Ciudadanía juvenil: hacia una democracia social

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Ciudadanía juvenil: hacia una
democracia social
Por valentina Verbal
Historiadora. Editora Incide.cl.
Un enfoque juvenil democrático supone, creo, considerar a los jóvenes no como
meros “receptores” pasivos de políticas públicas, sino como agentes activos de
sus propios intereses y derechos, lo que puede o no traducirse en políticas
estatales.
Hace algunas semanas el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) presentó la Sexta Encuesta Nacional de
la Juventud. Una de las grandes conclusiones de este estudio es que la existencia de una “juventud
diferenciada”, señalando que “[…] en la vivencia de las personas jóvenes, la necesidad de redefinir los
eventos que posibilitan la transición a la adultez deviene en una diversidad de trayectorias juveniles que
presentan sentidos diversos, modalidades diferenciales de integración social y de ejercicio de la ciudadanía
social; modeladas en mayor o menor medida por el sexo, el nivel socioeconómico y cultural, y la edad, entre
otros factores”.
Y, en efecto, no existe una cultura juvenil homogénea. La existencia, por ejemplo, de las llamadas tribus
urbanas es una demostración palpable del carácter variopinto de los jóvenes, especialmente en el tiempo
presente, fuertemente caracterizado por la llamadamulticulturalidad.
Además, importante es considerar que la realidad juvenil se vincula con un proceso de construcción de la
propia identidad en diversos niveles, por ejemplo: individual, generacional y socio-cultural, atravesado ello
por variados factores, a saber, religión, etnia, territorio, género, etc.
Los 60
Los 60 se caracterizaron, entre otras cosas, por haber sido una década que marcó la aparición de la juventud
como un “estamento” social independiente. Antes de los Beatles se pasaba directamente de la infancia a la
adultez.
También por esos años, los jóvenes comenzaron a ser protagonistas de la política. Recuérdese, para el caso de
Chile, la toma de la Universidad Católica en 1967. Muchos jóvenes de familias acomodadas o burguesas
emigraron hacia la izquierda.
Podría decirse, aunque el término no fue tan usado por esos años, que en los 60 los jóvenes comenzaron a
ser ciudadanos: constructores de la democracia y no simples objetos de la misma.
Dos grandes enfoques
Son múltiples los enfoques metodológicos a partir de los cuales ha sido estudiada y abordada como política
pública la realidad juvenil. Por ejemplo: enfoque psicobiológico, psicosocial, demográfico, político,
antropológico, etc. En general, y desde la mirada de las ciencias sociales en su conjunto, han existido,
básicamente, dos modos de enfocar la cuestión: la primera dice relación con las formas en que la sociedad
modela a la juventud (mucho más estudiada) y la segunda se refiere a las formas de construcción cultural de
los propios jóvenes (menos tratada). El primero de estos enfoques supone una mirada “adulto-céntrica”.
El segundo, implica asumir el concepto de ciudadanía juvenil que comenzó a configurarse desde los años 60.
Y no sólo como un ideal, como un deber ser que es generado desde arriba, sino como el reconocimiento de
una realidad que es y que se construye desde abajo, desde los propios jóvenes.
Un enfoque juvenil democrático supone, creo, considerar a los jóvenes no como meros “receptores” pasivos
de políticas públicas, sino como agentes activos de sus propios intereses y derechos, lo que puede o no
traducirse en políticas estatales. Y esto supone una mirada democrática social, puesto que considera las
diversas realidades sociales como entidades valorables en sí mismas y no como objetos de manipulación o
control político desde las esferas de poder que, al tratar de unificar la realidad social sobre la que gobiernan,
no pocas veces, terminan simplificándola y atentando contra su compleja integridad.
Pienso que todavía Chile no asume un política juvenil que deje de ser paternalista y de mirar a los jóvenes
como un “problema”, en vez de darles oportunidades para que ellos mismos sean sujetos activos de derechos
—ciudadanos, en una palabra— y no meros receptores de las decisiones de otros que, por muy bien
intencionadas que ellas sean, no siempre reflejan la realidad sociocultural juvenil en su total amplitud.
Nota: Columna publicada en el diario La Tribuna de Los Ángeles (05 de enero de 2011).
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