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¿En qué supuestos es una persona inimputable?
27.Jul.2016
Para analizar cada elemento se utilizan métodos diferentes. “No se estudian con las mismas técnicas la
criminalidad que el delincuente. En uno tendrá más peso la sociología mientras que en otro, la
psicología o las ciencias del comportamiento humano”. Una de las ramas que se ocupan de este análisis
es la rama jurídica, que analiza las leyes, es decir, “lo que se dice que no hay que hacer y que genera
también una responsabilidad penal”. Cuando se incumplen dichas prohibiciones se emplea el término de
delitos o infracciones.
El tercer bloque que interesa al Derecho Penal está relacionado con las consecuencias que derivan de
los hechos delictivos. “Privar de libertad parece la consecuencia natural para aquel que no ha hecho
buen uso de su libertad y la prisión es donde se ejecuta la pena privativa de la libertad”. Sin embargo,
no necesariamente se ejecuta en su totalidad a través de la prisión, pues existe también la denominada
libertad condicional, en la que el sujeto todavía está cumpliendo una pena.
Dentro del interés del jurista, un elemento central es saber cuándo existe responsabilidad penal, es
decir, cuando aquel que ha cometido un delito va a poder ser declarado responsable. En Derecho penal
se centra en el concepto de delito: “un comportamiento humano típico, antijurídico, culpable y punible”.
A pesar de lo que se pueda deducir de esta definición, “para que alguien sea responsable, no basta
con que sea culpable. Primero tiene que haber habido un comportamiento que nosotros consideramos
que tiene las características propias del ser humano, que sus actos sean controlables por su propia
voluntad”. Si no ocurre de este modo, ya no se reúne el primer requisito necesario para poder realizar
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un delito. “Si un sonámbulo se levanta por la noche en un hotel y pasa por un pasillo lleno de jarrones y
los rompe, no está realizando la base para que eso se pueda analizar como un comportamiento delictivo
porque no es un comportamiento controlable por la voluntad”.
Para que los comportamientos puedan generar responsabilidad penal tienen que estar incriminados, es
decir, deben reunir las características que la ley exige cuando la ley define un hecho delictivo. “Hay
conductas delictivas muy sencillas y otras muy conflictivas en las que para poder decir que
alguien ha cometido un delito es necesario repasar cada uno de sus términos”. Esta necesidad
de constatar los elementos se debe a que “los ciudadanos tenemos derecho a la seguridad jurídica”, que
proviene de que lo que está prohibido este escrito en un texto escrito al momento anterior en el que se
cometen los hechos. “Este texto intenta recoger aquellos elementos que ponen de manifiesto que
estamos ante un hecho injusto pues en realidad, para un jurista un delito es un hecho injusto y
culpable”.
Los hechos injustos son aquellos que se valoran negativamente, que se prohíben por el derecho penal
con carácter general: “matar está prohibido con carácter general al margen de si el sujeto es culpable”.
Sin embargo, “todo el que ha estudiado Derecho Penal sabe que a veces se puede matar, que no siempre
está prohibido matar”. Esto sucede, por ejemplo, cuando alguien actúa en legítima defensa. “No es que
se le perdone, es que realiza algo que es licito”.
Cuando los juristas analizan si un hecho es delictivo o no deben tener en cuenta es si el hecho está
prohibido así como si hay alguna causa que justifique la realización de ese hecho. Una vez conocido esto,
se pasa al plano de la culpabilidad, “una atribución del hecho prohibido y no justificada a la persona
concreta que lo ha realizado que nos va a permitir afirmar que una persona ha realizado el hecho de
manera culpable”.
Por último, el hecho debe ser punible “porque por razones politicocriminales, a veces el derecho
penal prefiere no meterse en determinados ámbitos”. Existen comportamientos humanos
incriminados con carácter general y prohibido que además son culpables pero que sin embargo no se
sancionan. Es el caso de los hechos cometidos entre determinados niveles de parientes sin violencia.
“Los casos punibles que más nos llaman la atención tienen que ver con los parlamentarios, a los que se
da cierta libertad en lo que dicen”. El hecho punible debe ser, por tanto, antijurídico, prohibido y
culpable.
“Para poder ser culpable, en Derecho Penal se exige que el sujeto sea imputable”. Por su parte, un
inimputable es aquella persona a la que no se le puede declarar culpable aunque el hecho que
haya cometido sea injusto. La consecuencia, aunque no sea una pena, sí puede ser una medida, que
se suele aplicar a los peligrosos.
La culpabilidad es un concepto que tradicionalmente se identifica con el reproche por el mal uso de la
libertad. Es lo que se conoce como “el concepto normativo de la culpabilidad”. “Para ser culpable no
hace falta sentirse culpable” ya que lo fundamental es si la persona que ha cometido el delito ha actuado
en circunstancias por las que no se le puedan disculpar (actuaciones por miedo, ámbitos de aplicación
restrictivos, etc.).
Para poder ser culpable es necesario ser imputable, es decir, capaz de culpabilizar. Desde el año 1995,
el Código Penal Español reconduce la imputabilidad a un elemento intelectual o cognitivo ya que se
relaciona con la capacidad de comprender, entender y valorar la situación como un hecho ilícito y a un
elemento volitivo: capacidad de comportarte de manera acorde con lo que se ha entendido.
Para poder afirmar que alguien es imputable, hay que comprobar que sus funciones psíquicas
involucradas (la afectividad, la atención, la conciencia, la inteligencia, la memoria, el pensamiento, la
percepción y la voluntad) no estaban alteradas. “Para saber si alguien es imputable es necesario
preguntarse si ha habido distorsiones en los elementos fundamentales o los elementos que los
acompañan como los fenómenos afectivos”.
El análisis de imputabilidad en derecho requiere de unos conocimientos que, por lo general, esta
disciplina no posee. Por eso, son los psicólogos y los psiquiatras los que se ocupan de estas cuestiones.
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Basándose en estos peritajes psicológicos y psiquiátricos, “el que tiene que decidir es el juez, no el
perito”.
El juez define si hay alguna causa que determine que hay falta de capacidad de culpabilidad. Por eso,
“sería importante que los jueces tuvieran conocimientos psicológicos y psiquiátricos” para interpretar
los informes de los expertos.
Las causas de inimputabilidad, que varían según la legislación, pueden ser biológicas,
psicológicas o mixtas, es decir, una mezcla de las dos primeras. El Código Penal recoge hasta cuatro
modalidades diferentes de inimputabilidad: las anomalías o alteraciones psíquicas, las alteraciones en la
percepción, la intoxicación plena por drogas y el síndrome de abstinencia derivado de la dependencia de
drogas. “Estas cuatro posibilidades pueden tener efecto de inimputabilidad total, cuando anulan las
funciones psíquicas y cognitivas pero lo normal es que no se excluya la inimputabilidad sino que la
reduce”. Es decir, se reduce la pena para adaptarse a la capacidad de culpabilidad que tiene el sujeto.
Respecto a las anomalías o alteraciones psicológicas, el artículo 20 del Código Penal establece que
“están exentos de responsabilidad penal los que a tiempo de cometer la infracción penal, a causa de
cualquier alteración psíquica no pueden comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa
comprensión”.
Desde 1995 el Código Penal ya no utiliza los términos enajenación y Trastorno Mental Transitorio,
aunque su uso aun está extendido entre los jueces. Se trataba de un concepto muy criticado desde el
punto de vista de las afecciones ya que quedaban fuera algunas como el retraso. “Un retrasado mental
no está enajenado, solo que su capacidad mental es reducida”. La desaparición del segundo término no
ha sido total ya que aun hoy en dia se sigue utilizando.
Para que un Trastorno mental Transitorio sea inimputable, el efecto tiene que alterar los proceso
cognitivos de tal manera que el sujeto no es capaz de entender lo que hace. La característica
fundamental esta en el carácter pasajero de esa perturbación. El profesor Diez Ripollés señala que las
modalidades que se recogen en el derecho español sobre trastorno mental transitorio son: los trastornos
surgidos en relación con trastornos mentales duraderos, los trastornos surgidos por estados emotivos o
pasionales, sugestión hipnótica y los trastornos surgidos de intoxicaciones.
El Código Penal distingue en el artículo 20.2 dos supuestos relacionados con las drogas. En primer
lugar, la intoxicación plena derivada por el consumo de bebidas alcohólicas, drogas toxicas,
estupefacientes, sustancias psicotrópicas u otras que produzcan efectos análogos, siempre que no haya
sido buscado con el propósito de cometerla o no se hubiese previsto o debido prever por su comisión y,
en segundo lugar, los derivados por el síndrome de abstinencia a causa de su dependencia, que impide
al individuo comprender la ilicitud del hecho a actuar conforme a esa comprensión.
La psicopatía también se considera, desde la década de los 80, una enfermedad mental por la que se
suele rebajar la capacidad de culpabilidad. Esta afección se caracteriza por una ausencia completa de
empatía y, sobre todo, por una incapacidad innata para el razonamiento moral, lo que conlleva una
incapacidad de reconocer entre conductas correctas e incorrectas.
Destacado:
José Luis de la Cuesta
criminología
psicología
jurídica
trastorno mental
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