EL CRISTIANO Y LA POBREZA Por Octavio J. Equeda

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EL CRISTIANO Y LA POBREZA
Por Octavio J. Equeda
Las palabras de Jesús en Mateo 26:11 "porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero
a mí no siempre me tendréis" han sido interpretadas de diferentes formas dependiendo del contexto
cultural y social.
Para muchas personas Jesús estaba afirmando que la pobreza es una realidad y que no importa lo
que hagamos siempre habrá pobres. Por lo tanto, lo más que podemos hacer es ayudarlos en la
medida de nuestras posibilidades aunque sabiendo que su situación nunca cambiará.
Sin embargo, la interpretación cambia si el pasaje se ve desde el punto de vista de los pobres. Un
profesor de seminario estaba enseñando en un país de América latina y les preguntó a varias
personas el significado de este texto. Una señora de edad avanzada respondió que Jesús quiso decir
que "siempre habrá ricos opresores que se aprovechan de los más necesitados para seguir
enriqueciéndose".
Los que nos llamamos seguidores de Cristo debemos combatir la pobreza. Es cierto que nuestra
principal responsabilidad y la necesidad mayor del ser humano son espirituales. Jesús afirmó que de
nada sirve ganar al mundo y perder el alma (Marcos 8:36). La salvación de la condenación por
nuestro pecado y la vida nueva que Dios ofrece a través de su Hijo Jesucristo son la parte central del
evangelio. Sin embargo, Dios se preocupa por los pobres y la injusticia y nosotros también debemos
hacerlo.
El Salmo 41:1 dice que el que piensa en el pobre es bienaventurado. Proverbios 14:21 también
afirma que "es feliz el que se apiada de los pobres". La verdadera felicidad se encuentra en dar. Las
acciones de pensar y apiadarse implican intención de hacer algo concreto para ayudar a los
necesitados. Esto va más allá de buenas intenciones solamente.
Proverbios 14:31 afirma "el que oprime al pobre afrenta a su Hacedor, pero el que se apiada del
necesitado le honra." Este pasaje nos recuerda que Dios es afectado cuando el ser humano se
aprovecha de sus semejantes. Dios se ofende cuando alguien se hace rico a costa de otros. Para
obedecer y agradar al Creador debemos tener misericordia de los menos afortunados.
Jesús declara que lo servimos cuando le damos de comer al hambriento, de beber al sediento,
ayudamos al extranjero, visitamos y tenemos cuidado del prisionero y del enfermo (Mt. 25:34-46).
Una característica común de este tipo de personas es que no pueden hacer algo a cambio de nuestras
acciones por ellas. Al preocuparnos y suplir las necesidades de los necesitados estamos honrando a
Jesús y cumpliendo sus mandamientos.
Por último debemos estar agradecidos por lo que tenemos sabiendo que todo proviene del Creador.
Nuestra perspectiva sobre los bienes materiales nos afecta grandemente. El filósofo romano Séneca,
contemporáneo de Jesucristo, afirmó que "no es pobre el que tiene poco sino el que desea más". Que
nuestro deseo y petición al Señor sea igual al del sabio Agur en el libro de Proverbios 30:7-9:
"Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes que muera: Aleja de mí la mentira y las palabras
engañosas, no me des pobreza ni riqueza; dame a comer mi porción de pan, no sea que me sacie y te
niegue, y diga: ¿Quién es el Señor?, o que sea menesteroso y robe, y profane el nombre de mi Dios".
Tomado de Baptist Press News: www.bpnews.net
Usado con el permiso del autor.
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