¿qué debe ser un joven comunista?

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¿QUÉ DEBE SER UN JOVEN COMUNISTA?
(Che Guevara)
Queridos compañeros:
Una de las tareas más gratas de un revolucionario, es ir observando en el transcurso de
los años de Revolución cómo se van formando, decantando y fortaleciendo las
instituciones que nacieron al inicio de la Revolución; cómo se convierten en verdaderas
instituciones con fuerza, vigor y autoridad entre las masas, aquellas organizaciones que
empezaron en pequeña escala con muchas dificultades, con muchas indecisiones, y se
fueron transformando, mediante el trabajo diario y el contacto con las masas, en
pujantes representaciones del movimiento revolucionario de hoy.
La Unión de Jóvenes Comunistas tiene casi los mismos años que nuestra Revolución, a
través de los distintos nombres que tuviera, a través de las distintas formas de
organización. Al principio fue una emanación del Ejército Rebelde. De allí quizás
surgiera también su nombre. Era una organización ligada al ejército para iniciar a la
juventud cubana en las tareas masivas de la defensa nacional, que era el problema más
urgente y el que precisaba de una solución más rápida.
En el antiguo Departamento de Instrucción del Ejército Rebelde nacieron la
Asociación de Jóvenes Rebeldes y las Milicias Nacionales Revolucionarias. Después
adquirieron vida propia: esta última la de una pujante formación de pueblo armado,
representante del pueblo armado y con categoría propia, fundida con nuestro ejército en
las tareas de defensa. La otra, como una organización destinada a la superación política
de la juventud cubana.
Después, cuando se fue consolidando la Revolución y pudimos ya plantearnos las
tareas nuevas que se ven en el horizonte, sugirió el compañero Fidel el cambio de
nombre de esta organización. Un cambio de nombre que es toda una expresión de
principios. La Unión de Jóvenes Comunistas, está directamente orientada hacia el
futuro. Está vertebrada con vista al futuro luminoso de la sociedad socialista, después
de atravesar el camino difícil en que estamos ahora de la construcción de una sociedad
nueva, en el camino del afianzamiento total de la dictadura de clase, expresada a través
de la sociedad socialista, para llegar finalmente a la sociedad sin clase, la sociedad
perfecta, la sociedad que ustedes serán los encargados de construir, de orientar y de
dirigir en el futuro.
Para ello, la Unión de Jóvenes Comunistas alza sus símbolos, que son los símbolos de
todo el pueblo de Cuba: el estudio, el trabajo y el fusil [...]
En este segundo aniversario, en esta hora de construcción febril, de preparativos
constantes para la defensa del país, de preparación técnica y tecnológica acelerada al
máximo, debe plantearse siempre, y ante todo, el problema de qué es y qué debe ser la
Unión de Jóvenes Comunistas.
La Unión de Jóvenes Comunistas tiene que definirse con una sola palabra: vanguardia.
Ustedes, compañeros, deben ser la vanguardia de todos los movimientos. Los primeros
en estar dispuestos para los sacrificios que la Revolución demande, cualquiera que sea
la índole de esos sacrificios. Los primeros en el trabajo. Los primeros en el estudio.
Los primeros en la defensa del país.,
Y plantearse esta tarea no sólo como la expresión total de la juventud de Cuba, no sólo
como una tarea de grandes masas vertebradas en una institución, sino como las tareas
diarias de cada uno de los integrantes de la Unión de Jóvenes Comunistas. Para ello,
hay que plantearse tareas reales y concretas, tareas de trabajo cotidiano que no pueden
admitir el más mínimo desmayo.
La tarea de la organización debe estar constantemente unida a todo el trabajo que se
desarolle en la Unión de Jóvenes Comunistas. La organización es la clave que permite
atenazar las iniciativas que surgen de los líderes de la Revolución, las iniciativas que
plantea en reiteradas oportunidades nuestro Primer Ministro, y las iniciativas que surgen
del seno de la clase obrera, que deben transformarse también en directivas precisas, en
ideas precisas para la acción subsiguiente.
Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van
perdiendo eficacia, van cayendo en la rutina, van cayendo en el conformismo, y acaban
por ser simplemente un recuerdo.
Al mismo tiempo, todos y cada uno de ustedes deben tener presente que ser joven
comunista, pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunistas, no es una gracia que alguien
les concede, ni es una gracia que ustedes conceden al Estado o a la Revolución.
Pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunistas debe ser el más alto honor de un joven de
la sociedad nueva. Debe ser un honor por el que luchen en cada momento de su
existencia. Y, además, el honor de mantenerse y mantener en alto el nombre individual
dentro del gran nombre de la Unión de Jóvenes Comunistas. Debe ser un empeño
constante también.
En esta forma avanzaremos aún más rápidamente. Acostumbrándonos a pensar como
masa, a actuar con las iniciativas que nos brinda la gran iniciativa de la masa obrera y
las iniciativas de nuestros máximos dirigentes; y, al mismo tiempo, actuar siempre
como individuos, permanentemente preocupados de nuestros propios actos,
permanentemente preocupados de que nuestros actos no manchen nuestro nombre ni el
nombre de la asociación a que pertenecemos.
En el momento en que la defensa del país era la tarea más importante la juventud
estuvo presente. Hoy la defensa del país sigue ocupando el primer lugar en nuestros
deberes. Pero no debemos olvidar que la consigna que guía a losn jóvenes comunistas
está íntimamente unida entre sí: no puede haber defensa del país solamente en el
ejercicio de las armas, prestos a la defensa, sino que, además debemos defender el país
construyéndolo con nuestro trabajo y preparando los nuevos cuadros técnicos para
acelerar su desarrollo en los años venideros. Ahora esta tarea adquiere una importancia
enorme y está a la misma altura que la del ejercicio directo de las armas.
Cuando se plantearon problemas como éstos la juventud dijo presente una vez más.
Los jóvenes brigadistas respondiendo al llamamiento de la Revolución invadieron todos
los rincones del país. Y así, en pocos meses y en batalla muy dura -donde hubo incluso
mártires de la Revolución, mártires de la educación-, pudimos anunciar una situación
nueva en América: la de que Cuba era el territorio libre de analfabetismo en América.
Son muy importantes esas tareas porque dentro de ellas la Unión de Jóvenes
Comunistas, los jóvenes comunistas no solamente dan. Reciben, y en algunos casos
más de lo que dan: adquieren experiencias nuevas, una nueva experiencia del contacto
humano, nuevas experiencias de cómo viven nuestros campesinos, de cómo es el trabajo
y la vida en los lugares más apartados, de todo lo que hay que hacer para elevar aquellas
regiones al mismo nivel que los lugares más habitables del campo y las ciudades.
Adquieren experiencias y madurez revolucionarias.
Esta es la forma de educación que mejor cuadra a una juventud que se prepara para el
comunismo: la forma de educación en la cual el trabajo pierde la categoría de obsesión
que tiene en el mundo capitalista y pasa a ser un grato deber social, que se realiza con
alegría, que se realiza al son de cánticos revolucionarios, en medio de la camaradería
más fraternal, en medio de contactos humanos que vigorizan a unos y otros, y a todos
elevan.
Yo creo que lo primero que debe caracterizar a un joven comunista es el honor que
siente por ser joven comunista. Ese honor que le lleva a mostrar ante todo el mundo su
condición de joven comunista, que no lo vuelca en la clandestinidad, que no lo reduce a
fórmulas, sino que lo expresa en cada momento, que le sale del espíritu, que tiene
interés en demostrarlo porque es su símbolo de orgullo.
Junto a eso, un gran sentido del deber hacia la sociedad que estamos construyendo, con
nuestros semejantes como seres humanos y con todos los hombres del mundo.
Eso es algo que debe caracterizar al joven comunista. Al lado de eso, una gran
sensibilidad ante todos los problemas, gran sensibilidad frente a la injusticia; espíritu
inconforme cada vez que surge algo que está mal, lo haya dicho quien lo haya dicho.
Plantearse todo lo que no se entienda; discutir y pedir aclaración de lo que no esté claro;
declararle la guerra al formalismo, a todos los tipos de formalismos. Estar siempre
abierto para recibir las nuevas experiencias, para conformar la gran experiencia de la
humanidad, que lleva muchos años avanzando por la senda del socialismo, a las
condiciones concretas de nuestro país, a las realidades que existen en Cuba: y pensar todos y cada uno- cómo ir cambiando la realidad, cómo ir mejorándola.
El joven comunista debe proponerse ser siempre el primero en todo, luchar por ser el
primero, y sentirse molesto cuando en algo ocupa otro lugar. Luchar por mejorar, por
ser el primero. Claro que no todos pueden ser el primero, pero sí estar entre los
primeros, en el grupo de vanguardia. Ser un ejemplo vivo, ser el espejo donde se miren
los compañeros que no pertenezcan a las juventudes comunistas, ser el ejemplo donde
puedan mirarse los hombres y mujeres de edad más avanzada que han perdido cierto
entusiasmo juvenil, que han perdido la fe en la vida y que ante el estímulo del ejemplo
reaccionan siempre bien.
Esa es otra tarea de los jóvenes comunistas.
Junto a eso, un gran espíritu de sacrificio, un espíritu de sacrificio no solamente para
las jornadas heroicas, sino para todo momento. Sacrificarse para ayudar al compañero
en las pequeñas tareas, para que pueda así cumplir su trabajo, para que pueda cumplir
con su deber en el colegio, en el estudio, para que pueda mejorar de cualquier manera.
Estar siempre atento a toda la masa humana que lo rodea.
Es decir: se plantea a todo joven comunista ser esencialmente humano, ser tan humano
que se acerque a lo mejor de lo humano, purificar lo mejor del hombre por medio del
trabajo, del estudio, del ejercicio de la solidaridad continuada con el pueblo y con todos
los pueblos del mundo, desarrollar al máximo la sensibilidad hasta sentirse angustiado
cuando se asesina a un hombre en cualquier rincón del mundo y para sentirse
entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alza una nueva bandera de libertad.
El joven comunista no puede estar limitado por las fronteras de un territorio: el joven
comunista debe practicar el internacionalismo proletario y sentirlo como cosa propia.
Acordarse, como debemos acordarnos nosotros, aspirantes a comunistas aquí en Cuba,
que somos un ejemplo real y palpable para toda nuestra América, y más aún que para
nuestra América, para otros países del mundo que luchan también en otros continentes
por su libertad, contra el colonialismo, contra el neocolonialismo, contra el
imperialismo, contra todas las formas de opresión de los sistemas injustos; acordarse
siempre de que somos una antorcha encendida, de que nosotros todos somos el mismo
espejo que cada uno de nosotros individualmente es para el pueblo de Cuba, y somos
ese espejo para que se miren en él los pueblos de América, los pueblos del mundo
oprimido que luchan por su libertad. Y debemos ser dignos de ese ejemplo. En todo
momento y a toda hora debemos ser dignos de ese ejemplo.
Eso es lo que nosotros pensamos que debe ser un joven comunista. Y si se nos dijera
que somos casi unos románticos, que somos unos idealistas inveterados, que estamos
pensando en cosas imposibles, y que no se puede lograr de la masa de un pueblo el que
sea casi un arquetipo humano, nosotros tenemos que contestar, una y mil veces que sí,
que sí se puede, que estamos en lo cierto, que todo el pueblo puede ir avanzando, ir
liquidando las pequeñeces humanas. [...]ir perfeccionándose como nos perfeccionamos
todos día a día, liquidando intransigentemente a todos aquellos que se quedan atrás, que
no son capaces de marchar al ritmo que marcha la Revolución cubana. Tiene que ser
así, debe ser así, y así será, compañeros. Será así, porque ustedes son jóvenes
comunistas, creadores de la sociedad perfecta, seres humanos destinados a vivir en un
mundo nuevo de donde habrá desaparecido definitivamente todo lo caduco, todo lo
viejo[...]
Para alcanzar eso hay que trabajar todos los días. Trabajar en el sentido interno de
perfeccionamiento, de aumento de los conocimientos, de aumento de la comprensión
del mundo que nos rodea. Inquirir y averiguar y conocer bien el porqué de las cosas y
plantearse siempre los grandes problemas de la humanidad como problemas propios.
Así, en un momento dado, en un día cualquiera de los años que vienen -después de
pasar muchos sacrificios, sí, después de habernos visto quizás muchas veces al borde de
la destrucción-, después de haber visto quizás cómo nuestras fábricas son destruidas y
de haberlas reconstruido nuevamente, después de asistir al asesinato, a la matanza de
muchos de nosotros y de reconstruir lo que sea destruido, al fin de todo esto, un día
cualquiera, casi sin darnos cuenta, habremos creado, junto con los otros pueblos del
mundo, la sociedad comunista, nuestro ideal.
Compañeros, hablarle a la juventud es una tarea muy grande. Uno se siente en ese
momento capaz de transmitir algunas cosas y siente la comprensión de la juventud. Hay
muchas cosas que quisiera decir de todos nuestros esfuerzos, nuestros afanes; de cómo,
sin embargo, muchos de ellos se rompen ante la realidad diaria y cómo hay que volver a
iniciarlos. De los momentos de flaqueza y de cómo el contacto con el pueblo -con los
ideales y la pureza del pueblo- nos infunde nuevo fervor revolucionario.
Habría muchas cosas de qué hablar. Pero también tenemos que cumplir con nuestros
deberes. Y aprovecho para explicarles por qué me despido de ustedes, con toda mala
intención si ustedes quieren. Me despido de ustedes, porque voy a cumplir con mi
deber de trabajador voluntario a una textilera; allí estamos trabajando desde hace algún
tiempo. Estamos emulando con la Empresa Consolidada de Hilados y Tejidos Planos
que trabaja en otra textilera y estamos emulando con la Junta Central de Planificación,
que trabaja en otra textilera.
Discurso en la conmemoración del segundo aniversario de la integración de las
Organizaciones Juveniles, 20 de octubre de 1962
Ob. cit., L 2, pp. 1 61-1 75.
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