Elecciones a otros órganos de gobierno unipersonales y colegiados

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ELECCIONES A ÓRGANOS DE GOBIERNO UNIPERSONALES Y
COLEGIADOS DE LAS UNIVERSIDADES CON LA
MODIFICACIÓN DE LA LOU
Joaquín Gómez-Pantoja Cumplido
Director de la Asesoría Jurídica
de la Universidad de Castilla-La Mancha
Almagro, junio de 2007
1
I.- Introducción
Hablar, a estas alturas, de la elección de los órganos de gobierno de las
universidades, teniendo en cuenta la dilatada experiencia de las mismas en
estas lides, podría parecer una perogrullada sino fuera porque la Ley Orgánica
4/2007, de 12 de abril, por la que se modifica la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de
diciembre, de Universidades, ha introducido variantes dignas de ser tenidas en
cuenta, en unos casos para evitar interpretaciones poco lógicas y en otros
porque las universidades van a tener que replantearse sus actuales sistemas
de elección para cumplir con el mandato que impone la ley en cuanto a la
presencia equilibrada entre mujeres y hombres en sus órganos colegiados.
Aspecto éste en el que, como veremos, deberá ser tenida en cuenta, además,
la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y
hombres.
Así pues, examinaremos en este trabajo, de una parte, las modificaciones más
importantes que se han producido, en la regulación de los órganos de gobierno
universitarios, y de otra parte, la incidencia que en el sistema electoral
universitario pudiera tener el mandato legal de procurar una presencia
equilibrada entre mujeres y hombres en los órganos de gobierno colegiados de
las universidades. Como es lógico, obviaremos cualquier referencia a la
elección del Rector, al ser objeto de una ponencia específica.
II.- Órganos de gobierno y representación de las Universidades públicas.
La Ley de modificación de la LOU mantiene los mismos órganos de gobierno y
representación de las universidades públicas, excepto la Junta Consultiva, que
desaparece. Además, deja sin contenido el apartado 4 del artículo 20 de la
LOU que se refería al Consejo de Dirección, como órgano de asistencia al
Rector. En definitiva, desaparecen dos órganos que carecían de tradición en la
universidad española, volviéndose al sistema anterior a la LOU en este
aspecto, pues mientras que el resto de órganos ya se contemplaban en la
derogada Ley de Reforma Universitaria, con el único cambio de la
denominación de la Junta de Gobierno por Consejo de Gobierno, tanto la Junta
Consultiva como el Consejo de Dirección surgen con la LOU. Se refuerza con
ello, desde mi punto de vista, la autoridad del Rector, que con dichos órganos,
uno de asesoramiento y otro de asistencia, venían a imponer a la máxima
autoridad académica y representativa de la universidad la necesidad de contar
con dichos órganos desde el momento en que se les daba carta de naturaleza
legal a su existencia, máxime si algún Estatuto universitario imponía al Rector
la necesidad de consulta previa con dichos órganos, o al menos con la Junta
Consultiva.
Teniendo en cuenta que el objeto de esta ponencia es la elección de órganos
de gobierno universitarios, vamos a examinar las principales diferencias que se
han producido, fruto de la modificación de la LOU, obviando la referencia a
2
aquellos órganos que no son electivos. Y en primer lugar, analizaremos las
principales novedades que introduce la Ley Orgánica que modifica la LOU en
los aspectos que deberán ser tenidos en cuenta a la hora de adaptar los
estatutos a la nueva Ley, y posteriormente analizaremos, en una visión de
conjunto, la problemática que puede plantear en los procesos electorales
universitarios el mantenimiento en los órganos colegiados de una presencia
equilibrada entre mujeres y hombres.
1.- Órganos unipersonales electivos: principales novedades como
consecuencia de la modificación de la LOU.
a) La elección de Decanos de Facultad y de Directores de Escuelas.
En la regulación de los cargos de Decanos de Facultades y Directores de
Escuelas, si comparamos, en lo que aquí nos interesa, el texto original del
artículo 24 de la LOU con el que resulta de la modificación, observamos lo
siguiente:
TEXTO ANTERIOR
NUEVO TEXTO
Los Decanos de Facultad y Directores de
Escuela ostentan la representación de sus
centros y ejercen las funciones de dirección
y gestión ordinaria de los mismos. Serán
elegidos, en los términos establecidos por
los Estatutos, entre profesores doctores
pertenecientes a los cuerpos docentes
universitarios adscritos al respectivo
centro.
Los Decanos y Decanas de Facultad y
Directores y Directoras de Escuela ostentan
la representación de sus centros y ejercen las
funciones de dirección y gestión ordinaria de
éstos. Serán elegidos, en los términos
establecidos por los estatutos, entre los
profesores y profesoras con vinculación
permanente a la universidad.
Hemos destacado en cursiva y en negrita aquella parte de ambos textos que
sufre una modificación de mayor calado que el de la mera corrección de estilo
en la redacción.
Dichos órganos unipersonales no van a ser elegidos, en el futuro, solo entre los
profesores doctores funcionarios sino entre todos los profesores y profesoras
que tengan vinculación permanente a la universidad, sea esta vinculación de
tipo funcionarial o contractual laboral, lo que nos parece lógico.
Sin embargo, observamos una variación, en la comparación de ambos textos,
que nos parece importante, y que podría plantear serios problemas
interpretativos si los estatutos de cada universidad no especifican nada al
respecto. Nos referimos a la desaparición del texto de la frase “adscritos al
respectivo centro”. Surge, pues, con la actual redacción, la cuestión de si
podría ser elegido Decano o Director de un centro un profesor que no estuviese
adscrito al centro elector. En principio, y salvo que una norma de desarrollo del
precepto estableciese lo contrario, creemos que cabría tal posibilidad, pues la
ley no distingue y, en base al principio hermenéutico “donde la ley no distingue,
no debe el intérprete distinguir”, sería difícil mantener lo contrario. Por ello, con
3
el fin de evitar futuras interpretaciones sobre el tema, sería conveniente que los
estatutos de cada universidad exigieran como requisito para poder ser elegido
como Decano o Director la necesidad de la adscripción al centro respectivo.
La desaparición de la referida frase en el actual texto pudiera ser una simple
consecuencia de la corrección de estilo de la redacción anterior, a fin de evitar
reiteraciones, pues al remitirse el texto a lo que establezcan los estatutos en
cuanto a la regulación de la elección de estos órganos, parece que el legislador
ha querido que sean las propias universidades, en uso de su autonomía, las
que determinen los requisitos específicos que han de concurrir para poder ser
elegido Decano o Director de un centro universitario.
Ahora bien, visto desde otra óptica, la actual redacción deja abierta la puerta
para nombrar o elegir Decanos y Directores de centros de nueva creación, sin
tener que acudir a la tradicional figura del Decano o Director “comisario” que se
venía utilizando para estos casos.
En cualquier caso, parece que éste será uno de los aspectos que deberán
tenerse en cuenta en el momento de adaptar los estatutos de las universidades
a la nueva ley.
b) La elección de Directores de Departamento.
Si comparamos, en lo que aquí nos interesa, el texto original del artículo 25 de
la LOU con el que resulta de la modificación, observamos lo siguiente:
TEXTO ANTERIOR
NUEVO TEXTO
Los Directores de Departamento ostentan la
representación de éste y ejercen las
funciones de dirección y gestión ordinaria
del mismo. Serán elegidos por el Consejo de
Departamento en los términos establecidos
por los Estatutos, entre profesores
doctores pertenecientes a los cuerpos
docentes universitarios miembros del
mismo.
En su defecto, en los Departamentos
constituidos
sobre
las
áreas
de
conocimiento a que se refiere el apartado
3 de los artículos 58 y 59, podrán ser
Directores funcionarios de los cuerpos
docentes universitarios no doctores o
profesores contratados doctores.
Los Directores y Directoras de Departamento
ostentan la representación de éste y ejercen
las funciones de dirección y gestión ordinaria
del mismo. Serán elegidos por el Consejo de
Departamento en los términos establecidos
por los estatutos, entre los profesores y
profesoras doctores con vinculación
permanente a la universidad.
DESAPARECE EL SEGUNDO PÁRRAFO.
Vale aquí lo dicho anteriormente respecto de la elección de los Decanos de
Facultad y Directores de Escuela, pues los miembros elegibles cambian en la
misma forma que en el caso de los Decanos y lo único que llama aquí también
la atención es la desaparición de la exigencia de que para ser Director del
4
Departamento se debe ser miembro del mismo. Aunque la lógica parece
indicar, quizá con más fundamento en este caso que en el de los Decanos, que
para ser Director de un Departamento debe pertenecerse al mismo, no estaría
de más que tal requisito se exigiera en los estatutos. Ello evitará, sin duda,
posibles intentos de forzar la interpretación de la norma en un sentido
permisivo a la presentación de candidaturas de doctores que no pertenezcan al
Departamento elector.
La desaparición del segundo párrafo del artículo 25 del texto anterior de la LOU
es consecuencia, de una parte, de la desaparición de los cuerpos de
profesores titulares de escuelas universitarias y de catedráticos de escuelas
universitarias, y de otra de la ampliación de los profesores susceptibles de ser
elegidos, al incluirse ahora a todos los doctores con vinculación permanente a
la universidad y no solo a los doctores funcionarios.
2.- Órganos colegiados: principales novedades como consecuencia de la
modificación de la LOU.
Puesto que el Consejo Social no es un órgano cuyos miembros hayan de ser
elegidos por la comunidad universitaria, a excepción de los tres miembros
elegidos por el Consejo de Gobierno de entre sus miembros, analizaremos las
novedades que se han introducido en la LOU como consecuencia de su
modificación en los restantes órganos colegiados de las universidades.
a) El Consejo de Gobierno
Si comparamos el texto original del apartado 2 del artículo 15 de la LOU con el
que resulta de la modificación, observamos lo siguiente:
TEXTO ANTERIOR
NUEVO TEXTO
El Consejo de Gobierno estará constituido
por el Rector, que lo presidirá, el Secretario
general y el Gerente, y un máximo de
cincuenta miembros de la propia comunidad
universitaria. De éstos, el 30 por ciento
será designado por el Rector; el 40 por
ciento elegido por el Claustro, de entre
sus miembros, reflejando la composición
de los distintos sectores del mismo, y el
30 por ciento restante elegido o
designado de entre Decanos de Facultad,
Directores de Escuela y Directores de
Departamento e Institutos Universitarios
de Investigación, según establezcan los
Estatutos. Además, serán miembros del
Consejo de Gobierno, tres miembros del
Consejo Social, no pertenecientes a la
propia comunidad universitaria.
El Consejo de Gobierno estará constituido por
el Rector, que lo presidirá, el Secretario
General y el Gerente, y por un máximo de
cincuenta miembros. Del mismo formarán
parte
los
Vicerrectores,
una
representación
de
la
comunidad
universitaria, reflejando la composición de
los distintos sectores en el Claustro, y una
representación de Decanos y Directores,
según establezcan los Estatutos. Además,
cuando así lo determinen los Estatutos,
podrán ser miembros del Consejo de
Gobierno hasta un máximo de tres miembros
del Consejo Social, no pertenecientes a la
propia comunidad universitaria.
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A efectos de la elección de los miembros que compondrán el Consejo de
Gobierno, habrá que regular, en primer lugar, cómo se va a realizar la elección
de los miembros por el Claustro y, en segundo lugar, cómo se va a determinar
la representación de Decanos y Directores, debiendo tenerse en cuenta que en
este caso podría optarse por otros sistemas que no fueran el de elección,
dejando la ley que sean los estatutos de la Universidad los que determinen si
dicha representación va a ser consecuencia de una elección o de una
designación, pues al no establecerse que los Decanos y Directores hayan de
ser electos, cabe la posibilidad de la designación, bien por el propio Claustro,
bien por el conjunto de Decanos y Directores o incluso por el Rector.
Entendemos, sin embargo, que no cabría una elección o designación por el
Consejo de Gobierno, ya que para que éste se constituya es preciso que
previamente se conozca quienes van a representar a los Decanos y Directores.
En cualquier caso, opinamos que cuando la ley habla de Decanos y Directores
deben considerarse incluidos en dicho colectivo a los Directores de
Departamento y de Institutos Universitarios de Investigación, pues carecería de
sentido que éstos quedasen sin posibilidad de representación en el Consejo de
Gobierno.
Teniendo en cuenta que, en la redacción anterior del precepto, el Rector
designaba a un 30% de los miembros del Consejo de Gobierno, lo que
equivalía a que dicho órgano “era del Rector” en un 30%1, con la nueva
redacción parece democratizarse más el órgano colegiado, al quitar al Rector
esa facultad de designación. Sin embargo, conviene tener en cuenta que, a
diferencia de lo que ocurría en el texto anterior de la LOU, los Vicerrectores
forman ahora parte del Consejo de Gobierno, y considerando que a éstos los
nombra el Rector podría decirse que lo que se le quita por un lado se le otorga
por otro y, en definitiva, esa democratización resulta más ficticia que real, pues
si antes, entre los miembros designados por el Rector se podía incluir a alguno
o a todos los Vicerrectores junto a otros miembros de la comunidad
universitaria, pudiendo figurar entre estos últimos algún designado de
tendencias díscolas que, en un momento determinado, o siempre, no estuviera
de acuerdo con el Rector y votara en contra de las propuestas de éste, ahora
resulta difícil imaginar que alguno de los Vicerrectores se oponga, en Consejo
de Gobierno, a dichas propuestas.
De otra parte, deberá tenerse en cuenta que al pasar los Vicerrectores a ser a
ser miembros del Consejo de Gobierno, pudieran mermar los porcentajes de
representación del resto de los sectores, ya que, tal y como está redactado el
precepto, el Consejo de Gobierno tendrá un máximo de 50 miembros, más el
Rector, el Secretario General y el Gerente y, cuando así lo determinen los
Estatutos, hasta un máximo de tres miembros del Consejo Social, no
pertenecientes a la propia comunidad universitaria. Efectivamente, dice
textualmente el artículo que comentamos que “el Consejo de Gobierno estará
constituido por el Rector, que lo presidirá, el Secretario General y el Gerente, y
1
DEL VALLE PASCUAL, JUAN MANUEL y DE CORRAL BERNALDO DE QUIRÓS, FERNANDO, “Un Paseo por la
LOU”, Servicio de Publicaciones de la Universidad Pontificia de Comillas, Editorial “Sal térrea”, 2003, pág. 176.
6
por un máximo de cincuenta miembros” y que, “además, cuando así lo
determinen los Estatutos, podrán ser miembros del Consejo de Gobierno hasta
un máximo de tres miembros del Consejo Social”. Es decir, que el número
mínimo de miembros del Consejo de Gobierno será de 53 y el máximo de 56,
pues cuando el precepto dispone que “del mismo formarán parte los
Vicerrectores, una representación de la comunidad universitaria, reflejando la
composición de los distintos sectores en el Claustro, y una representación de
Decanos y Directores”, parece estar distinguiendo claramente entre miembros
natos (Rector, Secretario General y Gerente), no computables en el total de 50,
miembros nombrados o designados (los Vicerrectores y la representación de
Decanos y Directores si se opta por la no elección de éstos) y electos (los
elegidos por el Claustro de entre sus componentes), y miembros agregados
(los del Consejo Social, en su caso) no computables estos últimos, asimismo,
en el total de 50. No parece que pueda llegarse a otra interpretación, esto es, la
de considerar a los Vicerrectores como no computables entre los 50 miembros
del Consejo de Gobierno. Para ello, entendemos que la redacción debería
haber sido la siguiente: “el Consejo de Gobierno estará constituido por el
Rector, que lo presidirá, el Secretario General, el Gerente y los Vicerrectores, y
por un máximo de cincuenta miembros”. Si lo que se pretendía era esto, es
decir, que los Vicerrectores formasen parte del Consejo de Gobierno, pero no
mermaran el máximo de 50 miembros del órgano, se ha cometido un error de
redacción, que como veremos, puede complicar la redacción del artículo de los
estatutos que regule la composición del Consejo de Gobierno.
Por tanto, si se optase por la designación de los representantes de los Decanos
y Directores, y no por la elección de los mismos, el número de éstos
representantes sumado al número de Vicerrectores y restado del total de 50
nos dará el número de miembros elegibles por el Claustro, número que se va a
ver condicionado, en primer lugar, por el porcentaje de representación que
asignen los Estatutos a los Decanos y Directores y, en segundo lugar, por el
número de Vicerrectores que nombre el Rector. En definitiva, la representación
del Claustro podría llegar a ser inferior al 40% que se le reconocía en el texto
anterior de la LOU.
Así pues, deberá tenerse especial cuidado al redactar la composición del
Consejo de Gobierno en los estatutos, teniendo en cuenta que un porcentaje
de sus miembros lo van a copar los Vicerrectores. Es decir, vamos a necesitar
conocer “a priori” el número de Vicerrectores que podrá nombrar el Rector para
determinar el número de miembros que podrá elegir el Claustro y el número de
miembros que saldrá de la representación de los Decanos y Directores.
Y en el caso de que se decidiese limitar en los estatutos el número máximo de
Vicerrectores que podría nombrar el Rector, y éste decidiese nombrar un
número inferior ¿cómo se asignaría a los demás sectores el resto que resultase
como consecuencia de las vacantes dejadas de cubrir con Vicerrectores? Es
más, ¿podría variarse el número de miembros que se haya asignado a cada
sector sin modificar los estatutos previamente? Harto complicada se nos antoja
7
la tarea de tener que modificar los estatutos para poder constituir el Consejo de
Gobierno y, en consecuencia, habrá que hilar fino al redactar este precepto de
los estatutos.
b) El Claustro Universitario
La comparación del texto original del apartado 3 del artículo 16 de la LOU con
el que resulta de la modificación, arroja el siguiente resultado:
TEXTO ANTERIOR
NUEVO TEXTO
Los estatutos regularán la composición y
duración del mandato del Claustro, en el que
estarán representados los distintos sectores
de la comunidad universitaria. Al menos el
cincuenta y uno por ciento de sus
miembros será funcionarios doctores de
los cuerpos docentes universitarios.
Los estatutos regularán la composición y
duración del mandato del Claustro, en el que
estarán representados los distintos sectores
de la comunidad universitaria. En todo caso,
la mayoría de sus miembros serán
profesores doctores con vinculación
permanente a la universidad.
Como vemos, poca diferencia existe en este caso, pues lo único que varía, con
independencia de cambiar “51%” por “mayoría”, lo que viene a ser lo mismo, es
la inclusión dentro de esa mayoría de todos los profesores doctores con
vinculación permanente a la universidad y no solo a los funcionarios doctores
de los cuerpos docente universitarios.
c) Las Juntas de Escuela o Facultad
En cuanto a las Juntas de Centros, la comparación del texto original del artículo
18 de la LOU con el que resulta de la modificación, refleja lo siguiente:
TEXTO ANTERIOR
NUEVO TEXTO
La Junta de Facultad o Escuela, presidida
por el Decano o Director, es el órgano de
gobierno de ésta. La composición y el
procedimiento de elección de sus miembros
serán determinados por los Estatutos. Al
menos, el cincuenta y uno por ciento de
sus miembros serán funcionarios de los
cuerpos docentes universitarios.
La Junta de Escuela o Facultad, presidida
por el Decano o Director, es el órgano de
Gobierno de ésta. La composición y el
procedimiento de elección de sus miembros
serán determinados por los Estatutos. En
todo caso, la mayoría de sus miembros
serán
profesores
con
vinculación
permanente a la universidad.
Vale aquí lo dicho respecto al Claustro Universitario, pues la modificación
sufrida por el precepto es idéntica en uno y otro caso.
d) Los Consejos de Departamento
El artículo 19 de la LOU, que se refiere al Consejo de Departamento, no ha
sido objeto de modificación alguna. A los efectos que aquí nos interesan,
conviene destacar que el Consejo de Departamento estará integrado por los
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doctores miembros del Departamento, así como por una representación del
resto de personal docente e investigador no doctor en la forma que determinen
los estatutos y que se garantizará la presencia de una representación de los
estudiantes y del personal de administración y servicios.
III. Órganos de gobierno y representación de las Universidades privadas.
En cuanto a las Universidades privadas, la Ley Orgánica 4/2007, de 12 de abril,
por la que se modifica la ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de
Universidades, da una nueva redacción al apartado 1 del artículo 27 de la LOU.
La comparación del texto anterior con el nuevo arroja el siguiente resultado:
TEXTO ANTERIOR
NUEVO TEXTO
Las
normas
de
organización
y
funcionamiento
de
las
universidades
privadas establecerán sus órganos de
gobierno y representación, así como los
procedimientos para su designación y
remoción.
Las normas de organización y funcionamiento
de las universidades privadas establecerán
sus órganos de gobierno y representación,
así como los procedimientos para su
designación y remoción, asegurando en
dichos
órganos,
mediante
una
participación adecuada, la representación
de los distintos sectores de la comunidad
universitaria de forma que propicie la
presencia equilibrada entre mujeres y
hombres. En todo caso, las normas de
organización y funcionamiento de las
universidades privadas deberán garantizar
que
las
decisiones
de
naturaleza
estrictamente académica se adopten por
órganos en los que el personal docente o
investigador tenga una representación
mayoritaria.
Igualmente,
deberán
garantizar que el personal docente o
investigador sea oído en el nombramiento
del Rector.
Al igual que en el texto anterior de la LOU, la nueva redacción del precepto
omite también cualquier referencia a la necesidad de seguir un procedimiento
electoral, pues ambos textos hablan de “designación” y no de elección. Es
decir, que a los fines de este trabajo poca trascendencia tiene la modificación,
salvo, como veremos más adelante, la necesidad de propiciar la presencia
equilibrada entre mujeres y hombres en estos órganos de gobierno y
representación.
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IV. La presencia equilibrada entre mujeres y hombres en los órganos de
gobierno de las Universidades.
1.- La presencia equilibrada de mujeres y hombres según la legislación
española.
La Ley Orgánica 4/2007, de 12 de abril, por la que se modifica la Ley Orgánica
6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades, añade un nuevo párrafo a su
artículo 13 que establece que “los estatutos establecerán las normas
electorales aplicables, las cuales deberán propiciar en los órganos colegiados
la presencia equilibrada entre mujeres y hombres”. Precepto que, sin embargo,
no tiene carácter orgánico de acuerdo con lo establecido en la disposición final
octava de la Ley Orgánica 4/2007.
De otra parte, la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad
efectiva de mujeres y hombres, cuyo objeto, según reza su artículo 1, es hacer
efectivo el derecho de igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y
hombres, contiene, entre otros, y a los efectos que aquí nos interesan, los
siguientes preceptos:
1) Serán criterios generales de actuación de los poderes públicos: La
participación equilibrada de mujeres y hombres en las candidaturas electorales
y en la toma de decisiones (Art. 14.4). Este precepto tiene carácter básico.
2) Los poderes públicos procurarán atender al principio de presencia
equilibrada de mujeres y hombres en los nombramientos y designaciones de
los cargos de responsabilidad que les correspondan (Art. 16). Tiene, asimismo,
carácter básico.
3) Las Administraciones educativas, en el ámbito de sus respectivas
competencias, desarrollarán las siguientes actuaciones: la promoción de la
presencia equilibrada de mujeres y hombres en los órganos de control y de
gobierno de los centros docentes (Art. 24.2.d). Tiene carácter básico.
4) A los efectos de esta Ley, se entenderá por composición equilibrada la
presencia de mujeres y hombres de forma que, en el conjunto a que se refiera,
las personas de cada sexo no superen el sesenta por ciento ni sean menos del
cuarenta por ciento (Disposición adicional primera). Carácter básico.
5) Además, mediante su disposición adicional sexta, modifica la Ley 29/1998,
de 13 de julio, reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa,
añadiendo una letra i) al apartado 1 del artículo 19, con la siguiente redacción:
“i) Para la defensa del derecho de igualdad de trato entre mujeres y hombres,
además de los afectados y siempre con su autorización, estarán también
legitimados los sindicatos y las asociaciones legalmente constituidas cuyo fin
primordial sea la defensa de la igualdad de trato entre mujeres y hombres,
respecto de sus afiliados y asociados, respectivamente. Cuando los afectados
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sean una pluralidad de personas indeterminada o de difícil determinación, la
legitimación para demandar en juicio la defensa de estos intereses difusos
corresponderá exclusivamente a los organismos públicos con competencia en
la materia, a los sindicatos más representativos y a las asociaciones de ámbito
estatal cuyo fin primordial sea la igualdad entre mujeres y hombres, sin
perjuicio, si los afectados estuvieran determinados, de su propia legitimación
procesal”.
Asimismo, se añade al artículo 60 de la Ley reguladora de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa un nuevo apartado 7 del siguiente tenor: “De
acuerdo con las leyes procesales, en aquellos procedimientos en los que las
alegaciones de la parte actora se fundamenten en actuaciones discriminatorias
por razón del sexo, corresponderá al demandado probar la ausencia de
discriminación en las medidas adoptadas y su proporcionalidad”.
Las normas anteriores se dictan en ejercicio de las competencias sobre
legislación procesal del Estado.
6) Las normas sobre composición y representación equilibrada contenidas en la
Ley Orgánica 3/2007 serán de aplicación a los nombramientos que se
produzcan con posterioridad a su entrada en vigor, sin afectar a los ya
realizados (Disposición transitoria primera).
La aplicación de las normas anteriores en las universidades significa lo
siguiente:
1º) Que, a partir de ahora, pues ambas leyes han entrado ya en vigor, en todos
los procesos electorales que se celebren en las universidades tendrán que
aplicarse los principios establecidos en las mismas, de forma que el resultado
de dichos procesos electorales suponga que, en los órganos de gobierno
colegiados, las personas de cada sexo no superen el sesenta por ciento ni
sean menos del cuarenta por ciento.
2º) Que los nombramientos y designaciones de los cargos de responsabilidad
que efectúe el Rector, a partir de la entrada en vigor de dichas leyes, deberán
tener en cuenta el principio de presencia equilibrada de mujeres y hombres. Sin
embargo, dichas normas no afectarán a los nombramientos y designaciones ya
realizados, antes de la entrada en vigor de las leyes referidas.
3º) Que los Decanos y Directores, en las propuestas de nombramiento de
Vicedecanos, Subdirectores y Secretarios de centros y Departamentos deberán
tener en cuenta, asimismo, el principio de presencia equilibrada de mujeres y
hombres.
4º) Que el incumplimiento de dichas normas y principios legitima a los
sindicatos y a las asociaciones legalmente constituidas cuyo fin primordial sea
la defensa de la igualdad de trato entre mujeres y hombres, para demandar en
11
juicio a la Universidad, en cuyo caso va a corresponder a ésta, como
demandada, probar la ausencia de discriminación en las medidas adoptadas y
su proporcionalidad.
Por lo que se refiere a las universidades privadas, ya vimos anteriormente la
nueva redacción del apartado 1 del artículo 27 de la LOU, que obliga a dichas
instituciones a asegurar un sistema representativo en sus órganos de gobierno
y representación que propicie la presencia equilibrada entre mujeres y
hombres, debiendo, además, tenerse en cuenta que el apartado 2 del artículo 2
de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres, dispone que “las obligaciones establecidas en esta Ley
serán de aplicación a toda persona, física o jurídica, que se encuentre o actúe
en territorio español, cualquiera que fuese su nacionalidad, domicilio o
residencia”. En consecuencia, los preceptos de dicha ley son igualmente de
aplicación a las universidades privadas en los términos establecidos en la
misma para las empresas.
2. Sistema electoral para alcanzar la presencia equilibrada entre mujeres y
hombres en los órganos colegiados de las Universidades públicas.
La cuestión, sin embargo, es cómo van a alcanzar las universidades públicas
esa presencia equilibrada entre mujeres y hombres en sus órganos de gobierno
colegiados. Desde este momento, anunciamos que no nos parece tarea fácil, y
ello porque los actuales sistemas electorales de las universidades, basados en
listas individuales de candidatos, no favorecen la consecución de los objetivos
legales. Desgraciadamente, una vez más, el legislador se ha olvidado de las
universidades y ha pensado, sólo, en las elecciones estatales, autonómicas y
municipales, basadas en listas cerradas de candidatos, donde resulta fácil
alcanzar el objetivo legal mediante una elaboración de las candidaturas que
incluya alternativamente mujeres y hombres, esto es, las denominadas “listas
cremallera”. Sin embargo, en las universidades, al menos hasta ahora, no es
este el sistema que se viene utilizando. Por ello, vamos a examinar los
sistemas electorales y su posible aplicación en las universidades para alcanzar
el objetivo legal de mantener una presencia equilibrada entre mujeres y
hombres en sus órganos de gobierno colegiados.
En esta cuestión no conviene perder de vista las circunstancias que concurren
en las universidades españolas, puestas de manifiesto por Lluís Ferrer, Rector
de la Universitat Autónoma de Barcelona2, cuando afirma: “Paradójicamente,
en la Universidad, que se considera una institución progresista, la
implementación de éstas políticas no ha sido fácil y no han faltado las
resistencias, directas o camufladas bajo todo tipo de precauciones y objeciones
metodológicas o filosóficas. Un ejemplo es la resistencia que detectamos a la
instauración de cuotas en diferentes órganos y comités. Lo que hay que
garantizar es que los más cualificados –sean hombres o mujeres- formen parte
2
En artículo publicado en el Diario El País del 26 de marzo de 2007, bajo el título “Mujeres en el campus”.
12
de los diferentes órganos de gobierno y comisiones, argumentaban algunas
voces. Sin embargo, las cuotas han sido y son habituales en la Universidad.
Siempre se ha procurado representación equilibrada de los diferentes
colectivos: numerarios y no numerarios; estudiantes, personal de
administración y servicios y profesores; funcionarios y laborales; de los
diferentes ámbitos científicos y un largísimo etcétera. […] Curiosamente,
cuando llega el turno a la representación equilibrada de hombres y mujeres, las
cuotas parecen inaceptables, estúpidas”.
a) Breve análisis de los sistemas electorales.
A la hora de establecer un sistema electoral podemos optar por estructurar las
elecciones sobre candidaturas individuales, que ha sido el sistema tradicional
en las elecciones a órganos universitarios, o sobre candidaturas agrupadas en
listas, y a su vez, el sistema de listas puede ser de listas cerradas y
bloqueadas, listas cerradas y no bloqueadas y listas abiertas.
En el sistema de listas cerradas y bloqueadas, los electores votarían a una lista
de candidatos en el orden por el que apareciesen en la lista.
En el sistema de listas cerradas y no bloqueadas, los electores podrían elegir el
orden de los candidatos que ha dispuesto el partido (o quien la elaborase) en la
lista.
Y en el sistema de listas abiertas, nadie cierra ni bloquea las listas y los
electores pueden escoger a cualquier candidato, con independencia de su
pertenencia aun partido o grupo concreto. Es el sistema de elección del
Senado español.
El sistema de listas cerradas y bloqueadas, con una distribución proporcional
de los escaños entre las distintas listas que se presentasen a las elecciones,
aparece, en principio, como el más favorecedor para alcanzar la presencia
equilibrada de mujeres y hombres, y ello porque permitiría establecer “listas
cremallera”, hombre-mujer, aunque para MARÍA ELÓSEGUI ITXASO3 “el orden
de candidatos y candidatas en la lista debe responder a la de dos hombres o
mujeres frente a tres hombres o dos mujeres cada cinco candidatos”, con lo
que “se evita el imponer unas listas cremallera, hombre-mujer, que hubieran
podido ser de dudosa constitucionalidad”. Lo cierto es que un sistema de listas
que alterne mujeres y hombres garantiza un reparto de escaños que favorece
una representación de cada sexo que, sino se alcanzase el ideal del 50% de
mujeres y el 50% de hombres, mantendría la paridad entre el 40% y el 60%
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ELÓSEGUI ITXASO, MARÍA, en artículo publicado en el Diario La Vanguardia del 31 de diciembre de 2006, a
propósito del proyecto de ley orgánica de Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres, en cuya redacción participó.
Según afirma, en la ley no aparece el término cuota, ni se habla de una reserva de escaños a favor del sexo femenino,
ni de una paridad de 50% entre mujeres y hombres, sino que utiliza el concepto de representación equilibrada, lo que,
desde un punto de vista jurídico es una fórmula conforme a la Constitución Española, y ha sido informada por los
órganos pertinentes, incluido el Consejo General del Poder Judicial, afirmando todos ellos la constitucionalidad de esta
formulación.
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que exige la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres.
El problema es trasponer este sistema de listas cerradas y bloqueadas al
ámbito universitario, so pena que se acabe politizando o sindicalizando la
elaboración de las listas de candidatos, lo que, a la larga acabará, a su vez,
politizando la toma de decisiones en los órganos colegiados universitarios,
pudiendo llegar a primar los criterios de un partido, sindicato o grupo
determinado sobre los estrictamente académicos. De otra parte, una victoria
electoral mayoritaria de un determinado partido, sindicato o grupo, podría
acabar bloqueando el gobierno de la universidad, al ser imposible sacar
adelante en Consejo de Gobierno, o en otros órganos colegiados, propuestas
del Rector y del equipo de gobierno de la universidad por la simple oposición
sistemática de ese grupo a todas las propuestas que se planteasen. Y por el
contrario, podrían llegar a aprobarse propuestas de ese grupo que respondan a
los intereses de un partido político, de un sindicato o un grupo determinado que
sean contrarias a los intereses de la universidad y a la línea político-académica
de la misma.
Y si se optase por un sistema de las listas cerradas y bloqueadas elaboradas
por agrupaciones o asociaciones de profesores, estudiantes o personal de
administración y servicios, pero con absoluta exclusión de las elaboradas por
partidos o sindicatos, debería decidirse previamente si dichas agrupaciones o
asociaciones deben contar antes con la aprobación de la universidad y su
inscripción previa en un registro universitario o si tal requisito no sería
necesario. En cualquier caso, sería materialmente imposible saber, al menos “a
priori”, si detrás de cada agrupación o asociación se encuentra un partido
político, un sindicato o cualquier otro grupo con intereses poco acordes con los
de la universidad.
Por ello, nos parece que el sistema de listas cerradas y bloqueadas puede
producir efectos no deseados, lo que plantea dudas sobre la conveniencia de
su aplicación en los procesos electorales de las universidades.
De otra parte, tanto el sistema de listas cerradas y no bloqueadas como el de
listas abiertas, aparte de presentar los mismos problemas que hemos expuesto
respecto del sistema de listas cerradas y bloqueadas, no aportarían nada de
cara a la consecución del objetivo legal, por lo que nos parecen igualmente
inaplicables en las universidades.
En conclusión, pensamos que el sistema de listas, aparte de ser contrario a la
tradición universitaria, presenta graves inconvenientes para su aplicación en las
universidades.
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b) El sistema de cuotas.
Desechado el sistema de listas, no nos queda más que el de candidaturas
individuales. El problema, en este caso, es que para procurar la presencia
equilibrada de mujeres y hombres en los órganos de gobierno colegiados de
las universidades no habría más remedio que establecer un sistema de cuotas
a favor de las mujeres o de los hombres, según cual sea el sexo en inferioridad
numérica o en escaños conseguidos en un determinado órgano colegiado o en
un determinado centro. No podemos olvidar que hay centros en los que hay
pocos hombres (como sería el caso de las Escuelas Universitarias de
Enfermería) y en otros las que representan dicha minoría son las mujeres (por
ejemplo en las Escuelas Técnicas).
El sistema de cuotas sería una medida de acción positiva a adoptar de forma
transitoria, hasta que las circunstancias cambiasen y no fuera ya necesario
establecer dichas cuotas para que ambos sexos tuvieran una representación
equilibrada. Asimismo, si se adopta el sistema de cuotas, lo aconsejable es que
estas no mencionen solo a las mujeres, sino que, en un espíritu de equidad, se
establezca que ningún sexo tendrá una proporción de escaños inferior a un
determinado porcentaje. Las cuotas deben considerarse, pues, medidas
temporales para compensar las posibles desigualdades.
Sin embargo, el sistema de cuotas no está exento de críticas. Entre éstas
encontramos las siguientes:
- Se le achaca ser un sistema injusto.
- Asimismo, se dice que es tan solo un gesto “para la galería”.
- Se le atribuye como nota negativa el crear una especie de jerarquía entre los
escaños a los que se accede en base al mérito o elección directa y los
escaños, normalmente femeninos, obtenidos porque han sido expresamente
reservados.
Los opositores al sistema de cuotas afirman que es un sistema discriminatorio,
intervencionista y antidemocrático. Algunos países lo han rechazado en base a
considerarlo contrario al principio de igualdad entre ambos sexos consagrado
en su Constitución. Es el caso de Francia, donde se aprobó una ley que
establecía una cuota del 25% de candidatas en las listas de partido para las
elecciones municipales, dictaminando el Consejo Constitucional, en septiembre
de 1982, que dicha ley era incompatible con el principio de igualdad y, en
consecuencia, inconstitucional. Similar fue la experiencia de Italia donde, tras
aprobar una ley electoral que establecía que en las listas departido ninguno de
los sexos podía estar representado por más del 75% de los candidatos y otra
ley imponía la aparición alternativa de hombres y mujeres en las lista de partido
(el “sistema cremallera”) el Tribunal Constitucional declaró la
inconstitucionalidad de las mismas al violar el principio de igualdad ante la ley.
En España, no contamos hasta la fecha con ninguna sentencia del Tribunal
Constitucional al respecto. Pero nos atreveríamos a afirmar que, efectivamente,
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el sistema de cuotas casa mal con el principio de igualdad reconocido en la
Constitución, así como con el del sufragio universal, libre, igual, directo y
secreto.
De otra parte, algún sector critica el sistema de cuotas por considerarlo
discriminatorio contra otros grupos sociales que, asimismo, no están
suficientemente representados en la sociedad.
Menos problemas, desde el punto de vista constitucional, parece representar,
sin embargo, el sistema de cuotas cuando quien lo establece es un partido
político o un grupo determinado al elaborar sus listas de candidatos. Y ello
porque, normalmente, en estos casos no se establece propiamente un sistema
de cuotas con reserva de un determinado porcentaje a favor de un sexo
determinado, sino que lo que se hace es incluir un número igual o equilibrado
de hombres y mujeres en las candidaturas.
Así pues, podemos concluir que, si el sistema de listas presenta inconvenientes
(politización o sindicalización de la universidad, nacimiento de grupos de
presión…), un sistema de cuotas establecido por la universidad plantearía la
duda de su constitucionalidad, aparte de no ser un sistema bien visto incluso
por algún sector femenino más partidario del reconocimiento de los méritos de
las mujeres que de la reserva de puestos específicos o porcentajes para estas.
3. La presencia equilibrada entre mujeres y hombres en los órganos
colegiados de las Universidades privadas.
Más fácil parece que tienen las universidades privadas la consecución de una
presencia equilibrada de mujeres y hombres en sus órganos de gobierno y
representación, desde el momento en que la LOU no exige la elección para
determinar la composición de dichos órganos. La ley deja libertad a dichas
universidades para determinar los procedimientos para designar y remover a
los miembros de sus órganos de gobierno. Si se opta por el sistema de
elección, los problemas serán los mismos que se plantean en el caso de las
universidades públicas. Pero si se elige el camino de la designación, no cabe
duda de que se allanan mucho los problemas, aunque siempre quedarán
escollos que salvar, especialmente los derivados de las críticas que pueda
recibir el sistema de designación.
Difícil papeleta se presenta, pues, a las universidades, que tendrán que recurrir
a toda su sabiduría para encontrar una buena solución que permita alcanzar un
sistema de representación paritaria de hombres y mujeres, entre otras cosas
por el propio bien de las universidades y el de las mujeres y los hombres que
forman parte de ellas. Tal vez deberíamos tener en cuenta las palabras de
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MAHATMA GANDHI cuando decía: “Los hombres y las mujeres… son una
pareja sin igual; al ser suplementarios el uno del otro, cada uno ayuda al otro
de manera que sin uno de ellos la existencia del otro no se puede concebir, y,
por lo tanto, se deduce que cualquier cosa que perjudique la condición de
cualquiera de ellos conllevará la ruina de ambos”.
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