Precios del crudo siglos XIX, XX y XXI: ¿Récord

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Precios del Crudo siglos XIX, XX y XXI:
¿Récord o Reto Histórico?
Por
Roberto Carmona y Edgar Jones1
Si actualmente los precios internacionales del petróleo crudo constituyen o no un récord histórico
depende de cómo sean medidos. En términos nominales la respuesta es afirmativa, los precios ya han
superado los máximos históricos registrados a inicios de los años ochenta. La respuesta es negativa si el
precio se mide en términos reales, esto es, convirtiendo el precio histórico a dólares de 2007. El
máximo promedio anual registrado en la historia ocurrió en 1864 con récord de 105.93 dólares por
barril (US$/b). El siguiente récord tuvo lugar en 1980 con 85.03 US$/b para la cotización promedio
spot del crudo West Texas Intermediate (WTI). En 2007, el precio promedio para el WTI se situó en
72.26 US$/b. Aunque este precio fue todavía lejano a cualquiera de los récords históricos de 1864 y
1980, en noviembre de 2007 el WTI promedió 94.74 US$/b superando el récord de enero de 1981 de
94.08 US$/b.
La respuesta tiene distintos matices dependiendo de la selección histórica de la serie de precios, del año
base usado para deflactar los precios nominales, del crudo seleccionado y hasta de la moneda a la cual
se precie el crudo. Independientemente de las mencionadas variantes podemos concluir lo mismo: el
récord histórico anual en términos reales aún no ha sido superado. Pero más relevante que la simple
medición de los precios en récords y la especulación sobre el día en que serán superados, es de interés
conocer las razones que los originaron y las consecuencias de los mismos. El hacer un breve recuento
de la historia detrás de los Shocks Petroleros, es con la finalidad de situarnos en un contexto histórico
apropiado, pues algunas de las condiciones geopolíticas, económicas y tecnológicas del siglo XXI son
distintas a las prevalecientes en siglo XIX y XX. El incipiente siglo XXI ya nos ha dejado ver la
dimensión de los retos que se avecinan para el mercado petrolero internacional en general y en
particular para México.
110.00
Guerra Civil EEUU
Boom Petrolero en Pensilvania
Iluminación con Keroseno
Nace Standard Oil
1864
105.93 US$/b
100.00
90.00
Revolución de Iran
1979
II Shock Petrolero
Guerra Irán - Irak
1980
85.03 US$/b
Estimado 2008*
85 US$/b
80.00
Precio Real 2007
70.00
III Shock
Petrolero
Participación de
Mercado OPEP
1986
60.00
50.00
Edison
bombilla
eléctrica
1880
Ford
Modelo T
1908
México
Expropiación
Petrolera
1938
20.00
Crisis Asiática
Recorte
OPEP-No OPEP
1998
Precio Nominal
1981
1973
1965
1957
1949
1941
1933
1925
1917
1909
1901
1893
1885
1877
1869
1861
0.00
2005
10.00
OPEP
1960
1997
30.00
Guerra del
Golfo
1990
Yom Kippur
I Shock Petrolero
1973-1975
40.00
1989
US$/b
NYMEX
Contrato de
crudo
1983
Gráfica 1.
Índice de Precios al Consumidor: US Bureau of Labor Statistics
Precios: 1861-1944 Promedio de los Estados Unidos y 1945-1973 Arabe Ligero entregado en Ras Tanura (BP Statistical Review). 1974-2007
WTI Cushing (EIA-DoE, Departamento de Energía de los Estados Unidos).
* Precio promedio para el WTI, de acuerdo con las estimaciones del EIA-DoE.
El Inicio
A mediados del siglo XIX dio inicio la industria petrolera moderna gracias al arduo trabajo del
“Coronel” Drake y al orden financiero que el industrioso Rockefeller, con su Standard Oil, trajo al
boom petrolero de Pensilvania. Durante la Guerra Civil norteamericana se vieron afectadas las
importaciones de oleorresinas usadas para iluminación que llegaban por el sur de los Estados Unidos,
mismas que fueron sustituidas por el entonces muy barato keroseno producido por la incipiente
industria petrolera de Pensilvania. La era de la post Guerra Civil también trajo consigo un importante
crecimiento económico e industrial, acompañado de avances tecnológicos que llevaron a las
cotizaciones al más elevado y vertiginoso aumento de precios de crudo en la historia de la industria
petrolera moderna, al pasar de medio dólar el barril nominal en 1861 a 8.06 US$/b en 1864 (11.21 y
105.93 US$/b a precios de 2007, respectivamente). El espectacular incremento de cotizaciones trajo
consigo una fiebre por el entonces llamado Oro Negro y consecuentemente una ola de descubrimientos
que ocasionaron un exceso de oferta de crudo para el entonces reducido mercado de keroseno, cuyo
precio se redujo a menos de la mitad en 1870.
Pasaron ciento dieciséis años para que se volviera a presentar una escalada de precios de magnitudes
históricas. De 1861 a 1864 el aumento del precio real del crudo fue de 845%, mientras que de 1970 a
1980 fue de 790%, cuando el precio real pasó de 9.56 a 85.03 US$/b. Aunque en ambos siglos la
magnitud del aumento fue similar, en el siglo XX las condiciones al interior de los Estados Unidos,
como del nuevo orden mundial, así como de la industria petrolera ya habían cobrado un peso tal que las
fluctuaciones de los precios del petróleo no solo sacudieron a los Estados Unidos, sacudieron al mundo.
A pesar de las dos guerras mundiales, entre los años veinte y los sesenta, los precios del petróleo se
mantuvieron muy estables, fluctuando en un rango que iba de cincuenta centavos a tres dólares por
barril. Buena parte de la estabilidad se explica por el abastecimiento seguro, confiable y creciente de
Estados Unidos, cuya producción pasó de 1.2 millones de barriles diarios (MMBD) en 1920 a 7 MMBD
en 1960. Renombrados especialistas afirmaron que en México no había petróleo, pero los trabajos de
exploración de los intrépidos Weetman Pearsons y Edward Dohoney, demostraron lo contrario. Fua así
que México inició la producción comercial de petróleo en 1901 con alrededor de diez mil barriles. En
1921, México llegó a ubicarse como el principal exportador y el segundo productor más importante del
mundo, con poco más medio millón de barriles diarios (aproximadamente el 25% de la producción
mundial). La creciente demanda para satisfacer el desarrollo industrial norteamericano y la
reconstrucción de la empobrecida Europa, después de ambas guerras mundiales, obligó a las naciones
consumidoras a buscar suministros abundantes, confiables y baratos, que ya para 1938 México dejó de
constituir.
La nacionalización de la industria petrolera en México sentó el precedente gracias al cual Venezuela
pudo obtener mejores arreglos con las compañías petroleras internacionales y que posteriormente,
Medio Oriente, el nuevo punto de referencia mundial para la industria petrolera, también reclamaría
para sí. Fue a partir del proceso de nacionalización de la industria petrolera en México y el consecuente
breve embargo por parte de los Estados Unidos a las importaciones mexicanas, cuando Medio Oriente
se posicionó como la zona de reservas petroleras estratégicas. Entre 1948 y 1972, aproximadamente
siete de cada diez barriles que se añadían a las reservas mundiales de petróleo provenían de Medio
Oriente con una reserva estimada de 370 mil millones de barriles. La estabilidad de los precios del
petróleo, entre los años veinte y los sesenta, fungió como una especie de subsidio para financiar la
reconstrucción europea posterior a las guerras con insumo energético barato. Financiamiento que los
países exportadores, particularmente los de Medio Oriente, ya no estaban dispuestos a sostener.
La separación entre los bloques que daría lugar a la Guerra Fría, limitó el acceso a los recursos de la
entonces URSS, que además los requería para la reconstrucción de su propia planta industrial. Fue hacia
finales de los años cincuenta, cuando la URSS reanudó sus exportaciones mundiales de petróleo al
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tiempo que las compañías petroleras dominantes en Medio Oriente, Standard Oil (Exxon), Mobil,
Chevron, Texaco, Gulf, Shell y BP, bautizadas por el empresario italiano Enrico Mattei como las Siete
Hermanas, decidieron sin previo aviso reducir el precio que pagaban a los países productores de Medio
Oriente. Horas más tarde en septiembre de 1960, en respuesta a tal medida, en un acto de soberanía, los
representantes de entonces el 80% de las exportaciones mundiales, Arabia Saudita, Venezuela, Kuwait,
Irak e Irán, se unieron para conformar la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Primer Shock Petrolero
De 1965 a 1973 la demanda mundial registró un crecimiento promedió anual cercano al 8% y la oferta
OPEP lo hizo en 10%, consecuentemente el exceso de oferta trajo consigo un periodo de precios bajos y
estables, situación que a partir de 1974 dejaría de ocurrir. Durante los inicios de la década de los
setenta, la OPEP comenzó a implementar políticas más favorables para sus miembros, aumentando los
precios de exportación de su crudo y reduciendo las concesiones a las empresas extranjeras y
nacionalizando su industria petrolera.
En octubre de 1973, cuando ante la depreciación del dólar y los aumentos en la demanda mundial se
negociaban nuevos incrementos a los precios de exportación de crudo, Siria y Egipto se enfrentaban con
Israel, en la que se conocería como la guerra de Yom Kippur. El apoyo que Estados Unidos y otros
países europeos dieron a Israel y la negativa de las Siete Hermanas a incrementar el precio de
exportación provocaron el primer embargo petrolero cercano a los 5 MMBD. Además, Estados Unidos
ya no contaban con capacidad excedente, lo cual ocasionó una vertiginosa escalada de precios superior
al 250%, cuando las cotizaciones pasaron de 3.29 US$/b en 1973 a 11.58 US$/b en 1974. Fue así que el
mundo enfrentó el Primer Shock Petrolero, el cual evidenció la elevada dependencia mundial de los
recursos petroleros de Medio Oriente y de los bajos precios del petróleo para sostener el crecimiento
económico mundial. La súbita alza de cotizaciones internacionales del crudo contribuyó al cese de dos
épocas en la historia: la del Mercado de Compradores de Crudo o del Petróleo Barato, y La Edad de
Oro del Capitalismo Industrial, que mantuvo un crecimiento económico sostenido de 4.7 y 4% para
Europa Occidental y Estados Unidos de 1950 a 1973. Pero en noviembre de 1973, Estados Unidos
enfrentó la más prolongada recesión económica desde la Gran Depresión del 29. La recesión finalizó
dieciséis meses después, en marzo de 1975.
Estados Unidos alcanzó su máximo nivel de producción de crudo en 1970 con 11.3 MMBD; pero la
combinación de relaciones comerciales estables con Medio Oriente y petróleo barato relegaron el
desarrollo tecnológico, así como de nuevos yacimientos y acentuó la dependencia energética de los
norteamericanos, quienes ya desde entonces se situaban como los mayores consumidores de petróleo
crudo en el mundo con el 32% del consumo mundial. Fue precisamente a inicios de la década de los
setenta que la participación de mercado OPEP superó el 50% de la producción mundial y la
norteamericana pasaba de un 20% en 1965 a 15% en 1979, año del preludio del Segundo Shock
Petrolero.
Segundo Shock Petrolero
El vehemente giro de la monarquía personificada por el shah Mohammed Reza Pahlavi, a la
constitución de la actual República Islámica de Irán, con el Ayatollah Ruhollah Khomeini como su
máximo dirigente, trajo consigo cambios estructurales al pueblo iraní así como al mercado internacional
del petróleo y consecuentemente a la economía mundial. El apoyo mostrado por parte de Estados
Unidos al shah causó un descontento tal que la población iraní tomó la embajada de Estados Unidos en
Terán. En respuesta a la agresión, en noviembre de 1979, el presidente Carter ordenó la suspensión de
importaciones de crudo iraní, las cuales se ubicaban en alrededor de medio millón de barriles diarios,
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mientras que la producción norteamericana era ya 10% inferior a la máxima histórica y el consumo
25% superior.
Ante las aparentemente preocupantes cifras de consumo y producción norteamericanas, el embargo
impuesto a Irán podría parecer una insensatez; sin embargo, México fue la variable clave que le
permitió a la administración Carter tomar una decisión de alto impacto político, pero de bajo impacto al
balance petrolero norteamericano. De 1970 a 1979, la producción de crudo mexicano aumentó de 0.49 a
1.6 MMBD. Los moderados aumentos en la producción de Canadá aunados a la espectacular
producción mexicana, gracias en buena medida al descubrimiento en 1976 de Cantarell, el segundo
superyacimiento más grande del mundo, sobrecompensaron tanto la declinación de producción
norteamericana, como el cese de importaciones iraníes. Con la creciente oferta petrolera de Canadá y
México, los Estados Unidos habían resuelto su problema de abastecimiento, pero el resto del mundo no
contó con la misma suerte. La producción de Irán alcanzó un máximo histórico de 6 MMBD en 1974;
sin embargo, los disturbios relacionados con la revolución ocasionaron la salida de casi toda la planta
de trabajadores de la industria petrolera extranjera y consecuentemente, para 1979, el tercer exportador
neto más importante de la época registró una caída de la producción cercana al 50%.
El 22 de septiembre de 1980, cuando la OPEP se disponía a celebrar su vigésimo aniversario, la
situación en Medio Oriente se torno todavía más grave con la invasión de Irak a Irán. A la pérdida de
producción de Irán se sumó la de Irak que había alcanzado su máximo nivel histórico de producción en
1979 con 3.5 MMBD. El conflicto bélico ocasionó que para 1981 la producción de Irán e Irak, se
redujeran de sus máximos históricos en 80 y 74%, para ubicarse en 1.3 y 0.9 MMBD, respectivamente.
Las consecuencias de la rápida pérdida de la producción y de las exportaciones de Irán e Irak sobre las
cotizaciones internacionales del crudo fueron significativas y de efectos adversos a la economía
mundial. Entre enero de 1979 y enero de 1981 los precios internacionales casi se triplicaron. Estados
Unidos, que representaba un tercio de la economía mundial, enfrentó dos recesiones económicas
prácticamente continuas, la primera de enero a julio de 1980, y la segunda que se extendió por dieciséis
meses, de julio de 1981 a noviembre de 1982.
Tercer Shock Petrolero
El vertiginoso y continuo aumento de los precios intencionales del petróleo, durante toda una década
que inició en 1970, solo es comparable con su también vertiginosa y estrepitosa caída. La suma de los
dos Shocks Petroleros trajo consigo un aumento de las cotizaciones anuales promedio de 3.29 US$/b en
1973 al récord del siglo XX, con un promedio de 36.83 US$/b en 1980 (85.03 US$/b a precios de
2007). Del cenit de 1980 se originó el desplome de las cotizaciones a 14.43 US$/b en 1986. Como en
montaña rusa de feria, lo que había tomado diez años en escalar hasta la cúspide, fue prácticamente
borrado en una caída libre de solo seis, dejando a los países productores con una desagradable nausea al
final del recorrido.
La guerra entre Irán e Irak se prolongó hasta agosto de 1988, para ese año la producción de ambos
países mostró una modesta recuperación del nivel mínimo registrado en 1981, pero los elevados precios
del crudo ya habían motivado nuevas inversiones. Entre 1970 y 1986, la producción conjunta de la exURSS, México, China, Canadá y Mar del Norte aumentó 140% (de 1 a 2.3 MMBD). La creciente
producción No-OPEP, contrarrestó la menor producción OPEP, cuya participación de mercado cayó de
ser superior al 50% de la producción mundial en 1976 a 29.5% en 1985. Aunque de 1979 a 1983 la
oferta mundial de petróleo sufrió una caída de 14%, el aumento de oferta No-OPEP (3.2 MMBD) fue
suficiente para abastecer al mercado internacional, puesto que, como consecuencia de la recesión
económica y las políticas de conservación energética, en ese mismo periodo la demanda mundial se
contrajo en 10% y tomaría cerca de diez años en recuperar el mismo nivel de consumo que se tenía en
1979.
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Por el lado de la demanda se dieron cambios e innovaciones tecnológicas que permitieron la
conservación y la diversificación de las fuentes de consumo de energéticos. El caso más claro de la
época fue el mayor uso de la energía nuclear. Entre 1970 y 1986, el consumo mundial de energía
nuclear aumentó exponencialmente, de 17.5 a 361.3 millones de toneladas de crudo equivalente
(MTOE). En el mismo periodo, el consumo de energía hidroeléctrica aumentó 70% al pasar de 270 a
459 MTOE. De esta forma, no solo la OPEP había perdido participación de mercado, el petróleo
también perdió relevancia en el consumo mundial de energía, la cual pasó de 48% en 1973 a 39% en
1985. Hubo otra innovación que permitió a los comercializadores de crudo disminuir su riesgo ante la
volatilidad del precio del crudo, se trató de una innovación financiera: el lanzamiento en marzo de 1983
del contrato de futuros de petróleo crudo en el New York Mercantile Exchange. A partir de ese
momento el precio de referencia mundial se establecería con mayor transparencia de acuerdo con la
información y expectativas que los participantes del mercado tuvieran sobre la oferta y la demanda
local y mundial, demostrando la interdependencia entre el petróleo y el mundo financiero.
Desde el Primer Shock Petrolero comenzó una política de racionalidad de consumo y de exploración y
producción de nuevos yacimientos. La sinergia de avances tecnológicos, inversiones y políticas de
conservación energética, constituyeron la mezcla idónea para compensar parte de los efectos de la
dependencia energética, particularmente la petrolera. Así, en 1975 el Congreso de los Estados Unidos
promulgó la Ley de Conservación Energética y Aumento de la Eficiencia de los Automotores. A partir
de la promulgación de de tal ley, la eficiencia en los automóviles aumentó de 13 millas por galón en
1973 a 28.2 millas por galón en 1986. Los descubrimientos en aguas profundas (más de 1,000 pies) en
el Golfo de México iniciaron en 1975 con seis descubrimientos, para 1986 el número de
descubrimientos ya era cercano a cien.
La mayor oferta No-OPEP, al tiempo que las políticas de conservación mostraban su eficacia, orillaron
a que Arabia Saudita redujera su producción para intentar detener la caída de precios y más aún, el
rápido desplome de sus ingresos. A pesar del costoso esfuerzo de Arabia Saudita, las cotizaciones
cayeron 70% de los 39 US$/b promedio máximo nominal registrado en febrero de 1981 a los 11.57
US$/b promediados en julio de 1986. La combinación de menor oferta y desplome de precios ocasionó
a Arabia Saudita una pérdida de ingresos petroleros cercana al 75% entre 1980 y 1985 y de 50% a los
países miembros de la OPEP, mismo monto en el que cayó el PIB de México entre 1981 y 1986. Sin
éxito, Arabia Saudita solamente consiguió reducir su participación de mercado en la producción de
petróleo de 17.2% en 1981 a 6% en 1985 y en el mercado americano la pérdida de mercado fue de 25%
a 4%, puesto que durante algunos meses no se registraron importaciones de Arabia Saudita. Por el
contrario, la producción No-OPEP tomó el espació dejado por Arabia Saudita. En 1981 México alcanzó
una participación en la producción mundial de petróleo de 5.1% y desde 1982 se constituyó como el
principal proveedor de crudo a los Estados Unidos con el 22% de las importaciones totales de ese país.
Tal pérdida de preponderancia en el mercado petrolero internacional puso en riesgo tanto la posición
comercial de Arabia Saudita, como la de país líder de Medio Oriente en la esfera política internacional,
esta alarmante situación no sería tolerada por mucho tiempo.
Arabia Saudita había intentado detener el desplome de los precios; ahora buscaría recuperar su
participación de mercado; está vez tendría éxito. Para incentivar el consumo de crudo, Arabia Saudita
propuso un nuevo sistema de ventas para sus clientes, conocido como netback. El sistema netback
garantizaba al refinador una ganancia mínima sobre la venta de productos, independientemente de cual
fuera el precio de éstos. De esta manera, el refinador estaba incentivado a incrementar su volumen de
ventas al tener garantizado un margen de refinación positivo y, por ende, a aumentar el consumo de
petróleo saudita. En diciembre de 1985, con la finalidad de recuperar su participación de mercado, el
resto de los miembros del cártel adoptaron el sistema netback de precios. Este sistema de precios, junto
con el contrato del NYMEX, prácticamente eliminaron el poder que en algún momento tuvieron la
Railroad Commission de Texas, las Siete Hermanas y la OPEP, de imponer el precio del crudo.
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En tan solo un año, Arabia Saudita aumentó su participación en la producción mundial de 6% en 1985 a
9% en 1986. El éxito fue todavía más claro en el mercado norteamericano, donde las importaciones de
crudo saudita aumentaron en 370% y su participación aumentó al 15%, desplazando a México de la
posición de máximo exportador de crudo a los Estados Unidos. La recuperación del poder de mercado
de los países OPEP fue costosa. El 31 de marzo de 1986, el precio del WTI en Cushing, Oklahoma, se
desplomó a 10.25 US$/b, y en julio de ese mismo año el crudo de Medio Oriente se llegó a cotizar por
debajo de los 7 US$/b. Estos eran los precios más bajos que se registraban desde los años setenta. La
política de netback efectivamente permitió a Arabia Saudita y a la OPEP recuperar su posición
hegemónica en el mercado internacional, pero el desplome de precios fue tal que ponía en riesgo a la
industria del petróleo y de energía en su conjunto. Los proyectos de inversión tanto de producción de
crudo más caro, como de diversificación energética y conservación que se habían llevado a cabo apenas
unos años antes, requerían de un nivel de retorno mayor para seguir siendo rentables. Tanto productores
como importadores coincidían en que la industria requería de precios más elevados para conciliar los
intereses de ambos.
Los más importantes productores OPEP acordaron en diciembre de 1986 recortar sus niveles de
producción en 7% durante seis meses a partir de enero de 1987. La administración de los niveles de
producción resultó mucho más atractiva para la OPEP que el sistema de precios netback, mismo que fue
abandonado en diciembre de 1986. El paulatino incremento de la demanda mundial por petróleo y las
cuotas de producción trajeron consigo la anhelada estabilidad de precios, para la cual la OPEP había
considerado un rango entre 17 y 19 US$/b como suficiente para mantener en un buen nivel sus ingresos
sin afectar la demanda. Efectivamente, entre enero de 1987 y diciembre de 1998 las cotizaciones se
mantuvieron en un rango que fluctuó entre los 11.29 y los 25.41 US$/b, promediando 18.90 US$/b en
ese periodo. Las cifras anteriores excluyen las cotizaciones mensuales registradas entre agosto de 1990
y febrero de 1991.
La Última Década del siglo XX
La extensa guerra entre Irán e Irak dejó a ambas naciones en muy precarias condiciones económicas,
pues ninguno de los dos países había logrado recuperar el nivel de producción previo al conflicto
armado y los precios tampoco eran los suficientemente elevados como para mitigar los daños de la
guerra. Saddam Houssein, presidente de Irak, pidió sin éxito a Arabia Saudita y a Kuwait que redujeran
su nivel de producción con la finalidad de incrementar los precios internacionales del petróleo. Poco
tiempo después, Irak responsabilizó a los Emiratos Árabes Unidos y a Kuwait de mantener una política
deliberada para reducir las cotizaciones al violar sus cuotas de producción. El conflicto se tornó todavía
más ríspido cuando Irak acusó a Kuwait de extraer ilegalmente petróleo de su zona fronteriza. El 2 de
agosto de 1990, más de cien mil soldados iraquíes invadieron Kuwait.
Aunque efímeramente, Houssein logró su cometido. Kuwait fue anexado al territorio de Irak alegando
su legítima propiedad como decimonovena provincia. Con la anexión, Irak instantáneamente duplicó
sus reservas petroleras para constituir el 20% de las mundiales y cerca del 20% de la producción
petrolera de todo Medio Oriente. Aunado al mayor volumen de reservas y producción iraquí, durante
algunos días de agosto, las cotizaciones internacionales del petróleo aumentaron más de 70%, respecto
al mes anterior. Pero el 6 de agosto, el Consejo de Seguridad de la ONU impuso sanciones comerciales,
financieras y militares a Irak, incluyendo las exportaciones petroleras. El 9 de agosto, por votación
unánime la ONU declaró inválida la anexión de Kuwait al territorio de Irak. El 29 de noviembre, la
resolución 678 del Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el uso de fuerzas armadas si para el 15 de
enero Irak no abandonaba Kuwait. Apenas vencido el plazo, la coalición formada por 34 países y
liderada por Estados Unidos, inició el ataque contra Irak, quien lo resistió hasta el 27 de febrero de
1991.
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A diferencia de los años ochenta, la Guerra del Golfo no estuvo acompañada de otro shock petrolero.
Las políticas de restricciones de la producción OPEP llevadas a cabo en los años previos a la Guerra del
Golfo, dejaron al cártel con una capacidad excedente de más de 3 MMBD; por lo cual, entre 1990 y
1991, la producción total de Medio Oriente aumentó 6% respecto al nivel registrado en 1989 (16.5
MMBD). Por lo tanto, el precio promedio del crudo en 1990 se ubicó en un nivel moderado, por debajo
en 9.50 US$/b al récord histórico de 1980 y solamente 6.40 US$/b por arriba del promedio anual de
1986 (15.10 US$/b). Aunque en 1990 y 1991 se registró una recesión económica en los Estados Unidos,
en esta ocasión ésta no fue consecuencia de cambios abruptos en precios en respuesta a choques en la
oferta o la demanda mundiales de petróleo. De hecho, fue a partir de 1985, cuando la relación indirecta
entre elevados precios del petróleo y disminución en el crecimiento económico, conocida como Shock
Petrolero, perdió fuerza. El aumento de los precios internacionales tampoco fue consecuencia de una
menor oferta mundial de crudo, como había ocurrido en los primeros dos Shocks Petroleros. La
recesión fue más bien consecuencia de la política monetaria restrictiva aplicada desde 1989 por parte de
la Reserva Federal, con la intención de llevar la inflación a tasas cercanas a cero, pues el acelerado
crecimiento económico sostenido desde 1983 había traído presiones inflacionarias con tasas superiores
al 5%. Oficialmente el periodo de recesión inició en julio de 1990 y solo duró ocho meses.
Esta última década del siglo será sin duda recordada por la Guerra del Golfo, pero también por los
cambios estructurales ocurridos en el orden mundial a partir de la caída del Muro de Berlín. En materia
económica destacó la mayor globalización y liberad económica mundial. El ejemplo más claro lo
vivieron exitosamente las economías asiáticas en desarrollo, las cuales lograron tasas de crecimiento
económico elevadas y sostenidas superiores al 7%, incluso tomando en cuenta 1998, el año de la crisis
asiática. El crecimiento económico fue consistente con el consumo de petróleo de las economías de
Asia Pacífico, el cual entre 1990 y 1997 aumentó 45%; en ese mismo periodo, su participación en el
consumo mundial pasó de 21 a 27%, para ubicarse en 20 MMBD en 1997.
El origen de la crisis principalmente de Filipinas, Indonesia, Malasia y Tailandia, fue atribuido al
sobrecalentamiento de sus economías y a la rigidez de su tipo de cambio. Ello contribuyó al aumento de
su déficit externo y dio origen a burbujas especulativas en sus mercados financieros, mismas que
reventaron al mostrar signos de riesgo como ya había ocurrido en México, con la crisis de 1994-1995.
Entre las características de la globalización destacan los beneficios que se comparten entre las naciones
en las épocas de bonanza, gracias a la mayor libertad e intercambio económico, pero
desafortunadamente el caso opuesto también es cierto. Las consecuencias económicas a nivel
internacional de la crisis mexicana, por el nerviosismo que propagó a los inversionistas en varias
economías emergentes como Argentina, Brasil, Rusia, Filipinas, Indonesia, Malasia y Tailandia, fueron
conocidas como el “Efecto Tequila”. En 1998 el PIB de estas cuatro naciones asiáticas se desplomó
9.2% y la demanda petrolera de toda la zona se contrajo en medio millón de barriles diarios.
Consecuentemente en 1998 los precios se ubicaban en niveles tan bajos como los de 1986. En
diciembre de 1998, la cotización promedio de las calidades pesadas de Arabia Saudita y México,
promediaron 5.68 y 6.21 US$/b, respectivamente.
Ante el elevado crecimiento de la demanda mundial de petróleo, el 29 de noviembre de 1997 la OPEP
acordó aumentar su cuota de producción a partir de enero de 1998, después de cuatro años de haberla
mantenido sin cambios. La OPEP calculó correctamente que la demanda mundial de petróleo
aumentaría en 1998, pero no contó conque ésta lo haría en menos de 1% y no a tasas superiores al
2.5%, como lo había hecho en los años previos. La OPEP también subestimó el efecto de la crisis
asiática, región a la cual Arabia Saudita dirigía alrededor de la mitad de sus exportaciones y cuya
demanda, tan solo en 1998 cayó 2.2%, después de que había registrado tasas crecimiento cercanas al
6%. En las reuniones de marzo y de junio de 1998, la OPEP y países No-OPEP como México, Noruega
y Rusia acordaron reducir en 3.1 MMBD la producción mundial.
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La despedida del siglo XX fue más estable que los años previos. La OPEP había logrado una mayor
cohesión entre sus miembros e incluso también con otros países protagonistas de la escena mundial del
mercado petrolero internacional. Los días más difíciles de la crisis asiática habían pasado. En 1999,
Asia mostró claros signos de recuperación económica, que se vieron reflejados tanto en una mayor
demanda petrolera, como en la tendencia al alza de las cotizaciones internacionales del crudo, tendencia
que se ha mantenido desde entonces.
Siglo XXI: Récord o Reto Histórico
Diez años después, los bajos precios registrados en 1998 se ven muy lejanos, particularmente hoy,
cuando las cotizaciones de tres dígitos son una realidad. Hay 88.82 US$/b de diferencia entre el mínimo
precio para el WTI, registrado el 10 de diciembre de 1998 (10.82 US$/b) y los 99.64 US$/b al cierre del
pasado 2 de enero. La demanda mundial de petróleo ha crecido constantemente en un promedio de 2%
anual y se ubica en cerca de 14 MMBD por arriba de la registrada en 1999 (75.5 MMBD), apoyada por
un sólido y constante crecimiento económico mundial (4.4% promedio anual entre 1999 y el esperado
por el FMI para el 2008). De 1999 a las estimaciones para 2008, los países asiáticos han aumentado su
consumo anual de petróleo a una tasa promedio superior al 3%; tal crecimiento ha sido bien sustentado
por una tasa anual promedio de crecimiento económico superior al 8%.
Precios de 100 US$/b demuestran parte de las diferencias existentes en el mercado internacional,
respecto a los años ochenta e incluso hace diez años. El año 2007 inició con cotizaciones de 50 US$/b,
pero para noviembre el WTI rebasó el récord mensual histórico del siglo XX de 94.08 US$/b registrado
en enero de 1981, al promediar 94.74 US$/b. Las causas del rápido aumento responden a las
expectativas de la creciente demanda mundial y de moderado aumento de la oferta, lo que mantendrá un
estrecho balance mundial de petróleo, así como a factores de inestabilidad geopolítica en zonas de
importante producción, como Nigeria, el mayor productor de África, y Medio Oriente. Asimismo, los
mercados financieros han jugado un papel importante en los recientes aumentos, pues los contratos
futuros de crudo han sido una buena opción para la diversificación de riesgo ante la caída de los
mercados accionarios denominados en dólares, moneda que de enero a diciembre de 2007 se depreció
en más de 10% frente al Euro. Las expectativas de estrecho balance mundial de petróleo y las
necesidades de diversificar el riesgo financiero, exacerbaron la tendencia al alza de las cotizaciones del
crudo y dieron lugar a que en julio de 2007, el interés abierto para el contrato de crudo del NYMEX
alcanzara un récord histórico con 1,549,425 contratos (cada contrato es de 1,000 barriles).
A pesar de la tendencia al alza de las cotizaciones de crudo, las cuales ya se encuentran en máximos
históricos, la Agencia Internacional de Energía (AIE) espera un aumento de la demanda mundial de
petróleo de 2.1 MMBD, para este año; destacando Asia y Medio Oriente como las regiones de mayor
crecimiento. Una fuerte razón que descarta la posibilidad de que ocurra otro Shock como el de inicios
de los ochenta, radica en que el aumento del crecimiento económico mundial ha sido más elevado que
el costo del consumo de petróleo, entendido como el precio pagado por el volumen de petróleo
consumido. El Índice de Impacto Petrolero (IIP) se obtiene de dividir el costo del consumo de petróleo
entre el PIB y constituye un buen indicador de la propensión de que la economía mundial entre en una
recesión a partir de mayores niveles de precios del petróleo.
La gráfica 2, muestra la relación entre el IIP, el precio del WTI y las recesiones en Estados Unidos. El
IIP alcanzó su nivel más alto en los años ochenta debido a que el aumento en el nivel de precios fue
proporcionalmente mayor al crecimiento económico; tal situación eventualmente derivó en dos Shocks
Petroleros. Las recesiones económicas de 1990-1991 y del año 2001 en los Estados Unidos, coinciden
con moderados aumentos del IIP, pero ninguna de las dos recesiones estuvo asociada a un aumento en
los precios del petróleo. Para el 2008 se estima que el IIP seguirá aumentando, pero aún considerando
un precio promedio similar al de 1980 (85 US$/b de acuerdo con el pronóstico el Departamento de
8
Energía de los Estados Unidos), el IIP todavía se encontraría muy por debajo del nivel observado entre
1979 y 1985, lo cual haría poco probable un Cuarto Shock Petrolero.
100.00
220
6
16
8
8
90.00
Índice de Impacto Petrolero
80.00
Duración en meses de las
recesiones en los EEUU
210
200
190
180
70.00
160
US$/b
150
140
60.00
130
120
50.00
110
100
40.00
90
Indice de Impacto Petrolero
170
WTI
80
30.00
70
60
20.00
50
40
2008*
2006
2004
2002
2000
1998
1996
1994
1992
1990
1988
1986
1984
1982
1980
1978
30
1976
10.00
Gráfica 2.
Índice de Impacto Económic = (WTI (US$/b) * Consumo Munidal (MBD))/PIB mundial (miles de millones de dólares Corrientes)
Fuente: FMI, EIA-DoE y National Bureau of Economic Resarch (NBER) para las recesiones.
*2008 Fuentes: AIE para el Consumo Mundial, EIA-DoE precio promedio del WTI y FMI crecimiento económico mundial.
La economía mundial está mejor preparada para soportar precios más altos de petróleo que en los años
ochenta, pero como hemos visto a través de la historia del mercado petrolero internacional, los
aumentos bruscos y prolongados tuvieron consecuencias importantes sobre la economía mundial, así
como sobre la industria en su conjunto. El IIP aumentaría a los niveles de 1981-1982 si el precio en
2008 se llegara a situar entre 110 y 120 US$/b, en cuyo caso no solamente observaríamos un nuevo
récord histórico del siglo XXI, sino de todos los tiempos y también, muy probablemente, viviríamos un
Cuarto Shock Petrolero.
Si bien el escenario para los siguientes años favorecerá precios elevados por el estrecho balance
mundial de petróleo, las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE), la OPEP y el
Departamento de Energía de los Estados Unidos (DoE), han tenido que acomodarse a la contraintuitiva
relación entre altos precios de crudo conviviendo con elevadas tasas de crecimiento en la demanda. El
DoE estima que entre el 2009 y el 2030 las cotizaciones internacionales del crudo aumentarán de 85 a
150 US$/b y que la demanda mundial y de la de los países No-OCDE crecerá anualmente a una tasa
promedio cercana al 1.5 y 3%, respectivamente. La OPEP y la AIE, cuentan con estimaciones de la
demanda consistentes con las del DoE, al ubicar la demanda mundial en 120 MMBD para el 2030.
El DoE y la AIE, coinciden en que el transporte será el sector que demandará la mayor cantidad de
hidrocarburos con una participación superior al 55% del total del consumo de líquidos por sector. El
sector transporte en México es una variable clave para el balance de energía nacional, pues la
participación del volumen de ventas internas de gasolina y diesel representa el 60% del volumen total
de ventas de productos petrolíferos. La tasa de crecimiento de las ventas internas de gasolinas ha sido
9
muy elevada, de 2002 a 2007 aumentó cerca de 40%. En noviembre de 2007, las ventas internas de
gasolina se ubicaron en 778 miles de barriles diarios (MBD), de los cuales únicamente 210 MBD
fueron producidos en México. De continuar este ritmo de consumo, el volumen de ventas internas de
gasolinas podría llegar al millón de barriles diarios para el año 2015.
Los precios se mantendrán con un buen nivel de soporte por la mayor demanda, particularmente de los
países en desarrollo y por la incertidumbre proveniente de la oferta mundial de petróleo. Por un lado,
una mayor proporción de la oferta mundial de petróleo provendrá de los países miembros de la OPEP,
pero algunos de ellos como Irán, Irak, Nigeria y Venezuela son considerados de alto riesgo político y
económico, lo cual obstaculiza la asignación de recursos para llevar a cabo inversiones en
infraestructura, aumentando la especulación y la volatilidad del mercado petrolero internacional. Por el
otro, se espera un crecimiento marginal o nulo de la oferta No-OPEP a partir del 2010 y éste estaría
concentrado en la ex-URSS, el Oeste de África, Canadá y Brasil.
Recientemente los costos marginales de extracción se han llegado a ubicar hasta en 70 US$/b, mientras
que se habían mantenido estables en alrededor de 20 US$/b entre 1990 y 2002, cuando el volumen de
crudo no convencional representaba menos del 2% de la producción total; de acuerdo con el DoE se
espera que el crudo no-convencional constituya hasta 10% de la oferta total en el 2030 (110 MMBD).
La nueva estructura de costos de producción, misma que determina el nivel de precios en el largo plazo,
podría hacer que algunas fuentes de producción que hoy son consideradas no-convencionales, como el
crudo de arenas bituminosas de la provincia de Alberta en Canadá o la producción en aguas ultraprofundas, mañana constituyan parte de la producción convencional. México podría beneficiarse de las
expectativas de mayores precios, pues buena parte de su potencial del crecimiento en la producción de
petróleo necesaria para enfrentar la declinación actual, se encuentra en la producción en aguas
profundas y ultra-profundas en el Golfo de México.
Los precios récord de los siglos XIX y XX, serán superados en el siglo XXI, pero el riesgo de que
ocurra un nuevo shock petrolero es menos probable. El actual aumento de precios responde en buena
medida a una mayor demanda sustentada con crecimiento económico. Los cambios tecnológicos, la
búsqueda y desarrollo de fuentes de energía alternativa, las políticas y hábitos de consumo proambientales, y en general de conservación y eficiencia energética, mantendrán su marcha con mayor
fuerza en este siglo. Los países productores y consumidores parecen haber aprendido la lección del
Tercer Shock Petrolero y buscarán mantener en balance sus respectivas necesidades. De cualquier
manera no se descartan tensiones geopolíticas, avances tecnológicos o incluso desastres naturales que
podrían poner en riesgo el estrecho y ya de por si delicado balance petrolero internacional.
El gran reto para la industria petrolera internacional en el siglo XXI será el hacerle frente a una
creciente demanda en zonas donde la estabilidad de precios es todavía necesaria para su desarrollo,
especialmente para los países de Asia, al tiempo que la estructura de costos de producción se encuentra
en aumento y las reservas más importantes de hidrocarburos están concentradas en países que no
necesariamente comparten la visión de precios de equilibrio de mercado, pues sus economías poco
diversificadas y poblaciones en crecimiento requieren de precios elevados. Consecuentemente se
observarán nuevos récords históricos de precios, acompañados de mayor volatilidad, la cual afectará,
como en los siglos anteriores, tanto a productores como a consumidores. Los daños ambientales son una
realidad difícil de ignorar, al igual que lo son los efectos que las políticas y tecnologías para combatirlos
tendrán sobre la industria petrolera y sobre nuestros hábitos de consumo de energéticos. El uso racional
tanto del petróleo, como de los recursos económicos generados de su comercio internacional, es
necesario para el funcionamiento armonioso de un mercado internacional que funcione en beneficio de
la humanidad. La cooperación entre productores y consumidores será fundamental para enfrentar los
retos del siglo XXI. Como lo fue en el siglo XX, México, hoy el sexto productor de petróleo más
importante del planeta, será sin duda un partícipe clave en el destino de la industria petrolera
internacional frente a los retos del siglo XXI.
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Un paréntesis:
México, el siglo XXI de la Industria Petrolera y del Mercado Laboral
México frente al siglo XXI enfrenta como reto una peligrosa combinación de tasas crecientes de
consumo de productos refinados, particularmente gasolinas y diesel, y decrecientes en la producción y
en la adición de reservas petroleras, en medio de un escenario de elevados precios de petróleo y
productos refinados. Las inversiones tanto en exploración y producción, como en refinación serán
necesarias para enfrentar los requerimientos de consumo del país, pero será también necesario ajustar el
otro lado de la ecuación: racionalizar la demanda.
La estabilidad macroeconómica ha facilitado la adquisición de bienes muebles e inmuebles a un menor
costo financiero, caso específico es el de los créditos automotrices. En menos de tres años, el número de
vehículos en circulación en el país se ha incrementado 18%. En octubre de 2007 se registraron más de
24 millones, cifra superior en 3,648,789 al total nacional de vehículos en circulación de enero de 2005.
Sin duda es un gran beneficio social el contar con crédito barato, pero estamos haciendo un uso poco
racional de ello, pues aunque sea en vehículos nuevos o semi-nuevos, las horas de embotellamientos
han aumentado llegando al borde de lo ridículo. Este no es un uso adecuado y racional de los
combustibles, es un desperdicio.
Requerimos de ideas, sencillas, claras e innovadoras para enfrentar este reto. Una alternativa es el hacer
uso de las nuevas tecnologías de información para implementar horarios de trabajo más flexibles e
incluso desde el hogar. Sabemos y diariamente muchos padecemos la estrecha relación entre los
horarios de tráfico con los laborales y escolares. El modelo actual de trabajo es obsoleto, está basado en
las épocas en las que no existían computadoras personales, ni correos electrónicos, ni celulares, ni
tampoco Internet. Era, por lo tanto, necesario ir del hogar al centro de trabajo diariamente; ahora no lo
es, al menos no todos los días, ni todo el personal empleado tiene forzosamente que asistir a su centro
laboral para hacer su trabajo. El beneficio agregado directo de implementar trabajo fuera del centro
laboral es el de la disminución de los congestionamientos viales, haciendo más eficiente el uso de los
combustibles de los vehículos en circulación, reduciendo la tasa de crecimiento de la demanda. Otros
beneficios serían los ambientales. Este nuevo hábito y modelo de laboral estaría a favor de las medidas
de conservación y preservación del medio ambiente, lo cual permitiría hacer uso del mercado financiero
de reducción de emisiones, como el del Banco Mundial. Con esos recursos podría financiarse un
sistema de transporte público más moderno o dedicar mayor inversión a la investigación y desarrollo de
energías renovables, cuyo uso es inferior al 2% del total del consumo de energía en el país, frente a un
8% del promedio mundial.
El mercado laboral se vería beneficiado en su conjunto con la implementación de las tecnologías de
información. Contaríamos con un modelo laboral más incluyente, pues facilitaría la contratación de
discapacitados, de mujeres, en especial de madres solteras, de ancianos y de jóvenes, para quienes las
tasas de desempleo son las más elevadas del país. La productividad laboral aumentaría, pues la empresa
destinaría menos recursos por empelado, obteniendo los mismos o tal vez mejores resultados, puesto
que sus empleados trabajarían con menor estrés y en horarios donde su desempeño es óptimo. La
utilidad financiera de la empresa y el salario real del empelado se elevarían, al reducirse la estructura de
costos para ambos.
El gobierno federal podría hacer uso de un modelo laboral más innovador para promover el empleo, la
disminución de sus costos fijos, y también para promover su desconcentración de las grandes ciudades,
en beneficio del desarrollo regional reduciendo al mismo tiempo la carga financiera de la federación a
los estados. Estas son tan solo algunas de las ventajas más obvias que podríamos obtener de hacer un
uso más eficiente de las herramientas tecnológicas con las que contamos para aumentar la
competitividad laboral, que dicho sea de paso, la eficiencia del mercado laboral ocupó la peor posición
11
de México entre las clasificaciones del Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial, (lugar
número 92 de 131 países evaluados).
Continuar sosteniendo los modelos obsoletos de mediados del siglo XX tanto en el marco laboral como
en el energético es la alternativa más costosa que tenemos. Pretender solucionar el rezago laboral, el
energético, el financiero o el educativo, por mencionar solo algunos, como problemas independientes
denotaría una visión miope, anticuada y estéril para solucionarlos. La tecnología del siglo XXI puede
servirnos para mejorar la competitividad laboral e incrementar la eficiencia energética. Estamos ya
acostumbrados al uso cotidiano de la tecnología de información y comunicaciones, simplemente
tenemos que sistematizarla y organizarla para conseguir al mismo tiempo, un mercado laboral y una
industria de la energía dignas del siglo XXI. El reto de modernizar la industria petrolera y el mercado
laboral es mayúsculo. ¿Por qué no reducir su magnitud del reto al mismo tiempo que mejoramos
nuestro medio ambiente, nuestra calidad de vida y también de paso mejoramos nuestra productividad
laboral?
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Referencias:
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US Commodities Futures Trading Commission
http://www.cftc.gov/
World Bank: Carbon Finance Unit
http://carbonfinance.org/Router.cfm?Page=ProjDev&ItemID=24671
1
Roberto Carmona se desempeña como analista de mercado petrolero y pronósticos precios en PMI Comercio
Internacional. [email protected]
Edgar Jones es Gerente Comercial de Crudo para Europa y Asia de PMI Madrid. [email protected]
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