Código Modelo de Ética Judicial Electoral En las dos últimas

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Encuentro Nacional de Magistrados Electorales.
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
Monterrey, Nuevo León
30 y 31 de mayo de 2013
Dra. María del Carmen Platas Pacheco
Código Modelo de Ética Judicial Electoral
En las dos últimas décadas, las valoraciones predominantes sobre el
expertise profesional han cambiado de perspectiva. El significado y
la referencia de las acciones democráticas han sido desplazadas de
manera gradual y persistente, desde la predominancia de una
perspectiva técnica, donde lo importante es el resultado, hasta la
necesaria reflexión de las implicaciones éticas y deontológicas de las
actividades de los servidores públicos.
A nivel nacional e internacional, el cambio de rumbo en la
navegación de las reflexiones sobre la vida democrática y sus
exigencias resulta innegable. Esta transición podría ser objeto de una
interesante investigación académica y sociológica sobre la ética y la
política, además, este proceso no es una lenta y pausada emergencia,
sino que —en sintonía con tantos fenómenos sociales de alcance
mundial— se presenta un firme y bullicioso brotar de lo nuevo; en
este caso, de la perspectiva ética en materia de derecho electoral que
exige credibilidad y confianza ciudadana.
El vigor desplegado a lo largo de este año 2013, dedicado a la “ética
electoral” se expresa, más que en ráfagas de sucesivos
acontecimientos, en la intensa energía de las acciones y reflexiones
que se han desarrollado, y que desde su concepción se propusieron
como punto de llegada en el medio de la ruta, para arribar al quinto
mes del año con el Código Modelo de Ética Judicial Electoral ya
formulado. El objetivo se ha cumplido y por ello este encuentro
nacional de magistrados electorales, también es una celebración de
la ética, y de la satisfacción del deber cumplido.
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Encuentro Nacional de Magistrados Electorales.
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
Monterrey, Nuevo León
30 y 31 de mayo de 2013
Dra. María del Carmen Platas Pacheco
La orientación ética en los estudios académicos y las prácticas
profesionales tiene hoy una vigencia insospechada, haciendo
evidente la referencia a la deontología de cada actividad, exigiendo a
quienes se desempeñan en áreas de servicio público que identifiquen
sus acciones con sanas y mejores prácticas, porque los ciudadanos
confían en las autoridades que prestan sus servicios con sentido de
excelencia.
Así se entiende que los usuarios de cualquier servicio esperan ser
atendidos por personal competente y excelente, y cuando dicho
servicio es el específico de la materia electoral, es claro que la
capacidad de contribuir a la gobernabilidad democrática se pone a
prueba cada vez que los ciudadanos y las organizaciones políticas se
encuentran en procesos comiciales, y ante las desavenencias, son
atendidos con excelencia por servidores públicos judiciales
conocedores de la ley electoral y de la trascendencia ética de su
trabajo.
La referencia deontológica contenida en los códigos de sanas
prácticas en la prestación de servicios, se deriva de la necesidad de
satisfacer las expectativas ciudadanas, y de esta manera evitar roces
y conflictos que con frecuencia surgen de la dinámica misma de las
prácticas profesionales, frívolas o viciosas, de modos de ser o de
hacer que contradicen el profesionalismo y la transparencia que debe
caracterizar la prestación de los servicios públicos en general y de
manera particular cuando se trata la materia electoral.
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Encuentro Nacional de Magistrados Electorales.
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
Monterrey, Nuevo León
30 y 31 de mayo de 2013
Dra. María del Carmen Platas Pacheco
La intención profunda que animó a los magistrados de la Sala
Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
para convocar, en este año de la ética electoral, al ejercicio de
reflexión y diálogo, sostenido a lo largo de muchos meses entre los
miembros de la comisión redactora de este instrumento, fue la
necesidad de explicitar y poner por escrito los delicados equilibrios
entre derechos electorales de los ciudadanos y deberes de los
servidores públicos de la materia. De esta manera, para todos es
claro que el contrapeso a los derechos son los deberes implícitos y
exigibles en el servicio público que se presta.
Si se me permite una breve digresión académica, conviene recordar
que, al menos etimológicamente, el término deón, de donde
proviene el concepto de deontología, se refiere a la parte de la
ética que estudia los deberes propios de cada actividad
profesional. Deón, significa cumplir una norma prescriptiva
general de modo preciso y radical, esto es, lo que conviene hacer, lo
que mejor debe hacer el servidor público en orden a su plenitud
como ser humano. Recordemos que Aristóteles define a la ética
como la ciencia del bien vivir, del vivir en plenitud como sinónimo
de felicidad.
Una mirada superficial sobre el sentido del deber, por necesidad nos
conduce a la visión kantiana, que entiende la exigencia del
cumplimiento del deber por respeto a la ley. El deber kantiano viene
a ser la limitación que se autoimpone cada persona, cada servidor
público en vista de la literalidad de la ley que le es aplicable.
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Encuentro Nacional de Magistrados Electorales.
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
Monterrey, Nuevo León
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El sentido que inspiró los trabajos de esta comisión redactora, lejos
de entender al deber como limitación, lo asume como potenciación y
explayamiento de la libertad del servidor público en favor del
perfeccionamiento personal que va adquiriendo a fuerza de adecuar
sus acciones profesionales a la excelencia asumida como estilo de
vida.
La razón de ser del deber no está en la constricción de la capacidad
operativa del servidor público por temor a una sanción; sino
precisamente en lo contrario: está en la expansión intensa de su
servicio profesional identificado con las sanas y mejores prácticas.
Desde esta perspectiva carece de sentido la contraposición kantiana
entre ser y deber; el ser reclama al deber para realmente ser en
plenitud, esto equivale a decir que sólo el servidor público que se
propone y realiza sus deberes con sentido de excelencia, es real y
plenamente eficaz, y, en consecuencia, feliz.
El Código Modelo de Ética Judicial Electoral que hoy presentamos,
posee un estatuto peculiar que lo ubica en el espacio intermedio
entre lo jurídico y lo deontológico, porque los deberes que explicita
poseen una doble naturaleza, en parte jurídica y en parte ética.
Para algunos escépticos su operatividad es discutible, al no poder
garantizarse sistemas de seguimiento riguroso y control precisos, ni,
en última instancia, la preeminencia del interés de los destinatarios
del servicio, sin embargo, quienes así opinan olvidan o desconocen
el carácter exhortativo y no sancionador de un instrumento como
éste, que apela a la libertad y capacidad de mejora personal.
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En efecto, el Código Modelo de Ética Judicial Electoral se propone
alentar y favorecer las sanas prácticas en el desarrollo de todas las
actividades profesionales de la materia desde una perspectiva de
convicción personal, de manera que los servidores públicos
electorales actúen con excelencia no por temor a la sanción, sino por
la fuerza de la convicción de bien que fortalece la confianza
ciudadana, la paz social y el respeto por el Estado de Derecho.
Con la presentación de este Código Modelo de Ética Judicial
Electoral, en el contexto de este Encuentro Nacional de Magistrados,
se pretende hacer una cordial invitación para que todos los
destinatarios reflexionen sobre las actividades profesionales que
realizan y descubran la dimensión ética de sus tareas; precisamente
porque los servicios que prestan se dirigen a otras personas, y con su
actitud pueden dar a esa relación recíproca que se establece entre el
usuario y el servidor público un sentido moralmente bueno.
Los servidores públicos electorales han de proponerse ser buenas
personas, precisamente porque el bien ser sigue al bien hacer. Es
inexcusable la ruptura o digresión moral que pretende lo contrario,
como si en realidad las malas personas pudieran pretender que son
buenos servidores públicos. En esencia la enseñanza milenaria de la
ética no se reduce a la necesidad de unas prácticas vacías de
contenido moral, porque no se trata de llevar una buena vida,
fingiendo que se cumple con mínimos morales, se trata de
proponerse con seriedad ser mejores, es decir, hacer que la vida
personal sea buena y honorable, como corresponde a un servidor
público que entiende la trascendencia del servicio que presta.
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Ésta es una finalidad deontológica irrenunciable. Si la ética
profesional descrita en el Código que hoy se presenta es en verdad
una ética aplicada a la materia judicial electoral, debe ocuparse
necesariamente de la excelencia de los servidores públicos; no puede
ceñirse a la mecánica relación de los prestadores de servicios y los
usuarios, en una rutina que contabiliza índices de satisfacción, y
olvida el horizonte de mejora de los servidores públicos, detrás de
esos resultados cuantitativos.
Así entendido, el Código Modelo de Ética Judicial Electoral es un
instrumento de análisis y reflexión que aporta los elementos, las
nociones y los valores universalmente reconocidos para motivar
desde el interior de la conciencia el deseo de mejora personal; es un
instrumento que guía y señala los deberes comprometidos en el
ejercicio de la función pública electoral.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, hoy da un
paso decisivo en la construcción del mejor país en que queremos
vivir. El rumbo está trazado y el camino abierto, de ustedes,
servidores públicos electorales, depende honrar con el compromiso
de sus actos la expectativa de democracia participativa que los
mexicanos nos hemos dado como forma de vida ciudadana.
Muchas gracias
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