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OÑA
Situada a los pies de la Sierra de Oña y en la misma entrada del desfiladero del río Oca, Oña
se enmarca en uno de los paisajes más bellos de toda la provincia burgalesa. Es la capital del
ayuntamiento más extenso de La Bureba y el más expansivo en lo referente a anexión de otros
municipios.
La villa ofrece una historia larga y fecunda. Cuevas con restos prehistóricos, como La Blanca,
Penches o El Caballón, y un castro autrigón posteriormente romanizado, son algunos ejemplos de la
antigüedad del poblamiento en el entorno de Oña. La aparición en la historia de este lugar se produjo
en el siglo IX, cuando se convirtió en paso estratégico para las gentes refugiadas en el norte. Pero el
momento estelar de su pasado medieval se situaría en el año 1011, cuando el conde castellano
Sancho García, nieto de Fernán González, fundó el Monasterio de San Salvador de Oña para que
en él profesara su hija Trigidia. Su yerno, Sancho III el Mayor de Navarra, se lo encomendó a los
benedictinos en 1032, y, a partir de este momento, la historia de Oña caminó, a lo largo de los siglos,
en paralelo a la historia de su Monasterio.
Además del monasterio de San Salvador, en Oña se pueden visitar otros monumentos. Lo
más interesante se concentra en la plaza del Ayuntamiento o en sus inmediaciones. Allí encontramos
la iglesia de San Juan, cuya construcción primitiva es románica, a pesar de que su fachada gótica nos
sitúe en el siglo XIII. Posee planta en forma de “T”. El retablo barroco que la presidía se colocó en la
sacristía y, en su lugar, se puso un calvario medieval traído de la cercana localidad de Tamayo. En la
torre de la Iglesia está instalado un pequeño Museo.
El Ayuntamiento es un edificio de dos plantas de construcción moderna. En el centro, labrado
en piedra, figura el escudo de Oña, en cuya parte superior aparece un águila sobre un risco con las
alas extendidas y una cabra con las patas delanteras alzadas. En la inferior se representa al águila
atacando con el pico el lomo de la cabra.
Del Ayuntamiento arranca la calle más típica y más antigua de Oña, la calle Barruso. Es
estrecha, con el desfiladero de La Horadada como fondo. La villa conserva también una serie de
edificios blasonados, entre los que sobresalen las casas de las familias Alonso de Prado y Díaz del
Castillo y el palacio del obispo González Manso. Al final de esta calle se encuentra el Centro de
Interpretación del Medievo
Desde Oña podemos adentrarnos en el desfiladero del Oca, hacia su desembocadura en el
río Ebro. Una cuidada senda peatonal, que comienza en la villa, invita a recorrer la angosta y
profunda garganta que permite disfrutar de los encantos que atesoran la Sierra de Oña y las primeras
estribaciones de la Sierra de La Llana.
Entre las fiestas de Oña destacan las romerías de San Vitores (26 de agosto) y de Santa
Paulina (21 de octubre). Durante el mes de agosto tiene lugar la representación de “El Cronicón de
Oña”, en el que personas del pueblo escenifican, cada año por las calles y en el interior de la vieja
iglesia monacal de San Salvador, buena parte del pasado medieval de la villa.
Textos elaborados por la Universidad de Burgos
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