Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Lírica y pensamiento

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JUAN RUIZ, ARCIPRESTE DE HITA. LÍRICA Y PENSAMIENTO
José Peña González
Universidad San Pablo-CEU
INTRODUCCIÓN
En las postrimerías del siglo xm, sin año fijo conocido ni siquiera el lugar exacto de nacimiento, aunque se supone con cierto fundamento que la villa de Alcalá de Henares,1 irrumpe en la vida de su tiempo uno de los personajes con más empuje vital y fuerza literaria
de la historia de nuestra patria. Se trata de Juan Ruiz, más conocido como el Arcipreste
de Hita,2 aunque tampoco hay constancia de que ejerciera su labor sacerdotal en dicho
arciprestazgo.3 Estamos ante uno de esos personajes que están ya por derecho propio en el
ámbito de los precursores del futuro renacimiento. Hombre polifacético que vive la grave
descomposición moral que tiene lugar en el siglo xr\' y que decide afrontarla con el tono
amable de la sátira entretejida en muchas ocasiones con elementos goliardescos.4 Como
afirma Alborg "Juan Ruiz, fue, efectivamente, un clérigo ajuglarado, doñeador alegre...
de vigorosa y sensual humanidad, en cuya obra se encuentran los únicos ecos de la poesía
goliardesca en lengua castellana".5
Pero los problemas en cuanto a su identificación siguen hoy tan presentes como siempre. Hace muchos años que Emilio Sáez y José Trechs atribuían la identidad del Arcipreste
1
No hay constancia exacta de la fecha de su nacimiento ni su muerte. Para José Luis Abellán, pudo nacer el
año 1283 y morir el 1351. Véase Historia Crítica del Pensamiento Español, Madrid, 1979, vol. I, p. 329. De ser
ciertos estos datos cronológicos significa que ha vivido los reinados de Sancho IV (12 84-12 95), el hijo de el Rey
Sabio, de Fernando IV El Emplazado (1295-1312) y de Alfonso XI (1312-1350), el monarca que tras la batalla
de Salado en 1340 casi termina la reconquista española que tras su muerte queda interrumpida hasta los Reyes
Católicos. También fue testigo de la promulgación del Ordenamiento de Alcalá en 1348, gran monumento
jurídico de nuestro Derecho histórico, que lleva el nombre de su ciudad natal. Sin embargo sorprende que un
historiador de la literatura española tan puntilloso en el detalle como Juan Luis Alborg no señala ninguna fecha, limitándose a decir que "muy pocos datos se poseen de la vida del Arcipreste de Hita, llamado Juan Ruiz".
Véase Historia de la Literatura Española. I. Madrid, 1972, p. 224.
2
La villa de Hita pertenece a la provincia de Guadalajara, partido judicial de Brihuega y a la diócesis de
Toledo. Quinentos años más tarde de la posible estancia de Juan Ruiz, y según Madoz, el arciprestazgo de
Hita es "dignidad unida al curato de la parroquia de Santa María y San Pedro de la misma villa de Hita, con el
cargo de recoger los óleos y distribuirlos a las parroquias del arciprestazgo a las que también circula las órdenes
del diocesano...". Véase Diccionario-Geográfico-Estadístico-Histórico. Madrid, 1845-1850. n. p. 79 (ed. Facsímil,
Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, 1987).
1
Martín de Riquer afirma que "no hay testimonio de que en Hita hubiera habido ningún arcipreste llamado
Juan Ruiz". Véase Historia de la Literatura Universal de Martín de Riquer y José Alaría Valverde. Barcelona,
1984, m, p. 334.
4
Los goliardos era el apelativo que recibían en la Edad Media los clérigos y estudiantes que llevaban una vida
irregular. Aunque ya fueron condenados en el Concilio de Nicea del año 325, fue al amparo del espléndido desarrollo de las Universidades en los siglos XIII y xrv cuando alcanzaron mayor número de adeptos. Cantaban los
placeres de la taberna y el juego, elogiaban la gula (para algunos de ahí procede su nombre), justificaban todas
las licencias amorosas y llevaron a cabo una agria crítica contra las instituciones de la época, especialmente de
la Iglesia. Cultivaban la poesía lírica y en España es de destacar la Carmina Rivipullensia en el siglo xn y algunas
estrofas del Libro de Buen Amor
5
Vid. Op. Cit., p. 229. En idéntico sentido Menedez Pidal afirma que fue el Concilio de Toledo de 1324 el
que condena la liviandad de vida de muchos clérigos que convivían con soldaderas, troteras y cazurros.
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a un familiar de Don Gil de Albornoz, que se llamaba Juan Rodríguez de Císneros o Juan
Ruiz de Cisneros, hijo ilegítimo de un noble castellano llamado Arias González. El profesor Alan Deyermond, una de las máximas autoridades mundiales sobre el Arcipreste,
mantiene la identidad de Juan Ruiz de Cisneros como autor de El Libro de Buen Amor,
añadiendo que había nacido en la España musulmana y más tarde pasaría a la España cristiana. Ello explicaría, en opinión de Deyermond, la evidente influencia oriental en la obra
del llamado Arcipreste de Hita. En cualquier caso y a los efectos de esta comunicación, la
identidad y el lugar de nacimiento del autor de esta insigne obra de la literatura española y
universal es lo de menos, ya que el motivo de la misma es poner de manifiesto el contraste
ente la grandeza de una obra literaria en el contexto de una sociedad que la hace posible,
y la pobreza de planteamientos de esa misma sociedad en el terreno de la especulación
filosófica y política.
Juan Ruiz fue el fiel reflejo de una época que rompe con la anterior y adelanta una nueva
manera de entender el mundo. Una época a la que le viene al dedo el calificativo de crítica.
Y efectivamente entraron en crisis los grandes ideales religiosos que habían presidido la
vida de los hombres hasta este momento. Una sociedad que ya anticipa algunos de los valores fundamentales del futuro Humanisno y que va a tener una visión antropocéntrica de
la vida con la paulatina desaparición de la concepción teocéntrica que hasta entonces había
imperado. Una sociedad que en el orden político esta anticipando lo que Maravall llamaría
la "revolución estatal" con la aparición en último término del propio concepto Estado. En
el orden social supone la aparición de una nueva clase: la incipiente burguesía, a la que los
poetas tienen que enseñar con sus versos las normas elementales de la cortesía. Para José
María Valverde el gran Boccaccio representa en la historia de la literatura universal ni más
ni menos que la "maduración de la prosa burguesa capaz de realismo y comicidad". Y en
la misma línea opina de Chaucer.6 Es aceptado por casi todos que el italiano, el inglés y el
español constituyen la tríada mas significativa de la época y que como dice Alborg "representan ya el triunfo pleno del amor mundano, del apetito de vivir", de la feliz exaltación de
todo cuanto de alegre y placentero pueda exprimirse de las cosas.7 No resulta extraño, pues,
que Martín de Riquer afirme que una de las finalidades del Libro de Buen Amor es "enseñar
el amor cortés a los burgueses ricos".8 Juan Ruiz será en este terreno un maestro consumado. En su obra pretende exponer un nuevo ideal de vida. Una especie de Carpe Diem que
arrincone el ascetismo anterior e incite a vivir el gozo del momento presente al margen de
toda trascendencia. Refleja con gran vocación pedagógica su propia escala de valores, porque en su obra, como es propio de la nueva época, tiene un indudable sello autobiográfico
frente al impersonalismo de la época anterior.9 Este afán de salir del anonimato es paralelo
a la interrelacíón que se da entre las varias culturas europeas del momento. De ahí que
nuestro Arcipreste, como he indicado más arriba, se mueva en la línea de un Boccaccio en
Italia o un Chaucer en Inglaterra.10 Lo que sucede es que en ambos países hay un desarrollo
cultural mucho más completo que en el nuestro, donde si bien es cierto que aparecen gran6
Véase Historia de la Literatura Universal, rv. pp. 120 y 473.
~Op. cit., p. 223
s
Op. cit., p. 336
9
De ello es buena prueba el autorretrato que deja en su obra. Véase las estrofas 1485 a 1489 de la edición
de Coraminas, Gredos, Madrid, 1967
10
Para Valverde es más que probable que Chaucer (1340-1400) conociera la obra de Juan Ruiz como consecuencia de su posible estancia en Castilla como representante diplomático de su rey, Eduardo III de Inglaterra.
Vide Op. cit, p. 473.
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des individualidades en el terreno literario -el autor del Poema de Mió Cid, Berceo, Alfonso
el Sabio, el canciller López de Ayala, el Infante don Juan Manuel, etc.-, en otros ámbitos
de la cultura carecemos de un Dante, de un Marsilio de Padua o de la gran escuela de pensadores franciscanos de la categoría de Duns Scoto o Guilermo de Occam. El objetivo de
esta comunicación es precisamente poner de relieve estas carencias.
ESPLENDOR LITERARIO Y POBREZA FILOSÓFICA
Es lógico preguntarse el porqué de esta aparente contradicción. Una pujante literatura,
una reflexión lírica muy madura que por desgracia no se ve acompañada de una similar
reflexión en el campo del pensamiento. Sorprende tanto más cuanto que esa reflexión
filosófico política va a sentar la base para la aparición de una de las mayores realizaciones
culturales del ser humano. Me refiero a la aparición del concepto Estado, en el que además
a los españoles nos cabe el honor de ser el primer país del mundo que alcanzó la madurez suficiente para desarrollar este concepto. Francia e Inglaterra nos acompañan en esta
apasionante aventura cultural y Alemania e Italia quedan fuera por explicables razones de
carácter histórico. Pero lo que llama la atención es que los dos países que con España constituyen el triángulo europeo en el que se dan las condiciones para la aparición del Estado,
tienen una brillante filosofía política, de la que en España carecemos. En la historia de las
ideas políticas, no aparece un solo nombre español, si se exceptúa el papel de la escuela de
Traductores de Toledo en el que como reconoce Sabine la posibilidad de contar con los
originales griegos de todo el pensamiento científico y filosófico antiguo, se produce aqui
en la península ibérica: "Aparte de Italia, el principal canal por el que llegaron esos libros a
conocimiento de los sabios europeos fue España; el Arzobispo de Toledo patrocinó grandes empresas colectivas de traducción".11 Nos falta un Dante capaz de idealizar el Imperio
con su De Monarchia escrito probablemente entre 1310-1313, así como toda la controversia
entre la realeza francesa y el papado que generó una serie de obras fundamentales para fijar
la posición política del poder temporal y el espiritual. Nos faltan Egidio Colonna con su De
Eccksiastica potestate escrita hacia 1302 y Juan de París y su De potestate regia etpapali de la
misma fecha. Y poco tiempo después el Defensor Pacis de Marsilio de Padua en el año 1324
y la obra ingente de Guillermo de Occam. Se están poniendo las bases para la construcción
del Estado Moderno en el que España sería la gran pionera como no tuvo inconveniente
en reconocer el mismo Maquiavelo, y no contamos con ninguna aportación fundamental
en el terreno de la filosofía política. Y curiosamente todos los grandes del pensamiento de
la época son contemporáneos de Juan Ruiz. Truyol y Serra incluye la figura de Raimundo
Lulio (1235-1315), el terciario franciscano mallorquín, conocido como El Doctor Iluminado,
como el único nombre hispánico en la amplia nómina de la escolástica franciscana.12
José Luis Abellán en su enciclopédica Historia crítica del pensamiento español incluye
como participación hispánica en la forja de ese nuevo mundo que se barrunta, los nombres
de Gil de Albornoz y Pedro de Luna. El primero es contemporáneo y coetáneo de Juan
Ruiz. Gil Alvárez Carrillo de Albornoz, más conocido como el Cardenal Gil de Albornoz,
nace en 1295 y muere en 1367.13 En 1339 ocupó la silla arzobispal de Toledo y desde alli
" Véase George Sabine, Historia de la Teoría Política. México, 1963. p. 186.
'-' Véase su obra Historia de lafilosofíadel derecho y del estado. Revista de Occidente, Madrid, 1961. pp. 347349.
13
Había nacido en Cuenca y estudiado en Toulouse. Entroncado familiarmente con las casas reales de León
y Aragón, fue nombrado capellán de corte por el Rey Alfonso XI a cuyo lado estuvo en la batalla del Salado y en
la toma de Algeciras. En 1339 fue nombrado Arzobispo de Toledo y en 1350 el Papa Clemente VI le nombra
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ordenó, según parece, la prisión del Arcipreste de Hita. Alborg afirma que es posible que
fuera en la prisión donde escribiera parte de su libro. De hecho en la segunda redacción
del mismo, es decir la del códice de Salamanca, hay referencias directas a su cautiverio. Un
dato más que enlaza la figura de Juan Ruiz con la de Cervantes. En cuanto a Pedro de Luna,
Papa Benedicto XIII, no hay relación alguna con el Arcipreste.
La pobreza de nombres propios en la filosofía política de la época se ve sin embargo
compensada por los efectos beneficiosos del pensamiento arábigo y judaico que ha hecho
de la ciudad de Toledo, a través de su Escuela de Traductores, el centro de confluencia de
las tres culturas: cristiana, musulmana y hebraica. Allí convivían en perfecta armonía las
obras de Avicena, Avempace, Abentofail, Abenjaldun y Averroes con la filosofía judía de
Maimónides, cordobés como Averroes. Hoy la crítica más solvente destaca la influencia de
la cultura árabe en la obra de Juan Ruiz. Como señala Alborg "muchos aspectos revelan la
amplitud de la influencia árabe: la intervención de personajes moros, su conocimiento de
los instrumentos que convienen en los cantares de arábigo, los que compuso para troteras y
danzaderas moriscas, el empleo del zéjel para los abundantes fragmentos líricos, y multitud
de palabras de origen y estructura árabe".46 La infuencia árabe fue destacada en primer
lugar por Américo Castro y secundada por Lida de Malkiel y discutida desde el principio
por Sánchez Albornoz. Castro sitúa en la obra del cordobés Abenhazam, El Collar de la Paloma o Tratado sobre el Amor y los Amantes, una influencia directa en El Libro de Buen Amor,
especialmente por lo que se refiere a su carácter autobiográfico.14
CONCLUSIÓN
El Libro de Buen Amor es, desde el punto de vista estrictamente literario, obra de factura
netamente española por su realismo, su sentido irónico de la vida, las aportaciones autobiográficas de su autor, las pinceladas descriptivas de la sociedad española de su tiempo, su
sentido del humor en la mejor tradición española que más tarde seguirían un Cervantes
y un Quevedo, en el uso y abuso de refranes que anticipa ya alguno de nuestros futuros
héroes literarios, a su facilidad para captar la situación en la que vive el autor, bien en el
arciprestazgo o en la cárcel. Desde el punto de vista literario es junto con el Poema del Mió
Cid, el Romancero, La Celestina, El Lazarillo y El Quijote "el grupo incuestionable de nuestras letras inmortales", como señala Alborg. Sorprende sin embargo que una sociedad que
puede generar un talento lírico de la calidad que refleja la obra de Juan Ruiz y sobre todo
de una precocidad admirable, no fuese capaz de aportaciones semejantes en el ámbito de la
filosofía política en la que ya destacaban otros países de nuestro entorno. La obra de Juan
Ruiz, que en tantas cosas es ya "moderna", no se ve acompañada por la reflexión filosófica
que haría posible dicha "modernidad".
Cardenal. Llevó a cabo una importante tarea de pacificación en los Estados Pontificios, demostrando grandes
dotes de gobernante. Es el autor de las llamadas Constituciones Egidianas, ley fundamental de los estados pontificios. Fundó el Colegio Español de San Clemente de Bolonia en 1364 y muere en Viterbo en 1367. Véase
Abellán, Historia crítica del pensamiento español Madrid, 1979. i. pp. 329-30.
14
Op. cit., p. 249.
47
La tesis ha sido matizada por el gran especialista en la obra de Abenhazam, Emilio García Gómez.
334
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