CAPÍTuLo TERCERo. dE LAS CoACCIonES

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Eva Mimbrera Torres
TÍTULO VI. DELITOS CONTRA LA LIBERTAD
CAPÍTULO TERCERO. DE LAS COACCIONES
Artículo 172
1. El que sin estar legítimamente autorizado impidiere a otro con violencia hacer lo que la Ley no
prohíbe, o le compeliere a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto, será castigado con la pena de prisión
de seis meses a tres años o con multa de seis a veinticuatro meses, según la gravedad de la coacción o de los
medios empleados.
Cuando la coacción ejercida tuviera como objeto impedir el ejercicio de un Derecho Fundamental se
impondrán las penas en su mitad superior, salvo que el hecho tuviera señalada mayor pena en otro precepto
de este Código.
2. El que de modo leve coaccione a quién sea o haya sido su esposa, o mujer que esté o haya estado ligada
a él por una análoga relación de afectividad, aun sin convivencia, será castigado con la pena de prisión de
seis meses a un año o de trabajos en beneficio de la comunidad de treinta y uno a ochenta días y, en todo
caso, privación del derecho a la tenencia y porte de armas de un año y un día a tres años, así como, cuando
el Juez o Tribunal lo estime adecuado al interés del menor o incapaz, inhabilitación especial para el ejercicio
de la patria potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento hasta cinco años.
Igual pena se impondrá al que de modo leve coaccione a una persona especialmente vulnerable que
conviva con el autor.
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Se impondrá la pena en su mitad superior cuando el delito se perpetre en presencia de menores, o tenga
lugar en el domicilio común o en el domicilio de la víctima, o se realice quebrantando una pena de las contempladas en el artículo 48 de este Código o una medida cautelar o de seguridad de la misma naturaleza.
No obstante lo previsto en los párrafos anteriores, el Juez o Tribunal, razonándolo en sentencia, en
atención a las circunstancias personales del autor y a las concurrentes en la realización del hecho, podrá
imponer la pena inferior en grado.
Precepto redactado por el artículo 39 de la LO 1/2004, de 28 diciembre, de Medidas de
Protección Integral contra la Violencia de Género.
CONCORDANCIAS: artículo 496 del CP de 1973.
COMENTARIO.
1. Evolución normativa.
El Capítulo III cierra el Título VI del Libro II del CP con la tipificación en un único
artículo del delito de coacciones.
Dicha figura delictiva se hallaba regulada en el anterior CP de 1973 a través de su artículo 496, bajo la rúbrica nuevamente de los delitos contra la libertad y seguridad y rezando dicho precepto que “El que sin estar legítimamente autorizado impidiere a otro
con violencia hacer lo que la Ley no prohibe o le compeliere a efectuar lo que no quiera,
sea justo o injusto, será castigado con las penas de arresto mayor y multa de .-100.000.- a
.-1.000.000.- de pesetas. Incurrirán en las penas de arresto mayor en su grado máximo y
multa de .-100.000.- a .-1.000.000.- de pesetas los que actuando con violencia o intimidación, en grupo, o individualmente pero de acuerdo con otros, obliguen a otras personas a
iniciar o continuar una huelga, paro o cierre empresarial. Serán castigados con la pena de
prisión menor los que, actuando en la forma prevista en el párrafo anterior, fueren ajenos
al conflicto o portaren armas o instrumentos peligrosos.”
Vemos pues que, comparativamente, la vigente redacción del artículo 172 del CP ha
respetado la estructura del delito básico de coacciones que ya estableciera antaño el citado
artículo 496 del CP de 1973, si bien, prescindiendo de sus párrafos 2º y 3º y viniendo a
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introducir como factores de flexibilización de la pena a imponer la gravedad de la coacción
o de los medios empleados para la misma. Amén de prever el actual artículo 172 del CP
una normativa específica en torno a los delitos de coacciones leves verificados en el ámbito
matrimonial, para-matrimonial o convivencial.
Al hilo de ello, el artículo 172 del CP ha sido objeto de dos modificaciones desde que
entrara en vigor.
La primera de ellas, operada a través de la LO 15/2003, de 25 de noviembre, se dirigió
únicamente a incrementar el límite mínimo de la pena alternativa de multa prevista en el
precepto de referencia para el delito básico de coacciones, pasando así el mismo de los seis
a los doce meses de multa.
Y, la segunda, más significativa y verificada a través de la promulgación de la LO 1/2004,
de 28 diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, fue
encaminada, como ya sucediera con el delito de amenazas del artículo 171 del CP, antes
estudiado, a elevar a la categoría de delito las coacciones, incluso leves, verificadas sobre
quienes ostenten o hayan ostentado con el agente del delito una relación matrimonial,
para-matrimonial o convivencial, introduciéndose así el actual apartado 2º del artículo 172
del CP.
En otro sentido y extramuros del CP, la acción ilícita que nos ocupa ha sido asimismo recogida en cuerpos legales tales como el Código Penal Militar, aprobado por la LO
13/1985, de 9 diciembre, en su artículo 182 (“El que durante las distintas fases de tramitación de un procedimiento judicial militar ejerciere coacciones, violencia o intimidación con
el fin de obtener o impedir confesión, testimonio, informe o traducción, será castigado con
la pena de un año a seis años de prisión. Si cometiere cualquier otro delito con los mismos
fines del párrafo anterior, incurrirá en la misma pena, sin perjuicio de la correspondiente al
otro delito cometido”); o la Ley Penal y Procesal de la Navegación Aérea, Ley 209/1964,
de 24 diciembre, en su artículo 46, ya transcrito con ocasión del análisis en esta obra del
delito de amenazas del artículo 169 del CP.
Por lo demás, ninguna modificación cabrá destacar para el delito de coacciones del
artículo 172 del CP en el Proyecto de LO por la que se modifica la LO 10/1005, de 23 de
noviembre, del CP (BOCG número 119-1, de 15 de enero de 2007).
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2. Bien jurídico tutelado.
El bien jurídico protegido con la tipificación del delito de coacciones del artículo 172
del CP deberá de nuevo situarse en el derecho de todas las personas a la libertad (artículo
17.1º de la CE), con el alcance que de tal Derecho Fundamental ha quedado ya fijado en
esta obra a raíz del análisis de los artículos 163 y 169 del CP.
Sin embargo y pese a lo anterior, sí debe ahora remarcarse que el delito de coacciones
supone concretamente la salvaguarda jurídico-penal de la libertad de obrar del individuo
(sentencia del Tribunal Supremo de 25 de marzo de 1985, entre otras), esto es, de la facultad de libre determinación y expansión de la voluntad individual. Debiendo, eso sí,
remitirnos al posible tratamiento de determinados atentados contra la libertad de obrar de
la persona a través de otras figuras delictivas diversas al delito de coacciones.
3. Análisis del tipo.
3.1. Sujeto activo y sujeto pasivo.
En lo referente al sujeto activo y al sujeto pasivo del delito de coacciones del artículo
172 del CP, si bien su apartado 1º viene presidido por los vocablos “el que” y “a otro”,
indicadores de la naturaleza común de la infracción penal en cuestión, debe añadirse que,
ya para el caso del delito de coacciones del artículo 172.2º del CP, deberá concurrir entre el
sujeto activo y el sujeto pasivo del mismo alguna de las circunstancias subjetivas previstas
en tal precepto, esto es, ser la víctima la esposa o mujer que esté o haya estado ligada al
agente de la infracción penal por una análoga relación de afectividad, aun sin convivencia,
o una persona especialmente vulnerable que conviva con el citado autor.
Además y como ya acaeciera respecto de otras figuras delictivas (artículos 138 y 163 del
CP, entre otros), se prevén también en el texto del CP algunas infracciones penales constitutivas de coacciones específicas con causa en la especial caracterización del sujeto activo
o del sujeto pasivo implicado en las mismas. Así sucede, por ejemplo, con el delito de
terrorismo del artículo 572.1º.3º del CP (“1. Los que perteneciendo, actuando al servicio
o colaborando con las bandas armadas, organizaciones o grupos terroristas descritos en el
artículo anterior, atentaren contra las personas, incurrirán: (…) 3º. En la pena de prisión de
diez a quince años si causaran cualquier otra lesión o detuvieran ilegalmente, amenazaran
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o coaccionaran a una persona (…)”), o con el delito contra la Corona del artículo 489 del
CP (“El que con violencia o intimidación obligare a las personas referidas en los artículos
anteriores a ejecutar un acto contra su voluntad, será castigado con la pena de prisión de
ocho a doce años. En el caso previsto en el párrafo anterior, si la violencia o la intimidación
no fueran graves, se impondrá la pena inferior en grado”).
3.2. Elementos objetivos: objeto material y conducta típica.
Siendo de nuevo coincidente el sujeto pasivo del delito de coacciones del artículo 172
del CP con el objeto material del mismo, esto es, la persona individual cuya libertad de
obrar se hubiere constreñido por parte del agente de la infracción penal, cabe destacar
que, en atención a la acción ilícita, la misma se configura como un delito de conducta y de
resultado, que requerirá pues en orden a su consumación de una efectiva lesión a la libertad
de obrar de la víctima afectada.
Además y dentro de la conducta penalmente tipificada en el artículo 172 del CP, deben
discernirse las siguientes hipótesis:
1ª. El que sin estar legítimamente autorizado impidiere a otro con violencia hacer lo que
la ley no prohíbe, o le compeliere a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto.
El delito básico de coacciones contemplado en el primer inciso del apartado 1º del artículo 172 del CP viene sancionado en dicho precepto con la pena de prisión de seis meses
a tres años o de multa de seis a veinticuatro meses, según la gravedad de la coacción o de
los medios empleados en aras a la misma.
Jurisprudencialmente, la acción ilícita constitutiva del delito de coacciones del artículo
172 del CP se ha venido conceptuando como aquélla consistente en “impedir con violencia
a otra persona hacer lo que la ley no prohíbe o compelerla, igualmente con violencia, a
realizar lo que no quiera.” Fijándose como caracteres o requisitos objetivos de la infracción
penal de referencia los siguientes (sentencias del Tribunal Supremo de 15 de marzo de
2006, de 10 de octubre de 2005 o de 29 de junio de 2005, entre otras):
a) La concurrencia de una conducta violenta de contenido material (“vis” física) o intimidatorio (“vis” compulsiva), ejercida sobre el sujeto pasivo del delito, ya sea de modo
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directo o de modo indirecto.
El empleo de la violencia por el sujeto activo de la conducta típica viene a constituir sin
duda el núcleo básico del delito de coacciones del artículo 172.1º del CP.
Al respecto, la jurisprudencia existente en la materia se ha inclinado por la admisión
de la intimidación personal e incluso de la violencia ejercida a través de las cosas (“vis in
rebus”) siempre que, de alguna forma, la misma afecte a la libertad de obrar o a la capacidad de actuar del sujeto pasivo de la infracción penal, impidiéndole hacer lo que la Ley no
prohíbe o compeliéndole a hacer lo que no quiere.
Ciertamente, que en el tipo penal de referencia se mencione de forma exclusiva a la
violencia como medio comisivo, sin hacerse referencia a otras modalidades comisivas tales
como la intimidación (que sí figura conjuntamente con la violencia en otros tipos penales),
ha propiciado que parte de la doctrina entienda que la comisión del delito de coacciones
sólo puede venir integrada por la violencia material, excluyendo a tales efectos la violencia
psíquica o la violencia en las cosas. Sin embargo y como avanzábamos, dicha interpretación restrictiva no ha sido mantenida en la jurisprudencia que, de manera constante, ha
mantenido que el delito de coacciones es un “tipo penal abierto” o un “tipo delictivo de
recogida” que alberga distintas modalidades de comisión, pues todo atentado o, incluso, la
mera restricción de la libertad de obrar del individuo supone de hecho una violencia y por
tanto una coacción, siendo lo decisorio el efecto coercitivo de la acción más que la propia
acción.
No entenderlo así y referir la violencia integradora del delito de coacciones del artículo
172.1º del CP únicamente a los supuestos de “vis” física, dejaría un estrecho margen de
aplicación a la infracción penal de referencia por hallarse limitada la misma entre la atipicidad y el delito de lesiones de los artículos 147 y siguientes del CP, pues el empleo de
una violencia física que superara el umbral de la mera coerción para producir un resultado
lesivo haría de aplicación, por mor del principio de especialidad normativa, el antedicho
tipo penal de lesiones.
En dicho sentido y tal como recordaba la antes mencionada sentencia del Tribunal Supremo de 10 de octubre de 2005, se han estimado jurisprudencialmente como supuestos
de violencia a los efectos dispuestos en el artículo 172.1º del CP el empleo por el agente de
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narcóticos o, incluso, de métodos que no comportan contacto físico con el sujeto pasivo,
tales como la hipnosis.
b) La persecución de la finalidad de impedir lo que la ley no prohíbe o efectuar lo que
no se quiere, sea justo o injusto, como resultado de la acción ilícita.
El delito de coacciones del artículo 172.1º del CP se configura pues como una infracción penal de formas alternativas, pudiendo desarrollarse por el agente la conducta típica
en cuestión con el objetivo de “compeler” a otro a hacer lo que no quiere, sea ello justo
o injusto, o “impedir” a dicho otro hacer lo que la Ley no prohíbe, requiriendo además la
colmación de dicho tipo penal, en tanto que delito de resultado, la final consecución de
dicha finalidad pretendida por el sujeto activo del mismo.
En cualquier caso y a efectos conceptuales, el término “compeler” es definido en el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (Vigésimosegunda edición) como
“obligar a alguien, con fuerza o por autoridad, a que haga lo que no quiere”, en tanto que
el verbo “impedir” se conceptúa, en una de sus acepciones, como “estorbar, imposibilitar
la ejecución de algo.”
c) La existencia de una intensidad suficiente de la acción ilícita como para originar el
resultado que se busca.
Esto es, el medio coercitivo utilizado por el agente en orden a la comisión delictiva
deberá ser adecuado, eficaz y causal respecto del resultado por él perseguido (sentencia del
Tribunal Supremo de 29 de junio de 2005).
De carecer la acción ilícita de tal intensidad, podríamos tratar de la concurrencia de
una falta de coacciones del artículo 620 del CP. Siendo necesario en cuanto a ello valorar
“la mayor o menor trascendencia del acto de coacción de que se trate, la intensidad de la
presión ejercida y el grado de malicia y culpabilidad del agente” (sentencia del Tribunal
Supremo de 2 de febrero de 2000).
Siguiendo a PRATS CANUT, “ (…) corresponde reclamar que la gravedad deberá acordarse en función de la valoración en conjunto del desvalor de acción y del desvalor de
resultado, sin que ello suponga que ambos deban ser de la máxima intensidad, pues en
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ocasiones ésta se acomodará al medio empleado, y otras al resultado producido, pero sí que
ambos deben responder a unas exigencias de entidad mínima (…).”
En suma y al igual que sucediera respecto de los delitos de amenazas de los artículos 169
y siguientes del CP, el delito de coacciones del artículo 172.1º del CP se configura como
infracción penal eminentemente relativa o circunstancial, debiendo valorarse en orden a la
misma factores tales como la cultura y el ambiente social en el que se verifica la conducta
típica, las condiciones de tiempo y lugar de la misma,
d) La constatación de la ilicitud del acto desde la perspectiva de las normas referentes a
la convivencia social y al orden jurídico, esto es, la ausencia de autorización legítima para
obrar el autor de forma coactiva.
Conllevará ello el examen del proceder del agente del delito, confrontándolo con las
reglas generales del ordenamiento jurídico y con la normativa reguladora del ejercicio de
las actividades concretas de las personas (sentencias del Tribunal Supremo de 26 de febrero
de 1992 y de 26 de abril de 1994, entre otras).
2ª. Cuando la coacción ejercida tuviera como objeto impedir el ejercicio de un Derecho
Fundamental.
El segundo inciso del artículo 172.1º del CP viene a introducir una agravación del delito
básico de coacciones del primer párrafo del artículo 172.1º del CP, antes visto. En virtud
de la misma y salvo que el hecho tuviera señalada mayor pena en otro precepto de este
Código, se impondrán las sanciones penales antes fijadas en su mitad superior cuando la
coacción de que se trate tuviera como objeto impedir el ejercicio de un Derecho Fundamental.
En dicho sentido, una adecuada interpretación del precepto de referencia impone asumir que el legislador de 1995 pretendió acotar la aplicabilidad de la agravante que nos ocupa a aquellos supuestos de afectación de otros Derechos Fundamentales contemplados en
la CE distintos al de la libertad (artículo 17.1º de la CE), estimándose ínsito éste último en
el propio delito básico de coacciones, según antes ha quedado advertido.
Y, ya en cuanto a la salvedad contenida en el mencionado párrafo 2º del artículo 172.1º
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del CP de inaplicabilidad del mismo cuando el hecho de que se trate tuviera señalada mayor
pena en otro precepto de dicho CP, señalar tan sólo que son varios los preceptos de tal
cuerpo normativo que dispensan una concreta y mayor (en términos penológicos) protección jurídico-penal a los Derechos Fundamentales reconocidos en la CE. Es el caso, a título de ejemplo, del delito contra los derechos de los trabajadores del artículo 315 del CP (“1.
Serán castigados con las penas de prisión de seis meses a tres años y multa de seis a doce
meses los que mediante engaño o abuso de situación de necesidad impidieren o limitaren
el ejercicio de la libertad sindical o el derecho de huelga. 2. Si las conductas reseñadas en el
apartado anterior se llevaren a cabo con fuerza, violencia o intimidación se impondrán las
penas superiores en grado. 3. Las mismas penas del apartado segundo se impondrán a los
que, actuando en grupo, o individualmente pero de acuerdo con otros, coaccionen a otras
personas a iniciar o continuar una huelga”); o del delito contra la libertad de conciencia,
los sentimientos religiosos y el respeto a los difuntos del artículo 522 del CP (“Incurrirán
en la pena de multa de cuatro a diez meses:
1º) Los que por medio de violencia, intimidación, fuerza o cualquier otro apremio ilegítimo impidan a un miembro o miembros de una confesión religiosa practicar los actos
propios de las creencias que profesen, o asistir a los mismos.2º) Los que por iguales medios
fuercen a otro u otros a practicar o concurrir a actos de culto o ritos, o a realizar actos reveladores de profesar o no profesar una religión, o a mudar la que profesen”), entre otros.
3ª. El que de modo leve coaccione a quien sea o haya sido su esposa o mujer que esté o
haya estado ligada a él por una análoga relación de afectividad, aun sin convivencia, o a una
persona especialmente vulnerable que conviva con el autor.
Por último y como antes ha tenido ocasión de indicarse, el apartado 2º del artículo
172 del CP fue introducido en virtud de la LO 1/2004, de 28 diciembre, de Medidas de
Protección Integral contra la Violencia de Género, remitiéndonos ahora al estudio que
en esta obra ya se ha efectuado y se efectuará respecto del alcance de dicha modificación
normativa (artículos 147, 153, 173, 620 y concordantes del CP).
3.3. Elementos subjetivos.
Subjetivamente y visto el carácter especialmente tendencial predicado del delito de
coacciones del artículo 172 del CP, en el que la finalidad del agente de compelir o impedir
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al sujeto pasivo respecto de una determinada conducta será un elemento básico configurador de dicha figura delictiva, la misma deberá integrarse entonces por un dolo específico
del autor de emplear una fuerza o violencia que doblegue la voluntad ajena con la específica finalidad de restringir de algún modo la libertad de otro para someterla a los deseos
o criterios propios. (sentencias del Tribunal Supremo de 15 de marzo de 2006 y de 10 de
octubre de 2005, entre otras).
No cabrá, pues, tratar en el delito de coacciones del artículo 172 del CP ni de dolo eventual ni de comisión imprudente (artículo 12 del CP).
Aceptándose, eso sí, para la figura delictual de referencia el tratamiento de la normativa
genérica existente en materia de error (artículo 14 del CP).
4. Concurso con otras figuras delictivas. Autoría, participación y formas imperfectas de
ejecución. Aspectos procesales y responsabilidad civil.
En materia concursal y de delito continuado (artículo 74 del CP), así como en lo relativo a las formas de autoría, participación y formas imperfectas de ejecución delictiva,
actos preparatorios y proceso y responsabilidad civil “ex delicto”, habiéndose ya abordado
el análisis de dichas cuestiones con ocasión del estudio del delito de detención ilegal del
artículo 163 del CP y del delito de amenazas del artículo 169 de igual texto legal, cabrá estar
a lo ya expuesto en esta obra al respecto, no pudiendo tampoco desconocerse, de nuevo, la
normativa genérica contenida en la LOPJ, LECri y CP sobre los extremos citados.
Si bien y desde un punto de vista procesal, resultará interesante cuanto menos mencionar que, vistas las antes citadas semejanzas existentes entre el delito de coacciones del artículo 172 del CP y el delito de amenazas del artículo 169.1º de igual cuerpo legal, quebrará
entre ellos el principio acusatorio en virtud del cual el Juez o Tribunal no puede sancionar
por un delito distinto a aquél objeto de acusación, habiendo predicado el Tribunal Supremo para tales supuestos la denominada “homogeneidad delictiva” bajo la concurrencia de
la identidad del bien jurídico comprometido y de la unidad de ubicación de las figuras delictivas de las que se trate en el mismo título de imputación del CP (sentencia del Tribunal
Supremo de 5 de julio de 1990, entre otras).
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