des (americanas) muestran los caracteres del mayor xerofilismo a

Anuncio
d e s (americanas) muestran los caracteres del mayor xerofilismo a
que pueden llegar las Jungermanniales foliosas : el tallo está reves­
tido de parafilias, y las hojas, imbricadas y escamosas, les forman
una cubierta protectora.
También dependientes del tallo y directamente relacionados con
el suministro de agua, son los estolones y ramos ventrales que se
hunden en la tierra, llevando sus rizoides a capas más profundas y
más húmedas. En el género Stephaniella
antes citado, los ramos
que salen de la parte inferior y se hunden directamente en la tierra
alcanzan una longitud que equivale casi al décuplo de la de los tallos
superficiales.
Los mecanismos que se observan en las hojas para retener el
agua son muy diversos y muy especializados en ciertos géneros:
en la mayoría de las Hepáticas que pueden soportar períodos de
sequía (en estado de vida latente), las hojas se pliegan y retuercen,
aproximándose al tallo; al caer una gota de agua se distribuye rápi­
damente por capilaridad en la mayor extensión posible, a lo cual
contribuye en gran parte la cutícula verrugosa que tienen muchas
de las que se encuentran en este caso, las hojas adquieren pronto
turgescencia por la facultad que tienen de absorber el agua por la
superficie, y recobran la posición normal; se observa entonces que
mientras que en unas especies, como en nuestras Plagiochilas, las
hojas se distancian, se incurvan hacia abajo por los bordes, que
además son muy decurrentes, y se disponen como para escurrir un
exceso de agua, otras, en cambio, la retienen por tener las hojas
muy próximas, como en el género Gymnomitrium,
o tenerlas cón­
cavas superiormente, como en muchas especies de Marsupella
y
Haplozia,
o la planta se aplica al sustrato de manera que quede
un espacio en el cual los anfigastrios, lóbulos inferiores y rizoides
contribuyen a retener el agua que se ha infiltrado por debajo de la
planta; más tarde, cuando la Hepática comienza a desecarse, las
hojas se van ondulando y crispando, se aproximan y se imbrican,
dificultando una evaporación rápida del agua que retienen por capi­
laridad, y también se incurvan hacia la cara ventral o posterior
hasta tocarse por detrás, formando entre todas a manera de un tubo
en el que quedan encerrados los anfigastrios y lóbulos foliares pos­
teriores. Esta última disposición la afectan normalmente las Frullanias exóticas, que penden como madejas de los árboles; pero se
observa también en especies indígenas cuando se separan del sus­
trato, como en la Frullania
tamarisci y algunas especies de Ma-
Descargar