Normal vs. Común

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Normal vs. Común
La palabra normal según la página oficial de la Real Academia Española se refiere a una cosa
que se halla en su estado natural, y/o a algo que sirve de norma o regla. Común, en cambio, se
refiere a algo corriente, recibido y admitido de todos o de la mayor parte, ordinario, frecuente,
entre otras alternativas que se le dan al uso de dicha palabra; según ese mismo diccionario.
Hoy en día a estas palabras se les suele confundir, o cambiar su significado, tal vez por
desconocimiento o en algunos casos por conveniencia. Si bien las cosas cotidianas cambian, al
igual que los estilos de vidas y demás, la definición y el concepto de cada una de estas palabras
es preciso. Una trata sobre lo que se supone que sea, la otra trata sobre la frecuencia con que es.
El conocer una joven de 12 a 17 años que está embarazada es algo común en esta época, sin
embargo no es normal en nuestra cultura y en nuestra época. Esto, incluso, sin tomar en
consideración que por lo general no está casada; lo que tampoco es normal, pero es común. No
obstante, cuando se habla con las personas sobre este asunto la palabra que por lo general
utilizan es que es normal. Notara que hago una distinción entre nuestra cultura y época, esto se
debe a que en otras culturas y épocas en estas edades es permitido el casarse y por ende tener
hijos. Lo normal es que el compromiso y las nupcias precedan al embarazo.
De alguna forma tal vez esto pueda ser malinterpretado por alguno, y piense que lo común es lo
normal en este siglo, y que soy sólo un anticuado, o religioso fanático, que no se ha adaptado a
las normativas de este siglo. Sin embargo, otros estarán de acuerdo conmigo. Prueba de que
algo es normal es que las consecuencias no sean desastrosas como lo que es común.
Una relación sexual que termina en un embarazo en una pareja no casada podría conllevarlos a
tomar decisiones apresuradas, que a la larga resultan nefastas para las partes. Corazones rotos,
abortos con consecuencias emocionales y/o físicas en esa mujer, bodas no deseadas, divorcios en
un futuro, hijos descorazonados porque no comprenden porque no tienen una familia normal,
entre otras pueden ser las consecuencias.
Otro ejemplo pudieran ser jóvenes que dejan la escuela, algo que es común, pero no normal.
Existen muchas circunstancias que pueden causar que un joven deje la escuela, algunas
“excusables” y otras injustificables. No importando cuales sean, traen consecuencias. En un
futuro ese joven puede verse desempleado, o sin posibilidad de mejorar su salario. O más bien
con dificultad mayor en lograrlo versus otro que sí haya terminado un grado.
La homosexualidad (término que implica ambos sexos por definición, aunque haya quienes
difieran en este aspecto) es otra de las situaciones que hoy en día es común. Por definición no es
normal, prueba de ello lo es que por naturaleza una pareja homosexual no pueda tener un hijo de
forma natural. La Biblia establece que Dios creo al hombre y a la mujer, y le dijo que se
multiplicaran. No creo hombre y hombre, mujer y mujer, sino hombre y mujer.
Debemos ser claros en los términos y en señalar las cosas como son. Lo que no es normal y se
haya vuelto común no debe ser aceptado como normal, bajo ningún concepto. Sin embargo,
debe haber un factor de tolerancia en todo este asunto. Pues todos tenemos nuestras debilidades,
nuestros errores hemos cometidos, y cometeremos sin duda algún otro. Este siglo perturbador,
nos permite practicar el amor de Dios para con otros, y no se trata de ceder nuestros principios
morales, sino de ser amables con los demás. Un homosexual, una madre soltera, un(a) joven
adultero(a), fornicario(a), drogadicto(a), u otro tipo de persona con alguna dificultad en su vida
no es merecedor de lastima, sino de nuestro amor como cristiano. Amar no siempre significa
estar a la merced de, en ocasiones es necesario crearle espacio a estas personas para que las
consecuencias de sus actos los haga recapacitar sobre lo que es su vida, pero si implica desearle
su bienestar sin cohibirles de tomar sus propias decisiones.
En ocasiones como cristianos pecamos en permitir que el libre albedrio sea manifestado, y hay
quienes desean “robarles” eso a las demás personas. Digo robarles porque el libre albedrio es un
regalo, una dadiva divina dada por el mismo Dios al crearnos. Dios sabía que Adán podría verse
tentado a comer del fruto divino, y pudo haber puesto el árbol en otro huerto que no fuera
alcanzado; pero decidió permitirle a Adán (y a Eva) la oportunidad de decidir por ellos mismos
que deseaban hacer, si obedecerle o tomar sus propios caminos.
Hoy, como cristiano, hombre imperfecto, pero seguidor de Cristo, con mis defectos, y virtudes, le
pido disculpas a todo aquel que haya sido lastimado por cualquier iglesia porque como normativa
de vida no tiene las mismas creencias que nosotros que nos basamos en los estatutos bíblicos que
Dios nos dejó. Esto no implica que dejare estos estándares para guiar mi vida lo mejor que
pueda conforme a ellos, sino que les deseo el bienestar que Dios ha preparado para todos lo que
les buscan de veras, y que se dejan regir por Él; pero también reconozco que usted tiene un
regalo, llamado libre albedrio, que le permite tomar sus propias decisiones y por ende sus
consecuencias respectivas (positivas y negativas). Sólo quiero adicionar que Dios le ama
profundamente y que si usted desea cambiar sus estándares de vida por los de Dios, él está
dispuesto a perdonarle su pasado, permitiéndole el paso a nuevas cosas, grandes cosas en el
Señor.
ALC
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