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CONSULTA TRIPARTITA DE FMI-OIT SOBRE CRECIMIENTO
INCLUSIVO Y GENERADOR DE EMPLEO EN LA REPÚBLICA
DOMINICANA
PALABRAS APERTURA
ING. JUAN TEMÍSTOCLES MONTÁS
MINISTRO DE ECONOMÍA, PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO
En mi calidad de Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo es un honor
dar apertura a esta Consulta Tripartita del Fondo Monetario Internacional y
la Organización Internacional del Trabajo sobre Crecimiento Inclusivo y
Generador de Empleo en la República Dominicana.
En primer lugar, permítanme agradecer al FMI y a la OIT la oportunidad
brindada a la República Dominicana de ser parte, junto a Bulgaria y Zambia,
de los tres estudios pilotos desarrollados en el marco de las acciones
derivadas de la Conferencia de Oslo. En el momento en que se mostraba la
intensidad de los efectos de la crisis económica internacional sobre la
destrucción de empleo y aumento de pobreza a escala global, la Conferencia
de Oslo, celebrada por iniciativa del Gobierno de Noruega, se planteó la
necesidad de armonizar y compatibilizar las acciones dirigidas a afianzar la
integración del empleo y las políticas de protección social con las estrategias
de políticas macroeconómicas a escala nacional e internacional.
Desde la perspectiva del desarrollo, los propósitos de la Conferencia de Oslo
son alentadores, sobre todo si se toma en cuenta el llamado a la
coordinación de políticas entre organismos como el FMI y la OIT, que por lo
general han sido percibidos por importantes sectores de la sociedad como
promotores de políticas que perseguían objetivos contrapuestos y en defensa
de intereses a veces antagónicos. La Cumbre de Oslo pone el dedo sobre la
llaga al plantear que el objetivo último de toda política macroeconómica,
laboral o social es generar crecimiento incluyente, y para esto es
fundamental la generación de empleo que cumpla con un conjunto básico de
condiciones para asegurar una vida digna a la población.
Para la Republica Dominicana, el tema del crecimiento incluyente y la
generación de empleo decente, en los términos establecidos por la OIT, es
fundamental y ha sido parte de la discusión sostenida en los últimos años en
torno a la necesidad de generar cambios en el modelo de desarrollo y la
elaboración de la Estrategia Nacional de Desarrollo.
Ha sido ampliamente documentado que la Republica Dominicana ha sido uno
de los países de América Latina más exitosos en materia de crecimiento
económico en los últimos cincuenta años, y que si bien ha habido mejoras
significativas en el nivel de vida de la población a lo largo de estos años,
existen importantes rezagos en materia de pobreza y desigualdad. Los
análisis y debates han mostrado que tenemos debilidades en el desarrollo de
capacidades en nuestra población y en nuestras estructuras económica e
institucional para inducir los cambios requeridos para superar estos rezagos.
En los últimos diez años hemos vivido momentos de fuerte estrés, la crisis
bancaria del 2003-2004 echó por la borda gran parte de los aumentos reales
de poder adquisitivo que los trabajadores y trabajadoras dominicanos fueron
paulatinamente adquiriendo durante los 11 años de crecimiento sostenido
logrados en el periodo 1991-2002. Como resultado de la crisis retrocedimos
en materia de pobreza, al pasar la pobreza extrema de 8.7% de la población
en 2000 a 15.5% en 2004 y la pobreza en general de 32.7 a 49.7%. Diez años
después de haber estallado la crisis, aun no retornamos a los niveles de
pobreza de 2002, ya que la pobreza extrema en 2012 fue de 10.5% y la
pobreza en general de 40.9% de la población.
Tal como la experiencia actual de algunos países de Europa corrobora, al
igual que la experiencia de América Latina, las crisis macroeconómicas, ya sea
las originadas por crisis financiera, fiscal o de balanza de pagos, generan
secuelas de larga duración sobre las condiciones de los mercados laborales.
Aun después de superada la crisis 2003-2004, con un crecimiento
relativamente vigoroso, en comparación con la región, los salarios reales en
todos los estratos educativos se encuentran significativamente por debajo de
los niveles existentes en 2002. La superación de la pobreza en los términos
planteados por la Estrategia Nacional de Desarrollo demandará de una
combinación bien estructurada de políticas de protección social que
garanticen un piso mínimo de protección y de políticas que permitan generar
empleo y mejorar los salarios reales.
Al analizar las causas de esta situación no podemos dejar de lado los efectos
de choques negativos importantes, con los cuales nuestra economía ha
tenido que lidiar en los últimos años, como ha sido el caso de la pérdida de
competitividad de una parte importante de las empresas de zonas francas
frente a la competencia de China y otros países asiáticos, que implicó una
pérdida significativa de puestos de trabajo ocupados mayormente por
mujeres.
Tampoco debemos olvidar, el impacto que sobre los costos de las empresas y
la economía como un todo ha significado la existencia de un precio de
petróleo superior a 70 dólares por barril en los últimos cuatro años después
de alcanzar niveles records en 2008. Dado los impactos de este choque
petrolero persistente sobre el sector eléctrico y la decisión gubernamental de
no traspasar totalmente el aumento del precio del petróleo a la tarifa
eléctrica ha generado presión sobre las cuentas fiscales, llegando el subsidio
eléctrico a representar cerca de 2% del PIB, con lo cual se han limitado los
recursos para la inversión en capital humano y en infraestructura.
A pesar de estos choques y del impacto de la crisis económica mundial sobre
nuestra demanda de exportaciones de bienes y servicios, el país ha
conseguido reducir la tasa de desempleo tanto abierta como ampliada en los
últimos años. Esto refleja la capacidad de las empresas y la población
trabajadora de adaptarse a las nuevas circunstancia y de ser proactivas en
medio de las dificultades. La tasa de desempleo abierto en RD es una de las
más bajas de la región y la productividad del trabajo ha aumentado en un
número importante de sectores de la vida nacional.
No obstante, como se verá en la discusión del día de hoy, una mirada
detenida de las condiciones del mercado laboral nos muestra la necesidad de
prestar atención tanto a problemas generales como a problemas que afectan
a grupos específicos de la población trabajadora.
Inducir un crecimiento inclusivo en la Republica Dominicana demanda
prestar atención a un conjunto de características evidenciadas en el mercado
laboral en la última década, como son las relativas:
1) Creación de empleo mayormente en sectores de baja productividad
2) Aumento de la productividad laboral en sectores mayormente no
transables y de reducida generación de empleo.
3) Reducido crecimiento de los salarios reales con posterioridad a la
crisis 2003-2004.
4) Caída importante de la remuneración real del empleo calificado.
5) Una baja participación laboral femenina, aun a pesar de su
crecimiento en las últimas décadas.
6) Una fuerte presencia de jóvenes y mujeres desalentadas que
quisieran ingresar al mercado laboral.
7) Un alto nivel de subempleo que se manifiesta en el interés de
trabajar un mayor número de horas si fuera posible.
La discusión del día de hoy debería permitirnos dimensionar el rol de las
políticas de empleo y de protección social como herramientas indispensables
para propiciar un crecimiento incluyente.
Dentro de estas políticas de empleo, entendemos necesario debatir el rol de
la política de salario mínimo en la Republica Dominicana, cuáles podrían ser
las ventajas y desventajas de establecer un esquema que tome en cuenta la
inflación pasada y una participación en los aumentos de productividad
laboral.
Entiendo también que debemos establecer claramente cuales factores, tanto
desde el punto de vista de la oferta como de la demanda, limitan la
capacidad de nuestra economía de generar más y mejores empleos, dos
lados de una ecuación que necesariamente tienen que abordarse de forma
conjunta si queremos hablar de crecimiento incluyente y generación de
empleo. De nada vale el esfuerzo de educar a la población si no
desarrollamos una estructura empresarial que demande el trabajo de esta
población más educada, con mayores habilidades y más productiva, si se falla
en este último aspecto, estaremos educando para que sean otras las
economías que saquen provecho de los dominicanos y dominicanos que no
tienen otra opción que emigrar ante la falta de oportunidad en el país.
Abordar las limitaciones desde el punto de vista de la demanda de
trabajadores y trabajadoras, nos lleva a pensar sobre los obstáculos
existentes para que la economía como un todo sea más competitiva y para la
creación de nuevas empresas que puedan interactuar en mercados muchas
veces caracterizados por la presencia de oligopolios. Elevar la competitividad
es una tarea de todos, empresas, gobierno y trabajadores. Obviamente,
debemos entender que un trabajador se compromete con elevar la
productividad cuando entiende que participa de las ganancias que ello
genera, pues en el caso contrario hay muy poco incentivo para el automejoramiento y para el compromiso con la calidad y la excelencia.
Por el lado de la oferta laboral tenemos que pensar lo relativo a las
competencias y destrezas que están adquiriendo los jóvenes en el sistema
educativo y el rol de instituciones como INFOTEP para ampliar la
empleabilidad de la población trabajadora.
El crecimiento incluyente y la generación de empleo de tornarse en el
objetivo central de todas las políticas públicas, ya sea las que actúan en el
plano macroeconómico, mesoeconómico o microeconómico. El país ya
cuenta con la Estrategia Nacional de Desarrollo que engloba de forma
coherente las directrices necesarias para avanzar hacia la generación de
empleo digno y hacia el crecimiento sostenible en términos económicos,
sociales y ambientales.
La Administración del Presidente Medina ha dejado bien claro su
compromiso con la generación de empleo a través de su apoyo a las micro,
pequeñas y medianas empresas, a través de la atención al desarrollo de la
agropecuaria y el turismo, pero sobre todo a través del compromiso con
elevar los niveles educativos de la población, bajo el entendido que en el
mediano y largo plazo una población más educada y capacitada es una
condición imprescindible para generar la transformación productiva y la
elevación de los ingresos reales de la población y la reducción significativa de
la pobreza y la desigualdad. La tarea pendiente es la adopción e
implementación del conjunto de políticas adicionales que han sido
identificadas como necesarias para la generación de empleo decente y
crecimiento incluyente. Y para que las políticas rindan frutos y sean
sostenible se demanda del dialogo social, entre gobierno, empresa y
trabajadores, y un proceso permanente de monitoreo y ajuste ante los
desvíos no deseados. No hay recetas predeterminadas; solo el esfuerzo y el
trabajo persistente hacia el logro de objetivos compartidos nos permitirán
generar crecimiento incluyente.
Muchas gracias.
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