Documento - Aula Libre

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Retomar la Asamblea como núcleo educativo
Concejo Educativo de Castilla y León quiere iniciar un
muestrario de aplicaciones de los principios de educación
básica en torno a núcleos concretos.
1.- Introducción.- Por qué hablar de la asamblea
La asamblea, de alumnado y de toda la comunidad educativa debe ser
un elemento de participación esencial que aporte vitalidad a un centro y
puede suponer, a la vez, un aprendizaje personal y social de suma
importancia. Hoy parece que se evita nombrarla o se utiliza el término de una
forma “asimilada”, desvirtuada, para nombrar actuaciones que no se
corresponden con lo que deben ser sus fines. Habría que retomar la idea y los
objetivos de trabajar la asamblea, dentro de la intención de una educación
liberadora de las personas, removiendo el actual estado de cosas: una
educación que evita la crítica, la afectividad, la vivencia, lo colectivo y en la
que se pretende asimilar a los parámetros de calidad empresarial y a la
excelencia individualizada. La asamblea debiera convertirse, por tanto, en un
núcleo fundamental de nuestro sistema educativo, presente en todas las áreas,
edades y actividades del centro.
2.- Qué es y no es la Asamblea.
Entendemos la asamblea como un acto de decisión colectiva a tomar
por las personas implicadas en una propuesta, tarea o problema, para lo cual
se responsabilizan, organizan, planifican, proponen, diseñan y actúan para
conseguir un fin.
En ella habrá que tomar decisiones internas o externas que afecten al
colectivo (y a las individualidades, como miembros del mismo).
No serían, pues, asambleas aquellos espacios dedicados solamente a la
reflexión o el análisis, aunque promuevan aprendizajes:
los debates, las tertulias, los análisis de materias,...si no van dirigidos a
trasladarlas a determinados ámbitos para hacer propuestas.
los corros de niñ@s cuyo objetivo sea contarse cómo les fue el día anterior
o el fin de semana.
aquellos actos en que se toman decisiones pero no se hacen de forma
organizada y autónoma: la discusión espontánea en el que alguien toma una
decisión, sin saber a quien representa; los procesos de participación en forma
de consulta sobre la fecha de un examen o el día salida del centro.
Sí podrían tener las características de asamblea otros foros, como la
reunión de representantes o comisiones de trabajo de diferentes grupos-clase,
que actúan en relación con las asambleas de cada una de ellos, tanto para
decisiones organizativas como para proyectos globales con sentido, en donde
los grupos deban tomar decisiones colectivas que afecten a la convivencia, las
tareas y a los aprendizajes.
3.- Triple papel de la asamblea:
La asamblea es un foro que procura acercar el mundo educativo a la
realidad, a la vida.
Como todo lo que entra en el ámbito de la participación, juega un triple
papel como aprendizaje, como estructura participativa en los centros y en
conexión con sus condicionamientos sociales. Las tres perspectivas deben ser
complementarias. El aprendizaje hará posible el éxito de la asamblea como
ámbito de participación. La asamblea, a la vez, cumplirá un papel de vía de
maduración colectiva, al potenciar la autonomía, la colaboración y la
implicación social, y esto hará posible que se desarrolle el aprendizaje en un
marco más real de decisiones.
Ambos necesitan de la referencia social (en lo positivo y en los
obstáculos). La asamblea es un acto social que utiliza frecuentemente la
sociedad. Supone una vía de democracia más directa, supeditada a los
condicionamientos de la sociedad en que se integra el centro, pero, a la vez,
su utilización educativa, revertirá con los mismos fines en la so-ciedad y
contribuirá a su cambio.
Aunque la perspectiva del aprendizaje vaya dirigida al alumnado, los
tres ámbitos se desarrollarían de forma más completa y real pensando
también en todos los miembros de la comunidad educativa.
3.1.- Condicionamientos sociales
La asamblea puede ser un instrumento de cambio social porque puede
aportar un carácter crítico a la sociedad que la impulsa y una forma de
adecuación a los intereses de los colectivos que la conforman. Por el
contrario, la asamblea, será un obstáculo para la manipulación desde la
gestión “externa” y controlada de lo que es común.
Son varios los condicionantes que hacen que la Asamblea deje de ser
un instrumento de cambio:
En primer lugar estaría la imposición social del individualismo, el
desprecio por lo público, lo anacrónico que se le hace ver a ese propósito
colectivo, en una sociedad cuyo interés se conduce hacia otro lado. De esta
forma se menosprecia la asamblea como mecanismo, tanto en asuntos de
implicación más interna (reparto de responsabilidades, aprobación de
presupuestos...), como a la hora de hacer propuestas hacia fuera y, en especial,
si significan un cambio social, con sus reivindicaciones y movilizaciones
consiguientes.
En segundo lugar la individualización hace que se creen mecanismos de
decisión y de solución de “mi problema” al margen del de las demás
personas, aunque sea el mismo, en vez de hacerlo de forma común.
Mecanismos abiertos (denuncia ante un tribunal) o soterrados (me lo resuelve
tal o cual persona que conozco), que no tienen nada que ver con los “abiertos
y generales“. En tercer lugar, la pérdida de efectividad de la Asamblea cuando
las propuestas pasan por más mecanismos de decisión y con un mayor grado
de delegación de las mismas, perdiendo progresivamente el contacto o no
habiendo mecanismos de control y valoración de las bases.
Y, por último, la falta de cultura de participación, el individualismo, el
miedo al ejercicio de la libertad y a la pérdida de poder.
3.2.- Como estructura democrática en los centros
La asamblea es una práctica democrática que debería existir en los
centros, como palanca de transformación de las estructuras del mismo y de la
vida del Centro, para acercar estos y su forma de actuar a la comunidad que lo
forma, para potenciar la riqueza en el mismo.
Un centro que crea en la participación potenciará, o debiera
potenciar,la asamblea como instrumento de decisión colectiva, compartida.
La voluntad de hacerlo llevaría a dotarse de las condiciones oportunas, como
por ejemplo:
Usar los principios de actuación y de negociación colectivas, como básicos
en la dinámica del centro (teniendo en cuenta a todas las personas y todas las
realidades, buscando un “hueco” a cada una de ellas).
Disposición de espacios, tiempos y organización
Evaluación de las asambleas entendidas como proceso (y no algo aislado)
para proponer mejoras.
Anular los mecanismos menos democráticos y educativos como los
que permiten que cada miembro de la comunidad resuelva su problema
(acudiendo, por ejemplo, a quien tiene la autoridad), o que la actitud
paternalista y el deseo de buscar soluciones en el momento, pasen por encima
del colectivo y de los instrumentos de que dispone.
Evitar la confusión entre la asamblea y diferentes formatos de
participación.
Encontrar un equilibrio, ante peticiones concretas, entre la flexibilidad del
centro y la concesión sin más análisis de ellas o la inmediatez y concesión
rápida de peticiones, influida, quizá, por una dinámica social consumista.
Delimitar las cuestiones que son propias del colectivo de las que no lo son.
Concretar y hacer público lo hecho en las diferentes asambleas y las
consecuencias que se derivan para el centro.
3.2.1 Algunos elementos a tener en cuenta dentro de los proyectos de
centro respecto a la asamblea serían:
Concretar y plasmar la voluntad de participación colectiva: hacia donde se
orientará la asamblea, en sentido amplio, y con qué fines (además de otros
mecanismos de participación que pudieran existir).
Disponer de espacios, tiempos y voluntad colectiva, acotando los
obstáculos que pudiera surgir al asignarlos y definir los mecanismos de
solución a intereses de sectores encontrados (mediación, comisiones
mixtas,...).
Análisis de las dificultades y cómo contrarrestarlas: las dinámicas
individuales y “paralelas”, el paternalismo, que lo individual es lo que debe
prevalecer, que es lo real (por lo que lo colectivo queda como una manera de
“guardar las formas” sobre decisiones que después no hay por qué cumplir o
de las que sacar provecho personal), la concesión sin más de las peticiones,...
3.2.2 Ámbitos desde donde potenciarla:
La asamblea en los centros educativos puede llevarse a cabo en
numerosos contextos. Dadas las dificultades de alguno de ellos, para relanzar
la asamblea, el primer ámbito más directo es el aula, al ser el grupo-clase un
colectivo permanente con intereses comunes. Dentro de él podrían utilizarse
de diversas formas:
Proyectos de trabajo funcionales, como organizar un servicio de recogida
selectiva de basura, o una “ONG” con fines solidarios concretos.
Actividades “autoorganizadas” o a concretar o gestionar tras una
propuesta: salidas y actividades relacionadas con la materia o la tutoría,
“boletines” ,.....
Ante las decisiones a tomar en tutorías: calendario de pruebas, propuestas
al profesorado, valoraciones,...
Hay que tener en cuenta que el uso de la asamblea en el aula, puede
estar contaminado de ideas y dinámicas preconcebidas, como que es algo
impuesto y no un interés del alumnado, especialmente en Secundaria , que
podrían dificultar una dinámica asamblearia.
Por último, tal y como se señala al final del punto 2, existen otros
ámbitos que pueden hacer habitual la asamblea, si se logran plantear de forma
cercana a los intereses del alumnado: desde una asamblea de representantes,
para decidir sobre la organización de un día con actividades distintas: hasta
otra del alumnado, o de parte de la comunidad educativa, más motivada para
temas de convivencia y mediación.
3.3.- Como ámbito de aprendizaje
El papel que debe jugar la asamblea, de formación de una ciudadanía
inserta críticamente en la sociedad, hace necesario el considerarla como un
núcleo fundamental (1) de aprendizaje de las personas, presente en el centro
escolar, en todas las áreas y en todas las edades.
Dicho aprendizaje deberá estar basado en la práctica, con los objetivos
de desarrollar la autonomía, la colaboración y la implicación social.
El éxito de la asamblea no es algo que se consiga de forma casual.
Saber estar en ellas, participar u organizarlas, son de esos aspectos que parece
que se saben, sin necesidad de que haya un proceso para lograrlo.
3.3.1.- La educación básica y la asamblea. Ámbitos más allá del aula y el
centro.
Los aprendizajes que representa la toma de decisiones colectiva, es algo que
tiene relación con numerosos ámbitos de la vida familiar, social, socioafectiva
y de las relaciones personales.
Un aprendizaje consciente y secuenciado de la toma de decisiones colectiva
ayudaría a avanzar en la persona respecto a:
su punto de vista social y autocrítico.
la autorregulación de normas y formas de comportamiento en lo colectivo:
mantener el tono al hablar, respeto de la palabra, margen y autonomía para
“romper las normas” o no.
autorregulación de valores: valoración de sus propias ideas en contraste
con las de las demás personas, derecho a ser odio y a oír,...
Madurez en la implicación afectiva y emocional
Autonomía en las relaciones
Desarrollo de determinadas capacidades y competencias sociales que luego
se comentan.
Resistencia al fracaso.
3.3.2.- Formación en competencias: comunicación, competencia social,
aprender a aprender, “aprendizaje afectivo” (aunque se eluda
oficialmente)
Nos referimos aquí a las competencias sociales entendidas como
mejora de la sociedad en su conjunto (2), pensadas para las personas que la
conforman, en contraste con aquellas competencias que parten y se definen a
partir del interés económico y empresarial y enlazando con lo que se dice en
la introducción de este apartado.
Para analizar las competencias que cubre, el proceso de la asamblea hay
que entenderlo de forma no restringida al acto concreto de llevarla a cabo,
sino extendido a la preparación y organización anterior y todos los aspectos
posteriores: consecuencias, cumplimientos y enlaces con las siguientes.
La asamblea supone un proceso de negociación con implicaciones como:
Tomar decisiones, de forma personal y compartida
Responsabilizarse
Saber estar y actuar delante de un colectivo
Saber actuar individualmente y en colectivo
Diseñar un plan de actuación
Analizar ideas propias y ajenas. Hacer propuestas ajustadas a un fin.
Negociar: aceptar, argumentar, contraponer, seleccionar, valorar opciones,
decantarse por alguna con un criterio establecido...
Evaluar y reflexionar sobre un proceso, sobre la forma de actuar, etc.
Poniendo lo anterior en términos de competencia se podrían señalar
(tomando como referencia las existentes en nuestro actual sistema educativo y
con la orientación comentada en la introducción de este apartado):
Competencia de Comunicación: Es, obviamente, la de relación más directa
con la asamblea. De una forma específica abarcaría:
— En la Expresión oral: Construcción de los sistemas verbales utilizados..
Fluidez y coherencia. Uso del formato de lenguaje propio de la asamblea
(exponer ideas, concluir, sintetizar opiniones, etc.).
— En la Expresión escrita, con el formato propio de actas y demás
documentos utilizados a partir de una asamblea (antes, durante y después).
— En las estrategias de lenguaje en una asamblea, con, por ej., el uso de
códigos verbales y no verbales para el discurso.
Competencia social: Que comprendería capacidades relacionadas con la
forma de ubicarse en :
— Un entorno próximo.
— Análisis de situaciones actuales y en proceso.
— El conocimiento de otras opiniones y puntos de vista y la actitud de
respeto consiguiente.
— Autonocimiento y situación dentro del colectivo.
— La sociedad de forma más general, si incluimos la asamblea como un
instrumento social.
Aprender a aprender: Abarcará esta competencia si nuestro propósito es la
interiorización de los mecanismos y capacidades de la asamblea, como lugar
colectivo de decisión, para su uso ciudadano futuro (y quizá presente).
Algunas capacidades concretas de aprendizaje a partir de la asamblea a incluir
en esta competencia serian:
— Autonomía entendida de forma individual, pero también colectiva
— Colaboración en un colectivo e implicación con el mismo en propósitos y
tareas y también de forma afectiva.
— Consciencia de sí mismo.
— Empatía, etc.
3.3.3.- Metodología
Como todo ámbito de aprendizaje, la asamblea debe llevar aparejada una de
metodología concreta que la apoye.
Seguramente sobre este aspecto habría que avanzar más, para llegar a aplicar
procedimientos de forma diferente según el perfil del alumnado, la edad, la
“historia” anterior en este tema, etc.
No obstante se desarrollan algunas pautas, sin tener en cuenta el orden:
— Buscar al funcionalidad y el sentido de la asamblea, huir de la mera
simulación.
— Marcar los límites de la asamblea, establecer protocolos y pautas de
funcionamiento que identifiquen y señalen la asamblea como tal, al alumnado,
procurando que favorezcan la identificación de ésta como un modelo
importante: recoger los temas para llevar a la asamblea y prepararla, la
colocación, la presentación y orden en la misma, asignar tiempos, asignar
papeles en la asamblea, etc.
— Hacerlo así generará mas seguridad y mayor autonomía del alumnado,
unido a un clima apropiado, que potencie el diálogo y muestre las bondades
de compartir. --Cuidar lo afectivo en pautas concretas: buscar lo común, no
ridiculizar, etc.
— Establecer el marco en que se ha de desarrollar, en base a las posibilidades
(del aula, del centro, del alumnado, de los tiempos...), teniendo en cuenta las
dinámicas que realmente existen en el centro, aunque paralelamente, traten de
ir cambiando alguna de ellas.
— Plantear problemas resolubles.
— Tener en cuenta el papel del profesorado que debe ser, como en otras
cuestiones educativas, de impulsor, animador al aprendizaje, que juega un
papel diferente al alumnado y diferente en cada situación, ya que una parte
importante del aprendizaje se va a producir en la misma asamblea.
Forma en que podrá interrumpir: ¿Cuando derivan los temas?, ¿para
aconsejar?, ¿para sugerir?, ¿sólo en temas de organización (derivar acciones,
organizar las ideas surgidas, ordenarlas para discutir, etc.), para ayudar a
analizar el proceso que están siguiendo o también en los temas?, ..
Forma en que mantendrá un equilibrio para que logren resultados, aunque
haya que dar cabida al fracaso de la asamblea.
Forma en que tendrá en cuenta el modelaje como estrategia de aprendizaje,
cuidando la dependencia que puede crear el dar resueltos los problemas.
Forma de intervenir en la organización anterior.
Ir anulando progresivamente el protagonismo del profesorado, para desviarlo
hacia el alumnado, funcionando de forma colectiva y autónoma.
Establecer formas que ayuden a mejorar la resistencia a la frustración. Y
paralelamente evitar el concepto consumista de participación de “conceder”
lo que se pide de forma inmediata y sin más argumentos, ni necesidad e
insistir, etc.
Procurar que existan y se reconozcan éxitos parciales en pasos sucesivos,
como estrategia para potenciar lo anterior.
Tratar de que establezcan de forma habitual, varias alternativas y posibles
estrategias, para potenciar el proceso de selección.
3.3.4.- Aprendizaje desde otros formatos. Preparar para la asamblea
Que debamos evitar confundir la asamblea con otros formatos no
quiere decir que no existan aprendizajes en estos últimos que sean comunes a
ella y transferibles (especialmente si cuidamos la forma de hacerlo). Por
ejemplo el uso de muchos mecanismos de comunicación puede ser, en
bastantes aspectos, similares a los utilizados en los debates o tertulias.
También desde las materias, al margen de los proyectos globales y con
sentido en que podría darse el formato de asamblea, podemos trabajar en
forma de foros de debate, o buscar momentos en los que haya que optar
ofreciendo distintas posibilidades o soluciones, etc. En general, los procesos
participativos en el aula ayudarían a prepararse para participar y tomar
decisiones.
Desde otra perspectiva el uso de “contratos” (de aprendizaje o
convivencia) y la negociación en general, ya sean colectivos o individuales,
establecen diversas pautas, métodos de análisis y contraste de posturas,
cumplimiento mutuo, etc., que tienen mucho que ver con el proceso de una
asamblea.
3.3.5.- Edad y evolución del aprendizaje de la asamblea
Llegar a familiarizarse con la asamblea o toma de decisiones colectiva y
organizada, hasta el punto de que llegue a sentirse como un instrumento útil y
posible para tomar decisiones y resolver conflictos colectivos, no es fácil,
requiere un proceso que supone varios grados.
Este proceso debe darse desde la misma Educación Infantil. Desde que el
niño o niña es capaz de socializar, debe aprender a desenvolverse socialmente
y tomar y asumir decisiones con quienes le rodean.
En las primeras fases el aprendizaje podrá ir más dirigido a saber
“comportarse” (participar, proponer, etc.) ante un foro colectivo, aunque sea
algo ya previamente organizado, así como a asumir lo que en él se ha dicho.
El corro de infantil en que se reparten responsabilidades es un buen ejemplo.
Un estadio superior, a repartir entre Primaria y Secundaria obligatoria (aunque
sería bueno aquilatar los fines a alcanzar en Primaria) es aquel en que el
colectivo de alumnado va asumiendo la responsabilidad y organización de la
asamblea, aunque los temas y los momentos de convocarla, aun se les escape
o se haga de una forma “instituida” (por ejemplo cuando es periódica).
Habría varias etapas en esta fase. Una sería, por ejemplo, la de que el
alumnado asuma organizar la asamblea dentro de un formato preestablecido
en el se desenvuelva con suficiente autonomía: saber cómo se recogerá
información, como se presentará, etc.
En las últimas etapas o niveles sería deseable que el alumnado fuera
estableciendo sus propios formatos: tiempos, intervenciones, preparación,
organización entre asambleas, reparto de responsabilidades, temas... Al final
habría que llegar a que el colectivo asumiera la asamblea organizada como un
instrumento a poner en marcha sin ninguna intervención exterior.
(1) Ver qué se entiende por núcleo fundamental en el documento educación
básica de Concejo: los ámbitos de la persona que abarca la globalidad que
representa, la universalidad del formato y el enriquecimiento integral. (2) Ver
documento sobre competencias de Concejo Educativo.
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