Movimiento obrero en Andalucía

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Movimiento obrero en AndalucÃ-a en las últimas décadas del s XIX y las primeras del s XX.
MinerÃ-a y conflicto social.
Lo que se ha dado en llamar <<movimiento obrero>> es, en verdad una superestructura de la división de la
sociedad de clases. En un momento dado, cuando se produce el divorcio entre el trabajador y los instrumentos
de producción, aquel no tiene más que su fuerza de trabajo que tiene que vender al propietario de los
medios de producción, llamado capitalista. Ese hombre que vende su fuerza de trabajo por un salario y al que
ya no pertenecerán los bienes por él producidos es el obrero en el estricto término de la palabra. Este
fenómeno se produce de modos diversos y a través de movimientos históricos complicados: la
acumulación primitiva del capital, el desposeimiento de campesinos de tierras que laboreaban, el paso del
taller artesano a la gran manufactura, etc. Al cabo del proceso histórico en que se van separando trabajador
e instrumentos de producción, aparece con perfil definido la clase obrera. El desarrollo de las fuerzas de
producción, los progresos cientÃ-ficos y técnicos, el comercio colonial en gran escala, etc. Han
constituido el motor propulsor de esa transformación.
Se es obrero o se pertenece a la clase obrera por razones objetivas independientes de la voluntad del sujeto,
incluso sin que éste tenga conciencia de ese fenómeno. AsÃ-, hay un primer perÃ-odo en que va
apareciendo la clase obrera sin que exista movimiento obrero; éste es necesariamente un fenómeno
posterior que se produce cuando tiene lugar el despertar de la conciencia de clase (Manuel Tuñón de Lara,
introducción a: Historia del Movimiento Obrero Español, M. Muñez de Arenas y M. Tuñón de Lara,
Editorial Nova Terra, 1970, pag. 13)
En este sentido, se entiende que, para explicar la existencia y desarrollo de un movimiento obrero en cualquier
parte del mundo, es necesario explicar previamente las condiciones objetivas que producen dicho movimiento.
Por tanto, para explicar el movimiento obrero en AndalucÃ-a es necesario explicar también las condiciones
que produjeron el surgimiento de la clase obrera (ya sea agraria o industrial) en el territorio andaluz.
La sociedad andaluza de siglo XIX se presenta a la historia como una sociedad de carácter
predominantemente rural en la que la mayorÃ-a de las tierras se encontraban en unas pocas manos nobles o
eclesiásticas. Esta situación que condenaba a la mayor parte de la población andaluza a vender su fuerza
de trabajo a cambio de un salario, trató de resolverse mediante las desamortizaciones por las que las tierras
de manos muertas pertenecientes a los municipios y a la iglesia serÃ-an vendidas. Sin embargo, la
paupérrima condición de los trabajadores del agro andaluz, hizo que estos no pudieran optar a la compra
de las propiedades desamortizadas. Quienes sÃ- pudieron hacerlo, fueron los propietarios de latifundios y
demás personas pertenecientes a las clases acomodadas que veÃ-an en la posesión de la tierra una forma de
escalar en la sociedad.
Por tanto, la condición de asalariado del campesino andaluz se acentuó gracias a las desamortizaciones
viéndose por otra parte privado de las tierras comunales pertenecientes a los municipios que habÃ-an sido
desamortizadas.
En otro orden de cosas, hay que mencionar la escasa mentalidad capitalista de la aristocracia terrateniente
andaluza que, por una parte, tardó en modernizar las explotaciones agrÃ-colas, y, por otra, no se preocupó
por industrializar el territorio andaluz (aunque caben destacar los intentos en la costa malagueña que más
pronto que tarde fueron olvidados por la competencia vasco−catalana, regiones dotadas de mejores
condiciones para la industrialización: cercanÃ-a de las minas de carbón asturianas, etc.) al estar imbuida de
la ideologÃ-a preponderante en el antiguo régimen que veÃ-a el trabajo (ya fuera este manual o intelectual)
como algo deshonroso y la posesión de la tierra como signo de prestigio social.
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AsÃ-, vemos nacer un proletariado agrÃ-cola que, viéndose despojado de la tierra y de los medios de
producción, tiene que vender su fuerza de trabajo para poder subsistir. Y, desde que este proletariado
agrÃ-cola toma conciencia de clase y actúa en consecuencia es posible hablar de un movimiento obrero en
AndalucÃ-a constituyendo el problema agrario una de sus bases más tradicionales (que llega hasta nuestros
dÃ-as).
En un primer momento, los campesinos andaluces unirÃ-an sus aspiraciones de reforma agraria a los
republicanos, pero, después del sexenio revolucionario, del estrepitoso fracaso de la primera república y
de la restauración monárquica, asÃ- como del fracaso de la sección española de la Internacional (FRE),
el Anarquismo entró en las conciencias de los obreros agrÃ-colas andaluces y, desde aquÃ- podrÃ-amos
iniciar una historia del anarquismo andaluz que dejamos por tener que versar ampliamente sobre el tema en
otro trabajo.
Sin embargo, es de destacar una excepción industrializadora situada al noreste de la provincia de Huelva:
aquÃ-, desde antiguo, era conocida la existencia de importantes yacimientos de cobre que habÃ-an sido
explotados en la antigüedad, pero que, desde tiempos medievales, constituÃ-an solo una actividad
productiva marginal dedicándose los habitantes de lo que hoy se conoce con el nombre de Cuenca Minera de
RÃ-otinto a las mismas actividades agrÃ-colas y ganaderas que el resto de andaluces de la época.
A partir de los años 40 del s XIX y hasta el año 1873 se sucedieron algunas empresas en la explotación
minera. Sin embargo, las labores extractivas y de transformación de mineral se mantuvieron en un segundo
plano hasta que, en 1873, un consorcio de capital mayoritariamente británico compró el suelo, el subsuelo y
el espacio aéreo de RÃ-otinto (Rio Tinto Company Limited; en adelante RTCL) . A partir de entonces, la
actividad minera se intensificó, se modernizaron las técnicas extractivas y la Cuenca Minera se convirtió
en destino migratorio ampliándose notablemente su población.
Con la llegada de la RTCL se produjo una proletarización de los habitantes de la cuenca minera que podrÃ-a
compararse con la sufrida por los habitantes de los grandes centros industriales europeos: La RTCL fue desde
entonces dueña y señora de la Cuenca Minera; las viviendas de los obreros, que vivÃ-an hacinados en
pequeñas casas adosadas, pertenecÃ-an a la empresa, que, además era quien controlaba el mercado local a
través de sus economatos; los guardiñas, la policÃ-a de la compañÃ-a, estaban por toda la geografÃ-a
de la Cuenca Minera controlando a la población y poniendo en conocimiento de la RTCL cualquier intento
subversivo de la misma Tal era el grado de control de la empresa inglesa sobre las vidas de los habitantes de
RÃ-otinto que, incluso llegaron a destruir el anterior emplazamiento de RÃ-otinto (donde los habitantes sÃeran propietarios de sus viviendas) para construirlo en otro lugar que le pertenecÃ-a a la compañÃ-a minera
(esto se debe también a la extremada cercanÃ-a de la explotación minera que hacÃ-a insoportable la vida
en aquel pueblo) quedando con ello todos los habitantes de RÃ-otinto bajo el control directo de la
todopoderosa RTCL. En los demás municipios integrantes de la Cuenca Minera, el poder que la
compañÃ-a ejercÃ-a sobre la población, aún siendo de importantes proporciones, fue más atenuado
debido a que en ellos, gran parte de las viviendas sÃ- eran propiedad de sus habitantes y, en consecuencia, no
podÃ-an ser desalojados en caso de ser despedidos y podÃ-an dedicarse a otras actividades distintas de la
minerÃ-a. (Esta es la causa de que todos los conflictos entre los mineros y la RTCL se fraguaran en Nerva y
no en RÃ-otinto, de que Nerva se independizara de Zalamea la Real en 1885 y, sobre todo, de que, desde
entonces, Nerva sea el municipio más populoso de la Cuenca Minera y donde se han concentrado más
servicios independientes de la minerÃ-a).
El inicio de la explotación intensiva de las vetas de cobre, trajo consigo también una lucha de poder entre
los caciques agrÃ-cola−ganaderos de Zalamea la Real y los recién instalados ingleses. Esta lucha fue una
constante hasta que, en 1888, llegó a su punto culminante.
Desde que la mina pasó a manos de los ingleses hasta el año de los tiros los obreros de RÃ-otinto no
tuvieron enfrentamientos sindicales de importancia, pero, en este año se produjo el primer conflicto obrero
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de importancia en las minas de RÃ-otinto, y con él la mayor masacre de nuestra historia contemporánea
hasta que, en el mes de agosto de 1936, las tropas sublevadas entraron en la Cuenca Minera y ejercieron sobre
ella una brutal represión que todavÃ-a es recordada por sus habitantes.
La RTCL, para las labores de separación del cobre de la pirita extraÃ-da en sus minas, utilizó una
técnica, que en Inglaterra habÃ-a sido prohibida hacÃ-a años. La técnica, llamada de calcinación al
aire libre, consistÃ-a en someter montones de 2m de altura de mineral a una calcinación durante 6 meses.
Esta técnica ya se venÃ-a utilizando en RÃ-otinto desde los años 40; sin embargo, el nivel extractivo que
impuso la RTCL, supuso que los campos de teleras (como se llamaba a los montones de mineral que se
calcinaban utilizando la leña de la Cuenca Minera) creciesen de forma espectacular y, ello, que la cantidad
de humo vertida a la atmósfera se multiplicara. Estos humos, con alto contenido en azufre, destruÃ-an la
vegetación, imposibilitaban la agricultura, hacÃ-a irrespirable el aire de los pueblos cercanos y llegaba a
pueblos muy distantes de la Cuenca Minera.
Ello, unido a las condiciones de vida de la población nativa, llevó a los obreros a unirse con los caciques y
agricultores de Zalamea en contra de la calcinación al aire libre y se produjeron los hechos del año de los
tiros: un manifestación partió de Zalamea y otra de Nerva para encontrarse en la plaza del Ayuntamiento
del antiguo pueblo de RÃ-otinto. AquÃ-, se produjo la matanza del Regimiento de PavÃ-a que serÃ-a
recordada por los nativos como el Año de los Tiros.
Sin embargo, como se ha dicho más arriba, el conflicto con la empresa minera, tenÃ-a otros tintes: en 1888,
los mineros de RÃ-otinto, tenÃ-an una serie de reivindicaciones de carácter sindical que no pueden ser
obviadas: los mineros querÃ-an cobrar los dÃ-as que la manta, (como se conocÃ-a popularmente a la capa de
humo que cubrÃ-a los pueblos de la Cuenca Minera los dÃ-as que el viento la empujaba en este sentido)
impedÃ-a trabajar (y que tenÃ-an que refugiarse en los montes cercanos a los pueblos para evitar los venenos
en forma de humo que asolaban a toda la comarca). QuerÃ-an que se regulase el trabajo femenino e infantil,
que la empresa se ocupase de los enfermos
Es necesario, al menos para el entender del que escribe estas lÃ-neas, desmitificar los sucesos del año de los
tiros y poner en valor las 2 caras de la moneda. Es decir, presentar estos hechos como lo que realmente
fueron: por una parte un choque de poder entre el cacicazgo agrÃ-cola−ganadero de Zalamea la Real y los
nuevos dueños de la Cuenca Minera: la burguesÃ-a industrial de origen inglés representada en las siglas
RTCL; y, por la otra, como el primer conflicto obrero importante de una zona que, en adelante, se
presentarÃ-a como la punta de lanza del movimiento obrero andaluz. Pero, sobre todo, es necesario
desmitificar el conflicto porque, presentarlo como la primera manifestación ecologista de la historia de
España es presentar una visión tan sesgada como poco realista de la realidad social de los mineros de
RÃ-otinto y de los agricultores y ganaderos de Zalamea la Real.
Por otra parte, en cuanto a las consecuencias del Año de los tiros, y del paso del Regimiento de PavÃ-a por
la Cuenca Minera, además del alto número de muertos y heridos, es de destacar que los mineros de
RÃ-otinto tardaron la friolera de 15 años en volver a enfrentarse a la todopoderosa Rio Tinto Company
Limited que, desde entonces, endureció cada vez más el yugo con el que mantenÃ-a atada a la población
nativa de la Cuenca Minera a pesar de adoptar una actitud paternalista (instauró escuelas públicas en las
que el anglicanismo era la religión oficial, construyó un hospital en el que tratar a los mineros
accidentados). Por su parte, la situación de poder de los Caciques de Zalamea la Real fue en continuo
detrimento. Sin embargo, el municipio zalameño siempre se situó de espaldas a la actividad minera, lo que
por otra parte, le ha beneficiado al afectarle la crisis y clausura de la actividad minera que ha azotado
fuertemente a las economÃ-as de los municipios más dependientes de la misma (Nerva, Minas de RÃ-otinto
y el Campillo).
En conclusión: los sucesos del Año de los tiros constituyen el paso de la Cuenca Minera de RÃ-otinto a
una nueva etapa marcada por el conflicto social que solo concluirÃ-a el 26 de agosto de 1936 cuando Nerva
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cayó en manos de las tropas fascistas siendo el último municipio onubense en caer en manos de los
sublevados. Esta nueva etapa iniciada en 1888 y acabada en 1936 está continuamente salpicada por distintos
conflictos entre los mineros y la empresa, huelgas de hasta un mes de duración, enfrentamientos entre
socialistas y anarquistas y, sobre todo por el nacimiento de una conciencia de clase que llevó al PSOE a
alcanzar la primera alcaldÃ-a de la geografÃ-a española al principio de la década de los 10 del siglo XX
(en Nerva, ya que, en los demás pueblos era la RTCL quien imponÃ-a a sus secuaces para que se hiciesen
cargo de los ayuntamientos).
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