OBJETO DE LA CONFIANZA Y VOTO DE INVESTIDURA

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Manual del Parlamento
109. Naturaleza de la investidura
¿Qué es la investidura? La investidura es a la vez una facultad del parlamento y
un acto parlamentario. Como facultad es el reconocimiento de la capacidad y
competencia constitucional que tiene el parlamento para participar en el proceso de
formar y controlar al gobierno. Como acto es a la vez, el procedimiento, la decisión
y el documento a través de los cuales, y en los cuales, queda constancia del trámite y
del sentido en el que se ejercita la facultad de investir.
Por la investidura la asamblea compromete su apoyo a un gabinete, a base de la
confianza que ella le otorga para que ejecute un programa político durante su
mandato. Su fin es fundar el gobierno con la confianza del parlamento. El voto
de confianza del Congreso divide a la asamblea en mayoría y oposición. No es un
simple acto sin correlación con las medidas que en el futuro se irán implementando
y llevando a cabo. Es el endose de confianza por los programas y acciones que se
derivarán de la política y medidas expuestas en el parlamento. La expresión de
confianza avala la conducción de la política del gobierno, la que no la otorga discrepa
de ella.
La investidura es un voto de confianza sobre una gestión ministerial que comienza
¿Cómo es el procedimiento? El procedimiento propiamente dicho se inicia con la
comunicación que realiza el Presidente del Consejo de Ministros, solicitando se le
indique fecha y hora para su presentación, luego de haber recibido el encargo, de
haber sido designado como tal, y de haber juramentado el cargo ante el Presidente
de la República. La solicitud es tramitada en el Congreso y, respetando el plazo
de 30 días naturales que establece el Artículo 32 del Reglamento, se acuerda su
presentación antes del vencimiento de dicho término.
El acto de la investidura propiamente dicho, luego de los actos que con carácter
preliminar se indican, el procedimiento de la investidura sigue el curso cuyo gráfico
se presenta a continuación, el mismo que comprende seis etapas. La primera es
la concurrencia del gabinete dentro del plazo establecido en la Constitución; la
segunda es la exposición de la política general del gobierno a cargo del Presidente del
Consejo de Ministros; la tercera es el debate plural entre las diversas agrupaciones
parlamentarias y los miembros del gabinete; la cuarta es el planteamiento de la
cuestión de confianza por el Presidente del Consejo de Ministros; la quinta es la
presentación de la moción en la que se establece el otorgamiento o rechazo de la
investidura; y la sexta el debate y votación de la moción en la que se propone el
acuerdo respecto de la confianza solicitada. La votación establece y resuelve si la
investidura se otorga o no.
412
Los procedimientos de control
Procedimiento de investidura
Concurrencia
del Gabinete
Exposición
de la
política
general
Debate plural
Debate y
votación de
la confianza
Presentación
de la
moción
Planteamiento
de la cuestión
de confianza
2
Como se señaló previamente, el gabinete se presenta ante el Congreso dentro de
los 30 días naturales de haber asumido sus funciones. Si el Congreso estuviera de
receso en el período entre una legislatura ordinaria y otra, la Constitución señala
que el Presidente de la República tiene la obligación de convocar a legislatura
extraordinaria.
Presente en el Congreso el gabinete, es invitado a pasar al hemiciclo. El presidente
del gabinete toma la palabra y expone por el tiempo que fuera necesario la
política general del gobierno y las medidas que requiera su gestión. Al concluir su
exposición solicita para la política general expuesta la confianza del parlamento.
En seguida intervienen los voceros de los grupos parlamentarios para fijar sus
respectivas posiciones sobre la política expuesta, y para alcanzar alternativas o
cuestionamientos al gabinete.
Concluidas las intervenciones de los voceros, interviene nuevamente el presidente
del gabinete o los ministros a los que éste les delegue la posibilidad de hacerlo.
Al finalizar las exposiciones, se retira el gabinete. En seguida, lo usual y lo
parlamentariamente correcto sería la presentación, lectura, debate y votación
sobre la moción correspondiente de otorgamiento de confianza o a su negación.
Sin embargo, la tradición se quiebra con el inicio de la vigencia de la Constitución
de 1993, porque no más se requiere de un documento parlamentario en que
conste la posición y motivación de la confianza parlamentaria, o contrariamente
su ausencia.
413
Manual del Parlamento
La generación de representantes a cargo de la gestión parlamentaria desde 1995,
en efecto, obvia los clásicos pasos procesales y suprime la regla general de que la
confianza ministerial debe constar en un texto escrito (la moción) en el que se
exprese formalmente la posición y razones básicas de quienes la otorgan, o que la
omiten o deniegan. En lo sucesivo la práctica ha consistido en votar la cuestión
planteada por el gabinete. No se distingue entre la confianza solicitada, y el acto de
valoración y merituamiento parlamentario de la solicitud. Se reconoce titularidad
suficiente al gabinete para promover la confianza, sin que preceda la confianza previa
consideración o motivación que determinan a quienes se la solicita que la presten o
declinen el otorgamiento. El proceso se acelera sumaria y súbitamente. En nombre
de la prontitud se expide la decisión. Debe presumirse que la confianza se da sin la
explicitación de la causa que la genera, que la rehúsa. No es más un acto razonado
sino uno conferido a la sola voluntad de quien la pide. Por eso cabe afirmar que la
investidura consiste ahora en un proceso decisivo antes que reflexivo.
Es cierto que la Constitución no señala cómo se consulta la confianza inherente
a la investidura. Tampoco el Reglamento del Congreso adopta previsión expresa
sobre el proceso de debate y consulta. En ausencia de norma el parlamento se rige
por hábitos y costumbres consuetudinarias en las que se ha probado exitosamente
el trámite de las más delicadas y hasta explosivas cuestiones políticas. Negar el
consejo de la práctica que se transmite en las tradiciones parlamentarias, por esta
razón, puede tener carácter temerario.
No se trata de exhumar viejas y dudosas rutinas, sino de ponderar la consecuencia
del apartamiento de sanas pautas de procesamiento de las cuestiones de magnitud
estatal que llegan para decisión de la representación de la nación. La desatención y
minimización de métodos probados durante reiterados y sucesivos casos, difíciles,
complejos y controversiales, debe explicarse con más razones que el desdén o la
súbita urgencia de decidir sin pausa cuestiones pendientes. Negar la experiencia
que la historia mantiene en la memoria de los pueblos y las instituciones puede ser
más una reacción precipitada o intemperante, o consecuencia del humor maníaco
o histérico de un representante, que ejemplo de la conducta de quienes como
estadistas debieran lideran los procesos políticos en la república.
Es recomendable el retorno de la práctica regular. La confianza debe documentarse.
Es parte del acuerdo o del pacto entre el gobierno y el parlamento. La declaración de
confianza parlamentaria es un acto solemne entre dos agentes estatales, el gobierno
y la representación nacional. El gobierno recibe el poder de la representación
para dirigir el país con su asentimiento. Pero la asertividad parlamentaria con el
gabinete se expresa en términos respecto de los cuales el desempeño del gobierno
es exigible. La moción incluye los términos de la confianza y respecto de ellos es
que luego el gobierno debe rendir cuenta.
414
Los procedimientos de control
Está pues en la naturaleza de la investidura que la concesión de confianza no es un
derecho temer desconocerse, ni un acto rutinario que corresponda mecánicamente
procesar al Congreso, sino consecuencia de un proceso de persuasión y de
convencimiento. No uno de imposición ni de arrebato. La confianza se conquista
y se merece, no se impone, no se expulsa ni se arrancha por ni a quien debe
prestarla de buena fe y en base al sustento y a la razón. Es por esa razón que el
respeto a la institución parlamentaria se ha canalizado a través de un protocolo
con el que se cuida la naturaleza fiduciaria de esta institución. En consecuencia
con la calidad del acto político del que trata, ha ocurrido que el procesamiento
de la confianza pasa por una sucesión de actos mediante los cuales se elabora y
se diseñan las bases de la relación no entre dos cómplices sino entre los quizá dos
más importantes actores estatales.
La trivialidad con la que se procesa la investidura, obviando el significado y
trascendencia que el parlamento exige en aspectos específicos de la presentación
del gabinete que solicita la aprobación de la autoridad políticamente representativa
de la sociedad, es un síntoma de la pobreza que los símbolos políticos tienen en
un parlamento con hábitos cada vez más pragmáticos. Cuando los procesos se
desarrollan con la lógica del consumismo los signos se pierden. Las instituciones
del universo político eclipsan en una vida parlamentaria nacional corroída por la
pérdida del sentido y la fractura de la identidad representativa. Los representantes
no alcanzan a concebir en qué forma la adopción de actitudes mecánicas
descuidan, carcomen, corroen y traicionan el cimiento ético y vivencial sobre el
que se construye el ejercicio y control del poder político.
Es la moción que motiva la resolución de otorgar o rehusar confianza al gabinete
en la que se especifica porqué o sobre la base de qué entendimiento la otorga. La
moción fija los términos que debe honrar el gabinete mientras tiene bajo su cargo
la conducción de las políticas públicas que se exponen como parte del programa
de gobierno que sustentan ante el Congreso. El texto de esa moción fija también
la obligación del Congreso para colaborar en el éxito de ese programa, tanto como
en el control y escrutinio de su desarrollo. Porque el gobierno se responsabiliza,
y el parlamento se compromete, las partes cuentan con un esquema que permite
exigir cuentas y descargar faltas. Esa es la finalidad y la utilidad del procedimiento
parlamentariamente observado. El olvido del que es objeto durante los más de
quince años en que se impuso el modelo ligero de procesamiento de la confianza
causa que el parlamento se vea también privado de la fuente según la cual
puede demandarse conductas políticas concretas según un patrón objetivo y
preestablecido.
Dado que no existe plazo perentorio para que la confianza se otorgue, aunque
sí lo hay para que el gabinete concurra al parlamento a solicitarla, no existe
415
Manual del Parlamento
impedimento reglamentario ni constitucional para que la investidura quede sin
otorgar. Si bien el ejercicio del gabinete mientras dura la indefinición parlamentaria
no es una cuestión deseable ni políticamente saludable, no es menos cierto que
dada la naturaleza condicional del tipo de investidura que rige en el Perú, el
ejercicio puede continuar bajo la condición resolutoria de que si el parlamento
se avoca a la confianza suspendida ésta puede concluir en cuanto el parlamento
decida resolverla. Lo políticamente inconveniente de una situación semejante es el
estado de indefinición política sobre el gobierno, considerando que el gabinete en
funciones ni tiene la confianza del Congreso, ni puede decirse que no la tenga. Si
es la mayoría la que decide no decidir sobre la confianza, esa decisión no importa
el otorgamiento, ni tampoco el rehusamiento.
El efecto generado es indefinible, puesto que aún cuando el gabinete no cuente
con la confianza del parlamento, sigue en funciones. La abstención parlamentaria
prefiere no resolver la condición a la que la Constitución sujeta el ejercicio
de funciones del gobierno, y la indecisión no tiene el poder de disolver el
nombramiento válido y bien hecho por uno de los titulares de la designación
del gabinete. Y a la vez la abstención, a pesar de generar un efecto permisivo
que no alcanza a la claridad y a una expresión positiva e indudable de confianza,
no puede generar los efectos del rehusamiento, porque tampoco esa ha sido la
declaración aprobada por el Congreso mediante el triunfo mayoritario de los
votos en contra.
Es cierto que las condiciones resolutorias son una modalidad sujeta a plazo, pero
no menos cierto es que ni la Constitución ni el Reglamento señalan el plazo para la
conclusión de la indefinición. El Reglamento sí dice que la cuestión de confianza
debe votarse en la misma o en posterior sesión, pero no prevé la situación que se
produce cuando por falta de votos suficientes a favor o en contra el parlamento
prefiere y opta por abstenerse de pronunciarse.
Por lo tanto se trata de situaciones análogas cuando, por demora en el plazo para
consultar la investidura parlamentaria; cuando consultada la investidura el número
de abstenciones es superior al número de votos a favor o en contra; o igualmente
si el número de abstenciones ocasiona empate con la suma total de votos a favor
y en contra (o incluso con el número de votos de la opción entre votos a favor o
en contra). En cualquiera de estos supuestos no cabe entender que el Congreso
ha resuelto aprobar la investidura, y en consecuencia que la verificación de la
condición resolutoria ha generado la disolución de la designación realizada por el
Presidente de la República.
Circunstancias como las mencionadas se asemejan a los votos híbridos que solían
presentarse durante la vigencia de la Constitución de 1933, cuando la mayoría
416
Los procedimientos de control
de la coalición apro-odriísta aprobaba votos de expectativa, que mantenían la
incertidumbre respecto del perfeccionamiento del título del gabinete para
hacerse cargo y para que sus actos tengan efectos jurídicos plenos. La intolerancia
con situaciones de incertidumbre es consecuencia con la mentalidad rígida
del pensamiento jurídico. La incertidumbre, en efecto, mella el principio de
seguridad jurídica que permite la estabilidad y la gobernabilidad política en el
país. Corresponde a la naturaleza de las comunidades políticas que la ambigüedad
quede excluida de su espectro.
Para eliminar los riesgos o peligros que repelen al pensamiento jurídico la herramienta
socorrida son las presunciones. Ante la inacción o la omisión dentro de un plazo
determinado el silencio o indefinición del actor es dotada de un contenido presunto.
Puede optarse por un contenido positivo, o por un contenido negativo. La inacción
u omisión pueden significar que luego de un plazo determinado en el que no se
disuelve el silencio parlamentario equivalen al otorgamiento (silencio positivo), o al
rehusamiento (silencio negativo) de la confianza.
El silencio positivo es favorable al gobierno, porque dejar pasar el plazo le favorece
en la consolidación de su titularidad a cargo del gabinete. El sentido negativo es
contrario al gobierno, que debe agenciarse de los medios persuasivos necesarios
para que la confianza se otorgue. El silencio positivo fortalece el poder del
gobierno, y el silencio negativo lo debilita. De modo que optar por el silencio
positivo acentuaría el carácter presidencial del régimen, en tanto que preferir el
silencio negativo acentuaría el carácter parlamentario del mismo.
Puede advertirse que el carácter impropio del voto de investidura, como llama
algún autor a esta institución adoptada por la Constitución de 1993, no es una
institución anodina, porque del modo en el que ella se aplique y ponga en práctica
puede afectarse el tipo de régimen político peruano. No existe obstáculo para que
prime una voluntad abstencionista, puesto que el Reglamento del Congreso la
reconoce como una facultad a los congresistas. Pero dadas las consecuencias que
una situación abstencionista ocasiona en la estabilidad y gobernabilidad política,
no menos que respecto de la inseguridad jurídica, es una consecuencia que sería
aconsejable que tratara de evitarse.
En caso que puesta al voto la moción con que se otorga la confianza ésta lograra
un número de votos en contra mayor que los votos a favor o las abstenciones el
resultado constituye una negación de confianza. La no confianza equivale a la
crisis del gabinete. Todos los ministros deben renunciar. Para aprobarla tampoco
se necesita mayorías calificadas.
417
Manual del Parlamento
110. Objeto de la confianza y voto de investidura
¿Sobre qué se expresa la confianza del Congreso en la investidura? ¿Se otorga la
confianza sobre la política general expuesta, o es, también, un pronunciamiento
sobre las personas de quienes integran el gabinete?
Cuando el Presidente de la República escoge y designa al Presidente del Consejo
de Ministros, no conoce con precisión qué tipo de política general es viable dirigir
en el país. Puede haber presentado al electorado un plan de gobierno durante
la campaña electoral. Si así lo hubiera hecho, aquél será la base sobre la cual se
diseñarán las políticas sectoriales más importantes y la propia política general
del gobierno, no menos que uno de los criterios con los que el Presidente de la
República gestionará su staff de ministros y otros altos funcionarios públicos.
Escogido el Presidente del Consejo de Ministros, se llevan a cabo las tratativas
entre uno y otro para conformar el resto del gabinete. El Presidente de la
República puede sugerir al Presidente del Consejo de Ministros que le proponga
algunos nombres, y el Presidente del Consejo de Ministros hará uso de su criterio
personal para proponer otros con el fin de conseguir un gabinete confiable. Sin
embargo ¿puede el parlamento, debe el parlamento, pronunciarse respecto de los
miembros del gabinete que pide confianza?
La Constitución es clara al señalar que la concurrencia del gabinete es para exponer
la política del gobierno y las medidas que requiere su gestión. Tanto el primer
gabinete como los que lo sucedan, todos, deben marchar al Congreso a conseguir
la confianza sobre la política general del gobierno. Y el voto de confianza o el de
la falta de ella, son consultados sobre la política general.
Es necesario tener presente, ello no obstante, la naturaleza bicéfala del ejecutivo.
Aun cuando es el Presidente de la República quien dirige la política general del
gobierno, son los presidentes de los sucesivos consejos de ministros quienes
concurren al parlamento para exponer la política general dirigida por el Presidente
de la República y para solicitar la confianza del parlamento sobre ella.
No debe pasar desapercibido, en efecto, que es el Presidente de la República
quien da unidad a las distintas administraciones. Lo común a todos ellas es que
el jefe de gobierno es el Presidente de la República, en cuyo nombre concurren a
exponerla.
Sin embargo, y de otro lado, no es menos cierto que el parlamento podría cuestionar
y revisar la moralidad o trayectoria democrática de un Ministro, o hasta de los
integrantes de todo un gabinete. Se trata de un elemento no sólo indispensable
418
Los procedimientos de control
para recibir la confianza del parlamento, sino que, llegado el caso, es esencial que
la confianza sea expresada sobre la política general del gobierno tanto como sobre
la persona e idoneidad político-moral del Consejo de Ministros.
En suma, incluso, por el contrario, podría ser que la propia política general del
gobierno pudiera pasar a un segundo plano, cuando es mucho lo que la identidad
de los miembros de un gabinete no despierta la confiabilidad del parlamento.
Quienes son escogidos son una señal frente a la cual el parlamento es sensible.
Indica, en casos, los énfasis de política que cada ministro puede potencialmente
dar al gabinete, según la trayectoria profesional recorrida o la militancia que
profese.
Las declaraciones programáticas contenidas en la política general del gobierno,
son sólo uno de los aspectos que considerará y sobre el que se pronunciará el
parlamento, siendo otro aspecto la calidad personal del equipo que la llevará a
cabo. En ningún caso sin embargo la confianza se expresa sobre el jefe de gobierno,
el Presidente de la República, que es representado por el gabinete para adquirir o
dejar de obtener la confianza parlamentaria.
La identificación del objeto propio de la investidura permite confirmar el carácter
conductor o director que le corresponde al parlamento, en materia de las políticas
públicas sobre las cuales comparte responsabilidad. Es una consecuencia o
efecto del otorgamiento de la investidura que el programa que aprueba tiene
respaldo representativo. De este modo se integra el valor eficiencia con el valor
representatividad, porque el gobierno autorizado con el aval de la representación
popular se hace cargo de la conducción técnica del Estado dentro del Poder
Ejecutivo, pero el Congreso no se exime ni está exento de responsabilidad debido
al compromiso que asume al confiar en la conducción del gabinete al que concede
su confianza.
Por el carácter mancomunado de la cooperación que forma parte del pacto
entre ambos órganos del Estado el Congreso resulta co-responsable por la falta
de idoneidad e incorrecciones de gobierno que se encuentran en la gestión
del gabinete. Esta responsabilidad se salva mediante los actos de control y de
seguimiento de la gestión que realiza el parlamento. Si ese control político es
débil el parlamento no queda limpio de lo que de cuestionable tenga esa gestión.
Cuando existen responsabilidades y éstas no se exigen, la ineficacia del control, y
la condonación, o la complacencia omisiva con la falta, agravan la falta. La agravan
de manera particular porque, así como quien tiene una función ejecutiva tiene un
nivel concreto de responsabilidad, cuando la agencia competente para supervisar
la ejecución de quien ha recibido su confianza, cohonesta la falta cometida, causa
con su omisión una ofensa más grande aún contra las virtudes que debe practicar
419
Manual del Parlamento
y cultivar los agentes de la colectividad en el Estado. Y el vejamen es tanto mayor
porque quien debe exigir responsabilidad sabotea la fidelidad de su mandato
frente a todo el país al que debe rendir cuenta, en contubernio con quien se
presume ha gestionado inadecuadamente las políticas públicas a su cargo.
Pero más allá del ejercicio de la función de control por la que es responsable el
Congreso, existe una observación que no debe pasarse por alto en relación con el
objeto de la investidura. Si el objeto es el programa político expuesto y el equipo
que tiene a su cargo su conducción y ejecución, la cuestión es que, si quien es
constitucionalmente jefe de gobierno es políticamente irresponsable ante el
Congreso, pero es él mismo quien gobierna de acuerdo al programa que él decide
y perfila, pero que el gabinete expone, advierte que su gabinete ministerial recibe
un revés en la presentación ante el Congreso, o posteriormente con la denegatoria
en una cuestión de confianza, o con la aprobación de una moción de censura que
trae como consecuencia la crisis y el derribamiento del gabinete ¿qué sentido tiene
que el Congreso rechace el programa de gobierno expuesto, o que el gabinete que
suceda al caído en crisis no tenga la potestad de alterarlo o ajustarlo porque no es
genuinamente dueño del programa ni por lo tanto es libre de desempeñarse en un
contexto en el que no puede sino operar como un ejecutor de las ideas y deseos del
Presidente de la República?
La cuestión, cuya respuesta no refuerza la bondad del modelo, evidencia que existe
un nivel de ineficiencia en el diseño del régimen político. La improductividad, o
cuando menos la debilidad en la eficacia del diseño, consiste en que en el supuesto
de que exista mérito para exigir la responsabilidad del gabinete, ésta se exija a quien
no corresponde, puesto que el agente activo del control carece de la posibilidad
constitucional de exigírsela a la única instancia capaz de alterar el programa cuyo
contenido puede definir a su solo arbitrio.
La flagrante imperfección del diseño conduce a plantear la necesidad de su ajuste, de
manera que la posición constitucional del Congreso sea capaz de generar los cambios
sustantivos que requeriría la exigencia de responsabilidad ministerial. Paralelamente
la posición del gabinete debiera contar con una capacidad más potente en el régimen
político, de forma que deje de tener el rol de un mero operador de políticas que el
sistema reserva al Presidente de la República. En el modelo francés, por ejemplo, la
ingeniería constitucional desmarcó al Presidente de la República del nivel operativo,
el que se adjudica al Jefe del gabinete ministerial.
Por último, y como consecuencia y parte de la naturaleza de la evaluación de la
cuestión de confianza que presenta el gabinete en el acto de investidura que de
ella se deduzca, dependa e integre, es indispensable referir el aspecto de la mayoría
necesaria para que la confianza se apruebe y la investidura se confiera. A diferencia
420
Los procedimientos de control
de lo que ocurre con otros actos en los que el parlamento examina la idoneidad en
la conducción de las políticas nacionales o en la corrección de comportamientos
constitucionales, ni la Constitución ni el Reglamento del Congreso fijan un número
preestablecido para que ésta se considere otorgada.
En ausencia de mayoría definida o explícita por default rige la regla general. Para
aprobar el voto de investidura al gabinete se requiere la mayoría simple de votos.
Según la regla contenida en el Artículo 52 del Reglamento del Congreso los
acuerdos se toman con esa mayoría. Por consiguiente no existe un número exacto de
votos, como ocurriría si se señalara el número explícitamente. El número a alcanzar
dependerá del quórum de la sesión, el que de existir asegura la validez de la votación.
En principio lo claro es que el otorgamiento de confianza no necesita de la mayoría
especial exigida para aprobar la censura. La censura es la desconfianza expresada al
gabinete por iniciativa del propio parlamento, y para alcanzarla se precisa el voto
de la mayoría absoluta de la asamblea. La confianza o falta de confianza se otorgan
mediante de voto del parlamento, pero como consecuencia de una iniciativa o
solicitud de confianza del gobierno.
En la práctica el voto de investidura ha sido concedido en un gran número de
ocasiones con mayorías superiores a la mayoría absoluta del número legal de
congresistas, no obstante no existir requerimiento tan alto. El cuadro siguiente
muestra la experiencia en el tratamiento de la investidura desde el inicio de la
vigencia de la Constitución de 1993.
Investidura del gabinete
1995-2012
Gabinete
Votación de la investidura
Período constitucional 1995-2000 (120 congresistas) Favor contra Abstenciones Presentes
Fecha
Premier
22 agosto 1995
Dante Córdova Blanco
86
3
24
113
3 mayo 1996
Alberto Pandolfi Arbulú
64
9
15
88
6 julio 1998
Javier Valle-Riestra G. O
68
32
2
102
4 setiembre 1998
Alberto Pandolfi Arbulú
63
17
1
81
28 enero 1999
Víctor Joy Way Rojas
64
18
7
89
11 noviembre 1999
Alberto Bustamante Belaúnde
57
20
0
77
Período constitucional 2000 (120 congresistas)
24 agosto 2000
Federico Salas Guevara Schultz 69
25
16
110
Período constitucional 2000-2001 (120 congresistas)
11 diciembre 2000
Javier Pérez de Cuéllar
74
0
7
81
Período constitucional 2001-2006 (120 congresistas)
23 agosto 2001
Roberto Dañino Zapata
106
0
1
107
421
Manual del Parlamento
Gabinete
Votación de la investidura
Período constitucional 1995-2000 (120 congresistas) Favor contra Abstenciones Presentes
9 agosto 2002
Luis Solari de la Fuente
57
1
20
78
18 julio 2003
Beatriz Merino Lucero
61
1
17
79
13 enero 2004
Carlos Ferrero Costa
49
6
44
99
25 agosto 2005
Pedro Pablo Kuczynski Godard 69
6
29
104
Período constitucional 2006-2011 (120 congresistas)
24 agosto 2006
Jorge del Castillo Gálvez
74
18
23
115
6 noviembre 2008
Yehude Simon Munaro
58
14
9
81
10 agosto 2009
Javier Velásquez Quesquén
67
13
11
91
5 octubre 2010
José Antonio Chang Escobedo
47
17
4
68
18 abril 2011
Rosario Fernández Figueroa
47
0
28
75
Período constitucional 2011-2016 (130 congresistas)
25 agosto 2011
Salomón Lerner Ghitis
87
0
32
119
5 enero 2012
Óscar Valdés Dancuart
67
0
30
97
Fuente: Departamento de Redacción del Acta del Congreso
Elaboración: propia
La relación de votos, en efecto, es constancia que en 14 casos la investidura se ha
aprobado con la mayoría absoluta del número legal de miembros del Congreso, y
en otros 5 la aprobación se concede con la mayoría absoluta sobre el número de
congresistas hábiles que votan en la sesión. Uno solo de los 20 casos de investidura,
hasta enero del 2012, se ha aprobado observando la regla mínima que es la mayoría
simple: es el caso del voto de investidura a favor del gabinete presidido por Carlos
Ferrero Costa el 13 de enero del año 2004,
La mayoría simple se calcula a partir del número de congresistas hábiles y presentes
que votan. Cabe en efecto que estando presentes en la sala de sesiones los congresistas
opten por no registrar su asistencia, o que habiendo registrado su asistencia prefieran
no votar. Para calcular si la investidura se aprueba o no basta que haya quórum y
que exista un número de representantes que voten a favor de la investidura que sea
superior, así no sea sino por un voto más, que el número de votos en contra o por
un voto más que el número de abstenciones.
No se produce la investidura si quienes votan en contra de la cuestión de confianza
solicitada son más que los que votan a favor, y que los que votan por la abstención.
De modo similar, si quienes se abstienen son más que los que votan a favor, y más que
los que votan en contra, la cuestión de confianza no puede considerarse aprobada,
pero puede volverse a poner al voto hasta que la indefinición se resuelva.
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