N° 45 Noviembre de 2011 - Universidad Externado de Colombia

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OLETÍN VIRTUAL DE
DERECHO PROCESAL
NO. 45 NOVIEMBRE DE 2011
ISSN 2011-2750
ADVERTENCIA
Aunque la escogencia de los casos es obra de una decisión colectiva de los
profesores del Departamento de Derecho Procesal de la Universidad Externado
de Colombia, los comentarios, citas y observaciones tratados en el Boletín Virtual
de Derecho Procesal en ningún momento reflejan la posición jurídica ni la opinión
del Departamento, pues, por lo general, aquí se reproducen providencias
judiciales. Cuando el Departamento exprese un criterio suyo o el de algunos de
sus profesores, así lo hará saber en cada caso.
Adicionalmente, queremos informarles que ésta y todas las ediciones de este
Boletín
Virtual,
pueden
ahora
consultarse
en:
www.uexternado.edu.co/procesal
1. ¿En un trámite de exequátur es posible tachar de falsa la
traducción realizada de los documentos originales cuando en
estos se utilizaron algunas palabras o expresiones similares en su
significado?
La Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia en sentencia de 27 de
julio de 2011 (Exp. No. 11001-0203-000-2007-01956-00), con ponencia de la
doctora RUTH MARINA DÍAZ RUEDA respondió negativamente el anterior
interrogante al afirmar que “Corolario de lo expuesto es que la falsedad reclamada
no puede tener éxito, sin que proceda la sanción prevista en el artículo 292 del
Código de Procedimiento Civil, porque la misma está autorizada en el ámbito del
trámite especial consagrado para la “tacha de falsedad material”, y en este caso
la modalidad invocada corresponde a la “ideológica o intelectual”, la cual se
sustancia por los ritos propios de las excepciones de mérito; además porque en
esa materia está proscrita la analogía, por lo que única y exclusivamente se
aplica a los supuestos de hecho expresamente tipificados.”
La Corte resalta que a pesar de existir diversidad de vocablos lo crucial es mantener
en la traducción la intención de las partes, observando que en el caso concreto “el
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soporte de la “tacha” es más una cuestión de matices en la interpretación”,
por lo que concluye que “Valoradas los referidos elementos de juicio se infiere, que
no evidencian la alteración o modificación del contenido del documento vertido al
castellano, pues se percibe que esa labor se apoyó en criterios técnicos válidos,
que revelan de manera fidedigna la intencionalidad de los contratantes y aunque
no haya plena coincidencia en las versiones que han sido confrontadas,
básicamente en cuanto a algunas palabras o expresiones, en concepto de la perita
que intervino como colaboradora de la justicia, esa circunstancia es admisible,
máxime cuando ha quedado probado que no se cambió el sentido de las ideas de
los autores del escrito primigenio.”
2. ¿Es procedente la indexación de las sumas de dinero concedidas
en la sentencia, para efectos de determinar el interés para
recurrir en casación, aun cuando en ésta nada se dijo sobre
actualización monetaria?
La Corte Suprema de Justicia, en auto del día 3 de octubre de 2011, con ponencia
del Magistrado Fernando Giraldo Gutiérrez, respondió negativamente a este
interrogante. En efecto, dicha corporación estimó que a pesar de que la ley procesal
permite a los jueces de segunda instancia la actualización de las sumas de dinero
concedidas por el a quo, dicha previsión debe ser plasmada en el texto de la
sentencia. “Por lo tanto, si en el pronunciamiento del a quo no se hizo alusión
alguna a la „indexación de la obligación‟, lo que no fue solicitado de manera
expresa por el accionante y sin que fuera objeto de modificación en la segunda
instancia, aún estando facultado para hacerlo al proferir el correspondiente fallo,
no podía considerar tales factores como incidentes en el cálculo para determinar
la cuantificación del interés para recurrir so pena de incurrir en problemas de
incongruencia frente a lo decidido, toda vez que en firme la providencia
condenatoria no se podría reclamar más allá de lo que en ella se expone”.
En el caso concreto, desestimó la concesión del recurso extraordinario de casación
por parte del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Marta, quien, para
efectos de determinar el interés para recurrir por vía de este mecanismo
extraordinario, realizó la indexación de las sumas de dinero concedidas en la
sentencia, sin que en el texto de la misma se hubiera realizado tal condena. Por lo
cual consideró que “…se apresuró el Tribunal al conceder la impugnación
extraordinaria, toda vez que si bien el perjuicio del recurrente puede ser definido
de manera directa, el mismo no podía comprender el componente “indexatorio”
calculado…”.
Así las cosas, decidió “Declarar prematuro el pronunciamiento de la Sala CivilFamilia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Marta, concediendo
el recurso de casación dentro del proceso de la referencia”, y ordenó “… devolver
la actuación para que el Tribunal determine el interés para recurrir, y una vez
agotada la actuación pertinente, proceda como corresponda”.
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3. ¿Los Tribunales Arbitrales deben solicitar la interpretación
prejudicial al Tribunal Andino de Naciones cuando adviertan la
existencia de normas comunitarias aplicables?
El Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina en Sentencia 03-AI-2010 del 26 de
agosto de 2011, respondió afirmativamente a este cuestionamiento, considerando
que los árbitros, en la medida en que cumplen funciones jurisdiccionales, se
encuentran incluidos dentro del concepto de “jueces nacionales” del artículo 33 del
Tratado de Creación del Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina.
De acuerdo con dicha norma, cuando un juez nacional conozca “(…) de un proceso
en el que deba aplicarse o se controvierta alguna de las normas que conforman el
ordenamiento jurídico de la Comunidad Andina (…)” y la sentencia sea de única o
última instancia, el juez debe suspender el procedimiento y solicitar la
interpretación del Tribunal Andino sobre esas normas.
Así, el Tribunal señaló que “(…) si los árbitros tienen funciones jurisdiccionales y
actúan en última instancia y no dependen de los jueces nacionales; para los
efectos de la norma comunitaria actúan como jueces nacionales, es decir, de
acuerdo con la interpretación extensiva están incluidos dentro del concepto de
juez nacional los árbitros que deciden en derecho, luego, deben solicitar la
interpretación prejudicial al Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina de
manera directa, sin que sea necesaria la participación o mediación de
organismos judiciales”.
Comentario de Daniela Corchuelo Uribe:
La referida sentencia fue proferida a propósito de una acción de incumplimiento
contra la República de Colombia, a través de la Sección Tercera del Consejo de
Estado, por no haber solicitado la interpretación prejudicial dentro del proceso de
anulación de tres laudos arbitrales.
El Tribunal de Justicia consideró que el Consejo de Estado, en sede del recurso de
anulación, “(…) al analizar la nulidad de los laudos arbitrales debió actuar como
un verdadero juez comunitario (…) y solicitarle al Tribunal de Justicia de la
Comunidad Andina la interpretación prejudicial, en relación con dos temas
fundamentales:
1. Si el Tribunal de Arbitramento, al conocer la controversia y advertir de la
existencia de normas comunitarias aplicables a los casos en cuestión (de oficio o a
petición de parte), debió solicitar la interpretación prejudicial al Tribunal de
Justicia de la Comunidad Andina, para resolver los laudos arbitrales y así agotar
el debido proceso.
2. Si la falta de solicitud de interpretación prejudicial por parte del Tribunal
Arbitral, generaría una nulidad procesal, por vulneración al debido proceso.”
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En otras palabras, era obligación del Consejo de Estado solicitarle al Tribunal
Andino que precisara el alcance de la expresión “jueces nacionales” del artículo 33
del Tratado de Creación del Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina, a efectos
de determinar si los árbitros actuaron o no conforme al derecho comunitario, al no
solicitar la interpretación prejudicial de las normas andinas que eran aplicables a
los casos resueltos.
Habiéndose declarado el incumplimiento de la República de Colombia, el Tribunal
le ordenó a ésta adoptar las medidas necesarias para la ejecución de la decisión, en
los términos del artículo 111 de la Decisión 500 de la Comisión de la Comunidad
Andina. Aunque el Tribunal no lo dice categóricamente, de lo expuesto en la parte
considerativa del fallo se deduce que el incumplimiento por parte de los árbitros de
la obligación de solicitar la interpretación prejudicial, en la medida en que vulnera
el debido proceso, da lugar a la anulación de los laudos arbitrales.
En ese sentido, dando alcance a la decisión del Tribunal, el Consejo de Estado debe
anular los tres laudos arbitrales cuestionados. Bajo este entendido, el Tribunal de
Justicia habría creado una nueva causal de anulación que vendría a sumarse a los
motivos de anulación dispuestos de manera taxativa en la ley interna, sin que sea
menester para su aplicación -en virtud de los principios de primacía, efecto directo
y aplicación inmediata del derecho comunitario- que dicho motivo de anulación sea
positivizado.
4. ¿Son competentes los jueces de la Jurisdicción Civil para conocer
la demanda a través de la cual el propietario pretende el precio de
un bien que fue destinado, por la entidad estatal demandada, al
uso público?
La Sala Quinta de Decisión Civil – Familia del Tribunal Superior de Distrito
Judicial de Santa Marta, en auto de 29 de junio de 20111, resolvió afirmativamente
el interrogante planteado, al desatar el recurso de apelación presentado por el
demandante en contra de la providencia de primera instancia que declaró la
nulidad del proceso por falta de jurisdicción, rechazó la demanda y remitió el
expediente al juez administrativo.
El demandante había ejercido en contra de una entidad estatal la acción
reivindicatoria ficta, presunta o por equivalencia, es decir, aquella que puede ser
incoada por el propietario cuya cosa no puede “devolverse o entregarse material y
efectivamente, o sea difícil su persecución por haberse enajenado”, o “cuando el
inmueble está destinado a la prestación de un servicio público”, casos en los cuales
el artículo 955 del Código Civil consagra “la posibilidad de demandar su precio, e
inclusive, la indemnización de perjuicios”.
1
M.P.: Cristian Salomón Xiques Romero. Radicación: 47551-31-89-001-2008-00083-01.
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Para la corporación, “pese a lo prescrito en el Art. 82 del C.C.A., es viable la
reclamación reivindicatoria que se intente en contra de entidades públicas que
han ocupado inmuebles para destinarlos a un uso público, aceptando con ello que
la jurisdicción ordinaria es la competente para fallar dichos litigios, así el
demandado sea un establecimiento público del orden nacional como sucede con
INVIAS2, tal y como lo tienen previsto los numerales 2 de los artículos 2 y 8 del
Decreto 2303 de 1989”.
Según la decisión comentada, aunque la Corte Constitucional ha dejado sin efectos
varios procesos reivindicatorios fictos decididos por jueces de la Jurisdicción Civil 3,
es la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura la encargada por la
Constitución Política de dirimir los conflictos de competencia entre las distintas
jurisdicciones y por tanto su criterio debe primar. En efecto, cuando se pretenda el
precio de un bien destinado por la entidad pública demandada a la prestación de
un servicio público, son competentes los jueces civiles porque “la pretensión no
está relacionada con la nulidad de acto administrativo alguno, sino con una
acción reivindicatoria, es decir, aquí no existe actividad de la administración
demandable mediante una de las cualquiera acciones determinadas en el Código
Contencioso Administrativo como competencia de esa jurisdicción”; además “si
bien es cierto el artículo 82 del Código Contencioso Administrativo fue modificado
por la ley 1107 de 2006, en tanto ya no interesa la materia del asunto, sino la
naturaleza de la entidad, debe tenerse en cuenta que lo pretendido es que la
jurisdicción contencioso administrativo juzgue todo lo relacionado con “las
controversias y litigios originados en la actividad de las entidades públicas” y en
este evento (…) se reclama la cesación de la perturbación del derecho de dominio
de un inmueble, lo cual como quedó establecido en el artículo 396 del C. de P. Civil
se tramita bajo el proceso ordinario”.
5. ¿Es posible afirmar que en el artículo 149 de la Ley 769 de 2002
(Código Nacional de Tránsito Terrestre) el legislador incurrió en
una omisión legislativa relativa «al obligar a las autoridades de
tránsito a enviar sólo a los conductores a la práctica de la prueba
de alcoholemia en caso de accidentes de tránsito que produzcan
lesionados u homicidios, y no obligar concomitantemente al
envío de los peatones para la misma prueba cuando estos se
encuentren involucrados en los siniestros referidos»?
En la sentencia C-619 de 2011, del 17 de agosto de 2011, con ponencia del
magistrado Humberto Antonio Sierra Porto, la Corte constitucional respondió de
forma negativa a este interrogante.
2
3
Ver Acuerdo N° 018 de 27 de julio de 2000 del Ministerio de Transporte
Cfr. las sentencias T-313 de 2010 y T-696 de 2010.
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En efecto, después de precisar los requisitos para la configuración de las
omisiones legislativas y después de indicar, no sólo los remedios, sino también los
límites y el alcance de la competencia del juez constitucional ente la efectiva
configuración de una cualquiera de dichas omisiones (relativas y absolutas), la
Corte consideró, en el caso concreto, que la norma en cuestión (i) no genera un
trato desigual que tenga como consecuencia una injustificada situación de
desventaja para el conductor sobrio, es decir, no genera una vulneración de la
«igualdad probatoria» y (además) (ii) a la luz de la Constitución el legislador no
estaba en el deber de regular en sentido diferente la obligación a cargo de las
autoridades de tránsito de enviar a los conductores a la prueba de alcoholemia.
Precisa el alto tribunal que las razones que sustentan las anteriores conclusiones se
refieren a que «(i) la desigualdad endilgada a la norma no supone desigualdad de
trato, en tanto el alcance de la misma se refiere específicamente a la conducta de
los conductores y no a la de los peatones. Por lo tanto (ii) el contenido normativo
acusado no sugiere una desventaja probatoria para el conductor sobrio que haya
lesionado a un peatón ebrio, entre otras cosas porque la recolección de la prueba de
embriaguez no depende exclusivamente de la autoridad de tránsito y su práctica
debe ser considerada a la luz de algunos derechos fundamentales del ciudadano. Y,
(iii) la norma analizada no sugiere que el legislador haya omitido alguno de sus
deberes constitucionales, pues esto implicaría presumir de manera irrefutable que
la disposición acusada busca favorecer al peatón ebrio en detrimento del conductor
sobrio en el contexto de los accidentes de tránsito en que se encuentren
involucrados ambos. Presunción que no encuentra razones constitucionales de
peso que la sustenten».
DEPARTAMENTO DE DERECHO PROCESAL
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