La guerra en el espacio exterior

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La guerra
en el espacio exterior
Intervención
de E. Viélikov*
gante, que se suscitaría si ta l sistema en el espacio fuera ,viab le,
concierne, desde luego, a sus consecuencias mi litares y políticas,
~ado que los sistemas basados en tierra son a todas lu ces impracticables. Les daré mi punto de v ista personal al respecto.
LOS PROBLEMA$ TÉCNICOS
A
.
1
di~cutir el comp l ~jo problema de la militarizac ión del es-
pac 1o, deben considerarse dos temas principales.
El primero se refiere a la vigilancia militar desde el espacio.
Hay plena coincidencia en que esta activ idad es de crucial importanc ia como parte de los med ios nacionales de verificación.
Como tal, es una forma objetiva para investigar las quejas relativas
a las v iol aciones de los acuerdos. Es una activ idad esenc ialm ente
estabilizadora . Por tanto, cualquier arma antisatélite, ya sea que
se lance desde el espacio o desde cualquier otro lugar, tendrá una
influencia negativa sobre las negociaciones futuras y sobre la estabilidad del equilibrio estratégico.
El segundo punto abarca el desarrollo, la prueba y el posible
uso de armas destructivas en el espacio, para lo cual las armas
antisatélites lanzadas, desde vehículos espaciales pueden ser el primer paso práctico. Esa es otra de las razones por las cua les una
actividad antisatélite tendría una influencia negativa sobre las negociaciones para reducir el armamento.
Después de la vigi lancia por satélite, se puede tratar la importancia de las armas en el espacio en un contexto más general.
Este tema se discutió durante dos días en la Academia de Ciencias
de la URSS. Voy a escoger dos o tres de los problemas sobresalientes que se trataron allí. Primero, hay que aclarar de qué tipos
de armas espaciales estamos hablando. La atención se centra en
una defensa "global" con misiles antibalísticos (MAB). En ese caso,
la cuestión es saber si tal defensa es factible . La segunda interro• Miembro de la Academia de Ciencias de la URSS, Moscú. [Traducción
del inglés de Raymonde Deminieux .]
Se recogen las ponencias presentadas por dos científicos, uno soviético
Y otro estadounidense, en la Sesión Plenaria de la Trigésima Tercera
Conferencia Pugwash, celebrada en Venecia, del 26 al 31 de agosto
de 1983. Los textos se tomaron de la Pugwash Newsletter, vol. 21 ,
núm . 4, abril de 1984. Este órgano de difusión es una publ icación tri mestral del Consejo de las Conferencias Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales .
s preciso e~aminar dos ~s~~ctos de las posib ili dades técnicas.
Uno se ref1ere a la pos1bd 1dad de constru ir un sistema que
pueda destruir cohetes ba lísticos en la fase de autopropulsión de
su trayectoria y que sea casi 100% eficaz, requisito indispensab le
para que va lga la pena estab lece rlo. En la literatu ra en ci rcu lac ión se han presentado las especificacion es técnicas de un sistema basado en proyectiles convencionales que puedan destruir
misiles ba lísticos en la etapa activa de su trayectoria. Muchos de
los detalles de estos sistemas son todavía secretos; empero ,
ya hay suficiente información dispon ible para poder sacar conclusiones generales de util idad.
E
Sin embargo, otra posibi lidad son las armas de rayos de energía dirigida. El profesor Tsipis tomó en consideración diferentes
tipos de esas armas. Haré un comentario sobre una de el las, el
láser químico, que me parece el mejor ca ndidato para un sistema
emp lazado en el espacio. Un sistema de defensa MAB debe destruir cas i 100% de 2 000 m isil es en un tiempo relativamente bre~e: 100 segundos . ¿Cómo se puede hacer esto co n un rayo
laser? De¡ando de lado el prob lema muy rea l de la difusión del
rayo, me ocuparé aquí del que representa liberar suficiente energía por unidad de área de superficie de misil. Para hacer un blanco
con los proyectiles actuales se necesitan de 500 a 1 000 jou les
por cm 2 , pero si se eq uipa a los misi les para soportar un ataq ue
con láse r, los requerimientos podrían múltipl icarse por d iez.
Para mostrar los requisitos de un sistema MAB de este tipo,
tomemos como ejemp lo el que se dio a conocer en 1982 en una
revista de temas aeroespacia les. Dicho sistema consta de 20 estac iones, en una órbita relativamente baja de 1 700 km de altitud
de tal manera que en todo momento, cua ndo menos dos esta:
ciones cubran el territorio de donde se lanzan los misiles . Cada
estación debe, por tanto, ser capaz de destruir 1 000 misiles en
100 segundos, es decir, un a décima de segundo por tiro efectivo
suponiendo que cada disparo tuviera éxito . Una estación de est~
tipo, eq uipada con un espejo de 15 metro s de diámetro que se
pueda enfocar con una precis ión comparable a su límite de difracción , o sea del orden de 10- 7 radiantes, requeriría un consumo medio de energía cercano a 100 megawatts. Esta cifra es
optimista, si se toma en cuenta el posible endurecimiento de la
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comercio exterior, marzo de 1985
superficie de defensa de los mi sil es, además de que no es fác il
hacer en el espac io un gran telescopio cuyo espejo tenga un di ámetro supe ri or a unos cuatro metros. Un gigawart de potencia
sería qu izá más rea l. Li berar un gigawatt en una déc ima de segundo requiere de un láser quím ico con un rend imi ento energético de 100 jou les por gramo y un consumo de una tonelada de
combustible en un décimo de segundo; en otras palabras, 10
ton eladas por segundo . Si bien no hay razó n fundamenta l por la
cual este sistema no sea operab le ni se pu eda mantener la puntería
de 10- 7 rad ianes con este flujo de energía, se pued en aprec iar
los inmensos problemas que el lo implica. El sistema, au nq ue sólo
fuese capaz de destruir 2 000 mi sil es necesitaría 1 000 tone ladas
de combustible para cada una de las 20 estaciones. Ma nten er ta l
sistema, ya no es un p'rob lema de cientos o mi les sino de órdenes
de magnitud.
No es fáci l establecer el costo de se mejante sistema; sin emba rgo, coincidimos en ese ncia con las cifras estadounidenses qu e
lo sitúan en alrededor de un bil lón de dó lares. Esto nos da un
costo de 500 millones de dólares para la destrucción de un so lo
proyectil, lo que eleva al menos, por un orden de magnitud (d iez
veces) , el costo de los misiles actu ales. Como arm a, este sistema
evidentemente no es muy atractivo, pero desde luego no hay que
subestimar la inventiva humana, y si se está dispuesto a gastar mil
millones de dó lares, pueden esperarse algunas mejoras.
La situación se torn a todavía peor si se co nsidera los sistemas
en su tota lid ad. Los métodos defensivos siempre ha n estado a la
zaga de los ofensivos . Empeza r a desarro ll ar un sistema como el
que nos ocupa provocaría inevitab lemente un impu lso al desarro ll o de los meca ni smos ofensivos. Puesto qu e el costo de estos
últimos es menor, por un orden de magnitud, toda la situación
es mala.
Consideremos por ejemplo las propuestas estadounidenses actual es. Además de las qu e se refieren a la defensa del espacio,
tambi én ex isten las Scowcroft q ue consisten en proyectiles de oj iva
única, con bases terrestres distribu idas heterogé neamente en Estados Unidos. Esto entraña muchos problemas, ya que tal distribución exigiría mucho más de dos estaciones para la defensa.
H ay que considerar por otra parte el costo que imp licaría destruir un sistema espac ial de MAB. En primer lugar es necesario
local iza r un blanco en el espac io cuya posición cambia con el
tiempo. Después es preciso indentificarlo, enviar la información
a un centro de dec isión, em itir la orden de disparo, esperar el
resu ltado del mismo (lo cua l, pa ra los misi les, puede tomar un
tiempo cons iderab le) y, después de eva luar el efecto sobre el sistema espaci al, estar preparado para disparar de nuevo, si es necesa ri o. Todo ello exige un tiempo considerab le en señales, en particu lar si las distancias son muy grandes, digamos del orden de
3 000 a 5 000 km . El retraso no se debe al tiempo de vue lo, qu e
se rea liza a la velocidad de la luz, sino más bien a la tardan za
en su procesam iento . Por ej emp lo, existe un enl ace de televisión
entre Moscú y Ca lifornia. Puedo ver mi im agen retransmitida por
una panta lla de California con un retraso de 2 segundos. Desde
luego, un sistema mi litar sería mucho más ráp ido pero también
la informac ión a procesar sería mucho mayor.
Ya que, en este caso, la ofensiva consiste en un sistema en serie
que ataca a uno para lelo, el primero se rá capaz de destru ir en
,parte al segundo, haciéndolo muy vu lnerable. En teoría, es posible
concebir un a autodefensa para el sistema espacial, pero pensar
en modos de atacarlo podría ser más se nci ll o. Las sondas jupiter,
actualmente en estudio, son un ejemplo de sistemas extremada-
mente resistentes, pues requieren alrededor de "100 megajoules
por cm 2 . Aunque estas sondas cósmi cas son muy comp lejas, es
pos ible co nstruir co n relativa facilidad sistemas mono líticos metá licos tod avía más res istentes. Me parece que la form ulac ión de
conclu siones precisas no depende de los detalles del sistema ofensivo q ue se utilice para atacar la estación espac ial, pero se puede
predec ir con tod a segurid ad que esta última sería muy vuln erab le.
LOS PROBLEMAS POLÍTICOS
D
esp ués de esta discusión técn ica, debemos co nsid era r el aspecto político . ¿Cuáles serían las consecuencias si la construcción de ese sistema resultara téc nica mente posible? En prim er
lu gar, lo más probab le es qu e só lo podría enfrenta rse a cientos,
digamos a 500 mis iles balísticos interco ntin entales y no a mi les .
Por tanto, sólo podría consid era rse como parte de un a capac id ad
de primer go lpe ya qu e es a la vez muy agresivo y muy vulnerable.
No habrá oportunid ad de utiliza rlo a la defensiva porque el enemigo lo destruirá antes de que se pueda usar. Además, si di spusiera de tal sistema, sería mucho más se ncil lo sin croni za rlo con
un plan de ofensiva que tenga una capac id ad de prim er go lpe.
No creo, sin embargo, qu e estas cons ideraciones sea n muy prácticas porqu e la cuestión técnica es obviamente más importante.
Acaso la principal co nsecuencia práctica sea senc ill amente que
hasta la ilu sión de poder realizar este sistema pueda distraer nuestra atención d el desa rm e. Esta es la co nclu sión prin cipa l a la que
se puede llega r en relac ión co n cualq uier siste ma basado realmente en el espacio. Pu eden existi r diferentes puntos de vista pero
creo que todos, incluso Edward Tel ler, piensan que un sistema
parecido es impráctico si se opera desde un satélite o un sistema
en órbita. Esta es un a conclusión fund amenta l y espero que toda
la comunidad científi ca estará de acuerdo co n ell a porque, si no
hablamos al unísono, el problema puede evo lucionar en un a dirección equivocada.
Ex iste, d esde luego, otra pos ibi idad que no ha sid o estudiada
ta n a fondo y sobre la cua l no hay mucha inform ación publicad a.
Me refiero a la util ización del láser de rayos X. Necesitamos
discutir este asunto más ampl iamente; no estoy famil iarizado en
deta ll es con los mecani smos de esta arm a pero no creo que sea
fác il co ntruirl a. ¿Qué conclusión podemos sacar ele la discusión
anterior?, y lo qu e es más importante ¿cuá les serían las consec uencias en térm inos de las med idas prácticas a tomar por nu estro s
gobiernos? Vivimos en una época muy difíc il porque el gobierno
estadoun iden se no tien e deseos de negociar. Es hoy bien sab ido
que si se desea fortalecer la opinión pública para el rea rm e, hay
que detener las negociacion es adoptando un a posic ión que haga
cua lqu ier ac uerdo imposibl e. En estas circunsta ncias, no se
puede ser muy optim ista al respecto. Pero las negociaciones relativas al espacio exterior son mu y importantes y muy urge ntes
porq ue ya se han gastado cientos de mill o nes de dólares, lo que
habrá generado un movimiento irrefrenable, sobre todo en Estados
Unidos, y se rá muy difícil reve rtil o y aú n detenerlo .
En la actualidad existe un sistema basado en tierra y un sistema aerotransportado, si bi en ninguno de los dos es muy efectivo.
Estados Unidos probó el sistema basado en tierra pero los ensayos cesa ron en 1975 . Luego, por nu estra parte, hemos hec ho preparativos para un sistema aerotra nsportado más efectivo. Un paso
muy importante propuesto por nuestro gobierno entraña ría el cese
de cualqu ier avance en este se ntido y posteriormente ll eva ría a
la elimin ac ión de todo sistema antisaté lite. Un a prim era medida
debe ser nuestro compromi so de no tener ningún sistema de órbita
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an ti saté lite. Es un compromiso unilateral y, por tanto, sin problemas de negociación. Es un compromiso unilateral muy importante
porque en muchas publicaciones estadoun idenses, los altos funciona rios públicos enarbolan el argumento siguiente: la Unión Soviética nos ll eva la delantera y pondrá en breve armas antisatélite
en órbita. Decimos: no, nunca seremos los primeros en poner armas antisaté lite en órbita. Esto es muy importante.
Una segunda medida es una proposición para un acuerdo en
el sentido no só lo de no poner armas antisatélite en el espacio
smo de eliminar cualq uier arma antisatélite basada en tierra o aerotransportada .
Una tercera parte del plan es nuestra propuesta de prohibir
en el espacio cua lquier arma dirigida contra vehículos espaciales, o contra cua lqui er sistema aerotransportado o situado en la
superficie de la Tierra. Esta parte refleja el deseo de nuestro gobierno de cesar el avance de toda carrera armamentista en el
espac io.
El primer proyecto de convenio se propuso hace un año. En
el segundo proyecto influyero n en cierta medida, además de los
ministerios de Defensa y de Relacion es Exteriores de la URSS, las
discusiones con la comunidad cientrfica soviética.
Los profesores Garwin y Sagan enviaron una carta al respecto
al presidente Andropov, quien contestó que esta discusión debería de efectuarse también con los científicos estadounidenses. Creo
que el segundo proyecto rep resenta un paso ade lante; no sign ifi ca que esté exento de dificultades, pero por lo menos está sob re
la mesa de negociac iones. ~m uy importante proponer negociaciones en el foro de las Naciones Unidas pero, al mismo tiempo,
nuestro gob ierno no se opone a negociacione~ bilaterales con
Estados Unidos. Está-n abiertas todas las vías de negociación para
detener la carrera armamentista.
Por el momento, este importante asunto es más técnico que
militar o político. Estamos abiertos a la discusión y nuestro gobierno opina que éste es un asunto adecuado para los científicos. Que los científicos lo discutan y lu ego hagan propuestas científicas. Es por ello que los científicos soviéticos se interesan en
discutir este asunto tan a fondo como sea posible con sus homólogos estadounidenses . Por ello participamos en la elaborac ión
del segundo proyecto del convenio, pero esta mos dispuestos a
entablar discusiones paralelas con cualquier organización o grupo.
Creo que el tema es muy apropiado para el Movimiento Pugwas'h
que co nstituye un foro adecuado para una profunda discusión
cientrfica. D
1ntervención
de Jack Ruina*
n esta ponencia presentaré con brevedad mis opiniones sobre
la tecnología relacionada con la "guerra de las galaxias", como
se conoce en la actualidad este proyecto. También expondré mis
puntos de vista sobre los asuntos políticos que se relacionan con
todo esto.
E
• Profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT. [Trad ucc ión
del inglés de Sergio Ortiz Hernán.]
ALGUNOS ANTECEDENTES DEL MAB
A
fin de entender a cabalidad estos asuntos, creo necesario
conocer los antecedentes técnicos y políticos del misil ant ibalístico (MAB), tanto en Estados Unidos como en la Unión Soviética, y saber cómo llegaron estos países a concertar un tratado
para limitar estrictamente la instalación de dichos proyectiles.
En Estados Unidos se comenzó a trabajar en la tecno logía del
MAB desde el comienzo mismo de la era de los cohetes; en la
Unión Soviética ocurrió lo mismo. Sin embargo, muy pronto, es
decir, alrededor de 1959, quedó claro que esa tecnología era, para
usar un término co loquial estadounidense, una "perdedora". Con
esto quiero decir que se sabía de cierto que no lograría su propósito . No obstante, en Estados Unidos se gastó una gran cantidad
de dinero para construir esa clase de proyectiles: más de 300 millones de dólares an uales, equivalentes a más de 1 000 millones
en la actua lid ad. En ese entonces fue evidente para la mayoría
de los que trabajamos en este campo que las probabilidades resu ltaban adve rsas a la creac ión exitosa del MAB, por razones similares a las presentadas por el académ ico Viélikov en el caso
de un sistema de MAB instalado en el espac io. Dicho sistema, por
sí mismo, resultaba vu ln erab le y no podía funcionar muy bien
frente a medidas contrarrestadoras relativamente senci llas. Debía suponerse, desde lu ego, que el adversario tenía vo luntad y
competencia en asuntos tecnológicos y, por ell o, estaba capac itado para imaginar señuelos, medidas de interferencia y otros
recursos de penetración para superar el sistema MAB .
Debe aclararse, sin embargo, que aun la tecnología de aquella época permitía construir con facilidad un sistema de esa clase
que podría interceptar un solo vehícu lo que reingresara a la atmósfera o un pequeño núm ero de ell os que llegaran con ciertos
intervalos; nunca se puso en duda la posibilidad de hacerlo. Empero, se creyó que no valía la pena debido a la facilidad con que
podía superarse. Este supuesto es igu al al presentado por el académico Viélikov: si una parte insta la un sistema de MAB que es
tan fácilmente anu lable, enton ces la otra se asegurará, sin duda,
de hacer todo lo necesario para supera rlo .
Los defensores del MAB argumentan de esta manera : "si construimos tal sistema, aunque no func ione demasiado bien y sólo
detenga una fracc ión de los vehícu los de reingreso atacantes, es
posible que sa lvemos 10 millones de vidas en caso de una catástrofe nuclear". Ésta es una opinión difícil de contrarrestar, a menos
de que se seña le que no se salvaría vida algun a si la otra parte
reaccionara construyendo más proyectiles; en tal eventualidad,
se esta ría en una situación mucho peor frente a un adversario que
se excediera en su respuesta y construyera muchos más proyectiles, cosa que se inclinará a hacer, en vista del bajo costo de los
cohetes en comparación con el de un sistema de MAB.
Los partidarios de establecer en gran esca la un sistema de ésos
en Estados Unidos siempre fuero n derrotados en la instancia políti ca suprema. Todos los presidentes del país se pronunciaron en
contra de esas insta lac ion es, a partir del presidente Eisenhower,
el primero en ocuparse del asunto; la misma decisión adoptaron
Kennedy, Johnson y Nixon . Sin embargo, los dos últimos aprobaron una instalación limitada para propósitos distintos de la defensa de la población en una guerra nuclear en gran escala.
También resultaba claro que los soviéticos no tenían las mismas id eas sobre los MAB que los estadoun id enses. Ellos mostraron mucho mayo r interés en la co nstrucción de esos sistemas; comenzaron por in stalar uno en las cercanías de Leningra-
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do; después lo desmantelaro n y construyero n otro, de di seño d iferente, cerca de Moscú. A l parecer, en la Unión Soviéti ca hab ía
menos dudas sob re los méritos del MAB que en Estados Unidos.
En 1964, durante una reuni ón de Pugwash, ce lebrada en la
In dia, algunos estadoun idenses propus ieron a los sov iéti cos que
nin gun a de las partes const ru y•<!ra sistemas de MAB, con lo cual
ambas estaría n en mejor situación. La incrédula reacc ión soviéti ca
fue, en la época, que se trataba de una propuesta inmoral, porque " no pueden ustedes oponerse a que tratemos de protege r
a nuestro pueblo". Señalaron que " no nos preocupan sus sistemas
defensivos, más bien te nemos pánico por sus sistemas ofensivos.
¿Por qué, entonces, no deberíamos preocuparnos por estab lecer
defensa que nos protejan lo mejor posibl e?" Esta postura soviética
prosiguió durante varios años .
Se parecía mucho a lo que se esc uc ha hoy entre los principales dirigentes po líticos estadounid enses. Con excepc ión de que
se decía en ruso y 20 años antes, los argum entos era n casi los
mismos. Sin embargo, la opinión soviética cambió a fin es de los
sesenta y fue posibl e co ncertar un tratado que im puso severas
limitaciones a los MAB en ambas partes. Estados Unidos cometió
el error de in sta lar un sistema de ésos y de clausurarlo inmed iatamente después; los soviéticos co nservaro n sus in sta lacion es en
las ce rcanías de Moscú. Y, de hec ho, las han estado remendando
y modernizando desde. 1972, si bien sin rebasar lo que autoriza
el Tratado . A lgu nos c ree n que las están mejorando considerab lemente, pero yo só lo d ir ía que "juega n" co n ell as, puesto que el
Tratado prohíbe un fortalec imiento importante. No obstante, varias
perso nas se sienten molestas en Estados Unidos por las actividades
que rea lizan los soviéticos en torno a los MAB y se preguntan:
¿Q ué se proponen? ¿Por qué invi erten en esos sistemas?
Inclu so en la época en que se firmó el Tratado de 1972, se
reconocía que defender si los reforzados de cohetes es muc ho más
fáci l, desde el punto de vista técn ico, que proteger ciu dades. En
un princ ipio, el propósito principa l de los MAB era la defensa de
los hab ita ntes, la indu stria y la herencia cultural de Estados U nidos. Después se dieron cue nta de que un im portante pape l de
los proyectiles de defensa era proteger la capac id ad nucl ea r de
represa li a, y esta protecc ió n, que no pretendo examin ar aq uí desde el punto de vista estratégico, se convirtió en un objetivo mili tar básico . Proteger in sta lac iones de cohetes es una tarea mucho
más fácil que defender ci udades debido a que só lo es necesario
cu idar pequeñas zo nas muy próx im as a los sil os y el sistema es
útil aunque no sea perfecto. Puede muy bien tratarse de un sistema
margin al que de todas maneras tiene utilid ad militar.
A lgunos negoc iadores estadounid enses, participantes en las
conversaciones para limitar las arm as nucleares estratégicas (SALT),
deseaban inc luir en el Tratado algunas cláusu las que permitieran
la defensa de los proyectiles y no la de las c iud ades. Resu ltaría
paradójico que se creyese que los interesados en el control de
las arm as desearan proteger misiles y no personas. No obsta nte,
la propuesta se discutió con los soviéticos, aunqu e la decisión consistió en no plantearse ese objetivo. Los soviéticos no se mostraron
especia lmente interesados y tampoco fueron muchos los estadounid enses que defend ieron esa idea. Es muy d ifíc il distinguir un
sistema de MAB que só lo pueda defender silos de otro destin ado
a proteger ciudades.
De todas maneras, tenemos en la actualid ad un Tratado que
li mita a ambas partes a una so la insta lac ió n de MAB; sin embargo,
Estados Unidos no tiene ninguna, en tanto que la Unión Soviética
persiste en su propósito de modificar y modernizar la que posee.
LA EVOLUC IÓN DE LA TECNOLOGÍA DE
LOS MAB DESPUÉS DEL TRATADO DE 1972
E
se co nve ni o autorizó las actividades de ID re lacionadas con
los proyecti les antiba lísticos. Después de firmarse ese documento, Estados Un idos disminuyó su esfuerzo en ese sentido,
según los dólares gastados y la c lase de perso nas dedicadas a trabajar en ese campo. Los gastos en el programa estadounidense
fueron de alrededor de 200 mill o nes de dólares al año, lo que,
en términos de las cifras manejadas en la Conferencia Pugwash,
difícilmente parece un a sum a pequeña, pero es minú scul a en
re lació n con las magnitudes de los presupuestos de defensa de
Estados Unidos y la Unión Soviética.
El programa estadoun idense se co ncentró en mejora r la defensa co ntra los proyecti les ba lísticos a fin de proteger sus si los
de cohetes interco ntin entales. Se renun ció, debido a razones técnicas, a la posibili dad de defender ciudades en vista del alto grado
de prec isión necesario y de la fac ili dad con que se pueden apli car
medidas que contrar resten la defensa. El grueso de la activid ad
se dedicó a desarro ll ar rada res e intercepto res de tamaño reduci do destin ados a proteger pequeñas in sta lacio nes reforzadas, con
la idea de que alguna vez sería deseable di spo ner de un sistema
de ese tipo .
Según los informes estado unid enses, el esfuerzo soviético de
esa época aún se dirigía a los MAB, a fin de proteger grandes zonas
y ciud ades. La construcción y prueba de rada res, interceptores
y otros artefactos se d iri gió a la defensa en esca la muy grande,
en tanto que Estados Unidos insistía en prosegu ir el curso señalado
en el párrafo ante rior.
Durante toda esa época, desde el com ienzo mismo de la defensa antibalística, mu chos técnicos supieron que la investigac ión
convenc iona l en torno a los MAB, que depende de rada res y de
proyectiles de intercepción, no parecía muy prometedora; por ello
buscaron maneras "exóticas" de reso lver el problema. En los primeros días de los MAB se propuso en Estados Unidos -y estoy
seguro de que también en la Un ión Soviética- el uso de rayos
de partículas atóm icas como recursos que podían se r útiles para
derribar ve hícu los de reingreso. La supuesta ventaja de tales rayos co nsi ste en la posibi lidad de hace r esa tarea con mayor rap idez, de suerte que sería posible destruir más de esos proyecti les
por un idad de tiempo, que con otros procedim ientos. Tambi én
se propuso el empleo de rayo s de mic roondas. En Estados Un idos se planteó un proyecto, por fortu na no muy grande, para usar
esas ondas co n la fina li dad de destruir ve hícu los que reingresaran a la atmósfe ra. Durante todo ese t iempo se consideraron métodos exóticos co mo los mencionados; ahora sabemos qué tan
descabell ados e inconvenientes eran algunos. Mi argumento principa l co nsiste en que el emp leo de armas de rayos no es un a id ea
nueva, au nq ue en ju stic ia debe dec irse que la tecno logía actua l
perm ite co nsiderar esa clase de armas como algo más prom isorio
que antes.
Desde que se firmó el Tratado sobre los MAB, se informó en
Estados Un idos que los soviéticos trabajaban con mu cho empeño
en la creac ió n de rayos láse r de altaenergía para fi nalidades mi li tares y que su programa era mu cho mayor que el estadou nidense .
LA SITUAC IÓN ACTUA L
H
asta marzo de 1983, los dos países trabajaban en. la creac ió n
de rayos láse r de alta energía, así como en la de dispos iti vos re lacio nados con ell os, destinados a varios propósitos, tales
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como destrucción de satélites, defensa aérea y otros. Existen algunas d ificultades técnicas básicas pa ra util izar esos d ispositivos
en el caso de los MAB. Quizá pueda construirse con el tiempo
un artefacto que destruya uno o varios co hetes interco ntinentales
o vehículos de reingreso. Empero, está muy leja no el día en q ue
pueda disponerse de un sistema que funcione lo suficienteme nte
bi en como para proteger en contra de un ataque en masa.
Así, muchos de nosotros quedamos en ve rdad so rprendid os
cuando el presidente Reagan convocó, en ma rzo pasado, a la comunidad científica estadounidense para que apo rte los medi os
de hacer "impotentes y obsoletas" las armas nucleares. A unqu e
no ind icó en cuáles medios técnicos pensaba, quedó bastante cl aro que tenía en me nte el uso de tec no logías exóti cas, ta les co mo
las armas de rayos, entre otras . Su va li oso propósito de anul ar a
las armas nucleares exige no sólo un sistema perfecto de MAB,
sino también sistemas defens ivos perfectos contra otros med ios
de conducir las armas nucleares: aviones, proyectiles crucero, maletas, etcétera.
También existía la idea, que se man ifestó más ta rde, de qu e
Estados U nidos compartiría esa tecno logía con los soviéticos y co n
el resto del mundo; se añad ía q ue entonces pod ríamos todos constru ir esos sistemas perfectos y, en co nsecuencia, desmo ntar nu estros mis iles y otros sistemas nucl eares. Se volvería entonces a un
mundo estable porque, en caso de q ue una parte o la otra escondiese unos cuantos proyectil es, no te ndría importanc ia el hec ho
puesto que el sistema defensivo garantiza ría la protecc ió n. Así,
el mu ndo estaría li bre de la ame naza nu clea r.
¿Cómo puede algu ien oponerse a ese propósito? Los pa rtidari os
de esa idea llaman en su aux il io a la mo ral y señalan q ue es mucho más deseab le trabajar en la creac ió n de sistemas defensivos
q ue protej an a la gente, q ue desarro ll ar sistemas ofensivos qu e
la mate n. Es irón ico q ue la gente más inte resada en el pasado en
aumentar el poderío de las fuerzas nucleares sea a menudo la qu e,
de pronto, presenta los argumentos morales más vehementes para
apoya r los sistemas defensivos. Postu lan la estabi lidad estratégica
y arguyen que el mu ndo sería muc ho más estable si ambas partes
carecieran por completo de cohetes, o apenas tu vieran algun os,
y dispusiesen en camb io de defe nsas muy eficaces .
A lgun os defensores de las nu evas tec no logías pa ra los MAB,
d ice n: " bueno, ¿por q ué no hacemos el esfu erzo aunque la tecno logía no sea m uy prometedo ra?" Otros, optimi stas o bsesos de
la tecnología, op in an que ciertos sistemas q uizá no funcionen por
sí mismos, pero que es casi inco ncebib le q ue todos fa llen, con
lo cua l dan a entender que es casi seguro q ue algun o se desempeñe bien. Esta postura, debo decir, representa el pronósti co más
optimista que haya esc uchado sob re las posibil idades de estos
sistemas.
Son enormes los obstác ulos técnicos q ue se o po nen a los sistemas de armas de rayos, ta l como expresó el académico Vi élikov
y como afirmaron los doctores Ga rw in y Tsipis, en sus grupos de
trabajo . Primero se pensó en utilizar rayos láser q uímicos que trabajen en el rango infrarroj o; la atenció n se centra ahora en los
láser de o nda corta y, sobre todo en los de rayos X. Se ha info rmado que estos últimos obte nd ría n la energía necesa ri a medi ante
explosiones nu cleares, es dec ir, haría fa lta una bo m ba nu clear
para poner a funciona r el rayo láser.
Desde fines de los cincuenta, los científic os más prominentes
de Estados Unidos han dedicado sus esfuerzos, en una form a u
otra, a la creación de un sistema de rayos de partículas. Pese a
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esa dedicació n, no me pa rece muy prometedor ese camino, aunque reconozco que en los sup lementos dom inicales de nuestros
diarios, en los que se concede espacio a algunos asuntos se nsacio nales, se presenta este tema co n optimismo.
La atmósfe ra po lítica resu lta m ucho más amab le para los rayos de partículas, la rad iación infrarroja y la de rayos X, q ue la
atmósfera de nu estro p laneta. Todos estos rayos se enfre ntan a
co nsid erables dificultades pa ra propaga rse a través de ell a, cualesq ui era que sea n las co ndicio nes meteorológicas. Po r ell o, esos
sistemas deben func io nar muy po r arriba de la atmósfera. Si se
coloca la fuente de esos rayos en órbita, como un satélite, se hará
muy frágil y necesa ri amente se co mpo rtará co nfor me a las leyes
del movim iento de Newto n, q ue los líd eres po líti cos no pueden
cambiar, au nqu e sea n muy poderosos. Así, cualq uiera puede predec ir dó nd e estará esa fuente al d ía sigui ente, en la próxima semana o el año que viene, y por ello se vuelve extre madamente
vu ln erab le. Todo sistema in stalado en satélites com parte esta última ca racterística y aún algun os de los más fuertes pa rtid arios
de nu evos y exóti cos MAB afirman q ue los sistemas co n base en
esos c uerpos artificiales so n "perdedores" en cuanto se trata de
misiles antibalísticos. Si n emba rgo, ex iste otra pos ibilidad : hace r
que, a un a señala de alarm a, surj a in esperada mente un MAB de
rayos que destru ya el proyecti l balísti co intercontinental en cuanto
apa rezca a través de la atm ósfera. La ca ntid ad de tiem po di sponi ble para ello es certísima. (Según algunas estim acio nes, el tiempo
dispo ni ble es negati vo; inclu so algun os de los más entusiastas defensores de los nu evos siste mas de MAB ti enen d ificultades pa ra
manej ar el ti empo negati vo .) En el mejo r de los casos se d ispo ne
de un margen tem poral minú scul o. El docto r Ga rw in ca lcu ló las
necesidades de un sistema de propulsió n pa ra el MAB de apa ri ción súbita y concl uyó q ue el úni co sistema razonable sería aq uel
qu e estu viese co locado a mu y corta d ista ncia de l siti o de lanzamiento de un proyecti l balístico ataca nte.
Co n lo anterior surge un pro blema de ín dole puramente práctica. H asta ahora no ex iste la coo perac ió n mili tar necesaria pa ra
qu e las dos superpotencias permit ieran el emp laza m iento próx imo de un MAB frente al proyecti l interco ntin ental del adve rsa ri o.
No o bstante, se ría en verdad maravilloso qu e pudié ramos llega r
a un a situac ió n así.
El académi co Vié likov menc io nó un o de los problemas rea les
más graves. En el supuesto de q ue fuese pos ible co nstrui r un láser o cualquier otra arma de rayos q ue pud iese destruir un proyectil ba lísti co (y estamos m uy lejos de lograr inclu so eso), debe
dispo nerse de un sistema q ue detecte y siga todos los blancos en
un ambiente host il y qu e, a la vez, esté a pru eba de fa llas. Es casi
inconcebib le qu e pueda crearse un sistema de ese ti po co n cualqu iera de las tecnologías prop uestas hasta la fec ha.
Los pa rtida rios de este fantástico cam ino tecnológico han utili za do a menudo dos c lases de argumentos.
Segú n la pri me ra, si no es posible demostrar q ue determi nado
proced imie nto tecno lógico es in viab le, ento nces es posible y, de
hecho probab le, q ue tenga éxito. Esta afirmac ión co nstituye un
inju stifi cado salto lógico, que se invoca co n frec uencia explícita
o im plícitamente, y que encuentro d ifíci l de acepta r.
La segunda línea de razo namie nto es que la tecnología ha logrado "milagros" antes y, por tan to, todo lo que ahora parece
d ifíci l e imposible se logrará con el tiempo . He escuchado a algu nos políticos afirmar q ue sólo una cosa impide a Estados Unidos
-
comercio exterior, marzo de 19 8 5
la creac ió n de un MAB perfecto qu e proteja a sus habitantes: la
voluntad política. Tal confianza en la tec nología apenas se ju stifi ca
y debe acogerse con cuid ado porque proviene de gente que quizá
ha tenido muy poca parti cipació n directa en la investi gació n y
el cambi o téc nico .
PREOC UPAC ION ES SOBRE EL MAB
U
na de las prim eras se refi ere a la magnitu d de los rec ursos
qu e habrán de desviarse para con struir di c ho sistema: ce rca de 25 000 millones de dólares en Estados Unid os y, según suponemos, la mi sma ca ntidad en la Uni ó n Soviéti ca, cualqui era
q ue sea la fo rm a de medirl a. De nu evo, esta sum a es eno rm e si
se consid era según las norm as de Pugwas h, pero es dinero de
bol sillo si se compara con las erogac ion es de los programas de
defensa de las dos superpotencias. N o habrá una desviación co nsid erabl e de dó lares, a menos que en verdad se co mience a co nstruir un sistema operativo .
¿Y, qu é pasa rá con los recursos humanos? ¿Se apartarán de otras
acti vidades científicas y tec nol ógicas? De seguro, algunos téc nicos
muy capaces abandonarán sus tareas para dedica rse a estas otras,
pero no creo qu e ocurra un a mi gració n en masa de c ientífi cos
ca paces qu e se vayan a trabajar en la exóti ca ID de los proyectil es antibalísti cos . En lo person al, no pienso qu e la tec no logía
requerid a progrese tanto como para ga rantizar la constru cció n
de prototipos, qu e son la parte cara. Em prend er estudi os y ex perim entos de factibilid ad, pronunciar di sc ursos y presentar di agramas e imágenes para gui ar a los perpl ejos no son esfu erzos ca ros.
Y en eso consi ste el programa en la actu alidad . Las acti vid ades
verd aderamente ca ras (construir prototipos de si stemas) están aú n
muy lejos.
Otra de las preocupacion es se refi ere a la estabilid ad . Se teme
qu e si un a de las partes instala un sistema que se consid era capaz de dar protección total, enton ce s la otra dese ncadenará un
ataque nuclea r o, cuando menos, destruirá cuanto antes el sistema incompl eto, para evitar su efi cac ia pl ena. Esta manera de ver
las cosas encierra cierta lógica, pero la co nsid ero demasiado teóri ca y académi ca. Simpl emente no creo qu e un país co mi ence
un a guerra nuclea r sólo por temer a las con sec uencias de la in stalación de un sistema antibalístico. Tampoco creo que razones teóri ca s sobre la estabilidad pued an deten er la con stru cc ión de un
sistema verd aderam ente perfecto de defensa, en caso de q ue fu ese
factibl e. Y lo más importante, con esta fo rm a de razo nar se pretend e hacer creer en la posibilid ad de un sistema defensivo pe rfecto, la cual no admito en absoluto, en vi sta de las tec no logías
propu estas y de las medidas contrarrestadoras di sponibles.
Un terce r argumento en contra de intensifi ca r co nsiderabl emente la inve sti gac ió n y el desa rrollo de MAB, así como contra
la retó ri ca política qu e pueda acompañar a ese esfuerzo, es el
sigui ente: hacerlo, intensificaría enormemente la carrera arm amenti sta. Parece seguro qu e cada parte aum entará sus esfu erzos en
la medida en que la otra lo haga. Sin embargo, no creo que Estados
Unidos avance mucho en la creación de un sistema operati vo que
se base en las tecnologías propuestas hasta ahora, como tampoco
lo hará la Uni ón Sovi éti ca. De cierto, si los soviéti cos ven qu e
los estado unid enses hacen cosas, ell os harán más. Y tambi én de
c ierto, si los estadounid enses saben q ue aqu éll os constru ye n poderosos rayos láse r, químicos, de rayos X, etc., redo bl arán sus
esfu erzos. Empero, no comparto la idea de un a tremend a intensi fitac ió n de la ca rrera arm amenti sta, po r lo menos nada qu e se
parezca a la ya ocurrid a con la instalació n de sistemas ofensivos
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tales co mo los de ve hícul os de re in greso co n oji vas m últi ples, suce ptibl es de ataca r num erosos bl ancos .
Lo más preocupan te ace rca de la atenció n actu al a'los sistem as
de MA B es q ue revela un a erró nea com p rensió n de los asuntos
tec nológicos y nucl ea res en los niveles po lít icos más altos. En m i
opini ó n, hay aqu í un a pe ligrosa brec ha ent re los pro nósti cos de
los líd eres po líti cos y la rea lid ad de las arm as nu clea res y de las
posibilid ades tec no lógicas. Si desiguald ades simil ares en los pu ntos de vista se extendi ese n a otras pa rtes de la confro ntac ió n o
co m petenc ia nu clear, hab ría mu c ho qu e temer. No se trata de
qu e la ID prop uesta en to rn o a los proyectil es anti ba lísti cos, po r
sí mi sma, vaya a c rea r un a ca rrera arm amenti sta o cueste mu c ho
din ero, o haga al mundo más peligroso de lo qu e es. Lo preoc upante es qu e la ge nte esté tan alejada de las rea li dades tec nológicas y militares del prese nte, aunqu e reco nozco qu e pu edo estar
co m pletamente eq uivocado en cuanto a mi s estim ac io nes técni cas. ¿Có mo es posibl e fantasea r sobre un ac uerd o med iante el
cual se com parten sec retos de tanta significac ió n, cuando no se
ha podi do concord ar con los soviéti cos respecto a convenios re lativamente sencillos? No di sponemos de un a pro hi bició n completa
de las pruebas nu cleares ni de un SA LT 11 rati ficado . No estamos
de acuerd o so bre las red ucc io nes de los proyectil es. Se neces ita
un a gran im agin ac ió n para visualiza r un ac uerd o tal qu e si un a
parte deja de compartir apenas una pequeña fracció n de su tec nología de los MAB, la ot ra no se qu ede embarcada co n un siste ma
que só lo es eficaz en 90 %, en vez de 99% del de su opo nente.
Eso significa ría q ue 10% de los proyectil es interco ntin entales lograría llega r, co ntra 1% en se ntido inverso, cá lcul o maca bro e into lerabl e asim etría, ó rd enes de magnitud más all á de cualqui er
asim etría q ue las partes estarían d ispuestas a to lerar en sus fu erzas nu c lea res . Así, la id ea de qu e puede negoc iarse una serie de
co nve ni os para co mpa rtir la tec no logía de los MAB me parece ficció n pura.
Q ui ero co nc luir ex presa ndo mi co nvicció n de qu e los tem ores y las sospec has preva lec ientes en Estados Unidos sobre las acti vidad es e intenciones soviéti cas se exacerban mu cho por la mu y
dañin a po líti ca de sec reto de la URSS. Estos temo res se alim entan a sí mi smos en la parte estado unid ense : cada telescopio q ue
se detecta en la Unió n Soviéti ca -si se me permite traza r un c uadro dramático- alim enta, con algun a ju stific ac ió n, la sospec ha
de ser el prin cipio de un sistema a base de láser; cada cohete pu ede se r indicio de un nu evo y muy ava nzado proyectil balísti co
interco ntin ental. Só lo años después se averiguará qu é es lo qu e
rea lm ente pasa. Así, las personas qu e se mu estran más temerosas y preocupadas po r las acti vid ades soviéti cas ti enen gran c redibilid ad, en vista de las pocas pru ebas qu e pu eden presentarse
en contrari o .
El académi co Vi élikov y yo aca bamos de estar en un a reuni ó n
en la cual el docto r Tell er, co mo es su costumbre, depl o ró la
ex istencia del sec reto tanto en Estados Unid os co mo en la Uni ó n
Sovt éti va. No pretendo afirm ar que siempre concuerd o con el doctor Tell er. Sin emba rgo, no debe ser causa de so rpresa qu e a menud o exageremos nu estras preoc upacio nes sobre un país q ue es
el adversa ri o potencial de Estados Unid os y co n el cual se in siste
en lograr la pari dad nucl ea r y el qu e, a su vez, ejec uta un programa nu clear acti vo, pero nada reve la al respecto. El hec ho de q ue
en Estados Uni dos to do sea ab ierto y de qu e en la Uni ón Soviéti ca preva lezca la situ ac ió n opu esta afecta de manera poderosa la
di sposic ió n de los líderes y del pueblo estadounidense. El ficti c io
acontecimi ento de la "guerra de las galax ias" es un a consecue ncia de las po líti cas soviéti cas de sec reto. D
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