augusto gonzález de linares por elpidio de mier

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AUGUSTO GONZÁLEZ DE LINARES
POR ELPIDIO DE MIER
Augusto González de Linares por Elpidio de Mier
Editor literario: Mario Corral García.
© Para la presente edición: Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria.
Depósito Legal: SA 556 - 2010.
PRESETACIÓ
El medio ambiente, según la Conferencia de las Naciones Unidas, es un conjunto
de componentes físicos, químicos, biológicos y sociales capaces de causar efectos
directos o indirectos, inmediatos o a largo plazo, sobre los seres vivos y las actividades
humanas. Siguiendo esta concepción del medio ambiente, si cabe más relacional que la
ortodoxa, la Consejería que dirijo no sólo emprende actuaciones medioambientales
puras, sino también otras transversales que pretenden reforzar el vínculo que nos une
con lo que nos rodea.
Este libro y la colección que inaugura persigue poner en valor la figura de un
científico cántabro, Augusto González de Linares, que supo volver los ojos hacia
dentro, hacia las interioridades del ser humano, para entender lo que nos rodea desde lo
que somos.
Francisco L. Martín Gallego
Consejero de Medio Ambiente
Gobierno de Cantabria
OTA DEL EDITOR LITERARIO
El presente texto fue editado en 1904, el mismo año de la muerte de Augusto
González de Linares, en Puerto Rico. Es la primera biografía del naturalista cántabro
que ve la luz. La segunda edición, que el autor corrigió y amplió, y que aquí seguimos,
aparece en Cádiz el año 1914.
El texto está estructurado en breves nodos de información que se complementan unos a
otros. No llegan a adquirir entidad de capítulos. Es un texto reticular. La red se adensa
con la lectura. La información de un nodo se enriquece con la contenida en otro
posterior que a su vez tiene ecos en otro que le sucede, etc. A medida que avanza la
lectura se refuerzan los nexos entre las partes. El resultado final es un retrato de
Augusto González de Linares poliédrico, como lo fueron sus expectativas e intereses,
sus publicaciones y filiaciones personales, en suma, como él mismo lo fue.
Las notas al pie pretenden salvar la distancia temporal que media entre el autor y los
lectores actuales y recuperar las claves lectoras que se hayan podido perder entre un
tiempo y otro, entre el autor y quienes lo leemos hoy.
Se han corregido errores ortográficos evidentes y adaptado la sintaxis a la norma actual
para facilitar una lectura ágil pero profunda que alcance a las raíces de un árbol de copa
frondosa que todavía crece.
AUGUSTO GONZÁLEZ DE LINARES
POR ELPIDIO DE MIER
Era fundador y director dignísimo y capaz de la Escuela de Biología Marina de
Santander, en aquella época, única en España.
Ha muerto, y el mundo de la ciencia lamenta justamente su muerte prematura1.
Su nombre aparece grabado en todas las publicaciones científicas de Europa, y su
recuerdo perdurará a través de los siglos2.
Lejos, muy lejos de las risueñas costas que baten los mares en estas fecundísimas
antillas americanas3; al otro lado de ese tremebundo e inquieto Atlántico, extendido cual
líquido sudario de lágrimas azules entre la vieja Europa, cuna de una civilización
decadente y esta joven Colonesia, por la Providencia ornada de incomparables primores
naturales, y de cuyo seno exuberante la civilización de porvenir no lejano surge
poderosa; allá… en las melancólicas playas de la histórica y misteriosa Cantabria; sobre
el ciclópeo acantilado de las abras santanderinas; en la más elevada meseta del
aristocrático Sardinero, grabado en mi corazón, que intensamente ama, con indelebles
caracteres, que en la fantasía humana refractan los grandes dolores y las mejores
venturas de la vida; en aquel hotelito inolvidable del Alta4, ha muerto don Augusto G.
de Linares, el naturalista eminente y laborioso que en el extranjero supo levantar muy
alto el por momentos oscurecido nombre de la ciencia española5, el director
sapientísimo de la única estación de Biología marítima de España, el incansable e
insustituible investigador de la vida en el mar, el incomparable maestro de la
1
Augusto González de Linares murió de una pulmonía contraída una mañana de invierno, cuando, al ver
cómo unos chicos estaban cazando pájaros con una escopeta de perdigones, salió apresurado de casa sin
abrigarse ni calzarse convenientemente para detenerles.
2
Ésta de Elpidio de Mier es la primera biografía dedicada a Augusto González de Linares. Publicada en
Puerto Rico el año 1904, la segunda edición, corregida y aumentada, que aquí seguimos, aparece en
Cádiz, 1914. Otras biografías a considerar se deben a Francisco González de Posada, Benito Madariaga
de la Campa y a Carlos Nieto Blanco.
3
Elpidio de Mier escribe desde Puerto Rico.
4
La casa de Augusto G. de Linares se encontraba en El Alta nº 51. Esta calle discurre por la cresta del
pliegue litoral que protege la ciudad de los vientos del norte. De origen militar, al terminar la Guerra de la
Independencia trocó en paseo residencial. Su nombre original fue sustituido por el del general franquista
que tomó Santander. El palacete del naturalista y su familia ya no existe.
5
Breve referencia de Elpidio de Mier a la conocida como polémica de la ciencia española, que se remonta
a 1782, cuando Masson de Morvilliers, enciclopedista francés, afirma que la aportación de España a la
ciencia era igual a cero. Sus rebrotes sucesivos, en 1857 y 1876, traslucen un conflicto común, que no es
otro que el enfrentamiento entre progresistas, que veían incompatible la intolerancia religiosa y el
despotismo político con la libertad de pensamiento, y los casticistas o reaccionarios, que mantenían que la
fe católica había facilitado el desarrollo de una ciencia autóctona que entroncaba con el neotomismo,
corriente filosófica opuesta al racionalismo, materialismo, idealismo y al positivismo.
caballerosidad moderna y la cultura social, el hombre cuyo corazón jamás fue maculado
por pequeñeces humanas, el prototipo de los modernos6, que, con la luminosa antorcha
de la razón, han elevado un monumento indestructible a la honradez inmaculada.
Acaso yo no sabré trazar estas líneas, porque el corazón, dolorido por la irreparable
pérdida de mi maestro y amigo, a quien amaba como a mi padre, oscurezca las ideas en
mi mente y acaso impida que el biógrafo de hoy, quien siempre llorará tan temprana
pérdida, pueda trazar sobre el papel las sublimes virtudes cívicas, dibujar la científica
aureola del sabio, y narrar las excelencias de quien fue el amigo de mi padre, mi
maestro en la Institución Libre de Enseñanza, más tarde el mejor de mis amigos, y, poco
antes de embarcarme para estas hospitalarias costas, heroico defensor frente a la
marejada imponente del odio de fanáticos y gubernamentales, y otra vez mi maestro,
cuando de sus cariñosas manos penetré por las augustas puertas del Laboratorio, al
mundo ignoto y riquísimo de la Biología marina, en la Estación científica de Santander7.
Nació el eminente naturalista Augusto G. de Linares en el valle de Cabuérniga,
provincia de Santander, el año de 1845, de una esclarecida familia de aquella comarca,
La cuna de Linares fue acariciada por la misma purísima aura de la Montaña8 que
acarició la cuna de Pereda, de Menéndez Pelayo, de Encinas, de Monasterio, de
6
La querella de los antiguos y los modernos es una constante en la historia del pensamiento occidental
consistente en la comparación entre los autores considerados clásicos y los actuales. No obstante, este
debate no se formaliza como tal hasta la publicación en 1688 de Comparación entre antiguos y modernos,
de Charles Perrault, que se posicionaba contra los autores tradicionalistas. En 1704 Jonathan Swift
publica La batalla de los libros antiguos y modernos, donde compara a los antiguos con las abejas, que
extraen su miel de la naturaleza, y a los modernos con las arañas, que tejen sus telas sacándolas de sí
mismas o incluso, escribe, de sus propios excrementos. Esta querella es un ramal de la crisis de la
conciencia europea que conduce al nacimiento de la modernidad entendida como sustitución de la
tradición por la razón y del pasado por el porvenir.
7
Elpidio de Mier (Sopeña de Cabuérniga, 1865 - Puerto Rico, 1930 aprox.) se ordenó monje capuchino y,
tras dar clases de Teología en León, es destinado a América como misionero en 1894. Cinco años después
abandona la orden y se casa en 1900. Se convierte en el primer protestante evangélico de Puerto Rico.
También abandona esta confesión. Ingresa en una logia masónica que igualmente abandona.
Librepensador y republicano, ferviente defensor de la libertad de expresión, escribió una treintena de
libros, desde poemas a exégesis religiosas, biografías, ensayos de filiación regeneracionista, etc.
8
Con este topónimo se conoce por tradición a la montaña interior del occidente cántabro, en oposición a
La Marina, franja costera de valles bajos y suaves rematada por rasas litorales que cortan los acantilados
o desmenuzan los arenales. La Montaña es también uno de los muchos nombres que ha recibido
Cantabria, y montañés el gentilicio derivado, aunque no todos los habitantes de Cantabria se sienten o han
sentido montañeses, caso de los pasiegos o campurrianos, por poner dos ejemplos entre muchos posibles.
Escalante, de Floranes, de Pelayo9, de los montañeses de la reconquista, de los
cántabros que detuvieron la victoriosa marcha de Augusto en los riscos de Flaviobriga10
y blandieron el arma corta con los más valientes soldados del César en las calles de
Roma11.
Dos de los hermanos de Augusto figuran en los anales de la cultura española con la
radiante aureola del saber y la prudencia. Gervasio, fue autor felicísimo de un tratado de
Agricultura sabiamente escrito y conocido en España y el extranjero12. Jesús, que llegó
a ser profesor y sacerdote jesuita, aparece entre los más notables catedráticos que la
ilustrada compañía de Ignacio de Loyola ha tenido en Francia y España durante el siglo
XIX, y entre este jesuita estudioso e ilustrado y su hermano Augusto, librepensador
cultísimo, se cruzaron más de doscientas cartas de polémica religiosa y científicas, que
constituyen un monumento de ciencia apologética, perdido entre los papeles del
naturalista y en los empolvados legajos de los archivos jesuíticos13.
En su pueblo natal y en Santander hizo Linares sus primeros estudios14 y después pasó a
la Universidad de Valladolid, donde empezó con aprovechamiento la carrera de Leyes,
Es, pues, el de montañés, entendido como sinónimo de cántabro, un gentilicio con tradición, pero
inexacto, cuando no, dependiendo de los valles, espurio.
9
Relación de hombres ilustres cántabros, escritores y músicos, caudillos militares, etc. El autor peca de
una concepción de la historia asentada en individualidades, muy al uso de la época, no por errónea peor
que otras aceptadas en la actualidad. El pasado no existe, se reconstruye desde el presente. Cada época,
así pues, comete sus propios errores a la hora de dar cuerpo al pasado, a la hora de traerlo al presente.
10
Colonia romana fundada el año 74 en época del emperador Vespasiano sobre un núcleo indígena
preexistente, el Portus Amanum o Puerto de los Amanos, topónimo latente en Sámano, localidad próxima
a Castro Urdiales.
11
Alusión a la presencia de mercenarios cántabros en la guerra de los cartagineses contra Roma
documentada por Silio Itálico.
12
Gervasio, al igual que su hermano Augusto, nació en Valle de Cabuérniga, año 1834, y murió en 1893
debido a una pulmonía contraída cuando socorría a los heridos de la explosión del vapor Cabo
Machichaco. Llama la atención que también Gervasio, como su hermano, muera de esta afección
contraída en circunstancias igualmente singulares, como se ha apuntado en una nota anterior. La principal
obra de Gervasio, y a la que Elpidio de Mier hace referencia, es La agricultura y la administración
municipal (1882), recopilación de estudios políticos, administrativos y agronómicos de carácter
experimental aparecidos en la Revista de España, publicación vinculada al institucionismo.
13
Cabe destacar a este respecto el enorme volumen de libros de temática religiosa que acogía la biblioteca
personal de Augusto G. de Linares, tal y como prueban las fichas bibliográficas conservadas. Estos libros,
además de por vía hereditaria, pudieron llegar a su biblioteca debido a un creciente interés personal que,
al igual que ocurriera con Giner de los Ríos y otros krausistas, acabó transmutando en una suerte de
“misticismo seglar”. Este epistolario a que hace referencia Elpidio de Mier permanece inédito.
14
Augusto G. de Linares estudió hasta los diez años en su valle, primero en la escuela del pueblo, ubicada
probablemente en la taberna, y al cerrar ésta, en lo que ya por entonces eran las ruinas de las conocidas
como Antiguas Escuelas de Terán. Después pasó al internado de los Padres Escolapios de Villacarriedo y
concluyó los estudios secundarios en el Instituto de Santander. Las notas que mereció fueron siempre
brillantes. Menguada la capacidad adquisitiva de la familia tras fallecer su padre nada más nacer Augusto
y donde a su vez dio pruebas de su privilegiado talento y fecundidad intelectual con
admirables trabajos periodísticos, colaborando, especialmente con traducciones
extranjeras, en un periódico de tendencias progresistas, que se publicaba en Valladolid,
llamado El Tren.
Reflexivo, observador y profundamente analítico, abandonó las disquisiciones legales y
el estudio del Derecho para dedicarse al estudio y carrera de ciencias naturales, a las
cuales, desde aquel momento, consagró todo el vigor de su privilegiada inteligencia y su
temperamento esencialmente estudioso15.
En cuanto terminó su carrera científica, ganó en reñida oposición la cátedra de Historia
Natural de la Universidad de Santiago de Compostela16. En aquel ilustre claustro
universitario, por donde tantas notabilidades han desfilado, quedó por muchos años el
luminoso recuerdo de admirables lecciones de Linares, cuyo enorme caudal científico,
engarzado en brillantísima locución, atraía a su cátedra a gran número de ilustrados
oyentes de todas las ideas y clases sociales, quienes afanosos acudían a instruirse unas
veces, y a admirar otras, el sobresaliente mérito de quien las daba17.
A pesar de estar calificado como libre pensador en aquella Universidad donde los
catedráticos ortodoxos siempre han predominado, era escuchado Linares con atención, y
hasta don Gaspar Fernández Zunzunegui, uno de los clérigos más ilustrados de España por cuya razón no ha llegado a Obispo - en aquella época magistral de la basílica de
Compostela, y si no se ha muerto en la actualidad el más prominente magistrado del
G. de Linares, éste fue el único de lo ocho hermanos que tuvo la oportunidad de realizar estudios
universitarios.
15
Augusto G. de Linares compatibilizó el estudio de Ciencias Naturales y Leyes en las universidades de
Valladolid y Central de Madrid. Finalmente centró sus esfuerzos en los estudios de ciencias por influencia
de Giner de los Ríos. En 1866 obtuvo en Valladolid el grado de Bachiller en Ciencias y seis años después,
en Madrid, el de doctor.
16
Año 1872.
17
No le fue tan fácil la vida académica. Augusto G. de Linares era un profesor inflexible. Incluso llegó a
pagar el billete de tren a un alumno para que se examinara de su asignatura en otra universidad, porque él,
moralmente, no le podía aprobar. Dada la extracción social de la mayor parte de los estudiantes
universitarios de la época, aprendices de los resortes del poder que acabarían por manejar por herencia las
más de las veces de sangre, es de suponer que los métodos de Augusto G. de Linares, basados en el
mérito personal, no tuvieran gran predicamento. Así, era habitual que recibiera anónimos amenazadores
de sus alumnos donde se le tildaba, por ejemplo, de herético.
Supremo Tribunal de la Rota18, era uno de los asiduos oyentes y admirador competente
del vitando19 Linares.
Nuestro ilustre biografiado fue siempre republicano sincero, y, consecuente con sus
ideas, no quiso reconocer a don Amadeo de Saboya como Rey de España, siguiendo el
ejemplo de sus amigos Castelar, Salmerón, Giner de los Ríos, su fraternal amigo, y otros
distinguidos catedráticos españoles, cuya actitud le atrajo las iras del Gobierno
monárquico, que le separó de la cátedra, dejándole cesante20.
Aceptó Linares la situación antes de traicionar sus convicciones políticas, y se dedicó
con asiduidad a perfeccionar sus estudios, viajando por España y el extranjero, y en sus
viajes y observaciones, adquirió tal caudal de acrisolados conocimientos científicos, que
cuando años más tarde se le hizo justicia, devolviéndole la cátedra de que injustamente
había sido despojado, fue considerado como uno de los más eminentes naturalistas, no
sólo de España, sino del mundo, como lo había demostrado en obras y conferencias,
escuchadas por selectos auditorios en Madrid y provincias, y especialmente en los
Museos de Arqueología de París, el de Historia Natural y la Institución Libre de
18
Clérigo natural de Limpias (Cantabria), murió cuando este opúsculo estaba en imprenta. Zunzunegui no
fue el único que se dejó influir por Augusto G. de Linares durante sus años gallegos. También lo hizo
Emilia Pardo Bazán, cuyos relatos traslucen, en ocasiones, un poso darwinista tomado de las enseñanzas
del naturalista cántabro. Incluso se ha llegado a apuntar una posible relación sentimental entre la escritora
y Augusto G. de Linares, si bien es cierto que, más allá de la mutua admiración intelectual, nada más se
puede probar.
19
Elpidio de Mier aplica un adjetivo duro, aunque en cursivas para atenuarlo, a su amigo. Elpidio de
Mier, también él cuestionado por las autoridades, no podía dejar de sentirse identificado con su paisano.
Al adjetivarle como vitando, es decir, como execrable u odiado, no hacía sino reafirmar su identidad
común de hombres libres, de ciencia, independientes y justos, hombres insobornables y rectos.
20
Es la conocida como segunda cuestión académica, que Menéndez Pelayo, conservador, describe del
siguiente modo en Historia de los Heterodoxos Españoles (1880 - 1882): “El Ministerio de Fomento
(Orovio), en 26 de febrero de 1875, circuló una orden a los rectores para que no tolerasen en las cátedras
ataques contra el dogma católico y las instituciones vigentes, y obligasen a cada profesor a presentar sus
respectivos programas. Salmerón, Giner, González de Linares, Calderón, Azcárate y algún otro se alzaron
en rebeldía y fueron separados en virtud de expediente”. Elpidio de Mier se equivoca una primera vez:
Augusto G. de Linares, catedrático de Historia Natural en el preparatorio de Medicina, hace frente a la
circular de Orovio por iniciativa propia. Son Giner, Salmerón y otros krausistas quienes refuerzan el
flanco que él abre. Y una segunda: Augusto G. de Linares se opone a las disposiciones de la circular
porque entiende que atentan contra la libertad de cátedra, no por cuestiones políticas o religiosas, lo que
no impide que se le imputara el cargo de rebelión contra la Iglesia Católica y la Monarquía. El naturalista
cántabro quedó en una situación personal francamente difícil. Dedicaría los próximos años a realizar
viajes formativos y a traducir obras científicas. En 1876 comienza a dar clases de Mineralogía y Botánica
en la Institución Libre de Enseñanza, no creada, pero sí diseñada en una reunión que Giner, Salmerón,
Ruiz de Quevedo y él mismo mantuvieron en su casa natal, en Valle, el año anterior. En 1880 abandonó
la I.L.E. para trabajar en el Jardín de Plantas de París y en mayo de 1881 fue restablecida su cátedra,
incorporándose al cuerpo docente de la Universidad de Valladolid, donde comenzó a formalizar el
Laboratorio de Biología Marítima que emplazaría en Santander.
Enseñanza de Madrid, donde, entre numerosos discípulos, yo tuve la suerte de escuchar
sus provechosas e indescriptibles enseñanzas.
Reintegrado Linares en el profesorado oficial21, constituyó su anhelo permanente la
creación de una Estación de Biología, tan de menos echada en España, para el estudio
de la vida en el mar. Cuando Linares inició la fundación de la Estación de Biología,
muy pocas funcionaban en el mundo civilizado. Se había instalado por el célebre Comte
una en Concarneau (Francia) y otras en Nápoles, Roscoff (Rusia)22, Woodhall
(Massachuset), Pennikese y algunas que en América, Australia y el Japón se estaban
instalando.
Los estudios biológicos a que Linares ha dedicado su vida y la noble labor de su
privilegiada inteligencia, son las más trascendentales respecto a la vida del hombre.
Se estudia en Biología - y hago esta descripción en obsequio a los profanos - las leyes
que presiden la vida íntima de los seres, bajo el principio que en ellos aparece, se
desenvuelve y muere; cómo se manifiesta exteriormente y cómo se desarrolla dentro de
los seres; de qué modo está concertado su organismo y cuál es su finalidad. Es, por
consiguiente, la Biología, el conocimiento de la vida en todas sus manifestaciones y por
tanto el estudio del hombre; qué es esa vida en su estado más complejo; cómo empieza
en la forma más rudimentaria de la materia organizada; que es el protoplasma; cómo
aparece la célula, primordial unidad viviente, y cómo en su evolución va dando origen a
nuevas células para formar tejidos; cómo estos se combinan para constituir órganos y
aparatos, y cómo se va elevando el funcionalismo de los seres, dando origen a las
21
En Valladolid apenas imparte clase. Gracias a sucesivas comisiones de servicio, recorre las costas de
España, sudeste de Inglaterra, norte de Francia, etc. Visita estaciones biológicas europeas. Las primeras
gestiones de la española datan de 1885. En 1886 se crea por decreto el Laboratorio de Biología Marítima
en Santander. Tras disfrutar de una nueva comisión de seis meses en la Estación Zoológica de Nápoles,
abandona definitivamente la labor académica en 1887. En 1889 Augusto G. de Linares presenta un
informe con las aspiraciones de la estación y las razones de su emplazamiento. Es este informe, y no tanto
el decreto, el que da carta de naturaleza a la Estación. No obstante, por problemas presupuestarios, que
realmente encubrían recelos políticos, la Estación, conocida popularmente por los santanderinos como La
Biológica, no logró funcionar a pleno rendimiento en vida de su fundador y primer director.
22
La estación biológica de Roscoff / Rosko (bretón), se ubica en la costa de la Bretaña francesa, no en
Rusia. Fue fundada en 1872.
especies para llegar al hombre, vértice y síntesis de la perfectibilidad de la vida,
pródigamente sembrada por la mano de Dios en el Cosmos.
De los sabios que se ocupan en este género de estudios, han de surgir, como de su causa
natural, las ideas fundamentales de la fisiología humana y la verdadera y viable
sociología.
No se dará un paso en el adelantamiento de las sociedades humanas que no esté
predeterminado en las leyes biológicas, y todo cuanto al hombre se refiera, estará
prescrito dentro de los moldes de la Biología antropológica.
Por eso es Augusto G. de Linares, benemérito de la Patria española, a quien consagró,
por medio de asiduo estudio, su vida y su salud para descubrir los méritos de la
Biología, que tiende al mejoramiento y progreso de la especie humana23.
En 1885 empezó Linares sus trabajos para la instalación de la Estación de
Biología, que tres años después vio coronados con el logro de sus afanes, pues
consiguió fundarla en el Sardinero de Santander24, cuyo emplazamiento eligió nuestro
querido amigo, por su mayor proximidad a los grandes fondos del Cantábrico, pues para
Linares no había amor más grande ni devoción mas intensa, que el amor y la devoción
que la ciencia le inspiraba, y por la cual siempre estaba dispuesto a sacrificar sus bienes
23
La convicciones evolucionistas de Elpidio de Mier, de las que estos párrafos son buena prueba,
presentan un trasfondo religioso del que éste nunca se zafó. El evolucionismo le llegó a Augusto G. de
Linares y, por ende, a su entorno, a través de la )aturphilosophie o Filosofía de la Naturaleza, en alemán,
que consideraba a la naturaleza como un “organismo global”.
24
Extractamos del informe que Augusto G. de Linares elevó al Ministro de Fomento en relación con el
emplazamiento de la Estación: “Diríase que los Laboratorios existentes han nacido para consagrarse sólo
al estudio de la fauna litoral, dejando fuera de su organización y aspiraciones el examen de la fauna
profunda […]. [E]ncuentro la legitimidad de esta tendencia en alguno de ellos, no tanto por la riqueza que
en sus costas y mares adyacentes ofrece la fauna litoral y pelágica, cuanto por la gran distancia a que se
hallan sus emplazamientos de las profundidades abisales […]. [N]o creí sin embargo que la Estación
española debiese reflejar esta común tendencia de las otras […]”. Tras explicar la inmediatez de los valles
oceánicos a la costa cántabra, Augusto concluye que “si previos ensayos mostraban fácil el acceso regular
y sistemático a los más cercanos de sus grandes fondos […] valía entonces la pena que la Estación
española lejos de concretarse a un estudio meramente parcial de la fauna marina en su aspecto litoral y
pelágico tan sólo, aspire, por el contrario, a investigar a la vez […] la fauna profunda, sin cuyos datos no
hay base para conocer aquellas en su total integridad por ser meras partes como ésta de un mismo todo
superior. […] Entendida así, […] quedaba ya muy circunscrita la zona de costa donde había de buscarse
su emplazamiento”. El emplazamiento definitivo lo conocemos: Santander.
y persona, como sacrificó su salud en la ímproba y ruda tarea de arrancar al mar sus
secretos por espacio de quince años, y fue causa originaria del padecimiento que en
definitiva le arrancó al cariño de los suyos, para desgracia de la Ciencia.
La Estación de Biología del Sardinero, única en España, ha costado a Linares
innumerables sinsabores y más aún, el sostenimiento de aquel centro de la Ciencia, por
cuya causa no es España una excepción entre los pueblos cultos.
En aquel casi olvidado Laboratorio, sobre la lente de los microscopios de aquellos
gabinetes de observación, hizo Linares utilísimos estudios y muchos descubrimientos
que admira el mundo científico que otros menos modestos que él hubieran lanzado a la
publicidad, ávidos de renombre, y que él cuidadosamente ocultaba en espera de nuevas
comprobaciones para consolidar sus primeros juicios.
¡Cuántas invenciones científicas han aparecido en revistas francesas, belgas e inglesas,
que años antes habían sido realizadas por Linares en la Costa Cantábrica!
Para dar una idea de este aserto, que alguien pudiera considerar algo exagerado, véase el
siguiente hecho.
En el mes de marzo de 1898 estaba yo al lado de Linares en la Estación de Biología
Marina y fue adquirido por la misma un enorme cetáceo - globicephalus melas - cuyo
laborioso estudio anatómico y disección hice ayudado de la hija mayor de Linares, bajo
la dirección de éste. En nuestro detenido estudio anatómico, hallamos, en comprobación
indubitable, que el sabio naturalista alemán von Beneden habíase equivocado al afirmar,
en su notable Histoire naturelle des cétacés des mers d´Europe25 (1889), que la especie
a que pertenecía el cetáceo en estudio, tenía solamente diecisiete costillas upsiloides,
mientras que en el ejemplar de la Estación aparecían veintidós y un rudimento inicial de
la veintitrés, y que igualmente se había equivocado von Beneden al afirmar, como
axioma científico, que en la misma especie solamente las tres primeras costillas se
25
BENEDEN, M. van: Histoire naturelle des cétacés des mers d´Europe. F. Hayez, Bruselas, 1889.
enlazaban directamente con el esternón, mientras que en el examinado en la Estación
Biológica de Santander, resultaba, con la indubitabilidad de la realidad patente, que se
enlazaban las cinco primeras y la quinta era recibida en el esternón, en superficie
articular única.
En el informe que hice yo del estudio anatómico practicado, consigné aquellos lapsus de
von Beneden, y fue necesario Dios y ayuda para convencer a Linares de que era
necesario dejar en pie aquella verdad científica indiscutible, pues entendía el Director
que los sabios iban a llamar atrevidos a quienes en la Estación de Biología de España se
resolvieran a rectificar la equivocación del autorizado sabio naturalista alemán.
Muchísimo hizo Linares por la ciencia biológica y de él queda algo; pero mucho,
muchísimo más ahogó, ocultándolo bajo el celemín de su exagerada modestia que
envolvía el tesoro de sus grandes conocimientos, pues amante sincero de la exactitud
científica hasta la exageración, jamás quería dejarse arrastrar por las primeras
impresiones, sin aquilatarlas debidamente y contrastarlas repetidas veces en la piedra de
toque de su talento observador y analítico26.
En 1899, para baldón de España, de la Ciencia y de la enseñanza, fue ministro de
Fomento el inepto y fanático marqués de Pidal, y como no había podido conseguir por
medios oficiales ni por otros medios más indignos, que yo - el reprobado de recientes
luchas - dejara de figurar entre el personal facultativo de la autonómica Estación
Biológica, dependientes en parte de su ministerio, ni pudo conseguir Linares se
sacrificara por medio de una amañado expediente, resolvió suprimir, por economías, la
Estación Biológica, única en España, y único centro organizado que podía facilitar a las
Universidades e Institutos especies de zoología marina para sus gabinetes de estudio27.
26
Augusto G. de Linares era un autor receloso. Francisco de Quiroga y Rodríguez, geólogo madrileño, le
llega a escribir en una carta: “Piensa en algo más que en estar metido en el agua recogiendo bichos de los
cuales tú aprenderás muchas cosas, pero que no cuentas a los demás”.
27
Las colecciones se ofrecían gratis, a excepción de los portes, el embalaje y los líquidos de
conservación. En palabras del director de la Estación: “Las colecciones de estos animales permiten al
profesor que carezca de medios o de tiempo para recogerlos, ofrecer a sus discípulos, en vez de frases y
figuras abstractas, engendradoras de ídolos mentales, los seres marinos en toda su concreción real, en la
plena integridad de su naturaleza, que jamás sabrán expresar del todo la palabra y la imagen”.
Bien, pues a pesar de todas las infamias acumuladas contra la Estación Biológica y su
ilustre profesorado que no tenían la culpa de que yo fuera un vitando, Linares, que había
resuelto sostenerme heroicamente en la Estación a pesar de las amenazas del ministro,
sufrió moralmente, pero no quiso plegarse ni hizo cosa alguna para evitar aquella
disposición ridícula, que yo deseaba evitar con mi renuncia, o implicaba una hecatombe
científica que hería de muerte un Centro de Instrucción facultativa, dorado sueño de
toda su vida; y más aún, cuando yo quise retirarme para evitar que no quedara cesante el
personal facultativo de la Estación y se derrumbara tan útil institución ante la innoble
piqueta de la soberbia fanática, Linares se opuso heroicamente a mi propósito, hasta
manifestarme que si tal hacía dejaría de ser mi amigo.
La Estación de Biología, suprimida por economías, fue inmediatamente instalada por
decreto, cuando yo, en contra de la voluntad de Linares me embarqué para Puerto Rico,
donde ya no ondeaba la bandera española, mil veces mancillada por los hipócritas
servidores del mal.
La lucha interior y las hondas penas que torturan el alma de Linares, cuando el
mentecato ministro de Fomento, Marqués de Pidal, dócil instrumento de obispos sin
conciencia, suprimió la Estación de Biología, resultado brillante de su labor de toda la
vida y cuya trascendencia científica jamás comprenderán los indolentes políticos de
Madrid, quedaron grabados por la áurea pluma del insigne biólogo en admirables
artículos publicados en la Guía de la provincia de Santander, editada por la casa Gayé28.
Al desaparecer de la vida D. Augusto G. de Linares, de temer es que la Estación
de Biología de Santander muera también, si generosas manos aptas no extienden
también a sostenerla, y si los hombres amantes de la ciencia biológica, alguno de sus
buenos e inteligentes discípulos, como el catedrático de la Universidad de Oviedo, Sr.
28
En Siluetas históricas (Espasa - Calpe, Madrid, 1928) Elpidio de Mier describe este conflicto del
siguiente modo: “El testarudo y fanático marqués de Pidal, que con el Gabinete Silvela se hizo cargo de la
cartera de Fomento, acosado por sus afines, se empeñó en arrojarme de la Estación de Biología, donde yo
descansaba legalmente por el derecho que da la Ciencia en oposiciones probadas. […] Al confeccionarse
el presupuesto 1899 - 1900, el marqués de Pidal, para castigar al eminente González de Linares, que,
contra la opinión del Gobierno, entendía que yo debía permanecer en la científica institución autónoma,
suprimió por economías la única Estación de Biología Marina establecida en España”. Página 178 y ss.
Rioja, no se presta de buen grado a continuar aquella obra trascendental, aunque oscura,
de escasa brillantez, desnuda de vana hojarasca, al parecer inútil, pero profunda y
convenientemente útil al acervo de las ciencias naturales29.
Apenas quedan, en relación con el extraordinario saber de Linares, publicaciones
que den a las venideras generaciones fe de hombre tan eminente, cuya humildad
prodigiosa hará entender a quienes le estudien, la humana perfección del sabio; y para
probar su incansable laboriosidad, daremos una sintética idea de sus trabajos, aunque en
rápida biografía es imposible hacer extensas descripciones.
Alejado Linares de España por la consecuencia de sus ideas políticas, trabajó siempre
con empeño a través de las naciones de Europa por el adelanto científico de su patria, y
a sus gestiones y constancia se debió que los estudiosos españoles pudieran disfrutar de
un pensionamiento en la Estacion Biológica de Nápoles, una de las mejores instaladas y
atendidas del mundo.
Quien primero disfrutó de aquel beneficio, fue el teniente de navío Sr. Borja, quien al ir
a Italia con la escuadra española, quedó en Nápoles comisionado por el gobierno
español. Varios naturalistas y marinos han ocupado las tres mesas de estudio sostenidas
durante cinco años por los ministerios de Marina, Fomento y Ultramar de España, en
aquel adelantado centro de ciencia biológica.
Linares inició aquella serie de estudios, continuó Lázaro, y tras un año de interrupción,
Rioja, Gogarza, Cazurro, Cañizares, Madrid y otros, entre los naturalistas, y Borja
(segunda vez), Anglada, Shelly y Navarrete entre los marinos.
Después de instalar el pensionamiento de Nápoles, trabajó Linares sin descanso para
crear la Estación Marítima de Zoología y Botánica experimentales, y debido a sus
29
Efectivamente, la Estación quedó bajo la dirección de José Rioja y Martín. En 1901 se anexionaba la
Estación al Museo Nacional de Ciencias Naturales. En 1910 tanto el Museo Nacional como la Estación
fueron incorporados al Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, dependiente de la Junta para la
Ampliación de Estudios. En 1914 se creó el Instituto Nacional de Oceanografía, del que pasó a depender
la Estación de Biología Marina, que cambió su nombre por el de Laboratorio Oceanográfico.
esfuerzos, fue creada con ese título el catorce de mayo de 1886 (Gaceta de 16 de mayo)
por don Eugenio Montero Ríos.
En admirable y detallada Memoria describió y estudió Linares las Estaciones que a la
sazón existían en el mundo (luego aumentadas) cuya Memoria será imperecedera
Crónica de la ciencia biológica Universal, que los estudiosos podrán utilizar
provechosamente.
En ellas se analizan científicamente y con perfecto conocimiento de causa, el estado de
las ocho de Francia, la de Trieste en Austria, la de Alemania, la de Italia, en Nápoles; la
de Holanda, en Batavia; la de Bélgica, en Ostende; las cuatro de Inglaterra, las cinco de
América, la de Australia, en Sydney, etc., etc., y cuyo estudio, hasta entonces, en
España desconocido y jamás tan completo hecho en el mundo, es más que suficiente
para dar fama imperecedera a un naturalista.
En el concurso entre catedráticos para cubrir la plaza de Director de la Estación de
Biología Marina de Santander, presentó Linares trabajos manuscritos sobre estudios
suyos anteriores, hechos en los laboratorios de Francia, en las costas de Gascuña e
Inglaterra, en el Paso de Calais, en las costas de España, y especialmente en San Vicente
de la Barquera, Santander y Comillas.
En 1887 hizo Linares, acompañado de su ayudante Rioja, una excursión de siete meses
por las costas ibéricas, con objeto de estudiar y fijar el emplazamiento de la estación
Biológica, cuya excursión dio por resultado un provechoso trabajo inmejorable de
recolección y clasificación biológica, la determinación científica de cuatrocientas
cincuenta y una especies de la fauna marina de las costas españolas del Atlántico, la
adquisición de copiosísimo material y un cúmulo incalculable de datos, dibujos y
acuarelas30.
Al terminar aquella excursión fecundísima para la ciencia biológica, presentó al
Ministro de Fomento de España, una extensa relación de los trabajos hechos, que
30
Continúa inédito. Las acuarelas se deben a la mujer de Augusto G. de Linares, Luisa de la Vega y
Wetter.
constituyen la prueba documentada de una campaña científica, análoga o superior a las
efectuadas en Europa y América. En la detallada relación (y este informe debe hallarse
archivado y acaso empolvado y olvidado en el Ministerio de Fomento o Instrucción
Pública de Madrid) se incluyen planos de las costas y rías visitadas con emplazamiento
de los numerosos dragados hechos y la enumeración de especies recogidas con muchos
dibujos y acuarelas.
En la Estación de Biología de Santander, y bajo la dirección facultativa de Linares, han
trabajado y recibido enseñanza, como alumnos pensionados, Janer (dos veces),
Fernández, Navarrete (dos veces), Cañizares, Bosca, Cazurro, Fuste y Tubia, Blanco,
Jimeno Vázquez, Hernández (puertorriqueño que se suicidó), Martínez, Azua, Varela,
Giner y Alaejos (dos veces). Muchos de estos señores figuran hoy como aventajados
catedráticos de Historia Natural en Universidades e Institutos de España y el extranjero.
Además de los enumerados alumnos pensionados, infinidad de intelectuales han hecho
particulares investigaciones en los gabinetes de la Estación, entre muchos otros, el Dr.
Simarro, Fernández Izquierdo, el Marqués de Robledo, Perales, el P. Juvenal, Muñoz
Ramos, Vázquez y los doctores en Medicina Madrazo, Revolledo, Toca, Santiusti,
Lauza, Quintana, Almiñaque, etc.
Conocida es la profesional competencia de los citados señores como catedráticos de la
Universidad Central y otras, en los institutos y ejercicios de su profesión a donde ha
llegado como luz radiante el beneficioso influjo de las observaciones hechas en la
Estación de Biología con la cooperación e ilustrada dirección de Linares.
La Estación Biológica en Santander, ha suministrado, aparte de numerosos ejemplares a
museos y centros de instrucción, veinte colecciones de su única especialidad a centros
científicos diversos, entre otras las del Museo de Ciencias Naturales de Madrid y de
varias Universidades e Institutos oficiales y particulares, y téngase presente que esas
colecciones de su especialidad constan de veintiséis mil ejemplares cada una.
Los trabajos realizados por Linares y sus ayudantes podrán reducirse aproximadamente,
si se tiene en cuenta que esas colecciones se hallan en veintiséis mil frascos atestados de
ejemplares (cuya recolección, pesca y clasificación supone un imponderable esfuerzo
ímprobo) los cuales hay que conservar por medio de determinados procedimientos
especiales y muy delicados, después de haber sido estudiados y clasificados.
Las preparaciones histológicas y microscópicas de la Instalación, acuarelas, dibujos y
notas de observaciones realizadas, se cuentan por miles.
Solamente la sección Esponjas, que en 1898-99 yo reinstalé y ordené en gabinete
especial, contiene dieciocho mil ejemplares distintos con sus correspondientes
clasificaciones científicas escritas y denominación técnica hecha por Linares.
Entre los revueltos papeles de la Estación de Biología, se hallan valiosísimas
notas de las siempre originales investigaciones a que el llorado amigo se dedicara, las
cuales estaban, al yo abandonar con pena la Estación de Biología, en disposición de ser
publicadas31.
Entre otras existen:
(a) Estudio de los Hydroideos del Golfo de Nápoles, completado con el de los
Hydroideos de Santander, con sus respectivas preparaciones.
(b) Estudio no interrumpido sobre Esponjas de Santander, a que antes me he
referido, en el cual hace observaciones especialísimas sobre fijación de larvas y
sus transformaciones, que completan las hechas y publicadas por el naturalista
Ives Delage32.
(c) Estudio sobre Esponjas de Filipinas, cuya descripción parcial publicó “El
Globo”, de Castelar33, y en el cual define y denomina una nueva especie que
llama Farrea Balaguería, dedicada al entonces Ministro de Fomento.
31
Para las publicaciones de Augusto González de Linares, véase el capítulo titulado “Referencias
bibliográficas” del estudio preliminar de La vida de los astros, editado por la Universidad de Cantabria en
2004 bajo la dirección de Carlos Nieto Blanco, páginas 84 y siguientes.
32
Ives Delage (1854 - 1920), biólogo, zoólogo y médico francés. Codirigió la Estación Zoológica de
Roscoff, en la Bretaña francesa, cuyo Laboratorio de Biología Marina dirigió de 1901 hasta la fecha de su
muerte. Augusto G. de Linares fue un gran especialista en esponjas, aunque su producción científica al
respecto fuera menor.
33
Castelar fundó el diario El Globo en 1875. Como su fundador, el periódico era de filiación republicana.
Cerró en 1930.
(d) Estudio de la actinia Aloactis macelli.
(e) Estudio del gusano anólido Eunice anphihelia, el cual cedió Linares al alumno
señor Fuset, por si deseaba ampliar y publicar la investigación.
(f) Estudio de los Mudibranquios de Santander.
(g) Estudio de una Tubularia, nueva probable especie del Cantábrico.
(h) Estudio de la Sardina, que por no juzgarlo bastante acabado, no quiso publicar
con motivo del problema de la pesca en Galicia34, debiéndose, cuanto la
comisión dijo entonces, en este estudio, a lo aprendido al lado de Linares, o con
su auxilio, en la Estación de Biología.
(i) Estudio del cetáceo Orca gladiador, cuyo esqueleto, poco frecuente en los
museos extranjeros, existe en la Estación.
(j) Estudio del cetáceo Globicephalus melas, hecho por mí en 1899, bajo la
dirección de Linares, y publicado con mi firma en varios periódicos y revistas
científicas de España. En ese informe se rectifican algunas equivocaciones del
eminente naturalista alemán von Beneden. Este enorme cetáceo cogido en
Pedernales (Vizcaya) y llevado a Santander en ferrocarril, es poco frecuente en
el Cantábrico y numeroso en las islas dinamarquesas Féroe, donde se hallan
gammas de trescientos y quinientos pies, y al cual llaman los habitantes de
aquellas islas Grindewal. El sabio naturalista Lacepéde lo apellida Catodon
svinewall, Dauphin nessarnat y Dauphin feres, y el eminente ballenero
Scoresby, le denomina Dauphinus seductor; Cubier, Dauphinus globiceps;
Camper, )arwal edenté35, y finalmente, los mallorquines, a cuyas playas
algunas veces llegan gammas de esos cetáceos, los conocen, en su regional
dialecto, con el nombre de Cap d´olla.
Entre los objetos que de la Estación guardo, conservo varias fotografías de este cetáceo,
y el esqueleto, único completo que hay en España y acaso en los museos de Europa, se
halla en la Estación de Biología Cantábrica.
34
Decaimiento de la pesquería de sardina en el Cantábrico durante la segunda mitad del siglo XIX debida,
con toda probabilidad, a la sobreexplotación, aunque quizá también quepa contemplar factores
ambientales desconocidos que, en todo caso, afectarían a zonas críticas para el desarrollo de los huevos y
larvas.
35
Cépède (1756 - 1825) fue zoólogo, político y músico francés; William Scoresby (1789 - 1857),
científico y explorador del Ártico; Cuvier (1769 - 1832), naturalista francés; y Petrus Camper (1722 1789), holandés, fue médico, naturalista y biólogo.
(l) Estudio de un Ziphius cavirrostrix.
(m) Otro de un cachalote, cuyo estudio publicó en los Anales de la Española,
con la colaboración de Rioja.
(n) Estudios de dos ballenas, una de las cuales de gran tamaño y única
completa que existe en España, permanecía, cuando yo salí de Santander,
en edificio propio fuera de la Estación.
(o) Estudios de varios ejemplares de otras dos o res especies de cetáceos.
Los esqueletos, dibujos, fotografías y notas de los últimos grandes ejemplares
enumerados, se guardaban cuidadosamente en la Estación, y al morir Linares, deberán
ser recogidos para que con estas notas formen la historia de la Estación biológica, y eso
compete a sus hijos o discípulos.
No solamente se ha concretado Linares a las investigaciones biológicas.
Multitud de trabajos sobre Geología de la provincia de Santander y numerosos fósiles
recogidos y clasificados por él acreditan su laboriosidad incansable36.
Durante mi permanencia en la Estación de Biología, los domingos salíamos él, su
esposa, sus hijos y yo, y andábamos de veinte a treinta kilómetros a pie para estudiar los
derrumbes de las montañas, las formaciones geológicas de las cadenas y cuencas
inmediatas a Santander.
Jamás se borrarán de mi memoria días tan placenteros, ni tan provechosas lecciones
familiares de profundísima geología.
Cuando la ráfaga fría de las amarguras de la vida roza con gélido soplo mi ya casi
arrugada frente, y llegan hirientes al corazón las ingratitudes humanas para sembrar el
36
Augusto González de Linares, al que todo lo que le rodeaba le despertaba interés, aportó avances
científicos relevantes en los campos de la biología, geología, paleontología, prehistoria y botánica. Cabe
destacar su descubrimiento en 1876 del Wealdico en España y su defensa de la cronología propuesta por
Sautuola para las pinturas de Altamira, cuando, recién descubiertas, se cuestionó su autenticidad primero
y su antigüedad después.
desengaño, hago un esfuerzo de fantasía y deleito mi alma al refrigerar la memoria y el
corazón con el tónico baño delicioso de aquellas laboriosas excursiones en obsequio a la
ciencia, acrisolada por la maravillosa facundia del nunca bien llorado Linares, cuyos
únicos discípulos éramos María, Antonio, Genara y yo37.
Uno de los descubrimientos más interesantes de aquellas inolvidables excursiones
dominicales, fue el del terreno wealdico en Santander38, hasta entonces desconocido en
España.
Sería imposible seguir en breve biografía las innúmeras observaciones y trabajos
científicos de Linares, los más de ellos de una trascendencia incalculable.
No hace mucho tiempo que gran número de revistas científicas de España, Bélgica,
Francia e Inglaterra, se han ocupado de un estudio que un naturalista balear ha
presentado a la consulta de otros conocidos naturalistas, y en el cual se pretende haber
hallado unos peces de los cuales no se había podido determinar más que la familia.
Dicho naturalista tenía la errónea idea - y así lo publicó en los Anales de Historia
)atural - de que aquellos peces eran larvas de merluza; pues bien, Linares, después de
estudio detenido y en contra de autorizadas opiniones, hubo comprobado que se trataba
de un góbido, y su definición científica ha sido corroborada por todos los eminentes
naturalistas españoles y extranjeros posteriormente consultados.
La brillante pluma de Linares ha dado y esparcido áureos productos
originalísimos de reconocida trascendencia didáctica y científica.
Entre muchos merecen especial mención:
(a) Goethe naturalista y filósofo.
(b) Introducción al estudio de la Historia Natural.
(c) Geometría y Morfología natural.
37
38
Núcleo familiar de Augusto G. de Linares, más Elpidio de Mier.
Realmente el descubrimiento tuvo lugar en la Sierra del Escudo de Cabuérniga.
(d) La Morfología de Harkel.
(e) Existencia de terreno weáldico en la cuenca del Besaya.
(f) La célula vegetal.
(g) Cristalografía y Mineralogía.
(h) Criterio actual de la Mineralogía terrestre.
(i) Clasificación de las figuras geométricas.
(j) Forma general de los vegetales superiores.
(k) La vida de los astros.
(l) La Geometría y la Morfología de la Naturaleza.
(m) Extirpación de la laringe.
(n) Carne luminosa.
(o) El concepto de la Naturaleza.
(p) La Geografía y figura de la península ibérica.
(q) Nuevos trabajos del profesor Calderón.
(r) El Padre Las Casas juzgado por un alemán.
(s) El descubrimiento del alma, por Jaeger.
(t) Esponja de Filipinas, publicado en El Globo39.
(u) Qué debe ser el Laboratorio español en Biología.
(v) Preocupaciones abstractas sobre la noción del espacio.
(w) La Estación Cantábrica de Biología Marina.
(x) Conceptos actuales sobre el individuo.
(y) El parentesco y el supuesto ideal en la Naturaleza.
(z) La individualidad vegetal.
Además, en unión de sus amigos Francisco Giner de los Ríos y don Gumersindo
Azcárate, tradujo del alemán directamente y publicó con notas críticas el “Compendio
de Historia y de derecho romano”, por Enrique Ahrens40.
39
En El Globo publicó: “Zoología: La Regadera y otras esponjas afines”, 26 de agosto de 1887; y
“Desarrollo de esponjas y estructura del esqueleto de la Regadera y otras afines”, el 9 de septiembre de
1887. En estos artículos cita una nueva especie a la que da el nombre de Farrea balaguerii G. L. en honor
del entonces Ministro de Ultramar, Víctor Balaguer, de quien reclama un mayor apoyo para los estudios
biológicos en colonias.
40
Este compendio es una separata de la Enciclopedia jurídica de Ahrens, que fue editada como libro
independiente por Victoriano Suárez en Madrid el año 1879.
Tradujo igualmente del francés el curso elemental de estudios científicos, titulado
“Historia Natural” de J. Langlebert, que fue editado en París por Ch. Boncet41.
Y cientos de artículos de condensado valor científicos y didáctico se hallan esparcidos,
no coleccionados y acaso perdidos para sus admiradores, diseminados en las columnas
de numerosos periódicos y revistas científicas y especialmente en el “Boletín de la
Institución Libre de Enseñanza”, en la “Revista de la Universidad de Madrid”, en la
“Revista de España” y otras.
Lástima sería que tan valiosos trabajos se perdieran, y siento no hallarme en España
para preparar una edición completa de las originales e interesantes obras de Linares,
pero no dudo que algunos de sus aventajados discípulos, como el catedrático de la
Universidad de Oviedo, señor Rioja, o su hijo Antonio, harán un esfuerzo para que esas
valiosas enseñanzas diseminadas no se pierdan, para honor de Linares y bien de la
verdadera ciencia española.
Tal es la obra colosal, a grandes rasgos trazada, del sabio montañés que con su
muerte llena de luto los fastos de la ciencia.
Si fuéramos a elogiar al hombre caritativo y virtuoso, serían necesarias muchas
cuartillas para soportar, en aurato relato, el desfile de sus portentosas virtudes cívicas y
domésticas.
Por eso quiero terminar aquí estas rápidas notas, dejando caer en el papel, sobre el que
corre mi agobiada pluma, una sincera lágrima de imperecedero cariño en memoria del
amigo generoso, que en días aciagos de mi no muy placentera existencia, cuando con
rabia sectaria todos en España me perseguían después del convencional naufragio de
mis más caras amistades hasta el casi total eclipse del inextinguible cariño maternal,
41
LANGLEBERT, Edmond Jean Joseph: Curso elemental de estudios científicos: Historia natural:
Anatomía y psicología animales, anatomía y psicología vegetales, geología y paleontología. La primera
edición en español data de 1883.
abrió sus vigorosos brazos para estrecharme contra su pecho y defenderme de la
soberbia irritada de fanáticos y gobernantes.
En el fondo del alma guardaré siempre el amoroso recuerdo de Linares, y, aunque
distante de Santander, lloraré con sus hijos, que en aquel hogar excelente fueron mis
hermanos, la irreparable pérdida de su padre, y si el Dios, a quien invoco todos los días,
me concede la gracia de arribar otra vez a las siempre idolatradas costas de Cantabria,
iré a Ciriego42, para depositar una lágrima filial sobre la tumba de don Augusto, besar el
polvo inerme que cubren sus inanimados restos y colocar sobre su sarcófago una
siempreviva que simbolice, a la par que mi recuerdo imperecedero, mi amor
inextinguible al caballero sin mácula y sin tacha, al más cordial de los filántropos, al
padre caritativo, al sabio inagotable, al montañés ilustre, al observador y educador
insustituible, al justo perseguido…, a quien tuvo la grandeza de alma de responder a las
ingratitudes de los gobiernos de España, cincelando, con el buril del amor y el trabajo,
una inmarcesible corona de honores, brillo y cultura para la Patria lejana, envilecida por
los despreciables sicarios del presupuesto.
42
Ciriego, cementerio municipal de Santander. Era costumbre que los republicanos cántabros se reunieran
en torno a su tumba y depositaran flores cada primero de mayo. Con la posguerra este pequeño homenaje
anual terminó.
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