Umm Salama - Comunidad Islámica en México

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Umm Salama Hind bint Abi Umayya
Umm Salama Hind bint Abi Umayya, que Allah esté complacido con ella, se
casó con el Profeta, S.A.W.S., en el año 4 DH a la edad de ventinueve, después de que
muriera su primer marido, 'Abdullah ibn 'Abd' al-Asad, debido a las heridas recibidas en
la batalla de Uhud.
Umm Salama y 'Abd' al-Asad estuvieron entre los primeros en abrazar Islam en
los primero días de la comunidad musulmana de Makka. Había sufrido mucho a manos
de los Quraysh, que intentaron obligarles a abandonar su nueva fe y estuvieron en el
primer grupo de musulmanes que buscaron protección bajo el Negus de Abisinia.
Cuando volvieron a Makka, creyendo que la situación de los musulmanes había
mejorado, en su lugar se encontraron con que si acaso ésta era peor. En lugar de volver a
Abisinia, 'Abd' al-Asad y Umm Salama recibieron el permiso del Profeta para emigrar a
Madina, pero esto acabó no siendo tan fácil como podrían haber imaginado.
En palabras de Umm Salama:
"Cuando Abu Salama (mi esposo) decidió marchar a Medina, me preparó un
camello, me subió a él y me puso en el regazo a mi hijo Salama. Entonces mi esposo se
puso al frente y marchó hacia delante sin parar o esperar por nada. Antes de que
saliéramos de Makka, sin embargo, algunos de los hombre de mi tribu, los Banu
Makhzum, nos detuvieron y le dijeron a mi marido:
"‘Aunque tú puedes marchar libremente a hacer lo que desees de tí mismo, no
tienes poder sobre tu mujer. Ella es nuestra hija. ¿Crees que te vamos a permitir que te la
lleves lejos de nosotros?’
"Entonces lo agarraron y me arrancaron de su lado. Algunos hombres de la tribu
de mi esposo, los Banu 'Abd' al-Asad, les vieron cogerme a mí y a mi hijo y se acaloraron
con rabia:
"‘¡No, por Allah!’ gritaron. ‘No abandonaremos al niño. Él es nuestro hijo y
tenemos derecho a reclamarle.’ Así que lo tomaron en brazos y me lo arrebataron.
"De repente, en el espacio de unos pocos minutos, me encontré completamente
sola. Mi esposo se encaminaba solo hacia Madina, su tribu me había arrebatado a mi hijo;
y mi propia tribu me había subyugado y obligado a quedarme con ellos.
"Desde el día en que mi esposo y mi hijo fueron apartados de mí, salía a mediodía
cada día y me sentaba en el lugar donde la tragedia había tenido lugar. Recordaba esos
terroríficos momentos y lloraba hasta la caída de la noche.
"Continué así durante más o menos un año hasta que un día un hombre de los
Banu Ummaya pasó por allí y vio en qué condiciones me hallaba. Fue a mi tribu y les
dijo, ‘¿Por qué no liberáis a esta pobre mujer? Habeis provocado que se llevaran a su
marido y su hijo lejos de ella.’
"Siguió así, intentando ablandar sus corazones y apelando a sus emociones, hasta
que al final me dijeron, ‘Vete y únete a tu esposo si así lo deseas’.
"¿Pero, cómo podría unirme a mi esposo en Madina y dejar a mi hijo, parte de mi
misma carne y sangre, en Makka entre los Banu 'Abd' al-Asad? ¿Cómo podría
mantenerme libre de angustia y a mis ojos libres de lágrimas, si llegara al lugar de hijra
sin saber nada de mi hijito dejado atrás en Makka?
"Alguna gente comprendió por lo que estaba atravesando y sus corazones se
unieron a mí. Se acercaron a los Banu 'Abd' al-Asad de mi parte y los persuadieron para
que me devolvieran a mi hijo.
"No deseaba permanecer en Makka hasta encontrar a alguien con quien viajar, ya
que temía que pasara algo que me retrasara o detuviera antes de llegar hasta mi marido.
De este modo preparé inmediatamente mi camello, coloqué a mi hijo en mi regazo y me
dirijí a Madina.
"Justo acababa de llegar a Tan'im (a tres millas aproximadamente de Makka)
cuando me encontré con 'Uzman ibn Talha. (Él estaba encargado de cuidar de la Ka'ba,
pero no abrazó Islam hasta la Conquista de Makka).
"‘¿Dónde vas, Bint Zad ar-Rakib?’ me preguntó.
"‘Voy con mi marido en Madina’.
"‘¿Y va alguien contigo?’
"‘No, por Allah, excepto Allah y aquí mi hijito’.
"‘Por Allah’, juró solemnemente, ‘no te dejaré hasta que llegues a Madina’.
"Entonce tomó las riendas de mi camello y nos guió en nuestro camino. Por
Allah, que nunca me encontré con un árabe más generoso y noble que él. Cada vez que
llegábamos a un lugar de descanso, hacía que mi camello se arrodillara, esperaba a que
yo desmontara y llevaba al camello hasta un árbol y lo ataba. Después se iba a descansar
a la sombra de un árbol diferente al mío. Una vez habíamos descansado, preparaba mi
camello de nuevo y nos volvía a guiar en nuestro camino.
"Esto fue lo que hizo cada día hasta que llegamos a Madina. Cuando llegamos a
un pueblo cerca de Quba (a casi dos millas de Madina), que pertenecía a los Banu 'Amr
ibn 'Awf, me dijo, ‘Tu esposo está en este pueblo. Entra en él con las bendiciones de
Allah.’
"Tras esto se dio la vuelta y se encaminó de nuevo hacia Makka".
Así después de muchos y difíciles meses de separación, Umm Salama y su hijo se
reunieron con Abu Salama y en los años siguientes estuvieron siempre cerca del corazón
de la creciente comunidad musulmana de Madina al-Munawara. Estuvieron presentes
cuando el Profeta, S.A.W.S., y Abu Bakr, que Allah esté complacido con él, llegaron
sanos y salvos desde Makka, y en la batalla de Badr Abu Salama luchó valientemente.
En la batalla de Uhud, sin embargo, fue terriblemente herido. Al principio sus
heridas parecieron responder bien al tratamiento, pero más tarde, tras una expedición
contra los Banu 'Abd' al-Asad, se volvieron a abrir y se negaron a sanar, obligándole a
permanecer postrado en cama.
Una vez, mientras Umm Salama lo estaba cuidando, él le dijo, "Una vez oí al
Mensajero de Allah, S.A.W.S., decir que cuando quiera que una calamidad aflija a
alguien éste debería decir lo que Allah le ha mandado decir: ‘¡Inna lillahi wa inna ilayhi
raji'un!’ –‘¡Es seguro que venimos de Allah y seguro que a Él volvemos!’ y entonces
dijo, ‘Oh Señor, recompénsame for mi aflicción y dame algo mejor que ésta a cambio,
algo que sólo Tú, el Exaltado y Poderoso, puede dar.’"
Abu Salama permaneció enfermo en cama por varios días. Una mañana el Profeta,
S.A.W.S., fue a verle. La visita duró más de lo habitual y mientras el Profeta estaba aún
junto a su cama, Abu Salama murió. Con sus benditas manos, el Profeta cerró los ojos de
su Compañero muerto y elevó esta súplica:
"Oh Allah, concede el perdón a Abu Salama; elévale entre aquéllos que están
cerca de Tí; encárgate de su familia en todo momento; perdónanos a nosotros y a él, Oh
Señor de los mundos; haz que su tumba sea espaciosa y llénala de luz. Amin."
Una vez más Umm Salama se había quedado sola, sólo que ahora en lugar de un
hijo tenía varios. No había nadie que pudiera cuidar de todos ellos. Recordando lo que su
esposo le había dicho mientras ella le cuidaba, repitió el du'a que el recordara: "¡Inna
lillahi wa inna ilayhi raji'un!" –"¡Es seguro que venimos de Allah y seguro que a Él
volvemos!", repitió. "Oh Señor, recompénsame por mi aflicción y dame algo mejor que
ésta a cambio, algo que sólo Tú, el Exaltado y Poderoso, puede dar."
Entonces pensó para sí misma, "¿Qué musulmán es mejor que Abu Salama, cuya
familia fue la primera en emigrar hasta el Mensajero de Allah, S.A.W.S.?"
Todos los musulmanes de Madina se dieron cuenta de la situación de Umm
Salama y cuando su período de 'idda, de cuatro meses y diez días finalizó, Abu Bakr le
propuso matrimonio, pero ella lo rehusó. Entonces 'Umar le pidió casarse con él, pero de
nuevo rehusó. Finalmente el mismo Profeta, S.A.W.S., pidió su mano en matrimonio.
"Oh Mensajero de Allah", le contestó Umm Salama, "Tengo tres características
principales: soy una mujer extremadamente celosa y temo que veas en mí algo que te
enoje y cause que Allah me castigue; soy una mujer ya avanzada en edad; y soy una
mujer con muchos hijos."
"En cuanto a tus celos", respondió el Profeta, S.A.W.S., "pido a Allah el
Todopoderoso que los aparte de tí. En cuanto a tu edad, yo soy mayor que tú. En cuanto a
tus muchos hijos, ellos pertenecen a Allah y Su Mensajero."
Las respuestas del Profeta aliviaron el corazón de ella y de esta manera se casaron
en Shawwal, en el año 4 DH, y así Allah respondió a la petición de Umm Salama y le dio
alguien mejor que Abu Salama, que Allah esté complacido con él. Desde ese día, Umm
Salama fue no sólo la madre de Salama, sino que también se convirtió en ‘la Madre de los
Creyentes’ –‘Umm al-Muminin’.
Umm Salama no fue la única esposa en quedar viuda a causa de la batalla de
Uhud y gracias a su matrimonio, muchos de los Compañeros siguieron el ejemplo del
Profeta, casándose con viudas y de ese modo trayéndolas a ellas y sus hijos dentro del
círculo de sus familias, en lugar de dejarles luchar por sí mismas.
‘A’isha dijo, "Cuando el Mensajero de Allah, S.A.W.S., se casó con Umm
Salama, me sentí muy infeliz cuando nos mencionó su belleza. Esperé hasta verla y
resultó ser aún más bella que su descripción." Era también de una familia muy noble y
conocida por su aguda inteligencia. En más de una ocasión, el Profeta, S.A.W.S., le pidió
consejo en situaciones delicadas.
Como ‘A’isha y Hafsa, Umm Salama aprendió el Qur'an entero de memoria y una
indicación de su alta estación con Allah se puede hallar en el hecho de que se le permitió
ver al angel Yibril en forma humana:
Se ha relatado por Salman que Yibril vino al Mensajero de Allah, S.A.W.S.,
mientras Umm Salama estaba con éste, y tuvo una conversación con él. Después que
Yibril se hubiera marchado, el Profeta, S.A.W.S., le dijo a Umm Salama, "¿Sabes quién
era?" y ella respondió que era un hombre llamado Dihya al-Kalbi.
"Por Allah", dijo Umm Salama, "no creí que fuera nadie más hasta que el
Mensajero de Allah, S.A.W.S., me dijo quien era realmente."
También tenía un hogar para sus cuatro hijos, Salama, 'Umar, Zaynab y Durra,
que eran hijos adoptivos del Profeta.
Una vez estaba ella con el Profeta, S.A.W.S., y con su hija Zaynab cuando Fatima
llegó con al-Hasan y al-Husayn. Él, S.A.W.S., abrazó a sus dos nietos y dijo, "Que la
misericordia y las bendiciones de Allah sea sobre vosotros, Gente de la Casa. Él es Digno
de Alabanza, Glorioso." Umm Salama empezó a llorar y el Mensajero de Allah,
S.A.W.S., la miró y le preguntó tiernamente, "¿Por qué estás llorando?"
Ella contestó, "¡Oh Mensajero de Allah, tú los distinguiste y nos excluiste a mí y a
mi hija!"
Él dijo, "Tú y tu hija estais entre la Gente de la Casa".
Su hija Zaynab creció bajo el cuidado del Mensajero, S.A.W.S., y se convirtió en
una de las mujeres más inteligentes de su tiempo.
Una vez Zaynab entró mientras el Profeta se estaba bañando y le salpicó agua en
la cara. Más tarde su cara retendría la juventud incluso cuando se convirtió en una mujer
mayor.
Su hijo Salama se casaría más tarde con Umama, la hija de Hamza, el tío del
Profeta, S.A.W.S., mártir de Uhud.
Umm Salama, que Allah esté complacido con ella, estuvo casada con el Profeta,
S.A.W.S., durante siete años, hasta la muerte de éste en el año 10 DH, y le acompañó en
muchas expediciones contra los Hawazin y los Thaqif, y al Hajj de Despedida.
Ella vivió una larga vida, sobreviviendo a todas las demás esposas del Profeta,
que Allah esté complacido con todos ellos, hasta su muerte en el año 61 DH, a la edad de
ochentaicuatro años, que Allah esté complacido con ella. Abu Hurayra, que Allah esté
complacido con él, dirigió la oración de su funeral.
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