El valor de las áreas ecológicamente sensibles para el ordenamiento territorial Marta M. Chávez Cortés, Gilberto Binnqüist Cervantes y Liliana Garcı́a Calva.* Introducción En los últimos 30 años nuestro paı́s ha diseñado diversos instrumentos para la administración del territorio, ejemplo de ello son los ecoplanes, los ordenamientos territoriales, los ordenamientos ecológicos terrestres y marinos, los atlas de peligros y riesgos naturales, los planes maestros de desarrollo urbano y turı́stico, los planes subregionales y parciales de desarrollo urbano y los diversos programas de desarrollo económico a nivel federal, estatal o microrregional. Todos estos instrumentos de planificación, buscan organizar, armonizar y administrar el uso y ocupación del territorio a fin de contribuir a mejorar el nivel y calidad de vida de la población urbana y rural, proteger y preservar al medio ambiente y contribuir al aprovechamiento sustentable de los recursos naturales considerando tanto las tendencias del deterioro del capital ambiental como el potencial para el aprovechamiento del territorio. Recibido: 15 de julio de 2010. Aceptado: 27 de agosto de 2010. Abstract This paper discusses the value of the Environmentally Sensitive Areas approach for territorial planning. In developing the subject, the concept of territorial planning is discussed, together with the tools used in Mexico for its implementation. The concept of Environmentally Sensitive Areas is revised next, with the different approximations to it at an international level. The role of ESA within the framework of territorial management tools is subsequently treated, to end with a brief reflection on the benefits of this approach in the process of territorial analysis and the construction of a territorial planning model. Key words: Territorial planning, environmentally sensitive areas. A pesar de que la federación y los estados cuentan con todos estos instrumentos de planificación, cuando existen múltiples actores con un interés especı́fico sobre el valor del territorio (productores, inversionistas, instancias gubernamentales, organizaciones no gubernamentales, académicos, núcleos agrarios e indı́genas, entre otros) comúnmente surgen conflictos territoriales porque el uso actual es incompatible con el uso potencial del suelo; o bien existe una ocupación inadecuada de áreas con presencia de peligros y riesgos significativos o inminentes, o la infraestructura y los asentamientos humanos se llevan a cabo en áreas con gran relevancia para el mantenimiento de bienes y servicios ambientales, ó se invaden espacios decretados como áreas de protección. Resumen En este artı́culo se discute el valor del enfoque de las Áreas Ecológicamente Sensibles (AES) para el ordenamiento del territorio. Para desarrollar el tema se discute el concepto de ordenamiento del territorio y los instrumentos que se utilizan en México para su articulación. Después se revisa el de Áreas Ecológicamente Sensibles y sus diferentes aproximaciones desde un panorama internacional. Luego se discute el rol que pueden jugar las AES en el marco de los instrumentos de gestión del territorio, para concluir con una breve reflexión sobre el aporte de este enfoque durante el proceso de análisis territorial y en la construcción del modelo de ordenamiento territorial. Palabras clave: Ordenamiento territorial, áreas ecológicamente sensibles. Generalmente los conflictos sobre el uso y destino del suelo se traducen en el incremento en la magnitud y severidad de la deforestación y la pérdida de la cobertura vegetal debido al cambio de uso de suelo; en el aumento de la incidencia de incendios forestales por prácticas agrı́colas y ganaderas inadecua- * Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica Aplicados a la Planeación Ambiental. Depto. El Hombre y su Ambiente, UAM-Xochimilco. Tel. 54837225 email: [email protected], [email protected], [email protected] 56 El valor de las áreas . . . Marta M. Chávez Cortés, Gilberto Binnqüist Cervantes y Liliana Garcı́a Calva. 57 das y en la presencia de plagas y enfermedades que afectan el vigor de la vegetación. El uso inadecuado del territorio, también promueve la erosión hı́drica y la degradación de suelos, la contaminación de arroyos, rı́os y océanos y la destrucción de hábitats naturales para la fauna silvestre. Estos problemas ambientales confirman que aún persiste el uso inapropiado del suelo y que se carece de acuerdos entre actores respecto a la forma en que se debe usar el territorio, en donde se reconozca la importancia de procurar las condiciones de bienestar que den sustento al ser humano y se mantengan las funciones de los ecosistemas (producción, regulación, hábitat). Ambos aspectos que sustentan los sistemas que soportan la vida en una localidad ó una región. Estas son disfunciones también dejan ver que los actuales programas e instrumentos de planificación territorial presentan limitaciones y debilidades, tanto en su instrumentación como en la gestión (WongGonzáles, 2010). Por otra parte, la legislación nacional vigente propicia confusión en el ámbito de la administración del territorio al contar con diferentes instrumentos que, en la mayorı́a de los casos, se sobreponen entre sı́ y requieren estructuras institucionales distintas para su operación, tal es el caso Ordenamiento Ecológico (OE) coordinado por la SEMARNAT y el Ordenamiento Territorial (OT) bajo la responsabilidad de la SEDESOL. En el OT el interés fundamental es la atención a los problemas económicos y sociales de la población asentada en el territorio y se pretende: 1. propiciar patrones de distribución de la población y de las actividades productivas consistentes con la habitabilidad, la ocurrencia de desastres naturales y la potencialidad del territorio; 2. consolidar aquellas formas de ocupación y aprovechamiento compatibles con las caracterı́sticas del territorio; y 3. prevenir, controlar, corregir y, en su caso, revertir los desequilibrios sociales que se observan en el desarrollo del paı́s. En el caso del OE el objetivo central es regular o inducir el uso del suelo y las actividades productivas con el fin de lograr la protección del medio ambiente, la preservación y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales (Wong-Gonzáles, 2010). Si bien cada uno ha cosechado aciertos y errores como consecuencia de los principios y orientaciones que han empleado para guiar la ocupación del suelo, sus promotores SEDESOL y SEMARNAT han re- conocido que deben ser complementarios y que juntos podrı́an ampliar su alcance y eficacia (Presidencia de la República, 2009). Sin embargo, tal como lo plantea Wong-Gonzáles (2010), es claro que no existe un sistema de ordenamiento territorial único e integral, pues el OE y el OT tienen un énfasis sectorial, territorialmente focalizado. Esta situación se agrava, por una deficiente coordinación interinstitucional en los tres niveles de gobierno, lo que genera zonificaciones y propuestas de usos y destinos del suelo con extremas diferencias, yuxtaposiciones y ambigüedades normativas y procesuales. En este sentido es necesario desarrollar una visión única para la administración del territorio, que conjunte y de coherencia todas las polı́ticas públicas que intervienen en el ordenamiento. En donde se reconozca que tan valiosas son las oportunidades para el desarrollo humano como la preservación de los ecosistemas y sus servicios ambientales, pues éstos son el sustento de los sistemas de soporte de vida de las localidades y regiones. El argumento que subyace a esta posibilidad es sin duda la necesidad de una visión integral del territorio a la hora de decidir su destino (Chávez, 2004). Es en esta visión integral del territorio y la búsqueda de nuevas aproximaciones para mejorar las decisiones sobre el uso del suelo que se ubica este ensayo. La idea es ofrecerles a los lectores una primera aproximación al enfoque de Áreas Ecológicamente Sensibles visto como una alternativa para abordar el tema del ordenamiento territorial. La noción de ordenamiento territorial Las diversas concepciones en torno al ordenamiento territorial que a nivel internacional han aparecido, se pueden agrupar en tres grandes perspectivas de acuerdo a la clasificación propuesta por Trotiño (2008) (Figura 1) 1. La ordenación del territorio entendida como la planificación fı́sica a escala regional o subregional. En esta concepción el objetivo principal se orienta al análisis de los aspectos territoriales y su efecto en las polı́ticas sectoriales y de la planificación urbana. La preocupación central está en la estructuración territorial a partir de el potencial del terreno, y su relación con la infraestructura y la asignación de usos del suelo. En este enfoque “clásico” se considera al medio ambiente como un componente fundamental que define la calidad de vida de las personas. Se trata del enfoque mayoritario y aplicado en paı́ses como Ale- 58 ContactoS 77, 56–64 (2010) mania, Austria, Suiza, Holanda, España, Italia y Portugal. 2. La ordenación del territorio entendida como planificación económica y social. Este planteamiento incorpora a la planificación fı́sica, las preocupaciones por las polı́ticas del desarrollo regional y busca corregir los desequilibrios sociales. En esta concepción se sitúan el amenagement du territoire de Francia y el regional planning del Reino Unido. 3. La ordenación del territorio entendida como desarrollo territorial. Esta concepción, en vı́as de consolidación, busca, además de una cierta superación de las dos concepciones anteriores, una mayor aproximación entre el pensamiento territorial y el pensamiento del desarrollo local, incorporando nuevas dimensiones sociales y medioambientales. Los bienes y servicio ambientales se visualizan como un recurso para el desarrollo, pero desde una perspectiva más integral; donde no basta únicamente con mejorar el nivel de vida de las personas, es necesario conservar las condiciones que soportan la calidad de vida para cualquier organismo. Figura 1. La noción de ordenamiento territorial El concepto de Sensibilidad y las Áreas Ecológicamente Sensibles (AES) La definición coloquial de sensibilidad es: fácil de lastimar que requiere un tratamiento cuidadoso, de aquı́ sus sinónimos delicado, frágil, susceptible, inestable. De manera más formal, el término sensibilidad tiene significados diferentes dependiendo del contexto donde se emplee, llámese psicológico, fisiológico, ingenieril, matemático, etc. No obs- tante, desde el punto de vista cientı́fico parece haber acuerdo con la siguiente acepción: “el nivel o grado de respuesta de un sistema a un estı́mulo fı́sico proveniente del entorno” (Princeton University, 2010). Trasladando el término a la teorı́a sobre ecologı́a de comunidades, cuando se habla del término “sensible” o “sensibilidad”, se refiere a la dirección y magnitud de cambio que pueden experimentar los sistemas biológicos ante perturbaciones tanto de carácter natural como humano. El concepto de “sensibilidad” se asocia al de fragilidad en el sentido de que un sistema es más frágil en la medida en que experimenta una modificación considerable de sus propiedades estructurales (composición, riqueza de especies, abundancia, diversidad) y funcionales (hábitat y reparto de recursos) como respuesta a la perturbación, debido a que la magnitud y severidad del estı́mulo externo rebasó su capacidad de resistencia. Esto es muy importante ya que si se modifican sustancialmente los atributos estructurales ó funcionales de una comunidad ó ecosistema (funciones ecológicas de producción, regulación, hábitat, información; biodiversidad y endemismos), entonces es muy probable que se pierdan las caracterı́sticas que le confieren un nivel de autenticidad1 (Vandekerkhove et al., 2001). Ligado a esta noción de sensibilidad, aparece en el ámbito de la planificación del paisaje el término Área Ecológicamente Sensible (AES). Este concepto responde a la identificación de aquellas zonas del territorio que cuentan con un valor relevante por distintas razones: debido a sus caracterı́sticas intrı́nsecas, por el papel que tienen en la persistencia de funciones ecológicas, por sus rasgos escénicos y culturales, porque brindan oportunidades para el desarrollo de proyectos de aprovechamiento sustentable, o porque están sujetas a algún tipo de riesgo por la presencia de un peligro natural ó antrópico (Ndubisi et al., 1995) (Figura 2). Desde la perspectiva de la regionalización de un territorio, identificar las “áreas sensibles”, significa ubicar aquellas zonas que se caracterizan tanto por su relevancia como por su susceptibilidad a modificar, en el corto plazo, los atributos (biogeofı́sicos, socioeconómicos y culturales) que lo hacen valioso e irremplazable. 1 La autenticidad es un reflejo de la extensión a la cual una comunidad o ecosistema bajo estudio se equipara con uno que está funcionando naturalmente en términos de composición y ecologı́a. El valor de las áreas . . . Marta M. Chávez Cortés, Gilberto Binnqüist Cervantes y Liliana Garcı́a Calva. 59 cador ha obtenido en este campo de estudio (Chávez, 2004). Figura 2. Diferentes tipos de AES El concepto de AES ha sido empleado siempre en el contexto de la preocupación por la conservación de la naturaleza, aspecto que se basa en el valor de estas áreas en términos de sus beneficios materiales e inmateriales para el ser humano. El interés por estas áreas responde a dos razones básicas. La primera de ellas se debe a un uso meramente utilitario ya que estas zonas contienen procesos y productos que son utilizados por el hombre. Es decir, son capitales ambientales que si se gestionan adecuadamente proveerán de recursos importantes a las generaciones futuras. La segunda razón es una cuestión moral: el reconocimiento del valor intrı́nseco de la naturaleza y su derecho a existir. Bajo esta perspectiva, se podrı́a decir que en realidad todo nuestro planeta es una AES, pues sólo aquellas áreas dentro de las cuales los cambios no afectaran de forma material o inmaterial al ser humano podrı́an clasificarse como áreas insensibles, y éstas no existen en la Tierra (BMLFUW, circa 2000). No obstante, hay áreas particulares que albergan bienes ecológicos y culturales irremplazables, o que abren una oportunidad potencial para un desarrollo regional en el futuro. De aquı́ que valga la pena identificar y ubicar espacialmente estas áreas y aplicar en ellas polı́ticas de gestión del territorio para promover su mantenimiento y la sustentabilidad de la región (Chávez, 2004). Enfoques para definir las AES Es importante establecer aquı́ que no existe consenso sobre el contenido material o soporte técnico de una AES, ya que existen diversas concepciones dependiendo de la orientación y contexto del estudio, disponibilidad de datos, tipo de proyecto en que se empleen y de la experiencia que cada planifi- Por ejemplo, para los paı́ses europeos, quienes en general consideran criterios de riesgo, las AES son aquellas cuyos valores naturales, culturales y geográficos son susceptibles a factores de deterioro (Miklós, 1996 en Chávez, 2004). En contraste, la escuela Canadiense sigue dos aproximaciones: la de carácter público que se sustenta en criterios para el cuidado de la biodiversidad, y la de carácter privado que utiliza el criterio de disturbio. En la primera, las AES son sitios asociados a una gran diversidad de especies o con hábitats, especies o poblaciones con categorı́as rara o amenazada. Estas áreas usualmente contienen un hábitat crı́tico o un hábitat de rango limitado, en términos de disponibilidad de recursos para proveer sitios para la fecundación, refugio o alimentación de la vida silvestre. Las AES contienen asociaciones de plantas o animales, o bien hábitats que pueden ser remanentes de lo que en otro momento fueron grandes hábitats. Estas áreas incluyen, en general, toda la superficie ya sea de un parque o reserva natural, monumentos naturales y sitios de interés cientı́fico, ası́ como paisajes y zonas periféricas de alguna área natural protegida, y zonas de amortiguamiento a lo largo de los cauces de los rı́os (Environmental Canada, 2000 en Chávez, 2004). En la segunda, para identificar las AES se busca estimar la sensibilidad de partes del territorio al uso humano con base en factores fı́sicos como son: el gradiente y la forma de la pendiente, la profundidad de suelo para la filtración del agua y las condiciones de humedad del sitio, sintetizados en un solo indicador conocido como el EDS2 . Los sitios que en general reciben una calificación muy alta de este ı́ndice son los ecosistemas riparios y los terrenos muy empinados (con pendientes mayores al 60 %). En Estados Unidos, anteriormente no se empleaba ningún criterio estándar en la definición de AES. Este concepto habı́a sido utilizado en sitios de riesgo como planicies susceptibles a la inundación, suelos propensos a la erosión, sitios de inestabilidad geológica, humedales, áreas de recreación, áreas de importancia escénica y áreas de caracterı́sticas históricas y culturales (Eagles, 1984). Sin embargo, Steiner y cola2 Ecosystem Sensitivity to Disturbance = Sensibilidad del ecosistema ante una perturbación 60 boradores (2002), realizaron una sı́ntesis de los conceptos y criterios utilizados en Estados Unidos para la designación de AES, a partir de la cual las AES se pueden clasificar en: 1. Áreas naturales peligrosas: Áreas que por sus caracterı́sticas naturales representan un peligro para la pérdida de vidas humanas y de infraestructura. 2. Áreas con relevancia escénica o cultural: estas áreas contienen uno o más recursos escénicos, recreacionales, arqueológicos, históricos o culturales significativos, los cuales pueden perderse o degradarse como resultado del desarrollo incontrolable o incompatible. 3. Áreas de recursos naturales estratégicos: dichas áreas proveen de productos esenciales para el mantenimiento del desarrollo de las economı́as a todas las escalas. 4. Áreas ecológicamente crı́ticas: son aquellas zonas que contienen uno o más elementos naturales necesarios para mantener el carácter esencial y/o la integridad del ambiente en cuestión. Criterios empleados para ubicar las AES La diversidad de casos y temáticas en donde se ha implementado las AES, ha dado como resultado la utilización de indicadores diferentes en la designación y clasificación de estos espacios. En Gran Bretaña, por ejemplo, el inventario nacional de sitios de importancia biológica ha utilizado los criterios derivados del análisis de la ecologı́a de comunidades y la ecologı́a del paisaje que se muestran en la tabla 1. Asimismo, en la provincia de Ontario (Canadá) se han utilizado un conjunto de criterios estándar para la selección de aquellos sitios que puedan ser considerados como AES. En 1991 se afinó la selección de estos criterios basado en la percepción de que algunos de ellos eran considerados más importantes que otros. Por lo cual se propusieron dos niveles: primario y secundario (Tabla 2). Con esta nueva designación se considera el área que no cumpla con al menos uno de los criterios primarios puede ser considerada como AES, por lo que los criterios secundarios no son suficientes por sı́ solos para garantizar la designación de estos sitios. Sin embargo, los secundarios contribuyen a la calidad del ambiente y juegan un rol importante ya que apoyan la designación de un área en base a otro criterio (Halton, 2005). En el caso de Austria, el reconocimiento de AES se ContactoS 77, 56–64 (2010) hace a partir de tres criterios: valor, fragilidad y potencial (BMLFUW, circa 2000). El criterio de valor es un indicador que permite la atribución de valı́a a un objeto o espacio, con lo cual se logra la modificación del comportamiento y actitudes de un individuo o grupo social hacia el objeto o espacio en cuestión, por lo que este criterio adquiere una gran importancia en la caracterización de un AES. Este criterio sirve para describir paisajes y hábitats raros, hábitats importantes para la vida silvestre y que son necesarios para la supervivencia de especies significativas, amenazadas o endémicas; son áreas de alta biodiversidad o áreas de un interés excepcional geológico o botánico, áreas vı́rgenes, áreas con funciones ecológicas importantes como el control de corrientes, purificación del agua y aire, destoxificación y descomposición de deshechos; polinización de la vegetación natural y de la siembra; control natural de plagas; dispersión de semillas; mantenimiento de la biodiversidad (por ejemplo el potencial genético); influyen en la moderación del clima, la temperatura y el viento; abastecimiento de recursos para las actividades económicas, etc. (BMLFUW, circa 2000). La fragilidad es un criterio inverso al de la estabilidad de los ecosistemas, adquiere importancia en la identificación de sistemas que poseen capacidades limitadas para absorber los impactos sin que cambien sus propiedades, lo que en la actualidad, cuando existen múltiples factores que incrementan la presión sobre los sistemas adquiere una mayor relevancia. La fragilidad muestra como una acción o un proyecto pone en peligro una región y los efectos que ocasiona; representa el riesgo atribuido a un impacto dado en combinación con la extensión de su efecto. El criterio de fragilidad se aplica por ejemplo para: áreas con poca capacidad de buffer, áreas con condiciones que intensifican el efecto de estrés sobre ellas, áreas con valores impactados crı́ticamente y que deben ser protegidos, etc. (BMLFUW, circa 2000). El criterio de potencial muestra las posibilidades de una región, en el sentido de las oportunidades de generar proyectos de aprovechamiento que promuevan o coadyuven a la sustentabilidad, o bien el potencial también puede ser atribuido a sitios que cumplen funciones ecológicas importantes para áreas más grandes o dentro de las cuales existen recursos de importancia trans-regional, por lo que el potencial implica utilidad. Los impactos severos e irreversibles, ası́ como aquellos que amenazan la diversidad, re- El valor de las áreas . . . Marta M. Chávez Cortés, Gilberto Binnqüist Cervantes y Liliana Garcı́a Calva. 61 Tabla 1. Criterios empleados para definir AES en la Gran Bretaña. Explicación La importancia de un sitio se incrementa de acuerdo con la dimensión del área geográfica que ocupa. Ası́ mismo, sitios con vastas superficies son capaces de albergar especies que requieren un mayor espacio tal como aquellas de los niveles tróficos más altos. Riqueza y Diversidad La relevancia de un sitio siempre será mayor si en el coexisten altos números de biológica especies que se asocian y forman comunidades complejas en términos de sus interacciones por el reparto de recursos presentes en los hábitat naturales. Naturalidad Una comunidad natural es aquella que no está modificada por actividades humanas. Lo que se intenta en este caso es encontrar aquellos ecosistemas con la menor cantidad alteraciones antrópicas. Rareza La protección de especies, endémicas locales o raras es una consideración importante. Luego entonces, se debe poner atención en aquellas áreas que incluyen la de especies con densidades muy bajas y que, por tanto son poco frecuentes. Fragilidad Se debe dar prioridad a aquellos sitios que contienen comunidades bióticas que por su baja resistencia son menos capaces de tolerar efectos negativos derivados de perturbaciones. Lugares tı́picos Es importante mantener aquellos sitios que son representativos de una cultura, ó son emblemáticos de la imagen de un paisaje biocultural. Historia registrada Aquellas comunidades que han sido estudiadas por largo tiempo son importantes, debido a las oportunidades que ofrece la documentación realizada anteriormente. Posición en una unidad Se refiere a aquellas áreas que son representativas de ecosistemas caracterı́sticos de ecológica/geográfica una región. Es decir, tienen representatividad biótica. Valor potencial Se refiere a sitios que actualmente se encuentran alterados pero que, mediante manejo adecuado, tienen potencial de recuperación. Interés intrı́nseco Se refiere a sitios que constituyen los sistemas de recursos que conforman el hábitat y Hábitats crı́ticos el ámbito hogareño para distintas especies o gremios de fauna silvestre. Criterio Extensión Fuente: Elaboración propia con base en Eagles (1984). ducen el potencial ecológico de una región mientras que las actividades económicas y las estructuras sociales sustentables incrementan el potencial de un sitio. La utilización de estos criterios implica que un área puede ser definida como una AES cuando uno, dos o los tres criterios se cumplen. Las AES y el ordenamiento territorial Tanto la SEDESOL como la SEMARNAT, reconocen que sus enfoques de ordenación territorial son complementarios, y que teóricamente buscan el mismo fin: administrar el uso y ocupación del territorio, mejorar el nivel y calidad de vida de la población, proteger y preservar al medio ambiente, y contribuir al aprovechamiento sustentable de los recursos naturales (Presidencia de la República, 2009). Bajo este contexto, es donde las áreas ecológicamente sensibles son un enfoque atractivo para la ordenación territorial, pues los criterios e indicadores empleados para delimitar las áreas a preservar, aprovechar, proteger y restaurar, son complementarios, flexibles y se adaptan fácilmente al contexto socioambiental del territorio. En caso de un ordenamien- to, si se emplea el concepto de AES, las áreas sujetas a una polı́tica de protección, pueden ser delimitadas a partir de la identificación de espacios del territorio que cuentan con un valor tal, que justifican su protección. Pero, lo que es importante, es que los criterios empleados para ubicar estas áreas relevantes pueden ser especificados a partir de indicadores tanto biofı́sicos, ecológicos como culturales. Otra posibilidad es que las áreas sujetas a protección se identifiquen porque en la zona existe algún rasgo singular y representativo que le confiere a la zona una relevancia significativa (valor) y, por tanto, representa una prioridad de atención. Una tercera alternativa puede ser porque en el área existen zonas que cuentan con una calidad significativa para mantener algún bien ó servicio ambiental. En este caso, las áreas ecológicamente sensibles se denominan como crı́ticas, pues resultan ser estratégicas para que persistan los sistemas de vida tanto a nivel del ser humano como de los propios ecosistemas. En el caso del OE y OT, la propuesta de usos y destinos del suelo, se inicia conla elaboración de un 62 ContactoS 77, 56–64 (2010) Tabla 2. Criterios empleados para definir AES en Canadá Criterios primarios Áreas que exhiben, relativamente, una alta riqueza de especies de plantas y/o animales nativos. Áreas que proveen enlaces funcionales entre dos o más sistemas naturales adyacentes. Áreas que contienen, relativamente, un alto número de comunidades de plantas nativas. Áreas que contienen extensiones relativamente grandes de naturaleza con comunidades de plantas en particular aquellas que sostienen las condiciones interiores del bosque. Áreas que contienen remanentes de comunidades de plantas nativas que son especies raras o que no están representadas en otras AES. Áreas que contienen especies de plantas y/o animales que son raros o se encuentran en peligro. Áreas que contienen caracterı́sticas representativas de las ciencias de la tierra y/o procesos tı́picos de aquéllos a través de los cuales se creó el paisaje de la región. Áreas que contribuyen significativamente a la recarga de los mantos freáticos local y/o regionalmente. Áreas significativas en la de descarga de agua subterránea. Áreas que contribuyen significativamente a la calidad del agua subterránea. Áreas que contribuyen a mantener la calidad y cantidad del agua superficial. Criterios secundarios Áreas que contienen plantas raras Áreas que contienen ensambles de especies de y/o animales nativos de alta calidad∗ . Áreas que son reconocidas como altamente estéticas o que proveen puntos donde se puede apreciar el paisaje. La ubicación del área combinada con sus caracterı́sticas naturales la hace particularmente adecuada para la investigación cientı́fica y su conservación para propósitos educativos. Fuente: Elaboración propia basada en Halton (2005). ∗ La calidad de un ensamble de especies puede ser estimada evaluando la salud, madurez y tamaño de población de la vegetación de un área dada, determinando la proporción entre especies nativas y no nativas de plantas y animales o bien en un contexto regional se puede documentar la falta de disturbio antropogénico. diagnóstico que considere: 1. el análisis de los componentes biogeofı́sicos para definir el potencial y aptitud del terreno; 2. la identificación de los posibles conflictos entre los actores debido a intereses incompatibles dentro del área a ordenar; 3. la ubicación y priorización de áreas con oportunidades, potencialidades y problemas, y 4. la construcción y delimitación de las Unidades Territoriales, sobre las cuales se identificarán las áreas a preservar, aprovechar, proteger y restaurar. Una unidad territorial ó también llamadas Unidad de Gestión Ambiental (UGA) es la unidad mı́nima del territorio donde se aplican estrategias ambientales para establecer la polı́tica territorial, aunadas con esquemas de manejo de recursos natura- les. Es decir, criterios para orientar los usos de suelo, actividades permitidas y no permitidas, y formas de manejo de estos recursos naturales. La identificación de las UGA se realiza mediante la delimitación y agrupación de áreas homogéneas que poseen un conjunto de atributos naturales, sociales, productivos y una problemática ambiental especı́fica. La contribución individual y global de estos factores orienta el tipo de polı́tica ambiental a instrumentarse para el manejo de la unidad territorial. En el contexto de definir una unidad territorial, una fortaleza del enfoque de las AES es la perspectiva múltiple y flexible con la que se concibe el “valor del territorio” pues tan relevantes son las áreas bióticas, como los sitios históricos ó culturales, ó las microrregiones con alto valor productivo. En este sentido, contar con una visión más integral y complementaria sobre las áreas valiosas del territorio, per- El valor de las áreas . . . Marta M. Chávez Cortés, Gilberto Binnqüist Cervantes y Liliana Garcı́a Calva. 63 mite identificar todas aquellas zonas que deben preservarse, independientemente que pertenezcan a dimensiones distintas (ecológica, cultural, económica). Por otra parte, cuando en un ordenamiento se definen las unidades territoriales, aparecen pugnas entre actores, pues sus intereses particulares no son compatibles con la propuesta global de regionalización. En este caso, las AES resulta ser una herramienta de análisis muy valiosa para prevenir y dimensionar la magnitud de los conflictos que se pueden presentar; sobre todo cuando existen visiones incompatibles entre las actividades propuestas y los sectores que lo causan. Además de identificar quienes son los sectores más afectados y que componentes son los más vulnerables. Analizar las AES desde la perspectiva de “valor”, también ayuda a prever las posibles consecuencias que tendrá un polı́tica de ordenamiento. Pues al momento en que a las UGA se les asigna una o varias polı́ticas de gestión ambiental y se establecen los lineamientos ecológicos (metas medibles y por tanto evaluables), es posible visualizar las repercusiones que tendrá la polı́tica de de gestión territorial. Otra aportación importante del las AES, es que permite modelar de una forma más concreta, conceptos abstractos como el de fragilidad, el cual ha sido usado de manera muy subjetiva en el OE debido a las múltiples interpretaciones que se ha hecho de este concepto. La delimitación de AES a partir del criterio de fragilidad, parte de ubicar áreas bióticas ó tipos de vegetación, ó hábitats naturales, que por su baja resistencia son menos capaces de tolerar impactos ambientales negativos, y modificar a corto plazo sus propiedades estructurales. En este sentido, las AES frágiles son un referente importante para identificar áreas prioritarias de protección o restauración, o bien regular o inducir el uso del suelo y las actividades productivas a establecer, pues estas pueden llegar a sobrepasar la capacidad de regeneración natural de los sistemas ecológicos. Por otra parte, el mismo enfoque de ÁES constituye una perspectiva para orientar las polı́ticas de gestión territorial encaminadas al desarrollo de actividades que contribuyan a la generación de empleo e ingresos. La propia concepción de las AES bajo el criterio de “potencialidad”, faculta la posibilidad de desarrollar iniciativas de aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, cuyos resultados coadyuven abatir rezagos sociales, inte- grar y dar cohesión social al territorio, e identificar oportunidades de inversión y de promoción de algún sector económico. Por ejemplo, generalmente un AES que es relevante por su biodiversidad, también se caracteriza por su singularidad, bellezas paisajı́sticas e importancia biocultural. Estos elementos, al menos desde la perspectiva de oportunidades, facultan a que una zona sea susceptible para desarrollar nuevas actividades relacionadas con el esparcimiento, la recreación, y la educación e interpretación ambiental. En este campo, es importante destacar la importancia de ubicar áreas bio-culturales que cuenten con los servicios básicos que permitan detonar proyectos relacionados con la salud, la integración y el desarrollo humano. El turismo de naturaleza, especialmente en segmentos como es el ecoturismo, el turismo de aventura y el turismo rural son posibles lı́neas de negocios, que si son articulados desde una perspectiva integral del desarrollo turı́stico, pueden representar importantes opciones de desarrollo regional y local. Otras actividades con potencial, pueden ser los proyectos productivos basados en recursos forestales no maderables, como son las artesanı́as, la producción de hierbas medicinales y especias. Conclusiones El enfoque de Áreas Ecológicamente Sensibles constituye una herramienta importante para el ordenamiento ecológico del territorio debido a que la definición de sensibilidad está ı́ntimamente relacionada con las caracterı́sticas intrı́nsecas y extrı́nsecas de los ecosistemas y, por lo tanto, la potencialidad de una zona para ser designada como un AES puede ser determinada usando una amplia gama de indicadores que ilustren el valor ecológico particular de ésta, su potencial para el desarrollo y su riesgo. Asimismo, estos indicadores poseen la ventaja de que se basan en metodologı́as sencillas y pueden ser representados cartográficamente. Por otro lado, este enfoque es lo suficientemente flexible para adaptarse a diferentes escalas y distintas condiciones de disponibilidad de información, por lo cual es adecuado tanto para el ordenamiento local como para el regional y nacional. Finalmente, se puede decir que, de manera general, el enfoque de Áreas Ecológicamente Sensibles es fácil de incorporar a las polı́ticas del ordenamiento ecológico del territorio establecidas por la SEMARNAT, lo cual facilita su aplicación. 64 Bibliografı́a 1. BMLFUW (Federal Ministry of Environment, Youth and Family Affairs). Criteria catalogue for ecologycally particularly sensitive areas. Stadtland, Viena, Austria, 97 p. 2. Eagles, P. The Planning and Management of Environmentally Sensitive Areas. Longman London, 1984,180 pp. 3. Halton Region and North - South Environmental Inc. Halton Region Environmentally Sensitive Areas Consolidation Report. Unpublished report prepared by Halton Region Planning and Public Works Department in conjunction with North South Environmental Inc. 2005, 222 p. 4. Ndubisi, F., DeMeo, T., Ditto, D. N. Environmentally sensitive areas: a template for developing greenway corridors, Landscape and Urban Planning, 33, pp. 159-177, 1995. 5. 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