rEVISIÓN Afecciones neurológicas y barrera hematoencefálica. Limitaciones y estrategias para la liberación de fármacos al cerebro Alazne Domínguez, Antonia Álvarez, Blanca Suárez-Merino, Felipe Goñi-de-Cerio Introducción. La incidencia de enfermedades del sistema nervioso central (SNC) aumenta a causa del envejecimiento de la sociedad. Desgraciadamente, los tratamientos clásicos para tratarlas no resultan efectivos debido a la presencia de la barrera hematoencefálica. Objetivo. Abordar las propiedades de la barrera hematoencefálica que impiden el transporte de los fármacos al cerebro y las principales estrategias para tratar las afecciones neurológicas. Desarrollo. La barrera hematoencefálica está compuesta principalmente por un endotelio vascular especializado y las células de la glía. Ésta constituye una herramienta a disposición del organismo para aislar al SNC del resto del cuerpo. Sin embargo, también supone un impedimento para que muchos fármacos alcancen su diana en el cerebro. Conclusiones. Para poder tratar las afecciones neurológicas, los fármacos deben ser capaces de alcanzar el cerebro. Los agentes terapéuticos pueden diseñarse para que sean capaces de atravesar esta barrera, o bien facilitar su entrada mediante el uso de sistemas de liberación. Para evaluar la efectividad de los tratamientos dirigidos a enfermedades del SNC, se emplean los modelos animales de enfermedades neurológicas así como modelos in vitro de barrera hematoencefálica. Palabras clave. Afecciones neurológicas. Barrera hematoencefálica. Células endoteliales. Permeabilidad. Sistemas de liberación de fármacos. Uniones estrechas. Introducción El sistema nervioso central (SNC) es el principal responsable del funcionamiento correcto del organismo, ya que controla gran parte de las funciones corporales. Por ello, una actividad incorrecta del SNC provoca un deterioro funcional que conlleva el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas y neuropatológicas [1]. Las enfermedades del SNC se caracterizan por una alta prevalencia tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo e incluyen patologías tan diversas como son las enfermedades neurodegenerativas, cerebrovasculares o los tumores cerebrales. Además, implican un coste económico y social superior al de cualquier otro tipo de enfermedad. Actualmente, 1.500 millones de personas en todo el mundo se ven afectados por algún tipo de afección cerebral o mental. Sólo en Europa, las afecciones neurológicas afligen a 300 millones de personas y suponen un coste anual de 640.000 millones de euros [2] (Fig. 1). Esta alta prevalencia se debe al aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población, que están directamente relacionados con el incremento de enfermedades degenerativas. www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (5): 213-224 A pesar del gran esfuerzo emprendido en la investigación sobre la fisiopatología de las afecciones neurológicas y al desarrollo de nuevos fármacos para tratar dichas afecciones, el éxito obtenido es limitado [3]. Esto se debe a que los fármacos cuya diana terapéutica se encuentra en el SNC se enfrentan, por un lado, a la compleja anatomía del cerebro desde el punto de vista tanto fisiológico como patológico, ya que los principales parámetros metabólicos y de transporte cerebral varían significativamente a lo largo de las diferentes regiones del cerebro y, por el otro lado, al alto grado de protección que presenta el cerebro gracias a la barrera hematoencefálica (BHE) [4]. Hasta el momento, se han desarrollado numerosas estrategias para tratar de solventar estos problemas [5]. Centro Tecnológico GAIKER; Zamudio, Vizcaya (A. Domínguez, B. Suárez-Merino, F. Goñi-de-Cerio). Departamento de Biología Celular e Histología; Facultad de Medicina y Odontología; Universidad del País Vasco; Leioa, Vizcaya, España (A. Álvarez). Correspondencia: Dr. Felipe Goñi de Cerio. Centro Tecnológico GAIKER. Parque Tecnológico, ed. 202. E-48170 Zamudio (Vizcaya). Fax: +34 946 002 324. E-mail: [email protected] Agradecimientos: O. Larrañeta, de Larrama Creativa, por el desarrollo del diseño de las figuras de la revisión. Financiación: Programas de investigación del Gobierno Vasco (ETORTEK 2011). Trabajo realizado dentro del programa de becas de la Fundación de Centros Tecnológicos-Iñaki Goenaga. Aceptado tras revisión externa: 08.11.13. Cómo citar este artículo: Domínguez A, Álvarez A, Suárez-Merino B, Goñi-de-Cerio F. Afecciones neurológicas y barrera hematoencefálica. Limitaciones y estrategias para la liberación de fármacos al cerebro. Rev Neurol 2014; 58: 213-24. © 2014 Revista de Neurología Afecciones neurológicas La naturaleza de las afecciones del SNC varía en función del rango de edad. En ese sentido, el tipo de patología predominante entre la población joven con una afección neurológica es el trastorno psiquiátrico, incluyendo la depresión, ansiedad y esquizofrenia, mientras que en una población envejecida con 213 A. Domínguez, et al Figura 1. Coste de las afecciones neurológicas en Europa en el año 2010 en relación con el tipo de enfermedad y por paciente. Figura 2. Prevalencias específicas por grupos de edad y sexo en la demencia (enfermedad de Alzheimer) en Europa (http://ec.europa.eu/ health/index_en.htm). Figura 3. Prevalencias específicas por grupos de edad y sexo en la enfermedad de Parkinson en Europa (http://ec.europa.eu/health/index_ en.htm). 214 afección neurológica predominan las enfermedades neurodegenerativas y cerebrovasculares [6]. Durante el último siglo, la longevidad de la sociedad ha aumentado de manera considerable; en los últimos 50 años, la esperanza de vida ha aumentado un 30% y se espera que alcance el 50% para el año 2050. El incremento de la esperanza de vida, unido al rápido aumento de la población en la primera mitad del siglo xx, se traduce en un aumento del 300% en el número de personas mayores de 60 años. Más en concreto, se prevé que dentro de diez años este grupo represente el 15% de la población total [7]. Este cambio demográfico se refleja en un aumento de las afecciones asociadas a la edad como son la enfermedad de Alzheimer (EA) (Fig. 2) y la enfermedad de Parkinson (EP) (Fig. 3) [8]. Las enfermedades neurodegenerativas se caracterizan por un deterioro progresivo de las habilidades cognitivas [9] y son una de las principales causas de enfermedad y mortalidad en los países desarrollados [10]. Estas enfermedades, además de progresivas, son irreversibles porque hasta el momento no se han conseguido tratamientos efectivos para ninguna de ellas [11]. La EA es responsable de en torno a la mitad de los casos de demencia. En cuanto a la neuropatología, se observan dos tipos de lesiones, las placas seniles y los ovillos neurofibrilares compuestos de la proteína β-amiloide. Curiosamente, aunque estas lesiones parecen ser las características más destacables de la patología de la EA, por sí solas no son capaces de generar la tremenda pérdida neuronal que acontece durante la enfermedad [12]. La EP es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común. En cuanto a la patología, se caracteriza por la pérdida de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra, una pérdida de dopamina en el cuerpo estriado y la presencia de inclusiones intracitoplasmáticas llamadas cuerpos de Lewy. Como en la EA, en la EP los síntomas aparecen de manera gradual e incluyen dificultad para mantener la postura corporal, temblores, pérdida de flexibilidad, rigidez de las extremidades y del tronco, así como una marcada bradicinesia. Para cuando esta sintomatología aparece, la pérdida neuronal es mayor del 70-80% [13]. Otra enfermedad neurodegenerativa es la esclerosis múltiple, una enfermedad inflamatoria autoinmune crónica caracterizada por la destrucción de las vainas de mielina por los linfocitos T reactivos. La edad de mayor incidencia es entre los 20-40 años, por lo que conlleva un importante impacto social, económico y familiar [14]. Afecta a más de un millón de personas en el mundo, y los síntomas incluyen debilidad, ataxia, cansancio, pérdida de visión y www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (5): 213-224 Afecciones neurológicas y barrera hematoencefálica de tacto además de pérdidas de memoria. La atrofia cerebral, que constituye un signo de neurodegeneración, aparece de modo precoz, incluso en pacientes con menos de cinco años de evolución de la enfermedad [15]. Asimismo, las enfermedades cerebrovasculares son la tercera causa de mortalidad en los países desarrollados, tras las enfermedades cardíacas y el cáncer, y la primera causa de invalidez en personas adultas mayores de 65 años [16,17]. Las enfermedades cerebrovasculares comprenden un conjunto de trastornos de la vasculatura cerebral, aunque el accidente cerebrovascular o ictus es el más generalizado (Fig. 4). El ictus se caracteriza por un déficit neurológico ocasionado por una disminución importante del flujo sanguíneo cerebral de manera transitoria o permanente que produce la muerte del parénquima cerebral y un daño sostenido en las aéreas circundantes. Se produce de forma anormalmente brusca (ictus isquémico) con una pérdida neuronal irreversible o bien por la hemorragia originada debido a la rotura de un vaso cerebral (ictus hemorrágico) [18]. Los síntomas incluyen déficits sensoriales y motores, como la hemiparesia/hemiplejía, afasia, pérdida de equilibrio o de coordinación, entre otros. El pronóstico tras un ictus varía en función del área cerebral afectada, el alcance de éste, la edad del paciente y su estado previo. Dentro de las diferentes afecciones del SNC encontramos también los tumores cerebrales (Fig. 5). Éstos destacan por ser una de las enfermedades del SNC con mayor coste por paciente. El término ‘tumor cerebral’ hace referencia a un grupo heterogéneo de neoplasmas que se originan en los tejidos intracraneales o las meninges y que comprimen al cerebro. Los tumores cerebrales primarios representan el 2% de todos los cánceres y son un grupo diverso de tumores con marcadas diferencias tanto en etiología como en tratamiento y pronóstico [19]. Se pueden dividir en gliomas y meningiomas. Los gliomas presentan una marcada agresividad, ya que la supervivencia media de los pacientes en estados avanzados de la enfermedad se reduce a 14,6 meses, mientras que los meningiomas tienen un diagnóstico mucho más alentador [20]. Las afecciones del SNC mencionadas previamente carecen de fármacos eficaces para su tratamiento, ya que la mayoría de los tratamientos existentes proveen de un alivio sintomático pero presentan numerosos efectos adversos y no impiden la progresión de la enfermedad [21]. Por lo tanto, aunque las técnicas de diagnóstico precoz mejorasen, con los tratamientos actuales, las expectativas del paciente no serían más alentadoras [22]. www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (5): 213-224 Figura 4. Prevalencias específicas por grupos de edad y sexo en el ictus en Europa (España) [17]. Figura 5. Epidemiología de los tumores cerebrales en Europa. Incidencia, mortalidad y prevalencia por sexo (http://globocan.iarc.fr/). Prevalencia a cinco años: sólo para población adulta (≥ 15 años). Los pacientes que continúan vivos tras cinco años del diagnóstico se consideran curados. barrera hematoencefálica Existen tres estructuras principales en el cerebro adulto que protegen a las neuronas de las sustancias circulantes en el torrente sanguíneo, ayudan a mantener la homeostasis y aportan el medio necesario para un correcto funcionamiento neuronal [23]. Éstas son la barrera entre sangre-líquido cefalorraquídeo –formada por el epitelio del plexo coroideo–, la BHE y la barrera entre líquido cefalorraquídeo-sangre, donde el epitelio vascular aracnoideo descansa sobre la duramadre. Además, en el estadio embrionario, las células ependimarias de la zona ventricular se conectan entre sí para formar una cuarta barrera física que, sin embargo, desaparece en el adulto (Fig. 6). 215 A. Domínguez, et al Figura 6. Barreras cerebrales que impiden el paso libre de sustancias al sistema nervioso central, en las que se describen la barrera hematoencefálica, la barrera aracnoidea, la barrera sangre-líquido cefalorraquídeo y la neuroepéndima. De las tres barreras del SNC, la BHE es la que mayor superficie presenta, al crear un entramado capilar extremadamente denso a través del parénquima cerebral con una longitud de unos 600 km y una superficie de unos 20 m2 [24]. La homeostasis en el microambiente del SNC, esencial para su funcionamiento correcto, se mantiene gracias a la BHE, cuyas características estructurales únicas le hacen mínimamente permeable al agua y los solutos, aíslan y protegen al tejido nervioso cerebral y controlan el paso de sustancias xenobióticas [25]. Componentes celulares de la BHE La BHE está compuesta por un endotelio microvascular, astrocitos, lámina basal, pericitos y neuronas. Todos ellos son elementos de la unidad neurovascular funcional. La células endoteliales microvasculares cerebrales (CEMC) llevan a cabo funciones biológicas esenciales como son el transporte de nutrientes, la señalización mediada por receptores y la osmorregulación. A diferencia del resto de células endoteliales, las CEMC carecen de fenestraciones y tienen una cantidad mínima de vesículas de endocitosis [26]. 216 Además, las CEMC expresan uniones estrechas (TJ) y varios transportadores ABC que impiden el paso paracelular a los compuestos hidrofílicos, formando una barrera homogénea que protege al cerebro y crea un ambiente único. Las CEMC cubren la superficie luminal de la microvasculatura cerebral y yacen en su lado abluminal sobre una lámina basal, que está recubierta al 99% por los pies astrocitarios y pericitos. Así, aunque estructuralmente la BHE está constituida por las células endoteliales, funcionalmente está regulada por células de la glía [27]. Entre los constituyentes celulares de la unidad neurovascular se encuentran los astrocitos, que proceden del ectodermo del tubo neural y se sitúan en el parénquima cerebral. Los procesos astrocitarios cubren los capilares cerebrales y ayudan a mantener la integridad de la BHE sintetizando y secretando factores de crecimiento solubles esenciales para que las células endoteliales desarrollen las características de la BHE. La interacción de los astrocitos con las CEMC no sólo produce un incremento notable de las TJ de las células endoteliales sino que, de manera recíproca, también produce un aumento de la densidad astrocitaria y de sus factores de crecimiento. Junto con los astrocitos, los peri­ citos son células perivasculares multifuncionales contráctiles situadas en la proximidad a las células endoteliales con las que comparten membrana basal [28]. Se piensa que desempeñan un papel importante en el mantenimiento de la integridad estructural de la BHE. Integridad estructural de la BHE La estructura de la BHE viene definida por las características del endotelio de la microvasculatura. Este endotelio tiene al menos tres tipos de unión célula-célula: las uniones en hendidura, las uniones adherentes o de anclaje y un tercer tipo de unión y más importante, las TJ. Las TJ de la BHE son las principales responsables de la restricción al transporte paracelular de iones, solutos y macromoléculas desde la sangre hacia el cerebro. Están constituidas por tres proteínas integrales de membrana: la ocludina, la claudina y las moléculas de adhesión celular (MAC), que están unidas a diferentes proteínas accesorias citoplasmáticas incluyendo las proteínas zonula ocludens (ZO) y la cingulina. Funcionalmente, constituyen la frontera para la difusión proteica y lipídica a través de las membranas, confieren polaridad a las células endoteliales y sellan la vía paracelular para forzar que la sustancias atraviesen las membranas y el citosol de las células endoteliales [29]. www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (5): 213-224 Afecciones neurológicas y barrera hematoencefálica La primera proteína integral de membrana en ser descubierta fue la ocludina. Parece ser que su función es reguladora y puede influir en el transporte paracelular. En las células endoteliales de origen no cerebral, el contenido en ocludina es mucho menor, lo que sugiere que tiene un papel activo en la función de la BHE. Por otro lado, las claudinas son el mayor componente de las TJ. En la BHE, parece ser que las responsables de la baja permeabilidad son las claudinas 3 y 5. Por último, las MAC son proteínas transmembrana pertenecientes a la superfamilia de las inmunoglobulinas [30]. Tabla I. Sistemas de liberación de fármacos divididos en métodos invasivos y métodos no invasivos. Administración intraarterial Inyección intracerebroventricular en el líquido cefalorraquídeo Métodos invasivos Infusión intracerebral mediante la técnica CED Implantes intracerebrales Disrupción de la integridad de la barrera hematoencefálica (mediante métodos químicos, choque osmótico o el uso de ultrasonidos) Ruta nasal Regulación del transporte de la BHE La BHE, más que una capa pasiva de células, es un complejo metabólico activo que direcciona el transporte de solutos a la vía transcelular, ya sea por difusión pasiva, por transporte mediado por proteínas transportadoras, por transcitosis mediada por receptor o mediante los transportadores ABC. Por su parte, la vía paracelular es prácticamente inexistente debido a las fuertes uniones entre las células endoteliales. La difusión pasiva puede ocurrir bien entre células adyacentes por vía paracelular o a través de las células por vía transcelular. Teniendo en cuenta que las TJ bloquean la ruta paracelular a través de la BHE, únicamente los solutos capaces de penetrar a través de la membrana de la célula endotelial son capaces de atravesar la BHE por difusión pasiva. El transporte mediado por proteínas trasportadoras mueve pequeñas moléculas hidrofílicas como los aminoácidos o la glucosa [31]. Estos sistemas transportadores se expresan en las membranas luminal y abluminal del endotelio capilar y ejercen un transporte bidireccional entre la sangre y el cerebro a través de gradientes químicos o eléctricos para transportar las moléculas a través de las membranas celulares. Por otro lado, compuestos con alto peso molecular, como los péptidos y las proteínas, son demasiado grandes para ser transportados por proteínas transportadoras, por lo que atraviesan la BHE mediante transcitosis mediada por receptores. Estos receptores se internalizan en vesículas de clatrina que forman endosomas primarios que se transportan a los lisosomas donde se degradan. Las células endoteliales expresan receptores específicos para ciertos ligandos como son la transferrina o la insulina. Los transportadores ABC, entre los que se encuentran la glicoproteína-p (P-gp), proteínas resistentes a múltiples fármacos (MRP) y la proteína resistente al cáncer de mama (BCRP), tienen un amplio rango de sustratos y una gran influencia en la www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (5): 213-224 Bombas con dominio de unión a ATP Métodos no invasivos Liberación sistémica Transcitosis mediada por receptor Péptidos penetrantes de células Transportadores coloidales Micemas, liposomas y nanocompuestos ATP: adenosín trifosfato; CED: liberación mejorada por convección. farmacocinética del fármaco. Son proteínas integrales situadas en la membrana de las células endoteliales y utilizan la energía de la hidrólisis de ATP para el transporte contragradiente de sustratos. Su función principal es la protección frente a toxinas naturales o xenobióticos [32]. La P-gp es una glicoproteína de membrana con actividad ATPasa que actúa como una bomba multiespecífica e impide la entrada de fármacos al cerebro. Tiene afinidad por un gran número de sustratos incluyendo fármacos anticancerígenos, antipsicóticos y antiepilépticos, agentes inmunosupresores, inhibidores de proteasas del VIH, entre otros. Otro tipo de transportador abc son las MRP y la BCRP. En la BHE, se expresan fundamentalmente en la membrana basolateral y también limitan la permeabilidad de los fármacos. Comparten especificidad de sustrato con la P-gp, por lo que varios fármacos son sustratos para ambos [33]. Rutas de liberación de fármacos al cerebro La BHE constituye un gran obstáculo en la administración de fármacos al cerebro debido a su gran impermeabilidad. Para lograr atravesar la BHE y liberar agentes terapéuticos al cerebro se emplean dos tipos de estrategias (Tabla I), los métodos invasivos y los métodos no invasivos [34]. Estas estrategias se vienen empleado de manera experimental 217 A. Domínguez, et al No invasivos Invasivos Tabla II. Ejemplos de sistemas de liberación de fármacos más prometedores empleados en varias patologías del sistema nervioso central [35-41]. Se describen las estrategias empleadas y el fármaco aplicado para cada patología. Enf. Alzheimer Enf. Parkinson Ictus Tumor cerebral Esclerosis múltiple Inyección intracerebroventricular Péptido β- amiloide Factor neurotrófico derivado del cerebro Neurotrofina Genes codificantes de interferón-β Células del estroma de médula ósea Liberación mejorada por convección Neprilisina Factor neurotrófico derivado de la glía Ácido dietilentriamina pentaacético Topotecán – Implantes intracerebrales Factor de crecimiento nervioso – Ciclosporina A Gliadel – Disrupción BHE – – – Bevacizumab – Intranasal Inhibidores de la colinesterasa α-sinucleína Factor de crecimiento insulínico Agentes neurotróficos Interferón-β 1b Sistémica Clioquinol Neurregulina-1β1 Factor de crecimiento endotelial vascular Dasatinib Cavtratín Liposomas de rivastigmina Nanoemulsiones de ropinirol NP de superóxido dismutasa Doxorrubicina liposomal pegilada NP de óxidos metálicos Transportadores coloidales BHE: barrera hematoencefálica; NP: nanopartículas. para tratar varias patologías del SNC. Las estrategias aplicadas varían significativamente según la patología que se vaya a tratar (Tabla II) [35-41]. Métodos invasivos Los métodos invasivos utilizados en la administración de fármacos al cerebro, aunque eficaces, requieren de cirugía y por lo tanto entrañan un alto riesgo para el paciente. Las técnicas invasivas convencionales incluyen la inyección intracerebroventricular (ICV) en el líquido cefalorraquídeo, la infusión intracerebral mediante la técnica de liberación mejorada por convección (CED), los implantes intracerebrales y la disrupción de la integridad de la BHE. La liberación local incluye la inyección ICV en el líquido cefalorraquídeo, desde donde el fármaco penetra en el parénquima cerebral. Asimismo, la infusión intracerebral mediante la técnica CED consiste en una infusión intraparenquimal de la solución del fármaco en el parénquima cerebral con la ayuda de un catéter de pequeño calibre [42]. Dentro también de las técnicas invasivas, los implantes intracerebrales requieren de una inyección sumamente precisa para conseguir la eficacia y evitar los problemas asociados a la difusión de fármacos en el parénquima cerebral. Las técnicas descritas son relativamente costosas, ya que requieren anestesia y hospitalización. 218 Además, poseen muchas limitaciones asociadas a la administración y difusión en el cerebro. En el caso de la ICV, su difusión es muy baja. Sólo una pequeña concentración del fármaco puede alcanzar su diana, ya que el líquido intersticial juega en contra de la difusión del fármaco y el líquido cerebroespinal se está renovando constantemente devolviendo el fármaco al torrente sanguíneo; sin comentar las dificultades que conlleva una intervención quirúrgica [43]. Del mismo modo, en la técnica CED hay regiones del cerebro que son complicadas de saturar mediante la infusión, concretamente los tejidos infiltrados que rodean una cavidad, por lo que la liberación del fármaco está supeditada al posicionamiento correcto de los catéteres. En todos los casos, habrá que tener en cuenta que el efecto del fármaco disminuirá exponencialmente según la distancia que hay entre la región de interés y el lugar de liberación del fármaco, por lo que la precisión en la inyección y liberación es decisiva para un tratamiento correcto. A pesar de sus desventajas, estas técnicas son a veces la única alternativa para evitar los fuertes efectos adversos que se producen con la liberación sistémica de los fármacos más agresivos. Por todo ello, se ha probado otro tipo de aproximaciones invasivas consistentes en la alteración de la BHE como medio para aumentar su permeabilidad. La ruptura de la BHE abre un acceso directo al cerebro para los compuestos circulantes en la sangre y www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (5): 213-224 Afecciones neurológicas y barrera hematoencefálica puede llevarse a cabo empleando métodos químicos o, temporalmente, mediante un choque osmótico o el uso de ultrasonidos [44]. Estas técnicas son muy eficaces en términos de transporte al cerebro, ya que no dependen de las propiedades de los agentes terapéuticos, aunque entrañan numerosos riesgos y causan efectos secundarios, entre los que se incluye el estrés fisiológico y el aumento transitorio de la permeabilidad paracelular. El aumento incontrolado y prolongado de la permeabilidad en la BHE puede llegar a ser letal, ya que conlleva un aumento de la presión intracraneal, así como la liberación de constituyentes neurotóxicos al plasma del tejido cerebral [45], como es la entrada al SNC de la albúmina, sustancia neurotóxica para los astrocitos y que en situaciones no patológicas se encuentra en el líquido intersticial del SNC en concentraciones muy bajas. Métodos no invasivos Los métodos no invasivos incluyen la ruta nasal, la liberación sistémica y el uso de transportadores coloidales. El empleo de la administración intranasal para dirigir agentes terapéuticos al SNC tiene muchos beneficios en el tratamiento de las afecciones neurológicas. Esta técnica ofrece una rápida absorción a la circulación sanguínea sistémica y evita el primer cribado metabólico en la pared intestinal y en el hígado [46]. Además, no requiere necesariamente de ninguna modificación del agente terapéutico. Así, sustancias tales como las neurotrofinas, los neuropéptidos, los polinucleótidos o los quimioterápicos pueden alcanzar el SNC en concentraciones efectivas [47]. Asimismo, la administración a través de la circulación sistémica es una estrategia no invasiva para la liberación de fármacos. Los fármacos que se administran por esta vía (oral, gastroentérica, sublingual) deben poseer unas características fisicoquímicas óptimas que les permitan atravesar la BHE por difusión pasiva a través de la vía transcelular o bien tener las propiedades estructurales necesarias para ser sustrato de uno de los sistemas de transporte existentes en el endotelio capilar cerebral, co­ mo las proteínas transportadoras. Sin embargo, estos sistemas de transporte no siempre sirven de ayuda para el paso de los fármacos a través de la barrera. La BHE contiene varias bombas con dominio de unión a ATP (transportadores ABC) que devuelven al torrente sanguíneo una multitud de fármacos desde el cerebro, por lo que gran cantidad del fármaco que atraviesa la BHE a través de la circulación sistémica se expulsa rápidamente del SNC a través de los transportadores ABC. Debido a ello, se han www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (5): 213-224 desarrollado varias estrategias para evitar que, una vez el fármaco atraviesa la BHE, sea devuelto de nuevo al torrente sanguíneo, ya sea empleando inhibidores específicos o bien desarrollando análogos de los fármacos eficaces pero sin reactividad con los transportadores [48]. La P-gp es el transportador ABC más estudiado. Un gran número de quimioterápicos son sustratos para este transportador, por lo que su inhibición puede mejorar la permeabilidad de muchos compuestos. Dentro de las estrategias no invasivas desarrolladas en las últimas décadas se encuentra el empleo de transportadores coloidales. Estos compuestos están en auge, ya que combinan una alta eficacia al atravesar la BHE y una mínima alteración de las características de la misma [49,50]. Se caracterizan por aumentar la especificidad en torno a células y tejidos, mejorar la biodisponibilidad de fármacos al aumentar su difusión a través de membranas biológicas y proteger a su vez a los fármacos de la inactivación enzimática [51]. Los sistemas coloidales permiten el acceso a fármacos no transportables a través de la BHE, enmascarando sus características fisicoquímicas a través de la encapsulación en estos sistemas. En general, este tipo de transportadores incluye micelas, liposomas y nanocompuestos. Las micelas poliméricas son sistemas de transporte de fármacos termodinámica y cinéticamente estables en solución acuosa con un tamaño similar al de los virus y las lipoproteínas (50-100 nm). Están formados por una monocapa lipídica con una estructura en dos bloques: polímeros hidrofílicos en la envuelta e hidrofóbicos en el interior [52]. Sin embargo, su mayor desventaja radica en una liberación temprana del fármaco, antes incluso de haber alcanzado la diana terapéutica. Los liposomas y las nanopartículas (NP) se han explotado ampliamente para la liberación de fármacos al cerebro debido sobre todo a que los métodos requeridos para su preparación son, en general, sencillos y escalables. Son construcciones complejas que pueden alcanzar los 200 nm de diámetro y en cuyo interior pueden incorporarse cantidades relativamente grandes de fármaco. Los liposomas son pequeñas vesículas artificiales de forma redondeada constituidas por un interior acuoso rodeado por una bicapa lipídica [53]. El interior acuoso permite incorporar un fármaco que sea soluble en agua, mientras que la membrana crea un espacio protector que evita la liberación de su contenido y lo protege de la degradación. Por otra parte, las NP poliméricas son partículas sólidas constituidas por polímeros o lípidos. Sus principales ventajas sobre otros transportadores co- 219 A. Domínguez, et al loidales son el bajo número de excipientes requeridos para su formulación, una alta estabilidad física en contacto con los fluidos biológicos, la simplicidad de los procesos requeridos para su formulación y la capacidad para liberar fármacos de una manera controlada y sostenida en el tiempo [54]. Tal es el caso del desarrollo de nanopartículas de quitosano para la liberación de dopamina en el SNC, que implicaría un mantenimiento constante de los niveles de dopamina en el cerebro y conllevaría una mejora de la respuesta terapéutica para la EP [55]. Cabe destacar que, dentro de las NP, hay otro tipo de sistemas no poliméricos, como pueden ser las NP metálicas, magnéticas o cristalinas. El principal uso de estas NP es el de marcadores de diagnóstico para la realización de imagen molecular a través de resonancia magnética o tomografía de emisión de positrones. El uso de estas NP aumenta la sensibilidad de las técnicas utilizadas en el procesado de imagen en el diagnóstico de cáncer y otras enfermedades neurológicas y cardiovasculares del SNC. Modelos in vivo de la BHE y enfermedades neurológicas Para poder conocer mejor la fisiopatología de las diferentes afecciones neurológicas, así como para investigar los mecanismos por los que la BHE mantiene y regula su permeabilidad, se han empleado varios modelos in vivo e in vitro. Las técnicas in vivo aportan información sobre la naturaleza de las diferentes afecciones, así como información sobre la distribución y posibles efectos de los agentes terapéuticos en todo el organismo. Sin embargo, los modelos in vivo presentan una serie de inconvenientes como un bajo rendimiento o el requerimiento de equipamiento costoso, además de los problemas éticos derivados de la necesidad de emplear una gran cantidad de animales a los que se somete a experimentos de naturaleza muy invasiva, sin olvidar que las técnicas in vivo tienen una aplicación limitada en los humanos y, en consecuencia, se han de extrapolar los resultados de los ensayos preclínicos a la especie humana con las diferencias que ello conlleva [56]. El desarrollo de modelos animales que buscan reproducir los síntomas, lesiones o causas de la enfermedad supone un gran avance para el estudio de las enfermedades del SNC. Las afecciones neurológicas pueden reproducirse en modelos animales para recrear procesos patogénicos y cambios de comportamiento. Por desgracia, la mayoría de los modelos sólo son capaces de reproducir ciertos aspectos de 220 las enfermedades. Hay dos aproximaciones para reproducir modelos animales con una afección neurológica [57]. Por un lado, la aproximación genotípica, que depende del conocimiento del gen de interés, y su posterior manipulación en el animal para crear el modelo apropiado y, por otro lado, la aproximación fenotípica, que es independiente de un determinado gen pero que emplea el mapeo genético estándar y técnicas de clonación para identificar el cambio genético causal en un fenotipo de interés. Como modelos animales de la EA se han descrito líneas de ratones transgénicos que reproducen características de la enfermedad. Por ejemplo, los modelos animales basados en el metabolismo de la proteína precursora amiloide (PPA), en la presenilina (PS) y en la proteína tau, involucrada en la formación de los ovillos neurofibrilares, así como los triple transgénicos PS/PPA/tau [58]. Referente a la EP, hay una variedad de modelos desarrollados que se dividen en los que emplean neurotoxinas sintéticas o naturales y los que usan la expresión in vivo de mutaciones relacionadas con la EP [59]. Tradicionalmente, se han empleado los modelos tóxicos, que buscan reproducir los cambios patológicos y de comportamiento de esta enfermedad en roedores o primates empleando agentes farmacológicos (neurotoxinas) que inducen la degeneración selectiva de las neuronas de la parte compacta de la sustancia negra [13]. Por otro lado, el principal modelo animal de la esclerosis múltiple consiste en la inducción de una encefalomielitis autoinmune experimental, normalmente en ratones o ratas. Si estos modelos se emplean de modo adecuado, pueden reproducir muchas de las características de la esclerosis múltiple [60]. Respecto al ictus, se utilizan principalmente dos tipos de modelos isquémicos, la isquemia focal y la global. En la isquemia global, lo normal es que se interrumpa la circulación de dos a cuatro vasos sanguíneos de manera transitoria, mientras que en la isquemia focal se ocluye la arteria cerebral media ya sea de manera temporal o transitoria. Además de estos dos modelos, están los modelos de ictus que llevan a cabo una oclusión arterial mediante la formación de un trombo [61]. Los modelos de tumor cerebral pueden clasificarse en modelos inducidos químicamente, modelos tu­ morales de trasplante de xenoinjertos o modelos de formación tumoral espontánea inducida en ratones modificados genéticamente [62]. Los xenoinjertos se obtienen inyectando subdérmicamente células tumorales en el animal. Éstos se caracterizan por la reproducibilidad, el rápido desarrollo tumoral, la fácil visualización del tumor y su alta penetración. Por www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (5): 213-224 Afecciones neurológicas y barrera hematoencefálica otro lado, los ratones manipulados genéticamente nacen con una mutación en un determinado gen que provocará la formación espontánea de un tumor a las pocas semanas de vida del animal [63]. Modelos in vitro de la BHE Los modelos in vitro están adquiriendo en los últimos años una mayor importancia debido al principio de las tres erres, enfocado hacia el reemplazo, la reducción y el refinado de las técnicas experimentales en animales. El objetivo del principio es reemplazar las técnicas que usan animales de experimentación por métodos que no requieran el uso de animales, como son los modelos in vitro [64]. El principal objetivo de un modelo in vitro de BHE es emular la barrera in vivo y predecir su permeabilidad [65]. Hay grandes diferencias cuantitativas y cualitativas entre los distintos modelos celulares si bien comparten unos mínimos requerimientos para ser útiles: – Estructura celular similar. – Presencia de uniones estrechas. – Reproducibilidad en la permeabilidad a los solutos. – Expresión funcional de los mecanismos de transporte presentes in vivo. – Expresión de marcadores enzimáticos de BHE. – Facilidad de manejo. – Bajo coste. Hasta la fecha, no se ha desarrollado un modelo que consiga reproducir todas las características funcionales y estructurales que correlacionen al 100% in vitro e in vivo para los compuestos destinados al SNC. Los modelos celulares desarrollados hasta el momento pueden constituirse a partir de cultivos primarios de CEMC o líneas inmortalizadas. Los cultivos primarios de células endoteliales muestran una gran similitud con el fenotipo de la BHE in vivo y poseen excelentes características de BHE en pases tempranos [66]. Las células pueden proceder de varios orígenes e incluyen el origen murino [67], porcino [68], bovino [69] y humano. Los orígenes porcino y bovino suelen ser los más empleados debido a que su tamaño y disponibilidad permiten obtener las cantidades requeridas para los experimentos de permeabilidad. Sin embargo, tienen un elevado coste, se requiere de muchas habilidades técnicas para la extracción del tejido cerebral y posterior manipulación, tienen una expresión de transportadores reducida y se contaminan con facilidad por otros tipos celulares de la unidad neurovascular [70], todo ello junto al hecho de que no son capaces www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (5): 213-224 de retener sus características de BHE a lo largo de los subcultivos, los hace susceptibles de ser descartados para ensayos de múltiples fármacos que requieran numerosos ensayos. Por otro lado, se vienen empleando varias líneas inmortalizadas de origen cerebral procedentes de varias especies, como GPNT, RBEC1 (rata), bEnd.3, cEND (ratón), SV-BEC (bovino), PBMEC/C1 (porcino) y hCMEC/D3 (humano). Las ventajas sobre los cultivos primarios incluyen la capacidad para mantener las características de la BHE a lo largo de muchos subcultivos así como su fácil crecimiento y un reducido coste [71]. Recientemente, se ha extendido el empleo del modelo in vitro compuesto por la línea endotelial cerebral de ratón bEnd3. Estas células expresan las proteínas de unión estrecha ZO-1, ZO-2, ocludina, claudina-5 y MAC. También mantienen la funcionalidad de los transportadores facultativos estereoespecíficos dependientes de sodio e insulina glut-1, de los transportadores ABC como la P-gp y responden como los cultivos primarios a los estímulos disruptivos [72]. La línea inmortalizada cerebral endotelial de origen murino, la cEND, es una de las líneas inmortalizadas más prometedoras para la modelización de la BHE junto con la línea humana hCMEC/D3. En cuanto a las cEND, un aporte del glucocorticoide hidrocortisona mejora sus características de BHE al inducir un cambio morfológico en la célula endotelial junto a una sobreexpresión de ocludina. Sin embargo, otras líneas endoteliales microvasculares de cerebro inmortalizadas con el mismo virus que para las cEND, el antígeno medio del polioma T, muestran una localización incorrecta de las TJ [73]. El modelo óptimo para el estudio de la permeabilidad de la BHE en humanos sería un modelo bien caracterizado compuesto por un cultivo primario de células endoteliales humanas. Sin embargo, obtener tejido cerebral sano de manera rutinaria es extremadamente complicado. Para superar las dificultades que supone un cultivo primario y reducir las variaciones en la composición y expresión de los niveles de transportadores, se han desarrollado varias líneas celulares inmortalizadas humanas (hCMEC/D3, BB19, NKIM-6). La hCMEC/D3 es el primer ejemplo de línea humana ampliamente caracterizada. Se desarrolló por infección de cultivos endoteliales primarios con vectores lentivirus que codificaban para el hTERT y el antígeno largo T-SV40. Esta línea retiene la mayor parte de las características morfológicas y funcionales de la BHE in vivo y no muestra una pérdida fenotípica con los subcultivos. Expresa las TJ ZO-1, MAC y claudina 5, así como transportadores ABC funcionales [74]. Sin embargo, su re- 221 A. Domínguez, et al sistencia transepitelial alcanza valores muy limitados comparados con los que se obtienen in vivo. La correcta puesta a punto de las técnicas y condiciones de cultivo puede ayudar a mantener las características de BHE de las células endoteliales. La implementación de los cultivos incluye su cocultivo con astrocitos, con medio condicionado de los mismos o con pericitos, así como la suplementación de los medios y la reducción del suero en el medio. Los pies astrocitarios forman parte de la BHE, por ello se emplean en cocultivos con las células endoteliales. La astroglía induce y mantiene las propiedades de barrera de las células endoteliales de cerebro y mejora los modelos in vitro de BHE. Por ello, el cocultivo junto con células de la glía aumenta la expresión de las TJ, las enzimas endoteliales de cerebro, los transportadores y ayuda a inducir un fenotipo más similar al existente in vivo [75]. También están los tricultivos, que incorporan pericitos, otro componente de la BHE. Su función no está del todo determinada y, aunque hasta el momento se pensaba que su única función era de sostén, hay una idea cada vez más generalizada de que participan en el mantenimiento de la BHE. Por último, en los últimos años se vienen desarrollando modelos dinámicos denominados DIVBHE [76]. Estos modelos pretenden reproducir el medio fisiológico de la BHE in vivo. En éste, se crea una tensión superficial o tensión de cizalladura, generada por la circulación sanguínea desde la superficie apical que afecta a la estructura y función de las células endoteliales [77]. Se trata de un sistema tridimensional en el que las células se cultivan imitando las vesículas capilares. En estas construcciones, las células endoteliales se exponen a un flujo pulsátil que produce una presión comparable a la que se produce in vivo y desarrollan un fenotipo similar al de las CEMC in vivo [78]. Conclusiones Las afecciones neurológicas generan un fuerte impacto sociosanitario en todo el mundo. El tratamiento de las enfermedades del SNC se ve limitado por la falta de conocimientos de la fisiopatología de éstas, así como por los efectos secundarios que caracterizan a los fármacos desarrollados hasta el momento y sus problemas para atravesar la BHE. Por lo tanto, es imprescindible desarrollar nuevas estrategias para la liberación de fármacos al cerebro. En la actualidad, se están siguiendo dos estrategias bien diferenciadas y complementarias. Por un lado, se está tratando de mejorar la eficacia de 222 los sistemas de liberación de fármacos al cerebro y, por el otro lado, se pretende mejorar los modelos para probar su eficacia y seguridad. Bibliografía 1. Hyman S, Chisholm D, Kessler R, Patel V, Whiteford HA. Mental disorders in disease control priorities in developing countries. In Jamison DT, Breman JG, Measham AR, Alleyne G, Claeson M, Evans DB, eds. Disease control priorities in developing countries. Washington DC: World Bank; 2006. p. 605-25. 2. 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Nevertheless, it also represents an obstacle to the delivery of therapeutic drugs to the brain. Conclusions. To be effective, drugs must reach their target in the brain. On one hand, therapeutic agents could be designed to be able to cross the blood brain barrier. On the other hand, drug delivery systems could be employed to facilitate the therapeutic agents’ entry into the central nervous system. In vivo models of neurological diseases, in addition to in vitro models of the blood brain barrier, have been widely employed for the evaluation of drugs utilized to treat central nervous system diseases. Key words. Blood-brain barrier. Drug delivery systems. Endothelial cells. Neurological disorders. Permeability. Tight junctions. 224 www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (5): 213-224