NUMERO: 50 FECHA: Septiembre-Octubre 1992 INDICE ANALITICO: Empresarios AUTOR: Ricardo Tirado [*] TITULO: Los Dirigentes del Consejo Coordinador Empresarial ABSTRACT: Es difícil llegar a conclusiones definitivas cuando se analiza un conjunto tan pequeño como es el integrado por los diez dirigentes del CCE en 1975-1992. Sin embargo, es claro que aunque se trata de un grupo heterogéneo, dentro de su diversidad se bosquejan dos subconjuntos; uno de empresarios económicamente muy fuertes, venidos de las organizaciones empresariales elitistas, y moderados en su actuación como líderes políticos del CCE, tendencialmente priístas y pragmáticos en sus relaciones con el gobierno y otro de dirigentes ligados a empresas de menor importancia, propanistas, con posiciones liberal conservadoras y antecedentes en las organizaciones que tienen numerosos afiliados (Concamin, Concanaco y Coparmex). TEXTO: Introducción El Consejo Coordinador Empresarial (CCE), organismo "cúpula de cúpulas" que indirectamente agrupa a más de 900,000 empresarios a través de siete agrupaciones: la Concanaco, la Concamin, la Coparmex, el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN), la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), la Asociación Mexicana de Casas de Bolsa (AMCB) y el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), es el organismo más representativo del sector privado mexicano. Para conocer al Consejo, es útil analizar las características de sus dirigentes, ya que hay elementos para considerar que esta agrupación, como muchas otras asociaciones nacionales, tiene una dirigencia fuerte capaz de decidir la política del organismo, casi por sí misma y sin mayores consultas a sus bases. Esta capacidad de maniobra tiene, sin embargo, límites, tal y como se mostró durante un conflicto por el liderazgo que se hizo público cuando las sucesiones presidenciales del Consejo de 1989 y 1990. Los principales elementos de ese conflicto pueden resumirse del siguiente modo: 1) Algunos de los organismos del Consejo, básicamente la Coparmex y la Concanaco, comenzaron a manifestar desacuerdos con la política seguida por el Consejo; 2) La disidencia argumentaba básicamente en contra de la política "inconsulta" y "gobiernista" del presidente del organismo, aludiendo sobre todo a las firmas de las renovaciones del Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (PECE) que imponían a los empresarios ciertos controles de precios; 3) Esta inconformidad se articulaba además con denuncias originadas dentro del propio sistema de representación, en el sentido de que los tres organismos más elitistas del CCE (el CMHN, la AMIS y la AMCB) ejercían en su seno una influencia muy decisiva y muy desproporcionada; 4) Dinamizadas de este modo, las agrupaciones disidentes trataron de impulsar a un candidato propio para la sucesión presidencial de 1989; y aunque fueron derrotadas por las asociaciones elitistas en ese intento, lograron más tarde, en la sucesión de 1990, una reforma estatutaria que en 1991 les permitió conseguir por fin que accediera a la presidencia del CCE un candidato propuesto por ellas: Nicolás Madáhuar Cámara, actual presidente del CCE. El acceso a este personaje, como se verá adelante, parece romper en parte con una tendencia que venía imponiéndose en el CCE. A lo largo de los diecisiete años transcurridos desde su fundación en 1975 hasta este año de 1992, el Consejo Coordinador Empresarial ha tenido diez dirigentes empresariales que han sido las cabezas máximas del organismo. Sus nombres, de acuerdo con el orden en que han ocupado el cargo de presidentes del Consejo, son: Juan Sánchez Navarro (que tomó posesión de su cargo en 1975), Armando Fernández Velasco (1976), Jorge Sánchez Mejorada (1977), Prudencio López Martínez (1979), Manuel J. Clouthier del Rincón (1981), Jorge Chapa Salazar (1983), Claudio Xavier González Laporta (1985), Agustín Francisco Legorreta Chauvet (1987), Rolando Vega Iñiguez (1989) y Nicolás Madáhuar Cámara (1991). Cuadro 1. Estructura del Consejo Coordinador Empresarial (CCE)[H-] Sus dirigentes y las líneas de acción del CCE A continuación, se analizan un conjunto de variables que configuran el perfil de estos dirigentes del CCE (véase Cuadro 2). Cuadro 2. El Perfil de los Dirigentes[H-] De los 10 dirigentes, 6 provienen de la ciudad de México y 4 de los estados. Lo anterior parece dar cuenta de que el centralismo general que permea al país, tiene también un correlato en el empresariado nacional y su dirigencia. Puede ser también que el dispositivo orgánico que privilegia al interior del CCE a los grandes grupos y empresas de la capital esté induciendo el acceso de dirigentes de la capital. También puede relacionarse con la disminución relativa del tamaño de la participación del empresariado de provincia en el número total de miembros de la élite empresarial. Por otra parte es significativo que tres de los de provincia nacieron en Sinaloa, Nuevo León y Sonora, sitios en que la militancia empresarial ha sido notable desde hace tiempo. Por lo que respecta a las familias de las que provienen los 10 dirigentes, se detecta una gran diversidad entre ellas. Aquí haremos mención a 5 de ellas que por algunas de las características que las distinguen ameritan alguna mención. Dos de los dirigentes son descendientes de grandes latifundistas del norte. La familia de uno de ellos, la de los Sánchez Navarro, remonta su antigüedad a la colonia y su latifundio, ubicado en tierras de la actual Coahuila y Texas, ha sido considerado uno de los más grandes de México. Uno de los miembros de esta familia, bisabuelo del dirigente empresarial que nos ocupa, fue miembro del gobierno imperial de Maximiliano, a mediados del siglo pasado, razón por la cual a la caída del imperio le fue expropiada una parte de sus tierras. Muchas décadas después los gobiernos surgidos de la revolución consumarían la expropiación de las tierras que quedaban aún en manos de la familia. Este dirigente, por cierto, está casado con una descendiente de latifundistas porfirianos. El otro descendiente de latifundistas es nieto de un emigrante francés apellidado Clouthier que se asentó originalmente en Guaymas durante el porfiriato. Después de sufrir también la expropiación de sus tierras en la década de los treintas, bajo la acción del gobierno cardenista, la familia Clouthier se trasladó a Culiacán, donde adquirieron un predio de unas centenas de hectáreas que el dirigente conservó y explotó hasta su prematura muerte en 1989. La tercera familia mencionable es la del financiero Legorreta, cuyos abuelos, tío, padre, y hermanos estuvieron ligados desde el porfiriato y hasta la expropiación bancaria de 1982, al Banco Nacional de México, una de las dos instituciones bancarias más grandes del país, misma que estuvo bajo su control desde hace mucho tiempo. Esta familia es prototípica de las dinastías empresariales surgidas durante el porfiriato, que después de la Revolución supieron acomodarse a la nueva situación y hasta convertirse en dirigentes políticos de los empresarios e influyentes participantes en la elaboración de la política económica. El cuarto caso atañe a la familia de Rolando Vega, yerno del general Aarón Sáenz, embajador, gobernador de Nuevo León, ministro de estado en varias ocasiones, sucesor político de uno de los más grandes caudillos de la Revolución y precandidato del PNR a la Presidencia de la República en 1929, que a partir de negocios azucareros primero y financieros después, devino en uno de los más poderosos magnates de México. Retirado de la política el Gral. Sáenz, otro de sus yernos, Julio Hirschfield Almada, empresario por sus propios fueros, fue secretario de Turismo en el gobierno del presidente Echeverría. La familia, expropiada de su banco en 1982, sigue activa en el mundo de los negocios y la política empresarial y en tiempos recientes dos de sus miembros desempeñan puestos de dirección en las organizaciones empresariales; uno de ellos (hijo de Vega) en la importante asociación de casas de bolsa del CCE. Finalmente, está el caso del dirigente oriundo de Monterrey, en cuya familia, ligada a la Casa Chapa, una cadena comercial del norte del país, han habido varios dirigentes empresariales locales, entre los que se cuenta un hermano que llegó a la presidencia de la Concanaco y otro que ha sido alcalde de un municipio del área conurbada de Monterrey. El perfil profesional de los dirigentes del CCE Salvo uno, todos los dirigentes del CCE cursaron estudios superiores, lo cual refleja la acentuada tendencia del empresariado a alcanzar un nivel educativo alto. Por la especialidad de los estudios profesionales realizados, se encuentra diversidad y un predominio de los méritos en administración y finanzas sobre los técnicos especialistas en cuestiones relativas a la producción (ingenieros químicos) y la tendencia parece apuntar a un reforzamiento de esto, pues los 5 últimos dirigentes han sido especialistas en administración y finanzas o, como se verá, han hecho estudios de posgrado en ese campo. Esto está en plena consonancia con el apunte de Camp en el sentido de que históricamente los empresarios mexicanos tendieron a tener primero formación de abogados, luego de ingenieros y más tarde de administradores de empresas y contadores. Desde el punto de vista de la institución educativa en la que estudiaron los 9 dirigentes que realizaron estudios superiores, se encuentran diferencias, ya que 4 de ellos, en general los dirigentes de mayor edad y de los primeros años del CCE, estudiaron en una sola institución pública: la Universidad Nacional Autónoma de México. Esto refleja el singular papel que esa institución jugó durante décadas, como la principal formadora de cuadros de dirigentes de los sectores público y privado. La otra parte de los dirigentes, la mayoría integrada en general por los que han dirigido al CCE en los últimos 11 años, se formó en instituciones privadas nacionales o extranjeras. Por tanto la tendencia apunta a que este tipo de instituciones sean las que suministren los cuadros dirigentes del sector privado, tal y como se ha perfilado en los últimos años incluso dentro del sector público. De los 10 dirigentes, 3 realizaron estudios de especialidad o posgrado. Uno, el presidente fundador y reconocido ideólogo del empresariado en décadas anteriores. Juan Sánchez Navarro, estudió filosofía y derecho en España antes de la era franquista; los otros dos, los dirigentes número 7 y 8, enriquecieron su formación estudiando cursos de administración y economía, en México y Estados Unidos. Como se adelantó antes, se confirma así una tendencia a seleccionar dirigentes mejor formados, de preferencia en instituciones nacionales privadas o extranjeras y más bien en el campo de las disciplinas administrativas y financieras. La base económica de los dirigentes del CCE Como se dijo antes, el grupo de líderes no es homogéneo por varias razones. Otra de ellas, muy importante, es el diferente peso económico que cada uno de ellos representa directamente. De ese modo tenemos que mientras algunos de ellos presiden, dirigen y aconsejan a decenas de empresas entre las que cuentan algunas de las más importantes del país, otros sólo se vinculan a unos pocos negocios de importancia media. El análisis de algunas de las características más importantes de las 10 unidades de capital a las que, cada uno de los 10 dirigentes empresariales están más ligados, muestra que de las 10 principales unidades de capital, 4 se ubican en el sector industrial, 2 en el financiero, 3 en el comercial y 1 en el agroindustrial. Asimismo, en cuanto al tamaño, puede afirmarse que 5 son grandes y 5 medianas. Además, 8 son de capital mayoritariamente nacional y 2 predominantemente extranjero. Tomando simultáneamente los tres indicadores, se tiene el siguiente cuadro de unidades de capital: 2 grandes financieras nacionales, 2 grandes industriales extranjeras, una gran industria nacional, una mediana industria nacional, una mediana agroindustria nacional y 3 medianas empresas comerciales. Es decir, al máximo nivel del CCE están sobre todo representados de manera directa, la gran industria de capital extranjero y nacional, el mediano comercio, también nacional, y los grandes financieros nacionales. La tendencia prevaleciente entre 1985-91 apuntaba a un reforzamiento, a tono con los grandes cambios modernizadores, del peso de la gran industria extranjera y sobre todo las grandes finanzas nacionales, ya que de esos sectores provinieron los 3 dirigentes del CCE anteriores al actual. Sin embargo, el ascenso de Madáhuar, empresario ligado más bien al comercio medio, introduce un sesgo apreciable. Por lo que respecta al tipo de vínculo personal de estos dirigentes con las unidades de capital, al momento de desempeñar sus tareas de dirección en el consejo empresarial, resulta que de los 10 líderes empresariales, todos eran los dirigentes máximos de sus empresas al momento de ser designados presidentes del coordinador. Es decir, el CCE está en manos de verdaderos empresarios. Por otra parte, 3 de los 10 líderes son sólo ejecutivos de las empresas de los que provienen, ya que aparentemente no tenían una participación accionaria decisiva. Esto a diferencia de los otros 7, que además de dirigentes o ejecutivos de ellas, son también importantes accionistas o propietarios de ellas o miembros de las familias que las controlan. La tendencia, mostrada con el acceso de Legorreta y Rolando Vega a partir de 1987, parecía indicar que los dirigentes/accionistas fuertes, miembros de auténticas dinastías empresariales con una gran influencia política, ganaban mayores espacios de representación empresarial. De nuevo aquí Madáhuar interrumpe la tendencia. Las tendencias prevalecientes e interrumpidas en 1991 según lo asentado en los dos puntos anteriores, se corroboran al analizar las carreras previas de estos líderes en las organizaciones empresariales, ya que se observa una clara tendencia, detectable nuevamente en los 3 últimos presidentes del CCE anteriores a 1991, a que los dirigentes provinieran de las organizaciones empresariales más elitistas, como la desaparecida Asociación de Banqueros de México y el CMHN, que agrupan o agruparon a sólo unas decenas de grandes empresarios y carecen prácticamente de cualquier base directa de sustentación social. En efecto, hasta antes de 1985, fecha en que se inaugura la etapa de los dirigentes venidos de estas organizaciones elitistas, los 6 dirigentes que había tenido el CCE provenían todos de las grandes organizaciones: 3 de la Concanaco, 3 de la Concamin y 2 de la Coparmex (uno de ellos había sido presidente tanto de Concanaco como de Concamin y otro de Concanaco y Coparmex). Madáhuar, presidente de la Concanaco en los ochentas, parece detener, al menos temporalmente, el predominio que venían implantando en el CCE las asociaciones de la élite. La vinculación de los dirigentes a otros organismos sociales Pasando ahora del ámbito de las organizaciones empresariales a las asociaciones de otro tipo del resto de la sociedad civil, se observa nuevamente la heterogeneidad del grupo, ya que mientras que 4 han tenido una gran participación en agrupaciones de distinta índole, a 3 de ellos no se les ha detectado en ninguna agrupación de carácter no empresarial. De cualquier manera entre los que sí participan, predomina la participación en asociaciones de carácter estudiantil (cuando eran estudiantes); las de tipo educativo, académico y cultural, y las de fines filantrópicos (beneficencia y asistencia). En los dos casos de dirigentes que militaron alguna vez en algún partido político de oposición, se detecta, además de una gran actividad en muchas organizaciones, una participación temprana en agrupaciones estudiantiles. Por otra parte los dos casos de participación en organizaciones cívico-religiosas se dan significativamente entre los dos que son de provincia y tienen antecedentes en las organizaciones de trayectoria más combativa: Concanaco y Coparmex. Otro dirigente proveniente de la Concanaco se caracterizó por sus antecedentes de simpatía y afinidad con la Iglesia católica. Por lo que atañe a las relaciones políticas de los líderes del CCE con el partido oficial y el gobierno y los partidos opositores, se encuentra que 6 de los 10 dirigentes han tenido de manera notoria. De los 6,3 militaron en la oposición. Uno de ellos, Jorge Sánchez Martínez Mejorada, en realidad sólo anunció su decisión de hacer oposición política partidaria creando un partido político empresarial; otro más, Juan Sánchez Navarro, militó en Acción Nacional cuando joven, pero pronto desistió de ellos y se acercó al gobierno, aceptando incluso, muchos años después, un puesto menor. El tercero, Clouthier, habiendo ingresado al PAN apenas en 1985, en 1986 figuró ya como candidato a la gobernatura de Sinaloa y en 1988 a la Presidencia de la República. Es de señalarse que antes de ser opositor político, Clouthier había estado muy cerca del gobierno y su partido; tanto que, en los primeros años setenta, se dice, intentó ser el candidato priísta a la presidencia municipal de su ciudad natal. De los otros tres, por su cercanía al gobierno y al PRI durante el desempeño de sus cargos, puede clasificárseles como filopriístas y se trata, nuevamente, de los tres dirigentes que presidieron al CCE antes de 1991. Esto pone de manifiesto una tendencia del CCE a tener líderes muy vinculados al gobierno y su partido que hasta ahora Madáhuar no ha modificado. Excluyendo la gestión del actual presidente, el análisis de la actuación de los 9 primeros dirigentes del CCE, muestra una primera etapa de líderes confrontadores del gobierno en el período 1975-1979, mismo que puede explicarse por el intenso conflicto entre el gobierno del presidente Echeverría y los empresarios en el principio de esa época y su resaca, seguida de una segunda de reflujo y conciliación que le tocó vivir al dirigente del CCE de 1979-1981. Coincidiendo luego con el desencadenamiento de la crisis económica y la expropiación bancaria, se inicia una tercera fase caracterizada por la politización empresarial y los dirigentes duros que arranca en 1981 y concluye en 1985 al asumir abiertamente el gobierno el proyecto modernizador de corte neoliberal, con lo cual se inaugura una etapa nueva de líderes moderados que se extiende desde 1985 hasta 1991. A pesar de los elementos de ruptura representados por Madáhuar, hasta ahora su gestión, durante los meses que lleva al frente del Consejo, no ha significado una ruptura con la línea moderna de sus tres antecesores. Examinando a grandes rasgos la actuación política de estos diez líderes de los empresarios mexicanos, se halla que, con las oscilaciones señaladas, han predominado los radicales sobre los moderados, pero la tendencia que apunta ahora es a consolidar la hegemonía de los moderados. Así lo muestra, otra vez, la trayectoria de los cuatro últimos conductores de la cúpula de cúpulas empresariales, que sin duda alguna han sido muy conciliadores, no obstante que dos de ellos fueron personal y directamente afectados por la expropiación bancaria de 1982. A manera de conclusión Es difícil llegar a conclusiones definitivas cuando se analiza un conjunto tan pequeño como es el integrado por los diez dirigentes del CCE en 1975-1992. Sin embargo, es claro que aunque se trata de un grupo heterogéneo, dentro de su diversidad se bosquejan dos subconjuntos; uno de empresarios económicamente muy fuertes, venidos de las organizaciones empresariales elitistas, y moderados en su actuación como líderes políticos del CCE, tendencialmente priístas y pragmáticos en sus relaciones con el gobierno y otro de dirigentes ligados a empresas de menor importancia, propanistas, con posiciones liberal conservadoras y antecedentes en las organizaciones que tienen numerosos afiliados (Concamin, Concanaco y Coparmex). Por otra parte, hubo una tendencia en el período 1985-1991, de acuerdo con la cual el primer grupo, los que en otros trabajos hemos llamado moderados o tecnocráticos, tendieron a preponderar sobre los radicales o liberal-conservadores, de modo tal que en ese período el Consejo pasa de dirigentes con características de: 1) técnicos de la producción a técnicos de la administración y las finanzas; 2) de graduados en la UNAM a graduados en instituciones privadas nacionales o extranjeras; 3) de vinculados a unidades de capital de importancia económica no tan considerable a unidades gigantes; 4) de unidades industriales y comerciales a financieras; 5) de directores a directores/accionistas; 6) de tendencialmente panistas a tendencialmente priístas; 7) de antecedentes en las grandes asociaciones empresariales a las elitistas; 8) de empresarios medios a la élite más encumbrada, y 9) de empresarios recién formados o venidos de viejas familias terratenientes a empresarios provenientes de las nuevas dinastías familiares de las finanzas. Este tránsito fue interrumpido en parte por el cuestionamiento que los liberalconservadores hicieron en 1989-1991 al liderazgo de los moderados tecnocráticos, mismo que hizo factible que lograran instalar en ese último año a un presidente del CCE diferente en muchos aspectos a sus antecesores en el cargo. Pero no obstante las características diferentes del nuevo presidente del CCE, hasta ahora su política no ha roto con la línea impuesta desde 1985. CITAS: [*] Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM.