, ante la petición de
suspensión del juicio oral resolvió que "...no ha lugar a lo interesado, en primer lugar
porque de conformidad con lo que establece elart. 759.2 de la LECrim, ningún Juez de
lo Penal podrá promover cuestiones de competencia a las Audiencias respectiva y
además porque, dadas las acusaciones formuladas, en las que se califican los hechos
como presuntamente constitutivos de un delito de estafa delart. 250 del CP, la pena
objetiva prevista para el citado delito supone que la competencia para el
enjuiciamiento de los hechos corresponde a esta Audiencia".
El contenido de esta resolución, por su corrección técnica y por la
motivación ofrecida al recurrente, excluye la idea de vulneración del derecho a la tutela
judicial efectiva. Si bien se mira, el recurrente lamenta que el Juez de lo Penal no
promoviera lo que elart. 759.2 de la LECrimle prohíbe promover.
Al margen de lo anterior, tiene toda la razón el Fiscal cuando
precisa que la falta de resolución expresa por parte de cualquier Juzgado de lo Penal
-el escrito fue remitido al Decanato- encierra una controversia ajena al objeto del
presente proceso. Por otra parte, no tiene sentido suspender el juicio oral a la espera
de una eventual exposición motivada del Juez de lo Penal cuando quien reafirma
motivadamente su competencia, esto es, la Audiencia Provincial, es el órgano llamado
en definitiva a resolverla. En cuanto al fondo, el motivo se reconduce a lo ya expuesto
en el FJ 30 de esta misma sentencia.
Por lo expuesto, procede la desestimación del motivo(art. 885.1
LECrim).
32 .- El motivo cuarto también se fundamenta en losarts. 5.4 de
la LOPJ y 852de la LECrim, alegando infracción de los derechos a la tutela judicial
efectiva sin indefensión(art. 24.1 CE) y a la utilización de los medios de prueba
pertinentes para defensa y a un proceso con todas las garantías(art. 24.2 CE).
Se razona que no se permitieron durante la instrucción ni
posterior enjuiciamiento pruebas pertinentes y necesarias para concluir con racional
certeza la naturaleza de la carta del folio 8 firmada por Abilio , al haberse denegado la
práctica de nuevos informes periciales sobre ciertos aspectos del documento,
interesados por esta parte y otros imputados, habiéndose rechazado la práctica de
nuevas pruebas sólo en función de considerar cosa juzgada la presunción de falsedad
derivada del sobreseimiento libre de la causa 3802/03.
No tiene razón el recurrente.
No estamos en presencia de un problema de justificada o
injustificada atribución de los efectos de la cosa juzgada a la resolución de
sobreseimiento libre que ponía término al procedimiento iniciado por un posible delito
de falso testimonio. La queja tiene mucho más que ver con la denegación de unas
pruebas que, a juicio de la defensa, habrían permitido, de practicarse, valorar
adecuadamente la falsedad de la carta incorporada al folio 8 de la causa. Sin embargo,
el derecho a la prueba, cuyo contenidoconstitucional ya ha sido expuesto en el FJ 19,
no incluye el derecho a la práctica de tantas pruebas periciales como se consideren
precisas hasta concluir lo que al imputado le interesa. Sobre la integridad del
documento ya se habían pronunciado dos gabinetes oficiales de documentoscopia, con
el resultado que obra en autos. En cuanto a la veracidad del mensaje que incorporaba
ese escrito, la existencia o inexistencia de un doble precio en las acciones de Urbanor
era una cuestión prescindible a la hora de pronunciarse acerca de la relevancia jurídico
penal del documento. A esa conclusión llegó el Tribunal mediante la ponderación de
una serie de indicios debidamente articulados y cuya congruencia lógica ya ha sido
puesta de manifiestosupra.
Procede la desestimación del motivo(art. 885.1 LECrim).
33 .- El motivo quinto denuncia(arts. 5.4 de la LOPJ y 852de la
LECrim), infracción del principio de legalidad(art. 25 CE), del derecho a la tutela
judicial efectiva(art. 24.1 CE) y del derecho a la defensa y a la utilización de los medios
de prueba pertinentes(art. 24.2 CE).
El sobreseimiento libre de la causa 3802/03 no se tomó, como
erróneamente proclama el recurrente, como si se tratase de una sentencia firme. Esa
resolución se limitó a colmar la condición objetiva de perseguibilidad que establece
elart. 456.2 del CP. No determinó -conceptualmente no puede hacerlo- una condena
anticipada de los recurrentes. La resolución de cierre dictada en aquel marco procesal
circunscribía sus efectos procesales al ámbito que le era propio. De una parte,
descartaba la denunciada comisión de un delito de falso testimonio por parte de Abilio
y Justiniano . De otra, ofrecía el presupuesto de procedibilidad exigido por aquel
precepto. En aquellas diligencias, en fin, no estaba en cuestión la culpabilidad de los
que luego han sido reputado autores de un delito de acusación o denuncia falsa. La
responsabilidad penal de Juan Francisco y Ángel Jesús no es el resultado de una
grosera interferencia funcional entre el Juez de instrucción y el órgano colegiado
llamado al enjuiciamiento o a resolver los recursos contra las resoluciones
interlocutorias. Antes al contrario, es el desenlace de la valoración probatoria llevada a
cabo por el Tribunala quo,verificada en un proceso en el que las posibilidades de
alegación y prueba -sólo prueba pertinente- fueron escrupulosamente respetadas a las
partes.
Acaso convenga añadir que cuando la defensa reivindica -con cita
de losarts. 637 y concordantes de la LECrim- la exclusiva competencia del Juez de
instrucción para resolver y decidir sobre el auto de sobreseimiento, se aparta del
esquema procesal originario de nuestro modelo de enjuiciamiento. De hecho, en el
procedimiento ordinario por delitos más graves, la competencia funcional del Juez de
instrucción se agota dictando el auto de conclusión del sumario(art. 622 LECrim). Las
partes son emplazadas ante la Audiencia respectiva(art. 623 LECrim) y es el Secretario
el que da traslado para que las acusaciones y la defensa puedan pronunciarse
"...respecto a la apertura del juicio oral o el sobreseimiento de cualquier clase".(art.
627 LECrim). Y es la Audiencia Provincial la que "...si fuera confirmado el auto
declarando terminado el sumario, (...) resolverá, dentro del tercer día respecto a la
solicitud del juicio oral o de sobreseimiento".
Es cierto que la regulación de la fase intermedia en el
procedimiento abreviado se ajusta a un criterio diferenciado, según algunos, más
respetuoso con las exigencias del principio acusatorio. Es ante el Juez de instrucción
ante quien se desarrolla la fase intermedia o juicio de acusación. Y a él incumbe
decretar el sobreseimiento(art. 779.1.1 LECrim). Pero ninguna invasión funcional se
produce cuando la Audiencia Provincial, por la vía de la resolución de un recurso de
apelación contra la denegación del auto de sobreseimiento, se pronuncia con plena
jurisdicción sobre la procedencia de una resolución de cierre de esa fase intermedia. El
carácter recurrible de esa negativa(art. 766 LECrim) y la propia naturaleza ordinaria y
devolutiva del recurso de apelación explican la corrección del criterio de laSentencia de
10 julio 1997.
La doctrina de esta Sala citada por el recurrente en apoyo de su
tesis -fundamentalmente laAudiencia Provincial de Madrid cuando, atendiendo un
recurso de apelación, acordó el sobreseimiento de las DP 3802/03-, además de
referirse al régimen jurídico previgente del procedimiento abreviado, en el que el
sistema impugnativo se enriquecía con un recurso de queja, no aborda un supuesto
similar al que nos ocupa, sino que se centra en el estudio de los límites funcionales de
las Audiencia Provinciales o, en su caso, del Tribunal Superior de Justicia a la hora de
resolver un recurso de queja, en un procedimiento en el que el Juez de instrucción ya
ha tomado la determinación de incoar procedimiento abreviado y ha dado traslado a
las partes para formular acusación.
Por las
motivo(art. 885.1 LECrim).
razones
expuestas,
procede
la
desestimación
del
34 .- El sexto de los motivos, por infracción de precepto
constitucional, denuncia, con fundamento en losarts. 5.4 de la LOPJ y 852de la LECrim,
vulneración del derecho al juez ordinario predeterminado por laley (art. 24.2CE).
El recurrente extracta su motivo alegando la posible falta de
competencia del Juzgado de instrucción núm. 11 de Madrid porque la competencia
objetiva para la instrucción de la causa núm 38/2005 correspondería alSTS 20/1999,
22 de enero, habría formado un prejuicio que debió mover al Juez a abstenerse de
instruir las nuevas diligencias deducidas de las anteriores. Finalmente, porque el
sobreseimiento libre acordado por la Sección Decimoquinta de la Audiencia Provincial
de Madrid, en contra del criterio del instructor, habría incurrido en nulidad absoluta del
acto, por ser contrario a derecho y contravenir la doctrina de esta Sala en la materia.
El motivo no puede prosperar.
Respecto de la última batería argumental -la nulidad del auto de
sobreseimiento dictado por la Audiencia Provincial- ya nos hemos pronunciado en el
fundamento jurídico precedente. A lo expuesto nos remitimos.
En relación con la supuesta falta de competencia objetiva para la
instrucción de la causa 38/2005, que habría correspondido al Juzgado de Collado
Villalba, tampoco las alegaciones del recurrente son atendibles. Tratándose de la
determinación de qué Juzgado de instrucción debió instruir la causa, lo que puede
estar en juego no es la competencia objetiva, sino la competencia territorial.
Funcionalmente tanto el Juzgado de instrucción de Collado Villalba como el de Madrid
tenían la competencia precisa para la averiguación del hecho denunciado. Además,
pese a las alegaciones del recurrente, la competencia territorial correspondía a los
Juzgados de instrucción de Madrid, por ser en este partido judicial donde se cometió el
delito de acusación o denuncia falsa, pues fue en la Fiscalía General del Estado -con
sede en la capital- el lugar en el que se efectuó la imputación de hechos
inveraces(arts. 14.2 y 15 LECrim). Y es este lugar al que hay que atender para
determinar la competencia territorial, sin necesidad de ponderar fueros subsidiarios
que sólo entrarían en juego en el caso en que se desconociera el lugar de comisión. Así
lo ha proclamado esta misma Sala, en relación con el delito de acusación y denuncia
falsa, en el Juzgado de instrucción de Collado Villalba. También porque, habiendo
instruido la causa 3802/03.
Incluso, para el caso en que se quisiera resolver la cuestión de
competencia atendiendo a la conexidad existente entre los delitos de falsedad,
acusación y denuncia falsa y estafa procesal, no cabe duda que el criterio proclamado
en elart. 18.1 de la LECrim, con arreglo al cual el Juez competente será el del
"...territorio en que se haya cometido el delito a que está señalada pena mayor",nos
conduciría de nuevo a los Juzgados de instrucción de Madrid. El lugar de aparición de
la carta apócrifa no tendría virtualidad para rectificar la corrección del criterio que
atribuyó la competencia al lugar en el que se imputó falsamente un delito o en el que
se intentó engañar al Tribunal Supremo, conductas más gravemente penadas que la
acción falsaria por la que se ha condenado a los recurrentes.
Sea como fuere, como ya apuntábamos en laATS 22 de junio de
2001, recaído en la cuestión de competencia 4090/2000- con cita de laSTS 435/2008,
27 de junio- el Tribunal Constitucional, viene recordando que las cuestiones de
competencia reconducibles al ámbito de la interpretación y aplicación de las normas
reguladoras de dicha competencia entre órganos de la jurisdicción ordinaria no rebasan
el plano de la legalidad careciendo por tanto de relevancia constitucional (STS
1377/2001, 11 de julio,SSTC 43/1984, de 26 de marzo,8/1998, de 13 de
eneroy93/1998, de 4 de mayo, entre otras). El derecho al Juez predeterminado por la
ley únicamente puede quedar en entredicho cuando un asunto se sustraiga indebida o
injustificadamente al órgano al que la Ley lo atribuye para su conocimiento,
manipulando el texto de las reglas de distribución de competencias con manifiesta
arbitrariedad, como señala la35/2000, 14 de febrero, recogiendo lo ya expresado en
elSTC 35/2000, 14 de febrero.
Igual suerte desestimatoria ha de correr la alegación referida a la
supuesta falta de imparcialidad del Magistrado titular del Juzgado de instrucción núm.
11 de Madrid. No se argumenta en el desarrollo del motivo por qué la imparcialidad
habría quedado afectada. Y es evidente que la investigación de un posible delito de
falso testimonio imputado a dos personas determinadas, en modo alguno inhabilita
para la instrucción posterior de un delito de falsedad en documento privado, acusación
y denuncia falsa y estafa procesal, atribuidos a otras personas distintas de las
anteriores. La alegada pérdida de la imparcialidad supone una interpretación
desbordada del significado constitucional del principio acusatorio y del derecho al juez
imparcial. Ambas investigaciones carecían de puntos de convergencia con capacidad
contaminante, desde la perspectiva de la necesaria imparcialidad. Investigaban delitos
distintos y tenían como imputados a sujetos diferentes. En definitiva, el contacto con
las DP 3802/03 no inhabilitaba al Juez de instrucción para la investigación de los
hechos que están en el origen de las presentes diligencias.
Las quejas respecto de la posible parcialidad de la Sección
Decimoquinta, que acordó el sobreseimiento libre de las ya citadas DP 3802/03,
también rebasan el objeto del presente recurso, que tiene relación con laATC
262/1994, 3 de octubreque pueda extenderse artificialmente a resoluciones que nada
tienen que ver con nuestro ámbito de conocimiento, tal y como ha quedado definido en
los términos del presente recurso de casación.
El motivo, por tanto, ha de ser desestimado(art. 885.1 LECrim).
35 .- El motivo séptimo sirve también de vehículo formal para
sostener la infracción de preceptos constitucionales, a saber, el derecho a la tutela
judicial efectiva delart. 24.1 de la CE, derecho a la libertad personal delart. 17.1, el
principio de legalidad delart. 25y los principios de seguridad jurídica y proscripción de
la arbitrariedad, proclamados en elart. 9.3 del mismo texto constitucional.
Se aduce que la sentencia cuestionada no ha valorado con arreglo
a la prudencia y al canon reforzado que impone el derecho a la tutela judicial efectiva
cuando se relaciona con derechos fundamentales, los documentos no originales
admitidos como prueba de cargo válida y suficiente.
Del mismo modo que el recurrente se remite, en el desarrollo del
motivo, a aspectos ya abordados en anteriores ordinales, la Sala hace lo propio a la
hora de justificar la ausencia de cualquier quiebra del derecho a la tutela judicial
efectiva, desde la perspectiva de la motivación razonable, así como el valor de los
documentos no originales cuando son aportados como prueba en el proceso penal (cfr.
FJ 29).
36 .- El octavo motivo, con respaldo delart. 849.1 de la LECrim,
atribuye a la sentencia recurrida un error de derecho, infracción de ley, aplicación
indebida delart. 395 del CP, en relación con elart. 390.1.2del mismo cuerpo legal.
Estima la defensa que tratándose de una falsedad burda la carta
fechada el día 2 de octubre de 2000, carecería de la idoneidad precisa para integrar el
delito falsario.
El motivo no puede ser acogido por la Sala.
El desarrollo del motivo no respeta el hecho probado, situándose
así en la causa de inadmisión prevista en elart. 884.3 de la LECrim, que actuaría ahora
como causa de desestimación. En él puede leerse que tanto Luisa como los hermanos
Ángel Jesús Juan Francisco conocían "...que ese documento no era auténtico, y que
había sido realizado a los fines de su presentación puesto que habían acordado el pago
de una importante prestación económica a la persona que les había facilitado el
documento en blanco con la firma de Abilio en el que habían insertado ellos mismos, o
bien otra persona por encargo suyo, el encabezamiento y texto que les posibilitaría la
formulación de la denuncia".
Como ya hemos razonado en otros pasajes de esta resolución, el
que el juicio histórico afirme que la carta no era verdadera y que Luis Pablo y Luis
Antonio lo advirtieron en ese momento "...tanto por la forma como por el contenido de
la supuesta carta",no autoriza a entender que esa alteración de la verdad podía ser por
todos aprehendida. La Audiencia Provincial proclama ese conocimiento sólo para las
personas que conocían con anterioridad al firmante y destinatario de la misiva y que,
además, eran sabedores de las circunstancias que habían rodeado la venta de las
acciones de Urbanor.
Fuera de ese círculo de personas con un conocimiento
extraprocesal de los hechos aludidos en el documento manipulado, éste reunía todas
las características precisas para producir error en otros, exigiendo -como exigió- la
práctica de dos dictámenes periciales para concluir su mendacidad.
La cita interesada de fragmentos de la fundamentación jurídica
de la sentencia -no del juicio histórico- no otorga mayor poder de convicción a los
argumentos del recurrente. El motivo, por tanto, ha de ser desestimado(arts. 884.3 y
4 y 885.1LECrim).
37 .- El motivo noveno entiende aplicado indebidamente elart.
456 del CP, atribuyendo a la sentencia recurrida una infracción deley (art.
849.1LECrim).
El mismo argumento sobre el que gira el motivo precedente -el
carácter burdo del documento aportado con la denuncia formulada por Luisa -, sirve
ahora a la defensa para reiterar la indebida aplicación y consiguiente condena con
fundamento en elart. 456 del CP.
Las razones expuestassuprapara justificar la desestimación del
octavo motivo, permiten rechazar la viabilidad de la impugnación, remitiéndonos a lo
ya razonado, con la consiguiente desestimación(arts. 884.3 y 4 y 885.1LECrim).
38 .- El décimo motivo, con idéntica cobertura, denuncia
infracción deley, aplicación indebida de los arts. 248, 250.1 y 2º, en relación con
losarts. 16 y 62, todos ellos del CP.
El error en el juicio de subsunción se habría producido por el
hecho de considerar que la presentación de una carta, burdamente manipulada, podría
ser idónea para engañar al Tribunal Supremo. No concurriría, por tanto, en requisito
delengaño bastante, tantas veces requerido por la jurisprudencia de esta Sala.
El motivo no puede prosperar. Lo impide cuanto ya se ha
argumentado sobre el sentido de ese fragmento del juicio histórico, referido al
conocimiento de la falsedad por parte de algunos de los protagonistas del episodio
vinculado a la venta de las acciones de Urbanor. También se opone a ello el
razonamiento hecho valer en el FJ 15 sobre la suficiencia del engaño intentado ante el
Tribunal Supremo. A lo allí declarado hemos de remitirnos para justificar la
desestimación del presente motivo(arts. 884.3 y 4 y 885.1LECrim).
39 .- El motivo undécimo sostiene la indebida aplicación(art.
849.1 de la LECrim) delart. 77 del CPe inaplicación delart. 8.3del mismo texto punitivo.
La defensa expresa su criterio contrario a la consideración de los
hechos como constitutivos de distintos delitos - falsedad, acusación y denuncia falsa y
estafa procesal intentada-, entendiendo que habría existido un único delito -estafa
procesal- que absorbería por consunción a los otros dos tipos penales por los que se ha
formulado condena.
El motivo es inviable.
Al resolver el noveno de los motivos articulados por Luis Antonio ,
ya nos hemos pronunciado sobre la compatibilidad entre las figuras penales que el
ahora recurrente considera susceptibles de resolverse conforme al principio de
consunción. Todo lo allí razonado es ahora aplicable por remisión (cfr. FJ 15, apartado
D).
Baste ahora señalar, frente a lo que propugna la defensa, que el
concurso aparente de normas implica, por definición, una unidad valorativa frente al
hecho cometido, de suerte que la aplicación de uno solo de los tipos que convergen en
la definición del concurso, es más que suficiente para agotar todo el desvalor
jurídico-penal que puede predicarse de la infracción. Forma, pues, parte de su
fundamento la suficiencia de uno de los preceptos para la correcta y plena valoración
jurídico-penal de la conducta. De no acoger las normas concebidas por el legislador
para la solución de esos casos de colisión de preceptos penales, se correría el riesgo de
incurrir en una doble incriminación del hecho, con la consiguiente quiebra del principio
de proporcionalidad. Nada de ello acontece en el presente supuesto, en el que existen
tres conductas claramente definidas, afectantes a bienes jurídicos diferenciados y con
sujetos pasivos también singularizados.
La Audiencia ha estimado que el delito de falsedad se halla en
concurso ideal-instrumental con el delito de acusación y denuncia falsa, al ser aquél
medio para cometer éste(art. 77.1 CP). De ahí que, no existiendo delito continuado y
concurriendo la agravante de precio, las referencias argumentales que la defensa hace
a losarts. 74 y 66.1.6 del CP, carezcan de valor suasorio a la hora de argumentar la
supuesta desproporción de la pena impuesta.
El motivo ha de ser desestimado(art. 885.1 LECrim).
40 .- El motivo duodécimo, con fundamento en elart. 849.1 de la
LECrim, denuncia indebida aplicación de la agravante de precio prevista en elart. 22.3
del CP.
Considera la defensa de ambos recurrentes que la errónea
aplicación de la agravante de precio, recompensa o promesa, se habría producido por
el hecho de que la estipulación 5ª del contrato suscrito con Luis Pablo y Luis Antonio ,
no condicionaba el pago a la realización de ninguna conducta ilícita. Además, al
haberse apreciado esa agravación en los delitos de falsedad y acusación y denuncia
falsa, se estaría valorando dos veces la misma agravante.
El motivo no puede prosperar.
Como sugiere el Fiscal, el hecho probado no describe, desde
luego, una actuación profesional. Los recurrentes actuaron movidos exclusivamente
por una oferta económica que se habían procurado y que resultó plasmada en aquel
contrato. El sustrato fáctico para la apreciación de la agravante está, por tanto, más
que justificado.
Por otra parte, el concurso medial permite imponer la pena del
delito más grave en su mitad superior si es más beneficioso para el acusado que penar
separadamente ambos delitos. En este caso, no resulta más beneficioso, como se
argumenta en el FJ 27 de la sentencia recurrida, por lo que a cada delito corresponde
su penalidad independiente. Habiéndose realizado las dos infracciones delictivas bajo el
impulso de la oferta económica procurada, la agravante concurre en ambos ilícitos.
El motivo se desestima por su falta de fundamento y por no
ajustarse al hecho probado(arts. 884.3 y 4 y 885.1LECrim).
41 .- El motivo decimotercero, articulado también con cita delart.
849.1 de la LECrim, denuncia aplicación indebida delart. 131 del CP.
Explica la defensa de ambos recurrentes que la fecha que aparece
en la carta apócrifa -2 de octubre de 2000- debería haber sido tenida como la fecha de
confección del documento. Esta conclusión, basada en la necesidad de interpretarpro
reola duda sobre la data del documento, determinaría la prescripción del delito de
falsedad en documento privado por el que aquéllos han sido condenados.
El motivo no puede ser acogido.
No existe tal duda en la determinación deldies a quoa los efectos
del cómputo de la prescripción. El juicio histórico se refiere a la data del documento en
los siguientes términos: "...el documento aparentaba ser una carta dirigida
supuestamente el 2 de octubre de 2000 por Abilio a Justiniano ".Esa fecha, por tanto,
no era sino una data convencional fijada con el fin de conferir veracidad a un
documento falso. De ahí que no sea ese el día de referencia para fijar la fecha de
comisión del delito, sino aquel en el que el documento fue efectivamente manipulado.
Y sobre este extremo también se pronuncia la Audiencia Provincial: "...en
cumplimiento de lo acordado, el día 9 de abril de 2003, Luisa presentó una denuncia
escrita ante la Fiscalía General del Estado (...) conociendo tanto Luisa como los
hermanos Juan Francisco Ángel Jesús que ese documento no era auténtico, y que
había sido realizado a los fines de su presentación puesto que habían acordado el pago
de una importante prestación económica a la persona que les había facilitado el
documento en blanco con la firma de Abilio en el que habían insertado ellos mismos, o
bien otra persona por encargo suyo, el encabezamiento y texto que les posibilitaría la
formulación de la denuncia".
El documento, por tanto, fue confeccionado en fechas próximas al
27 de marzo de 2003, día de la suscripción del contrato que quedó en depósito
notarial. La afirmación que hace la Audiencia en el último apartado del FJ 5, referida a
que probablemente en el momento del otorgamiento del contrato la alteración falsaria
todavía no se había producido, no hace sino reforzar la corrección del criterio del
Tribunala quo.
En consecuencia, la confección del documento nada tuvo que ver
con la fecha figurada que ambos recurrentes, en unión de Benigno , consideraron
oportuno fijar como referencia temporal del mensaje entre Abilio y Justiniano .
El
motivo
tiene
que
ser
desestimado(arts.
884.3
y
4
y
885.1LECrim).
42 .- El motivo decimocuarto, al amparo delart. 849.1 de la
LECrim, denuncia la falta de racionalidad de los hechos probados, al no describirse en
ellos la existencia de los elementos subjetivos de los delitos por los que se ha impuesto
condena.
Se argumenta que en el relato de hechos probados no existe
referencia a esos elementos subjetivos. La declaración de hechos probados pasa
directamente a formular juicios directos, sin inferencia previa alguna que permita
llegar al conocimiento del aspecto subjetivo de las conductas.
El motivo no puede prosperar.
Lo que la defensa denomina "prejuicios" que se habrían deslizado
en el juicio histórico no son tales. Se trata de hechos que hacen referencia a la actitud
anímica de los recurrentes. Como tal hay que entender la afirmación que hace el
Tribunal de instancia cuando proclama que "...aprovechando dicha circunstancia y con
la intención de obtener un beneficio ilícito económico, Luisa , quien a través de sus
investigaciones había tenido conocimiento de la posibilidad de obtener un documento
con la firma en la blanco...".Lo mismo puede decirse del pasaje en que se expresa que
"...conociendo tanto Luisa como los hermanos Ángel Jesús Juan Francisco que ese
documento no era auténtico...".
Cuando el órgano decisorio de instancia, después de valorar los
elementos objetivos, atribuye al acusado una determinada voluntad o conocimiento,
está proclamandoel querercomo verdadero hecho. De acuerdo con esta idea, afirmar
elanimusdel agente no encierra una proposición valorativa, sino simplemente asertiva,
mediante la que se afirma un hecho, metodología más acorde, por otra parte, con el
criterio más extendido de la dogmática a la hora de explicar la ubicación del dolo en la
estructura del delito, rechazando la tan histórica como artificiosa escisión entre los
elementos objetivos y subjetivos del delito.
El problema, al fin y al cabo, no es tanto de ubicación sistemática
de esos elementos subjetivos, sino de las posibilidades de su efectiva fiscalización
casacional. Y ya sea a través de la vía que ofrece elart. 849.1 de la LECrim, ya por la
exigencia constitucional de una motivación racional o del respeto a la presunción de
inocencia, el recurrente siempre tendrá a su alcance la posibilidad de una revisión de
esos hechos o, si se prefiere, juicios de inferencia.
En definitiva, no detectando esta Sala quiebra alguna en la
proclamación que hace el factum de la voluntad de ambos recurrentes y habiéndose
apoyado esa inferencia en prueba bastante y racionalmente valorada, procede la
desestimación del motivo(art. 885.1 LECrim).
43 .- El motivo decimoquinto, al amparo delart. 849.1 de la
LECrim, denuncia error de hecho en la apreciación de la prueba, derivado de
documentos que obran en la causa y demostrarían la equivocación del juzgador.
Los documentos que, a juicio de la defensa, demostrarían ese
error valorativo estarían constituidos por: a) la carta obrante al folio 8, dirigida por
Abilio a Justiniano ; b) los informes periciales referidos a la autenticidad de la citada
carta; c) las pruebas realizadas sobre los denominados papeles no originales aportados
por Luis Pablo , Bienvenido e Benigno ; d) el contrato de los folios 1080 y 1081, así
como las actas notariales de depósito del mencionado acuerdo; d) los burofaxes de los
folios 1026 y 1027, que revelarían que los recurrentes no estarían de acuerdo ni
tranquilos con la formalización del depósito.
El motivo no es viable.
La utilización de la vía descrita en elart. 849.2 de la LECrimexige
no apartarse del significado casacional asociado a este motivo. Precisamente por ello,
conviene recordar que la propia literalidad de aquel precepto condiciona el éxito del
recurso a que esos documentos "...no resulten contradichos por otros elementos
probatorios".Ello ha dado pie a la jurisprudencia de esta Sala a exigir, de modo
absolutamente uniforme, la autosuficiente probatoria de los documentos invocados o,
dicho en expresión más gráfica, la necesaria "autarquía probatoria".
Pues bien, en el presente caso, los documentos que se citan han
sido interpretados por el Tribunal de instancia a partir, no sólo de su contenido, sino de
numerosas declaraciones testificales y de, al menos, dos dictámenes periciales
procedentes de centros públicos oficiales que han sido valorados de forma congruente.
El presente motivo no autoriza a sugerir al órgano casacional que acepte la
interpretación de los documentos en los términos que propugna la defensa. De ahí que
el esfuerzo argumental orientado en esa dirección resulte de antemano estéril.
La jurisprudencia del Tribunal Supremo -como recordábamos en
la sentencia núm. 101/09, dictada por la Sección Séptima de la Audiencia Provincial,
sin- no deja a este respecto margen alguno para la duda. El documento ha de poner de
manifiesto el error en algún dato o elemento fáctico o material por su propio poder
demostrativo directo. Ese dato o elemento no puede estar contradicho por cualquier
otro elemento probatorio que haya sopesado el tribunal. Además, ese dato
contradictorio, acreditado documentalmente, ha de ser relevante para modificar alguno
de los pronunciamientos del fallo. La autosuficiencia probatoria tiene que traducirse en
que el documento, por sí solo, ha de proyectar su intrínseco significado jurídico frente
a todos, sin necesidad de otros medios probatorios. Dicho en palabras de laSTS
1023/2007, 30 de noviembre, resulta indispensable que los documentos contengan
particulares, circunstancias o datos, que por sí mismos y sin necesidad de
complementación, interpretación o razonamientos colaterales, choquen frontalmente
con lo declarado probado, acreditando así indubitadamente la desviación que en la
apreciación de la prueba se denuncia.
Así, por ejemplo, respecto de los informes periciales, por la
defensa se destacan aspectos contradictorios entre ambos dictámenes. Sin embargo,
esas divergencias no fueron obviadas por el órgano decisorio, sino que fueron objeto
de valoración, obteniendo inferencias probatorias apoyadas en la práctica de la prueba
desarrollada durante el plenario. No se olvide, además, que la virtualidad casacional de
los informes periciales está subordinada a que exista un solo dictamen o varios
absolutamente coincidentes y no disponga la Audiencia de otras pruebas sobre los
mismos elementos fácticos y se estime el dictamen o dictámenes coincidentes como
base única de los hechos declarados probados, pero incorporándolos de un modo
incompleto, fragmentario, mutilado o contradictorio, de modo que se altere levemente
su sentido originario (cfr.STS 166/1995, 9 de febreroySSTS 434/2007, 16 de
mayo-con cita de la485/2007, 21 de mayo).
Por cuanto antecede, procede la desestimación del motivo(art.
885.1 LECrim).
44 .- El decimosexto motivo, al amparo delart. 850.3 de la
LECrim, denuncia quebrantamiento de forma, al no autorizar el Tribunal que el testigo
Felicisimo contestase a las preguntas que le fueron formuladas, que tendrían una
manifiesta influencia en la causa, habiéndose formulado la respetuosa protesta en el
acta del juicio oral.
Es cierto que la defensa cumplió con los requerimientos formales
exigidos por la jurisprudencia para la viabilidad del motivo. Sin embargo, desde la
perspectiva de su pertinencia, el rechazo de esas preguntas estuvo justificado. Sobre
la privilegiada posición de Felicisimo y la posibilidad de que el interrogatorio hubiera
sido aceptado, ya nos hemos expresado en el FJ 19 de esta misma resolución. Las
razones allí expuestas para desestimar el motivo formulado en el mismo sentido por
Luis Pablo , nos liberan ahora de argumentos complementarios para acordar el mismo
desenlace(art. 885.1 LECrim).
45 .- El motivo decimoséptimo denuncia quebrantamiento de
forma, al no expresar la sentencia clara y terminantemente los hechos considerados
probados(art. 851.1 LECrim).
La defensa reprocha a la sentencia de instancia que no precisa
quién, cómo, dónde o cuándo pudieron obtener los hermanos Juan Francisco Ángel
Jesús la firma en blanco de Abilio . Además, la sentencia acogería expresiones
dubitativas perjudiciales para los recurrentes.
El motivo ha de ser rechazado.
El vicio procesal que se denuncia debe apreciarse, según notoria
jurisprudencia de este Tribunal, cuando el Juez o Tribunal haya utilizado, para describir
los hechos que se declaren probados, términos, frases o expresiones ininteligibles,
ambiguas u oscuras, de tal modo que resulte imposible conocer exactamente lo
ocurrido, objeto de enjuiciamiento, y, por ende, no sea posible llevar a cabo la
calificación jurídica de los hechos sometidos a la decisión del órgano jurisdiccional;
constituyendo también un requisito necesario para la estimación del motivo que la
parte recurrente concrete, específicamente, la frase o frases que se estimen faltas de
claridad (cfr.STS 601/2003, 25 de abril,SSTS 339/2010, 9 de abril,795/2007, 3 de
octubre, con cita de la850/2007, 18 de octubre).
La defensa altera el significado casacional del motivo formalizado,
valiéndose del mismo para reiterar el discurso referido a la falta de pruebas. No se
pueden calificar de dubitativas aquellas expresiones que la Audiencia Provincial
proclama sin asomo de duda, incluyéndolas en el hecho probado y razonando después
el proceso inferencial que ha llevado a esa afirmación. Lo que es dudoso para el
recurrente no tiene por qué serlo para el Tribunala quo.
Por otra parte, mal se entiende que la falta de determinación del
quién, dónde, cómo o cuándo de la obtención de un documento, pueda afectar a la
estructura lógica del razonamiento que ha llevado a la proclamación del factum. La
coherencia del juicio de tipicidad no puede hacerse depender del que la investigación
haya podido determinar la fecha, el origen o el procedimiento hecho valer para el logro
del documento falso.
El motivo ha de ser desestimado por su falta de fundamento(art.
885.1 LECrim).
46 .- El motivo decimoctavo, al amparo delart. 851.1 de la
LECrim, se formaliza por quebrantamiento de forma, manifiesta contradicción entre los
hechos declarados probados.
La defensa analiza lo que, su juicio constituyen contradicciones
internas del juicio histórico que dificultarían de forma irreparable el juicio de
subsunción. Ya anticipamos que ninguna de las contradicciones denunciadas tiene el
carácter que se le atribuye.
Para que exista el quebrantamiento de forma consistente en la
contradicción entre los hechos probados, es necesario que se den las siguientes
condiciones: a) que la contradicción sea interna, esto es, que se dé entre los pasajes
del hecho probado, pero no entre éstos y los fundamentos jurídicos; b) que sea
gramatical, es decir, que no sea una contradicción deducida a través de una
argumentación de carácter conceptual ajena al propio contenido de las expresiones
obrantes en el relato fáctico, sino que se trate de contradicción "in términis" de modo
que el choque de las diversas expresiones origine un vacío que arrastre la
incongruencia del fallo, porque la afirmación de una implique la negación de la otra; c)
que sea manifiesta e insubsanable en cuanto oposición antitética y de imposible
coexistencia simultánea y armonización, ni siquiera con la integración de otros pasajes
del relato y d) que sea esencial y causal respecto del fallo (cfr.STS 578/2003, 14 de
abril,SSTS 999/2007, 26 de noviembre,168/1999, de 12 de febreroy570/2002, de 27
de marzo).
Conviene insistir, por tanto, en que no es posible la apreciación
del motivo sin que concurra el requisito estructural que le da vida, esto es, que la
contradicción anide en el relato de hechos probados. Cuando para argumentar la
existencia de ese vicioin iudicandola defensa ha de recurrir a un juicio referencial, que
ponga en relación el factum con la fundamentación jurídica, la justificación del motivo
se aparta del significado procesal que le es propio. Y esta exigencia no es caprichosa,
ni rinde culto a una concepción formalista sin encaje en nuestro sistema constitucional.
Lo que tiende a evitar elart. 851.1 de la LECrim, cuando califica como quebrantamiento
de forma la existencia de una contradicción en los hechos probados, no es otra cosa
que la verificación de un juicio de tipicidad sobre una base fáctica agrietada por sus
propia incoherencia, sobre una descripción de los elementos del tipo en la que haya
espacio para el contrasentido o la confusión. Los elementos fácticos sobre los que se
construye el tipo han de estar descrito con precisión, de forma coherente, cerrada, sin
divagaciones ni contrasentidos.
Esa metodología referencial se aprecia en las supuestas
contradicciones que el recurrente ofrece a esta Sala y que aludirían al conocimiento de
la falsedad de la carta adjuntada con la denuncia presentada ante la Fiscalía General
del estado, a las dudas sobre la fecha de esa misma carta, a la posibilidad de
reconocimiento del firmante, a las supuestas dudas sobre las fotocomposiciones
incorporadas a la causa, al contrato suscrito por las partes para la retribución del
documento, a la existencia de firmas en blanco y, en fin, a lo que la defensa
denomina"otras contradicciones relevantes".
El motivo no se ajusta a su significado impugnatorio y procede,
en consecuencia, su desestimación(arts. 884.4 y 885.1 LECrim).
47 .- El motivo decimonoveno también invoca quebrantamiento
de forma, con cita delart. 851.1 de la LECrim, al estimar que la sentencia proclama
como hechos probados conceptos que, por su carácter jurídico, implican
predeterminación del fallo.
Entiende la defensa que la expresión "documento con la firma en
blanco"empleada por la sentencia recurrida para declarar el carácter falso de la
controvertida carta incorporada al folio 8 de la causa, implica un juicio valorativo que
no debería haberse incluido en la premisa menor del silogismo judicial de subsunción
de los hechos.
El motivo no puede ser atendido.
Conviene recordar el criterio de esta Sala en relación con el
defecto procesal denunciado. Como ya hemos sostenido en las99/2005, 2 de
febreroySSTS 546/2007, 12 de junio, entre otras muchas, la predeterminación del
fallo, como vicio impugnable de cualquier sentencia penal, tiende a evitar que la
estructura lógica del razonamiento decisorio, sustituya lo descriptivo por lo valorativo.
Con su articulación se impone al órgano judicial la necesidad de una nítida separación
en el juicio histórico y el juicio jurídico. Mediante el primero, la sentencia ha de
limitarse a precisar si esos hechos que fueron objeto de acusación se dieron o no en el
pasado; a través del segundo, el tribunal ha de precisar si tales hechos superan o no el
juicio de tipicidad. Y ese orden metodológico actúa como presupuesto de validez del
proceso de apreciación valorativa que incumbe al órgano decisorio. Dicho en palabras
de la795/2007, 3 de octubre, si esta segunda operación, en lugar de partir del
resultado de la precedente la suplanta en alguna medida, o lo que es lo mismo, si la
valoración jurídica ocupa el lugar de la descripción, el proceso decisional se hace
tautológico o circular, y fácilmente arbitrario.
En el presente caso, la expresión utilizada por el legislador, en
modo alguna provoca el efecto de anticipación valorativa que late en este motivo de
impugnación. Esta expresión ni está contenida en el tipo penal, ni es propiamente
jurídica. Se trata de un epigrama puramente descriptivo y, además, necesario para el
ulterior juicio de calificación.
El motivo, por tanto, ha de ser desestimado(art. 884.4 y 885.1 y
2LECrim).
48 .- La desestimación del recurso conlleva la condena en costas,
en los términos establecidos en elart. 901 de la LECrim.
Fallo
Quedebemos declarar ydeclaramos NO HABER LUGAR al
recurso de casación, interpuesto por las respectivas representaciones legales de Abilio
, Alfredo , Alberto , Luis Antonio , Luis Pablo , Luisa , Juan Francisco y Ángel Jesús ,
contra lasentencia de esa misma Sala núm. 45/2001 de 24 de enero, en la causa
seguida por los delitos de falsedad, acusación y denuncia falsa y estafa procesal; y
condenamos a los recurrentes al pago de las costas causadas.
Comuníquese esta resolución a la Audiencia mencionada a los
efectos legales procedentes, con devolución de la causa que en su día remitió,
interesando acuse de recibo.
Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección
Legislativa lo pronunciamos, mandamos y firmamos
D. Joaquín Giménez García D. Julián Sánchez Melgar D. Francisco
Monterde Ferrer
D. Manuel Marchena Gómez D. Siro Francisco García Pérez
PUBLICACION .- Leida y publicada ha sido la anterior sentencia
por el Magistrado Ponente Excmo.Sr. D. Manuel Marchena Gómez, estando celebrando
audiencia pública en el día de su fecha la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo
que como Secretario certifico.
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