La discriminación menos comentada Ezequiel Nino “El Gobierno Federal fomentará la inmigración europea” (artículo 25 de la Constitución Argentina vigente) Introducción Aunque la norma del epígrafe se mantuvo en 1994, otras partes de su texto vinculadas al derecho a la igualdad se vieron modificadas de forma trascendente en esa instancia pero no tantas personas se dieron por aludidas. Por ejemplo, pese a esos cambios la situación de inequidad económica se agravó desde aquel entonces y se amplió notoriamente la brecha entre ricos y pobres. Si en aquel año el índice Gini rondaba 0,44 actualmente se sitúa en alrededor de 0,511. En consecuencia, los niveles de indigencia y pobreza aumentaron radicalmente. En la reforma constitucional, a aquel solitario artículo 14 de la Constitución Nacional que promueve que todos somos iguales ante la ley se le agregaron normas muy relevantes del mismo rango. En el propio texto de la Constitución se incluyó el artículo 75, inc. 23, que establece que el Poder Legislativo deberá “legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, Diario La Nacion, 28/5/2009, “Se estancó la distribución del ingreso en los últimos dos años”, disponible en http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1132980 1 y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos”. A ello se le adicionaron – con la misma jerarquía- numerosas normas contenidas en los tratados internacionales de derechos humanos que, en líneas generales, disponen el compromiso de los Estados partes a respetar los derechos y libertades reconocidos en los pactos, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. Algunas minorías han conseguido ciertos avances desde esa sanción, aunque son más lentos que lo que prometían aquellos debates en las ciudades de Santa Fe y Paraná, con la presencia, en los palcos y pasillos, de numerosos representantes de pueblos originarios, minorías sexuales, entre otras. El actual debate legislativo sobre el matrimonio homosexual y su exposición pública muestra este parcial progreso, a la que han ciertamente contribuido los cambios constitucionales descriptos. Sin embargo, como se anticipó, el derecho a la igualdad de los grupos económicamente excluidos no solo no progresó sino que retrocedió notoriamente. En ese punto, la reforma constitucional ha sido letra muerta. A la vez, hay una manera de tratar la exclusión social y económica que no ha sido elaborada adecuadamente por la comunidad jurídica y que debería ser tomada como un desafío por parte de los igualitarios para que se incluya en la agenda del derecho constitucional de los próximos años. En nuestro país –como en resto de la región- la pobreza está vinculada directa y claramente con el origen de la población. Los descendientes de inmigrantes europeos son quienes han podido establecerse en estos países con un nivel de vida no tan distinto al que tienen los habitantes del viejo continente. En cambio, los descendientes de inmigrantes africanos y de comunidades aborígenes no han visto mejoras radicales en relación a las privaciones que vienen sufriendo a lo largo de la historia. Como explica Zoninsein, “en América Latina y el Caribe, los grupos de indígenas y de descendientes de africanos, sistemáticamente han estado rezagados detrás de la población blanca en términos de logro educativo y acumulación de destrezas durante muchas generaciones. Además de ello, la discriminación del mercado laboral y la segmentación del mercado de acuerdo con las líneas raciales y étnicas han conllevado al acceso restringido de las personas descendientes de africanos y de los indígenas a empleos de alta productividad e industrias de alto crecimiento. Como consecuencia de ello, existe un número desproporcionado de personas descendientes de africanos e indígenas en empleos e industrias con menor productividad que el promedio. Las brechas en la acumulación del capital humano, la discriminación del mercado laboral y un papel subordinado en una economía segmentada explican los persistentes salarios promedios más bajos de los grupos indígenas y de descendientes de africanos en relación con los blancos en la región”2. Argentina y su “crisol de razas” Pese a esta situación, no hay en el país siquiera un diagnóstico certero. Por un lado, es cierto que una diferencia relevante es que la discriminación es menos notoria que en otros países de la región como Brasil –donde la distinción entre blancos, mestizos y negros es evidente- o Bolivia –entre indígenas y blancos-. Sin embargo, esa menor diferencia entre los rasgos de las personas blancas (descendientes de inmigrantes europeos) y los mestizos3 (descendientes de americanos) representa una clara desventaja para estos últimos porque favorece el ocultamiento y disimulo de la reprochable “El Caso Económico para Combatir la Exclusión Racial y Étnica en los Países de América Latina y el Caribe”, Informe de Investigación Banco Interamericano de Desarrollo, 2001, disponible en http://www.iadb.org/sds/doc/soc-JonasZoninsene.pdf 2 3 Adviértase que ni siquiera hay consenso entre los términos en los que debe designarse a la población americana. Por un lado, no se trata indígenas porque la gran mayoría no ha adoptado esa cultura y se han producido mezclas a lo largo de la historia; tampoco puede referirse a ellos como personas de color porque además de que el término es inadecuado para los negros se lo suele utilizar para ese tipo de personas; quizá mestizo es el concepto más ajustado aunque prácticamente no se lo escuche en nuestro contexto. situación de discriminación en la que se encuentran. En realidad, la circunstancia de que la mayor parte de los inmigrantes europeos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX provinieran de Italia y España generó menor claridad en cuanto a la distinción entre uno y otro grupo. Sin embargo, aunque la distinción es más sutil, ésta resulta evidente. En los extremos, los barrios con mayor poder adquisitivo están integrados por personas de origen europeo. En las villas de emergencia todos sus habitantes son de origen americano. Incluso, en los estadios de fútbol las secciones denominadas “populares” están integradas por mestizos y las “plateas” por blancos. Esta discriminación es muy visible y, a la vez, invisible. Para mostrar otro ejemplo de lo enquistada que se encuentra en ámbitos de poder formal y real resulta ilustrativa la descripción que realiza José Massoni, un ex juez que llegó al cargo de camarista luego de 40 años ininterrumpidos trabajando en los tribunales de la Capital Federal. Su experiencia desde dentro de la justicia es muy útil para comprender las altas esferas hasta las que llega la segregación. El autor ilustra la postura de los integrantes del Poder Judicial frente a los ciudadanos de menores recursos (y de diferente color de piel) exponiendo que “El valor internalizado en la gran mayoría del cuerpo de operadores de la ´justicia´-lo que incluye a miembros del poder judicial desde magistrados a fiscales, defensores oficiales, empleados a abogados, profesores y juristas- de modo que no es observable, y por ende sometido a análisis y crítica, es que los ´negros´ (es decir el populacho que componen todos quienes no son ellos mismos, excepción hecha de los miembros destacados de la clase media alta, es decir de los exitosos económicamente de entre éstos) cuando llegan ante sus estrados en principio no tienen razón en nada y, si la tienen, no hay que dársela. Ni en sus demandas por daños y perjuicios a particulares miembros de las clases pudientes, ni en sus protestas de inocencia cuando se les imputa un delito…”4. 4 “La justicia y sus secretos. Una persistente pulsión colonial”, Editorial Del Puerto, 2007, pág. 47 La deliberación pública ni siquiera está planteada de ese modo. La pobreza no está enfocada como una cuestión discriminatoria sino como una mera realidad socioeconómica que hay que enfrentar con herramientas de ese mismo tipo. El derecho solo está presente –de manera intermitente y a partir de reclamos efectuados generalmente por entidades intermedias como las Defensorías del Pueblo o las ONGs- cuando hay vulneraciones manifiestas de derechos básicos como el vinculado al acceso al agua o a la alimentación. El planteo de discriminación por condición económica no parece ser suficientemente completo pues se limita a aquellas situaciones en las cuales el Estado presta un servicio público de diferente calidad (mejor para las clases medias y altas y peor para los pobres)5. La caracterización por raza u origen tiene la ventaja de plantear más adecuadamente el problema. Por un lado, se trata de circunstancias históricas relacionadas a decisiones políticas explícitas. De hecho, aunque la intención no es un requisito necesario para demostrar la discriminación6 resulta más evidente cuando se trata de una exclusión vinculada a circunstancias intrínsecas de determinados individuos excluidos. En un país en el que los pobres fueran de la misma raza y origen podría interpretarse que las personas de menores recursos se encuentran en esa posición, por una variedad de motivos derivados de situaciones aceptadas (por ejemplo, haber realizado un menor esfuerzo, poseer menos talentos, provenir de una familia de menores recursos)7. Como es manifiesto, en la práctica, frente a una circunstancia con esas características el debate se torna más ideológico y económico que legal. En cambio, 5 El ejemplo más conocido de este tipo de casos es el de la discriminación entre usuarios de dos ramales distintos de trenes (caso “Unión de Usuarios c/ TBA y otros”). El caso tuvo sentencia favorable en primera instancia y desfavorable en segunda instancia. El recurso extraordinario se encuentra a estudio. 6 Nino, Ezequiel, Efecto o intención: Cuál debería ser el requisito en los casos de discriminación, en “El Derecho a la Igualdad. Aportes para un Constitucionalismo Igualitario”, Editorial Lexis Nexos, 2007 7 De hecho, no parece casual que los países en los que existen mayores desigualdades económicas suelen ser aquellos en los cuales hay una diferencia de alguno de esos tipos (en general, raza y origen). Los países más homogéneos en cuanto a la población suelen ser también más homogéneos en la distribución. En la escala superior se encuentran los países escandinavos y en la inferior los africanos. Las variables distribución inequitativa y heterogeneidad social parecen mantener un lazo estrecho. cuando se trata de grupos claramente identificados, la discriminación se torna más evidente y el problema más acuciante. En otras palabras, bregar por un cambio social a partir de una perspectiva de derechos resulta más plausible cuando la idea resulta más fácilmente perceptible. En esa línea, una posible hipótesis –probablemente demasiado conspirativa- para explicar este ocultamiento es que quienes detentan un mayor poder económico, político y comunicacional hayan obstaculizado intentos de plantear parte de los problemas sociales como situaciones de exclusión por raza y origen. Las pocas voces que se escuchan sobre este tipo de exclusión son siempre muy minoritarias y no encuentran espacios relevantes de difusión. El desafío también es de ese tipo. El ejemplo de Brasil Además del ejemplo más conocido de Estados Unidos y Sudáfrica, hay países en la región que están enfrentando mejor el problema. Por citar un ejemplo en la región, Brasil ha comenzado hace unos años a implementar medidas de discriminación inversa a favor de las poblaciones afro-descendientes e indígenas. En ese país, las diferencias también son notorias. En el año 1996 la Relatoría sobre el Desarrollo Humano indicaba que el número medio de años de estudio de los ciudadanos brasileños de color negro o pardo era bien inferior al número medio de años de estudio de los ciudadanos blancos y amarillos (5,9 y 8,6 años de estudio respectivamente). Sin embargo, desde el gobierno de Fernando Henrique Cardoso se vienen implementando políticas reformistas completamente conscientes de la necesidad de atacar firmemente la discriminación imperante. El propio Ministerio de Educación expresó en un documento del año 1998 que “(e)l descaro de las elites brasileñas con la educación de masas es la faz más perversa –porque es auto-reproductiva– de la injusticia social. La décima economía del mundo llega a las vísperas del siglo XXI con índices educacionales que colocan al Brasil en situación desventajosa dentro de la propia América Latina y son el principal obstáculo, a largo plazo, para la reducción de la pobreza y de la exclusión social”8. La transformación que viene teniendo lugar está siendo destacada a nivel internacional. El diario Washington Post afirma que Brasil “está reexaminando su noción idealizada de sí mismo como una democracia racial armoniosa, en la cual la raza no se encontraba articulada públicamente, como sucede en Estados Unidos o Sudáfrica”9. El tipo de medidas que se han tomado desde aquel entonces son variadas –y derivan de una directiva contenida en un documento de plan de gobierno de Lula da Silva- y, entre ellas, se destacan un masivo plan de becas universitarias para personas de bajos recursos y cupos para personas negras o afro-descendientes en numerosas universidades estatales. El debate sobre las cuotas forzó la discusión pública. A partir de esa decisión el tema brotó. Para muchos, no es que no existiera sino que estaba tapado. Para otros, ni siquiera existía, pensaban que no era un problema y se enorgullecían de vivir en un país racialmente integrado. Quizá, la existencia de algunos espacios públicos democráticos (por ejemplo, las playas, la imagen más difundida de Brasil incluso dentro del propio país10) servía para disimular las enormes diferencias existentes entre unos y otros. Los actuales debates brasileños son comparables a la batalla ideológica que tuvo lugar en 8 Ministerio de Educación, Enfrentar y vencer desafíos, Brasilia, 1998, http://portal.mec.gov.br/arquivos/pdf/enfr.pdf (Brasilia: Ministerio de Educación). pág. 4, disponible en The Washington Post, “Affirmative Action Debate Forces Brazil to Take Look in the Mirror”, 16/6/03 (la traducción me pertenece) 10 En cambio, una imágen como la del Carnaval de Salvador, Bahía –donde los negros y mestizos bailan fuera de un corralito resguardado por personal de seguridad mientras que los blancos lo hacen dentro y cerca de los “trios eléctricos” (camiones sobre los cuales los músicos interpretan canciones en vivo-. Para una descripción detallada ver P. Armstrong, “The Aesthetic Escape Hatch: carnaval, blocos afro and the Mutations of baianidade under the Signs of Globalisation and re-Africanisation”, - JILAS: Journal of Iberian and Latin American Studies, http://www.ailasa.org/jilas/all/JILAS-05(2)/G-JILAS%205(2)Armstrong.PDF 9 Estados Unidos en el pico del activismo del movimiento de derechos humanos y la incorporación de las acciones afirmativas de la mano del Presidente Lyndon Johnson hace más de cuarenta años11. En universidades masivas como la Universidad del Estado de Rio de Janeiro –la primera en implementar las cuotas para negros- casi se triplicó la cantidad de inscriptos negros. Sin embargo, como era de esperar, con posterioridad al anuncio e implementación de esa política se presentaron cientos de casos de estudiantes blancos contra el sistema de cuotas. Brasil es un país en el que los distingos por raza no son tan manifiestos como en Estados Unidos o Sudáfrica. Como advierte el antropólogo De Matta, no hay duda de que existen obstáculos muy grandes en la individualización de las clases sociales entrecortadas por las posibilidades de múltiples interacciones y clasificaciones sociales en distintas capas, ya que nadie se incluye dentro de una sola dimensión clasificatoria12. La relevancia de medidas proactivas para atacar estas formas de exclusión Como se ha advertido, si las diferencias entre pobres y el resto de la población son simplemente económicas, el derecho tiene un campo de acción más acotado. En cambio, si se las enfrenta desde la perspectiva de la discriminación por raza o por origen social puede variar el tipo de intervención y aumentar las posibilidades de que se produzcan cambios, sobre todo en relación a las futuras generaciones. Entre otras diferencias, esto último no requiere ninguna comparación de servicios que el Estado presta sino de la posición de unos y otros y, en especial, de las oportunidades con las que cuentan niños/as y jóvenes de uno y otro sector. Es más, si se examina la aplicación 11 12 The Washington Post, op. cit. “Carnavais, herois e malandras”, editorial Voces, Rio de Janeiro, 1997 del instituto de la discriminación inversa se advierte que se limita a situaciones en las cuales la diferencia proviene de características personales intrínsecas. Podría alegarse que el cambio de enfoque es irrelevante porque también se pueden exigir acciones afirmativas para que los pobres tengan facilidades para acceder a la educación pública. Sin embargo, ambas situaciones no tienen la misma fuerza discursiva ni aparece tan clara la necesidad de reparar injusticias pasadas. Al pobre se lo considera pobre por sí mismo sin necesidad de examinar las exclusiones sufridas por su familia en el pasado. Como explica Gomes, la inclusión social que brindan los programas de acción afirmativa, tendrán como objetivo “no sólo restringir la discriminación del presente, pero sobretodo, eliminar los efectos persistentes (psicológicos, culturales y comportamientos) de la discriminación del pasado, que tienden a perpetuarse. Estos efectos se re velan en la llamada discriminación estructural, reflejados en las abismales desigualdades sociales entre grupos los dominantes y los grupos marginales”13. En Argentina, pese a que la reforma de 1994 incorporó expresamente a las medidas de discriminación inversa en su artículo 75, inciso 23, los avances han sido escasos. Paradójicamente, la ley de cupo femenino en el Congreso de la Nación data de 1991. Entre las excepciones han de destacarse la sanción de una ley de cupo femenino en el ámbito de los sindicatos14 (que, en líneas generales se incumple15) y algunas políticas provinciales que adhieren a la ley nacional de representatividad política (en Córdoba la ley es más amplia pues dispone que las listas de candidatos a cargos 13 O debate constitucional sobre as ações afirmativas, Renato Emerson dos Santos y Fátima Lobato editores, “Ações afirmativas: Políticas Públicas contras as desigualdades raciais”, DP&A, Rio de Janeiro, pp. 15-57 (la traducción me pertenece). 14 Ley 25.674, promulgada el 8/3/2003. 15 Diario La Nacion, “Mujeres sindicalistas reclaman más espacios de poder”, 27/5/09, disponible en www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1132366 electivos provinciales, municipales y comunales deberá contener porcentajes equivalentes de candidatos de ambos géneros16). Por otro lado, existen disposiciones nacionales, provinciales y municipales que establecen cupos en las respectivas administraciones públicas para personas con discapacidad pero, en general. Otros grupos no han corrido siquiera esa débil suerte y no han sido incluidos dentro de ningún tipo de discriminación inversa. Es cierto que la organización institucional del país no se caracteriza por la meritocracia y, por ende, hay menos espacios en los que puede proveerse ventajas por poseer rasgos históricamente postergados (por ejemplo, en la gran mayoría de las universidades no existe examen de ingreso y en las administraciones públicas no suele haber concursos públicos). Si el sistema jurídico argentino pudiera avanzar hacia la distinción (hoy disimulada) entre personas blancas y mestizas generaría un primer paso significativo para enfrentar la exclusión social a la que están siendo sometidas estas últimas. El debate cambiaría radicalmente pues el reconocimiento por parte del Estado de la existencia de sectores históricamente relegados a partir de condiciones raciales o de origen significaría una aceptación de que debe enfrentarse con principios, normas y herramientas completamente diferentes a las utilizadas hasta entonces. Salvando las distancias, los países que tomaron ese paso consiguieron modificar sus estructuras sociales. Decisiones como las adoptadas por la Corte Suprema de Estados Unidas en “Brown vs. Board of Education” -que pronto cumplirá 60 años- representan el tipo de medidas valientes que pueden transformar la historia. El problema aquí es que ni siquiera es claro que hay una situación estructural que ha de considerarse como una barrera a la integración. 16 Ley 8901, publicada el 19/12/2000. disponible en http://www.rimaweb.com.ar/biblio_legal/leyes_prov/cordoba/8901.html Políticas de integración La alusión a “Brown” ilustra que, además de las medidas de acción afirmativa, existe un camino referido a la integración que el derecho constitucional tiene la obligación de comenzar a recorrer. El derecho a la igualdad tan proclamado debe estar sustentado por políticas públicas concretas que tiendan progresivamente a disminuir las exclusiones basadas –ni más ni menos- en motivos discriminatorios. Como en esa histórica decisión, los ámbitos más adecuados para efectuar este tipo de medidas son los de la educación inicial pues, por un lado, los niños y niñas tienen menores prejuicios que los adultos y, por el otro, porque esos cambios culturales requieren necesariamente de modificaciones en la educación de las nuevas generaciones. A la educación primaria y secundaria deben sumársele ayudas pedagógicas y económicas para que los excluidos del sistema tengan la posibilidad de cursar estudios superiores. La situación actual en las aulas es una historia similar a la de Estados Unidos previa a “Brown” y es coincidente con la segregación a la que es sometido el resto de las personas originarias de este continente en otros niveles de la sociedad. Los cambios decididos en ese fallo fueron muy difíciles de implementar en ese país por razones prácticas (hubo que diseñar, en todos los estados, un sistema de transporte escolar para que los estudiantes de unas zonas cambiaran a escuelas de otras zonas) y sustantivas (la educación privada tiene allí una participación muy alta, lo cual obstaculiza una integración completa). En Argentina, esos obstáculos son todavía mayores por su escasez de recursos económicos y debido a que la educación privada ha ganado mucho terreno a medida que fue aumentando la desigualdad. Sin embargo, como surge de los resultados de “Brown”, esa dificultad no debe ser impedimento para comenzar a recorrer un camino que debería desembocar en mayor integración. Palabras finales Hasta ahora blancos y mestizos (o personas de origen europeo y americano) viven en mundos paralelos con algunas pocas interacciones vinculadas principalmente a relaciones de subordinación de los segundos hacia los primeros. Esta situación parece no incomodar lo suficiente a los blancos para promover activamente cambios. Entre otras razones, porque este predominio tiene ventajas evidentes en la cotidianeidad (entre otras, en el país resulta, comparativamente, económico contar con ayuda para tareas domésticas o cuidado de niños/as y ancianos/as). Sin embargo, la tarea del derecho constitucional es diferente pues, como repetimos constantemente en las aulas, esta disciplina tiene por objetivo principal resguardar los intereses de las minorías cuando son oprimidas por las mayorías. En este caso, la supremacía es tan poderosa que hasta consigue pasar relativamente desapercibida, incluso entra la comunidad que debe pelear contra ella. La tarea, por lo tanto, es titánica pero corresponde iniciarla y la tarea de pensar los desafíos de un constitucionalismo igualitaria para el año 2020 parece un contexto indicado.