n° 220 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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ACUERDO Nº 220
octubre
En la ciudad de Rosario, el día
18
de
del año dos mil trece, reuniéronse en Acuerdo los Jueces de la
Cámara de Apelación de Circuito doctores Eduardo Jorge Pagnacco, Ricardo Juan
Pedro Netri y René Juan Galfré para dictar sentencia en los caratulados
“PUCHETA ROBERTO ARTURO C/LANZA ALFREDO GUSTAVO Y OTRS.
S/SUMARIO” Expte. N° 283/12 (Expte. Nº 1924/08 ;CUIJ: 21-00131115-5, del
Juzgado de Primera Instancia de Circuito 4a. Nominación de Rosario).Se resolvió someter a sorteo el estudio de la causa, resultando el
siguiente orden: doctores René Juan Galfré, Ricardo Juan Pedro Netri y Eduardo
Jorge Pagnacco.
Hecho el estudio de la causa, se resuelve plantear las siguientes
cuestiones:
1º) ES JUSTA LA SENTENCIA RECURRIDA ?
2º) QUE PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR ?
A la primera cuestión, el doctor Galfré dijo:
Mediante la Sentencia N° 4113/11 (fs. 164/166), a cuya relación de
la causa me remito por razones de brevedad, se resolvió lo siguiente: I. Condenar
a Carina Marcela Morán, a Alfredo Gustavo Lanza y a Oscar Alfredo Morán a
pagar a la actora, en el término de cinco días, el monto fijado, con más intereses
moratorios de conformidad a lo determinado en los considerandos de la misma; II.
No hacer lugar a la demanda de cobro de los meses de Febrero y Marzo, ni los
períodos mensuales de preaviso, ni indemnización por resolución unilateral
anticipada, ni deuda por tributos de tal lapso; III. Distribuir las costas de este
proceso entre las partes e imponer a la actora el 50% de sus propias costas y a la
demandada el 50% de las costas de la actora y el 100% de las suyas y las
comunes.-
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Contra dicho pronunciamiento se alza la actora, interponiendo
recurso de apelación (f. 167); mientras que los demandados interponen recurso de
apelación parcial (f. 170); ambos recursos fueron concedidos por el Juez A-quo a
fs. 168 y 171, respectivamente; y llegados los autos a esta instancia la actora
expresa agravios a f. 188/191, los que fueron contestados por los demandados a
fs. 194/195; mientras que los demandados expresan sus agravios a fs. 197/197
bis, los que son contestados por la actora a fs. 201/202; encontrándose consentida
la providencia que llamó los autos para dictar sentencia (fs. 205 y 206), quedan los
presentes en estado de resolver.a) Apelación de la parte actora: La recurrente se queja, en su
primer agravio, de que en la sentencia recurrida del A quo “...no hizo lugar a la
demanda de cobro de los cánones locativos correspondientes a los meses de
Febrero y Marzo del 2008, ni a los dos períodos mensuales de preaviso, ni
indemnización por resolución unilateral anticipada, ni deuda por tributos por tal
lapso, con costas...”.Señala que la agravia que el Inferior expresara en su fallo que en
el acta de recepción del inmueble -que, a su vez, es una acta de inspección de
cómo se recibió la casa-, “la circunstancia de que ninguna salvedad se haya
hecho respecto de la cuestión de cánones pendientes de pago, falta de preaviso e
indemnización por resolución antes de tiempo lleva a presumir que la restitución
del bien estaba acordada en tales términos”.Dice que en el contrato estaban acordados: la restitución del
inmueble; los alquileres y su forma de pago; el pago de los impuestos, tasas y
servicios correspondientes al contrato; la posibilidad de la locataria de rescindir el
contrato en la forma establecida por la Ley 23.091.Deja planteado que “...además, en la cláusula 13a. se había
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pactado la no responsabilidad de la locadora por los daños y perjuicios que
pudieran surgir de humedades y filtraciones...”.Puntualiza que “...el razonamiento del juez de grado es errado ya
que con ese mismo razonamiento se podría decir justamente lo contrario, es decir
que, como en el acta de recepción las partes nada expresaron, entonces se debe
entender que el locatario consentía adeudar los cánones devengados, tasas,
impuestos y servicios, indemnización por rescisión y preaviso, máxime que así
estaba pactado en el contrato...”.Aduce que “...el acta de entrega o planilla de recepción, fue
suscripta por el demandado Lanza...Si en dicho acta se hubiera colocado que
debía los cánones de Febrero y Marzo y preaviso y tasas y servicios
proporcionales e indemnización por distracto anticipado, con seguridad puedo
afirmar que no hubiera suscripto el acta. Y la inmobiliaria Porta lo que quería era
recibir el inmueble y Lanza lo que deseaba era entregarlo. Lo más sencillo para
lograr el objetivo perseguido por ambos, era no consignar nada en esa planilla
acerca del punto en discusión. Entonces era totalmente congruente que nada se
hubiera dicho a ese respecto, sin que por eso pudiera concluirse en la
condonación de los rubros...”.En el segundo agravio, se queja de que se le haya impuesto el
50% -de sus propias costas-, y postula que, la totalidad de las mismas sean
impuestas a la parte demandada.Finalmente, peticiona la revocación de la sentencia de primera
instancia, en la parte apelada, con costas.A fs. 194/195, los demandados contestan los agravios vertidos por
la recurrente, solicitando se confirme la sentencia recurrida -en cuanto a los rubros
apelados por la actora- por constituir una justa composición de la litis, con costas.-
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Entrando al análisis del planteo apelatorio, y, en orden al primer
agravio, resulta esclarecedor lo expresado por Ramírez: “Rescisión anticipada de
la locación. Conforme al Código Civil, el locador no puede rescindir el contrato por
necesitar la cosa para su propio uso o el de su familia (art. 1497), y tampoco
podría hacerlo el locatario, ya que la rescisión unilateral tiene que estar
expresamente contemplada en la ley. En definitiva, según el régimen del
mencionado código, a la rescisión sólo se podrá llegar mediante el mutuo disenso
(art. 1200)...”.(RAMÍREZ, Jorge Orlando, “El Juicio de Desalojo”, Edit. Depalma,
Buenos Aires, 1997, 4a. edic. actualizada, págs. 136/137).Por otra parte, la Ley de Locaciones Urbanas N° 23.091, en su art.
8, regula para este tipo de locaciones, lo que da en llamar “Resolución anticipada”,
y, al respecto dispone: “El locatario podrá, transcurridos los seis primeros meses
de vigencia de la relación locativa, resolver la contratación, debiendo notificar en
forma fehaciente su decisión al locador con una antelación mínima de sesenta
días de la fecha en que reintegrará lo arrendado. El locatario, de hacer uso de la
opción resolutoria en el primer año de vigencia de la relación locativa, deberá
abonar al locador, en concepto de indemnización, la suma equivalente a un mes y
medio de alquiler al momento de desocupar la vivienda y la de un solo mes si la
opción se ejercita transcurrido dicho lapso”.Remitido a las constancias de autos, no se advierte ni consta en
autos que la locataria haya puesto de manifiesto su intención de efectuar la
“resolución anticipada del contrato de locación, en los términos dispuestos por el
referido art. 8 de la Ley 23.091”.Muy por el contrario, del intercambio epistolar -efectuado por carta
documento de f. 49, como de los correos electrónicos de fs. 50/52-, surge
palmario, que las intimaciones efectuadas por la locataria Marcela Carina Moran al
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locador Roberto Arturo Puchetta -quien a la sazón, sometió dicha contratación y
todas sus alternativas posteriores a la Inmobiliaria Porta-, estaban dirigidas a
reclamar la reparación del inmueble locado sito en la calle García del Cossio N°
368 Bis de Rosario, en especial en lo referido a la penetración de agua de lluvias
desde el techo y por diversas aberturas de dicha vivienda, las cuales tornaban
altamente gravosa la normal habitabilidad del inmueble arrendado.Va de suyo que, no obstante la sorprendente mendacidad del
testigo señor Pablo Nelson Gustavo Porta -quien fuera el responsable de la
Inmobliaria Porta, administradora del inmueble de marras-, que actuando como
testigo y, por tal situación debía deponer objetivamente sobre aspectos de la
relación locativa en crisis que pasaron por su empresa y en los que él tuvo
intervención, adoptó la postura de “parte” en la causa, y retaceó información
importante para la resolución del presente conflicto, a lo que debe agregarse que
también mintió sobre el rol que le cabe como “administrador de un inmueble” que
se le confía, cuando el mismo se encuentra sometido a un contrato de locación.Negó el contenido de la Carta Documento de f. 49 (la que por su
condición de instrumento público da fe por si mismo), en la cual la locataria le
intima a efectuar las reparaciones aludidas. Negó el contenido del correo
electrónico (f. 51) que fuera remitido al fiador Gustavo Lanza, desde su propio
correo electrónico -que expresamente reconoció como suyo en su deposición de
fs. 125/126, pero negando el contenido del mismo-. Negó que como Inmobiliaria
“administradora del inmueble locado”, no tuviera a su cargo actuar como
intermediario entre la locataria y el locador, cuando se efectúan reclamos
recíprocos entre ambas partes contratantes. Dice que sí sabía de los reclamos de
reparaciones de la locataria, pero que nunca fue al inmueble locado.Si bien las declaraciones del aludido testigo carecen de seriedad
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para integrar el plexo probatorio testimonial de la parte accionada; no obstante
ello, son altamente elocuentes para crear convicción en el suscripto, de que
efectivamente había problemas que dificultaban la habitabilidad del inmueble, y a
los que el Administrador Porta no le otorgó ninguna atención, y, por consiguiente el
locador Pucheta -que actuaba por intermedio de Porta- tampoco concurrió a
solucionar.Aun prescindiendo de las declaraciones testimoniales de los
señores Leandro Raúl Orihuela (f. 123), Ariana Laura Scotto (f. 124) y Pablo
Nicolás Esteban Nuñez (f. 94 vta.), que resultan coincidentes sobre que en dicho
inmueble existían problemas de humedades y penetración de agua de lluvias,
devienen más relevantes expresiones clausulares del contrato de locación de fs.
2/4, que, estando suscripto por el locador (actor) Roberto Arturo Pucheta y por la
locataria Carina Marcela Moran (demandada) -y reconocido expresamente por
ambas partes en la causa-, en la Cláusula 13a. (f. 11) expresa: “La locadora no se
responsabiliza de los daños y perjuicios que pudieran producirle a la locataria o a
sus familiares, las inundaciones, filtraciones y desprendimientos provenientes de
roturas o desperfectos de caños o techos o cualquier otro accidente producido en
la propiedad”.Al respecto, si bien es preciso admitir que en el marco de una
relación locativa existe un margen -ciertamente holgado- para la libre contratación,
hay cláusulas que -aunque no sean de orden público- las partes no pueden alterar
transfiriendo la carga de responsabilidad en cabeza de la otra, puesto que, de
admitirle tan laxa discrecionalidad, se altera la naturaleza jurídica del contrato de
locación, con las consiguientes consecuencias desencadenantes de la puesta
fuera de contexto de una relación jurídica.Y tal es el caso de la llamada “obligación de garantía del locador”,
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prevista por los artículos 1515 y 1516 del Código Civil, que al respecto rezan:
Artículo 1515: “Después que el locador entregue la cosa, está
obligado a conservarla en buen estado y a mantener al locatario en el goce
pacífico de ella por todo el tiempo de la locación, haciendo todos los actos
necesarios a su objeto, y absteniéndose de impedir, minorar, o crear embarazos al
goce del locatario”.Artículo 1516: “La obligación de mantener la cosa en buen estado,
consiste en hacer las reparaciones que exigiere el deterioro de la cosa, por caso
fortuito o de fuerza mayor, o el que se causare por la calidad propia de la cosa,
vicio o defecto de ella, cualquiera que fuese, o el que proviniere del efecto natural
del uso o goce estipulado, o el que sucediere por culpa del locador, sus agentes o
dependientes”.Tal obligación, es de la esencia de la carga que pesa sobre el
locador -entregar la tenencia en uso y goce del inmueble locado, y velar por el
mantenimiento del mismo durante todo el plazo locativo, a los fines de hacerlo
propio al uso para el cual ha sido contratado-. Si esta carga se transfiere
contractualmente, pues cabe preguntarse ¿cuál es la razón por la que el locador
tiene derecho a cobrar alquileres?.De modo tal, que pactar que los daños estructurales -tales como
roturas de techos, paredes, aberturas, pisos, etc. -no derivados del mal uso por
parte del locatario-, puedan ser desvinculados del locador -como carga locativa-,
deviene en una cláusula inadmisible, por constituir un claro abuso de derecho (art.
1071 del Código Civil).Es el caso de la referida Cláusula 13a. del contrato de fs. 2/4.Retomando la temática referida a las filtraciones de agua y
humedades, resulta altamente convictivo que si el inmueble se encontraba en
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“perfecto estado” -como se expresa en el contrato aludido-, no hubieren existido
razones para pactar una cláusula tan extrema como la referida 13a.Si ello forzadamente se colocó en tal plexo contractual, es por la
sencilla razón de que el inmueble tenía alguno o varios de los problemas que se
intentó eludir por parte del locador; habida cuenta de que es una cláusula que,
además de abusiva como ya se dijo, no resulta frecuente en dicho tipo de
contrato.Por tanto, por las dificultades estructurales que se advierte tenía el
inmueble, las cuales quedaron reflejadas en la Planilla de Inspección y acta de
recepción de f. 5, el mismo había disminuido ostensiblemente su capacidad
habitacional dentro de los parámetros normales para una vivienda, lo cual
otorgaba a la locataria la facultad para rescindir anticipadamente el contrato, pero
con sustento en lo dispuesto por el artículo 1525 del Código Civil, que dispone: “El
locador responde de los vicios o defectos graves de la cosa arrendada que
impidieran el uso de ella, aunque él no los hubiese conocido, o hubiesen
sobrevenido en el curso de la locación, y el locatario puede pedir la disminución
del precio, o la rescisión del contrato, salvo si hubiese conocido los vicios o
defectos de la cosa”.Conforme a lo expuesto, no caben dudas que las partes
acordaron rescindir el contrato. Y ello surge de manera indúbita de los propios
dichos de las partes, y, en especial de la locadora recurrente, cuando en su primer
agravio expresó: “...la inmobiliaria Porta lo que quería era recibir el inmueble y
Lanza lo que deseaba era entregarlo” (adviértase que la Inmobliaria Porta
representaba al locador, mientras que el señor Lanza era el fiador y esposo de la
locataria).Si en fecha 19 de Marzo de 2008, se puso fin a la relación locativa
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mantenida entre las partes, con recepción de las llaves del inmueble -como lo
tiene reiteradamente expresado la actora (fs. 11 vta., 94, 158 y 188), y se labra el
Acta de Inspección y de recepción de f. 5 -indicando el estado del inmueble en
dicha circunstancia-, todo ello, constituye la instrumentación del acuerdo rescisorio
de dicha locación -en los términos del Código Civil, y no en los del artículo 8 de la
Ley 23.091 -como erróneamente plantea la actora recurrente-.En el momento de verificarse la entrega y consiguiente aceptación
del inmueble deben hacerse valer las oposiciones o reservas pertinentes, de modo
de evitar la recepción del objeto locado en condiciones diversas de las
convenidas, la existencia de obligaciones incumplidas, o al menos, dejar expeditas
las acciones de responsabilidad correspondientes.Reitero, en el sub judice, no se está frente a la finalización
“normal” de una relación locativa, sino que se ha operado una rescisión (mutuo
disenso) que, tal como lo señaláramos precedentemente, se rige por los términos
del artículo 1200 del Código Civil, que dispone: “Las partes pueden por mutuo
consentimiento extinguir las obligaciones creadas por los contratos, y retirar los
derechos reales que se hubiesen transferido; y pueden también por mutuo
consentimiento revocar los contratos, por las causas que la ley autoriza”.Por lo tanto, dicha rescisión ha quedado instrumentada con el
acuerdo de recepción y la planilla de inspección de f. 5, no pudiendo las partes
oponerse más obligaciones que las que emanen de dicha instrumentación.El contrato de locación, se extinguió con dicho acuerdo rescisorio.Ergo, no surgiendo de dicho acuerdo, no le asiste razón a la
actora para reclamar el pago de los alquileres de Febrero y Marzo de 2008, dos
períodos mensuales de alquiler por falta de preaviso e indemnización por
resolución unilateral anticipada -fundada en el art. 8 de la Ley 23.091-, ni deuda
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por tributos que alega estar impagos.Por todo ello, este agravio es rechazado.Pasando a considerar el segundo agravio, referido a la imposición
a la actora del 50% de sus propias costas, conforme a lo resuelto al tratar el primer
agravio, el cual confirma lo resuelto al respecto en la Baja instancia, tal imposición,
entiendo, debe ser mantenida en la misma proporción.Este agravio, también es rechazado.Por las razones expuestas, considero que debe rechazarse el
recurso de apelación interpuesto por la actora, imponiéndole las costas de esta
Alzada (art. 251 C.P.C.C.).b) Apelación de los demandados: Se agravian los demandados
“...porque lo resuelto como condena...” a los recurrentes “...resulta totalmente
contradictorio a los fundamentos a través de los cuales de manera razonada y
lógica el A quo sostiene el rechazo de los rubros accionados por la actora... En
virtud de dicha afirmación no se entiende la contradicción del sentenciante en
cuanto a lo resuelto en el rubro 'costo de pintura' y más agravia ...que como
fundamento sostenga tal condena...por la aplicación automática de la cláusula
quinta del contrato oportunamente firmado ya que dicha obligación hubiera sido
operativa siempre y cuando la propiedad se encontrara en buenas condiciones
edilicias y su deterioro estuviera relacionado con el uso efectuado por sus
moradores, pero de ninguna manera esto es lo que sucedía sino, como fue
demostrado por las numerosas pruebas colectadas, la propiedad adolecía de
problemas edilicios que debían ser reparados por la locadora. Por tanto, existe
una clara contradicción que pueda condenarse a...” los recurrentes “...por un rubro
que tiene total relación con la causa de la rescisión anticipada, es decir, se
pretende que mi parte abone la falta de pintura que se desmejoró porque la
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locadora no efectuó las reparaciones necesarias. Justamente, y sabido es, que la
afectación y resquebrajamiento de la pintura de las paredes y techos son el primer
síntoma que aparece patente con la aparición de filtraciones y humedades y que
hasta que éstas no son reparadas resulta inapropiado y ocioso proceder a pintar
por sobre tales deterioros. Es decir, el contrato de locación le impone la carga al
locatario ...en tanto y en cuanto el inmueble se encontrara en buenas condiciones
edilicias y por tanto su deterioro sea causado por el uso brindado a la propiedad
pero de ninguna forma por aquellos problemas generados por el mal estado del
inmueble que, además, le hacían imposible vivir adecuadamente...”.Se quejan también “...en cuanto al contenido de los rubros por los
cuales se arriba a la suma de $3.500...”, señalando que los rubros que se detallan
en el presupuesto de f. 6, no tienen vinculación con el detalle que se efectúa en el
acta de inspección y recepción del inmueble de f. 5.Por otra parte, se agravian de que se los condena a pagar la
referida suma en concepto de trabajos de pintura, a pesar de no existir ninguna
probanza en la causa, que acredite que la locadora haya procedido efectivamente
a realizar los trabajos de pintura presupuestados; lo cual “...significaría lisa y
llanamente un enriquecimiento sin causa por parte de la actora...”.Peticiona la revocación de la sentencia (Punto I del fallo) en
cuanto condena a los recurrentes a abonar a la actora la suma de $3.500, más
intereses moratorios y costas en concepto de pintura, y en su lugar, se rechace el
rubro aludido con total imposición de costas a la actora.A fs. 201/202 la actora contesta dichos agravios, solicitando se
confirme la sentencia recurrida -en cuanto a los rubros apelados por los
demandados- por constituir una justa composición de la litis, con costas.Pasando a considerar las quejas de los recurrentes, se hace
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necesario reiterar en esta circunstancia, que en materia de contratación locativa,
existe una serie de obligaciones contractuales que -por no afectar el orden público,
ni constituirse en abusos de derecho- entran dentro del espacio librado a la
discreción de los contratantes, lo cual hace que algunas obligaciones que
recaerían prima facie sobre una de las partes, puedan ser acordadas como
asumidas por la contraparte contractual. Y, tal es el caso de la “restitución del
inmueble con pintura nueva, por parte del locatario”.Cuando en el contrato de locación no existe pacto al respecto, la
jurisprudencia y la doctrina entienden que: “En principio, son a cargo del locador
las reparaciones de la pintura, pues se trata de un desperfecto causado por el uso
normal de la cosa locada”. (C.N.Esp.C.C., Sala VI, 26/09/80, Rep. E.D., 16-56630, citada por SALGADO, Alí Joaquín, “Locación, Comodato y Desalojo”, Edit. La
Rocca, Buenos Aires, 1997, 4a. edic., pág. 83).Pero, es del caso, que en el íter controversial, las partes han
pactado en la Cláusula 5a.: “...la locataria deberá entregarlo...” al inmueble “...en
las mismas buenas condiciones en que fue recibido, a entera satisfacción de la
locadora, con pintura a estrenar o abonar el importe que demande dicho
trabajo...”.Va de suyo, que la obligación de pintar a nuevo el inmueble o
pagar el importe que demande tal trabajo, no tiene ninguna relación con el buen o
mal cuidado que la locataria haya tenido para con el bien locado. Tan solo se
refiere a dejarlo en condiciones de “pintura a estrenar”, para ofrecerlo en una
nueva locación, de la misma forma en que le fue entregado a la locataria.Por lo tanto, la irregularidades estructurales del inmueble -que
puedan haber acelerado el deterioro de la pintura del mismo, no tienen
implicancias en una exigibilidad o no de cumplimiento de la obligación de “pintar”
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que las partes -de común acuerdo- pusieron en cabeza de la locataria.Si bien, deviene razonable la opinión de la locataria recurrente, en
cuanto ha que resulta inadecuado pintar las paredes y aberturas, si previamente
no se realizan las tareas de reparación del inmueble, ello no obsta a que la
inquilina deba pagar el costo de materiales y mano de obra que la labor de pintura
irroguen al locador.Por lo demás, surge expreso en la referida cláusula, de que la
locataria no debía inexorablemente dejar pintado el inmueble, sino que podía optar
por dejar abonado el costo de tal labor.Por ello, a pesar de los avatares de tan irregular locación, la
obligación de la locataria respecto a hacerse cargo de la pintura del inmueble
-asumida en el contrato-, subsiste, y debe ser cumplida.Yerra la demandada recurrente, cuando relaciona la Planilla de
Inspección de los deterioros
o estado del inmueble (f. 5) a la fecha de su
restitución al locador, con el presupuesto de f. 6, puesto que la obligación de
devolver pintado a nuevo el inmueble locado, está referida a “todo el inmueble”, y
no a algunos sectores que pudieren tener mayor deterioro.En consecuencia, considero que deviene razonable la suma de
Tres mil quinientos pesos ($3.500), a que fue condenada a pagar en la sentencia
alzada, como así también la tasa de interés aplicable sobre dicha suma -tasa
activa promedio mensual sumada que cobra el Nuevo Banco de Santa Fe S.A en
operaciones de descuento de documentos a treinta días-, calculados desde la
fecha del presupuesto de f. 6 (05/11/08) y hasta la de su efectivo pago.En cuanto al planteo de que no le asiste a la recurrente la
obligación de pago de dicha suma, habida cuenta de que la actora (locadora) no
acreditó haber realizado los trabajos de pintura y haberlos abonado, tal
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articulación constituye un yerro de la recurrente, puesto que, reiteradamente esta
Cámara tiene resuelto que tal circunstancia no es relevante a los fines de hacer
imperativa la obligación de pago por parte de los accionados, puesto que, aunque
la actora no los hubiere pagado o, en un caso hipotético, aun no hubiere efectuado
la tarea cuyo costo se reclama, igualmente el costo de reparación se deberá oblar
en algún momento, por lo que la suma que en este momento se determina,
constituye la justa retribución de un perjuicio real y mensurado sufrido por la
actora, el cual necesariamente debe ser resarcido.Conforme a lo considerado, los agravios de la demandada
recurrente son totalmente rechazados.Por las razones expuestas, considero que debe rechazarse el
recurso de apelación interpuesto por la demandada. Las costas de la Alzada se
imponen a cargo de la recurrente perdidosa (art. 251 C.P.C.C.).Encuadrada en estos términos la sentencia recurrida reúne los
requerimientos pautados por el art. 95 de la Constitución de la Provincia de Santa
Fe, la que al tener motivación suficiente, resulta satisfactoria.Por todo lo expuesto al tratar ambas apelaciones, voto por la
afirmativa.A la misma cuestión, los doctores Netri y Pagnacco dijeron:
De acuerdo a los principios y fundamentos a los que arriba el
Vocal preopinante, votamos en igual sentido.A la segunda cuestión, el doctor Galfré dijo:
Atento el resultado obtenido al votar la cuestión precedente,
corresponde: I) Rechazar la apelación interpuesta por la parte actora, e imponer
las costas de Alzada a su cargo (art. 251 C.P.C.C.); II) Rechazar la apelación
interpuesta por la demandada, e imponer las costas de Alzada a su cargo (art. 251
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C.P.C.C.); III) En consecuencia, confirmar la Sentencia Nº 4113/11 (fs. 164/166);
IV) Extraer copias de las partes pertinentes de la presente causa, y remitirlas al
Fiscal que por turno corresponda, a fin de que disponga, si considera que existe
mérito suficiente, la instrucción de sumario para investigar la posible comisión del
delito de falso testimonio en que pueda haber incurrido el testigo Señor Pablo
Nelson Gustavo Porta. Propongo que los honorarios de Alzada de los doctores
Marcela C. Mascanfroni y Claudia Alejandra Rioseco, se fijen en el cincuenta por
ciento del honorario que en definitiva les corresponda a los profesionales de cada
parte por su labor desplegada en lo principal en sede inferior con noticia de la Caja
Forense.Así voto.A la misma cuestión, los doctores Netri y Pagnacco dijeron:
El pronunciamiento que corresponde dictar es el que propicia el
doctor Galfré.Por todo ello, la Cámara de Apelación de Circuito, RESUELVE: I)
Rechazar la apelación interpuesta por la parte actora, e imponer las costas de
Alzada a su cargo (art. 251 C.P.C.C.); II) Rechazar la apelación interpuesta por la
demandada, e imponer las costas de Alzada a su cargo (art. 251 C.P.C.C.); III) En
consecuencia, confirmar la Sentencia Nº 4113/11 (fs. 164/166); IV) Extraer copias
de las partes pertinentes de la presente causa, y remitirlas al Fiscal que por turno
corresponda, a fin de que disponga, si considera que existe mérito suficiente, la
instrucción de sumario para investigar la posible comisión del delito de falso
testimonio en que pueda haber incurrido el testigo Señor Pablo Nelson Gustavo
Porta. Fíjanse los honorarios de Alzada de los doctores Marcela C. Mascanfroni y
Claudia Alejandra Rioseco, en el cincuenta por ciento del honorario que en
definitiva les corresponda a los profesionales de cada parte por su labor
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desplegada en lo principal en sede inferior con noticia de la Caja Forense.
Insértese, hágase saber y bajen.- (AUTOS: “PUCHETA ROBERTO ARTURO
C/LANZA ALFREDO GUSTAVO Y OTRS. S/SUMARIO” Expte. N° 283/12).- 8-44.
GALFRÉ
NETRI
PAGNACCO
MUNINI
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