dictamen - Consejo Consultivo de Castilla

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DICTAMEN 148
DICTAMEN Nº. 148/2007, de 26 de julio.*
Expediente relativo a reclamación de responsabilidad patrimonial de la
Administración Sanitaria a instancia de D. Z, en nombre y representación de D. X,
como consecuencia de la asistencia sanitaria recibida en el Complejo Hospitalario de
H, centro dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM)”.
ANTECEDENTES
En fecha 19 de octubre de 2005 D. Z, en nombre y representación de D. X, presentó
reclamación de responsabilidad patrimonial exponiendo los siguientes hechos:
El día 29 de diciembre de 2003 el interesado acudió a su Centro de Salud por presentar
supuración en el oído izquierdo y la doctora que le atendió decidió remitirlo al especialista.
Allí fue diagnosticado de Otitis Media Activa en oído izquierdo, pautándose tratamiento
farmacológico.
El día 16 de febrero de 2004 el reclamante acudió de nuevo al Centro de Salud al no
responder al tratamiento, ya que el oído afectado seguía supurando, por lo que se decidió
realizar un TAC en el Hospital G y posteriormente remitirlo al Hospital de H para realizarle
intervención quirúrgica, pues se sospechaba que existía un Colesteatoma en el oído
izquierdo.
El día 14 de mayo de 2004 el paciente fue visto en el Servicio de Otorrinolaringología
del Hospital de H, y en aquellos momentos el interesado presentaba hipoacusia bilateral y
Colesteatoma que necesitaba intervención quirúrgica consistente en timpanoplastia radical
de oído izquierdo, por lo que el día 5 de julio de 2004 el enfermo fue incluido en lista de
espera para la realización de la misma.
La audiometría solicitada en mayo de 2004 se realiza el día 5 de julio de 2004, siendo
el resultado de hipoacusia mixta bilateral, presentando en el oído izquierdo otitis media
crónica colesteatomatosa y en el oído derecho patología sin definir, siendo posible la
otosclerosis e indicando como tratamiento la adaptación de prótesis en este último oído.
Para solucionar la deficiencia auditiva en el oído derecho le fue adaptada una prótesis
auditiva, gracias a la cual su audición mejoró considerablemente y se podía manejar muy
bien tanto para su trabajo como Guarda como para su vida diaria y social.
El día 19 de octubre de 2004 el paciente fue sometido en el Hospital de H a la
Timpanoplastia radical mastoidea en el oído izquierdo, siendo dado de alta el día 22 de
octubre de 2004. Según alega el interesado, “la intervención quirúrgica referida fue
realizada de manera deficiente pues desde ese momento no sólo no recuperó audición en el
oído izquierdo, sino todo lo contrario, la misma fue reduciéndose paulatinamente. Además y
de manera súbita e inmediatamente después de que le fuera realizada la intervención
quirúrgica de oído izquierdo (ya desde el despertar de la intervención quirúrgica), empezó
a sufrir una hipoacusia del oído derecho.”
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Ponente: Inmaculada González de Lara y Ponte
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Se continuó relatando que el día 30 de noviembre de 2004 acudió al Hospital G a
revisión postquirúrgica, refiriendo que no oía nada desde que le operaron y que antes de la
operación, con la prótesis que le fue instaurada oía bien y se manejaba perfectamente en su
trabajo y en su vida cotidiana. Esta situación le creaba incertidumbre, desasosiego y
malestar, y desde su situación de incapacidad temporal se decidió que fuera valorado para
incapacidad permanente para su profesión de Guarda.
Según considera el reclamante, “la relación de causalidad entre la pérdida alarmante de
audición y la intervención quirúrgica a la que fue sometido […] en su oído izquierdo el
19/10/04 es evidente […] siendo dicha sordera o cofosis bilateral el daño físico producido
como consecuencia de la deficiente asistencia sanitaria recibida en el Hospital de H al
realizarle de manera inadecuada la timpanoplasia radical […]”
El interesado continuó alegando que, como consecuencia de dicha intervención, le
quedó la secuela consistente en “Hipoacusia Bilateral profunda que requiere de
audioprótesis bilateral imprescindible para poder relacionarse socialmente, pero que impide
que pueda trabajar en su profesión ya que como consecuencia de su patología auditiva está
contraindicado soportar ruidos intensos como tiros de escopeta y rifles así como estar
sometido a ruidos ambientales.”
Asimismo, se exponía que existían daños consistentes en el sufrimiento de verse sordo
de manera súbita, además de que no fue informado de esta posibilidad, así como que el daño
sufrido por la intervención fue desproporcionado, acompañándose resolución de minusvalía,
de fecha 17 de mayo de 2005, con reconocimiento de un grado del 46%, con un grado de
discapacidad global del 38%, todo ello con carácter definitivo.
En total, se terminó solicitando una indemnización de 240.404’84 euros por los daños
físicos y morales presuntamente provocados por la timpanoplastia efectuada.
En este mismo escrito se propuso la práctica de prueba documental, consistente en la
incorporación al procedimiento de la historia clínica del paciente.
Finalmente, se acompañaban a la reclamación, además del correspondiente poder de
representación procesal, numerosos informes y pruebas sobre la atención recibida por el
paciente en el repetido centro hospitalario.
Instruido el correspondiente procedimiento de responsabilidad patrimonial, se propuso
la desestimación de la reclamación interpuesta, al entender que el daño sufrido por el
reclamante no tenía el carácter de antijurídico por haber actuado los facultativos
intervinientes en todo momento conforme a la lex artis ad hoc.
EXTRACTO DE LA DOCTRINA
Aun cuando el interesado solicita la práctica de determinadas pruebas documentales,
no se dicta acuerdo admitiéndola o rechazándola, tal y como obliga el apartado 3 del
artículo 80 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, según el cual “el instructor del
procedimiento sólo podrá rechazar las pruebas propuestas por los interesados cuando sean
manifiestamente improcedentes o innecesarias, mediante resolución motivada”. No
obstante, a la vista de que los documentos solicitados por el reclamante han sido
incorporados al expediente (historia clínica), no se aprecia la existencia de indefensión.
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El criterio básico utilizado por la jurisprudencia contencioso-administrativa para
hacer girar sobre él la existencia o no de responsabilidad patrimonial es el de la lex artis y
ello ante la inexistencia de criterios normativos que puedan servir para determinar cuándo
el funcionamiento de los servicios públicos sanitarios ha sido correcto. De exigirse sólo la
existencia de la lesión se produciría una consecuencia no querida por el ordenamiento, cual
sería la excesiva objetivación de la responsabilidad al poder declararse ésta con la única
exigencia de la existencia de la lesión efectiva sin la demostración de la infracción del
criterio de normalidad representado por la lex artis. En este sentido, el Tribunal Supremo
en su Sentencia de 10 de mayo de 2005 (Ar. RJ 2005,9332) declaró que “El hecho de que la
responsabilidad extracontractual de las Administraciones Públicas esté configurada como
una responsabilidad objetiva no quiere decir, ni dice, que baste con haber ingresado en un
centro hospitalario público y ser sometido en el mismo al tratamiento terapéutico que el
equipo médico correspondiente haya considerado pertinente, para que haya que indemnizar
al paciente si resultare algún daño para él”. Para ello es preciso la existencia de relación
causal entre la actuación médica y el daño recibido, y que este daño sea antijurídico, es
decir, que se trate de un daño que el paciente no tenga el deber de soportar.
Respecto al requisito de antijuridicidad, en el ámbito sanitario, la citada Sentencia
añade que “el daño debe reputarse antijurídico – y por tanto no tendría el paciente el deber
jurídico de soportarlo – si no se actuó con la diligencia debida o no se respetó la lex artis
ad hoc”.
Asimismo, según jurisprudencia mantenida por el Tribunal Supremo en Sentencia
como la de 2 de octubre de 1997 (Ar. RJ 1997\7405), un elemento esencial de esa lex artis
ad hoc es la obligación de informar al paciente, o en su caso, a los familiares del mismo,
debiendo comprender tal información el diagnóstico de la enfermedad o lesión que padece,
del pronóstico que de su tratamiento puede esperarse y de los riesgos del mismo (Sentencia
de 25 de abril de 1994; Ar. RJ 1994\3073). Consentimiento informado que se encuentra
actualmente regulado, con el carácter de norma básica, en la Ley 41/2002, de 14 de
noviembre, reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en
Materia de Información y Documentación Clínica.
En el supuesto objeto del presente dictamen, según se desprende de los documentos
que obran en el expediente, el paciente fue sometido a una intervención quirúrgica de
timpanoplastia radical mastoidea izquierda, y, según alega el reclamante, a causa de esta
operación sufrió no sólo la disminución de la audición del oído intervenido, sino también la
de su oído derecho.
Por lo que respecta a la pérdida de audición del oído izquierdo, que fue objeto de la
citada operación quirúrgica, consta acreditado, mediante los correspondientes informes
aportados y el propio documento de consentimiento informado suscrito por el afectado, que
la referida intervención tenía un carácter fundamentalmente curativo, para limpiar lesiones
que podrían tener complicaciones más graves, conllevando este tipo de operación, en
muchas ocasiones, la pérdida de audición, circunstancia que así se especifica en el referido
consentimiento informado que consta en la historia clínica incorporada al procedimiento.
Además, el abordaje quirúrgico llevado a cabo por los profesionales intervinientes fue en
todo momento correcto y adecuado a la lex artis ad hoc. Así, en el informe emitido el 2 de
diciembre de 2005 por el Jefe de Servicio de Otorrinolaringología del Complejo
Hospitalario de H, se hizo constar que la intervención radical a la que fue sometido el
interesado “tiene un carácter fundamentalmente curativo, para limpiar lesiones que pueden
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“tiene un carácter fundamentalmente curativo, para limpiar lesiones que pueden tener
complicaciones funestas (abscesos cerebrales, meningitis, etc.); conllevando en muchas
ocasiones la pérdida de audición”, indicando también que “el paciente tiene FIRMADO EL
CONSENTIMIENTO que se utiliza en este Hospital, donde se informa de la posibilidad de
que disminuya la audición al extirpar lesiones. […] El abordaje quirúrgico practicado fue
en todo momento correcto y el indicado para el tratamiento de su colesteatoma […]”. Por
su parte, el dictamen médico elaborado por un especialista en Otorrinolaringología y
Cirugía el 5 de diciembre de 2006 hace constar que “no se observa la más mínima lesión de
la “lex artis ad hoc” en toda la actuación médica.” Y por último, en el documento de
consentimiento informado suscrito por el paciente en fecha 5 de julio de 2007, incorporado
al expediente, figura, entre los riesgos y complicaciones del procedimiento, “la posibilidad
de que al extirpar las lesiones disminuya la audición.”
En consecuencia, aunque este daño que ha sufrido el reclamante se ha originado como
consecuencia del proceso quirúrgico al que fue sometido, el mismo no puede reputarse
antijurídico, puesto que consta que dicho proceso fue realizado de acuerdo con la lex artis
ad hoc, siendo asumido el riesgo consciente y voluntariamente por el interesado.
En cuanto a la pérdida de audición del oído derecho, también se acredita mediante los
citados informes que en ningún caso pudo ser consecuencia de la intervención llevada a
cabo en el oído izquierdo, siendo la pérdida de audición atribuible a la evolución de la
enfermedad de base que ya padecía el interesado antes de la intervención, consistente en
otosclerosis. Como se constata en el informe emitido por el Servicio de
Otorrinolaringología, “[…] se atribuye la sordera BILATERAL a la operación realizada
sobre el oído izquierdo; siendo la realidad que el oído derecho no se tocó para nada,
debiendo en todo caso atribuir el incremento de la sordera del oído derecho a su propia
patología de base, es decir, el cuadro probable de otosclerosis, ya valorado y diagnosticado
previamente a la intervención quirúrgica del oído izquierdo.” Y el informe emitido por la
Inspección en fecha 24 de julio de 2006 expresa que “[…] la hipoacusia del oído derecho
se atribuye a una otosclerosis […] quedando en el oído derecho con una audición en torno
80-90 dbd (Hipoacusia profunda según James Jerger), atribuible a la evolución de la
enfermedad de base (otosclerosis), ya que no existe conexión en la intervención quirúrgica
con el oído intervenido.”
Por lo tanto, respecto a la pérdida de audición en el oído derecho del reclamante, no
existe relación de causalidad con el procedimiento quirúrgico al que fue sometido el
interesado, sino que es consecuencia de la evolución de la enfermedad de base que padecía
en el mismo antes de la operación quirúrgica.
DICTAMEN
“Que no existiendo relación de causalidad entre el daño por el que reclama D. X,
consistente en la pérdida de audición del oído derecho, y la asistencia sanitaria dispensada
en el Complejo Hospitalario de H, y no resultando antijurídico el perjuicio alegado referido
a la pérdida de audición del oído izquierdo, procede dictar resolución desestimatoria de la
reclamación de responsabilidad patrimonial examinada”.
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