DON BOSCO Y EL PAPA FRANCISCO El pasado 21 de junio, en la

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DON BOSCO Y EL PAPA FRANCISCO
El pasado 21 de junio, en la Basílica de María Auxiliadora de Turín, el Papa
Francisco pronunció este discurso.
“Querida familia salesiana: he pensado mucho lo que voy a decirles, y lo escribí,
pero es demasiado formal. Se lo entrego al Rector Mayor.
Quisiera hablar de mi experiencia con los salesianos. Mi familia estaba muy
vinculada a los salesianos. Mi papá recién llegado a la Argentina, visitó a los
salesianos y fue a la calle Solís, a la iglesia italiana. Conoció la Basílica de María
Auxiliadora de la parroquia de San Carlos, en el barrio Almagro. Enseguida se
enamoró de un equipo de fútbol: San Lorenzo, fundado con los chicos de la calle en
1908 por un salesiano, el P. Lorenzo Massa. Ese equipo tiene los colores de la
Virgen, rojo y azul. No sé qué opinan, pero para mí es el mejor equipo de la
Argentina; fue muchas veces campeón.
Mi papá conoció a mi mamá y los casó un misionero salesiano de la Patagonia
nacido en Lodi: el P. Enrique Pozzoli, un hombre bueno, gran confesor de toda la
familia. Él me bautizó, y cuando chico me confesaba con él. En mi juventud
conversé con él de mi vocación. Él me ayudó a pasar del Seminario de Buenos Aires
a la Compañía de Jesús.
Yo estoy muy agradecido a la familia salesiana. Después del quinto parto, mi
madre quedó paralítica. A los más grandes nos mandaron al colegio salesiano. El
último grado del primario lo hice allí y aprendí allí a amar a la Virgen. Los
salesianos me formaron a la belleza, me han formado al trabajo, un carisma de
ustedes; me han formado a la afectividad. Esta es una característica típica de don
Bosco, que con amor hacía madurar la afectividad de los jóvenes.
Yo recuerdo los grandes confesores salesianos, misericordiosos. En la Basílica de
María Auxiliadora siempre había muchos confesores. Después murió mi papá, murió
el padre Pozzoli, pero yo siempre fui a la iglesia de María Auxiliadora el 24 de
mayo. Llevaba flores y rezaba a la Virgen. Esto es algo que he recibido de ustedes.
Esto a mí siempre me hace pensar en la afectividad, porque yo creo que don Bosco
fue capaz de educar en la afectividad a los chicos, porque tuvo una mamá que lo
educó en la afectividad, una mamá cariñosa, buena, fuerte, con mucho amor en su
corazón. No se puede entender a don Bosco sin su mamá Margarita.
Yo me pregunto si los salesianos y las salesianas, toda la familia salesiana, cuando
quieren educar a un chico o a una chica le hacen ver qué cosas hacía esta mujer,
como ha formado el corazón de su hijo. Y esto quiero subrayarlo.
Pero hay otra cosa. En aquel tiempo mitad del 800, esta región de Italia era
masónica, come curas; Turín era uno de estos puntos demoníacos pero, ¡cuántos
santos han salido de aquí! Hagan las cuentas. Hoy muchas cosas han mejorado,
está la computadora y tantas cosas... pero la situación de la juventud es más o
menos la misma. ¿Qué ha hecho don Bosco? Ha trabajado con los
muchachos que estaban ahí, sin trabajo y sin estudio, en la calle. Ha
arriesgado su ministerio. Y por esto, muchos hablaron mal de él. “Estos son de
segunda clase no se puede hacer nada...”.
Hoy en Italia el 40% de jóvenes menores de 25 años está sin trabajo. No estudian
ni trabajan. Ustedes tienen el mismo desafío que tuvo don Bosco. Ocuparse de
estos chicos. ¿Don Bosco qué hacía? Usaba el deporte, porque el deporte te lleva a
ser social, a una competitividad sana, te lleva a la belleza de trabajar todos juntos.
Y después, la educación.
Don Bosco no pensaba en grandes cosas, sino en pequeñas escuelas para enseñar
oficios. Aquellas escuelas salesianas, que después serían de artes y oficios, donde
los muchachos aprendían una profesión.
¿Los salesianos hoy son capaces de educar para estos oficios de urgencia? En serio,
no lo sé. ¿En 6 meses enseñarles a hacer algo?: carpintero, electricista, plomero,
que siempre se rompe un grifo. Educación, pero una educación a la medida de
la crisis. No pensemos que estos muchachos en situación de calle -pienso en mi
patria- puedan ir enseguida al liceo. Démosles alguna cosa que sea fuente de
trabajo, trabajos aún pequeños. Démosles en poco tiempo un oficio práctico y
después se verá. Este 40% tiene necesidad de algo. La creatividad salesiana tiene
que asumir este desafío.
También llevarlos a la alegría. La alegría salesiana es otra cosa que he
aprendido y no me olvido más. Es la alegría que nace de todo aquello que nos
ha dado el Señor, porque todo lo que nos da Dios es bello. Debemos dar de comer
a los chicos de la calle; no se puede alabar a Dios con el estómago vacío. Pero
debemos promoverlos con creatividad. La urgencia del momento empuja a la
creatividad.
¿Qué ha hecho el padre Lorenzo Massa, que fundó un equipo de fútbol en 1908? El
deporte. Les ha dado a esos muchachos que jugaban en la calle, una mística
deportiva. Hoy muchos pueden vender droga, algunos se suicidan, caen en la
depresión. Hay que darles alegría, una motivación que los alegre y los lleve
adelante. Esto es lo que quiero decirles. Este es un momento de crisis muy grande,
también contraria a la iglesia. Pero don Bosco no ha tenido vergüenza nunca de
hablar de los tres amores blancos: la Virgen, la Eucaristía y el Papa.
Él no tenía vergüenza de la Virgen, nunca se avergonzó de hablar de su mamá. Hoy
tantos se avergüenzan... Me acuerdo de algo que me hizo mucho mal. En 1978 fui
a Bélgica, a un encuentro con los bienhechores de la Universidad Católica de
Córdoba. Tuve una cena con una pareja: eran profesores católicos, practicantes,
amaban a la iglesia, tenían 4 hijos pequeños. Comenzaron a hablar de teología, de
cristología, de la Iglesia. Y dijeron: “La Virgen hoy no va más; gracias a Dios hemos
superado esta etapa”. Pero eran buenos...
También hoy -no entre ustedes- se encuentra gente que no se avergüenza
propiamente, pero no habla de la Virgen con amor, como hablaba don Bosco. El
primer amor de don Bosco era la Virgen. Él confiaba en Dios porque amaba a la
Virgen. Y se arriesgaba mucho.
El segundo amor de don Bosco es la Eucaristía. La liturgia en la familia
salesiana se vive muy bien. Se realiza y se explica bien se hace entrar a los jóvenes
en el misterio eucarístico. Y también se propone la adoración como un momento
profundo de oración. Esto es bueno; también el Papa lo hace.
El tercer amor de don Bosco es el amor al Papa, que no es el amor a una
persona: es amor a Pedro, como cabeza de la Iglesia, representante del Esposo de
la Iglesia. Detrás de aquel amor blanco al Papa está el amor a la Iglesia.
No sé cómo hacía don Bosco para esconder o explicar algunos escándalos. Pero él
hacía amar a la Iglesia.
Piensen en esta relación: la Iglesia, madre; la Virgen, madre; Margarita, madre.
Ustedes forman a las jóvenes para que sean madres que hagan crecer a sus hijos
en el amor a la Virgen y a la Iglesia.
A veces me preguntan: ¿Serían necesarias decisiones más fuertes para valorizar el
rol de la mujer en la Iglesia? Cierto. Pero, ¿creen que nombrar a una mujer como
jefa de dicasterio es una decisión fuerte? No, es funcionalista… La mujer en la
Iglesia tiene el mismo trabajo que tuvo la Virgen con los apóstoles en Pentecostés.
Ellos no podían estar sin la Virgen; Cristo lo quiso así.
No se olviden de los tres amores blancos. No se avergüencen de hablar de la
Virgen, de celebrar la eucaristía y de hacerlo bien; y no se avergüencen de la Santa
Madre Iglesia, que, pobrecita, es criticada todos los días. Los tres amores blancos
de don Bosco nos llevan por este camino y hacen crecer en nosotros la confianza
en Dios. Don Bosco rezaba a María Auxiliadora y avanzaba; él confiaba, no hacía
tantos cálculos.
Esa es mi experiencia salesiana. Y la de mi familia, cercana a los salesianos, a
María Auxiliadora. Siempre pedía a los salesianos: “Denme la bendición de María
Auxiliadora...”. Por esta experiencia agradezco a Dios, ya que me han ayudado a
crecer sin miedo, sin obsesiones. Y a ir adelante en la alegría en la oración. El
carisma de ustedes es de una grandísima actualidad. Miren las calles,
miren los jóvenes y tomen decisiones arriesgadas; no tengan miedo. Hagan
como don Bosco, que no tuvo miedo.
Les agradezco mucho todo lo que hacen en la Iglesia y por la Iglesia. Les agradezco
mucho por su misionariedad. Tantos salesianos escondidos en África... Pienso en
los primeros tiempos de la Patagonia cuando las hermanas iban a caballo con el
hábito de aquel tiempo… Así evangelizaron la Patagonia.
Y los mártires salesianos de la Patagonia... No es que yo tenga una obsesión por la
Patagonia, pero don Bosco la soñó y mandó allá a los salesianos, que han hecho
mucho bien. El Padre Pascual Chávez recordará que los obispos buscaban dónde
realizar la beatificación de Ceferino Namuncurá, y pensaron en Buenos Aires, para
que participaran los exalumnos. Yo me opuse ¿recuerdas? Hay que hacerlo en la
Patagonia dije. Como arzobispo de Buenos Aires no doy el permiso. Y se hizo en un
campo abierto. El Salesiano es concreto, ve el problema, piensa cómo hacer
y toma decisiones.
Ustedes han hecho mucho por la Patagonia.
En una región de la Patagonia donde no estaban los salesianos, abandonada
durante 15 años por los sacerdotes, entraron evangelistas... Era un pueblo
religioso, pero aislado. Ellos querían escuchar la palabra de Dios; y se fueron con
el pastor. Cuando llegó un nuevo párroco, una señora -formada en las misiones
que habían hecho los salesianos- lo recibió mal, acusándolo de haberlos
abandonado. El sacerdote le pidió perdón. Entonces, aquella mujer le permitió
entrar en su casa y le mostró una estatua de María Auxiliadora, diciéndole: ‘Yo soy
evangélica ahora, pero a la Virgen no la dejo. La escondí para que no la vea el
pastor’. ¡Esta es la misionariedad de ustedes! Muchas gracias por todo lo que hacen
en la iglesia”.
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