Hugo Zapata: la piedra, vocación y destino

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Hugo Zapata: la piedra, vocación y destino
Viernes, 18 de Junio de 2010
(Universidad EAFIT)
# EAFIT rinde homenaje al escultor colombiano. Su exposición puede verse en el Centro
de Artes del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas.
# El autor de El Ágora, obra que se erige en la Universidad, exhibirá algunos de sus
trabajos hasta comienzos del mes de julio. La entrada es libre.
A Hugo Zapata Hurtado las piedras le hablan. No es una excentricidad, ni mucho
menos, locura. En sus propias palabras, en una roca hay un chelo, ¡hágalo sonar!... "Me voy
entrando en ellas por referencias visuales, ancestrales. Cada una me dice cómo trabajarla.
Unas me muestran tranquilidad, otras fuerza y elegancia".
A este escultor y arquitecto de La Tebaida, población del departamento del Quindío, la
obsesión por las piedras le comenzó cuando hace muchos años recibió de un amigo un regalo
en Bahía Solano (Chocó), quien le dijo antes de entregársela: "Huguito te tengo un santito".
Al llegar a Medellín la investigó pensando que era una reliquia arqueológica, y ¡oh! sorpresa
era una piedra.
Parte de su obra puede observarse por estos días en el Centro de Artes del Centro Cultural
Biblioteca Luis Echavarría Villegas de la Universidad EAFIT (Exposición Memoria y
Paisaje), donde hasta comienzos del mes de julio estará exhibido el testimonio que habla de
uno de los escultores colombianos más importantes de la actualidad. Precisamente en la
Plazoleta del Estudiante de la Institución se erige El Ágora, una de sus obras públicas más
conocidas.
Se trata de una escultura que también sirve como espacio de reunión y de encuentro, inspirado
en la Polis griega.
El artista
Hay quienes dicen que Hugo Zapata tiene una mirada de geólogo, porque siempre está
indagando en pequeñas rocas y segmentos, brillos, peso, dureza, texturas y colores, que de
pronto descifran la geografía y la recrean en cordilleras, lagunas, ríos... Como evocando la
memoria telúrica del país.
El color en su obra está dado por el óxido de hierro, láminas de cobres, resinas, vidrio y
paprika, el condimento de cocina. El artista cuenta que muchas de sus piedras han estado por
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años en su taller, que está ubicado en el municipio de El Retiro, Oriente de Antioquia, hasta
que un día les dice "te llegó el día querida..."
Pero él se declara un investigador de la naturaleza. "Sigo indagando en el exterior cosas que
me enamoren, que están realizadas o en la memoria, que buscan nutrirme para poder decir
después. El gran aporte lo hace la naturaleza, yo lo que hago es transformar esas rocas,
intervenirlas, para que aparezcan como un hecho mío, pero con el soporte de la misma
naturaleza".
Para Hugo Zapata, la piedra no es un objeto más, sino uno de los elementos más simbólicos y
privilegiados del mundo. Está presente en todas las culturas. "La referencia fundamental del
hombre es la roca, es esa memoria, y a mí, particularmente, me interesa el mensaje que estas
tienen para dar, al trabajarlas éste nunca se pierde, siempre está presente, se dejan trabajar, me
hablan y se expresan".
Pero su amigo Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, y quien recientemente escribió los
textos del octavo libro de Arte de Davivienda, que está dedicado a Hugo Zapata, dice que no
siempre los referentes del artista surgen de la naturaleza.
"La obra también se incuba en un poema, en una canción. Tal es el caso de las Naos y de las
Flores del Mal. En el primer caso, la serie surge del encargo que una galería hace al artista
para participar en una exposición en homenaje a Alejandro Obregón, al conmemorarse el
primer año de su muerte. Mientras en el estudio buscaba un tema que permitiera rendir
honores al gran maestro de la pintura colombiana. En ese momento un disco dejaba escapar
una canción Alan Parson: no mires atrás, / nada de lo que tienes te puedes llevar/. El barquero
te llama, el barquero te llama... El barquero que conduce a las almas hacia la otra orilla,
Caronte en su barca, canoa, nao... Allí estaba la respuesta. En vez de contener agua, ahora la
Nao sirve para navegar sobre ella, portando una carga de pigmentos de azul cobalto que el
maestro Obregón olvidó llevar a la otra orilla", cuenta Mejía Arango.
Por su parte, Hugo Zapata dice que es un mal lector, que en los libros está buscando
fragmentos, entonces los coge, lee y deja el libro... Y luego, lo vuelve a retomar.
Cuenta, por ejemplo, la anécdota de por qué bautizó una de sus obras Las Flores del Mal,
aquel título de Baudelaire: "Yo lo había leído muy joven y tenía la idea de que eran flores
sensuales, eran bellas y tenían cierta perversioncita -la maldad de la belleza- y después volví a
leer Las Flores del Mal y vi que no era nada de lo yo pensaba".
Existen varias obras del artista en espacios públicos, como la fuente externa del Centro
Comercial Unicentro y el pórtico del Aeropuerto José María Córdova, entre otras.
Pero la exposición de Hugo Zapata en el Centro de Artes de Artes es la oportunidad de ver, en
un solo lugar de la ciudad, una retrospectiva, el testimonio de la obra en piedra del escultor,
quien se ha apropiado de este material con la claridad de que ahí está la eternidad del cosmos,
y él como artista ha sido designado para descifrar y potenciar sus mensajes, porque la piedra
es su vocación y su destino.
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