A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 20 de marzo de 2013, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Hitters, Negri, Soria, Kogan, Genoud, se reúnen Justicia los en señores acuerdo jueces ordinario de la para Suprema pronunciar Corte de sentencia definitiva en la causa L. 112.466, "Allary, Pablo J. y otro contra Obra Social Capitanes, Pilotos y Patrones de Pesca. Despido". A N T E C E D E N T E S El Tribunal del Trabajo Nº 3 del Departamento Judicial Mar del Plata rechazó la acción deducida, con costas a la parte actora (fs. 503/506 vta.). Ésta dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley (fs. 514/527), el que fue concedido por el citado tribunal a fs. 534/535. Dictada la providencia de autos (fs. 556) y hallándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte decidió plantear y votar la siguiente C U E S T I Ó N ¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley? V O T A C I Ó N A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: I. El tribunal del trabajo desestimó la acción promovida por Pablo José Allary y Claudio Daniel Alende contra "Obra Social de Capitanes, Pilotos y Patrones de Pesca", mediante la cual le habían reclamado el pago de salarios, integración del mes de despido, sueldos anuales complementarios e indemnizaciones por vacaciones no gozadas, sustitutiva del preaviso y despido injustificado, así como las previstas en los arts. 10 y 15 de la ley 24.013, 2 de la ley 25.323, 16 de la ley 25.561, 80 y 132 bis de la Ley de Contrato de Trabajo y 52 de la ley 23.551. Juzgó -por mayoría- que no se acreditó la existencia de una relación laboral entre los actores y la obra social demandada. Destacó que con las declaraciones testimoniales oídas en la audiencia de vista de la causa se demostró que los accionantes -quienes desempeñaban funciones sindicales en la Pesca"- "Asociación no Argentina prestaron de Capitanes servicios efectivos y Patrones para la de obra social demandada, dado que, durante la mayor parte del año, cumplían tareas gremiales en ciudades distantes de la sede de la accionada. Aclaró el juzgador que si bien se probó que los actores fueron registrados en el libro del art. 52 de la Ley de Contrato de Trabajo, bajo la categoría de delegados, habiendo la demandada extendido recibos de sueldo y cumplido con las obligaciones de la seguridad social a su respecto, dicha prueba resultó desplazada por las contundentes declaraciones de los testigos, que -como quedó dicho- fueron coincidentes en señalar la inexistencia de prestación de tareas dependientes en el ámbito de la obra social. Precisó, en ese sentido, que -tal como lo resolvió esta Suprema Corte en la causa L. 88.417, "Roldán" (sent. del 23-II-2005)- es habitual que sea la asociación sindical quien compense los haberes dejados de percibir por quienes asumen una función gremial, trasladándose hacia aquélla el pago de aportes y contribuciones asistenciales y previsionales que corresponden al empleador, obligación que -en la especie, y por "un evidente error"- fue asumida por la obra social sindical. Especificó, dirigentes asimismo, sindicales de que los la calidad de actores impedía la calificación laboral del vínculo, máxime cuando en el caso no se demandó al sindicato sino a la obra social, organización diferente a aquélla, sin perjuicio de que en muchos casos se puedan confundir por actuar en ámbitos comunes. Por último, agregó que tampoco se demostró en autos la relación existencia de linaje de las laboral notas tipificantes independiente de la de una función desempeñada en el ámbito del sindicato, habida cuenta de que no se probó la existencia de un horario, la obligación de concurrencia diaria o la impartición de instrucciones o directivas por parte de la accionada (vered., fs. 494/498 vta.). Partiendo de esa base, concluyó el a quo que, ante la inexistencia de relación laboral entre las partes, correspondía rechazar íntegramente la acción deducida (sent., fs. 504). II. Contra dicha resolución se alza la parte actora mediante recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, en el que denuncia absurdo y violación de los arts. 44 inc. "d" de la ley 11.653, 375 del Código Procesal Civil y Comercial y 23 de la Ley de Contrato de Trabajo, así como de la doctrina legal que identifica (fs. 514/527). Plantea los siguientes agravios: 1. En primer lugar, afirma que, al considerar que entre los actores y la demandada no medió un contrato de trabajo, el tribunal incurrió en una absurda valoración de la prueba. Dice que valoró erróneamente las declaraciones testimoniales, arribando a una conclusión contraria a lo que se acreditó en la causa con otros elementos probatorios que no fueron cuestionados por la accionada, tales como los recibos de sueldo y el informe pericial contable, de los cuales se desprende que la obra social registró los vínculos y abonó los salarios de los trabajadores. Máxime cuando no apreció estrictamente los testimonios de los testigos Frías, Rivera y Pisauri, quienes eran miembros del consejo directivo de la accionada, por lo que sus dichos estuvieron teñidos de "un interés, parcialidad y subjetividad innegables", resultando indudable su actitud de favorecer la posición de la accionada. Alega pretensión en que el tribunal la circunstancia fundó de el que rechazo los de la actores ejercieron cargos gremiales desde el mes de enero de 2006, soslayando que, tal como se desprende de los aludidos medios de prueba, el coactor Allary fue registrado en los libros de la accionada el día 1-VII-2003, es decir, dos años y medio antes de que comenzara su mandato gremial en la entidad sindical. Luego -afirma- mal pudo concluir que la registración en los libros laborales de la obra social obedeció a un error y que los pagos que recibió lo fueron en contraprestación por su función gremial. Desde otro ángulo, expresa que si los legitimados activos gremial, hubiesen era el desempeñado únicamente sindicato (Asociación una actividad Argentina de Capitanes y Patrones de Pesca) y no la obra social (Obra Social de Capitanes, Pilotos y Patrones de Pesca) quien debía abonarles la retribución, toda vez que se trata de personas jurídicas directivos y contables y diferentes, con patrimonios, órganos, objetivos distintos, así como registros laborales independientes, todo lo cual demuestra que luce absurda la conclusión del sentenciante relativa a que la inscripción en los libros de la obra social constituyó un error. En caso contrario -explica- la accionada habría pagado regularmente una compensación sin recibir contraprestación alguna a cambio, abonando una suma de dinero adeudada por otra persona jurídica. Por otra parte, dice que tampoco puede reputarse aplicable al caso la doctrina que emana del precedente L. 88.417, actor "Roldán", había toda sido vez inscripto que, en aunque los también libros allí el laborales, se trataba la situación de un dirigente gremial que demandó a la propia asociación sindical, resultando por tanto admisible el error de registrarlo en los libros laborales en lugar de en los libros contables. Distinto es lo que ocurre en autos, donde la que registró los vínculos laborales fue la obra social, cuyo consejo directivo nunca fue integrado por los actores. Aduce también que el tribunal interpretó equivocadamente el término "delegado" que figura en los registros y recibos de haberes, toda vez que su inclusión allí no gremiales, estaba sino vinculada al al desarrollo ejercicio de de actividades funciones en las diversas delegaciones que posee la accionada en los distintos puertos del país. Ello evidencia -en su criterioque es absurda la conclusión del tribunal relativa a que no se demostró la relación laboral en virtud de que los actores pasaban la mayoría del tiempo fuera de la ciudad donde se encuentra la sede central de la obra social. Además, cuestiona el argumento de la accionada concerniente a que los actores fueron designados por el sindicato conforme a las facultades que le otorga el art. 20 inc. personas II) que del estatuto ejerzan gremial cargos (que establece sindicales qué deben ser retribuidas por el sindicato), porque aquéllos no encuadran en esa categoría, desde que Allary no integraba la comisión directiva mientras al que momento Alende de nunca ser la registrado integró. como Máxime delegado, cuando no existen constancias de tales designaciones y en todo caso, la comisión del sindicato no puede designar delegados en el ámbito de la obra social. Por último, refiere que no es acertado lo expresado por el sentenciante en cuanto concluyó que los actores no tenían horario asignado ni estaban sometidos al poder disciplinario de la accionada, pues, de un lado soslayó que ésta admitió en el escrito de réplica que el desempeño habiéndoles de aquéllos llamado la era evaluado atención, y del y controlado, otro, el perito contador horario manifestó de los que la actores demandada era de 9 le a informó 16 hs., que el mientras permanecía abierta la obra social. 2. En otro orden, afirma que el a quo violó la doctrina legal de esta Corte referida a los arts. 375 del Código Procesal Civil y Comercial y 23 de la Ley de Contrato de Trabajo. Sostiene que, en tanto la accionada reconoció la prestación de servicios, aunque otorgándoles un carácter no laboral, el tribunal puso indebidamente en cabeza de los actores la carga de acreditar que las tareas admitidas fueron realizadas bajo relación de dependencia. Al resolver de ese modo -expresa-, el tribunal adjudicó erróneamente la carga de la prueba a la parte actora, transgrediendo la doctrina elaborada en la causa L. 87.622, "Lanusse" (sent. del 3-IV-2008), entre otras que cita, en cuanto se resolvió que, admitido el hecho de la prestación de servicios por la demandada pero negada su naturaleza laboral, incumbe a esta última la prueba de la particular vinculación alegada en virtud de lo dispuesto por el art. 375 del Código Procesal Civil y Comercial y que, no habiéndolo hecho, rige la presunción de que los trabajos fueron realizados en relación de dependencia. III. El recurso no puede prosperar. 1. Invirtiendo el orden de tratamiento de los agravios por razones metodológicas, he de señalar inicialmente que aquél vinculado a la denunciada violación de la doctrina legal relativa a los arts. 375 del Código Procesal Civil y Comercial y 23 de la Ley de Contrato de Trabajo no resulta atendible. La crítica se revela inoficiosa para modificar lo resuelto, habida cuenta que, sin haber atribuido expresamente la carga de la prueba a ninguna de las partes, el tribunal relación de arribó a trabajo la conclusión entre las de partes que no tras existía valorar detalladamente las pruebas ofrecidas por ambos litigantes (especialmente, la testimonial; vered., fs. 496/498 vta.). Siendo ello así, la queja luce abstracta, toda vez que hubiere aun cuando adjudicado -por vía de erróneamente hipótesisel onus el tribunal probandi, las pruebas producidas -y aportadas por ambas partes- quedaron de todas formas adquiridas por el proceso y fueron oportunamente ponderadas por el a quo, quien con sustento en ellas arribó a la conclusión del carácter no laboral del vínculo (conf., en similar sentido, causas L. 92.658, "Franco", sent. del 3-VI-2009; L. 89.025, "Leiva", sent. del 24-V-2006). En consecuencia, no asiste razón a la recurrente en cuanto denuncia violación de la doctrina legal vinculada al art. 23 de la Ley de Contrato de Trabajo, pues sabido es que queda desvirtuada la presunción iuris tantum consagrada en dicho precepto (y que resulta de la admisión en el responde de la prestación de servicios, aunque alegando una relación jurídica ajena al contrato de trabajo) si la prueba producida demuestra que las tareas prestadas por el actor no lo fueron en el marco de una relación de dependencia (conf. causas L. 92.658, "Franco", sent. del 3VI-2009; L. 83.812, "Glorioso", sent. del 30-VIII-2006; L. 75.371, "Giacobini", "Ferreres", sent. del sent. del 18-IX-2002; 30-X-2002; L. L. 59.107, 74.658, "Cañomir", sent. del 22-X-1996; entre otras). 2. Tampoco alcanza a evidenciar la quejosa que el tribunal hubiera incurrido en absurdo. a. Tiene dicho esta Corte que establecer si entre las partes medió un contrato de trabajo o no, constituye una típica cuestión de hecho irrevisable en la instancia extraordinaria, demuestre que salvo el que se alegue idóneamente y se tribunal de grado, para a su llegar conclusión, ha incurrido en absurda valoración de la prueba (conf. causas L. 101.504, "Romano", sent. del 13-VII-2011; L. 99.677, "Bázquez", sent. del 22-IX-2010; L. 92.658, "Franco", sent. del 3-VI-2009; L. 74.908, "Barneche", sent. del 29-V-2002; L. 61.520, "Zamudio", sent. del 8-IV-1997; L. 56.699, "Serone", sent. del 27-VI-1995; L. 48.644, "Ferro", sent. del 29-IX-1992; L. 42.059, "Portillo", sent. del 16-V-1989; L. 33.490, "Arteaga", sent. del 24-VIII1984; entre muchas). b. Aunque lo denuncia, juzgo que la impugnante no logra demostrar la configuración del vicio aludido. (i) En primer lugar, no acierta en cuanto cuestiona la valoración de la prueba testimonial. El tribunal detalló en el veredicto el contenido de las declaraciones de los testigos, concluyendo con sustento en ellas que las modalidades de la relación que ligó a las partes diferían en mucho de la relatada por los actores en la registrados demanda, como toda empleados vez que, dependientes, aunque figuraban nunca prestaron servicios efectivos para la obra social accionada, sino que cumplieron funciones sindicales (fs. 495 vta.). Sin ocuparse de refutar puntualmente cada una de esas declaraciones, afirma la quejosa que -por un ladoalgunos de esos deponentes tenían interés en favorecer a la accionada y -por el otro- que sus dichos quedaron desvirtuados por la prueba documental y pericial contable. El palmariamente primero de esos insuficiente, no cuestionamientos sólo porque ignora luce la recurrente que ponderar la habilidad y el mérito de los testigos es una facultad privativa de los jueces de grado (conf. causas L. 105.492, "Nieva", sent. del 19-X-2011; L. 104.574, "Pipola", sent. del 15-VI-2011), sino también, porque, además de las pronunciadas por aquellos deponentes que la interesada juzga inhábiles, el tribunal valoró otras declaraciones emitidas en sentido concordante, incluyendo las de algunos testigos propuestos por los propios actores, lo que demuestra la irrelevancia de la queja, habida cuenta que, aún prescindiendo de las declaraciones de los sujetos que la quejosa reputa parciales, el resultado no se habría alterado. Sólo a modo de ejemplo puede mencionarse que, según lo consignó el a quo, el testigo Arbeleche (propuesto por los actores y amigo íntimo de éstos) declaró que los accionantes "no prestaban servicios para la Obra Social" (fs. 495 vta.), mientras que el testigo Cittadino (también propuesto por la actora, fs. 474) declaró que Allary "no era empleado de la obra social, sino que era delegado" (fs. 495). (ii) Por otra parte, tampoco asiste razón a la impugnante en cuanto postula que, al fundar su decisión en la testimonial, el tribunal desplazó injustificadamente las pruebas instrumental y pericial contable, de las que se desprende que los actores fueron registrados en los libros laborales de la demandada. Ello apreciación autorizados así, en a no sólo conciencia, seleccionar y porque los al prevalecer magistrados jerarquizar las la están fuentes y medios probatorios, pudiendo preferir unos elementos de tal naturaleza a otros, sin que su opinión pueda revisarse en la instancia extraordinaria (conf. causas L. 92.658, "Franco", sent. del 3-VI-2009; L. 82.048, "Gil", sent. del 24-V-2006; L. 76.216, "Meza", sent. del 16-VII-2003; L. 74.165, "Nocioni", "Brindisi", también, sent. porque sent. del no del 18-IX-2002; 5-V-1987; alcanza la entre L. 37.463, muchas), recurrente a sino rebatir eficazmente la conclusión del tribunal relativa a que la circunstancia de que los actores hubiesen sido registrados en los libros laborales por la accionada constituyó un error, dado que, en rigor, aquéllos cumplían en el ámbito de la obra social sindical funciones gremiales ajenas a una relación de trabajo. En relación a esto último, cabe recordar que -como lo precisó el a quo (vered., fs. 498 y vta.)- en un precedente asimilable al presente caso, en el cual también se había acreditado con la pericia contable que el actor, pese a su carácter de dirigente sindical, había sido inscripto en el libro prescripto por el art. 52 de la Ley de Contrato de Trabajo, habiéndose efectuado los aportes y contribuciones sindicato sociales demandado, y previsionales esta Corte por resolvió parte que del dicha circunstancia no desvirtuaba lo resuelto por el tribunal del trabajo en orden a la inexistencia de relación laboral entre las partes. Ello así atento a que la referida registración se correspondía con los recibos de haberes, en los cuales se consignaba el cargo sindical que ostentaba, por lo que su inscripción en los libros laborales era, evidentemente, un error del sindicato demandado, que debió haber inscripto al allí accionante en los libros contables (conf. causa L. 88.417, "Roldán", sent. del 23-II-2005; ap. III. e. y III. g. del voto del doctor Roncoroni, al que adhirieron los restantes Ministros votantes). Similar es lo que ocurre en el caso de autos, dado que, según consta en los recibos de sueldo, los actores han sido registrados como "Delegado Cap. Federal" (el actor Alende; ver recibos de fs. 61/73) y "Deleg. Zona Sur" (el reclamante Allary; recibos de fs. 74/85), lo que concuerda con los asientos de los libros laborales, según lo dictaminó el perito contador (fs. 276). No enerva dicha conclusión la argumentación de la quejosa afincada en que la inclusión de la palabra "delegado" en el casillero correspondiente a la categoría o calificación profesional no estaba vinculada al ejercicio de funciones gremiales, sino al desarrollo de actividades en las distintas "delegaciones" que posee la accionada en los distintos puertos del país, desde que no aporta ningún elemento probatorio que la respalde, agotándose su crítica en un vano intento de disputarle al juzgador el ejercicio de las facultades que le asisten para ponderar las pruebas, método -como absurdo. es Máxime sabidocuando ineficaz para -desvirtuando evidenciar el completo la por interpretación esgrimida por los actores- en el escrito de demanda éstos diferente denunciaron ("Personal de una categoría Supervisión 1° convencional Categoría, del Convenio Colectivo de Trabajo n° 160/75”, ver fs. 87 vta.) que, para más, en modo alguno resultó demostrada en la causa, lo que resta toda verosimilitud al planteo. Con todo, tampoco le asiste razón en cuanto señala que Allary fue designado en su función sindical en el año 2006, habiendo ingresado a laborar para la demandada en 2003 (dato que, en su criterio, abonaría la tesis de que el actor trabajó en forma dependiente antes de haber sido electo como delegado), pues de la pericia contable surge que consta en los libros (que eran llevados en legal forma y no han sido objetados por los recurrentes) que aquél fue registrado el 1-VII-2003 "bajo la categoría Delegado, Calificación Profesional, Delegado Zona Sur" (pericia, fs. 276). Finalmente, no obsta a lo hasta aquí señalado la circunstancia de que los actores hayan sido registrados por la obra social sindical y no por el sindicato para el cual cumplían tareas gremiales. Aunque es cierto que el sindicato y la obra social que constituyen personas jurídicas independientes, cuya organización y patrimonios no pueden ser confundidos, y más allá de la irregularidad que efectivamente representa que haya sido la obra social quien registró (para más, erróneamente en los libros laborales, cuando debió haberlo hecho en los libros contables) a los actores, lo relevante para desestimar resolvió el a el planteo quo, en actoral conclusión es que que no (según logra lo ser desvirtuada por la quejosa) no se acreditó una relación laboral dependiente entre los accionantes y la demandada, toda vez que las tareas por ellos desempeñadas lo fueron en cumplimiento de funciones gremiales. En otras palabras: las desprolijidades en que incurrieron el sindicato y la obra social al haber registrado a los actores en los libros laborales de esta última no tienen entidad para trocar una función sindical en un contrato de trabajo, cuando -como ocurre en tipifican el a casoesta no figura se demostraron contractual las (arts. notas que 21 22, y L.C.T.). En ese sentido, ha resuelto esta Corte en un caso asimilable al presente que en nada obsta a la inexistencia de relación laboral declarada por el tribunal del trabajo la circunstancia de que el accionante haya cumplido algunas de sus funciones gremiales en el ámbito de la obra social administrada por el sindicato y no sólo en el seno de la asociación sindical, pues si bien es cierto que ambas son organizaciones jurídicamente independientes, no lo es menos que las tareas que el representante sindical desempeñaba en la obra social lo fueron en cumplimiento de su mandato gremial y en beneficio de los trabajadores afiliados al sindicato (conf. causa L. 86.418, "Maldonado", sent. del 27-XII-2006; ap. III. 2. del voto del doctor Genoud, al que presté mi adhesión). Siendo ello así, debe descartarse el agravio (recurso, fs. 520 y vta.) afincado en que la doctrina que emana de la causa L. 88.417, "Roldán" es inaplicable al caso en virtud de que ha sido demandada una obra social y no un sindicato. (iii) Resultando lo expuesto suficiente para desestimar la existencia de un contrato de trabajo entre las partes, no corresponde pronunciarse sobre las restantes críticas traídas por la quejosa. En consecuencia, el remedio procesal incoado debe ser rechazado pues -como lo ha declarado este Tribunal en los precedentes recurso arriba extraordinario citadosde resulta inaplicabilidad insuficiente de ley si el el trabajador no demostró su desempeño en una relación laboral dependiente en forma paralela con las propias de su cargo de dirigente gremial (conf. causas L. 86.418, "Maldonado", sent. del 27-XII-2006; L. 88.417, "Roldán", sent. del 23II-2005). IV. En virtud rechazar el recurso impugnada en cuanto de lo traído fue y expuesto, confirmar materia de corresponde la agravio, sentencia con costas los mismos (art. 289 del C.P.C.C.). Voto por la negativa. El señor Juez doctor Negri, por fundamentos del señor Juez doctor Hitters, votó también por la negativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo: Habré de adherir al voto del doctor Hitters. Empero, he de aclarar que la doctrina sentada en la causa L. 88.417, "Roldán" (sent. de 23-II-2005) resulta aplicable en la especie en tanto a juicio del a quo la accionada no sólo negó la existencia de la relación laboral invocada por los demandantes sino también de "cualquier otro tipo" (fs. 494 vta.), y aún en una posición más favorable para los actores, quedaron también acreditadas en el fallo circunstancias que -en criterio adoptado en la opinión mayoritaria del tribunal de grado- patentizan la ejecución de sus tareas por fuera del marco de una relación laboral (conf. fs. 494/500), fundamento este último, que -como bien se señala en el voto inaugural- ha sido atacado por conducto de una crítica que luce insuficiente (art. 279, C.P.C.C.). Con el alcance indicado, voto por la negativa. Los señores jueces doctores Kogan y Genoud, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Hitters, votaron también por la negativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se rechaza el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley traído; con costas (art. 289, C.P.C.C.). Regístrese, notifíquese y devuélvase. HECTOR NEGRI DANIEL FERNANDO SORIA LUIS ESTEBAN GENOUD JUAN CARLOS HITTERS HILDA KOGAN GUILLERMO LUIS COMADIRA Secretario rc