¿Qué es la reencarnación y qué opina de ella la

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¿Qué es la reencarnación y qué opina de ella la Iglesia Católica?
Sectas, apologética y conversos / Sectas: Ideologías incompatibles con la Fe Católica
Por: Varios | Fuente: TeologoResponde.org // Mercaba.org
La reencarnación es llamada propiamente metempsícosis. Consiste en la creencia de que el alma del sujeto que muere vuelve a nacer en otro
cuerpo. Esta creencia envuelve una concepción dualística del hombre que considera al cuerpo y al alma como dos cosas independientes. Según
esta doctrina, el alma es lo único verdadero, mientras que el cuerpo es el lugar de confinamiento temporal del alma, donde ésta queda encerrada
hasta que se purifica totalmente de sus ataduras temporales. Según esta doctrina cuando el alma no ha conseguido purificarse totalmente en
esta vida, al morir vuelve a encarnarse en otro cuerpo y así sucesivamente hasta que termina su definitivamente su purificación. Se presenta en
muchas doctrinas con variantes distintas. En este tiempo es la doctrina fundamental del espiritismo kardecista.
El judaísmo, el islam y el cristianismo no aceptan la reencarnación. En efecto, ésta no es compatible con la revelación del Antiguo Testamento ni
con la del Nuevo Testamento. Esta doctrina es totalmente incompatible con las tesis católicas sobre el alma. El alma es la forma sustancial del
cuerpo, que le da el ser específico, por lo que no puede llegar a ser la forma de otro cuerpo (cf. Santo Tomás, De spiritalibus creaturis, a.9, ad 4).
Además, la resurrección de los cuerpos contradice totalmente la metempsícosis, también la metempsicosis contradice la doctrina de las penas
eternas del infierno.
A continuación reproducimos el texto del artículo ‘Metempsícosis’, de la Gran Enciclopedia Rialp, t. 15, donde encontrará largamente expuesta la
doctrina y las razones en contra:
Concepto. Es la doctrina filosófica y religiosa que admite el paso del alma humana a través de seres humanos, de animales, o de plantas, por
razones de purificación o castigo a causa de faltas cometidas en vidas anteriores. Olimpiodoro, en el Ad Phaedon (81,2), escribe que sería mejor
decir metensomatosis, ya que no es el cuerpo el que cambia de alma, sino alma la que cambia de cuerpo. Los partidarios de la teosofía y del
espiritismo utilizan el término de reencarnación o de transmigración para subrayar que el alma pasa, según ellos, solamente a través de cuerpos
humanos. La doctrina de la metempsicosis, admitida en algunas religiones antiguas, es negada por la mayoría de las grandes religiones
modernas -excepto algunos sectores orientales- bien por influjo del cristianismo, bien por ser filosóficamente inadmisible: las almas humanas son
individuales, unidas sustancialmente, cada una, a su «cuerpo», e inmortales por naturaleza; la metempsicosis o la transmigración es contraria a
la experiencia y éticamente contradictoria.
En algunos pueblos primitivos no parece encontrarse claramente la noción de un alma homogénea, única, espiritual en el cuerpo; la etnología
muestra que más bien consideran como diversas «almas» fuerzas diversas que están en el cuerpo humano (V. ANIMISMO; MANISMO); aunque
otros pueblos sí alcanzan la realidad del almapotencia individualizada. En todo caso, más que esta realidad del alma individual, ente espiritual,
que reconocen más claramente las culturas superiores, con frecuencia se tiene el concepto, al menos, de una sustancia de vida, de poder, el
mana, multiforme, colectiva, y que se personaliza temporalmente en el ser humano (V. ESPíRITU III, 3). A la muerte, una parte de esta sustancia
volvería a su estado no diferenciado, original; otra subsistiría durante un corto periodo de tiempo errando alrededor de los vivos, y otra parte se
encarnaría de nuevo en un recién nacido. Los estudios hechos en Melanesia, en África, en los primitivos de América, los de P. Tempels sobre la
filosofía bantú y de M. Griaule sobre los dogons, muestran una creencia general en continuación de la vida de los antepasados en los recién
nacidos de las tribus, siendo esta vida el conjunto de potencias, de fuerzas anímicas cuya parte se encarna en el nuevo ser humano. Por tanto,
en los primitivos, en general, no se puede hablar de una metempsicosis propiamente dicha.
La metempsícosis en los diversos pueblos y religiones.
Hay una opinión bastante generalizada que sitúa el origen de la metempsicosis en los pueblos mediterráneos, en Egipto, apoyada en el pasaje
de Heródoto que afirma que los egipcios fueron los primeros en hablar de ella (Historia, II,123), pero no es cierto que creyesen en la
metempsicosis Según J. Pirenne, parece que la creencia más antigua era que el alma, el ba individual que no debe confundirse con el ka
espiritual, separada del cuerpo, lo necesitaba para subsistir, lo que explica los ritos de momificación. Después del juicio de Osiris el alma entraba
en el mundo de los muertos y si volvía a la tierra era más en forma de fantasma o de pájaro; los textos no hablan de m., sino de que el alma se
queda en el campo Iaru (v. EGIPTO VII, 4). Los textos herméticos más recientes, citados por el egiptólogo Erman, tampoco hablan de m., sino de
un mundo inferior en el cual están los seres transfigurados (v. HERMETISMO II). Los pueblos semíticos: asirios, babilonios y fenicios, no creían
en la ni.; sus conceptos de la vida del hombre después de su muerte eran confusos y esta existencia en el aralIú era negativa, sombría, triste.
Entre los griegos y en la época de Homero, la idea de la existencia post mortem era también confusa; la descripción de la evocación de Tiresias
lo demuestra. Los griegos sintieron siempre horror y miedo a la muerte, v no realizaron una búsqueda para conocer los estados después de ella.
Fue Píndaro , el poeta dorio de Tebas, quien en su segunda Olímpica afirmó su creencia en la metempsicosis, pero parece ser Empédocles el
primer filósofo presocrático que afirma la transmigración de las almas bajo la influencia del orfismo En efecto, en Grecia y al lado de la religión
estatal de la polis griega hay que señalar la existencia de una potente corriente filosófica y gnóstica que explica el orfismo , los pitagóricos y los
autores que admitieron una teogonía y una mística muy distintas de las tradicionales. El orfismo y los misterios órficos admitieron la necesidad de
la vuelta a la tierra para la purificáción sucesiva de las almas humanas, el concepto del cic o eterno de la naturaleza; la oposición fue total entre
este concepto órfico de la vida, con su ascesis y sus iniciaciones, enteramente orientadas hacia el más allá, y la religión homérica con su
optimismo heroico y su amor a la vida. Platón siguió estas especulaciones de tipo místico del s. VI griego y ha podido decirse que su
pensamiento fue una interpretación pitagórica de las enseñat;zas de Sócrates . Pitágoras , ese creador de una religión, figura extraordinaria del
mundo mediterráneo en el s. V a. C., afirmaba la metempsicosis según lo que decían de él sus discípulos. La enseñanza y la influencia del Sabio
de Samos fueron bastante fuertes para influir sobre todos los sistemas filosóficos griegos posteriores, sobre todo, los neoplatónicos. La
semejanza de los conceptos cíclicos de Pitágoras con los órficos es evidente: el alma caída se purifica por sus pasos sucesivos en las escalas
de los planos de vida para volver finalmente a Dios, su Creador.
Platón también conoció la enseñanza órfica; afirmaba la «sepultura» del alma en el cuerpo, la purificación necesaria (katharsis) y la
contennpiación mística. Bajo la forma de grandes mitos, este filósol, iue, el primero de los griegos en afirmar el concepto de la inmortalidad
individual; admitió la caída del alma, la dualidad total entre ese alma y la materia, que pertenecen a dos mundos distintos; el alma está
encadenada al cuerpo (Timeo); pero Platón expone su teoría de la reminiscencia que incluye las existencias anteriores del alma. El Fedro (248 a.
C.) explica cómo el alma adquirió antes de su encarnación actual el conocimiento de las realidades cuyo recuerdo volverá a tener en la vida
presernte. Esta teoría tiene una gran importancia en Platón, ya que, para él, aprender es recordarse; el Fedón (80, da82a; 107d; 113da114c), y,
sobre todo, la República (X,614a621) exponen su teoríade la metempsicosis con el gran mito de Er el panfilio, hijo de Armenios, que habiendo
pasado las puertas de la muerte, vuelve de ellas por permiso de los dioses. G. Rodier ha afirmado que Platón saco su teoría de la transmigración
de las almas de los misterios órficos y pitagóricos. Pero la base filosófica de su sistema es, como ya hemos visto, su teoría de la reminiscencia,
su creencia en la subida del alma a través de los cuerpos hasta la felicidad divina (V. GRECIA VII, 5).
En Roma, el concepto de la metempsicosis fue admitido solamente como un reflejo de las doctrinas órfico-pitagóricas que tuvieron un papel
importante en la capital imperial, como ha demostrado J. Carcopino; Virgilio conoció la doctrina de la metempsicosis y creyó en ella, según la
Eneida (VI,713 ss.), y Ovidio en sus Metamorfosis (153 ss.) hace alusión a estas creencias y se apoya en ellas para pedir que no se mate a los
animales y así no dañar a un alma pariente de la de los hombres.
El gnosticismo y las teorías herméticas de Alejandría admitieron la metempsicosis, como se ve en la Pistias Sophia; este concepto era la clave
de la salvación y de la «redención» de los gnósticos. Según Birúni, también el maniqueísmo enseñó esta doctrina, que aparece en textos
maniqueos, tales como los Acta Archelai. La escuela neoplatónica de Alejandría enseñó la metempsicosis; Plotino admitió que el alma humana,
emanación del alma universal, precede a la creación del cuerpo, que es para ella solamente un instrumento. En su obra de las Eneade.s enseña
la transmigración de las almas y la posibilidad de que las almas de los animales pudieran ser almas humanas caídas.
En Asia, la metempsicosis es una doctrina admitida generalmente en todas sus culturas con matices diversos. En la India, el hinduismo y el
brahmanismo hicieron de la metempsicosis una doctrina fundamental cuyo origen era la teoría del acto, el karma , ley de causalidad llevada al
plano ético. Las almas que van de cuerpo en cuerpo sufren en éstos el resultado de sus actos, de su karma, que llega a ser así una ley de
justicia inmanente, actuando con una eficacia casi mecánica. La escuela filosófica del Vedánta, la más importante actualmente en la India,
admite la metempsicosis, pero se halla muy lejos del pensamiento griego; la transmigración no es una purificación que conduce, poco a poco, al
alma a la contemplación de la Verdad, como en Platón, sino que las almas transmigradoras siguen el resultado de sus actos pasados, de su
karma; este acto físico-psíquico tiene un significado moral, un valor ético y la ley del karma es una ley de justicia inmanente, es una metafísica
del acto en la cual éste lleva su recompensa o su castigo, como la semilla el fruto. Algunas escuelas hindúes de devoción al Señor añaden que
Dios omnipotente tiene en su poder la ley del karma y su voluntad actúa también en el juego cósmico de esta ley (v. INDIA VI).
El budismo y el jainismo , sistemas heterodoxos en la India, aceptaron, sin embargo, la ley del karma y la metempsicosis, origen del dolor y de la
Rueda del mundo, el samsára, en la cual están encadenadas las seis especies de seres. La supresión de la ignorancia primordial libera al
individuo que realiza las causas de su condición humana gracias a las meditaciones y a las técnicas de yoga que enseñaron Buda y Mahávira.
En China, si la doctrina de Confucio no se preocupa mucho por lo que pasa después de la muerte, ya que se trata antes de todo de una escuela
de comportamiento social y de sabiduría política, el taoísmo admitió la metempsicosis, aunque el concepto especial que tenía del ciclo perpetuo
de la naturaleza hace que sea mejor hablar de una doctrina de transmutación; importa poco, para los -taoístas, el devenir individual, pues el ser
humano está compuesto de diversas «almas», fuerzas naturales, que recuerdan mucho el concepto de las fuerzas psíquicas de los primitivos. En
el Japón, el sintoísmo carecía del concepto de la metempsicosis, y fue el budismo el que lo introdujo entonces al igual que en China. Como se
sabe, el budismo japonés reflejó el budismo chino y sus posiciones filosóficas frente a la salvación; el punto de partida es la ley de
transmigración con sus consecuencias dolorosas, que no se discutió por pertenecer al fondo mismo de la doctrina budista. Únicamente, las
diversas escuelas budistas japonesas enseñaron varios métodos de liberación que van desde la pronunciación sencilla del nombre santo de
Buda hasta las técnicas de yoga de la secta Hossó y la magia tántrica de la secta Shingon.
Tendencias modernas. Con la Revelación cristiana, que confirma y clarifica la existencia y naturaleza del alma humana y el tema de la
inmortalidad , la creencia en la metempsicosis desaparece al mismo tiempo que muchas religiones paganas, y ya no se la encuentra, en general,
en la especulación y teorías de los pensadores. Sin embargo, la influencia del platonismo en las diversas escuelas occidentales del
Renacimiento coincide curiosamente con la creencia en la metempsicosis de dichas escuelas; el helenismo nunca desapareció completamente
del pensamiento occidental. La conquista de Constantinopla por los árabes produjo la emigración de los sabios griegos hacia Italia, que llegó a
ser una nueva Grecia; los humanistas italianos siguieron a Platón, a Aristóteles, a Pitágoras, a Plotino (v. HUMANISMO II). Platón iluminó el cielo
filosófico del Renacimiento; el card. Nicolás de Cusa (1401-64) conocía el neoplatonismo y la teoría aritmética pitagórica. Cosme de Médicis
estableció en 1460 una Academia platónica en Florencia y Marsilio Ficino (1433-99) buscó el acuerdo entre las doctrinas platónicas y el dogma
cristiano, hablando de una religión común a toda la humanidad, y aceptó la teoría de la metempsicosis
Más tarde también la escuela de la Univ. de Cambridge recibió una fuerte influencia platónica; se conocen los nombres de Ralph Cudworth
(1617-85), Henry More (1614-87), Benjamin Wichcote (1609-83), John Smith (1616-52); los «platónicos de Cambridge» se opusieron a las
teorías de Hobbes y edificaron una nueva metafísica neo-platónica, admitiendo la hipótesis de la metempsicosis La Univ. de Padua, con
Jerónimo Cardan (1501-76) y pensadores como Giordano Bruno (1548-1600; v.) y el dominico Campanella (1568-1639; v.), aceptaron la teoría
de la metempsicosis en el conjunto de sus sistemas filosóficosociales.
Los filósofos clásicos occidentales, con el empirismo inglés, el criticismo de Kant y el objetivismo idealista de Hegel se hallaban en el polo
opuesto de Platón y la hipótesis de la metempsicosis desapareció de sus teorías. Algunos pensadores del s. XIX, con preocupaciones
filosófico-sociales, siguieron las doctrinas pitagóricas y platónicas: Ballanche (1776-1847), Charles Fourrier (1772-1837), Pierre Leroux
(1798-1871) y lean Reynaud (1806-63) admitieron la metempsicosis en sus teorías.
Sabido es que el espiritismo y la teosofía han renovado las antiguas creencias paganas; pero prefieren usar el término reencarnación al de m.
para indicar que limitan la transmigración de las almas sólo a través de los cuerpos humanos.
Doctrina católica.
El judaísmo y el Islam no aceptan la metempsicosis, como tampoco lo hace el A. T. Aunque algunos autores han discutido la creencia de ciertos
sabios judíos en la metempsicosis, no debe confundirse con la preexistencia de las almas humanas que parecen admitir doctores palestinos,
considerando que Yahwéh había creado todas las almas juntas de una vez; algunos rabinos admitirían que las almas esperan en el séptimo cielo
la posibilidad de encarnarse. La secta de los fariseos , opuesta a los saduceos , llegó a aceptar muchas ideas griegas junto a la religión hebrea;
según Flavio Josefo (De bello ¡ud. II,V111,14) aceptaron incluso ideas pitagóricas y órficas sobre la metempsicosis; quizá a través de ellos estas
ideas, algunos siglos después de Cristo, pasaron a la Cabala , especie de gnosis judía, que acepta la metempsicosis, como puede verse en el
texto de Zolhar (11,99b).
La metempsicosis no es compatible con la revelación del A. T. ni con la del N. T. El cristianismo nunca admitió la metempsicosis En algún Padre
de la Iglesia y escritores antiguos se encuentran ciertas expresiones que pudieran favorecer la creencia en la preexistencia de las almas, como
S. Justino , muy influido por Platón. El cristianismo naciente no se ocupó muy directamente de esta cuestión, ni de la metempsicosis propiamente
dicha, ya que la revelación cristiana es clara respecto al valor y responsabilidad personal de cada alma y a su destino eterno. Pero ya
Atenágoras y S. Ireneo , en el s. II, combatieron directamente la metempsicosis que la gnosis enseñaba entonces, y lo mismo hicieron otros
Padres posteriores.
Fue Orígenes quien provocó una condena de la metempsicosis a pesar de que nunca enseñó esta teoría, sino la de la preexistencia de las almas
con la igualdad primitiva de todas y una restauración universal en Cristo con el fin del infierno. Fueron sus discípulos los que crearon el
origenismo en su lucha contra los doctores de la Iglesia oriental. El Conc. de Constantinopla del a. 553 condenó las doctrinas del origenismo
(Denz.Sch. 411; cfr. R. Hedde, o. c. en bibl.). Desde entonces el Magisterio eclesiástico no se ha ocupado directamente de la cuestión, aunque la
doctrina de la metempsicosis, de forma indirecta, queda claramente excluida por oponerse a algunas verdades fundamentales de la Revelación
(cfr. 11 Conc. de Lyon, a. 1274, las almas de los que se salvan «son recibidas inmediatamente en el cielo»: Denz.Sch. 854-859; Conc. de
Florencia, a. 1439, las almas de los que se condenan «bajan inmediatamente al infierno para sufrir el castigo que merecen»: Denz.Sch.
1304-1306). En época reciente la S. Congregación del Santo Oficio (S. C. para la Doctrina de la Fe) declaró que las doctrinas teosóficas no son
conciliables con la doctrina católica (a. 1919).
La oposición entre la doctrina católica y la metempsicosis es evidente, porque esta teoría es totalmente incompatible con las tesis católicas sobre
el alma; ésta es la forma sustancial del cuerpo (Denz.Sch. 900 ss., 1440,2828), dándole el ser específico, por lo que no puede llegar a ser la
forma de otro cuerpo (S. Tomás, De spiritabilus creaturis, a9 ad4; 11 Sentent. d17 q2 a2). Además, la resurrección de los cuerpos contradice
totalmente la metempsicosis, así como la doctrina de las penas eternas en el infierno .
Se puede añadir como argumento contra la metempsicosis la pérdida total del recuerdo que, sin embargo, deberíamos tener de nuestras vidas
anteriores, lo que además destruye su efectividad en el plano ético. Los antiguos imaginaban el río Lethe cuyas aguas hacían olvidar a las almas
sus vidas pasadas. Sin este recuerdo, no se puede hablar de castigo o de recompensa, ya que para que el culpable se reconozca como tal, debe
tener el recuerdo de sus faltas. Eneo de Gaza lo subrayaba ya en su tiempo: ¿cómo puede haber castigo si no hay memoria de la falta que se
expía?
BIBL.: R. HEDDE, Metempsycose, en DTC X,1574-1595; R. SPIAZZI, Reincarnazione, en Enciclopedia Cattolica, X, Ciudad del Vaticano 1953,
677-682; L. BUKOWSKI, La réincarnation selon les Péres de l'Église, «Gregorianum», 9 (1928) 65 ss.; 12 (1931) 57 ss.; W. LUTOSLAWSKI,
Preesistenza e reincarnazione, Turín 1931; A. DEs GEORGEs, La réincarnation des &mes, París 1966; E. D. WALKER, Reincarnation, Nueva
York 1965; G. DELANNE, Documents pour servir á l'étude de la réincarnation, París 1924; ABHEDANANDA, Reincarnation, Calcuta 1957
J. ROGER RIVIÉRE
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991
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