¿Construcción de Teoría Explícita o de Teoría Implícita? Crítica racional al diseño de investigación social centrado en la conducta José Gregorio Páez Veracierta [email protected] Enero de 2011 A través de la construcción conceptual desde la perspectiva de Chris Argyris y Donald Schön, cuyas teorías de la acción determinan el comportamiento humano espontáneo, deliberado, no premeditado, este manuscrito plantea una postura crítica al diseño de estrategias de recolección de información en investigaciones del campo social que pretenden generar modelos conductuales en el área organizacional y educativa. De la Teoría Argyris y Schön (1974) le otorgaron visibilidad científica a los términos Espoused Theory (Teoría Explícita) y Theory in use (Teoría Implícita), en sus investigaciones acerca del comportamiento organizacional y de los individuos inmersos en estos conglomerados laborales. Estos estudiosos recrearon la diferencia entre estas teorías de acción; la primera, la que los individuos quieren pensar o expresan lo que desean hacer, y la segunda, cómo realmente actúan en la vida real. La Teoría Explícita (TE) está representada por el cúmulo de creencia/valores que la persona expresa y dice creer que son los aspectos que fundamentan su conducta. La Teoría Implícita (TI) puede o no estar regida en tales creencias para determinadas situaciones o eventos y emerge cuando la acción misma le da significación. Hintzman (1986) plantea en su Teoría de Trazos, que la TI es un cúmulo de trazos o registros de experiencias archivadas de manera episódica-autobiográfica que, en el contexto propio de una situación, se activan sintetizándose u organizándose para dar una respuesta conductual. Esta organización episódica explica su gran variabilidad y adaptación a diferentes situaciones (Rodrigo, Rodríguez y Marrero, 1993). Desde la perspectiva de la psicología evolutiva, y desde un enfoque pragmático, Wellman y Bartschk (1988), definen una relación estrecha y complementaria entre la creencia y el deseo del individuo hacia la naturaleza de sus actos. Sin embargo, entre las ideas que sustentan el creer y las ideas que apoyan el desear puede existir una inmensa brecha que hace de las acciones humanas el resultado de una combinación compleja de diversos matices innatos e idiosincráticos, lo cual añade gran incertidumbre al momento de diseñar estrategias para su estudio. De la naturaleza del estudio Dentro del amplio espectro del campo social, se presentan facetas investigativas donde se hace necesario explorar potenciales conductas de diferentes actores. No es imperante clasificar estos estudios como meramente predictivosconductuales, sino imaginar sólo facetas o “pasajes” en ellos donde se requiera la aplicación de estrategias para percibir situaciones que ayuden a explicar algunas actitudes humanas y generar teoría. En ocasiones, en el tránsito de la metódica, el investigador puede asumir erróneamente una postura originada por una TE como TI. Se da por sentado que los individuos actúan de acuerdo a sus criterios y a su estructura de creencias/valores, y esto es lo que, en múltiples casos, se recopila en Campo. Para evitar o minimizar estas confusiones, se deben tomar en cuenta algunos principios metodológicos que garanticen resultados ajustados a la realidad en base a la procura de TI y a su correcto análisis. De la fuente de información La elección de la(s) fuente(s) de información en cualquier investigación debe ser un proceso meticuloso, riguroso, de reflexión profunda del investigador para la consecución integral de su propósito. La selección de informantes clave, de manera casi exclusiva, donde el insumo conductual que se persigue sea de él, es decir, que él nos informe de él, colma de debilidades estructurales al posterior producto teórico. Un ejemplo práctico de esta situación se puede observar cuando se intenta recolectar información para un estudio de liderazgo en una determinada organización y suelen emplearse preguntas como: ¿Qué tipo de liderazgo ejerce Usted como gerente de la organización? ¿Cómo actuaría Usted con el personal a su cargo ante la necesidad de despidos masivos? ¿Cómo cataloga el rendimiento de la empresa desde que Usted está al frente? Todas estas preguntas serían contestadas por el gerente a su conveniencia; expresaría que es un líder equitativo-humano-ideal, actuaría con suma precaución y delicadeza ante una eventual situación de despidos masivos, siguiendo las normas respectivas y, por supuesto que la última pregunta tendría una respuesta tácitamente esperada: La empresa funciona mejor con él al frente. La expresión del gerente entrevistado en este caso no garantiza fiabilidad, es mera TE. Ni siquiera recurrir a otras fuentes de información para percibir el desempeño del gerente, como por ejemplo; los empleados, podría resolver esta evidente deficiencia ya que, aunque la recolección de información es un proceso de resultados “confidenciales”, el empleado siempre estará subordinado por un sentimiento de temor/respeto para expresar una realidad que no le guste a su jefe, que denominaré acá “temor instintivo”. No escapa de esta realidad el área educativa. Un ejemplo claro se presenta cuando se intenta estudiar las potenciales reacciones de un docente y se elige a él como informante exclusivo. Por otro lado, al seleccionar como informantes a los estudiantes, en este mismo caso, produciría un insumo condicionado por el “temor instintivo” ya que en cierta forma el docente representa en el aula una figura de poder. Argyris y Schön (1978) acuñan el término “barreras defensivas”, al referirse a las políticas, prácticas o conductas defensivas que asumen los actores ante situaciones delicadas y peligrosas. Weick (1995) afirma que estas conductas son automáticas, compartidas, reiteradas y emergen de manera inconsciente ante situaciones concretas. De este tipo de conductas nace la construcción de TE, cuya identificación requiere de habilidades específicas en el investigador. De los instrumentos y las preguntas Cuando el investigador utiliza un único y limitado recurso para recolectar información: el cuestionario y deja a un lado estrategias como, por ejemplo; la observación y/o la revisión de registros históricos de hechos, el investigador podría ingresar, sin advertirlo, en un túnel sin salida de ideas que no son reales, que promueven el surgimiento de incongruencias y de conclusiones espurias. La aplicación casi exclusiva de cuestionarios estandarizados o de entrevistas estructuradas para conocer hechos o conductas, en lugar de aclarar el panorama podría crear un entorno difuso que recrearía, potencialmente, situaciones irreales. Acá el investigador puede creer, hasta con vehemencia, que está generando teoría verdaderamente firme y robusta, cuando lo que realmente construye es un espejo del deber ser, lejos de lo que realmente es. Este hecho nos conduce a plantear “lineamientos” estériles, no efectivos, los cuales se enfocan en problemas inexistentes o irreales. Tales propuestas podrían trastocar, de manera casual, el verdadero problema pero no lo resuelven sencillamente porque no ha sido detectado o se ha detectado otro que no existe. El diseño de las preguntas de estos instrumentos también es cuestionable, cuando particularmente se plantean preguntas como: ¿Cómo actuaría Usted ante…? o ¿Qué haría Usted si…?, las cuales aportan mucha TE. Reflexiones finales Una buena estrategia de inicio para el abordaje de fases investigativas de corte conductual-predictivo estaría basada en dar una respuesta auto-reflexiva a las siguientes interrogantes: ¿interesa el deber ser o lo que realmente es? Si interesa lo que es, ¿cómo percibir TI? La respuesta no es sencilla y va a depender directamente del propósito del estudio y del contexto social de la situación a abordar. Una de las maneras de percibir TI radica en la utilización de preguntas de recolección de información que exijan respuestas explicativas pero de hechos en pasado o en presente, nunca en futuro, por ejemplo: ¿Por qué afirma Usted que…? ¿Qué sintió cuando…? ¿Cómo percibe el fenómeno de…? ¿Qué actitud asumió cuando…? ¿Qué actitud tomaron los estudiantes cuando…? ¿Qué acciones tomó el profesor cuando…? Otra salida en la búsqueda de TI es diversificar la fuente de información, preguntar lo que se quiere conocer de unos a “otros” evitando el monólogo de valores y de buena conducta de aquel que habla de sí mismo. Es de resaltar la necesidad de aplicar la observación directa como complemento fundamental en la recolección de información en toda investigación social que afronte conductas humanas. Pero tal observación tiene también un condicionante especial, y es el hecho de que todo observador debe pasar “desapercibido”, debe ser aquel que no genere “ruido” en el entorno social del estudio, que no sea un extraño en el campo, que sea un actor más del ambiente y que pueda promover instantánea y reiteradamente conductas TI. La revisión histórica de hechos es otra estrategia que puede incorporarse complementariamente a la observación directa, ya que permitiría contrastar procesos evolutivos o repetitivos en las acciones individuales y grupales que interesen. Todos estos lineamientos, aplicados en conjunto, podrían mejorar las condiciones reales de cualquier investigación en el ámbito social que quiera mostrar realidades y generar teorías robustas. Referencias Argyris y Schön (1974). Theory in practice: Increasing professional effectiveness. San Francisco: Jossey Bass. Argyris y Schön (1978). Organizational learning: A theory of action perspective. Reading, Mass: Addison Wesley. Hintzman (1986). “Schema abstraction' in a multiple-trace memory model” Vol 93 nº 4, Psychological Review. Rodrigo, Rodríguez y Marrero (1993). Las teorías implícitas. Madrid: Visor. Weick (1995). Sensemaking in Organizations. London: Sage. Wellman y Bartsch (1988). “Young children's reasoning about beliefs” nº 30, Cognition.