Calidad Educativa en el Aula: Una Visión Compartida (texto completo)

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Calidad Educativa en el Aula: Una Visión Compartida
Félix Alvarado*
Presentación
“El propósito de la educación, es sustituir una
mente vacía con una mente abierta.”
Malcolm S. Forbes (1919-1990)
Hoy concluimos los procesos de formación y asistencia técnica para directores y directoras de
centros escolares rurales y para gerentes de mando medio del Ministerio de Educación
desarrollados por el proyecto EXCELL. Este es un momento propicio para pensar un poco acerca
de la calidad educativa, ese concepto que subyace todas las acciones e intervenciones del
proyecto. De forma particular, quiero referirme a la forma en que la calidad educativa en el aula
es el punto de referencia común para directores, directoras y gerentes.
En esta ponencia quiero fijar la atención en las razones que hacen de la calidad educativa una
visión compartida. Luego quiero examinar brevemente qué es lo que necesitamos hacer, para
concluir haciendo énfasis en los aspectos de cómo hacer que la calidad educativa sea
efectivamente ese punto de referencia común.
Ya se ha dicho bastante acerca de la complejidad de definir la calidad educativa. Sin embargo, si
hemos de usarla como nuestro “punto de referencia común”, debemos al menos generar algunos
acuerdos mínimos sobre a qué nos estamos refiriendo cuando decimos “calidad educativa”. Yo
quiero aquí centrarme en una definición que ponga atención a los resultados de una educación de
calidad, para luego discutir un poco cómo los diversos actores – en este caso directores y
directoras y gerentes – pueden contribuir a ese resultado desde su respectiva función. En otras
palabras, ¿cómo conseguimos esa mente abierta a la que se refiere Forbes?
Podemos considerar al menos cuatro ámbitos de necesidad de los niños y las niñas, para los
cuales la educación sirve como respuesta:
• Los niños y niñas requieren conocimientos y práctica de saberes y habilidades
específicos. La escuela ofrece la oportunidad de entrar en contacto con información y
nuevo conocimiento. Además, ofrece la oportunidad de ensayar prácticas y desarrollar
habilidades que podrán servir al niño en la resolución de problemas. En este sentido, una
educación de calidad es un servicio de calidad, que depende del dominio de técnicas
específicas para asegurar que dicho servicio se entregue con eficiencia y eficacia.
• Los niños y niñas necesitan socializar. En el contexto de la sociedad moderna los
individuos pertenecemos a múltiples identidades traslapadas y anidadas. Partiendo de
nuestra pertenencia a una familia, en el contexto de El Salvador pertenecemos así
también a un barrio, una comunidad, un departamento y una nación. La escuela, como
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Director, Proyecto EXCELL. Notas sobre la charla desarrollada en el marco del Congreso de
Directores, Directoras y Docentes “Aprendizaje en el Aula: Una Visión Compartida”, 23 de Abril
de 2005, Proyecto EXCELL, San Salvador.
espacio de socialización, ofrece a los estudiantes la oportunidad de integrar e integrarse a
esa multitud de identidades. En este respecto, la educación de calidad es construcción de
cultura y sociedad.
• Los niños y niñas necesitan oportunidades para realizarse y trascender. La vida y el
desarrollo es más que la acumulación de riqueza. Es, sobre todo, bienestar, autoestima y
la capacidad de encontrar sentido y trascendencia a nuestra existencia. La escuela
también puede ofrecer a sus sujetos los recursos para su autorrealización y crea
oportunidades para aplicar dichos recursos. En este marco, la educación de calidad es
desarrollo humano.
• Finalmente, los niños y las niñ as tienen el derecho humano a la educación. El Estado
tiene la obligación de satisfacer el derecho a la educación de forma universal (para todos
y todas), inmediato y permanente. La escuela es la principal forma en que se concreta esa
obligación del estado. En este sentido, una educación de calidad es un instrumento de
derecho y de política.
Educación con Calidad: Un Reto
“En muchas escuelas públicas, los niños y las
niñas no están aprendiendo lo que debieran
aprender. Para muchos estudiantes, llegar a la
escuela pública no resulta de interés y constituye
una experiencia irrelevante para su vida cotidiana.”
Plan Nacional de Educación 2021, Programa
Comprendo
En El Salvador, el Plan Decenal de Reforma Educativa en Marcha 1995-2005 orientó por una
década los esfuerzos del sector hacia la calidad en la educación. No cabe duda que ese esfuerzo
ha sido positivo. Los indicadores de cobertura, los años de escolaridad promedio y el nivel de
gasto nacional en educación han mejorado notablemente. A la vez, la calidad continúa siendo
elusiva y, preocupantemente, los beneficios de la educación continúan distribuyéndose de forma
muy inequitativa dentro de la sociedad.
De cara a tomar un nuevo impulso para la siguiente década y media, el Plan 2021 reconoce esto,
como lo ilustra el epígrafe de esta sección. De manera específica, dicha cita ilustra algunos
aspectos críticos del problema:
• Los niños y las niñas no están aprendiendo: A pesar de los esfuerzos expendidos, los
docentes carecen de las competencias necesarias, y las escuelas de los recursos
(materiales, didácticos, infraestructura, Etc.) para asegurar que los niños y niñas que sí
llegan a la escuela y permanecen en ella desarrollen las competencias básicas para la vida
moderna.
• La escuela pública no resulta de interés: La debilidad en los docentes para hacer
prácticos los principios del constructivismo, la aplicación de una disciplina autoritaria, la
carencia de recursos atractivos y la infraestructura en mal estado o insegura hacen poco
atractivo a los niños y niñas pasar tiempo en la escuela.
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• Constituye una experiencia irrelevante: En el mejor de los casos, aunque los niños y
niñas lleguen a la escuela y logren dominar el conocimiento que allí se les ofrece, luego
resulta que dicho conocimiento no es pertinente para la s situaciones de vida que
enfrentan, no se vincula a su experiencia y tampoco les ofrece recursos para desarrollarse
y trascender.
Sin embargo, es importante destacar que la dimensión del reto no implica que lo veamos con
pesimismo. El problema, cuando lo haya, no es que no se haya alcanzado el propósito deseado,
sino detenerse en el camino. A la vez, el reto es asegurar que nos encontramos en el camino
correcto y que contamos con la capacidad para aprender de nuestros errores y enmendar la
práctica.
En otras palabras, es importante reconocer que la gestión de la educación debe hacerse por
propósito , y que ello implica el desarrollo de un conjunto de competencias individuales e
institucionales específicas. ¿Cuales son, entonces, esas competencias que debemos desarrollar,
qué debemos aprender?
Aprender a aprender
“En tiempos de cambio, los que aprenden
heredarán la tierra, mientras los sabios se
encontrarán bellamente equipados para un mundo
que ya no existe.”
Eric Hoffer (1902-1982)
Al abordar el tema de las competencias necesarias para un mundo en cambio conviene hacer la
distinción – quizá ya trillada – entre saber y aprender. Saber lo entenderemos aquí como el
dominio de un conocimiento: el dato que, de ser externo, pasa a ser parte de nuestro acervo. Ello
es positivo, pero insuficiente. En contraste, aprender es la capacidad de usar el conocimiento
pero, más aún, la capacidad de juzgar su utilidad y de revisar el conocimiento a la luz del cambio
en nuestras circunstancias y en los resultados de la aplicació n de nuestro conocimiento previo.
Entonces, al tratar de establecer qué debemos aprender, podemos partir de reconocer que
aprender es algo que nos involucra a todos, no simplemente a los estudiantes, y que es
permanente. Ante el cambio, si los diversos ele mentos del sistema educativo no son capaces de
aprender, los niños y niñas que procuramos educar tampoco estarán preparados para enfrentar su
mundo.
En el marco del cierre de los procesos de formación de directores, directoras y gerentes
conducidos por el proyecto EXCELL, propongo que reconozcamos cuatro niveles vinculados
entre sí de aprendizaje necesario.
• Los niños y niñas estudiantes necesitan aprendizaje pertinente, motivador y útil. Esto no
es sino la contraparte de los problemas delimitados en la cita referida del Plan 2021,
arriba, pero es importante por tratarse del ámbito de los fines del sistema educativo. La
medida del éxito de nuestras intervenciones con respecto al aula y la escuela está dada
por dichos criterios sobre el aprendizaje.
• Los docentes necesitan aprendizaje aplicable y orientado al cambio . La evidencia de la
práctica en las escuelas y el esfuerzo por apoyar el desarrollo de docentes y directores
sugiere que los docentes saben las cosas correctas, pero no las aplican. Debemos
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reconocer que hemos formado el discurso y la conceptualización, pero no necesariamente
hemos transformado la conducta y la acción de los y las docentes. Entonces, el
aprendizaje que debe privilegiarse en este nivel es aquel que, no sólo se traduce, sino que
es, cambio de conducta: prácticas pedagógicas innovadoras y transformadoras. Este plano
es el plano de los medios críticos para conformar un sector que aprende a aprender.
• Los directores y directoras de centros escolares necesitan aprendizaje empoderante.
Mucho se ha dicho y escrito sobre la importancia de la autonomía de la escuela. Una
pieza clave – quizá la pieza clave – para ello es el director o directora. Sandra de Barraza
nos ha dicho que “docentes excelentes hacen aulas excelentes, pero directores excelentes
hacen escuelas excelentes.” En efecto, la práctica ilustra cómo un director o directora
capaz de convocar las fuerzas de la comunidad educativa para definir un propósito
común, y capaz de alinear los recursos – personas, tiempo, dinero y cosas – en función de
dicho propósito, logra transformar la escuela. Esto supone un sujeto empoderado: un
director o directora que reconoce el espacio en que se puede mover, y actúa con libertad y
responsabilidad dentro de dicho espacio, más que contentarse con acusar al sistema de las
limitaciones que padece. El aprendizaje de los directores es lo que permite la creación del
ambiente crítico para que los medios clave del sistema – los docentes – faciliten su fin
último: el aprendizaje efectivo de los niños y las niñas.
• Finalmente, los gerentes necesitan aprendizaje estratégico y facilitador. Al referirme
aquí a gerentes incluyo desde el plano de los decisores políticos de más alto nivel, hasta
los decisores intermedios que hacen la vinculación entre la escuela y la burocracia (en
sentido weberiano, no peyorativo). Con frecuencia se da por descontado el rol de los y las
gerentes, asumiendo que no son sino “lastre” institucional del sistema educativo. Esto es
una simplificación que olvida que la escuela es, de facto , el último capilar del Estado, y
como tal orgánicamente vinculado, no sólo a la comunidad – la sociedad civil – sino
igualmente a la sociedad política. A esto hace referencia la discusión del cuarto ámbito de
necesidad de aprendizaje referido en la primera sección de este documento: la forma en
que la escuela enseña, pero también establece, la vinculación de derechos y
responsabilidades del ciudadano y el Estado.
Entonces, los y las gerentes necesitan aprender a establecer y reconocer las prioridades de
política educativa en el marco de la política pública y de las necesidades y derechos de la
ciudadanía – a esto hace referencia la noción de aprendizaje estratégico – pero
igualmente aprender a comunicar y facilitar la relevancia de dichas prioridades en el
marco de la escuela. Este último es el ámbito que podríamos llamar de los propósitos del
sistema educativo.
Por supuesto, esta discusión no implica que el sector se componga únicamente de estos actores –
quedan sin tratar los padres y madres de familia, líderes comunitarios, técnicos y tantos otros
agentes clave del sistema educativo –. Tampoco pretendo con esta categorización que cada agente
del sector necesite sólo un tipo de aprendizaje. De hecho, sabemos que los niños y niñas también
enseñan, que los docentes crean ambientes, y que los gerentes deben ser empoderados, por
ejemplo. Más bien, trato de subrayar aquí que el citado aprendizaje es el más crítico en el marco
de un sistema que necesita que todos sus elementos se desarrollen de forma consonante y
sinérgic a.
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¿Cómo aprender?
“Nada se intentará jamás, si primero deban
sobreponerse todas las objeciones posibles.”
Samuel Jonson (1709-1784)
Podemos estar convencidos de la conveniencia del aprendizaje. Esto todavía no implica que
estemos en el camino del aprendizaje. Quiero aquí detenerme brevemente en el primer nivel de
los medios – las condiciones primarias – para el aprendizaje.
La primera condición que debe cumplirse para aprender, es que estemos dispuestos a probar.
Como dice la máxima jocosa que ha sido atribuida a muchos autores, “es difícil hacer
predicciones, especialmente sobre el futuro.” En efecto, dada la incertidumbre sobre el futuro y
los resultados de un curso de acción novedoso, no podemos esperar a resolver todas las dudas, ni
normar todos los cursos de acción, antes de emprender la marcha. Así, es necesario cultivar, tanto
en el plano personal como institucional, una actitud abierta al ensayo.
Por supuesto, las dos grandes excusas que debemos superar son las del dinero ( “no hay
recursos”) y del permiso (“no hay una norma”, “la norma no lo permite”). La experiencia vista en
las escuelas sugiere que, más allá de un mínimo de recursos, la calidad de la educación, el alcance
de lo que puede lograrse, no se relaciona de forma proporcional a los recursos disponibles.
Igualmente, es llamativo que, dado un marco normativo de vigencia general, algunos agentes –
directores o directoras, gerentes – son capaces de lograr mayores resultados que otros que aducen
limitaciones normativas.
La segunda condición es definir a dónde queremos ir. Aprender es corregir la marcha. Aprender a
aprender es mejorar la forma en que corregimos la marcha. Ambos presuponen la definición de
un propósito. No se trata tanto de definir una meta precisa, como de definir una intención, una
dirección para nuestro esfuerzo. Esto tiene sentido práctico interno, pues corregimos la marcha en
función de dicho propósito. También tiene un sentido práctico externo, ya que la definición
concisa de un propósito explícito ofrece a todos un punto de referencia común. Dada la
multiplicidad de actores e instituciones en el sector, resulta especialmente importante contar con
tales puntos de referencia comunes para alinear y potenciar mutuamente nuestros esfuerzos.
El Ministerio de Educación cuenta con instrumentos valiosos en este sentido. Por una parte, en el
contexto de los centros escolares, se ha implementado desde hace varios años el “Proyecto
Educativo Institucional – PEI – que, bien aplicado, permite alinear los esfuerzos de toda la
comunidad educativa local en función de los propósitos pedagógicos del centro escolar. Más
recientemente, el Plan Nacional de Educación 2021 se perfila como el recurso que permite, de
forma concisa, orientar a todos los actores del sector en función de un propósito común,
enunciado en cuatro objetivos: i) formación integral de las personas, ii) escolaridad de once
grados para toda la población, iii) formación técnica y tecnológica del más alto nivel, y iv)
desarrollo de la ciencia y la tecnología para el bienestar de la sociedad. Con independencia del
grado de perfección de dichos objetivos, ellos y las metas derivadas de los mismos, son valiosos
para enfocar el esfuerzo de todos en función de mejorar la calidad educativa, y de medir si tal
mejora se está dando.
La tercera condición para el aprendizaje es una actitud abierta ante el cambio y el error. No basta
estar dispuesto y de acuerdo con un propósito futuro, cuenta también la forma en que abordamos
la empresa del cambio. Como ya señalaba arriba, el futuro es incierto. Asumir que las cosas
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saldrán bien a la primera es ingenuo. Igualmente es poco probable que los planes iniciales sean
perfectos y exentos de necesidades de mejora y cambio. Podemos decir que aprender es
equivocarse consistentemente en la dirección correcta. Aprender del error no es tolerarlo, sino
empeñarnos en nuestros propósitos a pesar de las dificultades enfrentadas. Debemos
comprometernos con los fines – persistir en la búsqueda de los resultados –, pero mantener una
actitud de distancia sana con respecto a los medios. A medida que ensayemos los medios
encontraremos cuáles de estos son mejores para el logro de nuestros propósitos, y descartaremos
lo que no nos ayuda.
Una cuarta condición para el aprendizaje es la medición. Bastante se ha dicho y escrito en el
contexto educativo sobre la medición, la evaluación y el monitoreo. Aquí me detengo únicamente
en la actitud personal e institucional que requiere la evaluación. Para corregir la marcha
necesitamos puntos de referencia claros – la meta – y retroalimentación del desempeño – los
datos del monitoreo –. Sin embargo, esto no basta. Necesitamos el compromiso personal e
institucional para recoger esos datos y usarlos efectivamente. Rendir cuentas debiera en primera
instancia ser un ejercicio de autoexamen: la primera rendición de cuentas es con nuestras propias
intenciones y decisiones.
Finalmente, una quinta condición del aprendizaje es la comunicación. El aprendizaje, como tantas
otras dimensiones de la vida human, no es un ejercicio solitario, sino una construcción colectiva.
Esto exige que nos comuniquemos, contando a otros lo que hemos hecho y cómo ha resultado, así
como escuchando a otros y las lecciones que han derivado de su propia experiencia. Una parte
importante del aprendizaje es construir el lenguaje para comunicar lo aprendido, y crear el
ambiente seguro que permite desarrollar dicha comunicación sin sentirse amenazado.
¿Qué aprendimos?
Hasta aquí he recorrido con varias estaciones: una definición de calidad educativa como medio
para el aprendizaje efectivo y de múltiples niveles, el reconocimiento del insuficiente avance
logrado y la revisión de las condiciones necesarias para aprender como personas e instituciones.
Aplicado al contexto del proyecto EXCELL, podemos encontrar algunos puntos de aprendizaje
de directores y directoras, gerentes e implementadores del proyecto, tanto en el plano personal
como institucional, que se derivan de este experimento en apoyo a la calidad educativa.
• Hemos podido reconocer la centralidad del aprendizaje efectivo y la eficacia de ese
concepto para enfocar y movilizarnos a todos en el sector en función de lo que ocurre en
el aula y la escuela;
• Hemos podido comprobar la importancia del liderazgo pedagógico en la escuela para
alinear los recursos – pocos o muchos – en función de la práctica pedagógica, y cómo
ello transforma, más que suma, los esfuerzos de la comunidad educativa;
• Hemos verificado la necesidad de contar con prácticas pedagógicas innovadoras:
mientras los docentes no tengan conductas de enseñanza efectivas en el aula, los niños y
niñas continuarán sin aprender de forma efectiva;
• Hemos promovido la conciencia sobre la necesidad de contar con un clima positivo de
servicio en las instituciones: para superar los retos de la reforma no basta con saber hacer
nuestras tareas, es necesario querer hacerlas, y vincularnos a nuestros colegas, clientes,
usuarios y contrapartes con un ánimo positivo;
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• Hemos fortalecido la capacidad de dar respuestas efectivas: no basta con tener un clima
organizacional positivo, si no logramos resolver los problemas que enfrentamos –
debemos desarrollar la capacidad técnica pertinente a nuestras tareas;
• Hemos subrayado la importancia de contar con información para las decisiones, y usar
dicha información: hemos visto que más información no es necesariamente mejor
información, mientras que información usada es mejor que información perfecta.
Vivir el cambio
“No puedes inventar una nueva organización
hablando de ella de la forma antigua.”
Gareth Morgan
EXCELL está llegando a su término. El proyecto, un conjunto de actividades con propósito
definido, recursos específicos y plazo limitado, se agota. La idea, sin embargo, persiste. El grupo
específico de personas que hemos estado involucrados en iniciativas de formación, reflexión y
acción ya no lo estaremos, pero persistirá la necesidad de conseguir la calidad educativa en el
aula y la escuela, y de hacer realidad la reforma educativa en El Salvador a través de la gente en
el sector de educación.
Cabe entonces hacer balance para preguntarnos dónde estamos y hacia dónde nos debemos
mover. Luego de casi dos años de encontrarme con gerentes, directores y directoras, docentes y
agentes del sector educativo, es justo reconocer que la admonición de Morgan a que hago
referencia arriba ha sido bien entendida en El Salvador. Las personas en el sector educativo están
ya hablando un lenguaje nuevo. El constructivismo, la calidad educativa, el aprendizaje efectivo,
no son simplemente pantallas que se lanzan por la boca para confundir al interlocutor. Son
conceptos, principios y valores en los que las personas – docentes y funcionarios del sector –
efectivamente creen y por los que procuran esforzarse.
Sin embargo, el sector se encuentra en una encrucijada. Parafraseando al autor, podríamos decir
que no podemos inventar una nueva organización actuando en ella de la forma antigua.
¿Podemos pasar del lenguaje a la práctica? En este marco, la prueba última de lo que pensamos,
decimos y actuamos serán los resultados. Hoy, al término de nuestro paso por el proyecto
EXCELL podemos preguntarnos:
• ¿Están mejor equipados los niños y niñas en las escuelas que servimos para enfrentar la
vida?
• ¿Pensamos cada uno en nuestro lugar de trabajo acerca de cómo se relaciona (y cómo
relacionar) nuestro trabajo con el aprendizaje efectivo en el aula?
En el contexto de EXCELL, con apenas 22 meses de intervención global, y menos de un año en
muchas de sus actividades, es discutible cuánto podemos transformar en respuesta a la primera
pregunta. Es, sin embargo, la pregunta que nos debe acompañar a cada uno de aquí en adelante.
La segunda es insoslayable: el discurso sobre la calidad educativa, o se traduce en acciones
transformadoras, o no sirve. Así, vivir el cambio es actuar el cambio: obtener conductas distintas
en nuestro centro escolar o lugar de trabajo. Es con esta idea – la de la acción distinta – que cierro
estas consideraciones, poniendo ante nuestras mentes y nuestros corazones un pequeño “examen
de conciencia profesional.” Si comparamos con hace un año:
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• ¿Cuánto ha cambiado en nuestros resultados:
o ¿Enseñan mejor (tienen nuevas y mejores prácticas pedagógicas) las y los
docentes en nuestras aulas?
o ¿Reciben las personas mejor servicio en nuestra escuela o unidad de trabajo?
o ¿Logramos resolver mejor los problemas de las personas que se acercan a
nosotros?
• ¿Cuánto ha cambiado en nuestras conductas?
o ¿Cuándo fue la última vez que reunimos a nuestro equipo para construir y
compartir?
o ¿Cada cuánto nos reunimos?
o ¿Probamos técnicas nuevas y formas distintas de hacer el trabajo?
o ¿Medimos el resultado de lo que hacemos? ¿Compartimos esos resultados?
o Pasamos ahora más tiempo en las aulas (si somos directores o directoras), o en
las escuelas (si somos técnicos, gerentes o funcionarios)?
o ¿Damos más ayuda?
o ¿Leemos más?
Cuando concluya, EXCELL habrá pasado un par de años con la educación en El Salvador.
Cuando cada uno concluya su vida profesional, habrá dado quizá 15, 20 ó 30 años de trabajo al
sector. Sin embargo, la calidad de la educación que reciben los niños y niñas les acompaña y
afecta toda su vida. Asegurémonos que nos la puedan agradecer. John Lennon nos dijo que “la
vida es lo que sucede mientras haces otros planes.” No dejemos que el afán de decidirlo y
definirlo todo nos detenga, hay que empezar a actuar la reforma educativa.
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