1− EL MUNDO IBÉRICO Iberia es el nombre que dieron los griegos a la península .Las colonizaciones fenicia (desde los siglos VIII y en especial siglo VII a.C.) y la griega (desde el siglo VI a.C.) tuvieron una gran importancia en la formación del mundo ibérico a partir del contacto de las poblaciones del Levante y del sur de la península con los colonizadores. Estos contactos propiciaron diversos cambios sociales, económicos y culturales. Las comunidades ibéricas Los rasgos propios culturales del mundo ibérico eran un conglomerado económico social y cultural, pues los diversos pueblos que habitaban la península poseían diferentes costumbres. Se clasifican de la manera siguiente: a) Pueblos de origen mediterráneo: −Este de la península, el Levante. Habitado, según se dice por gente procedente del norte de África, de diversas zonas de Italia y Grecia y en la época del bronce por colonizadores de la alta Andalucía. Su máximo desarrollo cultural se produjo aproximadamente hacia el siglo VI a.C. y estaban fuertemente influidos por los griegos y fenicios. Constituían una cultura desarrollada fundamentalmente en ciudades, organizadas y socialmente jerarquizadas, existía una fuerte sociedad de clases en función de la riqueza. Era una región con diversas ciudades estado (polis) al modo griego, con variados tipos de escritura y bellas manifestaciones artísticas, y una agricultura rica en cereales, vides y olivos y de minería como el hierro y la plata. Sus grupos mas conocidos fueron los edetanos, ilercavones y cosetanos, establecidos en su mayoría en la zona de Valencia y el bajo Ebro. −Sur de la península, Turdetania. Habitado por variadísimos pueblos, con similitudes a la zona este de Iberia pero con peculiaridades históricas, culturales y económicas que lo distinguen. Su sistema político y social era parecido al de sus vecinos pero con resonancias norteafricanas y fenicias. Antes de su conquista por los cartaginenses en el siglo V a.C., el territorio había estado unificado por el conocido y mítico Reino de Tartessos. Los tartesios habían desempeñado el papel de intermediarios en las relaciones de la península con el Mediterráneo oriental y de lo poco que sabemos, que era un reinado rico y artístico, pero la caída de Tartessos (la capital que los arqueólogos no han descubierto) y de sus reyes míticos pudo deberse a una decadencia momentánea de la producción minera lo que produjo una crisis comercial. El reinado se dividió en un mosaico de pequeños reinos, los turdetanos según como lo calificaban Estrabón y Plinio. Estos fueron los herederos de Tartessos, como se puede observar en su habilidad con la orfebrería (de cual se dice que los tartesios eran maestros) y en la magnitud de sus ciudades, como la actual Carmona o Cástulo, en Jaén. A pesar de la crisis minera que destrozó Tartessos, la producción siguió adelante, con minerales como el hierro, el plomo y el oro. La producción agrícola fue inmensa, junto con la ganadera y la pesquera. Hay que comentar por último de estos pueblos mediterráneos, las creencias y la religiosidad, que son mal conocidas. Según parece existía la figura de una divinidad masculina relacionada con los caballos, que los antiguos comparaban con Marte o Hércules. Las divinidades femeninas parecen estar ligadas al mundo subterráneo, al agua, a la fecundidad y a la muerte y fueron comparadas con Venus y Ártemis. En general, se relacionaban con la naturaleza, con santuarios en cuevas, manantiales y bosques y con figurillas de barro y exvotos. Los grandes santuarios estaban en Andalucía y el sureste, mientras que en la zona catalana se practicaban cultos de origen galo. b) Pueblos de origen indoeuropeo: 1 − Centro y oeste de la península. Los celtas. Desde el año 1000 al 500 a.C. se van sucediendo entradas más o menos masivas de indoeuropeos, en su mayoría celtas. A diferencia del este y sur de Iberia, influidos por los pueblos mediterráneos, la mitad noroccidental (centro y parte del norte) formaba parte de una cultura más continental en el que destacaban elementos como la economía ganadera, que conlleva una mayor movilidad y en consecuencia un mayor papel ritual guerrero. A pesar de su cultura celta, los autores clásicos llegaron a llamar a estos pueblos celtíberos, por algunas diferencias con los pueblos celtas europeos. Los celtíberos, término genérico que engloba a los variadísimos pueblos (tantos que a los arqueólogos les cuesta estudiarlos por su movilidad) no tuvieron nunca unidad política, pero su cultura era similar. La base económica de estos pueblos, junto con los lusitanos (en regiones de Portugal) y vetones (regiones de Castilla−León) era como ya se ha comentado, la ganadería, ovejas y cabras y la metalurgia (fabricaban muy buenas armas) y orfebrería. En cuanto a las ciudades, no existe evidencia de estas hasta un período tardío; hasta ese momento, los pobladores se clasificaban en tribus y clanes, y consejos de ancianos o de aristócratas (en un período avanzado). Sus ritos religiosos los califico en guerreros y míticos. En los ritos guerreros se producen variados comportamientos, como la calificación de edades, comidas frugales y sacrificios animales. Otras costumbres curiosas eran la de ofrecer las manos cortadas de los vencidos a los dioses o dejar los cadáveres de los guerreros caídos en merced de los buitres. En la religiosidad mítica, se rendía culto a la naturaleza, con la presencia de monolitos (grandes piedras) o el culto a los montes y a las divinidades del agua como Navia. Otras divinidades que se adoraban eran Cossus, dios guerrero y Bandu, relacionado con la unión social. −Norte peninsular. El Cantábrico. Es el pueblo peor conocido, incluso en la época imperial romana debido a su lejanía. Entre los pueblos principales se pueden nombrar los vascones (en el actual País Vasco), los cántabros, los astures (en la actual Asturias) y los galaicos (en la actual Galicia). Su procedencia es un enigma aunque predomina la teoría del origen indoeuropeo, pero con una llegada de estos anterior a los pueblos celtas (de ahí que se les califique de protoindoeuropeos).Increíblemente y a pesar de la llegada del latín a la península, todavía poseemos algunas palabras de sus lenguas, sobre todo del vascon, que es actualmente el lenguaje oficial del País Vasco. Probablemente su organización política y social sería parecida a la de sus vecinos celtas. Vivían en poblados en montes y acantilados denominados ¨castros¨, su economía era muy elemental, con la recolección de frutos (al parecer, las bellotas eran la base de la alimentación, de ellas obtenían harina), la caza, la agricultura (desarrollada por las mujeres de las aldeas) y la cría de cabras y cerdos. Pero hay que tener en cuenta que esta visión primitivista, que nos viene en su mayoría de autores latinos, pudo ser simplemente fantasías de autores que querían demostrar los beneficios de la conquista de esta áreas. La conquista de Iberia La península Ibérica desempeñó un importante papel en el enfrentamiento que sostuvieron Cartago y Roma por el control del Mediterráneo, del 237 al 206 a.C. lucharon por el dominio de Iberia. Ambos contendientes buscaron la alianza con los pueblos indígenas, lo que influyó en la evolución de éstos. Tras la victoria romana y la permanencia de sus tropas, el panorama cambió y los signos de descontento se extendieron por la Península. −La lucha por Hispania: En el 237 a.C. Amílcar Barca y su ejército desembarcaron en Gadir (Cádiz) y rápidamente dominaron el Sur y el Levante de la península, cuyo control consolidaron con la fundación de Cartago Nova (actual Cartagena). En el 226 a.C Roma y Cartago estipularon un límite a sus fronteras con el Tratado del Ebro, que situaría a este 2 río como ese mismo límite y que fue,como ahora explicaremos, la causa de los enfrentamientos.La toma de Sagunto por Aníbal en el 219 a.C. supuso la ruptura de este tratado y llevó a la guerra.El ataque sobre esta ciudad aliada de Roma desencadenó la reacción romana (aunque Roma ya rompió el tratado al aliarse con esta ciudad), asi pues, en el año 218 a.C. Cneo Cornelio Escipión desembarcó en Ampurias y durante los primeros años el general y sus soldados romanos se limitaron a avanzar por la zona norte del Ebro estableciendo su base en Tarraco (Tarragona). Las batallas no eran decisivas y en ellas los dos bandos utilizaban tropas de los pueblos indígenas aliados, alianzas no demasiado estables que a veces implicaban la toma de rehenes. En el 212 a.C. los romanos tomaron Sagunto, pero en su avance hacia el sur fueron sorprendidos por los cartagineses (bajo el mando de Asdrúbal) y vencidos tras la fuga por los pueblos aliados de estos, los celtíberos. Entonces Roma envió a Cornelio Escipión (el futuro Escipión el Africano) quien recuperó la iniciativa al ocupar Cartago Nova en el 209 a.C, hecho que anunciaba el desenlace de la guerra en Hispania. Desde esta base y siguiendo una eficaz política de acercamiento y alianzas con los pueblos indígenas, Escipión derrotó definitivamente a los púnicos en Baecula (208 a.C) e Ilipa (206 a.C).Finalmente Gadir se entregó a Roma en 205 a.C. −Los inicios de la conquista: Aunque Roma ocupase Hispania como resultado de la lucha contra los cartagineses, su permanencia en la península una vez finalizado el conflicto indica que los romanos ya tenían interés de antemano en apoderarse de ella. Así lo entendieron también los pueblos indígenas de las zonas ocupadas, en especial Lusitania, de la que hablaremos especialmente mas tarde. Tras vencer a los sublevados, Roma les impuso severas condiciones, debían pagar los pueblos un stipendium (el costo de la manutención de las tropas romanas, en moneda o en especie), a entregar rehenes, admitir guarniciones romanas en las ciudades además del saqueo que los romanos hicieron en muchos pueblos. En este periodo de ocupación, Roma prefirió establecer pactos de alianza con algunas ciudades (Ampurias, Gadir) antes que desarrollar una política propia de urbanización, tan sólo fundó Itálica (206 a.C) donde instaló a algunos soldados heridos. −La rebelión indígena En el 197 a.C el senado romano envió a dos procónsules, uno a la llamada Citerior (¨más próxima¨) y otro a la Ulterior (¨más alejada¨). Ambos gobernadores debían fijar los límites entre sus territorios. Como provincia, Hispania pasó a ser un territorio más de la República romana, sujeto a las decisiones y los tributos del senado. Esta nueva condición, con las cargas que ello suponía, provocó la rebelión de los pueblos peninsulares, primero en la Ulterior y luego en la Citerior. En 195 a.C. las dimensiones del conflicto movieron al senado a enviar a Hispania un ejército dirigido por el cónsul Catón, que desembarcó e Rosas. Roma todavía conservaba algunos aliados pero necesitó varias victorias para rehacer su dominio. Tras recuperar el control de la Citerior, Catón estableció algunas reformas en la administración provincial, sentando las bases de futuras estrategias de control territorial. Dos de los mitos de la historia hispánica lucharon en estas guerras contra los romanos, eran Indíbil y Mandonio, aunque se sabe poco de estos caudillos. Las fuentes antiguas los consideran reguli (régulos, jefes) del pueblo de los ilergetes pero también indican, en el caso de Indíbil que fue el pacto de los romanos lo que le permitió ser un verdadero rey. En un principio los dos jefes colaboraron en Cartago combatiendo contra Roma pero a raíz de los pactos con Escipión cambiaron de bando. Cuando este enfermó, los ilergetes consideraron rotos los pactos y atacaron a los romanos. En el año 207 a.C. se rebelaron de nuevo e Indíbil murió. Para aceptar la rendición de los ilergetes, los romanos exigieron la entrega de Mandonio, lo que fue aprobado por el consejo de aquel pueblo. Se les impuso un tributo doble, de provisiones y de rehenes y así concluyó su oposición a Roma. 3