Comité para los Fondos Internacionales de - unesdoc

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Comité para los Fondos Internacionales
de Derecho de Autor
(COFIDA)
Comité para
Los Fondos
Internacionales
de Derecho
de Autor
COFIDA
Órgano subsidiario del Fondo Internacional
para la Promoción de la Cultura
Unesco
Publicado en 1981 por la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura,
7 place de Fontenoy, 75700 París
Impreso por Imprimerie des Presses Universitaires de France, Vendóme
© Unesco 1981
Impreso en Francia
El deseo de aprender
Casi los dos tercios de los hombres, mujeres y niños del mundo padecen de
una falta de instrumentos esenciales para adquirir los conocimientos necesarios para acceder a una vida mejor y más satisfactoria. No disponen de
libros ni de materiales impresos y audiovisuales que respondan a sus necesidades educativas fundamentales, sin hablar de adquirir una mejor comprensión de la ciencia, de las nuevas tecnologías y de las culturas de los
demás pueblos. En tales condiciones ¿cómo se puede alcanzar el desarrollo?
En razón de la explosión demográfica, que supera en magnitud los
esfuerzos realizados para combatir el analfabetismo, el número de analfabetos en el mundo sigue en aumento. Empero, a pesar de la incidencia
importante y continuada del analfabetismo, el público alfabetizado también
ha crecido considerablemente y la demanda de material didáctico se ve
estimulada por los esfuerzos generales encaminados a acelerar el desarrollo
de la educación, de la ciencia y de la cultura. Aun en los casos en que el
analfabetismo predomina, el desarrollo de la instrucción depende de la
disponibilidad de materiales impresos. Los educadores han llegado a la
conclusión de que una utilización conjunta de materiales impresos y audiovisuales puede aumentar el grado de instrucción y transformar el proceso
educativo.
Anatomía de la escasez
Descrita por la Unesco en ocasión del Año Internacional del Libro (AIL),
en 1972, como "el deseo de leer", esta escasez es tan aguda en ciertos países
que constituye un serio obstáculo para el desarrollo. Según las estimaciones
de la Unesco, la producción mundial de libros en 1972 era de quinientos mil
títulos y el número total de ejemplares producidos se estimaba entre siete y
ocho mil millones. Entre 1950 y 1970 la producción mundial de títulos se
había duplicado y el número de ejemplares, triplicado. Durante el mismo
periodo, el número de lectores en el mundo se había ampliamente duplicado.
Sin embargo, en 1972, los países en desarrollo, con el setenta por ciento de
la población mundial, no producían sino el veinte por ciento de los libros.
Este desequilibrio en la producción se mantiene, a pesar de que en los
últimos años la tasa anual de crecimiento sea del orden del cuatro por
ciento para los libros y del seis por ciento para el número de ejemplares.
De hecho, el desequilibrio se ha agravado. En 1978, se publicaron en el
mundo 642 000 títulos, lo que representa más de un libro nuevo por minuto.
Pero el setenta y cinco por ciento de ellos provenía de los países de Europa,
América del Norte, Japón y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Sólo 115 000 títulos de ese total, es decir el 17,9 por ciento, fueron publicados
en los países en desarrollo. (Para mayor información sobre este punto,
consultar el Anuario estadístico de la Unesco de 1980, cuadros 6.1 y 8.1.)
Entre los países desarrollados, los mayores productores de libros son
la URSS, con 86 000 títulos (datos de 1978) y los Estados Unidos de América,
con 85 126 (datos de 1978). Como ejemplo de países desarrollados cuya
producción sobrepasa normalmente los diez mil títulos anuales, se pueden
citar la República Federal de Alemania, Japón, el Reino Unido, España,
Francia, los Países Bajos, Canadá y Yugoslavia. Entre los países en desarrollo sólo Brasil, China y la República de Corea producen un número
similar de títulos. En 1979, la República Federal de Alemania, los Estados
Unidos de América y la URSS, seguidos de Brasil, China, España, Francia,
Japón, los Países Bajos, la República de Corea, el Reino Unido y Yugoslavia
produjeron aproximadamente los dos tercios de los libros del mundo. Diez
años antes, la producción conjunta de la República Federal de Alemania,
España, los Estados Unidos de América, Francia, Japón, el Reino Unido
y la URSS era de aproximadamente un cincuenta y siete por ciento del total
de títulos.
En Asia, África, América Latina y en los países árabes existe una grave
escasez de material impreso y audiovisual. La insuficiencia de la producción,
la distribución inadecuada y los elevados gastos que demanda la importación
de libros se suman para generar una situación de estancamiento que priva a
la población de la información que le es necesaria.
Las necesidades varían según las regiones. En América Latina, por
ejemplo, la producción de libros es más elevada que en otras regiones en
desarrollo. Pero a pesar de esa disparidad, el mundo en desarrollo en general
hace frente a ciertos problemas comunes. El diagnóstico existe y urge buscar
una solución. Es indudable que el mundo en desarrollo no cuenta con una
producción suficiente y una distribución adecuada de libros, otros materiales impresos, films, discos y ciertos materiales audiovisuales de reciente
creación.
La respuesta internacional
Para hacer frente a esta situación crítica, los países en desarrollo deben
fomentar la producción nacional, así como recurrir a la importación, a la
reimpresión, a la traducción, a la adaptación de obras extranjeras y a la
regrabación de fonogramas. Dentro del marco de su amplio mandato en el
campo de la educación, la ciencia y la cultura, la Unesco ha utilizado distintos medios para remediar esas insuficiencias y ayudar al desarrollo de la
producción nacional de materiales cuya escasez es más aguda. Se ha estimulado y aportado ayuda a la producción local de libros y a la utilización
de los nuevos medios en la enseñanza —films, diapositivas y microfilms,
emisiones de radiodifusión y de televisión, grabaciones sonoras de todo tipo,
maquetas y modelos mecánicos, mapas e ilustraciones— cuya eficacia se
confirma día a día.
En lo que respecta al libro, que es aún hoy el instrumento esencial del
proceso de aprendizaje, en 1972, Año Internacional del Libro, la Unesco
adoptó un programa basado en cuatro puntos. Estos puntos han sido fijados
como objetivos a largo plazo de la Organización, y son los siguientes: libros
al servicio de la educación, de la comprensión internacional y de la cooperación pacífica; estímulo de la actividad de los escritores y traductores
teniendo debidamente en cuenta la necesidad de proteger el derecho de
autor; producción y distribución de libros y desarrollo de las bibliotecas; y
fomento del hábito de la lectura.
El porvenir del tercer mundo dependerá de su capacidad para producir
y editar las obras artísticas, literarias y científicas que respondan plenamente a sus necesidades e intereses locales. Del problema tienen plena
conciencia tanto los planificadores como los educadores y los editores. En
efecto, los pensadores, escritores y artistas de una nación son las personas
mejor calificadas para producir obras capaces de enriquecer una cultura y
proporcionar los materiales educativos adecuados.
En el programa del Año Internacional del Libro, que sigue constituyendo
la base de acción de la Unesco en este campo, se reconoce que habrá que
recurrir a la ayuda internacional y a los intercambios comerciales entre los
países hasta que los países en desarrollo sean capaces de satisfacer sus necesidades propias. Si bien las importaciones procedentes de otros países no
pueden resolver a largo plazo el problema de la escasez, al menos, pueden
constituir un remedio durante este periodo de transición. La repartición de
las importaciones es desigual, ya que se ven afectadas por las barreras
lingüísticas. Los países de más intensa actividad editorial publican generalmente en lenguas extranjeras y han comenzado a adaptar sus obras a las
necesidades de los países en desarrollo. Empero, los países productores no
siempre publican en las lenguas que los países en desarrollo más necesitan.
Su contribución, aun sumada a la producción local, está lejos de satisfacer
las necesidades.
Estímulo a la actividad de los escritores
"Estimular la actividad de los escritores y traductores, teniendo debidamente en cuenta la necesidad de proteger el derecho de autor", tal era uno
de los puntos del Año Internacional del Libro. Este tema muestra el enfoque
interdisciplinario de la Unesco, como se puede ver a continuación:
"Es evidente que el origen de toda publicación está en el autor que crea la obra.
Sin el autor y sus coadyuvantes, el traductor y el adaptador, todo el edificio de la
producción de libros se desmoronaría. Los países han de estimular la labor
creadora de los autores y de los traductores con objeto de que la personalidad
cultural de cada país se manifieste ampliamente y se difunda. El autor tiene a su
vez una responsabilidad frente al público, que aumenta a medida que se multiplican las ediciones y los lectores. El autor no podrá cumplir plenamente esa
obligación si no goza de la libertad indispensable para toda obra de creación.
"El traductor, que contribuye con su trabajo a la difusión del libro más allá de
las fronteras lingüísticas, es un vínculo esencial entre el autor y un público más
vasto. Con objeto de lograr una utilización más eficaz de los libros escritos en otras
lenguas o por autores de diferentes culturas, se acude con frecuencia al traductor
para que adapte la obra original.
"Para aumentar la producción intelectual, no sólo es necesario descubrir y
formar nuevas inteligencias, sino también mejorar la condición de los autores y
de los traductores, defendiendo sus intereses morales y materiales. Se ha de lograr
un buen equilibrio entre la necesidad de proteger los derechos de los autores y la
de extender la circulación de originales y obras editadas, sobre todo en beneficio
de los países en vías de desarrollo."
¿Qué es el derecho de autor?
"... teniendo debidamente en cuenta la necesidad de proteger el derecho de
autor", esta frase extraída de uno de los puntos del programa del Año
Internacional del Libro subraya la importancia del derecho de autor en el
establecimiento de sistemas nacionales de comunicación y en la circulación
de la información.
El derecho de autor protege a los autores de obras literarias, artísticas y
científicas, reconociéndoles el derecho a una remuneración y al control de la
utilización pública de su creación intelectual.
Lo que se protege son las formas de expresión, no las ideas. De esta
manera se cubre una gran variedad de producciones culturales, tales como
las obras literarias o científicas, las obras coreográficas, las pinturas, las
composiciones musicales, los films y, en algunos países, los discos fonográficos. Al mismo tiempo que estimula la creatividad, dotándola de un
marco jurídico, el derecho de autor trata de garantizar un equilibrio con otro
objetivo —no menos importante y a veces contradictorio— que consiste en
facilitar un amplio acceso a las obras del espíritu.
El origen del derecho de autor en el sentido moderno del término se
sitúa en el siglo xv, cuando Gutenberg inventó los caracteres móviles de la
imprenta. El derecho de autor ha estado indisolublemente ligado a los
cambios ocurridos en las técnicas de comunicación. Ello es tan cierto hoy,
en la época de los satélites y de las computadoras, como lo era en tiempos de
Gutenberg. Las diferentes sociedades elaboraron su legislación sobre el
derecho de autor de modo que correspondiera a sus respectivos sistemas
económicos y a sus estructuras políticas, sociales y culturales. El denominador común de dichas legislaciones es el reconocimiento de la necesidad de
una protección, cualquiera sea su tipo.
Necesidades mundiales y derecho de autor
Gracias a la protección del derecho de autor, los autores y los artistas pueden
disfrutar de las ventajas que ella les proporciona en su propio país, contribuyendo así a la expansión de las culturas nacionales. Como medio para
organizar la vida cultural, el derecho de autor ha tenido general aceptación
y, en la actualidad, la mayoría de los países ha adoptado una legislación en
ese campo. Se advierte, asimismo, una toma de conciencia creciente sobre la
importancia del derecho de autor, tanto en el plano nacional como en el
internacional.
En un mundo cada vez más interdependiente, los autores no pueden
aceptar que su protección se limite a las fronteras nacionales, y, en efecto,
actualmente pueden beneficiarse de la protección de sus obras en los países
que respetan las convenciones internacionales. Hasta la fecha, cerca de los
dos tercios de los Estados Miembros de la Unesco se han adherido a una
de las dos, o a ambas, convenciones internacionales sobre derecho de autor.
Se trata de la Convención Universal sobre Derecho de Autor (UCC),
administrada por la Unesco, y del Convenio de Berna para la Protección de
las Obras Literarias y Artísticas, administrado por la Organización Mundial
de la Propiedad Intelectual (OMPI).
Numerosas son las razones de la internacionalización creciente del
derecho de autor. En nuestros días, las naciones son conscientes de la necesidad de acceder a las obras de otros países, sea para estar al corriente de los
progresos científicos y tecnológicos, sea para enriquecer su propia cultura.
El intercambio de ideas que la circulación de las obras protegidas permite
entre las diferentes regiones del mundo favorece la creación de una comunidad intelectual internacional. La universalidad de los conocimientos es un
principio reconocido desde antaño y el intercambio de informaciones favorece el progreso de todos los pueblos. Además, toda nación trata de exportar
sus obras para difundir su cultura. A ello se agrega también una razón
económica: el atractivo que representan las ventas al extranjero. El derecho
de autor se convierte de esta forma en un auxiliar de la modernización,
especialmente en lo que se refiere al desarrollo de los modernos sistemas de
comunicación.
Los autores aspiran a proteger sus derechos allí donde sus obras sean
utilizadas. En nuestra época de interdependencia global y de proliferación
de técnicas de comunicación resulta difícil proteger estos derechos, dado
que las obras protegidas por el derecho de autor atraviesan fácilmente las
fronteras nacionales. Por otra parte, el reconocimiento de un derecho exclusivo de reproducción y de comunicación al público es un elemento esencial
de la producción de las obras protegidas. Los editores tienen necesidad de
saber que sus competidores no podrán editar la misma obra. De esta manera,
el derecho de autor constituye un medio de introducir el orden y la ley allí
donde amenaza la anarquía.
Los países en desarrollo que recurren a la importación de obras han
señalado que las normas que rigen el derecho de autor internacional les
ocasionaban dificultades para obtener los derechos que necesitan, a saber,
derechos de traducción, de adaptación, de reproducción, de radiodifusión
o de comunicación de las obras al público por otros medios. En la década
de 1960, algunos países solicitaron que en las convenciones internacionales
sobre derecho de autor se introdujeran disposiciones que facilitaran la
transferencia de esos derechos. Los pedidos procedentes de los países en
desarrollo culminaron, en 1971, en una serie de modificaciones introducidas
a las dos convenciones. Las modificaciones así aprobadas establecen, para
los países en desarrollo, un régimen preferencial de transferencia de los
derechos de traducción y de reproducción sobre los materiales de los cuales
tienen una necesidad esencial, particularmente sobre los libros de enseñanza
y las obras científicas y técnicas.
La Convención Universal que garantiza a los autores un mínimo de
protección, sin dejar de respetar los usos nacionales e internacionales, es la
más liberal de las convenciones internacionales en vigor y responde, en
consecuencia, a las necesidades de los países en desarrollo como utilizadores
y como productores —cada vez más importantes— de obras protegidas por
el derecho de autor.
Al mismo tiempo que se empeña en facilitar el acceso a las obras protegidas, la Unesco se esfuerza por alentar el respeto hacia el principio mismo
del derecho de autor y combate la piratería, no solamente en cuanto constituye una violación del derecho de autor, sino también porque la protección
de los creadores de una nación es indispensable a su progreso cultural y
educativo.
Una resolución aprobada al finalizar el Seminario Regional sobre el
Derecho de Autor y los Derechos Conexos para los Estados y Territorios de
Asia y del Pacífico, reunido en Nueva Delhi en diciembre de 1978, invitó
encarecidamente a los editores y a los titulares de derechos de autor de los
países desarrollados a "facilitar [a los editores de los países en desarrollo] la
transferencia de sus derechos de traducción y de reproducción en condiciones
favorables, a fin de que los países en desarrollo que no son partes en las
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convenciones internacionales sobre derecho de autor pueden ser inducidos
a adherirse a las mismas, y no juzguen más ventajoso permanecer al margen
de las convenciones".
La traducción, una ventana abierta al mundo
Las reuniones de expertos convocadas por la Unesco para estudiar el tema
de la producción de libros en los países en desarrollo han evocado a menudo
la necesidad de aumentar las traducciones. Esta necesidad es particularmente aguda en el ámbito de los materiales técnicos, escolares, universitarios
y postuniversitarios. Empero, también en este caso las regiones del mundo
más necesitadas de esos materiales son las que, por diferentes razones, tienen
menos capacidad de obtenerlos.
Abolir las barreras lingüísticas —gracias a las traducciones— no solamente entre las naciones, sino también en el interior de países y regiones
multilingües, es un imperativo del mundo moderno. En la India, por ejemplo,
muchas instituciones traducen a las diferentes lenguas regionales y al inglés
las numerosas lenguas y literaturas de ese vasto país. Lafinalidadperseguida
es la de enriquecer las diferentes regiones con las obras clásicas escritas en
otras lenguas y partes del país. Empero, para acrecentar la comprensión de
los modos de vida y de pensamiento de otros pueblos, resultan igualmente
indispensables las traducciones de y a las lenguas consideradas como
internacionales.
El deseo de leer, compilado por Ronald Barker y Robert Escarpit, y
publicado por la Unesco en 1973 como parte del esfuerzo por aclarar la
situación mundial del libro, hace una amplia exposición de la situación de la
traducción en el mundo. En África, por ejemplo, esta obra comprueba que
"La edición en lenguas autóctonas —excepción hecha del árabe y, en menor
grado, del suaheli— es muy escasa. [...] El inglés y el francés siguen siendo las
lenguas dominantes que una fuerte proporción lectora de África está en
condiciones de utilizar como lenguas de lectura corriente; pero, así y todo,
no se trata más que de una minoría dentro de una minoría, y, por lo demás,
generalmente limitada a las zonas urbanas. Ahora bien, el sacrificar los
dialectos rurales, tal como se hizo antaño en Europa, acarrearía peligrosas
mutilaciones culturales que África no tiene por qué aceptar. Por dicho motivo,
numerosos gobiernos africanos, sin por ello renunciar a la expansión
de los principales idiomas de comunicación internacional, se dedican
a promocionar las lenguas locales como instrumentos de cultura y de
educación permanente. Dichos países pueden beneficiarse, a este respecto,
de la iniciativa tomada por la Unesco para la promoción de las lenguas
africanas."
Es asimismo indispensable abrir el mercado mundial a las traducciones
provenientes de los países en desarrollo, no solamente para mejorar las
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comunicaciones internacionales y las culturas nacionales, sino también para
fortalecer la situación económica de los medios de comunicación de esos
países.
Adaptación a las condiciones locales
La adaptación es un procedimiento constantemente utilizado por los diferentes medios de comunicación. Las obras literarias son utilizadas en films,
en programas de televisión o en comedias musicales. La edición abreviada es
también una forma de adaptación y en los últimos años ha hecho aparición
aún una nueva forma, en la medida en que los materiales impresos y audiovisuales producidos en un país se retocan para ser utilizados en otros.
En el caso de las obras científicas, a menudo es posible reproducirlas
prácticamente sin modificación. Pero cuando se trata de libros para niños
o de obras de geografía, de historia o de otras ciencias sociales, el texto
original suele resultar inadecuado o inadaptado a un contexto diferente de
aquél para el que había sido escrito. De esta forma, suele ser imperativa la
adaptación del contenido —y también de las ilustraciones— sea en la lengua
original, sea en la traducción, para que esas obras resulten comprensibles,
útiles e interesantes a los utilizadores extranjeros. Un libro para niños escrito
en un país industrializado que hable de un padre que va a su oficina, no
sería el más adecuado para una región de economía agrícola, donde los
padres no trabajan en oficinas. Así, por ejemplo, habrá que sustituir la
palabra "patata" por la de "igname" en un manual europeo destinado a
escuelas africanas. Se podrían citar una infinidad de variaciones culturales
de este tipo. Resulta, por lo tanto, prácticamente imposible para los escritores y editores de un país introducir las adaptaciones indispensables para la
utilización de una obra en otro país; y si el editor originario lo logra es
solamente con la colaboración de escritores y editores locales. Las adaptaciones de obras de origen extranjero hechas en la misma región donde deben
ser utilizadas parecen, en consecuencia, preferibles y debieran merecer un
estímulo especial.
Falta de recursos locales
En épocas de transformaciones a escala mundial y de crecientes esperanzas,
se advierte un aumento de la demanda de los países en desarrollo de material
educativo en todas sus formas. Sin embargo, los países en desarrollo tienen
pocos traductores, redactores, adaptadores, editores e impresores con
experiencia suficiente. Les resulta difícil hacer frente a los gastos que comportan la traducción y la producción, ya se trate de obras extranjeras o
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nacionales. La edición es siempre onerosa, ya sea realizada por el sector
público o por el privado. Algunos editores de los países en desarrollo operan
generalmente en situaciones financieras difíciles a raíz del aumento de los
costos: precio elevado del papel en el mercado internacional, impuestos a
la importación, gravámenes aduaneros sobre los equipos de imprenta, altas
tarifas postales y costos de transporte (aéreo, terrestre, o marítimo), piratería de libros y discos y deficiente organización de mercados. A todo ello se
agregan las regalías de derecho de autor. Para reproducir, traducir, adaptar,
difundir o comunicar al público una obra protegida por el derecho de autor
es necesario obtener la autorización del titular de ese derecho. En resoluciones aprobadas por la Conferencia General se ha solicitado a la Unesco
que contribuyera a la búsqueda de soluciones capaces de resolver los problemas con que tropiezan los países en desarrollo para acceder a las obras
protegidas por el derecho de autor; la Organización ha tomado, efectivamente, una serie de medidas para alentar la cesión a esos países de los
derechos de utilización de las obras. Ha invitado reiteradamente a los países
industrializados a ceder esos derechos a los países en desarrollo en condiciones
preferenciales y numerosos editores y productores han respondido generosamente a ese llamado. A su vez, la actividad editorial en estos países se ha
desarrollado en los últimos años y algunos de ellos ya se hallan en condiciones de vender sus propios derechos en el mercado mundial. Esta situación
merece aliento. La Unesco trata de favorecer los intercambios culturales
incluyendo la transferencia de derechos sobre las obras protegidas por el
derecho de autor, tanto entre los países en desarrollo, como entre éstos y los
países desarrollados.
Si se toma como ejemplo la edición de libros, muchas editoriales importantes disponen de un departamento especial de derechos y autorizaciones
encargado de acordar licencias o cesiones de reproducción, traducción y
adaptación de libros en otros países. De esta manera pueden, o bien renunciar al pago de una regalía, o bien acordar esos derechos a los países en
desarrollo en condiciones preferenciales. Sin embargo, las cesiones de los
derechos de autor representan una importante fuente de ingresos para el
autor y para el editor, quien corre un riesgo económico con la publicación
de la obra.
La Unesco no pretende que los autores renuncien al derecho de remuneración por la publicación de sus obras, por cuanto el pago de una regalía
constituye un principio fundamental del derecho de autor. Empero, las
regalías de derecho de autor representan un costo suplementario para los
países en desarrollo, costo que les resulta difícil afrontar. La regalía normal
pagada aun titular del derecho de traducción, por ejemplo, es del 7,5 al 10 por
ciento, aproximadamente, del precio de venta al público del ejemplar traducido, lo cual aumenta considerablemente el costo de la traducción de las obras.
Los países en desarrollo cuyo poder adquisitivo es bajo y que a menudo
tienen control cambiario, unido a una escasez de divisas, experimentan
muchas dificultades para el pago de regalías por la utilización de una obra.
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El folleto Libros para todos publicado por la Unesco como parte de las
actividades del Año Internacional del Libro sugiere que: "Como el pago de
los derechos de autor representa un desembolso considerable para los países
en vías de desarrollo que quieren reproducir, traducir o adaptar obras
protegidas, los gobiernos de países adelantados podrían pagar esos derechos
a sus nacionales, quedando así protegidos los intereses de los titulares del
derecho de autor."
Pago de las regalías de derecho de autor
Se ha emprendido una campaña para reducir el costo de las importaciones
mediante la reducción de los aranceles aduaneros y la eliminación de los
obstáculosfiscales,monetarios y comerciales que traban la libre circulación
de materiales de carácter educativo, científico y cultural. Los esfuerzos de la
Unesco en ese campo culminaron con la adopción en 1948 del Acuerdo de
Beirut, referente al material visual y auditivo, así como del Acuerdo de
Florencia (1950) y de su Protocolo (1976), que comprende los libros y otros
materiales impresos.
Los bonos de la Unesco se han utilizado también para superar las dificultades creadas por las disposiciones cambiarías. Los mismos permiten la
compra de moneda convertible para el pago de las regalías de derecho de
autor. Sin embargo, estas medidas no han logrado proporcionar los fondos
necesarios para el pago de las regalías, o dicho en otros términos, del costo
del derecho de autor.
El problema ya fue señalado en 1968. La reunión de expertos sobre la
promoción del libro en África, que se reunió en Acra, había recomendado,
con respecto al derecho de autor y a su influencia sobre el número y el precio
de los libros editados en los países africanos "que se tomen enérgicas medidas
a fin de poner en marcha un programa de ayuda financiera destinado a
aliviar el costo que implican para los países en vías de desarrollo la compra
y la utilización de obras extranjeras protegidas por el derecho de autor".
La Conferencia General de la Unesco celebrada ese mismo año retomó
la idea. En su decimoquinta reunión (octubre-noviembre de 1968) aprobó
la resolución 5.121, la cual invitaba a los Estados Miembros a que "en sus
programas de cooperación bilateral, además de incluir medidas destinadas
a favorecer la exportación y la importación de libros relativos a la educación,
la ciencia, la tecnología y la cultura, consignen créditos destinados a satisfacer los derechos de autor de sus nacionales cuyas obras se utilicen en los
países en vías de desarrollo, de modo que los países que sufran de una grave
escasez de libros puedan reproducir e imprimir obras protegidas por el
derecho de autor y publicar traducciones y adaptaciones de tales obras".
A fin de cumplir con esa resolución, confirmada en las decimosexta,
decimoséptima, y decimoctava reuniones de la Conferencia General, el
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Director General de la Unesco fue autorizado a recoger y difundir informaciones sobre los diversos elementos del derecho de autor —derecho de
reproducción, derecho de traducción, derecho de adaptación— que los
Estados productores estuvieran dispuestos a ofrecer a los países en desarrollo
en condiciones preferenciales.
Como estas medidas por sí solas no parecían suficientes, se examinó en
la Unesco la posibilidad de buscar otros medios para efectuar el pago de las
regalías de derecho de autor. No puede tratarse, en ningún caso, de sacrificar a los autores ni de hacerles soportar el costo de una reducción del
monto de sus regalías. Entre las medidas previstas figura la creación de
un fondo internacional de derecho de autor. La necesidad de constituir
dicho fondo fue señalada por primera vez en 1969 durante la reunión, en
Washington D.C., del Grupo Mixto de Estudio del Derecho Internacional
de Autor, que constituyó el punto de partida para la creación en la
Unesco del Centro Internacional de Información sobre el Derecho de Autor.
Aunque en ese momento se considerara prematura la creación del fondo, se
propuso organizar un mecanismo destinado a ayudar a los países en desarrollo a superar los problemas con que tropiezan a raíz del pago de las
regalías de derecho de autor.
El Comité de Apoyo del Año Internacional del Libro examinó el asunto
en sus reuniones de Bruselas, en octubre de 1971, y de Viena, en 1972. El
Comité Internacional del Año Internacional del Libro, que le siguió, en su
reunión celebrada en Bogotá en 1973, solicitó a la Unesco que estudiara "la
posibilidad de crear un Fondo Mundial del Libro con el fin de facilitar la
adquisición, por parte de los países en vías de desarrollo, de los derechos de
publicación de ciertas obras de carácter educativo, científico y cultural producidas en los países desarrollados".
Creación del Fondo Internacional
para la Promoción de la Cultura
Durante el mismo periodo, la Unesco estudió la posibilidad de crear un
mecanismo internacional para financiar las actividades culturales. Ello
culminó con la aprobación por la Conferencia General en su decimoctava
reunión, celebrada en noviembre de 1974, de la resolución 3.332 que establece el Fondo Internacional para la Promoción de la Cultura. Dicho
Fondo tiene por finalidad promover: d) las culturas nacionales, los valores
que esas culturas encarnan y las formas que expresan su autenticidad y su
personalidad; b) la creación artística en todas sus formas, respetando la
autonomía y la libre expresión; y c) la cooperación cultural regional e
internacional.
La administración del Fondo corresponde a un Consejo de Administración que goza de una amplia autonomía intelectual y funcional dentro de
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la Unesco. El Consejo está compuesto por quince miembros que se desempeñan a título personal y que son designados por el Director General de la
Unesco, por un periodo de cuatro años. El Consejo de Administración
decide acerca de la utilización de los recursos, determina los principios que
rigen las actividades del Fondo y toma todas las disposiciones que estima
necesarias para formular y llevar a cabo su programa de actividades. El
Consejo instituye un Comité Ejecutivo, compuesto por el presidente del
Consejo y por cuatro miembros elegidos de entre quienes lo integran y
puede, además, crear los órganos subsidiarios que estime necesarios.
El Fondo está habilitado para: a) recibir y movilizar, en forma permanente, recursos financieros diversos, tanto públicos como privados; y
b) utilizar esos recursos con miras a proporcionar asistencia técnica e intelectual y ayuda financiera bajo diferentes formas1.
Creación del COFIDA
El Consejo de Administración del Fondo Internacional para la Promoción
de la Cultura se ha interrogado repetidas veces acerca de cuáles serían los
medios más adecuados para la promoción de las actividades intelectuales y
artísticas en los países en desarrollo, y ha llegado a la conclusión de que el
derecho de autor podría ser un elemento esencial del desarrollo de los
valores culturales nacionales. Con el fin de ayudar a los países en desarrollo
a financiar las regalías de derecho de autor y de contribuir así a la cooperación cultural internacional, el Fondo decidió crear, de acuerdo con el
artículo 5, párrafo 13, de sus estatutos, un órgano subsidiario denominado
Comité para los Fondos Internacionales de Derecho de Autor (COFIDA).
El COFIDA se compone de cuatro miembros que actúan a título personal y que son designados de entre los miembros del Consejo de Administración del Fondo Internacional para la Promoción de la Cultura. Bajo el
control del Consejo de Administración y la dirección de su presidente, el
Comité aprueba los proyectos cuyafinanciaciónse le solicita.
La División de Derecho de Autor de la Unesco participa en la labor del
COFIDA, y uno de sus funcionarios, designado por el Director General,
asiste a sus deliberaciones y colabora en el cumplimiento de sus actividades.
Cómo se utilizan los fondos
El principal objetivo del COFIDA consiste en ayudar a los países en desarrollo a acceder al saber mundial y a desarrollar sus culturas nacionales, sin
1. Un documento más detallado sobre las características del Fondo está disponible para
las personas que lo soliciten.
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dejar de otorgar protección al derecho de autor en el plano internacional y
al derecho de los autores.
Si logra contribuir, aunque sea en forma modesta, a acrecentar la producción en los países en desarrollo de obras protegidas por el derecho de
autor —libros, discos, films, etc.— la contribución del COFIDA habrá
resultado útil. El objetivo del Fondo es más amplio que la idea original de
un "fondo de regalías", y sus recursos pueden utilizarse para financiar tres
clases principales de actividades. En primer término, el COFIDA podrá
financiar total o parcialmente regalías de derechos de autor, cuando un país
en desarrollo experimente dificultades para su pago. Esto cubre los derechos
de reproducción gráfica o en un soporte sonoro o sonoro y visual, los derechos de traducción o de adaptación, de radiodifusión o de comunicación al
público por cualquier otro medio, de obras de origen extranjero. En principio, las obras deben estar comprendidas en las categorías para las cuales
la Convención Universal sobre Derecho de Autor, en su revisión de 1971,
prevé condiciones preferenciales de cesión a favor de los países en desarrollo.
En otras palabras, debe tratarse de obras de tipo educativo, científico,
tecnológico o de promoción cultural.
En segundo término, el COFIDA trata de alentar a los países en desarrollo a traducir o a adaptar obras de origen extranjero, financiando otros
gastos conexos que no sean los de derechos de autor propiamente dichos.
En tercer lugar, el COFIDA ayuda a los países en desarrollo a traducir
o a hacer traducir sus propias obras, o las de sus nacionales, para lograr su
más amplia difusión a través del mundo.
Cómo funciona el COFIDA
El COFIDA opera fundamentalmente otorgando préstamos, asistencia
intelectual y asistencia técnica.
Préstamos. El COFIDA otorga asistencia a los países en desarrollo acordándoles préstamos para pagar una parte o la totalidad del valor de la
cesión de derechos sobre obras extranjeras. El reembolso es estudiado por
el COFIDA en forma individual para cada caso. Así, el reembolso de un
préstamo puede producirse solamente después de la venta de cierto
número de ejemplares de una obra, o al cumplirse un plazo, y en las
condiciones fijadas en el momento en que haya sido acordado.
Asistencia intelectual. El COFIDA proporciona informaciones y opina sobre
la forma de presentación de proyectos para su eventual financiación.
Asistencia técnica. El COFIDA puede ayudar a un país en desarrollo a
traducir o a adaptar obras de origen extranjero o nacional. De acuerdo
con las decisiones tomadas por el COFIDA, la ayuda adoptará modalidades diferentes, por ejemplo, el financiamiento de estudios de factibilidad, de formación, etc. Los beneficiarios de esta asistencia pueden
17
ser: a) los organismos públicos o privados o las personas físicas originarias
de países en desarrollo susceptibles de recibir una asistencia del COFIDA
en forma de préstamos para pagar el monto de las regalías de derechos
de autor; b) los organismos públicos o privados o las personas jurídicas
originarias de países en desarrollo susceptibles de recibir una asistencia,
ya sea para traducir o adaptar obras de origen extranjero, ya sea para
traducir obras de origen nacional, afinde darles una vasta difusión.
Las actividades del COFIDA se extienden a todos los Estados Miembros de
la Unesco, quedando aclarado que en ningún caso se habrá de tratar de
asumir responsabilidades que incumban a las autoridades nacionales, ni de
intervenir sin previa solicitud de los interesados.
Fuentes de financiación del COFIDA
Los recursosfinancierosdel COFIDA provienen de contribuciones voluntarias de autores, gobiernos, organismos públicos, organizaciones internacionales, fundaciones, organismosfinancieros,sociedades de autores y de editores
o de productores de fonogramas, videogramas o de films. También pueden
formar parte de sus disponibilidades otros recursos, como podrían ser las
cesiones de derechos de autor en su favor y el interés de las inversiones hechas
por el COFIDA, de acuerdo con el Reglamento Financiero de la Unesco.
Los fondos del COFIDA no pueden ser utilizados sino para las finalidades establecidas por su Comité, de acuerdo con su reglamento. Ni las
contribuciones, ni el otorgamiento de fondos pueden estar sujetos a ninguna
condición política. Pero los donantes podrán, sin embargo, especificar el
área geográfica de utilización de sus contribuciones o la lengua a la cual
una obra podrá ser traducida.
Las contribuciones se depositan en una cuenta especial abierta por el
Director General de la Unesco, la cual goza de las inmunidades y privilegios
de la Organización. Los privilegios e inmunidades están previstos en la
Constitución de la Unesco, en la Convención sobre los Privilegios e Inmunidades de los Organismos Especializados de las Naciones Unidas y en el
Acuerdo relativo a la Sede establecido entre la Organización y el gobierno
de la República Francesa.
Este último acuerdo prevé, en particular, que los bienes y haberes de la
Organización, cualesquiera sean el lugar en que se encuentren y la persona
en cuyo poder se hallen, estarán exentos de registros, confiscaciones, requisas
y expropiaciones, o de cualquier otra forma de intervención ya sea ejecutiva,
administrativa o legislativa. En virtud de las mismas disposiciones, la
Unesco puede recibir y ser depositaría de fondos y de divisas de cualquier
tipo, mantener cuentas en cualquier moneda y transferir libremente esos
fondos y esas divisas tanto dentro del territorio francés, como de Francia
hacia otro país o viceversa.
18
Su concurso es necesario
El Director General de la Unesco ha solicitado a los Estados Miembros que
se asocien a esta actividad destinada a promover el conocimiento y el desarrollo de los medios de comunicación en el tercer mundo. Los autores de
todo el mundo saldrán beneficiados.
Cabe esperar que los autores, editores y productores de obras protegidas
por el derecho de autor estén dispuestos a participar en este esfuerzo y
envíen su contribución al COFIDA. Las contribuciones pueden realizarse
en una sola donación o en pagos periódicos. Los cheques deben ser extendidos a la orden de: "Unesco, Fondo Internacional para la Promoción de
la Cultura" y llevar la mención especial "COFIDA". Pueden igualmente
enviarse giros en forma directa a las cuentas bancarias siguientes:
(en dólares de los Estados Unidos
de América)
(en francos franceses)
n.° 949-1-191558
n.° 0330.1/5-770.002-4
Chase Manhattan Bank
Société Genérale Agence FB
New York Plaza, 5th
floor
43 avenue Kléber
Nueva York, N.Y. 10015,
75784 París Cedex,
Estados Unidos de América
Francia
Toda correspondencia —incluidos el envío de cheques, los pedidos de
formularios de solicitud y la devolución de los formularios debidamente
llenados— deberá dirigirse a:
Fondo Internacional para la Promoción de la Cultura
Comité para los Fondos Internacionales de Derecho de Autor
Unesco
7 place de Fontenoy
75700 París
Teléfono: 577-16-10
Telex: 204.461 París
Miembros del COFIDA
Presidente
Sr. Felipe Herrera1
Ex Ministro de Finanzas de Chile; ex Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.
1. El Sr. Felipe Herrera es también presidente del Consejo de Administración del Fondo
Internacional para la Promoción de la Cultura.
19
Miembros
Sr. Juan María de Amador Zuriarrain
Presidente, Patronato de Historia Antigua, Fundación General Mediterránea, Madrid (España).
Excmo Sr. Dr. Chams Eldine El-Wakil
Ex Presidente de la Universidad Árabe de Beirut; ex Ministro de la
Enseñanza Superior de la República Árabe de Egipto; ex Presidente del
Consejo Ejecutivo de la Unesco; Embajador, Delegado Permanente de
la República Árabe de Egipto ante la Unesco.
Sr. Zaven Hacobian
Ex Subsecretario de Estado, Ministerio de la Cultura y de las Artes de
Irán.
Dr. Arturo Uslar Pietri
Ex Ministro de Educación, de Finanzas y del Interior de Venezuela;
ex miembro del Consejo Ejecutivo de la Unesco; escritor, periodista,
Caracas (Venezuela).
20
Anexo
Convención Universal sobre Derecho
de Autor revisada en París
el24dejuliodel971
Los Estados contratantes,
Animados por el deseo de asegurar en todos los países la protección del
derecho de autor sobre las obras literarias, científicas y artísticas,
Convencidos de que un régimen de protección de los derechos de autor
adecuado a todas las naciones y formulado en una convención universal,
que se una a los sistemas internacionales vigentes sin afectarlos, contribuirá a asegurar el respeto de los derechos de la personalidad humana y
a favorecer el desarrollo de las letras, las ciencias y las artes,
Persuadidos de que tal régimen universal de protección de los derechos de
los autores facilitará la difusión de las obras del espíritu y una mejor
comprensión internacional,
Han resuelto revisar la Convención Universal sobre Derecho de Autor
firmada en Ginebra el 6 de septiembre de 1952 (denominada de ahora
en adelante como "la Convención de 1952") y, en consecuencia,
Han convenido lo siguiente:
Artículo I
Cada uno de los Estados contratantes se compromete a adoptar todas las
disposiciones necesarias a fin de asegurar una protección suficiente y efectiva
de los derechos de los autores, o de cualesquiera otros titulares de estos
derechos, sobre las obras literarias, científicas y artísticas tales como los
escritos, las obras musicales, dramáticas y cinematográficas y las de pintura,
grabado y escultura.
Artículo II
1. Las obras publicadas de los nacionales de cualquier Estado contratante,
así como las obras publicadas por primera vez en el territorio de tal Estado,
gozarán, en cada uno de los otros Estados contratantes, de la protección
que cada uno de esos Estados conceda a las obras de sus nacionales
21
publicadas por primera vez en su propio territorio, así como de la protección especial que garantiza la presente Convención.
2. Las obras no publicadas de los nacionales de cada Estado contratante
gozarán, en cada uno de los demás Estados contratantes, de toda la protección que cada uno de estos Estados conceda a las obras no publicadas de
sus nacionales, así como de la protección especial que garantiza la presente
Convención.
3. Para la aplicación de la presente Convención todo Estado contratante
puede, mediante disposiciones de su legislación interna, asimilar a sus propios nacionales toda persona domiciliada en ese Estado.
Artículo III
1. Todo Estado contratante que, según su legislación interna, exija como
condición para la protección de los derechos de los autores el cumplimiento
de formalidades tales como depósito, registro, mención, certificados notariales, pago de tasas, fabricación o publicación en el territorio nacional, considerará satisfechas tales exigencias, para toda obra protegida de acuerdo
con los términos de la presente Convención, publicada por primera vez
fuera del territorio de dicho Estado por un autor que no sea nacional del
mismo si, desde la primera publicación de dicha obra, todos sus ejemplares,
publicados con autorización del autor o de cualquier otro titular de sus
derechos, llevan el símbolo © acompañado del nombre del titular del
derecho de autor y de la indicación del año de la primera publicación; el
símbolo, el nombre y el año deben ponerse de manera y en tal lugar que
muestren claramente que el derecho de autor está reservado.
2. Las disposiciones del párrafo 1 no impedirán a ningún Estado contratante el someter a ciertas formalidades u otras condiciones, para asegurar el
goce y ejercicio del derecho de autor, a las obras publicadas por primera vez
en su territorio o a las obras de sus nacionales dondequiera que sean
publicadas.
3. Las disposiciones del párrafo 1 no impedirán a ningún Estado contratante el exigir a quien reclame ante los tribunales que cumpla, al promover
la acción, con reglas de procedimiento tales como el ser asistido por un
abogado en ejercicio en ese Estado, o el depósito por el demandante de un
ejemplar de la obra en litigio en el tribunal, en una oficina administrativa,
o en ambos. Sin embargo, el hecho de no haber cumplido con esas exigencias
no afectará a la validez del derecho de autor, ni ninguna de ellas podrá ser
impuesta a un nacional de otro Estado contratante, si no se imponen a
los nacionales del Estado donde la protección se reclama.
4. En cada Estado contratante deben arbitrarse los medios legales para
proteger, sin formalidades, las obras no publicadas de los nacionales de los
otros Estados contratantes.
5. Si un Estado contratante otorga más de un único periodo de protección, y si el primero es de una duración superior a alguno de los mínimos
de tiempo previstos en el artículo IV de la presente Convención, dicho
22
Estado tiene la facultad de no aplicar el párrafo 1 del presente artículo, en lo
que se refiere al segundo periodo de protección, así como a los periodos
sucesivos.
Artículo IV
1. La duración de la protección de la obra se regirá por la ley del Estado
contratante donde se reclame la protección, de conformidad con las disposiciones del artículo II y con las contenidas en el presente artículo.
2. a) El plazo de protección para las obras protegidas por la presente
Convención no será inferior a la vida del autor y veinticinco años después
de su muerte. Sin embargo, aquellos Estados contratantes que, en la fecha
de entrada en vigor en su territorio de la presente Convención, hayan limitado este plazo, para ciertas categorías de obras, a un periodo calculado
a partir de la primera publicación de la obra, tendrán la facultad de mantener tales excepciones o de extenderlas a otras categorías. Para todas estas
categorías, la duración de la protección no será inferior a veinticinco años
a contar de la fecha de la primera publicación.
b) Todo Estado contratante que, en la fecha de entrada en vigor de la
presente Convención en su territorio, no calcule la duración de la protección
basándose en la vida del autor, podrá calcular el término de protección a
contar desde la primera publicación de la obra, o, dado el caso, desde su
registro anterior a la publicación; la duración de la protección no será
inferior a veinticinco años a contar desde la fecha de la primera publicación,
o, dado el caso, desde el registro anterior a la publicación.
c) Si la legislación de un Estado contratante otorga dos o más plazos
de protección consecutivos, la duración del primer plazo no podrá ser
inferior a uno de los periodos mínimos que se han especificado en los apartados d) y b) anteriores.
3. Las disposiciones del párrafo 2 no se aplican a las obras fotográficas,
ni a las de artes aplicadas. Sin embargo, en los Estados contratantes donde se
hallen protegidas las obras fotográficas y, como obras artísticas, las de
artes aplicadas, la duración de la protección para tales obras no podrá ser
inferior a diez años.
4. á) Ningún Estado contratante estará obligado a proteger una obra
durante un plazo mayor que el fijado, para la clase de obras a que
pertenezca, por la ley del Estado del cual es nacional el autor, cuando
se trate de una obra no publicada, y, en el caso de una obra publicada,
por la ley del Estado contratante donde ha sido publicada por primera
vez.
b) Para la aplicación de lo dispuesto en el apartado a), si la legislación de un Estado contratante otorga dos o más periodos consecutivos de
protección, la duración de la protección concedida por dicho Estado será
igual a la suma de todos los periodos. Sin embargo, si por una razón cualquiera, una obra determinada no se halla protegida por tal Estado durante
el segundo periodo, o alguno de los periodos sucesivos, los otros Estados
23
contratantes no están obligados a proteger tal obra durante este segundo
periodo o los periodos sucesivos.
5. Para la aplicación del párrafo 4, la obra de un nacional de un Estado
contratante, publicada por primera vez en un Estado no contratante, se
considerará como si hubiera sido publicada por primera vez en el Estado
contratante del cual es nacional el autor.
6. Para la aplicación del mencionado párrafo 4, en caso de publicación
simultánea en dos o más Estados contratantes, se considerará que la obra
ha sido publicada por primera vez en el Estado que conceda la protección
más corta. Será considerada como publicada simultáneamente en varios
países toda obra que haya aparecido en dos o más países dentro de los
treinta días a partir de su primera publicación.
Artículo /Fbis
1. Los derechos mencionados en el artículo I comprenden los fundamentales que aseguran la protección de los intereses patrimoniales del autor,
incluso el derecho exclusivo de autorizar la reproducción por cualquier
medio, la representación y ejecución públicas y la radiodifusión. Las disposiciones del presente artículo se aplicarán a las obras protegidas por la
presente Convención, en su forma original o en cualquier forma reconocible
derivada del original.
2. No obstante, cada Estado contratante podrá establecer en su legislación
nacional excepciones a los derechos mencionados en el párrafo 1 del presente artículo, siempre que no sean contrarias al espíritu ni a las disposiciones
de la presente Convención. Sin embargo, los Estados que eventualmente
ejerzan esa facultad deberán conceder un nivel razonable de protección
efectiva a cada uno de los derechos que sean objeto de esas excepciones.
Artículo V
1. Los derechos mencionados en el artículo I comprenden el derecho exclusivo de hacer, de publicar y de autorizar que se haga y se publique la
traducción de las obras protegidas por la presente Convención.
2. Sin embargo, cada Estado contratante podrá restringir en su legislación nacional el derecho de traducción para los escritos, pero sólo ateniéndose a las disposiciones siguientes:
á) Si, a la expiración de un plazo de siete años a contar de la primera
publicación de un escrito, la traducción de este escrito no ha sido publicada
en una lengua de uso general en el Estado contratante, por el titular del
derecho de traducción o con su autorización, cualquier nacional de ese
Estado contratante podrá obtener de la autoridad competente de tal Estado
una licencia no exclusiva para traducirla en dicha lengua y publicarla.
b) Tal licencia sólo podrá concederse si el solicitante, conforme a las
disposiciones vigentes en el Estado donde se presente la solicitud, demuestra
que ha pedido al titular del derecho la autorización para hacer y publicar
la traducción, y que después de haber hecho las diligencias pertinentes no
24
pudo localizar al titular del derecho u obtener su autorización. En las mismas
condiciones se podrá conceder igualmente la licencia si están agotadas las
ediciones de una traducción ya publicada en una lengua de uso general en el
Estado contratante.
c) Si el titular del derecho de traducción no hubiere sido localizado por
el solicitante, éste deberá transmitir copias de su solicitud al editor cuyo
nombre aparezca en los ejemplares de la obra y al representante diplomático o consular del Estado del cual sea nacional el titular del derecho de traducción, cuando la nacionalidad del titular de este derecho es conocida, o
al organismo que pueda haber sido designado por el gobierno de ese Estado.
No podrá concederse la licencia antes de la expiración de un plazo de dos
meses desde la fecha del envío de la copia de la solicitud.
d) La legislación nacional adoptará las medidas adecuadas para asegurar al titular del derecho de traducción una remuneración equitativa y
de acuerdo con los usos internacionales, así como el pago y el envío de tal
remuneración, y para garantizar una correcta traducción de la obra.
e) El título y el nombre del autor de la obra original deben imprimirse
asimismo en todos los ejemplares de la traducción publicada. La licencia sólo
será válida para la publicación en el territorio del Estado contratante donde
ha sido solicitada. La importación y la venta de los ejemplares en otro
Estado contratante serán posibles si tal Estado tiene una lengua de uso
general idéntica a la cual ha sido traducida la obra, si su legislación nacional
permite la licencia y si ninguna de las disposiciones en vigor en tal Estado
se opone a la importación y a la venta; la importación y la venta en todo
Estado contratante en el cual las condiciones precedentes no se apliquen se
reservarán a la legislación de tal Estado y a los acuerdos concluidos por el
mismo. La licencia no podrá ser cedida por su beneficiario.
/ ) La licencia no podrá ser concedida en el caso de que el autor haya
retirado de la circulación los ejemplares de la obra.
Articulo Fbis
1. Cada uno de los Estados contratantes considerado como país en vías
de desarrollo, según la práctica establecida por la Asamblea General de
las Naciones Unidas, podrá en el momento de su ratificación, aceptación o
adhesión a esta Convención o, posteriormente, mediante notificación al
Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (denominado de ahora en adelante como
"el Director General"), valerse de una o de todas las excepciones estipuladas
en los artículos Yter y Vquater.
2. Toda notificación depositada de conformidad con las disposiciones del
párrafo 1 surtirá efecto durante un periodo de diez años a partir de la fecha
en que entre en vigor la presente Convención, o durante la parte de ese
periodo de diez años que quede pendiente en la fecha del depósito de la
notificación, y podrá ser renovada total o parcialmente por nuevos periodos
de diez años cada uno si, en un plazo no superior a quince ni inferior a tres
25
meses anterior a la fecha de expiración del decenio en curso, el Estado
contratante deposita una nueva notificación en poder del Director General.
Podrán depositarse también por primera vez notificaciones durante nuevos
decenios, de conformidad con las disposiciones del presente artículo.
3. A pesar de lo dispuesto en el párrafo 2, un Estado contratante que deje
de ser considerado como país en vías de desarrollo, según los define el
párrafo 1, no estará facultado para renovar la notificación que depositó según
lo dispuesto en los párrafos 1 ó 2 y, retire oficialmente o no la notificación,
dicho Estado no podrá invocar las excepciones previstas en los artículos Vter
y Vquater al terminar el decenio en curso o tres años después de haber
dejado de ser considerado como país en vías de desarrollo, según la que
sea posterior de esas dos fechas.
4. Los ejemplares de una obra ya producidos en virtud de las excepciones
previstas en los artículos Vter y Vquater podrán seguir en circulación
hasta su agotamiento, después de la expiración del periodo para el cual
dichas notificaciones en los términos del presente artículo han tenido
efecto.
5. Cada uno de los Estados contratantes que haya hecho la notificación
prevista en el artículo XIII para la aplicación de la presente Convención a
determinados países o territorios cuya situación pueda considerarse como
análoga a la de los Estados a los que se hace referencia en el párrafo 1
del presente artículo, podrá también, en lo que se refiere a cualquiera de
esos países o territorios, cursar una notificación relativa a las excepciones
establecidas en el presente artículo y a su renovación. Durante el tiempo en
que surta efecto dicha notificación, podrán aplicarse las disposiciones de
los artículos Vter y Vquater a esos países o territorios. Todo envío de
ejemplares desde dicho país o territorio al Estado contratante será considerado como una exportación en el sentido de los artículos Vter y Vquater.
Artículo Fter
1. a) Cada uno de los Estados contratantes a los que se aplica el párrafo 1
del artículo Vbis podrá sustituir el plazo de siete años estipulado en el
párrafo 2 del artículo V por un plazo de tres años o por un plazo más largo
establecido en su legislación nacional. Sin embargo, en el caso de una traducción en una lengua que no sea de uso general en uno o más países desarrollados, partes en la presente Convención o sólo en la Convención de 1952,
el plazo de tres años será sustituido por un plazo de un año.
b) Cada uno de los Estados contratantes a los que se aplica el párrafo 1
del artículo Vbis podrá, con el asentimiento unánime de los países desarrollados que sean Estados partes en la presente Convención o sólo en la
Convención de 1952 y en los que sea de uso general la misma lengua, en el
caso de una traducción en esa lengua, sustituir el plazo de tres años previsto
en el apartado a) anterior por otro plazo que se determine en virtud de
ese acuerdo pero que no podrá ser inferior a un año. Sin embargo, el presente apartado no se aplicará cuando la lengua de que se trate sea el español,
26
el francés o el inglés. La notificación de ese acuerdo se comunicará al
Director General.
c) Sólo se podrá conceder la licencia si el peticionario, de conformidad
con las disposiciones vigentes en el Estado donde se presente la solicitud,
demuestra que ha pedido la autorización al titular del derecho de traducción o que, después de haber hecho las diligencias pertinentes por su parte,
no pudo localizar al titular del derecho u obtener su autorización. En el
momento de presentar su solicitud, el peticionario deberá informar al
Centro Internacional de Información sobre Derecho de Autor creado por la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura, o a todo centro nacional o regional de intercambio de información
considerado como tal en una notificación depositada a ese efecto en poder
del Director General por el gobierno del Estado en el que se suponga que el
editor ejerce la mayor parte de sus actividades profesionales.
d) Si el titular del derecho de traducción no hubiere sido localizado, el
peticionario deberá transmitir, por correo aéreo certificado, copias de la
solicitud al editor cuyo nombrefigureen la obra y a todos los centros nacionales o regionales de intercambio de información mencionados en el apartado c). Si la existencia de tal centro no ha sido notificada, el peticionario
enviará también copia al Centro Internacional de Información sobre
Derecho de Autor creado por la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura.
2. á) La licencia no se podrá conceder en virtud del presente artículo
antes de la expiración de un nuevo plazo de seis meses (en el caso de que
pueda obtenerse al expirar un plazo de tres años) y de un nuevo plazo de
nueve meses (en el caso de que pueda obtenerse al expirar un plazo de un
año). El nuevo plazo empezará a correr ya sea a partir de la fecha en que
se pida la autorización para hacer la traducción mencionada en el apartado c) del párrafo 1, o bien, si la identidad o la dirección del titular del
derecho de traducción son desconocidas, a partir de la fecha de envío de las
copias de la solicitud de licencia mencionadas en el apartado d) del párrafo 1.
b) No se podrá conceder la licencia si ha sido publicada una traducción
durante dicho plazo de seis o nueve meses por el titular del derecho de traducción o con su autorización.
3. Todas las licencias que se concedan en virtud del presente artículo
serán exclusivamente para uso escolar, universitario o de investigación.
4. a) La licencia no será válida para la exportación sino sólo para la
publicación dentro del territorio del Estado contratante en que se haya
presentado la solicitud.
b) Todos los ejemplares publicados al amparo de una licencia concedida
según lo dispuesto en el presente artículo, llevarán una nota en el idioma
correspondiente, advirtiendo que el ejemplar sólo se pone en circulación
en el Estado contratante que haya concedido la licencia; si la obra lleva
las indicaciones a que se refiere el párrafo 1 del artículo III, los ejemplares
así publicados llevarán esas mismas indicaciones.
27
c) La prohibición de exportar prevista en el apartado a) anterior no se
aplicará cuando un organismo estatal u otra entidad pública de un Estado
que haya concedido, con arreglo a lo dispuesto en el presente artículo, una
licencia para traducir una obra a un idioma que no sea el español, el francés
o el inglés, envíe a otro país ejemplares de una traducción realizada en
virtud de dicha licencia, a condición de que:
i) Los destinatarios sean nacionales del Estado contratante que conceda
la licencia u organizaciones que agrupen a tales personas;
ii) Los ejemplares sean destinados exclusivamente a un uso escolar,
universitario o de investigación;
iü) El envío de dichos ejemplares y su ulterior distribución a los destinatarios no tengan ningún fin lucrativo; y
iv) Entre el país al que se envían los ejemplares y el Estado contratante se
concierte un acuerdo, que será comunicado al Director General, por
uno cualquiera de los gobiernos interesados, a fin de permitir la recepción y la distribución o una de estas dos operaciones.
5. Se tomarán disposiciones a nivel nacional para que:
a) La licencia prevea una remuneración equitativa en consonancia con las
normas y porcentajes aplicables a las licencias libremente negociadas
entre personas de los dos países interesados;
b) Se efectúe el pago y el envío de la remuneración. Si existe una reglamentación nacional en materia de divisas, las autoridades competentes harán todo lo posible para que el envío se realice en divisas
convertibles o en su equivalente, recurriendo a los mecanismos
internacionales.
6. Toda licencia concedida por un Estado contratante, de conformidad con
el presente artículo, dejará de ser válida si una traducción de la obra en el
mismo idioma y esencialmente con el mismo contenido que la edición a la
que se concedió la licencia es publicada en dicho Estado por el titular del
derecho de traducción o con su autorización, a un precio análogo al usual
en el mismo Estado para obras similares. Los ejemplares editados antes
de que la licencia deje de ser válida podrán seguir siendo puestos en circulación hasta su agotamiento.
7. Para las obras compuestas principalmente de ilustraciones, sólo se
podrá conceder una licencia para la traducción del texto y la reproducción
de las ilustraciones si se han cumplido también las condiciones del artículo Vquater.
8. a) También se podrá conceder una licencia para la traducción de una
obra protegida por la presente Convención, publicada en forma impresa
o en formas análogas de reproducción, para ser utilizada por un organismo
de radiodifusión que tenga su sede en el territorio de un Estado contratante
al que se aplique el párrafo 1 del artículo Vbis, tras la presentación en dicho
Estado de una solicitud por el citado organismo, siempre que:
i) La traducción haya sido realizada a partir de un ejemplar hecho y
adquirido de conformidad con la legislación del Estado contratante;
28
ii) La traducción se utilice sólo en emisiones que tengan un fin exclusivamente docente o para dar a conocer informaciones científicas destinadas a los expertos de una rama profesional determinada;
iii) La traducción se destine exclusivamente a los fines enumerados en el
inciso ii) anterior, mediante emisiones efectuadas legalmente para
destinatarios en el territorio del Estado contratante, incluyendo grabaciones visuales o sonoras realizadas lícita y exclusivamente para esa
emisión;
iv) Las grabaciones sonoras o visuales de la traducción sólo pueden ser
objeto de intercambios entre organismos de radiodifusión que tengan
su sede social en el territorio del Estado contratante que hubiere otorgado una licencia de este género;
v) Ninguna de las utilizaciones dadas a la traducción tengafineslucrativos.
b) Siempre que se cumplan todos los requisitos y condiciones enumerados
en el apartado a), se podrá conceder asimismo una licencia a un organismo
de radiodifusión para la traducción de cualquier texto incorporado o integrado en fijaciones audiovisuales preparadas y publicadas con la única
finalidad de dedicarlas afinesescolares y universitarios.
c) A reserva de lo dispuesto en los apartados a) y b), las demás disposiciones del presente artículo serán aplicables a la concesión y ejercicio de
dicha licencia.
9. A reserva de lo dispuesto en el presente artículo, toda licencia concedida en virtud de éste se regirá por las disposiciones del artículo V y continuará rigiéndose por las disposiciones del artículo V y por las del presente
artículo incluso después del plazo de siete años estipulado en el párrafo 2 del
artículo V. De todos modos, una vez expirado este plazo, el titular de esta
licencia podrá pedir que se sustituya por otra, regida exclusivamente por
las dispocisiones del artículo V.
Artículo Fquater
1. Cada uno de los Estados contratantes a que se refiere el párrafo 1 del
artículo Vbis podrá adoptar las siguientes disposiciones:
á) Si al expirar i) el periodo fijado por el apartado c), contado desde la
primera publicación de una determinada edición de una obra literaria,
científica o artística a que se refiere el párrafo 3, o ii) un periodo más largo
fijado por la legislación del Estado, no se han puesto en venta ejemplares de
esa edición en el Estado de que se trate, por el titular del derecho de reproducción o con su autorización, para satisfacer las necesidades, tanto del
público como de los fines escolares y universitarios, a un precio análogo al
usual en dicho Estado para obras similares, cualquier nacional de este
Estado podrá obtener de la autoridad competente una licencia no exclusiva
para publicar la edición a ese precio o a un precio inferior, con objeto de
utilizarla para fines escolares y universitarios. Sólo se podrá conceder la
licencia si el peticionario, según el procedimiento vigente en el Estado de que
se trate, demuestra que ha pedido al titular del derecho autorización para
29
publicar la obra y que, a pesar de haber puesto en ello la debida diligencia,
no ha podido encontrar al titular del derecho u obtener su autorización. En
el momento de presentar su solicitud, el peticionario deberá informar al
Centro Internacional de Información sobre Derecho de Autor creado por la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura o a todo centro nacional o regional de intercambio de información
mencionado en el apartado d).
b) Se podrá asimismo conceder la licencia en las mismas condiciones si,
durante un plazo de seis meses, no se ponen en venta en dicho Estado ejemplares autorizados de la edición de que se trate, para responder a las necesidades del público o a las de los fines escolares y universitarios, a un precio
análogo al usual en ese Estado para obras similares.
c) El periodo a que se refiere el apartado d) será de cinco años. No
obstante:
i) Para las obras de ciencias exactas y naturales y de tecnología, este
periodo será de tres años;
ii) Para las obras del dominio de la imaginación, como las novelas, las
obras poéticas, dramáticas y musicales, y para los libros de arte, este
periodo será de siete años.
d) Si el titular del derecho de reproducción no hubiere sido localizado, el
peticionario deberá transmitir, por correo aéreo certificado, copias de la
solicitud al editor cuyo nombrefigureen la obra y a todos los centros nacionales o regionales de intercambio de información considerados como tales
en la notificación que el Estado —en el que se suponga que el editor ejerce
la mayor parte de sus actividades profesionales— haya comunicado al
Director General. A falta de tal notificación, se enviará también copia al
Centro Internacional de Información sobre Derecho de Autor creado por
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura. No se podrá conceder la licencia antes de que haya expirado el plazo
de tres meses a contar de la fecha de envío de la copia de la solicitud.
é) En el caso de que la licencia pueda obtenerse al expirar el periodo
de tres años, sólo podrá concederse, en virtud del presente artículo:
i) A la expiración de un plazo de seis meses a contar desde la solicitud de la
autorización mencionada en el apartado a), o bien, si la identidad o la
dirección del titular del derecho de reproducción son desconocidas, a
partir de la fecha de envío de las copias de la solicitud de licencia mencionadas en el apartado d), y
ii) Si durante ese plazo no se hubieran puesto en circulación ejemplares
de la edición en las condiciones estipuladas en el apartado a),
f) El nombre del autor y el título de la obra de esa determinada edición
habrán de estar impresos en todos los ejemplares de la reproducción
publicada. La licencia no será válida para la exportación sino sólo
para la publicación dentro del territorio del Estado contratante en que
se haya presentado la solicitud. La licencia no podrá ser cedida por el
beneficiario.
30
g) La legislación nacional adoptará las medidas pertinentes para garantizar la reproducción fiel de la edición de que se trate.
h) No se concederá una licencia con el fin de reproducir y publicar una
traducción de una obra, en virtud del presente artículo, en los siguientes
casos:
i) Cuando la traducción de que se trate no haya sido publicada por el
titular del derecho de autor ni con su autorización;
ii) Cuando la traducción no esté en una lengua de uso general en el Estado
que concede la licencia.
2. Se aplicarán las siguientes disposiciones a las excepciones establecidas
en el párrafo 1 del presente artículo:
á) Todos los ejemplares publicados al amparo de una licencia concedida
con arreglo a lo dispuesto en el presente artículo llevarán una nota en el
idioma correspondiente, advirtiendo que el ejemplar sólo se pone en circulación en el Estado contratante para el que se pidió la licencia. Si la obra
lleva las indicaciones a que se refiere el párrafo 1 del artículo III, los ejemplares llevarán esas mismas indicaciones.
b) Deberán tomarse disposiciones a nivel nacional para que:
/) La licencia prevea una remuneración equitativa en consonancia con las
normas y porcentajes aplicables a las licencias libremente negociadas
entre personas de los dos países interesados;
ii) Se efectúe el pago y el envío de la remuneración. Si existe una reglamentación nacional en materia de divisas, las autoridades competentes
harán todo lo posible para que el envío se realice en divisas convertibles o
en su equivalente, recurriendo a los mecanismos internacionales,
c) Cada vez que se pongan en venta en el Estado contratante, por el titular
del derecho de reproducción o con su autorización, ejemplares de una
edición de una obra, para responder a las necesidades del público o de los
fines escolares y universitarios, a un precio análogo al usual en ese Estado
para obras similares, toda licencia concedida de conformidad con el presente artículo dejará de ser válida si la edición está hecha en el mismo idioma
y tiene esencialmente el mismo contenido que la edición publicada al
amparo de la licencia. Podrán seguir circulando y distribuyéndose hasta su
agotamiento los ejemplares editados antes de que la licencia deje de ser
válida.
d) La licencia no podrá ser concedida en el caso de que el autor haya
retirado de la circulación todos los ejemplares de la edición.
3. a) A reserva de lo dispuesto en el apartado b), las disposiciones del
presente artículo se aplicarán exclusivamente a las obras literarias, científicas o artísticas publicadas en forma de edición impresa o en cualquier otra
forma análoga de reproducción.
b) Las disposiciones del presente artículo se aplicarán también a la
reproducción en forma audiovisual de fijaciones lícitas audiovisuales que
incluyan obras protegidas por la presente Convención, así como a la traducción de todo texto que las acompañe a una lengua de uso general en el Estado
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que concede la licencia; a condición, en todos los casos, de que tales fijaciones audiovisuales hayan sido concebidas y publicadas con el exclusivo
objeto de utilizarlas para losfinesescolares y universitarios.
Artículo VI
Se entiende por "publicación", en los términos de la presente Convención,
la reproducción de la obra en forma tangible a la vez que el poner a disposición del público ejemplares de la obra que permitan leerla o conocerla
visualmente.
Artículo VII
La presente Convención no se aplicará a aquellas obras, o a los derechos
sobre las mismas, que en la fecha de la entrada en vigor de la presente Convención en el Estado contratante donde se reclama la protección, hayan
perdido definitivamente la protección en dicho Estado contratante.
Artículo VIII
1. La presente Convención, que llevará la fecha del 24 de julio de 1971, será
depositada en poder del Director General y quedará abierta a la firma de
todos los Estados contratantes de la Convención de 1952 durante un periodo
de ciento veinte días a partir de la fecha de la presente Convención. Será
sometida a la ratificación o a la aceptación de los Estados signatarios.
2. Cualquier Estado que no haya firmado la presente Convención podrá
adherirse a ella.
3. La ratificación, la aceptación o la adhesión se efectuarán mediante el
depósito de un instrumento a tal efecto dirigido al Director General.
Artículo IX
1. La presente Convención entrará en vigor tres meses después del depósito
de doce instrumentos de ratificación, de aceptación o de adhesión.
2. En lo sucesivo la Convención entrará en vigor, para cada Estado, tres
meses después del depósito de su respectivo instrumento de ratificación, de
aceptación o de adhesión.
3. La adhesión a la presente Convención de un Estado que no sea parte
en la Convención de 1952 constituirá también una adhesión a dicha Convención; sin embargo, si el instrumento de adhesión se deposita antes de que
entre en vigor la presente Convención, ese Estado podrá condicionar su
adhesión a la Convención de 1952 a la entrada en vigor de la presente Convención. Una vez que haya entrado en vigor la presente Convención, ningún
Estado podrá adherirse sólo a la Convención de 1952.
4. Las relaciones entre los Estados partes en la presente Convención y
los Estados que sólo son partes en la Convención de 1952 están regidas por la
Convención de 1952. Sin embargo, todo Estado que sólo sea parte en la
Convención de 1952 podrá declarar, mediante una notificación depositada
32
ante el Director General, que admite la aplicación de la Convención de 1971
a las obras de sus nacionales o publicadas por primera vez en su territorio
por todo Estado parte en la presente Convención.
Artículo X
1. Todo Estado contratante se compromete a adoptar, de conformidad
con su Constitución, las medidas necesarias para asegurar la aplicación de
la presente Convención.
2. Queda entendido que en la fecha de entrada en vigor para un Estado
de la presente Convención, ese Estado deberá encontrarse, con arreglo a su
legislación nacional, en condiciones de aplicar las disposiciones de la presente Convención.
Artículo XI
1. Se crea un Comité Intergubernamental con las siguientes atribuciones:
c) Estudiar los problemas relativos a la aplicación y funcionamiento
de la Convención Universal;
b) Preparar las revisiones periódicas de esta Convención;
c) Estudiar cualquier otro problema relativo a la protección internacional del derecho de autor, en colaboración con los diversos organismos
internacionales interesados, especialmente con la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la Unión
Internacional para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas y la
Organización de los Estados Americanos;
d) Informar a los Estados partes en la Convención Universal sobre sus
trabajos.
2. El Comité se compondrá de representantes de dieciocho Estados
partes en la presente Convención o sólo en la Convención de 1952.
3. El Comité será designado teniendo en cuenta un justo equilibrio entre
los intereses nacionales sobre la base de la situación geográfica, la población,
los idiomas y el grado de desarrollo.
4. El Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura, el Director de la Organización Mundial
de la Propiedad Intelectual y el Secretario General de la Organización de los
Estados Americanos, o sus representantes, podrán asistir a las reuniones del
Comité con carácter consultivo.
Artículo XII
El Comité Intergubernamental convocará conferencias de revisión siempre
que lo crea necesario o cuando lo pidan por lo menos diez Estados partes
en la presente Convención.
Artículo XIII
1. Todo Estado contratante podrá, en el momento del depósito del instrumento de ratificación, de aceptación o de adhesión, o con posterioridad,
declarar, mediante notificación dirigida al Director General, que la presente
33
Convención es aplicable a todos o parte de los países o territorios cuyas
relaciones exteriores ejerza, y la Convención se aplicará entonces a los
países o territorios designados en la notificación, a partir de la expiración
del plazo de tres meses previsto en el artículo IX. En defecto de esta notificación, la presente Convención no se aplicará a esos países o territorios.
2. Sin embargo, el presente artículo no deberá interpretarse en modo
alguno como tácito reconocimiento o aceptación por parte de alguno de los
Estados contratantes de la situación de hecho de todo territorio en el que la
presente Convención haya sido declarada aplicable por otro Estado contratante en virtud del presente artículo.
Artículo XIV
1. Todo Estado contratante tendrá la facultad de denunciar la presente Convención revisada en su propio nombre, o en nombre de todos o de parte de los
países o territorios que hayan sido objeto de la notificación prevista en el
artículo XIII. La denuncia se efectuará mediante notificación dirigida al
Director General. Esa denuncia constituirá también una denuncia de la
Convención de 1952.
2. Tal denuncia no producirá efecto sino respecto al Estado, país o territorio, en nombre del cual se haya hecho, y solamente doce meses después
de la fecha en que la notificación se haya recibido.
Artículo XV
Toda diferencia entre dos o varios Estados contratantes, respecto a la interpretación o a la aplicación de la presente Convención, que no sea resuelta por
vía de negociación, será llevada ante la Corte Internacional de Justicia para
que ésta decida, a menos que los Estados interesados convengan otro modo
de solucionarla.
Artículo XVI
1. La presente Convención será redactada en francés, inglés y español. Los
tres textos serán firmados y harán igualmente fe.
2. Se redactarán textos oficiales de la presente Convención en alemán,
árabe, italiano y portugués, por el Director General después de consultar a
los gobiernos interesados.
3. Todo Estado contratante, o grupo de Estados contratantes, podrá
hacer redactar por el Director General, y de acuerdo con éste, otros textos
en las lenguas que elija.
4. Todos estos textos se añadirán, como anexos, al texto firmado de la
presente Convención.
Artículo XVII
1. La presente Convención no afectará en nada a las disposiciones del
Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, ni
al hecho de pertenecer a la Unión creada por este Convenio.
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2. En aplicación del párrafo precedente, aparece una declaración como
anexo del presente artículo. Esta declaración forma parte integrante de la
presente Convención para los Estados ligados por el Convenio de Berna
el 1.° de enero de 1951, o que hayan adherido a él ulteriormente. La firma de
la presente Convención por los Estados arriba mencionados implica, al
mismo tiempo, la firma de la mencionada declaración, y su ratificación,
aceptación o adhesión por esos Estados significa a la par la de la Declaración
y de la presente Convención.
Artículo XVIII
La presente Convención no deroga las convenciones o acuerdos multilaterales o bilaterales sobre derecho de autor que se hallan o puedan hallarse
en vigor exclusivamente entre dos o más repúblicas americanas. En caso de
divergencia, ya sea entre las disposiciones de cualquiera de dichas convenciones o acuerdos existentes, de una parte, y las disposiciones de esta Convención de otra, o entre las disposiciones de esta Convención y las de cualquiera
otra nueva convención o acuerdo que se concierte entre dos o más repúblicas
americanas, después de la entrada en vigor de la presente Convención, prevalecerá entre las partes la convención o acuerdo redactado más recientemente. Los derechos adquiridos sobre una obra en cualquier Estado
contratante en virtud de convenciones y acuerdos existentes con anterioridad
a la fecha en que esta Convención entre en vigor en tal Estado, no serán
afectados por la misma.
Artículo XIX
La presente Convención no deroga las convenciones o acuerdos multilaterales o bilaterales sobre derecho de autor vigentes entre dos o más Estados
contratantes. En caso de divergencia entre las disposiciones de una de dichas
convenciones o de esos acuerdos, y las disposiciones de esta Convención,
prevalecerán las disposiciones de esta última. No serán afectados los derechos
adquiridos sobre una obra en virtud de convenciones o acuerdos en vigor en
uno de los Estados contratantes con anterioridad a la fecha de entrada en
vigor de la presente Convención en dicho Estado. El presente artículo no
afectará en nada las disposiciones de los artículos XVII y XVIII.
Artículo XX
No se permitirán reservas a la presente Convención.
Artículo XXI
1. El Director General enviará copias debidamente autorizadas de la presente Convención a los Estados interesados, así como al Secretario General
de las Naciones Unidas para que las registre.
2. También informará a todos los Estados interesados del depósito de los
instrumentos de ratificación, aceptación o adhesión, de la fecha de entrada
en vigor de la presente Convención y de las notificaciones previstas en el
artículo XIV.
Declaración anexa relativa al artículo XVII
Los Estados Miembros de la Unión Internacional para la Protección de
las Obras Literarias y Artísticas (denominada de ahora en adelante "la
Unión de Berna"), signatarios de la presente Convención,
Deseando estrechar sus lazos mutuos sobre la base de la mencionada Unión
y evitar todo conflicto que pudiera surgir de la coexistencia del Convenio
de Berna y de la Convención Universal sobre Derecho de Autor,
Reconociendo la necesidad temporal de algunos Estados de ajustar su grado
de protección del derecho de autor a su nivel de desarrollo cultural, social
y económico,
Han aceptado, de común acuerdo, los términos de la siguiente declaración:
á) A reserva de las disposiciones del apartado b), las obras que, según el
Convenio de Berna, tengan como país de origen un país que se haya retirado
de la Unión de Berna, después del 1.° de enero de 1951, no serán protegidas
por la Convención Universal sobre Derecho de Autor en los países de la
Unión de Berna;
b) Cuando un Estado contratante sea considerado como país en vías de
desarrollo, según la práctica establecida por la Asamblea General de las
Naciones Unidas, y haya depositado en poder del Director General de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura, en el momento de retirarse de la Unión de Berna, una notificación
en virtud de la cual se considere en vías de desarrollo, las disposiciones del
apartado á) no se aplicarán durante todo el tiempo en que dicho Estado
pueda, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo Vbis, acogerse a las
excepciones previstas por la presente Convención;
c) La Convención Universal sobre Derecho de Autor no será aplicable
en las relaciones entre los Estados ligados por el Convenio de Berna, en lo
que se refiera a la protección de las obras que, de acuerdo con dicho Convenio de Berna, tengan como país de origen uno de los países de la Unión de
Berna.
Resolución relativa al artículo XI
La Conferencia de Revisión de la Convención Universal sobre Derecho de
Autor,
Habiendo examinado los problemas relativos al Comité Intergubernamental
previsto por el artículo XI de la presente Convención, a la que va anexa
la presente resolución,
Resuelve lo siguiente:
1. En sus comienzos, el Comité estará formado por los representantes de
los doce Estados Miembros del Comité Intergubernamental creado en virtud
del artículo XI de la Convención de 1952 y de la resolución anexa a dicho
artículo, junto con los representantes de los siguientes Estados: Argelia,
Australia, Japón, México, Senegal, Yugoslavia.
2. Los Estados que no sean partes en la Convención de 1952 y no se
hayan adherido a esta Convención antes de la primera reunión ordinaria del
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Comité después de la entrada en vigor de esta Convención, serán reemplazados por otros Estados designados por el Comité en su primera reunión
ordinaria, de acuerdo con lo dispuesto en los párrafos 2 y 3 del artículo XI.
3. En cuanto entre en vigor la presente Convención, el Comité previsto
en el párrafo 1 se considerará constituido de conformidad con el artículo XI
de la presente Convención.
4. El Comité celebrará una reunión dentro del año siguiente a la entrada
en vigor de la presente Convención. En lo sucesivo el Comité celebrará una
reunión ordinaria por lo menos una vez cada dos años.
5. El Comité elegirá un presidente y dos vicepresidentes. Aprobará su
reglamento ateniéndose a los siguientes principios:
a) La duración normal del mandato de los representantes será de seis
años; la renovación se hará por tercios cada dos años, quedando entendido que un tercio de los primeros mandatos expirará alfinalizarla segunda
reunión ordinaria del Comité que seguirá a la entrada en vigor de la presente
Convención, otro tercio al finalizar la tercera reunión ordinaria, y el tercio
restante alfinalizarla cuarta reunión ordinaria.
b) Las disposiciones reguladoras del procedimiento según el cual el
Comité llenará los puestos vacantes, el orden de expiración de los mandatos,
el derecho a la reelección y los procedimientos de elección se basarán sobre
un equilibrio entre la necesidad de una continuidad en la composición y la de
una rotación de la representación, así como sobre las consideraciones mencionadas en el párrafo 3 del artículo XI.
Formula el voto de que la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura se encargue de la secretaría del Comité.
En fe de lo cual los infrascritos, que han depositado sus plenos poderes,
firman la presente Convención.
En la ciudad de París, el día veinticuatro de julio de 1971, en ejemplar
único.
Protocolo 1
Anejo a la Convención Universal sobre Derecho de Autor revisada en París el
24 de julio de 1971 relativo a la aplicación de la Convención a las obras de
apatridas y refugiados
Los Estados partes en el presente Protocolo, que también lo son de la Convención Universal sobre Derecho de Autor revisada en París el 24 de julio
de 1971 (denominada de ahora en adelante como "la Convención de 1971"),
Han aceptado las siguientes disposiciones:
1. Los apatridas y los refugiados que tengan su residencia habitual en un
Estado contratante serán, para los efectos de la Convención de 1971, asimilados a los nacionales de ese Estado.
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2. á) El presente Protocolo se firmará y se someterá a la ratificación,
aceptación o adhesión como si las disposiciones del artículo VIII de la Convención de 1971 se aplicaran al mismo.
b) El presente Protocolo entrará en vigor, para cada Estado, en la
fecha del depósito del instrumento de ratificación, aceptación o adhesión del
Estado interesado o en la fecha de entrada en vigor de la Convención
de 1971 con respecto a tal Estado, de acuerdo con la fecha que sea posterior.
c) La entrada en vigor del presente Protocolo para un Estado que no
sea parte en el Protocolo 1 anejo a la Convención de 1952 entraña la entrada
en vigor del Protocolo antes citado para dicho Estado.
En fe de lo cual los infrascritos, estando debidamente autorizados para
ello, firman el presente Protocolo.
Firmado en la ciudad de París, el día veinticuatro de julio de 1971, en
español, francés e inglés, siendo igualmente auténticos los tres textos, en
una sola copia, la cual será depositada en poder del Director General de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura. El Director General enviará copias certificadas a los Estados signatarios y al Secretario General de las Naciones Unidas para su registro.
Protocolo 2
Anejo a la Convención Universal sobre Derecho de Autor revisada en París el
24 de julio de 1971 relativo a la aplicación de la Convención a las obras de
ciertas organizaciones internacionales
Los Estados partes en el presente Protocolo, y que son partes igualmente
en la Convención Universal sobre Derecho de Autor revisada en París el
24 de julio de 1971 (denominada de ahora en adelante como "la Convención de 1971"),
Han adoptado las disposiciones siguientes:
1. a) La protección prevista en el párrafo 1 del artículo II de la Convención
de 1971 se aplicará a las obras publicadas por primera vez por las Naciones
Unidas, por las instituciones especializadas ligadas a ellas, o por la Organización de los Estados Americanos.
b) Igualmente el párrafo 2 del artículo II de la Convención de 1971 se
aplicará a dichas organizaciones e instituciones.
2. a) El Protocolo se firmará y se someterá a la ratificación, aceptación
o adhesión como si las disposiciones del artículo VIII de la Convención
de 1971 se aplicaran al mismo.
b) El presente Protocolo entrará en vigor para cada Estado en la fecha
del depósito del intrumento de ratificación, aceptación o adhesión del
Estado interesado o en la fecha de entrada en vigor de la Convención de 1971
con respecto a tal Estado, de acuerdo con la fecha que sea posterior.
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En fe de lo cual los infrascritos, estando debidamente autorizados para
ello, firman el presente Protocolo.
Firmado en la ciudad de París, el día veinticuatro de julio de 1971, en
español, francés e inglés, siendo igualmente auténticos los tres textos, en
una sola copia, la cual será depositada en poder del Director General de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura. El Director General enviará copias certificadas a los Estados signatarios y al Secretario General de las Naciones Unidas para su registro.
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