1 1. El despojo de tierras una constante histórica El despojo y

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EL DESPOJO Y ABANDONO DE TIERRAS FRENTE A LA POLÍTICA PÚBLICA
Absalón Machado C1.
1. El despojo de tierras una constante histórica
El despojo y abandono de tierras es un proceso histórico presente en diferentes
fases del desarrollo de la sociedad colombiana. No es un fenómeno nuevo, pero ha
suscitado la atención en los últimos años por su magnitud, su persistencia, su
crudeza, la crueldad y violencia que lo acompañan, y los efectos causados en el
sector rural, en especial sobre las víctimas del conflicto, entre ellas los desplazados
por la violencia.
Después de la época de la Violencia política y social de los años cuarenta y
cincuenta del siglo pasado, el fenómeno del despojo de tierras prácticamente pasó
desapercibido, y apenas si fue recogido por la Comisión Especial de Rehabilitación
creada en septiembre de 1958 durante el primer gobierno del Frente Nacional, para
atender a las víctimas y el despojo de sus bienes realizada tanto por liberales como
por conservadores.
De otra parte, las parcelas perdidas durante la Violencia de los cincuentas,
calculadas por Paul Oquist en 393.6482, se quedaron perdidas en su mayoría para
sus propietarios y poseedores. Si se aplica un promedio de sólo 5 hectáreas por
parcela, el despojo durante esa época ascendería a cerca de 2 millones de hectáreas,
una cifra muy significativa para la época cuando el área cultivada en bienes
agrícolas no superaba las 2.594.000 hectáreas en 1950 y 3.257.00 en 1960
incluyendo el café, sin contar por supuesto con el área usada en pastos que
ascendía según el censo agropecuario de 1960 a 14.606.000 hectáreas. Entre
agricultura y ganadería existían en 1960 cerca de 17.863.000 hectáreas, o sea como
mínimo el despojo y el abandono de tierras alcanzó al 11,2% de esa área utilizada.
Los que salieron del campo fueron fundamentalmente campesinos productores de
alimentos. Este proceso reconfiguró la propiedad rural en las zonas donde el
conflicto fue intenso, especialmente en toda la zona cafetera central y el occidente
incluido el Valle del Cauca.
Oquist destacó que “estas parcelas se perdieron por simple abandono durante la
Violencia o debido a la amenaza directa o por actos de violencia contra sus
propietarios o por la coerción para obligarlos a vender la tierra a precios
irrisorios” (pag 307). También agregó que la coerción provino también de las
“guerrillas de las notarías” que se beneficiaban como intermediarios por las
transacciones inducidas por la Violencia, sin participar directamente en la misma.
1
Presentación durante el Foro “Despojo de tierras y subsidios a la agricultura”, Universidad Nacional, Bogotá,
noviembre 3 de 2009.
2
Paul Oquist, Violencia, conflicto y política en Colombia. IEC, Instituto de Estudios Colombianos, Bogotá,
Banco Popular 1978.
2
Una composición de lugar mostraría que el despojo de la época más
contemporánea no se diferencia mucho del ocurrido hace ya sesenta años, sólo que
los actores han sido diferentes y los métodos actuales más violentos y crueles. De
acuerdo con las cifras de la Comisión de Seguimiento a las Sentencias de la Corte
Constitucional, el despojo actual se estima en 5.5 millones de hectáreas, lo que
representaría aproximadamente el 13% del área utilizada en agricultura y
ganadería, un porcentaje más alto del que resulta de los cálculos del período de la
Violencia en los cincuentas. El fenómeno no es entonces marginal, ha venido en
ascenso.
Durante la época de la reforma agraria y el auge del movimiento social en los
sesentas y setentas, el despojo de tierras aminoró su ritmo pero siguió presente en
los procesos agrarios mediante el uso de los métodos tradicionales, combinando
violencia con la acción del mercado. Durante la aplicación de la reforma agraria
llerista, el despojo pasó desapercibido por los analistas y las autoridades públicas,
en la medida en que no se realizaron aparentemente actos de violencia armada para
desconocer derechos de propiedad legítimamente adquiridos.
Con el auge del conflicto armado interno a partir de la década de los ochenta, el
despojo se dinamizó y empezó a hacerse más evidente cuando se recrudeció el
conflicto y la violencia, especialmente en los años noventa y hasta mediados de la
presente década. Una de las características del despojo de la época contemporánea
es que se hace visible cuando las víctimas se organizan y las organizaciones
defensoras de los derechos humanos empiezan a denunciar esos procesos. Esta
visibilización la hace la sociedad civil, mas no el Estado que trata de ocultar el
fenómeno, y no lo incluye en las políticas públicas. Ello porque no hay acciones
públicas encaminadas a cortarle el camino al proceso de concentración de la
propiedad por métodos violentos y atajar el lavado de activos del narcotráfico en el
sector rural.
Las denuncias de la sociedad civil han conducido a proyectos de protección de
tierras y patrimonios de la población considerada en riesgo de desplazamiento
forzado por el conflicto o de despojo por actores violentos. Actualmente existen
3,323.165 hectáreas protegidas, tanto por la ruta individual (1.752.244 ha.) como
colectiva (1.570.921 ha). Pero no existe una protección para los pobladores que son
despojados por la violencia del mercado, un proceso histórico poco estudiado y
sobre el cual no existen referencias claras. En realidad, el despojo por la violencia
de las armas se combina con el despojo por la vía del mercado para constituir un
fenómeno continuo y complejo. Así como el conflicto no ha terminado, el despojo y
el abandono de tierras tampoco. El despojo es en realidad un continuo histórico y
siempre existirán factores de mercado empujando a pobladores rurales a que
enajenen sus derechos de propiedad al lado de la violencia
Siendo el despojo un fenómeno histórico, acentuado a partir de los años ochenta
del siglo pasado, poca atención se le ha dado a sus características y consecuencias.
3
El trabajo de campo que ha estado realizando el proyecto de Memoria Histórica ha
mostrado la complejidad de este fenómeno y la dificultad de construir una tipología
que cubra todo el espectro del fenómeno, y que además dé cuenta de las
diferenciaciones regionales, y los contextos en que se produce.
Una labor importante de Memoria Histórica puede ser en el inmediato futuro, la
sistematización de toda la información de naturaleza cualitativa que se está
generando por diversas organizaciones y entidades sobre los procesos de despojo y
abandono de tierras. Ello permitiría develar la naturaleza y dinámica de ese
proceso, sus diferenciaciones regionales, por género y grupos étnicos. Esa
información constituiría para las víctimas un instrumento valioso para sus
demandas de restitución de las tierras expoliadas, para la no repetición de esos
hechos, y para la identificación de políticas e instrumentos que conduzcan a
eliminar los procesos que conducen al despojo.
Un esfuerzo de esa naturaleza se debe complementar con la perfección de los
cálculos estadísticos del despojo y abandono de tierras, a través de muestras
representativas a nivel regional para poder hacer comparaciones, y combinarlas
con los métodos o tipologías de despojo. Con esa información se podría avanzar en
el relacionamiento del despojo con las políticas públicas, el desplazamiento forzado,
los poderes políticos regionales y nacionales, la estructura agraria, etc. He allí una
labor pendiente por realizar.
2. El despojo como proceso complejo y funcional
El despojo es un proceso con una dinámica espacial y temporal, que tiene un
comienzo y un término en el tiempo, no es un hecho puntual simple. Por lo general
no es un fin en sí mismo, es más un instrumento para alcanzar fines superiores
como el control del territorio, de sus recursos y de la población. No obedece por ello
a un solo objetivo como tiende a aparecer ante la opinión pública; como si el fin
fuera sólo la apropiación y el control de la tierra como factor de producción, o como
bien de especulación o de generación de rentas institucionales. Como proceso que
es, requiere mirarse en su dinámica y sus proyecciones socioeconómicas y políticas.
Como proceso es complejo, y va transitando hacia formas cada vez más sofisticadas
y menos violentas; con nuevos ropajes y disfraces. Se va adaptando a los contextos
del conflicto y de la evolución del conocimiento que la sociedad va adquiriendo
sobre su magnitud y perversidad. A medida que la sociedad ha ido mostrando la
magnitud del despojo y sus consecuencias e intereses de los grupos que lo generan,
los actores del despojo han ido sofisticando sus métodos para que cada vez
aparezca menos clara la presencia del fenómeno. Actualmente tiende a presentarse
como transacciones legales y operaciones de mercado que no registran actos físicos
de violencia.
4
Una hipótesis plausible es que el despojo de tierras en sus diversas modalidades es
funcional al proceso de reconfiguración de la estructura agraria y los intereses de
las elites y los grupos ilegales que actúan en el sector rural. Esa funcionalidad se
inscribe en un modelo de desarrollo rural que privilegia a la clase empresarial en
contra de los sectores campesinos y las comunidades rurales.
Esa funcionalidad está ligada a la del desplazamiento forzado de la población que
anota Salgado en estas palabras. “el desplazamiento forzado es funcional a la
política sectorial y económica, al desarrollo del conflicto y a la concentración de
la propiedad. La misma magnitud del fenómeno del desplazamiento explica esta
funcionalidad y hace más difícil encontrar soluciones en las políticas de subsidios
y focalización”3. Y Fajardo ha anotado también la funcionalidad del conflicto, el
desplazamiento forzado y el despojo en términos de la creación de un
conglomerado de trabajadores dispuestos a ofrecer su mano de obra barata, tanto
en el campo como en la ciudad para facilitar los procesos de acumulación, es lo que
él ha llamado una política de población funcional al modelo4.
Y es funcional a la reprimarización de la economía, que está acompañada de la
terciarización, y que representa una fuerte presión sobre los territorios rurales y la
tierra como anota el mismo Salgado. La reprimarización se expresa en el hecho de
que las exportaciones agropecuarias, mineras y del petróleo y su derivados
alcanzan al 63,7% del total, mientras que las del sector industrial sólo llegan al
36.3%. Además se expresa en que los recursos del sector primario representan el
18.1% del PIB (agropecuario y minero).
Así, el despojo y abandono de tierras termina constituyéndose en un instrumento
funcional a los propósitos de control de los territorios y la población, a la
concentración de las mejores tierras en manos de empresas y grandes propietarios
que buscan realizar inversiones de largo plazo. También es funcional al conflicto
mismo, resulta siendo funcional a las políticas que impulsan grandes proyectos que
implican uso de grandes extensiones de tierras y de recursos naturales.
Todas estas funcionalidades terminan relacionadas y parece muy obvia la
necesidad de avanzar en esos análisis para dilucidar mejor la lógica de los distintos
procesos que nos anteceden y están en marcha. Ello esclarecería mucho las
relaciones entre despojo de tierras, desplazamiento forzado y las políticas públicas
en el sector rural; estudios de casos regionales emblemáticos ayudarían mucho a
aclarar estas relaciones y funcionalidades
3
Carlos Salgado Araméndez. “Propuestas frente a las restricciones estructurales y políticas para la reparación
efectiva de las tierras perdidas por la población desplazada”. En Desplazamiento forzado ¿hasta cuándo un
Estado de Cosas Inconstitucional?, CODHES, Fondo Global para la Paz y la Seguridad del Ministerio de
Relaciones Exteriores y Comercio Internacional de Canadá, Koninkrijk der Nederlanden, Bogotá, 2009.
4
Darío Fajardo M. Para sembrar la paz hay que aflojar la tierra, Universidad Nacional, IDEA, Bogotá 2001.
5
El Despojo de Territorios según fines y efectos alcanzados.
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FINES Y EFECTOS
DEL DESPOJO
DE TERRITORIOS
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Gráfica Nº 3
POLÍTICO - ELECTORALES
- Captura de entidades estatales
- Captura y control de estructuras organizativas de poder
local: partidos, organizaciones sociales .
- Captura, control y regulación de la población; de sus
lógicas y dinámicas de m ovilización social y política
- Ordenamiento social, político y económico de una
región
Fuente: tomado de CNRR, Área de Memoria Histórica, Línea de Investigación Tierra y
Conflicto, El Despojo de tierras y territorios. Aproximación conceptual. Bogotá, julio 2009.
3. La definición del despojo
El despojo de tierras lo ha definido el Grupo de Memoria Histórica de la CNRR
como “aquel proceso por medio del cual involuntariamente un grupo o un
individuo se ven privados material y simbólicamente por fuerza o coerción de
bienes muebles e inmuebles, lugares y/o territorios sobre los que ejercían algún
uso, disfrute, propiedad, posesión, tenencia, u ocupación para la satisfacción de
sus necesidades”5. El despojo priva a los individuos y comunidades de derechos
adquiridos o reconocidos, del goce efectivo de los bienes. Es en resumidas cuentas
un instrumento de apropiación ilegal y, por lo general, violento de derechos de
propiedad, y del uso y disfrute pleno de la propiedad.
5
Grupo de Memoria Histórica de la CNRR, Despojo de tierras y territorios. Aproximación conceptual,
Bogotá, julio de 2009.
6
Con el despojo no sólo se pierde la tierra como bien material. Se pierde también la
pertenencia a un lugar, los lazos sociales, se desconfiguran las redes sociales, se
pierden medios de subsistencia e ingresos de las familias, se fragmenta la unidad
familiar, se acaban proyectos de vida, se configura un destierro, se genera un
desplazamiento forzado, entre otros.
Uno de los aspectos más críticos del despojo y el abandono de tierras es que dicho
fenómeno termina por configurar una estructura agraria donde la posesión de la
tierra es una fuente de poder político obtenido a través de la violencia, la violación
de los derechos humanos y el desplazamiento forzado de la población rural. Y por
supuesto contribuye a conformar clases emergentes en el sector rural que tienen
como sustento de poder la posesión de la tierra, y que buscan legitimarse a través
de distintos medios. La configuración de este tipo de estructuras agrarias es, en
otros términos, la expresión de una sociedad rural que se resiste a modernizarse, o
que lo hace violentando derechos, involucionado relaciones sociales, y arrastrando
factores de pre-modernidad, en una modernización trunca.
Hay dos clases de despojo: 1) el que se realiza de manera violenta y coercitiva, o
utilizando ilegalmente figuras jurídicas establecidas por el orden constitucional, y 2)
el que se produce a través del mercado. El primero comprende actos violentos de
todo tipo (desde el asesinato, la amenaza, la intimidación, la creación de pánico, el
incendio de viviendas y la destrucción de bienes, etc.); el segundo esconde formas
de violencias no físicas pero sofisticadas6. El mercado siempre ha expropiado a
quienes no consiguen las condiciones para mantenerse en el sector rural realizando
un trabajo digno para el sustento de las familias.
El mercado ante la carencia de una política pública adecuada, expropia a través del
endeudamiento, la competitividad, la falta de oportunidades y el efecto
demostración que atrae la población hacia los centros urbanos. Y estas formas
pueden ir acompañadas de ingredientes de presión e intimidación que no parecen
violentas, pero afectan las decisiones de las personas. El despojo por la vía del
mercado configura una violencia económica que es tan cruel como las otras formas.
Así, tanto la violencia armada como la violencia política, la social y la económica,
configuran el cuadro complejo del despojo y el abandono de tierras. No puede
decirse que una de ellas es más benigna que las otras, todas son crueles y
despiadadas, violan y desconocen derechos.
6
Al respecto ver en detalles la tipología del despojo sugerida por la Línea Tierra-Conflicto del Grupo de
Memoria Histórica de la CNRR, en El despojo de tierras y territorios. Aproximación conceptual. Bogotá
2009.
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4. Tipología del despojo
Hemos elaborado una propuesta de tipología del despojo con base en el trabajo de
campo realizado en el Grupo de Memoria Histórica y en información disponible en
documentos y publicaciones de ONGs y organizaciones de la sociedad civil. Y la
cual se espera mejorar y complementar a medida que avance el trabajo de campo
con las víctimas. Esta tipología comprende tres grandes entradas:
1. el despojo a través del uso de la violencia física, tales como las amenazas
directas e indirectas contra la vida; actos ejemplarizantes y cadenas de
pánico; destrucción de documentación oficial; compraventas forzadas con
vicios de consentimiento y lesión enorme, la ocupación de predios del
Estado
2. el despojo a través del uso de figuras jurídicas, tales como actos ilegales de
enajenación entre particulares, despojo por vía de hecho administrativa o
judicial, la falsificación de títulos y escrituras.
3. Otras modalidades de despojo: embargo y remate de propiedades
abandonadas, intercambio y usufructo de propiedades, abandono y
apropiación sin transacción comercial; usufructo sin apropiación, compra de
derechos a través de la adquisición de hipotecas y deudas.
En estas tres entradas se identifican por lo menos 14 formas básicas del despojo
que a su vez se dividen en varias modalidades. Estamos seguros que hay más
métodos de despojo que es necesario identificar con base en la información que se
está generando en el país sobre el tema.
La condición de informalidad de los derechos de propiedad facilita los procesos de
despojo y afecta un porcentaje importante de los pobladores rurales. De acuerdo
con la información suministrada por la Comisión de Seguimiento a la Política
Pública sobre desplazamiento Forzado y el Proyecto de Protección de Tierras de
Acción Social, entre otros, el fenómeno de la informalidad de los derechos de
propiedad es de una magnitud considerable. El Proyecto de Protección de Tierras y
Patrimonio de la Población Desplazada indica que el 54% de los bienes protegidos
tanto por ruta individual como colectiva, tienen relación de informalidad en la
tenencia.
La informalidad de los derechos puede tener explicaciones históricas, sociales,
económicas, jurídicas y de contexto, pero de ellas no escapa la responsabilidad de
las autoridades públicas encargadas de reconocer, preservar y defender los
derechos. La informalidad tiene un doble carácter: facilita el despojo y al tiempo
dificulta los procesos de restitución de tierras y bienes; constituye así una especie
de relación biunívoca perversa.
8
5. La relación del despojo de tierras con la política pública
Establecer esta relación es una tentación peligrosa y difícil. Peligrosa porque
existen serios riesgos de equivocarse si ella no está fundamentada en un
conocimiento preciso de la realidad. Difícil porque los tipos de despojo son muy
variados, requieren contextualizarse además de verlos en su complejidad y su
evolución. Solo con ejemplos muy concretos podría aproximarse las relaciones
entre esos dos ámbitos.
Los instrumentos de la política pública actúan sobre una estructura agraria
conformada o en proceso de configuración. Pero también pueden orientar el tipo de
estructura que el Estado, una clase o un gobierno quiere conformar. Si por ejemplo
el crédito se concentra en grandes propietarios y tiene gabelas, o los subsidios van
más a los medianos y grandes empresarios, existe siempre la tentación de
aprovecharlos y avanzar en la apropiación legal o ilegal de predios para extender
los beneficios de una política pública que privilegia la gran propiedad.
El riesgo moral no importa cuando de acumular se trata, la ética pasa agachada
igualmente, la corrupción se abre camino. La falta de regulación de los derechos de
propiedad por parte del Estado, la debilidad de las instituciones encargadas de
garantizar y sustentar esos derechos, y la cooptación que pueden sufrir por parte de
actores ilegales por esa debilidad, hace propicio el despojo y la presión sobre los
campesinos, pequeños y medianos propietarios y poseedores para que cedan sus
propiedades a proyectos empresariales.
La informalidad de los derechos de propiedad, como se indicó es de una gran
magnitud, y ella facilita el despojo de derechos. Pero esa informalidad es parte de
un sistema político que actúa desconociendo derechos. Históricamente, al
campesinado se le han reconocido solo las mejoras pero no los derechos que
adquiere cuando explota un terreno abandonado o del Estado. Ello hace parte de
una política pública que no le ha interesado el tipo de estructura agraria existente o
en conformación.
Yo no estará en capacidad de mostrar hoy aquí que la política de Agro, Ingreso
Seguro, tiene una relación directa con el despojo de tierras. Pero si nos situamos en
el marco de los poderes e intereses políticos situados detrás de esos programas, es
difícil escapar a una relación de ese tipo, sea directa e indirecta. Las políticas están
hechas para beneficiar a los grandes capitales que tienen condiciones de competir
en los mercados, y esos capitales son ávidos de acumulación y de poder en una
sociedad que no ha terminado de modernizarse y donde la tierra es todavía fuente
de poder político. Existe por ello una disputa por la tierra entre el campesinado, los
grandes propietarios, empresarios y elites aliadas con grupos ilegales (clase
emergente). El proceso parece muy evidente y requiere ilustrarse con casos
regionales emblemáticos, ello es un desafío para la academia.
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Podrá decirse que existen políticas que no muestran claramente un vínculo con el
despojo de tierras y los procesos de acumulación de recursos en el sector rural,
como las pocas que buscan beneficiar a pequeños propietarios o las que pueden
tener un carácter más neutro como el caso de la investigación científica y
tecnológica, cuando ésta se construye sobre temas más universales de la actividad
productiva.
Cuando las políticas están marcadas por visiones que privilegian a ciertos sectores
de la sociedad, o por sistemas autoritarios de diseños, o fundamentadas en el
desconocimiento de los procesos sociales y la realidad, o cuando se enmarcan en
procesos de desregulación del acceso a factores, o cuando permiten altos niveles de
inequidad, tienen un alto riesgo de relacionarse con procesos violentos de despojo,
o de concentración de factores productivos en pocas manos. Las lógicas en estos
casos son aplastantes y no se pueden ocultar.
Dilucidar esas relaciones entre política pública agraria y proceso de despojo y
abandono de tierras es un desafío presente, el cual debería ser asumido por la
academia. El título de este debate que ha promovido el CID hoy no podía ser más
afortunado, creo que es una invitación a que se miren esas relaciones y que no
pasen desapercibidas, deben estar presentes en el debate del problema agrario.
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