argumentos en contra de la reeleccion presidencial

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ARGUMENTOS EN CONTRA DE LA REELECCION PRESIDENCIAL PRESENTADOS
ANTE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Como era de esperarse, la Corte Constitucional ha recibido diversas demandas en contra
del acto legislativo No. 2 de diciembre de 2004, por el cual se permite la reelección
presidencial inmediata en Colombia a partir del 2006. Según los demandantes la tramitación
de la norma en el Congreso sufrió diversos vicios de forma o de procedimiento que la harían
inválida. A su vez, otras denuncias han puesto énfasis en si el Congreso de la República es
o no competente para hacer una reforma de este tipo que cambia la forma de hacer política
en Colombia y el carácter del régimen político, sin modificar otros aspectos que garanticen
la preservación del Estado de Derecho y la división de poderes.
En últimas la preocupación de fondo expresada por muchos de los ciudadanos
demandantes es hasta dónde con el afán por realizar una reforma a la medida del
mandatario de turno, el Congreso desconoció criterios básicos del sistema democrático y
hasta dónde, los cambios propuestos para permitir una reelección con nombre propio pueden
configurar un modelo de Estado diferente al que diseñaron los Constituyentes elegidos en
1991.
Muy seguramente, y como lo esperamos todos los colombianos, la Corte Constitucional
hará un fallo ajustado al derecho, el cual tendrá que ser acatado por todas las partes
interesadas. Independiente de la decisión de la Corte y tratándose de un tema que reviste la
máxima importancia para el futuro inmediato del país, resulta necesario que en esta nueva
fase del proceso sobre la reelección se continúe haciendo seguimiento y presencia
ciudadana al respecto.
Es por ello que Foro Nacional por Colombia, en el marco de la Campaña por la Defensa de
las Instituciones Democráticas y de la lucha contra la reelección inmediata, ha querido hacer
una síntesis de una de las demandas que a nuestro juicio presenta argumentos más sólidos
para el debate, en tanto fue elaborada colectivamente por un grupo de reconocidos juristas y
analistas políticos encabezados por Jaime Castro. Se espera entonces poner ante la opinión
pública en general, las razones que justifican la petición hecha a la Corte para que declare
como inconstitucional el acto legislativo de la reelección.
Se remité al texto mismo de la demanda, (www.foro.org.co) para ampliar los argumentos aquí
presentados y para consultar las normas de la Constitución que se considera han sido
vulneradas.
I. Los vicios de trámite y de procedimiento
Está establecido que la Carta Constitucional colombiana puede ser reformada por el
Congreso, mediante acto legislativo, por una asamblea constituyente o por el pueblo,
mediante referendo. En todos estos casos existen requisitos precisos y estrictos para hacer
estas reformas, los cuales no son una mera formalidad, sino que son la manera de preservar
el Estado Democráticos de Derecho y de concretar valores y principios fundamentales como
la democracia, la participación y el pluralismo.
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Estos requisitos están consignados en la Constitución y en otras normas como el reglamento
del Congreso, y su cumplimiento es tan importante que los constituyentes le asignaron a la
Corte Constitucional la tarea de definir las demandas que interpongan los ciudadanos por
vicios de procedimiento en la formación de actos reformatorios de la Constitución.
Precisamente en opinión de muchos, en la tramitación en el Congreos del Acto legislativo 02
de 2004, se violaron diversos requisitos, los cuales fueron recogidos en la mayor parte de
las demandas presentadas a la Corte. La demanda que sintetizamos desarrolla los
siguientes:
1. Vicios en el trámite de los impedimentos
Nuestro ordenamiento jurídico ha establecido que cuando un congresista tenga un interés
directo en cualquier decisión que se esté tomando, debe declararse impedido para participar
en los debates o votaciones respectivas. Diversos códigos de procedimiento judicial han
definido que mientras se tramita un impedimento declarado por un juez, no es posible que
éste participe en discusión o decisión alguna sobre el tema que motivo su impedimento. Esta
forma de actuar descansa en un claro soporte ético, y puede ser extendido al caso de los
Congresistas con base en lo que se ha denominado como “el derecho viviente”, sobre el
cual la Corte Constitucional ya se ha pronunciado en variadas ocasiones.
Tal y como lo dieron a conocer diversos medios masivos de comunicación, en la primera
vuelta del proyecto, tanto en las comisiones Primera de Senado y Cámara como en las
Plenarias de ambas Cámaras, un número importante de parlamentarios se declaro impedido
debido a que el Gobierno Nacional había favorecido mediante nombramientos en cargos
públicos a parientes cercanos suyos.
En el caso de la situación presentada en los cuatro primeros debates,
algunos
parlamentarios propusieron trasladar a la Comisión de Etica del Congreso todos los
impedimentos, en tanto dicha Comisión está facultada por el reglamento para conocer de los
conflictos de intereses. Aunque éste era el procedimiento que debía adoptarse, las mayorías
reeleccionistas no lo acogieron debido a que el análisis de los casos en la Comisión de Etica
tomaría un tiempo con el que ellos no contaban en tanto estaban corriendo contra los plazos
establecidos para la aprobación de cualquier
acto legislativo y poniendo en riesgo la
expedición de la reforma en los términos que convenían a los interesados en que el
presidente Uribe pueda postularse como candidato en las elecciones presidenciales del
2006.
Así mismo, de acuerdo a una providencia del Consejo de Estado sobre la presentación
colectiva de impedimentos, el congresista que se declare impedido para votar alegando la
existencia de un conflicto de intereses, será excusado para hacerlo. El procedimiento
definido por esta corporación judicial indicaba que lo adecuado en el caso de la reelección
hubiera sido que hasta tanto no se resolviera el impedimento, el suplente del congresista
en mención, que siguiera en la lista electoral con que fue elegido, debería remplazarlo en
las deliberaciones y en la toma de las decisiones sobre las materias relacionadas con el
conflicto de interés.
2
Contrario a lo anterior, en la primera vuelta se adoptó un procedimiento según el cual sólo
quien había planteado su impedimento se inhibía de votar, mientras que otros congresistas
que estaban en la misma situación (es decir que también se habían declarado impedidos y
que por tanto no podían resolver sobre el tema) intervenían en la votación. De esta forma, se
conformó un verdadero “carrusel de rechazo mutuo de los propios impedimentos”, donde
quienes carecían de la neutralidad, la imparcialidad y el desinterés necesario para decidir con
objetividad, lo hicieron diciendo que sus colegas no estaban impedidos sobre un tema en el
que ellos mismos sí consideraban que lo estaban.
Por medio de lo que coloquialmente se ha denominado como “la rueda de la felicidad”, los
congresistas se fueron habilitando entre sí, sucesivamente y en forma indebida, para
participar en la discusión y en la votación de la iniciativa en cada uno de esos cuatro debates.
Como se sabe el resultado de las votaciones fue el rechazo de los impedimentos por la
mayoría de los miembros de la Corporación, los cuales estaban a favor de la aprobación del
proyecto (como se demuestra en las votaciones nominales de los informes de ponencia
favorables a la iniciativa).
En opinión de los demandantes, debido a lo anteriormente mencionado, las mayorías que
decidieron sobre la reelección se construyeron con violación a los procedimientos
legislativos. Esto implica que las sesiones de las comisiones y las plenarias durante la
primera vuelta no tuvieron en cuenta las condiciones requeridas para contar con validez
constitucional, con lo cual lo resuelto en ellas no tiene ningún valor. La manera en que el
Congreso tramitó la norma, no solo afecta el principio de transparencia que debe iluminar la
actividad legislativa, sino también la conformación del quórum decisorio exigido para aprobar
una reforma a la Constitución.
Si se hubiese votado correctamente, dado el número de
congresistas impedidos para votar por haber manifestado su interés personal en la decisión,
no habría sido posible aprobar la reforma. Igualmente, con este procedimiento se
desconocieron los derechos fundamentales de los congresistas minoritarios, como son la
igualdad de voto y el derecho a disentir, así como el principio democrático de la conformación
desinteresada de las mayorías. Se contravinieron también otros principios fundamentales
como los del debido proceso, imparcialidad, moralidad e instrumentalidad de las formas en
el proceso de formación de la reforma constitucional.
Nótese que esta demanda no enfatiza en la causa de los impedimentos, pues esto competía
definirlo a la instancia respectiva, sino en el procedimiento que usaron los congresistas para
habilitarse y participar así en las decisiones y votaciones.
2. La recusación de Yidis Medina
En relación con el conflicto de intereses, el reglamento del Congreso también establece que
si alguien conoce de una causal de impedimento de algún Congresista que no se haya
comunicado oportunamente a las Cámaras legislativas, podrá recusarlo. Corresponde a la
Comisión de Etica y Estatuto del Congresista decidir sobre el tema a través de una
resolución motivada.
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Este fue precisamente el caso de la representante Yidis Medina, quien fue recusada en el
debate de la Comisión Primera por el representante Germán Navas Talero debido a una
serie de declaraciones que ella concedió en relación con sus conversaciones con el
Presidente Uribe. Además de que, como con los impedimentos, el procedimiento se tramitó
inadecuadamente, en este caso hubo un vicio adicional en tanto el presidente de la Comisión
solicitó al representante Navas que hiciera la recusación por escrito, cuando esa es una
formalidad que no existe en ninguna normatividad.
Mientras el representante Navas se retiró a escribir la recusatoria, la representante Yidis,
manifestó que aunque no creía estar impedida prefería declararse en esta condición. Se
entiende que lo que buscaba era que su impedimento fuera tramitado de la misma forma
en que se señaló en el numeral anterior, en lugar de poner la recusación ante la Comisión de
Etica. Esto no fue irrelevante pues, como se sabe, el voto de Medina era decisivo para la
suerte del proyecto, pues sin su concurso, el mismo se hubiera archivado al quedar
empantanada la votación entre sus partidarios y opositores.
Así pues, tanto para el trámite de los impedimentos como para los de las recusaciones, los
congresistas se contradijeron al votar en contra de lo que ellos mismos habían sostenido
cuando se declararon impedidos. Pusieron en conocimiento de la Corporación situaciones
que, a su juicio, los inhibían para participar en el trámite del proyecto, pero cuando fueron
invitados a decidir sobre impedimentos de colegas suyos, que se fundaban en el mismo tipo
de situaciones, con su voto dijeron que tales situaciones no generaban ningún impedimento.
En otras palabras: lo que en su propio caso era impedimento, no lo era en el de otros
congresistas. Además, si creían de verdad que no estaban impedidos, no tenían porqué
hacer la manifestación que hicieron (declarar que estaban inhibidos).
3. El gobierno co-legisló en interés propio.
La demanda sostiene que el gobierno intervino activamente en favor de una norma que
beneficiaba al mandatario de turno, en lugar de actuar conforme al interés general, tal y como
lo sostienen los principios del Estado Democrático de Derecho. De esta manera, utilizó la
función colegisladora que le otorga la Constitución y la ley para obtener un acto legislativo
adaptado a sus apreciaciones e intereses.
Muchos senadores, representantes, diputados y concejales han perdido su investidura y se
les ha decretado la muerte política porque violaron las normas sobre conflictos de intereses
con su participación en el trámite de proyectos que de una u otra manera los afectaban. En el
caso de la reelección presidencial inmediata, son muchos los hechos comprobados de que la
reforma tenía nombre propio:
•
4
Un proyecto de acto legislativo que el Congreso empezó a estudiar a fines de 2003, se
hundió en la Plenaria del Senado, a pesar de que ya había sido aprobado en primer
debate. La opinión de los parlamentarios sobre el tema cambió al año siguiente cuando el
gobierno manifestó su interés en el proyecto e intervino para promover el acto legislativo.
•
Consejeros presidenciales, embajadores y altos funcionarios dieron declaraciones
públicas a favor no de la figura de la reelección como tal, sino de la reelección del
presidente Uribe.
•
El Ministro del Interior y la Justicia acompañó el trámite del proyecto de manera
permanente, e intervino para respaldar los artículos que, en su concepto, se deberían
aprobar (como efectivamente se aprueban) y para pedir que se revisen decisiones que el
gobierno considera inconvenientes. Una participación tan activa del ministro no se da en
ningún otro proyecto.
•
Con el fin de evitar que los impedimentos de los congresistas afectaran la
conformación del quórum requerido, el gobierno efectuó una consulta al Consejo de
Estado, en la cual indujo la respuesta de este organismo. De igual forma consiguió no sólo
que esta corporación respondiera la consulta en menos de una semana, lo cual es inusual,
sino que se ocupara de un asunto eminentemente político como la reelección, cuando se
prevé que solo sea cuerpo consultivo del gobierno en asuntos administrativos.
•
A través de reuniones, desayunos y almuerzos en el Palacio de Nariño, el gobierno
también se ocupó directamente de acordar el comportamiento de las bancadas amigas del
proyecto durante su trámite.
•
El gobierno pagó “peaje” burocrático porque hubo congresistas que, como los
conocidos casos de Yidis y Teodolindo, le pusieron precio a su voto. De esta forma
abandonó la lucha contra la corrupción y la politiquería que había abanderado en su
campaña.
•
Ante la necesidad de impulsar con premura la reelección, el gobierno cambió la
agenda legislativa, con lo cual proyectos importantes (como el de pensiones, el marco
jurídico para la negociación con los paramilitares, la reforma a la justicia, etc.) fueron
aplazados o pasaron a un segundo plano.
Sumado a lo anterior, los silencios y disposiciones del acto legislativo 02 de 2004 también
prueban que se expidió pensando unicamente en la reelección del presidente Uribe. Así por
ejemplo, se autorizó la reelección presidencial inmediata pero no la de gobernadores y
alcaldes a pesar de que la de estos últimos hizo parte de la iniciativa y alcanzó a ser
aprobada por el Senado. De igual forma se acepta que el Presidente pueda ser presidente y
candidato simultáneamente, mientras que ministros, gobernadores, alcaldes u otros altos
funcionarios del Estado que quieran aspiran a la Presidencia, tienen que retirarse del cargo
un año antes de las elecciones.
El acto demandado cambió sustancialmente las reglas de juego, que es precisamente lo que
distingue a un sistema democrático de otro que no lo es. Los impactos de este cambio se
poducirán inclusive pocos meses antes de las elecciones presidenciales del 2006. Lo que
implica que se hizo a mitad de camino. Muchas definiciones como las que debe hacer la
Corte Constitucional sobre el acto legislativo o la la ley estatutaria que de garantías a la
oposición o las que hará el Congreso o -en el peor de los casos- el Consejo de Estado sobre
esta misma ley se llevarán a cabo durante el 2005. Algunas reglamentaciones que
corresponden al Consejo electoral o a la Comisión Nacional de Televisión, pueden darse
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incluso a principios del 2006 cuando ya la campaña por la presidencia estará bien
adelantada.
Si no se hubiese legislado con nombre propio, la reelección regiría, por ejemplo, a partir del
año 2010 y no del 2006. A propósito se trae a colación el antecedente del acto legislativo 1
de 1986 que ordenó la elección popular de alcaldes a partir de 1988, y no a partir de las
elecciones de corporaciones públicas que tendrían lugar el mes de marzo siguiente a la
aprobación del citado Acto y con las cuales podía coincidir la primera elección de alcaldes.
De esta manera se evitó cambiar las reglas de juego sobre los procesos políticos que ya se
habían iniciado y estaban concluyendo.
En síntesis, con la actuación colegisladora del gobierno, se violaron las normas sobre
conflictos de intereses del ejecutivo pues se logró que sólo un colombiano, Álvaro Uribe,
pudiera ser beneficiario de la reforma. Será el único que pueda pretender el año entrante a
la reelección inmediata. Si la logra, habrá que esperar a 2014 para que alguien más pueda
aspirar a ese mismo tipo de reelección. Si en el 2010 el país elige de nuevo a uno de los ex
presidentes, la reelección inmediata se aplazaría hasta el 2018.
4.
Se obstruyó el debate y no hubo deliberación sustantiva.
Se reconoce que el Congreso es el órgano por excelencia de la deliberación y el debate en
una democracia. La existencia de deliberación y debate son requisitos esenciales de la
tramitación adecuada de las leyes y de las reformas constitucionales. Así lo reconoce el
ordenamiento institucional colombiano y varias sentencias de la Corte Constitucional.
El debate es importante porque a través de él se construyen las mayorías que con su voto
apoyan una decisión, a la vez que se dan garantías a las minorías para participar y
expresarse. Por esto no son válidas en el proceso legislativo, situaciones como la votación
en bloque de un proyecto o la decisión sobre la base de acuerdos externos a la sesión
misma, celebrados por grupos, partidos o coaliciones.
En este sentido uno de los vicios de forma más importantes que se señalan en la demanda
tiene que ver con que, en la primera vuelta, ni en la Comisión Primera de la Cámara ni en la
plenaria, se debatió el proyecto de acto legislativo debido a que la controversia que podría
provocar la iniciativa y la adopción de un texto diferente al aprobado en el Senado, harían
necesaria una conciliación adicional para la cual no existía tiempo. Como la Cámara estaba
actuando en una carrera contra-reloj, reprodujo el texto aprobado en el Senado, sin permitir
ni la participación ni el debate por parte de los representantes de la oposición. A la vez,
parlamentarios inscritos en la lista de oradores renunciaron a hacer uso de la palabra y a
hacer una votación nominal del proyecto, para darle celeridad al trámite. La demanda
transcribe las intervenciones de varios congresistas que o bien, se quejan de esta situación,
o bien hacen evidente que el proyecto debe aprobarse sin debate para alcanzar a cumplir
los plazos y evitar así que el acto legislativo se hundiera. Se citan también intervenciones del
Ministro del Interior manifestando su oposición a aplazar el debate para el semestre
siguiente, pues así haría inviable la inscripción como candidato del Presidente Uribe.
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Este mismo vicio de procedimiento se dio en relación con el debate que deben hacer las
Cámaras al considerar los informes de conciliación. En este caso tampoco se cumplió el
procedimiento de abrir el debate, dar la palabra a quienes se hayan inscrito y cerrarlo sólo
cuando hayan intervenido todos los inscritos o se haya aprobado, tres horas después de
iniciado el debate, la moción de suficiente ilustración. Tanto en el Senado como en la
Cámara, lo que se hizo fue que simplemente se verificó el quórum y se voto sin dar la
posibilidad del debate.
Según jurisprudencia reiterada de la Corte Constitucional, el acto demandado puede ser
considerado inexequible debido a que en varias oportunidades se impidió el análisis y
examen del proyecto de acto legislativo, que se da mediante la controversia y el intercambio
de puntos de vista. No es posible entender “aprobada” una propuesta de reforma respecto de
la cual no existió posibilidad efectiva de deliberación sustantiva alguna. Carece de toda
validez constitucional el voto otorgado para asegurar un interés particular que no tiene
siquiera la pretensión haber sido adoptado “consultando la justicia y el bien común”.
Visto el trámite en su conjunto existió la clara intención de impedir a los opositores del
proyecto expresar sus argumentos en contra de la trascendental modificación de la Carta
Política. La intención de anular a la oposición y a las minorías contrarias a la reelección fue
manifiesta también en la exclusión irreglamentaria de la oposición en la integración de la
Comisión de ponentes para primer debate en primera vuelta.
II. La competencia del Congreso para hacer la reforma
Aunque como se señaló anteriormente, existen diversos mecanismos para transformar la
Constitución, la única manera de cambiarla por una distinta
es por decisión del
Constituyente primario. Con los actuales mecanismos de reforma no se permite que la carta
sea sustituida por otra distinta o que pierda, como conjunto, la identidad material que le es
propia y la caracteriza, a pesar de las reformas que se le introduzcan.
Según lo establecido por la Corte Constitucional, el Congreso tiene límites en su atribución
de reformar la Constitución, no pudiendo, por ejemplo, sustituir el Estado Social y
Democrático de Derecho, por uno totalitario, por una dictadura o por una monarquía. En este
sentido lo que la demanda afirma es que el Congreso se extralimitó y transgredió los límites
que se le han asignado al sustituir partes importantes de la Constitución, quitando la
competencia que al respecto le corresponde al pueblo soberano.
De una parte, el legislativo adoptó una reforma trascendental para la vida política del país sin
adoptar simultáneamente otras reformas requeridas para que el cambio fuera armónico y
para evitar el desconocimiento de los principios de la forma democrática y republicana de
Estado. De otra parte, con el acto legislativo se cambia el sistema y el régimen político
porque se alteran valores y principios que orientan e informan la constitución vigente, así
como la naturaleza y el comportamiento de algunas instituciones políticas.
La demanda afirma que en algunos casos la sustitución que hizo el Congreso extralimitando
sus funciones, se dispuso expresamente, mientras que en otros es producto de la manera
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como las nuevas instituciones, influirán en el comportamiento de las que venían antes. Estas
afirmaciones se sustentan con los siguientes aspectos:
1. Régimen presidencial
Con la reelección presidencial inmediata el régimen presidencial se vuelve presidencialista,
concentrándose mayores poderes en el ejecutivo. Así, el acto legislativo agrega facultades
político electorales a aquellas que ya tiene el presidente en nuestro país: Jefe de Estado,
Jefe de Gobierno, Suprema Autoridad Administrativa y Comandante de las Fuerzas Militares.
Con el poder e instrumentos que tiene a su favor, es muy probable que cualquier presidente
en ejercicio se reelija y que los períodos pasen a ser de 8 años, con lo cual se garantiza la
permanencia en el poder de un partido, movimiento o coalición de gobierno. Incluso este
tiempo puede aumentar si el vicepresidente, una vez cumplidos los ocho años logra elegirse
y éste, a su vez, logra un segundo período.
Con el Frente Nacional también se estableció constitucionalmente la permanencia en el
poder de los dos partidos políticos tradicionales, pero mientras en esa ocasión esta decisión
fue avalada por el pueblo mediante el Plebiscito de 1957, en la actualidad el cambió en el
período presidencial lo realizó un constituyente delegado sin plena competencia para ello.
La norma demandada también permitió al presidente participar en las campañas que se
adelanten para elegir senadores y representantes, pues se le otorgaron cuatro meses antes
de la primera vuelta para hacer su campaña. De esta manera, el presidente podrá convertirse
en jefe de debate de sus amigos políticos, pues le convendrá tener mayorías en el Congreso,
a la vez que éstos verán comprometida su facultad de ejercer control político. Estos a la vez
también estarán interesados en hacer campaña a favor del presidente .
2. Separación de poderes
El efecto de estas ayudas mutuas en las campañas para presidente y congresistas será que
los congresistas así elegidos perderán la independencia, libertad, firmeza e imparcialidad
con que deberían contar para poder cumplir su función de controlar políticamente la gestión
que cumpla el ejecutivo. Es probable que en sus decisiones sobre iniciativas oficiales
prevalezcan criterios políticos de agradecimiento y solidaridad y no criterios sobre el bien
común y el interés general. De esta manera se anulan las funciones de inspección, vigilancia
y control que las Cámaras deben ejercer sobre los actos del gobierno y la administración y
sobre la conducta de sus funcionarios.
Lo anterior implica que parte del poder que tenía el legislativo se desplaza hacía el
Gobierno, alterándose así uno de los principios básicos del régimen democrático, a través de
cual logra su legitimación: la división de poderes. Esta separación de poderes, que se
vulnera con el acto legislativo demandado, busca impedir la concentración del poder en una
sola persona o un sólo órgano, garantizando así, la libertad política de los coasociados
mediante mutuos controles estatales, que impidan las extralimitaciones. Se trata entonces de
la vulneración de un mecanismo esencial para evitar la arbitrariedad, mantener el ejercicio
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de la autoridad dentro de los límites permitidos en la Constitución y asegurar los derechos
ciudadanos y las libertades públicas.
3. El poder se retroalimentará
La norma demandada sustituye un importante principio rector de la actual Constitución: la
prohibición de los funcionarios públicos de participar en política y de hacer campaña. Con
ella se les permite a la mayoría de dichos funcionarios (exceptuando a quienes ocupen
cargos en la rama judicial, los organismos electorales, de control y de seguridad) “tomar
parte en las actividades de los partidos y movimientos y en las controversias políticas” que se
desarrollen para la elección de Presidente y Vicepresidente, senadores y representantes,
gobernadores y alcaldes, diputados, concejales y ediles en todo el país.
Los demandantes consideran que nuevamente al realizar este cambio, el Congreso excedió
los límites de sus competencias pues modificó una prohibición establecida por el mismo
pueblo desde el Plebiscito de 1957 y adoptada en razón de los efectos perturbadores que la
posibilidad de hacer política generaba en la vida administrativa y política del país y los
abusos y arbitrariedades que de allí se derivaban. La neutralidad e imparcialidad de la
Constitución se consideró una especie de conquista democrática que garantizaba los
derechos ciudadanos y las libertades públicas.
Con el cambio, no sólo se politiza la administración y se constitucionaliza el clientelismo, sino
que se acaba con el ideal de un servicio civil fundado en el principio de la meritocracia,
políticamente neutral imparcial y sujeto a la ley. La burocracia oficial podrá de esta manera
incidir en la opinión y voluntad de los electores y les recortarán el derecho de votar
libremente. Por ello, la demanda que sintetizamos afirma que el poder ya no residirá en el
pueblo sino que estará en el poder mismo (en los escritorios oficiales) y que de esa manera
se retroalimentará
4. Se afecta la independencia de instituciones importantes del nivel nacional.
En este punto la demanda muestra cómo indirectamente la posibilidad de la reelección afecta
principios e instituciones de la Carta Vigente, en tanto un presidente que esté en ejercicio
durante ocho años podrá nombrar la totalidad de los miembros de la Junta Directiva del
Banco de la República que le corresponden y designar las ternas correspondientes a dos
períodos para elegir el Fiscal General de la Nación y el Procurador General. Al respecto la
Carta vigente buscaba garantizarle autonomía al la Junta Directiva del Banco, en su calidad
de máxima autoridad monetaria, cambiaria y crediticia del país, estableciendo que el
ejecutivo renovaría solo una parte de sus integrantes. La posibilidad de intervención del
Presidente en relación con la integración de los máximos funcionarios de control y vigilancia
a quienes corresponderá investigar al gobierno, ira también en contra de los contrapesos y la
independencia de las instituciones que la Constitución debe garantizar.
El Comandante Supremo del Ejército puede hacer campaña política
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A la vez que el acto legislativo mantiene la prohibición a la fuerza pública de ser deliberante y
de intervenir en política, le permite a su comandante supremo hacer política y campañas
electorales en las que invite a votar por su propio nombre. Se desequilibra así todo el
régimen constitucional de la fuerza pública sin introducir controles que eviten utilizar sus
operaciones y poner sus efectivos, cada día mayores, al servicio de los intereses políticos del
presidente-candidato.
La inconsecuencia mencionada contraría un principio aceptado en Colombia y es que la
imparcialidad de las fuerzas armadas garantiza la paz, la convivencia ciudadana y la
preservación del Estado de Derecho. Igualmente abre la posibilidad a que se presenten
extralimitaciones de poder, por parte de quien es encargado de “dirigir la fuerza pública y
disponer de ella como comandante supremo”, “dirigir las operaciones de guerra cuando lo
considere conveniente” o “declarar la guerra con permiso del Senado o hacerla sin tal
autorización”. A través de los mecanismos con que cuenta para el manejo del orden público
y para cubrir con ejercito y policía los diferentes puestos de votación en el territorio nacional,
el presidente candidato podrá definir los resultados de las elecciones en muchas regiones del
país y neutralizar a sus adversarios políticos. Además de lo anterior, el presidente puede
intervenir en materia de orden público en municipios y departamentos pues como lo señaló la
Corte Constitucional, ello no vulnera la descentralización.
El hecho de que el presidente, sin ningún límite o control, mantenga todas las facultades en
materia de orden público, pone en duda la vigencia de las garantías constitucionales. Esta
inconsecuencia creada con la norma demandada no es subsanable pues ni la ley estatutaria
ni ningún otro tipo de reglamentación puede quitarle al jefe del Estado las atribuciones
mencionadas, las cuales son indelegables. Este es otro argumento para solicitar la
declaratoria de inconstitucionalidad de la reelección.
5. ¿Presidente o candidato?
Tanto en diversas constituciones colombianas como en el lenguaje oficial y protocolario, el
título de Presidente se ha asimilado al de Primer Magistrado de la Nación, condición que
honra a quien la ostenta, imprime carácter, infunde respeto y es sinónimo de jerarquía y
rango. Con la posibilidad de la reelección, el presidente no podrá cumplir con las
responsabilidades que también genera este título, a la vez que dejará de representar la
“unidad nacional y tendrá limitaciones para garantizar los derechos y libertades de todos los
colombianos, como lo establece la Constitución de 1991.
En efecto, cuando asume la condición de candidato, deja de representar a todos los
colombianos. Deja de ser magistrado y se convierte en primer candidato o candidato único.
Puede que represente mayorías, pero no simbolizará la unidad nacional. Políticamente no
todos sus compatriotas tendrán el mismo valor y significado para él. Quienes no hagan parte
de su campaña ni compartan su proyecto político, serán adversarios, amigos de la
contraparte, si la hay, con quienes las relaciones personales, si existían, se volverán tensas.
6. Igualdad de condiciones
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De acuerdo a la demanda que estamos resumiendo, con la reelección presidencial inmediata
se sustituye otro principio fundamental de la Constitución: el derecho ciudadano a pretender
el ejercicio del poder político en igualdad de condiciones. Mientras el presidente-candidato
conservará, como ya se mencionó, la plenitud de sus funciones y poderes, sin límites o
controles distintos a los que rigen para épocas de no campaña, ninguno de sus oponentes
contará con las atribuciones derivadas de la calidad de jefe del Estado y del Ejecutivo que
tiene el presidente.
7. El Presidente-candidato definirá las reglas de juego
De acuerdo con lo establecido en el Acto demandado, corresponderá al gobierno del
presidente Uribe –quien seguramente aspirará a la reelección- reglamentar las reglas de
juego que servirán de marco jurídico para el desarrollo de la campaña, de acuerdo a lo
establecido en la ley estatutaria que según el acto legislativo 02 de 2004 debe dictar el
Congreso o el Consejo de Estado. Constitucionalmente ninguna otra autoridad puede
remplazarlo en el ejercicio de esta atribución.
Se permite entonces una medida contraria al ordenamiento político-institucional del país y de
cualquier otro sistema democrático: que una de las partes interesadas tenga en sus manos
la tarea de determinar o definir las reglas de juego para el debate electoral, así como de
precisar su contenido y alcance y fijar las condiciones para su aplicación y vigencia.
8. Se cambia la historia constitucional de casi dos siglos
En Colombia, en el ámbito nacional, solo la Constitución de 1821 autorizó la reelección
presidencial inmediata y lo hizo por respetos particulares al libertador. Es decir que con la
norma demandada se cambia una historia constitucional y una tradición institucional de dos
siglos según la cual o bien se requería un período intermedio para poder aspirar a la
reelección, o bien se exigía al mandatario retirarse del cargo dieciocho meses antes de las
elecciones. Los intentos de prolongar el poder se dieron solamente en los casos de los
generales Rafael Reyes en 1905 y Gustavo Rojas Pinilla en 1954, pero ninguno de estos
mandatarios logró ejercer un segundo período de gobierno. Siempre que se trató el tema, y
debido a su importancia y trascendencia, las decisiones en torno a la reelección han sido
tomadas por una asamblea constituyente y no por el constituyente derivado.
La Constituyente de 1991 prohibió la reelección de manera total y absoluta. En la demanda
se cita un estudio de la Universidad Externado de Colombia que muestra que esta decisión
se adoptó respondiendo a la voluntad expresada por el pueblo, en las mesas de trabajo
convocadas por el gobierno. De 113 proyectos presentados a consideración de la Asamblea,
ninguno pedía la reelección con carácter inmediato y 8 la prohibían de manera absoluta. De
la misma forma, los constituyentes señalaron diversos argumentos según los cuales la
reelección inmediata resultaba inconveniente para el país, lo cual se refleja en el hecho de
que en la sesión plenaria correspondiente, 52 constituyentes de 70, votaron a favor de la
prohibición. Este es otro ejemplo de cómo el acto demandado sustituye la Constitución y
como el constituyente derivado asume competencias propias del constituyente primario o una
asamblea constitucional.
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9. Cambia la vida política y la forma de gobernar
Con el Acto Legislativo 02 de 2004 se elimina la dinámica constitucional que permitía a los
ciudadanos cambiar de presidente cada cuatro años. Con el posible uso del poder con fines
electorales por parte del presidente en ejercicio y sus colaboradores cercanos, se dificulta el
principio democrático que señala que se debe garantizar que la decisión del votante sea
expresión real de la voluntad individual del elector y no el producto del ejercicio de poderes
que sobre él se ejerzan. Tampoco se podrá garantizar que las alternativas políticas que se
ofrezcan a la opinión sean claras y distinguibles entre sí, pues desaparecerán y se crearán
confusiones en torno a actos oficiales de gobierno y a aquellos propios de la campaña
reeleccionista. Esto no favorecerá la libertad del elector.
10.Condiciones de la representación
La demanda sostiene que el Acto Legislativo 02 de 2004 viola principios del gobierno
representativo, según los cuales solo el mandante que eligió a determinadas autoridades
para un período fijo, tendría la posibilidad de prolongar el mandato otorgado. La duración de
dicho mandato es la prevista en el texto constitucional y por tanto no puede modificarse
durante el transcurso de su ejecución. La posibilidad que da la norma de que el gobierno se
prolongue hasta por ocho años, desconoce los términos en que fue conferido el mandato por
parte del pueblo soberano.
En el momento en que el pueblo eligió al presidente actual, lo hizo sabiendo que el mandato
que estaba confiriendo sería para cuatro años, sin la posibilidad de prórroga o renovación. El
gobernante escogido recibió mandato por el tiempo que establecía la norma existente al
momento de su elección y no por la que ahora se pretende establecer. Se argumenta al
respecto que quien no es mandante, no puede disponer un cambio de esta naturaleza pues
con ello está suplantando la Constitución en un punto que no puede ser enmendado por la
normatividad posterior.
11.Altera el orden político institucional
Un último argumento que presenta la demanda en el sentido de que hubo una sustitución
indebida de la Constitución se relaciona con la alteración del orden político e institucional del
país que se dará en los siguientes aspectos: a) se estimulan comportamientos que darán
otras prioridades a la asignación de los recursos públicos; b) se menoscaba el régimen
político al cambiar las reglas de juego político e institucional: c) se resquebraja el sistema de
partidos, al desconocerlos como instancias de representación política que sustentan el juego
democrático; d) se agudiza la fractura del régimen electoral al profundizar los rasgos no
competitivos de las elecciones en Colombia; e) se desconoce el principio democrático de
separación y control de los poderes públicos; f) no se respeta ni el pluralismo, ni la
participación democrática, ni la autonomía de la sociedad civil, consagradas en la Carta de
1991.
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III.Ejercicio irregular de la Competencia del Congreso al expedir una reforma
constitucional incompleta
Aún si la Corte Constitucional llegara a una conclusión contraria a lo enunciado en el numeral
anterior y considerara que no existió sustitución de la Constitución y que el Congreso era
competente para hacer la reforma reeleccionista, los demandantes solicitan la declaratoria de
inconstitucionalidad de la norma por cuanto creen que el Congreso actuó de manera irregular
al expedir una reforma incompleta que incorporó una institución nueva sin armonizarla con el
resto de la Carta, sin incluir medidas que salvaguardaran nuestro precario Estado de
Derecho y garantizaran contrapesos frente a posibles abusos del poder, y desconociendo
valores y principios del ordenamiento vigente.
Es decir que el Congreso debía haber expedido también normas adicionales y
complementarias, las cuales no pueden hacer parte de la ley estatutaria que debe dictar el
Congreso o el Consejo de Estado para que la reelección empiece a regir, sino que requerían
reformas constitucionales que el legislativo debió expedir junto con la norma que permite la
reelección inmediata. Debido a las repercusiones que tiene la reelección (el efecto dominó en
textos e instituciones constitucionales), no puede analizarse –como lo hizo el Congresocomo pieza separada, dispersa e independiente de la organización estatal. Las reformas a la
Constitución requieren una mirada integral y una consideración al contexto en el que se
aplican. No se trata, como lo aseguró un asesor presidencial, de “cambiar un simple
articulito”.
Para preservar el tipo de Estado democrático, republicano y pluralista que se definió en la
Constitución de 1991, el Congreso debería haber expedido medidas y disposiciones
complementarias al menos en los siguientes aspectos, de los cuales no habla el acto
legislativo:
1.
Uso durante la campaña de las atribuciones que por Constitución y por ley
corresponden al presidente en su múltiple condición de jefe de Estado y de gobierno,
suprema autoridad administrativa y comandante de las fuerzas armadas. Entre otros
ejemplos concretos de atribuciones que el presidente puede utilizar con fines
electorales se citan: a) la posibilidad que tiene de fijar las tarifas de los servicios
públicos domiciliarios; b) la reglamentación de las leyes electorales y la suspensión por
razones de orden público de las votaciones en corregimientos, inspecciones de policía y
municipios; c) la reglamentación de estímulos electorales a quienes sufraguen; d) la
declaratoria de los estados de excepción (guerra exterior, conmoción interior y
emergencias).
2.
Al igual que en regímenes parlamentarios, se debería haber previsto que durante el
tiempo de la campaña el gobierno solo podía ocuparse de asuntos corrientes y
ordinarios para la vida de la nación y el funcionamiento de la administración pública y
no de la adopción de políticas nuevas o de la introducción de cambios o modificaciones
sustanciales a las que se estén ejecutando.
3.
No se contemplan medidas para evitar que el presidente y los funcionarios de su
gobierno utilicen abierta o veladamente sus atribuciones para favorecer la campaña
oficial. Es probable que el presidente en campaña sea objeto de acusaciones,
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denuncias y suspicacias, sin que en el acto demandado se prevean mecanismos para
investigar y sancionar las faltas que éste pueda cometer.
4.
Como se sabe el presidente goza de fuero especial por lo cual sólo el Congreso de la
República puede investigarlo, juzgarlo o sancionarlo. Sin embargo en el caso de un
presiente-candidato, el ongreso no sería el órgano competente para ejercer esas
funciones, en tanto al participar simultáneamente con el presidente en la campaña
electoral, perderá su independencia y no contará con la distancia suficiente para
analizar las situaciones que se presenten. De igual manera no sería adecuado que una
instancia política por definición, se encargara de juzgar la conducta y los actos del actor
principal de un proceso político, en el que el Congreso mismo es parte.
5.
Tampoco convendría que la función de fiscalización la ejerciera la Procuraduría pues
ésta ha tenido y tendrá dificultades y limitaciones de tipo político y jurídico en relación
con procesos que involucren al Presidente, tales como discursos, actos de gobierno,
etc. Si se hubiera adoptado esta opción, tendría que haberse reformado dicha entidad y
haberla dotado de los instrumentos requeridos para cumplir una función de este tipo.
6.
Se debería haber ordenado que la campaña y la actividad del candidato oficial fueran
vigiladas de cerca y sancionadas, cuando a ello hubiere lugar, por alguna autoridad que
garantizara el respeto al ordenamiento vigente, los derechos ciudadanos y las
libertades públicas. El Congreso ni siquiera consideró este tema en los debates del Acto
Legislativo 02 de 2004. Dicha autoridad debería verificar de oficio y por solicitud de los
ciudadanos, durante la campaña y por seis meses más, si el candidato se extralimitó en
el ejercicio de las funciones, si las usó con fines electorales o si pudo haber cometido
un delito o haber incurrido en causal de “indignidad por mala conducta”. También
debería estar facultada para suspender tanto los actos del presidente y sus subalternos
que tengan fines electorales, aunque desde el punto de vista jurídico no sean contrarios
a la Constitución o la ley, como la tramitación de asuntos de gobierno que puedan
interferir los desarrollo de los procesos político electorales en curso.
7.
Los procesos de investigación y sanción deberían haber contado con procedimientos
especiales, que garantizaran la prontitud requierida para que no se esté juzgando el
hecho cuando ya se a avanzado el segundo período de gobierno.
8.
Para no burocratizar el tema, las obligaciones de vigilancia y control que se mencionan,
podrían haber estado a cargo de un tribunal ad hoc, no permanente, que estuviera
integrado, por ejemplo, por los presidentes de la Corte Constitucional, la Corte
Suprema y el Consejo de Estado.
*******
Esto son pues los argumentos formales y de fondo que, en opinión de los demandantes,
justifican la declaratoria de inexequibilidad del Acto legislativo 02 de 2004, por el cual se
aprobó la reelección presidencial inmediata.
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