los andes peruanos

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LOS ANDES
PERUANOS
EN BICICLETA
A principios de mayo del 2011 inicié una travesía en
bicicleta y en solitario que me llevaría por unos de
los parajes más extraordinarios de América del Sur:
los Andes. De Ecuador a Chile, pasando por Perú y
Bolivia, con un total de 100 días y 5.100 km, siguiendo
varios tramos de la histórica ruta Cápac Ñan. Esta
ruta es conocida también como el antiguo camino del
Inca, la cual permitió a los pueblos latinoamericanos el
intercambio de productos diversos, la transmisión de
valores culturales y el desarrollo de prácticas comunes.
Un viaje intenso al corazón de una tierra que tiene
infinidad de cosas que ofrecer, aunque muchos
de sus habitantes poco tienen. No importa cuán
humilde fuese el entorno de las personas con
quien compartí algún momento: invariablemente,
la experiencia no tenía precio
TEXTO Y FOTOS Gerard Castellà
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reportaje | PERÚ EN BTT
De camino a la frontera
peruana (Zumba - La Balsa).
Amazonía peruana.
Secando el café de
San Ignacio. Norte de Perú.
Perú se encuentra en la zona tropical de
Sudamérica, entre la línea ecuatorial y el
Trópico de Capricornio. Tiene una superficie de 1.285.220 km², convirtiéndolo en el
20º país más grande del mundo, y el tercero
del continente latinoamericano. Limita al
norte con Ecuador y Colombia, al este con
Brasil, al sur-este con Bolivia, al sur con Chile y al oeste con el Océano Pacífico. Goza
de una enorme riqueza de paisajes gracias
a sus variadas condiciones geográficas,
las cuales le otorgan una rica diversidad
de recursos naturales. La distribución de
su territorio se reparte en región costera
(10,6%), región andina (31,5%) y región
amazónica (57,9%).
Mi travesía por Perú en bici consistiría
en recorrer el país de norte a sur a lo
largo de su columna vertebral: los Andes.
Entrando a Perú por la frontera de La
Balsa, una zona inmersa en puro territorio
amazónico, pondría rumbo a la Cordillera
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Blanca, liderada por el majestuoso Huascarán (6.878 metros), la cima más alta del
país. De allí entraría a la Sierra Central,
una región de la cual se dice que se puede
observar el Perú más próximo y cotidiano,
donde realmente sobrevive el espíritu inca.
Superando incontables puertos por encima
de los 4.000 metros, llegaría a la ciudad
colonial de Cuzco, punto de partida para
las visitas a las famosas runas incas de
Machu Picchu. A continuación ascendería
al altiplano peruano hasta llegar al lago
Titicaca (el lago navegable más alto del
mundo a 3.812 metros de altitud), para
finalmente abandonar Perú por la frontera
de Yunguyo.
Una vez en Perú, lo primero que comprendo es que éste es un país más pobre,
y con una gente más curiosa que su
vecino del norte (Ecuador). En el primer
pueblo pasado la frontera, Namballe, me
permiten poner la tienda de campaña en
un rincón del cyber local. Sólo monto la
primera capa, la tela mosquitera, ya
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reportaje | PERÚ EN BTT
“Usted se queda acá ayudándonos con el
café y nosotras le buscamos una buena
moza”. San Ignacio, Norte de Perú.
Cataratas de Gocta,
Chachapoyas (Perú).
que estoy en medio de la Amazonia y
la presencia de mosquitos es notoria. Voy
a dar una vuelta por el pueblo y ceno en el
restaurante más lúgubre que pueda existir.
La comida no es para menos. Si mi estómago aguanta esto, ¡será capaz de aguantar
todo lo que venga de ahora en adelante!
Por el módico precio de 75 céntimos de euro
no puedo pedir mucho más…
San Ignacio es una provincia rural
del norte de Perú especializada en la
producción de café y con una alta tasa de
analfabetismo. La vegetación exuberante,
rica y variada debido al clima tropical, crea
un escenario pintoresco. Me detengo en
una pequeña tienda a comprar galletas. Las
dueñas, tres señoras de unos 50 años, me
hacen una proposición difícil de rechazar:
“Joven, usted se queda acá ayudándonos
con el café durante una temporada y
nosotras le buscamos una buena moza”.
Les cuento que tengo un largo camino
por recorrer y que, en todo caso, podemos
discutirlo cuando regrese la próxima vez.
El norte del Perú, desconocido y poco
turístico a su vez, es una región afable,
rural, con una gente muy amable y un
paisaje extraordinario. Esta parte de la
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Amazonia peruana se caracteriza por
numerosos campos de arroz que rodean el
espectacular río Marañón y los pequeños
poblados indígenas que hacen sonar la
chicha, una cumbia electrónica.
Hoy decido alargar la jornada hasta
Jaén. Me advierten que es una zona donde
recientemente ha habido asaltos, así que
voy con los cinco sentidos bien despiertos.
Llevo 120 kilómetros y tengo la cabeza hirviendo después de 7 horas de pedaleo con
una máxima de 41ºC. Poco antes de entrar
en Jaén encuentro un control con tres tipos
armados y enfundados en una armilla con
la inscripción Seguridad Nacional. Me
obligan a detenerme y a ponerme en un
lado de la carretera: quieren hacerme unas
preguntas. Me inquieto al ver que no llevan
ninguna placa identificativa, ni ningún uniforme de policial oficial, de manera que en
un momento de distracción… ¡gas y para
abajo! Más tarde me contarán que se trata
de una brigada de voluntarios que velan
por la seguridad de la zona. En Jaén me
hospedo en la Casa de Ciclistas de Miguel
Obando quien, de forma altruista, me pone
la bici a punto después de la caña de las
últimas semanas.
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reportaje | PERÚ EN BTT
Río Marañón. San Ignacio,
Norte de Perú.
Runas de Kuélap (civilización
de los Chachapoyas).
El río Marañón se une ahora con el
Utcubamba –uno de los afluentes más
importantes del río Amazonas– y llego a
Chachapoyas. Descanso un par de días
y, aparte de recuperarme del sofocante
calor, aprovecho para visitar las cataratas
de Gocta (la tercera más alta del mundo
con un salto de agua de 771 metros) y las
ruinas de Kuélap. Cuando me dispongo a
partir, mi estómago no está listo. Deberá
haber sido un golpe de calor o quizás la
ingesta de agua o comida en mal estado.
Miguel Obando,
en Jaén, centrando una
rueda en mal estado.
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La Cordillera Blanca
Poco a poco voy entrando a la Cordillera
Blanca. El Abra Cerro Negro (3.680 metros) me da la bienvenida a la cordillera
andina otra vez. ¡Qué vistas desde aquí
arriba! Ahora toca la mejor parte del día:
un descenso de ¡60 kilómetros y 2.780
metros de desnivel negativo! La pista es
terrorífica, con una amplitud de 2 metros
y un acantilado a la derecha de varios
centenares de metros. Una imponente
ondulación de mil montañas se abre ante
mis ojos. A medida que desciendo la temperatura aumenta, llegando a los 46ºC.
Decido quedarme en Balsas, un pueblo de
mala muerte en medio de la nada. Pago
1,5 euros por una habitación con moscas,
pulgas y todo tipo de insectos. La mañana
siguiente madrugo para evitar el calor asfixiante y como desayuno tengo un puerto de 45 kilómetros con 2.100 metros de
desnivel positivo. Termino con facilidad
los 4 litros de agua que cargaba pero en
una curva… ¡mi salvación! En medio de
este entorno desértico me cruzo con un
camión cisterna que me permite llenar
las botellas de agua –paradójicamente no
potable–, pero precisamente por eso llevo
gotas potabilizadoras. Llego a Cajamarca
cruzando pueblos rurales con campesinos
preguntándome de dónde vengo, dónde
voy, cómo me llamo. Los sombreros de
paja toquilla de copa alta son típicos de
esta región, al igual que el exquisito yogur
de Chugur.
El físico responde y diariamente cubro
una media de 100 kilómetros con bastante
desnivel. Sin embargo, empiezo a notar
molestias en los tendones de Aquiles. Con
más pena que gloria alcanzo Huamachuco,
donde los borrachos del pueblo me reciben
al ritmo de ¡gringo, gringo! Descanso un
par de días e intento redimir el dolor con
hielo e ibuprofenos. No hay mejoría. En
vista de los próximos 250 kilómetros de
pura montaña hasta Huaráz, decido tomar
un autobús para ganar tiempo y tomarme
una pausa.
En Huaráz, ciudad turística y punto de
reunión de alpinistas, contacto con un
amigo local a través de Couchsurfing y
me quedo tres días en su casa. Me limito
a descansar y a recuperar fuerzas en el
mercado local. Aquí la población indígena
es mayoritaria y es fácil escuchar su lengua: el quechua.
Provisto de agua y comida, abandono
la ciudad y me dispongo a cruzar el Parque
Nacional del Huascarán en dos o tres días.
Accedo al parque por un camino malísimo
de trocha (piedra y roca suelta) que me hace
bailar sobre la bici y, frenet a mi, sólo veo
montañas gigantes. La más espectacular
es el Huascarán (6.878 metros), la más
alta de Perú. Estoy en medio de la puna –el
ecosistema andino que reina por encima
de los 3.800 metros– y planto la tienda.
Esta noche gozo de una de las acampadas
más especiales de mi vida. Ahora bien, ¡a
4.200 metros hace un frío que pela (-15ºC)!
A media noche me despierto al sentir unos
sonidos extraños; parece que alguien
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reportaje | PERÚ EN BTT
está hurgando en las alforjas, guardadas
dentro de la tienda. En un acto de valentía
no puedo evitar soltar un “¿quién anda
ahí?” al más puro estilo Chuck Norris.
Resumiendo: no ha sido más que un perro
o un lobo que fisgoneaba la bolsa con los
restos de la cena.
Lucho contra un viento en contra que me
va desgastando y una temperatura gélida,
pero al cabo de dos días consigo llegar a
la cumbre del Abra Yanashalla (4.750 metros). ¡Será el récord de altura en el viaje
encima de la bicicleta! A esta altitud cada
pedaleada se nota y el corazón se dispara
con cada cambio de ritmo. A mi izquierda
tengo la Cordillera Blanca y ahora, a la
derecha, la Cordillera Huayhuash, con el
Yerupajá (6.634 metros) ejerciendo de líder.
Pongo rumbo hacia la Sierra Central,
una región de la que dicen se puede
observar el Perú más cercano y cotidiano,
donde realmente sobrevive el espíritu inca.
Y así lo corroboro. Sin lugar a dudas, la
Sierra Central ha sido de los lugares más
auténticos que he visto en todo el viaje,
entendiendo por ello la singularidad de su
gente, su humildad y las inagotables sonrisas que me han ofrecido. Recuperando
energías el día de descanso en Huánuco,
no pierdo la oportunidad de visitar las
ruinas de Kotosh, con el famoso Templo
de las Manos Cruzadas. Sigo avanzando y
subiendo, ahora el Cerro de Pasco (4.330
metros).
Si algo recuerdo del departamento de
Pasco son dos cosas: el frío y la pachamanca. Antes de la tarde tenía que llenar
las botellas de agua porque las tuberías
se helaban cuando caía el sol, llegando a
-10ºC. La pachamanca es un plato típico de
la Sierra Central que consiste en la cocción
de carne de res, venado, chancho (cerdo),
pollo, cuy (cobaya), papas, etc. con el calor
de piedras calientes: ¡delicioso!
Cruzo la Reserva Nacional de Junín
batiendo récord de kilometraje: ¡175! Se
nota el dopaje a base de glóbulos rojos
acumulados por la altitud de la ruta. Duran-
te mi estancia en Huancayo, un amigo de
Couchsurfing me invita a conocer la cultura
nocturna del país: unos cuantos pisco sour
y naranjitas demuestran que no estoy en
tan buena forma como creía. Me adentro en
la Sierra Central siguiendo el río Mantaro
entre impresionantes valles al estilo Far
West. El polvo y la trocha me hacen sudar.
Agotado física y mentalmente agradezco
llegar a Ayacucho. El departamento de
Ayacucho fue una de las zonas prohibidas
por el Sendero Luminoso –grupo comunista
de Perú durante los años 80- debido a sus
actos de violencia contra campesinos,
dirigentes sindicales y población civil en
general. Muchas personas me han adver-
tido del peligro de cruzar esta región pero,
en realidad, ha sido donde he encontrado
la mayor hospitalidad y simpatía.
Queda poco para llegar a Cuzco. Hoy
hago noche en el Centro de Salud de
Chontaca, un pequeño asentamiento rural
de 100 personas. Me invita a pasar la noche
allí Joel, un joven nutricionista peruano que
lucha contra la desnutrición infantil, muy
extensa en esta región. Hablamos sobre
la problemática actual de Perú y me lleva
a visitar unas familias que viven aisladas
en las montañas de enfrente. El tiempo se
detiene. Compartimos un plato de su cena,
que nos ofrecen al vernos llegar. Allí viven
tres generaciones de una misma familia
El norte de Perú
es una región
afable, con gente
muy amable
y un paisaje
extraordinario
Insignificancia humana
frente a la inmensidad
andina.
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Cruzando el PN Huascarán a través
de caminos de trocha (piedra y
arena). Cordillera Blanca, Perú.
bajo el mismo techo, compartiendo suelo
con perros, cerdos, gallinas y vacas. No
hablan castellano –sólo quechua- pero
intentamos intercambiar palabras, aunque
sea con el idioma internacional de las
sonrisas. Son estos momentos los que
justifican todo el esfuerzo y sufrimiento del
viaje. Momentos que te dejan sin palabras
y te obligan a redimensionar la escala de
valores imperante en Occidente.
Nuevamente, con el culo en el sillín,
prosigo con esta montaña rusa y culmino
el Abra Ninuela (4.010 metros) y el Abra
Soracocha (4.240 metros). Avanzo hasta
Andahuaylas y, con un amigo de Couchsurfing, asisto a la celebración del Inti
reportaje | PERÚ EN BTT
No soy el único que pedalea
por esta tierra.
Me han advertido
del peligro de cruzar
esta región
pero ha sido
donde he encontrado
mayor hospitalidad
y simpatía
Raymi de los Chanka, todo un evento
para los peruanos. Por fin llego a Cuzco.
Descansaré unos días, creo que me lo
merezco. Me alojo en el Hostal Estrellita,
punto de reunión de ciclistas que cruzan
Sudamérica en bicicleta. Hago de turista
y contrato un tour organizado para ir al
Machu Picchu. ¡Qué bonito es ese lugar!
Lástima de la masificación de turistas en
que se ha convertido. En Cuzco aprovecho
también para cambiar la cadena de la bici
(ya lleva casi 3.000 kilómetros), comprar
zapatas de freno y centrar las ruedas.
Con Sam, un inglés de 25 años que
lleva un par de años dando la vuelta al
mundo en bicicleta, ponemos rumbo hacia
Bolivia, pasando por el altiplano peruano.
El Abra La Raya (4.338 metros) nos indica
que no bajaremos de los 4.000 metros en
semanas. Es agradable compartir las jornadas con alguien. Las temperaturas bajan
drásticamente (-18ºC), con intensas nevadas, y aguantamos las noches heladas en
nuestras respectivas tiendas. Ahora más
que nunca, como dice un amigo: “¡Nunca
miedo, siempre acojonado!”. Abandonamos Perú –vía Yunguyo- degustando
una trucha exquisita, bien fresca y recién
pescada del lago Titicaca.
Tanto Sam como yo esperamos con
ilusión la entrada a Bolivia. Es un país con
una población indígena del 75% –quechua
y aymara- y considerado el más pobre de
Sudamérica. En algunas zonas del país
será muy duro avanzar debido a la altitud
media de la ruta (4.000 metros), la pobre
señalización y al difícil abastecimiento de
agua y comida, pero estoy preparado...
Últimos kilómetros en Perú
antes de entrar a Bolívia.
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GUÍA PRÁCTICA
Cuándo ir
Si se quiere visitar los Andes es
preferible hacerlo durante la
época seca (de abril a octubre);
conviene llevar ropa de abrigo
(muchas zonas alcanzan los -20ºC
por la noche). Es preferible ir a la
costa durante la época veraniega
(de diciembre a marzo), que es
seca y cálida. Los mejores meses
para ir a la Amazonia son de abril
a octubre, cuando los días son más
asoleados.
Cómo llegar
Para llegar al punto inicial de la
travesía de Perú a través de los
Andes hay dos opciones. La primera: volar a Guayaquil (oeste
de Ecuador) y tomar un autobús
hasta Zumba, localidad cercana a la frontera de La Balsa. Y la
segunda: volar a Lima (Perú) y
tomar un autobús hasta la frontera norte de Namballe. Personalmente creo que la primera
opción es más sencilla, rápida y
cómoda.
Cómo salir
Para regresar al punto de partida
hay dos opciones:
- La primera: viajar en autobús por
la ruta realizada hasta Guayaquil
(Ecuador) o hasta Lima (Perú).
- Y la segunda: entrar a Bolivia e ir
a La Paz en autobús.
Equipamiento
Es importante llevar una bici robusta, con o sin suspensión delantera. Aunque la tienda de campaña
y la cocina de gas no son estrictamente necesarias, llevarlas ofrece
más autonomía al viajero. Un filtro
de agua y/o pastillas potabilizadoras son aconsejables también.
Alojamientos
Hay alojamientos decentes al final de cada etapa, aunque a veces esto signifique muchas horas
de pedaleo. En los pequeños pueblos suele haber, como mínimo,
un hospedaje básico. El precio
por persona oscila entre 6 y 20
soles (1,50 - 5 euros).
Agua y comida
Es fácil encontrar agua y comida a
lo largo de la ruta. Incluso en los
pueblos más diminutos el pollo
con arroz es omnipresente.
Visado
No es necesario tramitar el visado
para ir a Perú desde el país de salida. En el aeropuerto o en la frontera terrestre de llegada se tramita
sin problema alguno.
Vacunas
Aunque no hay ninguna vacuna
obligatoria, se recomienda vacunarse de fiebre amarilla y la rabia
según la zona que se visite.
Recambios
Es recomendable llevar recambios básicos de casa, aunque pueden conseguirse también en las
ciudades más grandes.
Mapas
Peru Travel Map 1:1,500,000 (International Travel Maps & Books ITMB).
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