reflexiones de steve jobs

Anuncio
ULTIMAS REFLEXIONES DE STEVE JOBS
Hablamos mucho sobre la capacidad de concentración y sobre cómo elegir a la gente. Cómo saber en
quién confiar y cómo construir un equipo de asistentes con los que pudiera contar. Describí los placajes
y las fintas que tendría que llevar a cabo para evitar que la compañía se volviera endeble o se llenase de
jugadores de segunda. La concentración fue el punto en el que más me centré. «Decide qué es lo que
Google quiere ser cuando crezca. Ahora mismo está en todas partes. ¿Cuáles son los cinco productos en
los que quieres centrarte? Deshazte del resto, porque te están lastrando. Están convirtiéndote en
Microsoft. Están llevándote a ofrecer productos que son adecuados pero no geniales». Traté de ofrecerle
toda la ayuda posible. También seguiré haciendo lo mismo con personas como Mark Zuckerberg. Así es
como voy a pasar parte del tiempo que me queda. Puedo ayudar a la próxima generación a recordar la
estirpe de grandes compañías que hay aquí y cómo continuar con la tradición. Este valle me ha ofrecido
mucho apoyo. Debería esforzarme al máximo por devolverle el favor.
Mi pasión siempre ha sido la de construir una compañía duradera en la que la gente se sienta motivada
para crear grandes productos. Todo lo demás era secundario. Obviamente, era fantástico obtener
beneficios, porque eso es lo que te permite crear grandes productos. Pero la motivación eran los propios
productos, no los beneficios. Sculley les dio la vuelta a esas prioridades y convirtió el dinero en la meta.
Es una diferencia sutil, pero acaba por afectar a todos los campos: la gente a la que contratas, quién
recibe ascensos, qué se discute en las reuniones.
Algunas personas proponen: «Dales a los clientes lo que quieren». Pero esa no es mi postura. Nuestro
trabajo consiste en averiguar qué van a querer antes de que lo sepan. Creo que fue Henry Ford quien dijo
una vez: «Si les hubiera preguntado a mis clientes qué querían, me habrían contestado: “¡Un caballo más
rápido!”». La gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas. Por eso nunca me he basado en las
investigaciones de mercado. Nuestra tarea estriba en leer las páginas que todavía no se han escrito.
Edwin Land, de Polaroid, hablaba acerca del cruce entre las humanidades y la ciencia. Me gusta esa
intersección. Hay algo mágico en ese lugar. Hay mucha gente innovando, y esa no suele ser la
característica principal de mi línea de trabajo. El motivo por el que Apple cuenta con la aceptación de la
gente es que existe una corriente profunda de humanidad en nuestra innovación. Creo que los grandes
artistas y los grandes ingenieros se parecen, porque ambos sienten el deseo de expresarse. De hecho,
algunas de las mejores personas que trabajaron en el Mac original eran también poetas y músicos. En los
años setenta, los ordenadores se convirtieron en una herramienta para que la gente pudiera expresar su
creatividad. A los grandes artistas como Leonardo da Vinci y Miguel Ángel también se les daba muy
bien la ciencia. Miguel Ángel sabía mucho acerca de la extracción de las piedras en las canteras, y no
solo sobre cómo ser un escultor. una diferencia sutil, pero acaba por afectar a todos los campos: la gente
a la que contratas, quién recibe ascensos, qué se discute en las reuniones.
Algunas personas proponen: «Dales a los clientes lo que quieren». Pero esa no es mi postura. Nuestro
1
©
C/ Les Valls 41 1r. 5ª, 08201 Sabadell, Tel. 937264208 Fax 937261249; [email protected] o www.a2m.es
trabajo consiste en averiguar qué van a querer antes de que lo sepan. Creo que fue Henry Ford quien dijo
una vez: «Si les hubiera preguntado a mis clientes qué querían, me habrían contestado: “¡Un caballo más
rápido!”». La gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas. Por eso nunca me he basado en las
investigaciones de mercado. Nuestra tarea estriba en leer las páginas que todavía no se han escrito.
La gente nos paga para que les ofrezcamos soluciones integradas, porque ellos no tienen tiempo para
pensar en estas cosas constantemente. Si sientes una pasión extrema por la creación de grandes
productos, eso te lleva a ser integrado, a conectar el hardware con el software y la gestión de contenidos.
Quieres abrir un nuevo terreno, así que tienes que hacerlo por tu cuenta. Si quieres que tus productos
queden abiertos para utilizarse con otro hardware o software, entonces tienes que renunciar a una parte
de tu visión.
En diferentes momentos del pasado hubo compañías que representaban a todo Silicon Valley. Durante
mucho tiempo se trató de Hewlett-Packard. Después, en la época de los semiconductores, fueron
Fairchild e Intel. Creo que Apple lo fue durante un tiempo, y luego se desvaneció. Y hoy en día creo que
se trata de Apple y Google, con Apple algo por delante. Creo que Apple ha resistido al paso del tiempo.
Lleva ya una temporada activa, pero todavía se encuentra a la vanguardia de todo lo que ocurre.
Resulta sencillo arrojarle piedras a Microsoft. Ellos han caído claramente desde su puesto de dominio.
Se han convertido en algo casi irrelevante. Y aun así valoro lo que hicieron y lo duro que resultó. Se les
daba bien el aspecto empresarial de las cosas. Nunca fueron tan ambiciosos en cuanto a sus productos
como deberían haberlo sido. A Bill le gusta presentarse como un hombre de productos, pero en realidad
no lo es. Es un hombre de negocios. Vencer a otras empresas era más importante que crear grandes
productos. Acabó siendo el hombre más rico que había, y si esa era su meta, entonces la alcanzó. Sin
embargo, ese nunca ha sido mi objetivo, y me pregunto, al fin y al cabo, si era el suyo. Lo admiro por la
empresa que construyó —es impresionante— y disfruté del tiempo que trabajé con él. Es un hombre
brillante y de hecho tiene un gran sentido del humor. Sin embargo, Microsoft nunca contó con las
humanidades y las artes liberales en su ADN. Incluso cuando vieron el Mac, no lograron copiarlo
correctamente. No acabaron de comprenderlo del todo.
Tengo mi propia teoría acerca de por qué compañías como IBM o Microsoft entran en decadencia. Una
empresa hace un gran trabajo, innova y se convierte en un monopolio o en algo cercano a ello en un
campo determinado, y entonces la calidad del producto se vuelve menos importante. La compañía
comienza a valorar más a los grandes comerciales que tienen, porque ellos son los que pueden aumentar
los beneficios, y no a los ingenieros y diseñadores de productos. Así pues, los agentes de ventas acaban
dirigiendo la compañía. John Akers, de IBM, era un vendedor fantástico, listo y elocuente, pero no sabía
absolutamente nada sobre los productos. Lo mismo ocurrió en Xerox. Cuando los chicos de ventas
dirigen la compañía, la gente que trabaja en los productos pierde importancia, y muchos de ellos
sencillamente se marchan. Es lo que ocurrió en Apple cuando entró Sculley, y eso fue culpa mía, y
también ocurrió cuando Ballmer llegó al poder en Microsoft. Apple tuvo suerte y se recuperó, pero no
creo que nada vaya a cambiar en Microsoft mientras Ballmer siga al frente.
Odio que la gente se etiquete a sí misma como «emprendedora» cuando lo que en realidad está
intentando hacer es crear una compañía para después venderla o salir a bolsa para poder recoger los
beneficios y dedicarse a otra cosa. No están dispuestos a llevar a cabo el trabajo necesario para construir
una auténtica empresa, que es la tarea más dura en este campo. Así es como puedes hacer una
contribución real y sumarte al legado de los que vinieron antes que tú. Así es como construyes una
compañía que siga representando unos valores dentro de una o dos generaciones. Eso es lo que hicieron
Walt Disney, Hewlett y Packard, y las personas que construyeron Intel. Crearon una compañía para que
durase, y no solo para ganar dinero. Eso es lo que quiero que ocurra con Apple.
2
©
C/ Les Valls 41 1r. 5ª, 08201 Sabadell, Tel. 937264208 Fax 937261249; [email protected] o www.a2m.es
No creo que haya sido desconsiderado con los demás, pero si algo es un asco, se lo digo a la gente a la
cara. Mi trabajo consiste en ser sincero. Sé de lo que estoy hablando, y normalmente acabo teniendo la
razón. Esa es la cultura que he tratado de crear. Somos brutalmente honestos los unos con los otros, y
cualquiera puede decirme que creen que no cuento más que chorradas, y yo puedo decirles lo mismo.
Hemos tenido algunas discusiones en las que nos hemos arrojado al cuello del otro, en que todos nos
chillamos, y han sido algunos de los mejores momentos que he pasado. Me siento completamente a
gusto al decir: «Ron, esa tienda tiene un aspecto de mierda» ante el resto de los presentes. O podría
decir: «Dios mío, la hemos jodido bien con estos circuitos» frente a la persona responsable. Ese es el
precio que hay que pagar por entrar en el juego: tienes que ser capaz de ser sincero al cien por cien. Tal
vez haya una alternativa mejor, como un club inglés de caballeros en el que todos llevemos corbata y
hablemos una especie de lenguaje privado con aterciopeladas palabras en clave, pero yo no conozco esa
alternativa, porque provengo de una familia californiana de clase media.
En ocasiones he sido duro con otras personas, puede que más de lo necesario. Recuerdo una vez, cuando
Reed tenía seis años, en que yo llegué a casa después de haber despedido a alguien ese día y me imaginé
cómo sería para esa persona decirles a su familia y a su hijo pequeño que había perdido el trabajo. Era
duro, pero alguien tenía que hacerlo. Decidí que mi trabajo siempre sería el de asegurarme de que el
equipo era excelente, y si yo no lo hacía, nadie más iba a encargarse de ello.
Siempre hay que seguir esforzándose por innovar. Dylan podría haber cantado canciones protesta toda
su vida y probablemente habría ganado un montón de dinero, pero no lo hizo. Tenía que seguir adelante,
y cuando se puso manos a la obra, al pasarse a los instrumentos eléctricos en 1965, se encontró con el
rechazo de mucha gente. Su gira europea de 1966 fue la mejor de todas. Salía al escenario y tocaba unas
cuantas canciones con su guitarra acústica, y el público lo adoraba. Entonces salía lo que pasó a
conocerse como The Band, y todos utilizaban instrumentos eléctricos, y el público a veces los
abucheaba. Una vez estaba a punto de cantar «Like a Rolling Stone» y alguien de entre el público le
gritó: «¡Judas!», y entonces Dylan le ordenó a su banda: «¡Dadle caña!», y eso hicieron. Los Beatles
eran iguales. No paraban de evolucionar, de moverse, de refinar su arte. Eso es lo que he intentado hacer
siempre, mantenerme en movimiento. De lo contrario, como dice Dylan, si no estás ocupado naciendo,
estás ocupado muriendo.
¿Qué me motivaba? Creo que la mayoría de las personas creativas quieren expresar su agradecimiento
por ser capaces de aprovechar el trabajo que otros han llevado a cabo antes que ellos. Yo no inventé
el lenguaje ni las matemáticas que utilizo. Produzco solo una pequeña parte de mis alimentos, y ninguna
de mis prendas de ropa está hecha por mí. Todo lo que hago depende de otros miembros de nuestra
especie y de los hombros a los que nos subimos. Y muchos de nosotros queremos contribuir con algo
para devolverle el favor a nuestra especie y para añadir algo nuevo al flujo de la humanidad. Es algo que
tiene que ver con el intento de expresar una idea de la única forma en que muchos sabemos, porque no
podemos escribir canciones como Bob Dylan u obras como Tom Stoppard. Tratamos de utilizar el
talento que sí tenemos para expresar nuestros sentimientos más profundos, para mostrar nuestro aprecio
por todas las aportaciones que vinieron antes que nosotros y para añadir algo a toda esa corriente. Eso es
lo que me ha motivado.
3
©
C/ Les Valls 41 1r. 5ª, 08201 Sabadell, Tel. 937264208 Fax 937261249; [email protected] o www.a2m.es
Descargar