9- Sector Servicios - Universidad Autónoma de Madrid

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TEMA 9:
EL SECTOR SERVICIOS ESPAÑOL.
1. LA TERCIARIZACIÓN DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA
En general, el fenómeno de la terciarización económica discurre paralelamente
al progreso socioeconómico de los países, y supone la progresiva transferencia
de población activa del sector primario al secundario y de éste a los servicios
(sector terciario), conforme a la Ley de Petty-Clark. De este modo, son las
actividades de servicios las que lideran el proceso de desarrollo económico de
una economía moderna como la española.
En España el proceso de terciarización de la economía ha sido muy rápido. El
Plan de Estabilización de 1959 favoreció la reindustrialización del país,
provocando un intenso fenómeno migratorio interno del campo a la ciudad, de
tal magnitud que no todos los activos encontraron empleo en la industria,
debiendo dedicarse a actividades de servicios, esencialmente básicos, como el
comercio, la restauración y hostelería, etc. La concentración de población en
los núcleos urbanos y la creciente complejidad de sus estructuras productivas
posibilitó
la
proliferación
de
nuevos
servicios,
necesarios
para
el
funcionamiento de las aglomeraciones urbanas y el normal desenvolvimiento
de la actividad productiva, desarrollándose una amplia gama de actividades
terciarias, aparte de las ya mencionadas, de tipo financiero, inmobiliario,
educativo, sanitario, legal, de transporte y comunicación, de ocio…
Durante el largo ciclo depresivo de la economía española entre 1973 y 1984, la
destrucción de empleo industrial llevó a muchos desempleados a emprender
iniciativas personales, creando pequeñas empresas de servicios: comercios,
bares, servicios de taxi, servicios profesionales…, mayoritariamente en régimen
de autónomo.
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El modelo de Estado de las Autonomías, recogido en la Constitución Española,
supuso un crecimiento de la Administración Pública, rama de actividad terciaria
que presta servicios a los administrados en materia de regulación de las
actividades sanitarias, educativas, culturales y otros servicios sociales,
regulación de la actividad económica, asuntos exteriores, defensa, justicia,
protección civil…
Con el ingreso en las Comunidades Europeas, la apertura al exterior en pleno
proceso globalizador y el cambio tecnológico favorecido por la informática y las
nuevas tecno logías de la información y las comunicaciones, se ha consolidado
la terciarización de la economía española, alcanzando niveles de país
desarrollado. En la actualidad, en términos monetarios, producimos el doble de
servicios que de bienes agrarios, manufactureros,
energéticos
y
de
construcción conjuntamente.
2. DELIMITACIÓN Y CLASIFICACIÓN DEL SECTOR SERVICIOS ESPAÑOL
El sector terciario está compuesto por las siguientes ramas de actividad de
servicios, de modo resumido:
Ø Comercio; reparación de vehículos de motor, motocicletas y ciclomotores
y artículos personales y de uso doméstico.
Ø Hostelería.
Ø Transporte, almacenamiento y comunicaciones.
Ø Intermediación financiera.
Ø Actividades inmobiliarias y de alquiler; servicios empresariales.
Ø Administración pública, defe nsa y seguridad social obligatoria.
Ø Educación.
Ø Actividades sanitarias y veterinarias; servicios sociales.
Ø Otras actividades sociales y de servicios prestados a la comunidad;
servicios personales.
Ø Actividades de los hogares.
Ø Organismos extraterritoriales.
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La Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE-93 Rev.1) las
recoge dentro de las Secciones G a Q respectivamente.
Se trata, en definitiva, de un conjunto de actividades heterogéneas, en mucha
mayor medida en el resto de sectores productivos. Por esta razón, se suele
recurrir a su clasificación o agrupación en categorías. Existen diversas
clasificaciones de las actividades terciarias, de las que destacaremos dos:
Ø La que distingue servicios de mercado y servicios de no mercado. En los
primeros, las transacciones se realizan con criterios mercantiles. En los
segundos son suministrados por el sector público gratuitamente o bien a
precios económicamente no significativos (transporte público, defensa,
sanidad, justicia, educación…). Cada vez es más común la prestación de
ciertos servicios de forma alternativa, por parte de entidades públicas o
de empresas privadas, caso de la sanidad, la educación, la seguridad…,
diluyéndose la tradicional frontera entre servicios de mercado y de no
mercado. El crecimiento de su demanda y la limitación presupuestaria de
las Administraciones públicas han explicado la mercantilización de estos
servicios tradicionalmente de no mercado.
Ø La que diferencia entre servicios estancados y servicios progresivos,
según el ritmo de avance de la productividad y su capacidad de mejora
tecnológica. Los estancados presentan una reducida productividad y
escasa
innovación
tecnológica.
Son
actividades
que
presentan
dificultades para reducir sus necesidades de mano de obra por unidad de
producto, sin que ello afecte a la cantidad producida o a la calidad del
servicio. Los progresivos registran avances significativos de productividad
a través de la creciente capitalización de su producción y la incorporación
de mejoras tecnológicas. Entre los primeros destacan las actividades
comerciales, de hostelería, de transportes, inmobiliarias y servicios al
hogar. Entre los segundos, los servicios de telecomunicaciones,
financieros y empresariales.
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3. VALOR AÑADIDO, EMPLEO Y PRODUCTIVIDAD
La aportación del sector servicios a la economía española en términos
nominales aumentó desde el 48,6% del VAB total en 1970 hasta el 66% a
mediados de los noventa, creciendo, desde entonces, de manera lenta y con
continuados altibajos hasta el 67,5% actual.
En términos reales, la contribución de los servicios al valor añadido de la
economía española ha crecido en torno a seis - siete puntos porcentuales en
las tres últimas décadas y media. A comienzos de los setenta representaba
entre el 60,5% y el 62,5% del VAB total y en la actualidad cerca del 68%. Esta
escasa variación encubre, no obstante, un cambio en la orientación de la
especialización productiva de un sector, como se ha visto tremendamente
heterogéneo, cuestión a la que dedicaremos el epígrafe siguiente.
La importante ganancia de participación del sector en la producción nominal,
muy superior a la experimentada en la producción real, viene explicada por el
continuado encarecimiento de los servicios, debido fundamentalmente a:
Ø La introducción de nuevas categorías de servicios en las formas de vida y
en los procesos productivos, caso de la informática, la sociedad de la
información y las comunicaciones, las actividades de investigación y
desarrollo y de estudios de mercado y publicidad…
Ø El desarrollo de los servicios de ocio y la generalización del turismo entre
la población española.
Ø Como se ha mencionado, la creciente prestación, por parte de la iniciativa
privada, de determinados servicios, tradicionalmente de no mercado,
como la educación, la sanidad y la seguridad.
Ø En cierta forma y, al menos en parte o bien temporalmente, los procesos
de desregulación emprendidos con el objeto de mejorar la eficiencia
productiva de ciertas ramas terciarias como las comunicaciones, los
transportes o el comercio.
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El sector servicios hoy en día emplea a casi dos de cada tres ocupados en
España, habiendo sido, en gran parte, el principal responsable del aumento de
la ocupación en los últimos 35 años. A comienzos de la década de los ochenta
alcanzó el peso emblemático del 50% de la población ocupada en el país, diez
puntos porcentuales por encima de la participación media del sector en el
mercado de trabajo nacional durante los años sesenta. La modernización e
internacionalización de la economía española, desde la adhesión a las
Comunidades Europeas, aceleró la ganancia de importancia laboral del sector,
superando el 60% desde 1994. Ha generado 6,7 millones de puestos de trabajo
entre 1986 y 2006, captando gran parte del empleo destruido por los sectores
primario y secundario durante la fase depresiva de comienzos de los noventa.
En la última etapa alcista del ciclo económico, iniciada a mediados de los
noventa, el sector servicios ha sido responsable del 73% de los casi siete
millones de empleos creados en el país entre 1996 y 2006.
De manera agregada, por el predominio de actividades terciarias básicas, como
el comercio, la hostelería o los transportes, el empleo del sector servicios
presenta, además, características como su baja cualificación o la elevada
temporalidad de las actividades vinculadas con el turismo…
La productividad aparente del trabajo del sector servicios no ha dejado de
reducirse
desde
1995
en
términos
reales,
tras
haberse
mantenido
relativamente estable entre mediados de los ochenta y mediados de los
noventa. Entre 1987 y 2006 ha disminuido a un ritmo anual del 0,8%. De este
modo, ha pasado de presentar una productividad notablemente superior al
conjunto de la actividad económica (26% por encima de la media en 1987) a
prácticamente equipararse con la misma (3% superior a la media en 2006).
Habida cuenta de la importancia cuantitativa del sector terciario, la caída real
de su productividad aparente del trabajo permite explicar el estancamiento y
disminución de la eficiencia productiva del trabajo español a lo largo de una
década de dinámico crecimiento económico.
Las principales causas que permiten explicar este fenómeno de pérdida de
productividad pueden concretarse en los siguientes puntos:
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Ø La especialización sectorial en actividades caracterizadas por una baja
intensidad en capital físico, tecnológico y humano y una elevada
intensidad en mano de obra no cualificada (distribución comercial,
hostelería, transportes, actividades inmobiliarias…).
Ø El escaso aprovechamiento de las posibilidades de modernización
ofrecidas por las nuevas tecnologías de información y comunicaciones.
Ø El reducido tamaño de las empresas, en especial de actividades tan
importantes en el sector como la distribución comercial y la hostelería,
que dificulta la consecución de ganancias de productividad mediante el
aprovechamiento de economías de escala.
Ø La persistencia de una acusada protección, a través de concesiones,
regulaciones o limitaciones, de gran parte de las actividades de servicios
y la débil y tardía penetración de la competencia internacional, pese a la
libre circulación de servicios facultada por la entrada en vigor del
Mercado Común Europeo en enero de 1993. Ello se ha traducido en que
gran parte de servicios se ofrezcan en condiciones de escasa o nula
concurrencia, dificultando el libre juego del mercado y sus posibles
beneficios como factor dinamizador en los procesos de modernización
tecnológica y organizativa de muchas actividades terciarias.
4. ESPECIALIZACIÓN PRODUCTIVA
Se ha producido una cierta reorientación de las actividades de servicios en
términos productivos, de manera que han perdido en participación relativa
sobre el valor añadido del sector las actividades comerciales, de hostelería y
transporte en beneficio del resto de ramas terciarias, en especial de las más
dinámicas, caso de las telecomunicaciones o los servicios empresariales, así
como de otras actividades como las inmobiliarias o los servicios de ocio. La
razón de esta reorientación tiene que ver con diversos factores, como:
Ø El crecimiento de la renta familiar, que permite dedicar una mayor parte
de la misma a actividades de ocio, nuevas opciones de comunicación y
servicios anteriormente prestados de forma pública (sanidad, educación,
seguridad)…
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Ø Los cambios sociales y económicos (la creciente urbanización, el mayor
nivel educativo, la incorporación de la mujer al mercado laboral, la propia
globalización socioeconómica…) y sus efectos sobre las pautas de vida,
de modo que para satisfacer las necesidades actuales de la población se
requieren de más servicios educativos, sanitarios, culturales y de
entretenimiento, de comunicación... Todo esto repercute en la demanda
final.
Ø El Creciente uso de servicios intermedios por parte de las unidades
productoras, con el consiguiente desarrollo de servicios informáticos, de
consultoría y asesoría, de publicidad y estudios de mercado, de
investigación y desarrollo, financieros…
El mayor peso del sector sigue, no obstante, recayendo sobre el comercio y
reparación, las actividades inmobiliarias y de alquiler, el transporte y la
hostelería, pese a que el mayor crecimiento real ha sido el experimentado por
las actividades de investigación y desarrollo, recreativas, culturales y
deportivas, de telecomunicaciones y, en especial, informáticas, así como por
las propias actividades inmobiliarias, por causa del último boom residencial.
Desde un punto de vista geográfico, destaca la concentración del sector
servicios en las regiones más desarrolladas del país, en las grandes capitales y
en las principales áreas turísticas de la costa mediterránea y los archipiélagos.
La Comunidad de Madrid es el principal núcleo de actividad terciaria del
territorio español, generando el 20% del VAB y el 17,5% del empleo del sector
servicios nacional.
5. PROCESOS
DE
DESREGULACIÓN
DE
LAS
ACTIVIDADES
DE
SERVICIOS: TRANSPORTES, TELECOMUNICACIONES...
Como se ha dicho, el sector servicios, en general, se ha caracterizado por estar
ampliamente intervenido y regulado, mediante:
Ø La prestación pública de servicios en régimen de monopolio (Véanse, los
casos de RENFE, IBERIA, Correos, Telefónica en el pasado).
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Ø El otorgamiento de concesiones administrativas (autopistas de peaje,
estaciones de radiodifusión y televisión, transporte de viajeros por
carretera…) y el establecimiento de otras limitaciones o barreras a la
entrada de nuevas empresas, como las licencias de implantación
comercial, para grandes superficies, farmacias, estancos, kioscos… o de
telefonía móvil, de servicios de taxi.
Ø La aprobación de normativas reguladoras de la actividad sumamente
restrictivas. Las más frecuentes tienen que ver con las tarifas y los
horarios.
La justificación de esta regulación e intervención pública se ha encontrado
tradicionalmente en la existencia de fallos de mercado (competencia
imperfecta, existencia de grupos de interés y poder, información imperfecta,
externalidades) en un gran parte de actividades terciarias, así como la
condición estratégica que para la economía nacional tienen distintos servicios
esenciales
(como
los
transportes,
las
comunicaciones
postales,
las
telecomunicaciones, los servicios audiovisuales, ciertos servicios financieros,
etc.).
Ello ha dificultado, incluso impedido, el desarrollo natural de ciertos mercados,
provocando grandes ineficiencias productivas, manifestadas en precios
elevados, baja calidad y escasa variedad de los servicios prestados, retraso de
la modernización tecnológica y, por todo ello, reducida productividad.
Por esta razón y en el marco del Mercado Común Europeo, que establece la
libre circulación de servicios, se vienen acometiendo desde los años noventa
procesos de liberalización de distintos servicios, mediante la introducción o
intensificación de la competencia, acompañadas o precedidas de la
privatización de empresas públicas (Telefónica, Correos, Iberia…). Este
proceso de liberalización generalmente no ha estado exento de tensiones y
conflictos, al intervenir nuevos operadores y actuar con nuevas reglas.
A finales de la década de los noventa, entraron en vigor normas de
desregulación
y
se
modificaron
las
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legislaciones
sectoriales
para
la
liberalización de gran parte de los servicios en red (transporte, comunicaciones
postales, telecomunicaciones), con la introducción de la competencia en los
servicios telefónicos y de correo postal, la liberalización del tráfico aéreo o más
recientemente, a comienzos de 2005, la separación del negocio ferroviario
entre dos entidades empresariales públicas, ADIF (Infraestructura) y RENFE
(servicio) y la apertura a la concurrencia de nuevas empresas para la
prestación de los servicios de transporte de mercancías por ferrocarril.
No obstante, es preciso impulsar la reorganización de estos sectores y la
modernización de sus empresas, ya que en la mayoría de los casos aún no se
ha conseguido el grado de rivalidad empresarial que garantiza el correcto
funcionamiento de la competencia.
En el resto de los servicios, los progresos en la desregulación han sido
desiguales. Destacan aún las fuertes limitaciones al establecimiento, los
horarios, las rebajas y descuentos, etc. Existentes en la distribución comercial,
especialmente rígidas en los productos que cuentan con un canal específico de
distribución, caso de farmacias y estancos, sujetas a rigurosas licencias de
establecimiento y limitaciones en el precio de los productos y el margen de
beneficio de la actividad.
En el seno de la UE, no se ha consolidado el mercado único de servicios, a
causa de la persistencia de obstáculos jurídicos y técnicos para la implantación
en otros países comunitarios y para la libre prestación de servicios en los
diferentes Estados miembros. La Comisión Europea en febrero de 2004
presentó la propuesta de directiva sobre la libre prestación de servicios,
conocida como “Directiva Bolkestein”, cuyo objetivo era crear un mercado único
de los servicios para el año 2010. La fuerte oposición de los colectivos sociales
e incluso de Estados miembros interrumpió su proceso de aprobación
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6. EL SECTOR TURÍSTICO Y LOS SERVICIOS DE OCIO
Los servicios de ocio y turismo se han convertido en una necesidad, y en una
de las principales actividades económicas en las economías desarrolladas,
hasta el punto de que en países como España es la principal fuente de divisas
y el motor económico de muchas regiones. España, de hecho, es uno de los
líderes mundiales del turismo internacional, concretamente el segundo en
cuanto al número de llegadas turísticas (58,5 millones de visitantes en 2006, lo
que representa cerca del 7% del turismo mundial) y en cuanto a los ingresos
por turismo (Casi 41.000 Millones de Euros en 2006).
El turismo es un sector transversal, que agrupa la producción de servicios por
parte de distintas ramas de actividad terciaria (hostelería, transporte, comercio,
servicios de alquiler, servicios personales, culturales y de ocio, etc.), que son
adquiridos por una persona, residente o no, de viaje fuera de su entorno
habitual y en relación con dicho viaje. Por esta razón, el sector turístico no
aparece recogido entre las actividades de servicios de la CNE, ni dentro de la
CNAE. Sin embargo, se ofrece diversa información sobre el mismo, destacando
la denominada Cuenta Satélite del Turismo Español (CSTE), cuyo objetivo es
caracterizar el turismo desde un punto de vista económico, recogiendo un
doble planteamiento; de oferta y de demanda y que en España es elaborada
por el INE.
Según la CSTE, la demanda final de servicios turísticos representaría en 2005
el 11% del PIB nominal, nivel en el que se ha mantenido estable, con leves
altibajos durante lo que llevamos de década.
El modelo turístico español responde a un patrón de turismo de sol y playa
fundamentalmente, por lo que la mayor parte de la actividad turística del país
se concentra en la costa mediterránea y los dos archipiélagos, aparte de ciertos
centros turísticos urbanos, entre los que destaca Madrid.
Habida cuenta de la importancia turística internacional del país, el turismo
juega un papel estratégico en los flujos comerciales con el exterior, arrojando
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un saldo positivo de casi 27.500 millones de Euros en 2006, y aliviando en
parte, el acusado déficit por cuenta corriente que tradicionalmente presenta la
economía española.
El modelo turístico español se encuentra en una fase de estancamiento, por
cuanto los ingresos por turismo crecen muy por debajo de las llegadas de
turistas extranjeros, lo que supone un menor gasto medio por turista no
residente. Las causas se encuentran en:
Ø La pujante competencia de destinos emergentes alternativos en turismo
de sol y playa (Croacia, Turquía, Bulgaria, Marruecos, Túnez, Egipto…).
Ø Los problemas estructurales de la oferta turística española (Baja
cualificación de la mano de obra, reducido esfuerzo innovador y en I+D,
obsolescencia de las instalaciones…)
Ø La inadecuación entre la estructura turística española y las exigencias o
preferencias, en constante renovación, de la demanda, en especial, por la
reducida diversidad de las actividades turísticas y por el acusado
deterioro de la calidad ambiental de la costa española.
7. LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN Y LAS COMUNICACIONES
Las tecnologías y servicios informáticos y de telecomunicaciones (telefonía
móvil, Internet de banda ancha, sistemas de georreferenciación…) han
evolucionado de manera tan acelerada, condicionando las formas de vida y
producción hasta tal extremo, que solemos referirnos a nuestra época como la
era de la información y las comunicaciones. Vivimos en la sociedad de la
información y las comunicaciones (SIC). Ésta puede definirse como el estadio
de desarrollo social caracterizado por la capacidad de sus miembros
(ciudadanos, empresas y administraciones públicas) para obtener y compartir
cualquier información, instantáneamente, desde cualquier lugar y en la forma
que se prefiera.
Como toda economía moderna, España entiende el desarrollo de la SIC como
herramienta estratégica para mejorar la productividad y competitividad de la
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economía y situar al país en una posición de liderazgo en el entorno europeo
en los ámbitos social, político y económico. Con este objetivo, se ha constituido
la entidad pública empresarial Red.es y el Programa Nacional de Reformas
recoge como medida esencial de la Estrategia de Investigación, Desarrollo e
Innovación (INGENIO 2010), el Plan AVANZ@, para converger con Europa en
los principales indicadores de Sociedad de la Información.
Pese a los rápidos avances en la introducción de las tecnologías y servicios de
la SIC en los hogares, empresas y administraciones públicas españolas, aún
tiene que realizarse un importante esfuerzo para converger plenamente con la
media comunitaria, en especial en cuanto a la disponibilidad y uso de Internet
por los hogares, la disponibilidad de página web corporativa por las empresas,
la disponibilidad y uso de la Administración Electrónica por parte de las
empresas y el uso del comercio electrónico para vender y comprar. Ello
requiere un singular incremento del gasto en tecnologías y servicios de
información y comunicaciones en términos de PIB. En España en 2006 es del
4,61%, mientras que la media comunitaria es del 5,74%.
Aparte del desarrollo de la telefonía móvil, destaca la fuerte introducción de la
banda ancha en las conexiones a Internet, por parte de hogares y empresas,
situándose el país en valores similares a los medios en la Unión Europea.
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