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SESIÓN EXTRAORDINARIA DE 28 DE ABRIL DE 1791
Arbitrios para continuar la construcción de los tajamares.
En la Muy Noble y Leal Ciudad de Santiago de Chile, en veinte y ocho días del
mes de abril de mil setecientos noventa y un años. Los señores de este Ilustre
Cabildo, Concejo, Justicia y Regimiento estando juntos y congregados en su Sala
de Ayuntamiento como lo han de uso y costumbre, en Cabildo Extraordinario que
sólo para este fin se convocó por medio de su Portero, a saber los señores que
abajo firman, y para tratar y conferir sobre el bien y útil de esta República:
El señor Teniente Letrado Doctor Don Ramón de Rosas, que preside este
Ayuntamiento, hizo presente que habiendo reconocido el Acuerdo del día doce del
corriente celebrado por su enfermedad de orden del señor Alcalde de Primer Voto,
en cumplimiento del Auto proveído por el Tribunal de la Real Audiencia de tres de
marzo antecedente, había observado que debiendo proponer este Cabildo medios
y arbitrios exequibles y oportunos con qué verificar la obra de los tajamares de
esta ciudad proyectada para su seguridad y resguardo, se había omitido entrar en
esta indispensable deliberación y difiriéndola para que fuese consumido el
producto que había hecho el peso impuesto sobre la yerba y azúcar, cuya
conducta era reparable así porque no evacuaba el orden expreso del Tribunal de
la Audiencia, consiguiente a la Real Cédula de Madrid de siete de diciembre último
en que S. M. así lo ordenaba, como porque era contrario a la prudencia esperar
que principiada la obra se consumiesen los fondos destinados para ella sin tener
prontos otros con qué continuarla, y exigir por el contrario la razón y el buen juicio
que desde luego se meditasen y propusiesen arbitrios para que en el intermedio
que se consumían aquéllos, pudiesen éstos correr aquí los trámites de
substanciación y conocimiento que les son indispensables, y lo que es más, que
propuestos a S. M. se aprueben previamente según es prevenido en la expresada
Real Cédula. Por tanto, y a fin de evitar que por el Tribunal se extrañe este
procedimiento y se precava la sensible precisión de haber de entrar después en la
misma deliberación en fuerza de nuevo orden, que sin duda habría de repetirse
por el Tribunal con menos decoro del Cabildo, requería y exhortaba a sus
capitulares para que en el concepto de ser inevitable la proposición de dichos
arbitrios, se meditasen los que se estimaren más exequibles y menos gravosos:
en cuyo estado y oído previamente al señor Procurador General que repitiendo las
instancias que había hecho sobre este mismo particular en el referido día doce de
marzo, concluyó instando sobre la proposición de dichos arbitrios supuesta la
necesidad de aprontar medios, que unidos a los que ha de proponer el Comisario
sufraguen el costo total de la obra referida de los tajamares; los expresados
señores vocales expusieron sucesivamente y cada uno de por sí varios medios
que, examinados separadamente fueron desechados algunos de ellos a pluralidad
de votos y con la misma aprobados los siguientes:
Primeramente, que durante la obra de los tajamares y después que en ella se
hubiesen consumido los cincuenta mil más o menos pesos que había producido el
arbitrio de yerba y azúcar, y lo que las demás necesidades públicas y cargas
anuales e indispensables dejasen de residuos en el ramo de Balanza, se
destinase a ella la mitad de la contribución de cinco mil pesos anuales que se
hace a la Real Universidad; y que durante la obra sirviesen sus catedráticos y
demás empleados en ella por el medio sueldo que les está consignado en el
citado ramo de Balanza, dejando la otra mitad a beneficio de aquella urgente e
interesante obra, que no debía parecer extraño fuese auxiliada por este medio
estando mandado y declarado por Real Cédula dada en Buen Retiro a 12 de julio
de 1739: que se prefieran éstas y semejantes obras en tanto grado que en el caso
de no producir algún año íntegramente para dichas obras y para la Universidad, se
satisfaga primeramente el importe a aquéllas, y lo que sobre se prorratee entre los
Ministros y Catedráticos, el sueldo a librar.
En segundo lugar, que se restablezca en esta capital el juego de Lotería que en
tiempo de la visita de estos reinos se entabló con tan buen suceso, aplicándose
sus productos íntegros, deducidos los costos, para beneficios de la obra, a
ejemplo de que se practica en la capital de los Reyes [Lima] y otras partes, en que
las utilidades de estos juegos se ven aplicadas para hospitales y otras obras no de
tanta necesidad como la presente.
Que en tercero lugar el señor Procurador General haga las diligencias
convenientes para que se cobren de los Bodegueros del puerto de Valparaíso los
siete a ocho mil pesos que deben y a que están condenados por sentencia de
vista y revista de esta Real Audiencia, en los Autos seguidos sobre el
establecimiento de la diputación de dichas bodegas; y que éstos se inviertan
desde luego en los expresados tajamares.
Y que por último, no siendo bastante estos arbitrios a cubrir el costo que por la
ciudad deba aprontarse, por cualesquiera falta que hubiese se haga un
repartimiento entre las mejores quinientas casas de esta dicha ciudad, con
proporción al valor de su terreno y pagadero por una sola vez en tres plazos, sin
excepción alguna y con la debida proporción entre los poseedores que sean
censuatarios y con-censualistas pues como igualmente interesados éstos que
aquéllos en la conservación de los referidos fondos, exige la justicia que
contribuyan proporcionalmente para una obra que ha de defenderlos.
Todos los cuales arbitrios y con el de la sisa de los vinos y aguardientes que
igualmente se propuso por tres de los dichos señores vocales: dijeron que eran los
únicos que estimaban como menos gravosos y más exequibles, después que S.
M. se había servido mandar suspender la contribución sobre la yerba y azúcar,
porque antes opinaron en acuerdo de tres de septiembre de mil setecientos
[¿seiscientos?] noventa y ocho, que en testimonio corre a fojas 33 de los Autos de
la materia.
Y que a fin de que el señor Procurador General pudiese cumplir con lo mandado
en el citado auto del Tribunal se le diese in continenti testimonio de este acuerdo.
Y así lo dijeron, acordaron y firmaron dichos señores de que doy fe. Doctor don
Ramón de Rozas.- José Miguel Pérez Cotapos.- Juan de Espejo.- Juan José de
Santa Cruz.- José Antonio González.- Doctor José Teodoro Sánchez.- Juan
Bautista de las Cuevas. - Ante mí, don Andrés Manuel de Villarreal, Escribano
Público, de Cabildo y Minería.
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