El agujero en la capa de ozono: Un problema cada vez más grande

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Año 175 - julio de 2002
El agujero en la capa de ozono:
Un problema cada vez más grande
Chile es uno de los países más afectados por el debilitamiento de la capa, lo cual ha provocado
un incremento notable de la radiación ultravioleta y, por ende, un deterioro en la salud de las
personas. Las posibilidades de sufrir cáncer a la piel, daños al sistema inmunológico y
problemas a la vista, han aumentado.
Por Luis Da Silva, académico de la Universidad Técnica Federico Santa María y con más de
diez años en el estudio del tema*.
No cabe duda. El deterioro de la capa de
ozono es hoy uno de los más serios
problemas ambientales a los que se
enfrenta nuestro planeta.
Localizada en la estratósfera, la capa de
ozono actúa como un potente filtro que
deja pasar sólo una pequeña parte de la
radiación ultravioleta que proviene del
sol. Dicha radiación, dependiendo de su
intensidad y tiempo, puede llegar a
producir conjuntivitis y deterioro del
sistema de defensas en los seres
humanos, además de limitar el
crecimiento de las plantas y dañar el
fitoplancton, lo que repercute en el
normal desarrollo de la fauna marina.
Los primeros datos sobre el deterioro de
la capa de ozono se remontan al año
1982, cuando se publicaron los valores
sobre la columna de ozono obtenidos por
la estación japonesa de Syowa, en la
Antártica. Sin embargo, los niveles
registrados desde 1964 indican que a
partir de 1975 la capa presenta un
debilitamiento evidente.
Posteriormente, otras estaciones ubicadas también en el continente antártico dieron a conocer
resultados similares. Todas coincidieron en que el deterioro comenzó en la década de los
setenta. Asimismo, el daño de la capa de ozono registrado sobre la Antártica apareció en todas
las estaciones al comienzo de la primavera austral, mostrando en aquel tiempo una corta
duración y un rápido restablecimiento.
Fue así como el conocimiento de que se estaba produciendo un daño en la columna de ozono
sobre el continente antártico alarmó a la comunidad mundial, ya que sus consecuencias podían
ser de un alcance importante de no frenarse el proceso.
Años antes de la publicación del primer informe sobre el problema del deterioro, ocurrió un
hecho fundamental para el entendimiento posterior del fenómeno. J. E. Lovelock se propuso
investigar la dinámica de la alta atmósfera, para lo cual buscó compuestos químicos que se
enviaran periódicamente a la atmósfera y que tuvieran una larga vida antes de
descomponerse. Siguiendo la pista de estos elementos, podría conocerse cuáles eran las
corrientes que los llevaban desde el lugar de uso hasta el punto de destino.
Lovelock encontró los marcadores ideales en los halocarburos, compuestos que se utilizan en
pulverizadores y disolventes así como en las industrias de aislantes térmicos. Y, para su
sorpresa, la huella de esos marcadores lo llevó al continente antártico, donde había una alta e
inesperada concentración de los mismos.
La alta estabilidad de estos compuestos les aseguró, en un comienzo, un papel inofensivo. Sin
embargo, en 1972, F. S. Rowland y M. J. Molina detectaron en ellos el desprendimiento de ion
cloro (CI), cuando se exponía a la radiación ultravioleta.
¿El problema? La liberación de cloro destruía las moléculas de ozono (O3).
A partir del informe japonés, en 1982, se han multiplicado los registros de la evolución de la
capa de ozono, a través de diversas instalaciones, como globos, estaciones en tierra y satélites
artificiales. La mayoría de los registros se han polarizado sobre el continente antártico y apenas
se ha prestado atención a otras latitudes habitadas, donde los efectos del deterioro de ese
manto protector podrían resultar todavía más dañinos.
Sin embargo, la razón de que la mayoría de los estudios sobre el debilitamiento de la capa de
ozono se hayan realizado sobre la Antártica obedece, sin duda, a la magnitud del agujero.
De medidores en tierra
y satélites artificiales
Los medidores en tierra están basados en la técnica de absorción diferencial (AD). Técnica que
también puede emplearse en satélites artificiales.
Y es gracias a estos últimos que disponemos de los valores de la columna de ozono para todo
el globo terrestre de manera casi continua.
Sin embargo, los datos suministrados por las estaciones en tierra, aunque sean de carácter
discreto, revisten particular interés, ya que además de permitir compararlos con los enviados
por los satélites, las estaciones en tierra ofrecen en paralelo una información sobre la
intensidad de la radiación ultravioleta que se recibe en el lugar de la instalación.
Durante 1993 y 1994, se llevó a cabo una campaña de medición de la columna de ozono. Ésta
se hizo con medidores en tierra que cubrían desde el paralelo 23 Sur hasta el 54 Sur, en la
punta meridional de Argentina y Chile.
Los datos sobre la columna de ozono durante los meses de septiembre, octubre y noviembre
de 1993 para la estación argentina de Río Grande, presentaron un buen acuerdo con los
valores suministrados por un satélite dispuesto para esa misma localidad. Sin embargo, a
comienzos de la primavera austral se detectaron diversos descensos en la columna de ozono.
Los medidores instalados en las otras localidades detectaron también un descenso en la
cantidad total de ozono. El daño en la capa de ozono llegó a detectarse en Antofagasta, lo que
indica que el debilitamiento en la capa de ozono llegó hasta latitudes que incluyen núcleos de
población tan importantes como Buenos Aires y Santiago de Chile. Los datos suministrados por
satélites artificiales confirmaron las mediciones de las estaciones en tierra.
¿Cómo pudo llegar este deterioro de la columna de ozono a lugares que se encontraban a
miles de kilómetros de distancia?
Lamentablemente, no se disponía entonces de respuestas para una asunto tan alarmante. No
obstante, se postularon posibles causas.
Hoy, contamos con registros de la situación de la capa de ozono suministrados por satélites
artificiales. A partir de estos datos podemos configurar mapas de la columna que permiten una
representación global muy útil para estudiar la dinámica del agujero, tanto en totalidad del
globo terrestre como en cada uno de los hemisferios.
Costado oeste de Sudamérica:
el techo de Chile
Desde 1978, se tienen datos mundiales de la columna de ozono entregados públicamente por
la NASA.
En ellos se observa la situación de la capa en el costado oeste de Sudamérica y que se
extiende desde Ecuador hasta Chile, durante la época de verano de cada año, con el propósito
de determinar las características de esta baja del ozono.
Con este objetivo se han realizado cortes en distintas latitudes en la columna, pudiéndose
observar claramente en los gráficos resultantes la existencia de una baja pronunciada de la
columna de ozono, flanqueada lateralmente por zonas de alta asimétricas respecto de la
depleción.
En busca de una causa de esta caída de ozono estacional, se analizaron los campos de
velocidades de los vientos en esa región a distintas alturas. Este análisis llevó a la conclusión
de que la capa de ozono está siendo comprimida por vientos que vienen de la capa superior de
ella y vientos que suben desde la tropósfera, produciendo una redistribución de la densidad de
ozono.
Últimas mediciones y
efectos de la radiación ultravioleta
Entre los principales efectos del
ebilitamiento registrado en la capa de
ozono, está el aumento de la radiación
ultravioleta, especialmente sobre el
territorio nacional. Esto ha sido detectado
por los últimos estudios realizados con
los equipos de medición instalados en la
casa central de la Universidad Santa
María.
Dicho fenómeno, cuyos efectos se hacen
sentir durante todo el año, se relaciona
sin duda con el creciente agujero que la
capa de ozono presenta sobre el extremo
sur del continente.
Por otra parte, cabe destacar que la
disminución de la capa de ozono es de
un 4% cada diez años. Y Chile es uno de
los países más afectados por este
debilitamiento, lo que ha provocado un
incremento notable de la radiación
ultravioleta, con el consiguiente deterioro
en la salud de las personas.
Con el objeto de que la población tome las
medidas de precaución necesarias frente al
deterioro progresivo de la capa de ozono, el
Laboratorio de Evaluación Solar de la
Universidad Santa María entrega información
diaria sobre el índice de radiación ultravioleta
en la Quinta Región a través de su sitio web:
http://www.labsolar.utfsm.cl/
Respecto de los riesgos que este
problema genera en la población, se
debe tener muy presente que, si bien las
bajas de ozono son esporádicas,
significan un potencial riesgo para las
personas, ya que una disminución en su
densidad hace que la radiación
ultravioleta llegue de manera más directa,
aumentando las posibilidades de
enfermedades como el cáncer a la piel,
daños al sistema inmunológico y
problemas a la vista.
La exposición a la radiación solar es peligrosa, ya sea en forma directa o difusa. Además, no
sólo provoca daño a las personas, sino a toda la vida del planeta, por lo que el objetivo es
informar a la población y educarle respecto del fenómeno de la radiación.
* Luis Da Silva, licenciado en Física y Magíster en Ciencias con mención en Física, es
académico e investigador del Departamento de Física de la Universidad Técnica Federico
Santa María. Más de diez años de investigaciones y estudios sobre el deterioro de la capa de
ozono y sus efectos lo avalan en el tema.
Universidad Técnica Federico Santa María
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