MEDIDA CAUTELAR. BEBIDAS “ENERGIZANTES”. PODER DE POLICÍA. SALUD. COMPETENCIA MUNICIPAL. RAZONABILIDAD. INTERESES EN JUEGO. PROCEDENCIA A. y S. T. 12, pág. 209 Santa Fe, 24 de abril de 2008. VISTOS: Estos autos caratulados “‘ENERGY GROUP S.R.L.’ contra MUNICIPALIDAD DE SANTA FE -R.C.A.- sobre MEDIDA CAUTELAR” (Expte. C.C.A.1 n° 58, año 2008) venidos para resolver; y, CONSIDERANDO: I.1.a. La firma “Energy Group S.R.L.”, invocando su condición de elaboradora y comercializadora de la bebida energizante “Speed Unlimited”, interpuso recurso contencioso administrativo contra la Municipalidad de Santa Fe tendente a que se declare la inconstitucionalidad de la ordenanza municipal 11.424/07, por la cual se dispone “prohíbese la promoción publicitaria, exhibición, venta, expendio, o suministro a cualquier título de bebidas con contenido de sustancias farmacológicamente activas, también denominadas energizantes o energéticas, en todos los establecimientos comerciales comprendidos o regulados por la ordenanza 9139”. Al efecto destacó que no se puede prohibir a través de una norma municipal lo que está autorizado por una ley de la Nación, como lo es el Código Alimentario Argentino, a tenor de la disposición 3634/05 de la A.N.M.A.T.; que se registran antecedentes de ordenanzas y leyes de contenido muy similar a la aquí cuestionada, que han sido directamente vetadas, o declaradas inconstitucionales por los jueces; y que se violan los artículos 31, 75, incisos 13, 18 y 32, y 121 y concordantes de artículo 15 de seguridad ejercer la Constitución la ley jurídica industria y nacional, provincial 2756, los derechos lícita, libre como así también afectándose a constitucionales comercio, el la vez la de trabajar, propiedad, igualdad, defensa en juicio, y la razonabilidad. Entre otras consideraciones previas, recordó que el 1.9.2005 se dictó la ordenanza 11.221 -idéntica a la ahora cuestionada-, la que fue vetada por el mismo Intendente que luego promulgó tácitamente el acto impugnado; que en los fundamentos de la nueva ordenanza se incurre en diversos errores; y que objeta la potestad prohibitiva por invadir jurisdicción federal. Argumentó en torno al sistema comercial de la Constitución normativa federal y a la imposibilidad -a su juicio- de prohibición de venta por invadir jurisdicción federal (artículos 75, inciso 13, y 126, Constitución nacional); a la regulación nacional de la actividad alimenticia (Código Alimentario Argentino, ley 18.284), pudiendo el producto -aprobado por la A.N.M.A.T. y el I.N.A.L.- comercializarse, circular y expenderse en todo el territorio de la Nación; y a la regulación federal en lo relativo a bebidas energizantes, habiéndose logrado (por resolución 3634/05 de la A.N.M.A.T.) disminuir la graduación de cafeína (a 20 mg/100 ml). Refirió también, con cita de jurisprudencia, a las facultades de las autoridades locales, las que, según dijo, únicamente pueden verificar las condiciones higiénico-sanitarias, bromatológicas y de identificación comercial (ley 18.284, artículo 3), pero de ningún modo prohibir el expendio, suministro o venta de un producto de venta libre; y a que el Congreso sancionó la ley 18.425 (de Promoción Comercial) y ratificado por ley (24.307) la vigencia del decreto 2284/91 (de Desregulación Económica). Concluyó supremacía en que la constitucional ordenanza que atacada recoge el es contraria artículo 31 a de la la Constitución nacional. Aludió a los perjuicios que la medida le causa, destacando que “basta ya, con la repercusión pública que la ordenanza ha tenido para sufrir un perjuicio difícil de reparar, toda vez que la errónea información brindada a los lectores a partir del erróneo contenido de la atacada ordenanza, resulta casi imposible torcer aun en caso de triunfar en el presente remedio judicial peticionado”. Por otra parte, arbitraria, pues no alcohólicas, ni más se aún consideró prohíbe las que ni que la limita se prohibición la venta comercializan de deviene bebidas directamente mezcladas con alcohol, algunas de ellas de gran consumo entre los jóvenes. Añadió que si para prohibir un producto el legislador parte de la premisa de su abuso, pues entonces debiesen prohibir interminable cantidad de cosas y/o productos que consumidos en exceso perjudican la salud, no siendo tal consumo en exceso imputable a ella ni susceptible de su contralor; que el producto no contiene elementos tóxicos, ilegales o adictivos; que desde que se redujo la dosis de cafeína, quedó equiparado a las “bebidas colas”; y que una tasa de té aporta 60 mg de cafeína, mientras que una de café 100 mg. Entendió que si el problema es su consumo junto con el alcohol, por qué en lugar de prohibir su venta, no se imponen anuncios que prevengan al consumidor de los trastornos, a pesar de que el envase lo hace con una leyenda de tamaño significativo; y que debería controlarse el consumo de whisky con café, licor de café, whiscola, café al cognac y también el Fernet con Coca Cola. Por último desarrolló otras razones que a su juicio tornan inconstitucional a la ordenanza atacada: entre otros, violación al derecho a trabajar, ejercer industria lícita, propiedad, comerciar, y la seguridad jurídica. En este último sentido, señaló que esta “inseguridad jurídica” que se produce proyectarse en la ciudad de Santa Fe, eventualmente podría indiscriminadamente si todos los municipios actuasen en igual forma. Solicitó también se dictara una medida de no innovar, razón por la cual se forma la presente incidencia. b. Al efecto señala que es palmaria la inconstitucionalidad de la ordenanza 11.424/07, por lo que pide se decrete -como medida de “‘no innovar’ (de carácter innovativo)”- la suspensión del acto a fin de evitar los graves perjuicios económicos que le produce su aplicación. Dice que si debe aguardar una sentencia definitiva en la “acción de amparo” (sic) el respectivo decisorio resultará superfluo e inútil, y no logrará evitar que sufran graves e irreversibles perjuicios, en la medida en que ante la difusión de la prohibición en diversos medios masivos de comunicación, se ha optado por dejar de adquirir bebidas energizantes para su comercialización en la ciudad. Luego de destacar que la doctrina nacional recomienda “la mayor flexibilidad en su otorgamiento”, argumenta en torno a la verosimilitud del derecho, a la que extrae principalmente del hecho de que su actividad está regida por normas federales, pudiendo las provincias y los municipios únicamente otorgar mayores beneficios pero no restringir los que la ley reconoce. En cuanto al peligro en la demora, reitera que la concurrencia de ese requisito resulta clara en este caso, y recuerda que a mayor verosimilitud del derecho, menor debe ser la exigencia en cuanto al peligro en la demora. En el caso -agrega con énfasis- la verosimilitud del derecho no puede ser más evidente; sin perjuicio de lo cual califica a ese peligro de grave e inminente de sostenerse la vigencia de la ordenanza hasta el dictado de la sentencia, pues “la imposibilidad de comercializar el producto en la ciudad” (f. 60) repercute directa y ampliamente en las ventas y por ende en la fuente de trabajo. Por último, alude a la exigencia de la contracautela. 2. Corrida vista a la demandada, la contesta a fojas 78/83 vto. Expresa que la medida impugnada fue dictada por el único órgano con competencia para ello, y -en respuesta a una realidad que no puede ni debe desconocerse- “limita” la prohibición a determinados locales a fin de evitar la mezcla de bebidas energizantes con alcohol; que “Speed Unlimited” es sólo una de las bebidas afectas por la prohibición y en un ámbito acotado, no prohibiéndose su comercialización en el resto de los locales habilitados para la venta (supermercados, kioscos, despensas, restaurantes, etc.); y que, en consecuencia, la actora puede ver limitado el mercado en un mínimo y por un solo producto, “pero de ninguna manera le está vedada la comercialización de sus bebidas en la ciudad de Santa Fe”. En aquellos propicios este sentido, reitera establecimientos para la mezcla que la que por su con alcohol; prohibición propia con se reduce actividad lo que a resultan existe debida fundamentación en la norma, ya que el bien tutelado es la salud, de indudable jerarquía constitucional, no tratándose de una prohibición genérica de los energizantes. Advierte acerca de que, por las características de los lugares en que la norma incide (boliches, pubs, etc.), el consumo de alcohol es una nota propia de los mismos, y pretender la prohibición de éste en vez de un “suplemento dietario” para evitar la mezcla, no guarda lógica alguna. Refiere admisibilidad posteriormente del pedido: a la cuestiones que incidirían extemporaneidad del en la recurso; la deficiencia en la fundamentación; y la naturaleza del acto impugnado, el cual -a su juicio- no se encuentra incluido en el artículo 5 de la ley 11.330. En cuanto a su procedencia, niega la concurrencia de humo de buen derecho y peligro en la demora. En relación al primero, dice que no hay ilegitimidad manifiesta que autorice la procedencia de la cautelar, ya que lo complejo, lo opinable, lo que exige valoración de hechos y de prueba, interpretación de normas, es materia de la sentencia de mérito. o la Respecto al peligro en la demora, considera que los extremos invocados no resultan más que afirmaciones sin apoyatura probatoria; que se trata de un recaudo que no opera autónomamente; y que deben ponderarse debidamente los intereses en juego, no pudiendo el interés particular invocado conmover el fundamento que subyace en la norma respecto de la protección de la salud. Añade que la recurrente (que comercializa bebidas -sin distinción- a lo largo y a lo ancho del país) ni siquiera menciona en qué forma incidiría en sus ventas la limitación de la norma, y menos aún indica por qué de obtener una sentencia de mérito favorable el eventual perjuicio no podría subsanarse. Insiste en torno al interés público comprometido y solicita, en suma, el rechazo del pedido, con costas. II.1. Conforme surge del relato precedente, la demandada cuestiona la admisibilidad del pedido con base en la extemporaneidad del recurso, la falta de fundamentación de la solicitud, y la naturaleza del acto impugnado. a. En cuanto a la admisibilidad del recurso en razón de su supuesta extemporaneidad, bien recuerda la propia demandada que se trata de una cuestión que en principio no es susceptible de ser considerada en esta oportunidad sino, en todo caso, una vez agotados los controles y trámites pertinentes (Fiscalía de Cámara; Presidencia de Cámara; en su caso, la Cámara; interposición y trámite de excepciones, etc.), según criterio sentado por la Corte Suprema de Justicia de la Provincia en autos “Werffeli” (A. y S. T. 132, pág. 222), que este Tribunal ha hecho suyo en reiteradas oportunidades (“Sahd”, A. T. 1, pág. 336; “Correo Argentino”, A. T. 2, pág. 482; “Mascheroni Torrilla”, A. T. 4, pág. 261; “Veniselo”, A. T. 4, pág. 379; “Galeota”, T. 6, pág. 78; “Forlin”, A. y S. T. 4, pág. 374; etc.). En el caso, no se advierten razones que justifiquen apartarse de ese criterio; por el contrario, se trata en autos del complejo tema de la impugnabilidad directa de ordenanzas, y de cómo opera respecto de ellas la técnica del acto consentido. Por lo tanto, y sin que ello implique pronunciamiento sobre la cuestión, corresponde desechar el agravio. b. En relación a que el pedido carece de fundamentación propia, sosteniéndose sobre los mismos argumentos esgrimidos en punto a la pretensión principal, el planteo debe igualmente desecharse. Es que, más allá de que la recurrente le dedicó un capítulo específico a la fundamentación del pedido cautelar -en el que además discriminó los aspectos vinculados al fumus boni iuris, al periculum in mora y a la contracautela-, no puede soslayarse que la pretensión substancial igualmente se nutre de cuestiones que transitan por la “palmaria” inconstitucionalidad de la ordenanza cuestionada y los perjuicios graves que ella causaría. En suma, la pretensión cautelar -al margen de si resulta procedente o no- aparece ejercida en condiciones que formalmente se ajustan a las exigencias en la materia. c. Por último, tampoco puede incidir desfavorablemente en la admisibilidad del pedido lo planteado por la demandada en torno -en definitiva- a que las ordenanzas no pueden constituirse en objeto de impugnación del recurso reglamentado por la ley 11.330 (art. 5). Al respecto, puede señalarse que el régimen de dicha ley no es extraño a la impugnación directa (es decir, sin acto de aplicación) de ordenanzas municipales, pronunciamientos, no sólo de según esta lo Cámara revelan (entre diversos otros, “Credifé S.A.”, A. y S. T. 4, pág. 482), sino también de la Cámara de lo Contencioso Administrativo N° 2 (“Servi Sur”, del 13.3.2002; ver también “Sistema Regional de Televisión”, A. y S. T. 8, pág. 31), y de la propia Corte Suprema de Justicia de la Provincia (“Sanitek”, A. y S. T. 183, pág. 189; “Cotal”, A. y S. T. 191, pág. 290; etc.), a cuyos fundamentos en lo pertinente corresponde remitir. Sólo puede agregarse que no se ha cuestionado que la actora sea -en efecto- una empresa dedicada a la producción, elaboración y comercialización de, entre otras, una bebida energizante, con lo que su interés aparecería suficientemente perfilado a los fines de su impugnación. Corresponde, pues, adentrarse al análisis de la procedencia del pedido. 2.a. Recientemente el Tribunal ha recordado (en autos “Martínez”; A. y S. T. 12, pág. 36) el inveterado criterio según el cual las cuestiones que se resuelven en la interpretación de hechos y la valoración de diversos elementos probatorios y normativos, exorbitan el limitado ámbito de conocimiento de estas cautelares (“Marcelli”, A. y S. T. 115, pág. 497; “Soria”, A. y S. T. 139, pág. 271; “Ivalsa”, A. y S. T. 160, pág. 318; “Barrionuevo”, A. y S. T. 163, pág. 145; etc.; de esta Cámara: “Pérez”, A. T. 1, pág. 210; “Guaita”, A. T. 1, pág. 178; “Grande”, A. T. 2, pág. 87; “Giordano”, A. T. 2, pág. 437; “Veniselo”, A. T. 3, pág. 197; “Cáceres”, A. T. 3, pág. 260; etc.); concluyéndose también que “los planteos que exigen una labor interpretativa del derecho aplicable, obstan en principio a que se pueda encuadrar el caso en el tercer párrafo, primera parte, del artículo 14 de la ley 11.330” (“Estrubia”, A. y S. T. 140, pág. 115; “Hernández”, A. y S. T. 140, pág. 120; “Álvarez”, A. y S. T. 151, pág. 365; de esta Cámara: por todos, “Uleriche”, A. T. 5, pág. 350; “Pérez”, A y S, tomo 4, pág. 157). En similar orden, ha considerado que la cuestión vinculada a la razonabilidad de las medidas impugnadas (y específicamente en cuanto a su proporcionalidad), constituye un aspecto que también, en principio, exorbita el conocimiento cautelar (C.S.J.P.: criterio de “Mandolini”, A. y S. T. 94, pág.238; “Campbell”, A. y S. T. 139, pág. 417; “Avendaño”, A. y S. T. 141, pág. 188; “Carboni”, A. y S. T. 166, pág. 238; etc.; C.C.A.1: “A.S.T.E.O.M.”, A. T. 4, pág. 349; “Camargo”, A. T. 5, pág. 45; “Salva”, A. T. 5, pág. 389; “C.T.I.”, A. y S. T. 9, pág. 159; entre otros); máxime en supuestos como el de autos, en los que, según se ha relatado, la medida cuya razonabilidad se cuestiona es materialmente legislativa (criterio de “Fabrizi”, A. T. 2, pág. 18; “Abaca”, A. T. 3, pág. 313; etc.), resolviéndose el pedido en una provisional declaración de inconstitucionalidad de la norma. Así lo ha declarado reiteradamente tanto la Corte Suprema de Justicia de la Provincia (“Perrone”, A. y S. T. 142, “Sandaza”, A. y S. T. 145, pág. 51; “Abba”, A. y S. T. pág. 51; 169, pág. 280; etc.), como esta Cámara (“Acosta”, A. T. 1, pág. 120; “Arzeno”, A. T. 1, pág. 125; “Andreozzi”, A. T. 1, pág. 129; “Ahumada”, A. T. 1, pág. 133; etc.); incluso ante supuestos de normas reglamentarias (C.C.A.1: “Revuelta”, A. T. 1, pág. 343; “Correo Argentino”, A. T. 2, pág. 482; “Mascheroni Torrilla”, A. T. 4, pág. 102; “Zalazar”, A. T. 5, pág. 70; etc.). En consecuencia, y salvo que la potestad normativa aparezca ejercida de un constitucional “Palacios” “Asociación modo (como -A. T. de manifiestamente se 5, entendió pág. Productores” 344-; -A. que contrario ocurría, “Credife” y S. T. -A. 2, al v. T. pág. ordenamiento gr., en autos 7, pág. 85-; 250-, etc.), cuestiones como las descriptas en principio resultan extrañas al debate cautelar. b. En el sub judice, no se advierten razones que autoricen apartarse de esos consolidados criterios, lo que, se adelanta, sella la suerte adversa del pedido. En efecto, según se ha relatado, la recurrente funda su solicitud en, básicamente, tres órdenes de razones: en primer lugar, argumenta en torno a que -en suma- la Municipalidad sería incompetente para prohibir la venta de un producto que es de libre circulación según la legislación y reglamentación federales; en segundo lugar, cuestiona la razonabilidad de la ordenanza 11.424/07, a la que considera arbitraria; y, en tercer lugar, invoca la violación de determinados derechos y garantías constitucionales. En relación al primer orden de agravios, y en un examen liminar propio de esta instancia, no puede afirmarse con certeza que la demandada sea incompetente para dictar la medida cuestionada, ni, en otros términos, que dicha medida violente de modo manifiesto la normativa federal invocada. En ese sentido, no puede soslayarse que la Municipalidad de Santa Fe ha actuado en ejercicio del poder de policía, el cual -por comprometer un cúmulo de circunstancias (culturales, sociales, económicas, etc.)- es esencialmente local; tanto, como el Derecho Administrativo que lo regula (art. 121, Constitución nacional). Como lo ha recordado la Corte Suprema de Justicia de la Provincia en autos “Vicentín” (A. y S. T. 160, pág. 17), la Corte nacional tiene dicho, con cita del precedente publicado en Fallos 156:323, que “[...] ‘el régimen municipal que los constituyentes reconocieron como esencial base de la organización política argentina al consagrarlo como requisito de la autonomía provincial (art. 5), consiste en la administración de aquellas materias que conciernen únicamente a los habitantes de un distrito o lugar particular sin que afecte directamente a la Nación en su conjunto [...] y, por lo tanto, debe estar investido de la capacidad necesaria para fijar las normas de buena vecindad, ornato, higiene, vialidad, moralidad, etc. de la Comuna y del poder de preceptuar sanciones correccionales para las infracciones de las mismas’ [...]” (Fallos 321:1052). Este poder de policía está expresamente reconocido por el constituyente federal, quien habilita a las Provincias y Municipios a ejercerlo incluso en los establecimientos (artículo 75, inciso 30, Constitución de utilidad nacional), con nacional la sola condición de que no interfieran en el cumplimiento de los fines específicos de tales establecimientos. En congruencia con dichos criterios, en la Provincia de Santa Fe, donde el régimen municipal está definido por la Constitución y la ley (arts. 106 y ss. de la Constitución provincial), se reconoce a los Concejos Municipales la atribución de “en general dictar ordenanzas sobre higiene, moralidad, ornato, vialidad y sobre los demás objetos propios a la institución municipal” (artículo 39, inciso 14, ley 2756); asignándoseles, concretamente, “la vigilancia en el expendio de sustancias alimenticias, pudiendo prohibir la venta de aquellas que sean nocivas a la salud” (artículo 39, inciso 57, ley 2756); como medidas que así también tiendan a “la adopción, asegurar la en salud general, y el de todas bienestar de las la población [...]” (artículo 39, inciso 62, ley 2756). En tales condiciones normativas, no puede afirmarse que la ordenanza impugnada sea “palmariamente” inconstitucional por extraña a las competencias locales, restando analizar -en lo que este estadio lo permite- si su ejercicio ha invadido competencias federales de un modo manifiesto, y, en su caso, si es descalificable por evidentemente irrazonable. En cuanto a la primera cuestión, no es desechable liminarmente lo afirmado por la demandada en torno a que la prohibición cuestionada -lejos de ser absoluta- aparece acotada a determinados productos y lugares de consumo, con lo que prima facie no resulta que la medida impugnada verdaderamente cancele -frustrando la realización de cometidos federales- la libertad de comercialización, circulación y expendio en el territorio municipal, ni “afecte directamente a la Nación en su conjunto” (en los términos de la jurisprudencia citada). Es posible, entonces, distinguir las potestades vinculadas a establecer qué producto destinado al consumo humano se comercializa, circula y expende en el territorio nacional, de las relacionadas a la fijación de condiciones -entre otras- de tiempo y lugar en que dicho producto puede comercializarse. La regulación de estos últimos aspectos prima facie serían del resorte de la autoridad local, encargada también de habilitar los respectivos negocios. Al respecto, y parafraseando a la Cámara de lo Contencioso Administrativo N° 2 de Rosario (autos “Servi Sur”, del 14.3.2002) -en relación a la prohibición de vender bebidas alcohólicas en estaciones de servicios- no se prohíbe la comercialización, exposición y venta de bebidas “energizantes” en el ejido del municipio, ni se requiere determinadas exigencias a los productos caracterizados como “suplementos dietarios”, ni se regulan las condiciones en que deben efectuarse las transacciones sobre los mismos, lo que importaría regulación del comercio (a lo que refiere el invocado artículo 75, inciso 13, de la Constitución nacional). Por el contrario, la norma cuestionada se limita a regular -por razones vinculadas a la salud pública- condiciones que en principio harían al contenido y alcance mismo de la habilitación, cuyo otorgamiento, por lo demás, le compete a la demandada, sin que se advierta -al menos con evidencia- que ello pueda de algún modo afectar las competencias delegadas a la Nación. En rigor, entender que cualquier interferencia local en la libertad de comercio es inconstitucional por invadir competencias federales, dejaría sin explicación a las innumerables leyes provinciales que regulan, por ejemplo, el consumo de alcohol u otros artículos: Provincia entre de muchísimas Buenos Aires otras, (sobre leyes 11.825 régimen de y 11.748 venta, de expendio la o suministro de bebidas alcohólicas, y de venta y consumo de bebidas alcohólicas a menores de 18 años); ley 4543 del Chaco (que prohíbe la venta de bebidas alcohólicas desde las 22:00 hasta las 08:00); leyes 1798 y 247 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (sobre prohibición de comercializar prendas deportivas con publicidad de bebidas alcohólicas y/o tabaco en los talles infantiles, y de consumo de bebidas alcohólicas en estaciones de servicio; ley 3770 de Río Negro (sobre restricciones al expendio y consumo de bebidas alcohólicas); ley 5629 de Salta (de represión al alcoholismo); ley 11.254 de Santa Fe (sobre el expendio de bebidas alcohólicas en comercios); etc. Es más, recientemente el propio Congreso nacional ha reconocido las potestades locales en materia de prohibición de venta de alcohol en determinados ratificatoria lugares; del Convenio en efecto, Federal la sobre ley nacional Acciones en 26.353, Materia de Tránsito y Seguridad Vial, dispone que las partes acuerdan establecer “en el ámbito de sus respectivas jurisdicciones, mediante el dictado de las normas que resulten pertinentes, la prohibición absoluta de expendio de bebidas alcohólicas, cualquiera sea su graduación, en estaciones de servicio, paradores u otro tipo de establecimientos que tengan acceso directo desde caminos, rutas, autopistas [...]” (la cursiva no es del texto). semiautopistas o De ello competencias se que sigue podría que, en todo postularse caso, es entre el la conflicto Provincia y de la Municipalidad; sin embargo, ello no ha sido planteado en el caso, ni podría -por lo demás- desecharse liminarmente un supuesto de competencias concurrentes (C.C.A.2: criterio de “Servi Sur”, citado). En cuanto a la ley 9821 de la Provincia de Entre Ríos, cuya declaración judicial de inconstitucionalidad ahora invoca la peticionaria, puede señalarse que tal declaración no fue decidida en razón de haberse aceptado los argumentos esgrimidos por ella en el respectivo juicio, sino exclusivamente por el allanamiento de la demandada, y allanamiento, mediante se una hubiese vía que, de declarado no haber mediado inadmisible por dicho razones procedimentales, conforme lo señala el Tribunal interviniente (ver documentación reservada en Secretaría). Por ende, lo aquí invocado en torno a dicha ley no mejora -al menos a los fines cautelares- la posición substancial de la recurrente, ni aporta mayor verosibilitud a su derecho. Y, más allá de que algunos no son estrictamente trasladables al supuesto de autos, tampoco lo hacen los restantes precedentes judiciales invocados en sustento de su derecho sustancial, cuyas conclusiones, en cuanto implican sostener la “manifiesta” inconstitucionalidad de medidas similares a los fines cautelares, el Tribunal no comparte; máxime si se considera que también se registran pronunciamientos desfavorables al derecho postulado (autos “Red Bull S.R.L. c. Municipalidad de la Ciudad de Córdoba - Acción declarativa de certeza”, del Juzgado Federal N° 3 de Córdoba, del 28.2.2006, Reg. N° 59/2006; autos “Energy Group S.R.L. contra Municipalidad de San Carlos de Bariloche sobre amparo”, pronunciamiento del 27.7.2006, del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, Comercial y Minería N° 5 de Bariloche; etc). Igual consideración merecen los vetos y observaciones decididos por distintas autoridades, los que a criterio del Tribunal tampoco son idóneos -ni por sí mismos, ni en su valoración con los restantes elementos aportados- para provisionalmente privar al acto impugnado de su eficacia propia. En ese orden, se observa que la actora destaca la circunstancia de que la ordenanza cuestionada fue tácitamente promulgada por quien anteriormente vetó una norma similar. Sin embargo, al analizar ese dato, soslaya otra perspectiva, también posible de abordar, consistente en que en definitiva el Concejo Municipal de la Ciudad de Santa Fe insistió en su posición, y, en ambas oportunidades, mediante “ordenanzas”, las que -sabido esconstituyen “una expresión ‘soberana’ de la voluntad popular, de la voluntad comunitaria organizada” (Fallos 312:1394). Por otra parte, no mejor suerte pueden correr -a los fines del pedido cautelar- las razones sobre las cuales la actora funda la arbitrariedad o irrazonabilidad de la ordenanza impugnada. En efecto, ya se ha señalado que la prohibición impugnada no es absoluta, ni en cuanto al lugar, ni en cuanto a los productos. Pues bien, sólo puede agregarse que de conformidad a la propia Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (A.N.M.A.T.) -cuya autoridad reconoce la actora en la materia- ha admitido que el uso de estos productos “se ha desvirtuado”, siendo menester tomar las medidas necesarias “a los efectos de disminuir los riesgos por el mal uso de estos productos con el fin de proteger la salud de la población” (considerandos de la disposición 3634/05; fs. 4/5 de autos). Es así que ordenó que los respectivos rótulos contengan, entre otras advertencias, la siguiente leyenda: “el consumo con alcohol es nocivo para la salud”, exigencia a la que la actora se sometió (ver la fotocopia del rótulo reservada en Secretaría, ya que la obrante a foja 6 no es en este punto legible). De ese modo, cualquiera sea el grado de asidero científico de esa decisión (cuestión en principio ajena a las competencias técnicas del Tribunal), estaría prima facie admitido que la combinación de este “suplemento dietario” con bebidas alcohólicas, sería efectivamente nociva para la salud. Por lo tanto, que se limite la venta de estos “suplementos” en espacios tradicional y especialmente predispuestos para el consumo de bebidas alcohólicas, no parece -siempre en un examen provisionalmanifiestamente arbitrario; sobre todo si se considera que -como es de público conocimiento- en dichos lugares derechamente se ofrece un elenco de “tragos” que incluyen, en su propia composición, la mezcla de alcohol y energizantes. En tales condiciones, tampoco pueden entenderse vulnerados, al menos de modo manifiesto, los derechos y garantías constitucionales invocados. Aunque lo hasta ahora expresado es suficiente en orden al rechazo del pedido (C.S.J.P.: por todos, “Lazzarini”, A. y S. T. 127, pág. 233; de esta Cámara: “Línea 18", A. T. 1, pág. 400, entre muchos otros), le asiste razón a la demandada en cuanto a que no se ha demostrado el peligro en la demora; lo que tampoco se advierte con evidencia, siendo que se trata de un interés exclusivamente patrimonial, y -como se dijo- ni se han cancelado por completo las posibilidades de comercializar el producto “energizante”, ni, por lo demás, sería el único que elabora y comercializa la actora según sus propios dichos (f. 50). 4. Desde luego, las consideraciones que anteceden no soslayan -no podrían hacerlo- los intereses jurídicos en juego, a cuya debida ponderación está obligado el Tribunal de conformidad al artículo 14 de la ley 11.330. Así lo ha destacado explicando en autos mencionada ponderación esta “Godoy” supone Cámara (A. ‘la y S. en T. reiterados 4, pág. consideración, precedentes, 19) que “la ineludible, del interés público’ (Fallos 307:2267); como así también los intereses de terceros y, naturalmente, el del particular cuya protección cautelar se pretende”; y que “tal ponderación debe efectuarse considerándose la naturaleza misma de los bienes jurídicos en juego”. En el caso, ya se ha señalado que la medida cuestionada ha sido dictada en ejercicio del poder de policía municipal en materia de salud, respecto de la cual, y del alcance de su protección en la Carta provincial, se ha pronunciado la Corte local en distintas oportunidades (A. y S. T. 54, pág. 149; T. 56, pág. 190; T. 76, pág. 415), reconociendo su relevancia y el deber que tiene el Estado en orden a su protección (de esta Cámara: “Vea Iedro”, A. T. 4, pág. 43; “Ottinger”, A. T. 4, pág. 279; etc.). Asimismo, también es obvio que, frente a ello, la peticionaria opone su interés meramente privado que, aunque muy respetable por cierto, es exclusivamente patrimonial, naturaleza esta que -como se dijo- a la par incide en su reparabilidad. Tales circunstancias exigen una especial estrictez a la hora de analizar pedidos como el de autos, habiéndose incluso considerado que “no son admisibles las medidas cautelares de no innovar respecto de actos que suponen el ejercicio del poder de policía” (Fallos 307:1994); principio este que también aparece en cierto modo plasmado en el artículo 17 de la ley 2756 (Orgánica de Municipalidades), el cual, si bien no puede entenderse que cancele de plano el ejercicio de jurisdicción cautelar por el Tribunal, claramente robustece la ejecutoriedad propia de los actos que, como el impugnado, comportan el ejercicio de dicho poder de policía. Corresponde, pues, rechazar el pedido cautelar formulado; con costas a la actora. En consecuencia, la Cámara de lo Contencioso Administrativo N° 1 RESUELVE: Rechazar, con costas a la actora, el presente pedido cautelar. Regular en la suma de $ 800 los honorarios profesionales de los doctores Alfredo R. Stalker y Hernán J. Botta, conjuntamente y en partes iguales, por su labor en autos; y en $ 1000 los honorarios profesionales de los doctores Silvia María Leguizamón y Aidilio G. Fabiano, conjuntamente y en proporción de ley, por idéntico concepto (arts. 1, 2, 3, 5, 12, y concordantes, ley 6767). Regístrese, hágase saber y córrase vista a la Caja Forense. (Abstención) (art. 26, ley 10.160) ABSTENCIÓN DEL SEÑOR JUEZ DE CÁMARA DOCTOR LUIS ALBERTO DE MATTIA: Habiendo tomado conocimiento de los autos y existiendo votos totalmente concordantes de dos Jueces, de conformidad al artículo 26 de la ley 10.160 y a la jurisprudencia de la Corte Justicia de la Provincia, me abstengo de emitir opinión. Suprema de