TEORÍA MARGINALISTA DEL VALOR Y LA DISTRIBUCIÓN: ANÁLISIS CRÍTICO DE LAS CONTRADICCIONES ENTRE LA TEORÍA Y SU OBJETO DE ESTUDIO Eugenia Dinivitzer (UBA) INTRODUCCIÓN Desde sus inicios, la teoría marginalista del capital ha sido objeto de intensos debates tanto entre autores de corrientes de pensamiento alternativas como entre los propios autores de la mencionada tradición. Como claro ejemplo y resumen de ello, podemos recordar la crítica que le señala Shove a Hicks en su ´Theory of Wages´, ´Unfortunately, “capital” is not defined and we are not told how quantities of it (or indeed of labour) are to be measured, and similarly of “saving”´ (1966:264) Sin embargo, el debate que aquí nos concierne, por considerar que es en él en donde se formula una crítica interna decisiva sobre la teoría marginalista, es el de las llamadas ´Controversias de Cambridge´. Como señala Harcourt (2003), estas controversias fueron las últimas de las tres grandes del siglo XX, y se desarrollaron desde 1954, y por unos veinte años, entre autores tales como Robinson, Pasinetti, Sraffa y Garegnani por un lado, y Samuelson, Solow, Hahn y Bliss por el otro. Los problemas lógicos presentes en la teoría marginalista tradicional, señalados en las Controversias de Cambridge, se identificaron como ´reswitching´ y ´reverse capital deepening´. Más precisamente, Sraffa (1960) y Garegnani (1970) nos enseñaron cómo es posible que, respectivamente, una misma técnica productiva sea utilizada para diferentes niveles de la tasa de interés y que un cambio en ésta no genere la variación esperada en la utilización del factor capital (siendo este último efecto también válido para el factor trabajo y su precio de alquiler). En otras palabras, ambas ´paradojas´ consisten en contradecir los postulados de que, e.g., ante un incremento en la tasa de interés se comenzarán a utilizar más las técnicas trabajo-intensivas y se producirá una disminución en el uso de la cantidad de capital. El corolario de estas críticas es entonces evidente: si los fundamentos básicos en los que se apoya la teoría de la distribución marginalista se derrumban, también lo hace la teoría en su totalidad. Y el origen de estos problemas radica, como recién nos señaló Shove, en cómo definir y por ende medir el capital: si queremos considerarlo como una magnitud única (agregada) y homogénea, tal como lo hizo la teoría marginalista 1 , debemos considerarlo como un fondo de valor, concepción que claramente se requiere para poder construir, por ejemplo, las famosas funciones de producción agregadas. Si bien las primeras críticas formuladas en estas controversias se concentraron en la validez de la construcción de estas funciones (Robinson, 1953-4), el problema radica, como sostendremos, en una cuestión más profunda como es la forma de concebir el capital dentro del esquema marginalista tradicional. Sus (antagónicas) interpretaciones e implicancias serán el objeto del presente trabajo. Como resultado de las críticas recién mencionadas, la ausencia de los mecanismos necesarios para explicar de qué manera el sistema tiende al equilibrio (y así al pleno empleo de los recursos productivos) dejó en jaque al enfoque teórico mismo. Por lo tanto, las respuestas a estas críticas de parte de los defensores de la teoría marginalista no pudieron ser sino solo de dos naturalezas distintas: podemos encontrar aquellas que buscaron defenderla, y aquellas que, aceptando la crítica, plantearon un enfoque alternativo. Dentro del primer grupo, las respuestas fueron (y son) variadas. Por una parte, se alza la objeción respecto a la relevancia empírica de las críticas [Burmeister (2000), Stiglitz (1973)], en tanto que estas son reducidas a simples excepciones, como los bienes giffen en el caso de las leyes de la demanda. Esta objeción también es sostenida por Solow (1956) pero en el sentido de que las funciones de producción agregadas utilizadas para estudiar el crecimiento económico son lo suficientemente aproximadas, en tanto que la relación capital-trabajo se modifique suavemente, como para brindar una descripción satisfactoria del proceso económico. Por otra parte, existen críticas referidas a que, si el problema es de agregación, existe la posibilidad de poder construir mejores índices ´agregadores´ (Chapernowe, 1953-4). Otra respuesta 1 A excepción de Walras y Pareto. Sin embargo, y por esto mismo, analizaremos en detalle el sistema de equilibrio general teorizado por el primer autor y cómo se hacen presentes también problemas que requieren cambiar el propio concepto de equilibrio. frente a la errónea interpretación de que el problema radica exclusivamente en la función de producción agregada fue realizada por Swan (1956), en donde se propone solucionar el problema simplemente manteniendo el análisis económico en un nivel micro. Por último, la respuesta más paradigmática en defensa del uso de las funciones de producción agregadas fue la que provino de Samuelson (1962). Su respuesta a las críticas realizadas fue construir una ´función de producción subrogada´ en donde intentó demostrar que el uso de una función de producción en donde el capital figura en términos agregados, y se produce un solo bien, puede ser adecuado para describir una economía en donde ninguno de estos hechos son ciertos. Sin embargo, y como el mismo reconoció un tiempo mas adelante, su planteo solo es correcto en el caso de que efectivamente se produzca un solo bien. La respuesta del segundo grupo [Bliss (1975), Hahn (1982)], en cambio, consiste simplemente en una sola: si bien las críticas son correctas, estas no influyen en los modelos actuales de equilibrio temporal e intertemporal (como el modelo de Arrow-Debreu) debido a que estos no necesitan agregar el capital. Sin embargo, este debate aún no ha concluido, sino que muy por el contrario se encuentra latente y a la espera de nuevos aportes. Como señala Harcourt (2003), la falta de acuerdo en el significado de las críticas, y sus respuestas, ha dejado al descubierto el rol que juega la ideología en estas discusiones (y más aun cuando se reconoce el papel central que ocupa la teoría del capital en la ciencia económica), dejando el debate abierto e influenciado por esto último. El objetivo de este trabajo consistirá en demostrar cómo, a nuestro criterio, estas respuestas a las críticas no han podido ser concluyentes, y por ello mismo se destacará la relevancia actual del problema del capital en la teoría marginalista. Por una parte, se dejará en claro que el primer conjunto de respuestas no constituye una adecuada defensa de la teoría, en tanto que estas se dedican a defender un aspecto parcial (y mal interpretado) del problema, dejando por lo tanto lo central de la crítica intacta. Por otra parte, la relevancia actual se hará más presente aún cuando podamos comprender que los modelos hoy estudiados de equilibrio temporal e intertemporal nacieron como resultado de esta crítica, y que debido a esta directamente debieron cambiar su objeto de estudio. Por último, queremos destacar que la necesidad de comprender y estudiar este debate se hace imprescindible debido a que las explicaciones que se brindan actualmente, tanto académicamente 2 como a través de los medios de comunicación, dejan en claro que el aparato teórico presente por detrás de los argumentos presentados es el de la teoría marginalista tradicional. Como ejemplo de ello, ´…no va a ser posible continuar con las mejoras del salario real cercanas al 11% sino que éstas deberán acotarse a la distribución de las mejoras en la productividad industrial, si no se quiere perjudicar la estabilidad de precios y la generación de empleo industrial 3 . ´Suppose firms borrow to buy the capital (machines and factories) that they use. Then the higher the interest rate, the more firms have to pay out in interest each year from the earnings they receive from their investment. Thus, the higher the interest rate, the less the profits to the firm after paying interest, and the less it will want to invest. Conversely, a low rate of interest makes investment spending profitable and is, therefore, reflected in a high level of planned investment´ 4 . Como hemos mencionado, entonces, el esquema teórico actualmente presente por detrás de los argumentos presentados tanto en los medios de comunicación como académicamente responde al de la teoría marginalista tradicional. Por lo tanto, es este enfoque teórico el que analizaremos críticamente en el presente trabajo: primero, presentaremos las principales características de este enfoque, buscando dejar en claro cuales son los supuestos e implicaciones básicos sobre los que se sostiene esta teoría; en luego analizaremos cuales han sido los problemas básicos que le han surgido a los autores neoclásicos según la concepción del capital que creyeron conveniente adoptar y, finalmente, resumiremos las principales conclusiones que se derivan de lo desarrollado precedentemente. INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA MARGINALISTA O NEOCLÁSICA TRADICIONAL 2 Al respecto, puede observarse cómo en los más reconocidos manuales de macroeconomía se recurre a las funciones de producción agregadas, con su “K” medido en términos de valor. 3 Artículo publicado en www.ieral.com.ar el 30/04/2008. 4 ´Macroeconomics´ de R. Dornbusch y S. Fischer, Mc Graw-Hill, cuarta edición, pág. 115. Método u objeto de estudio Durante la última parte del siglo XIX se llevó a cabo la conocida ´revolución marginalista´, que tuvo como principales referentes a Menger (1871), Jevons (1871), Walras (1874), Bhöm Bawerk (1889), Wicksell (1893, 1901), Marshall (1890) y Clark (1899). Debido a los problemas presentes en la teoría clásica 5 , la base de este cuerpo teórico se constituyó como una alternativa respecto a aquel: es decir, se presentó una teoría cuyo objetivo principal fue determinar los precios relativos de las mercancías y la distribución del ingreso. La teoría marginalista tradicional, en tanto explicación alternativa, conservó el mismo ´método de largo plazo´ que habían utilizado los economistas del enfoque precedente. Mediante este concepto, entonces, el equilibrio de largo plazo neoclásico se asimilaba a aquel de ´posiciones normales´ de los economistas clásicos (Kurz y Salvadori, 1995). Lo que se procuraba aislar, de esta manera, eran todas aquellas contingencias que suceden día a día en el mercado con el fin de determinar aquel set de precios de equilibrio a los cuales la economía, en forma caótica y oscilante, debía tender en el largo plazo, asegurando así una correspondencia entre los precios teóricos y los efectivamente observados. Si bien el acercamiento al objeto se hizo bajo las mismas premisas metodológicas, la por entonces teoría emergente tomó como exógeno otro set de variables respecto a la teoría clásica. Así, mientras que los economistas clásicos intentaron explicar los precios relativos tomando como dadas (es decir, determinadas separadamente) a las condiciones técnicas de producción, al producto social (entendido como un agregado físico de mercancías) y al salario real 6 , los economistas neoclásicos tomaron como dato a las dotaciones factoriales, los gustos y las técnicas productivas disponibles. La elección de estas variables, para ambos enfoques, no fue arbitraria; en efecto, aquéllas eran vistas como variables persistentes respecto a las endógenas (Garegnani, 1990), o, alternativamente, como variables que podían permanecer fijas durante el período de análisis. En otras palabras, el ´método de largo plazo´, anteriormente mencionado, impone un único requisito a las variables exógenas, el cual puede ser definido de una doble manera. Por un lado, 5 6 A fines expositivos, incluimos dentro de los autores clásicos a Marx. En el caso de Sraffa, la variable distributiva exógena es la tasa de interés. las variables escogidas como exógenas deben ser relevantes para explicar a las endógenas. Por otro, la tasa de cambio de las primeras debe ser menor que la de las segundas, de forma de considerar a aquellas como fijas al explicar el movimiento y naturaleza de éstas. Esto no significa, sin embargo, que no se admita la posibilidad de que los datos exógenos se modifiquen, sino simplemente que su movimiento debe estudiarse en una etapa de análisis diferente, en la cual los mismos se vuelvan el propio objeto de estudio 7 . La modificación de las variables exógenas consideradas, respecto a la escuela clásica, nos indican el carácter ambicioso de la nueva teoría en surgimiento: no solo se buscó determinar los precios relativos de las mercancías, sino también la distribución social del producto entre capitalistas y trabajadores en una misma etapa de análisis 8 . A su vez, este objetivo de determinación simultánea de las variables fue acompañado por un tratamiento simétrico en la determinación de todos los tipos de precios (Kurz, 1990). En otras palabras, las curvas de oferta y demanda de los mercados no solo se supusieron válidas para la explicación de los precios relativos de las mercancías, sino también para la determinación de las variables distributivas. 7 Debido a la centralidad del rol del capital en la teoría, como luego mostraremos, es importante observar que el propio método u objeto de estudio impone la necesidad de considerar el capital como un factor homogéneo. En efecto, la alternativa obvia, consistente en definir la cantidad de capital simplemente como un conjunto de bienes de capital heterogéneos carecería de la persistencia necesaria durante el período de análisis, en tanto la composición de los medios de producción tendería a modificarse necesariamente durante el mismo período bajo estudio. Este problema, como veremos más adelante, es el que se le presenta a los modelos neowalrasianos. 8 Nótese que el ambicioso objetivo de determinación simultánea de todas las variables revela una de las características, ´defectuosas´, de la teoría marginalista. Ambos enfoques, clásico y neoclásico, aíslan la determinación de las variables exógenas a una etapa de análisis diferente. Ahora bien, en el caso de los clásicos estas variables son datos intermedios porque también son determinadas por la misma teoría, pero separadamente y por sus características históricas, al contrario de aquellas variables ´abstractas´ que forman el núcleo de la teoría (i.e., los precios relativos). En cambio, para los neoclásicos estas variables exógenas son datos últimos (no económicos) que contribuyen a determinar todo el sistema simultáneamente, haciendo abstracción total, por lo tanto, del carácter histórico de ciertas variables como el salario. En otras palabras, la teoría de la distribución, que en los clásicos es determinada por características históricas, en el caso de los neoclásicos es tan solo un caso particular de la teoría de los precios, abstracta y ahistórica. La centralidad que ejercen las curvas de oferta y demanda en el análisis marginalista, como mencionamos, hace necesario que estudiemos detalladamente cual es su significado preciso y qué implicancias genera en su esquema teórico. Siguiendo a Garegnani (1990), solo es posible llamar ´curva de demanda de capital´ a aquella que relaciona el capital con su remuneración cuando: 1) La curva de demanda de capital varía coherentemente con la curva de demanda de trabajo: si la demanda de capital decrece, dada la oferta de capital, la tasa de interés bajará y por la tanto los salarios se incrementarán. La única manera, entonces, de alcanzar un nuevo y estable equilibrio 9 será definiendo una curva de demanda de trabajo de pendiente negativa o, en otras palabras, la curva de demanda no debe presentar ´comportamientos perversos´ 10 (esta es la única manera de evitar conclusiones que estén en conflicto con los hechos observables, tales como que los salarios o la tasa de interés se apropien de todo el producto). 2) La forma de las curvas de oferta y demanda deben validar el concepto de competencia marginalista: debe haber suficiente flexibilidad en los salarios reales y la tasa de interés para que se asegure alcanzar un punto de equilibrio. En otras palabras, los trabajadores deben estar dispuestos a reducir sus salarios si desean conseguir empleo, y los capitalistas deben estar dispuestos a aumentar los salarios si desean contratar nuevos trabajadores. Ambas condiciones se deben reforzar y darse simultáneamente. En otras palabras, la pendiente negativa de las curvas de demanda de los 9 Nótese que es la lógica de comportamiento que establece la teoría la que determina la forma de las curvas de oferta y demanda, que implican que el equilibrio debe ser estable. Dicho de otra manera, un equilibrio inestable solo se podría concebir con otra forma de las curvas, lo que significaría que los cimientos mismos de la teoría se han derrumbado. 10 Es decir, la curva de demanda no debiera tener pendiente positiva. Nótese que si esto ocurriera, la pendiente de la curva de demanda de trabajo también será positiva: i.e., si ante un descenso de la tasa de interés la cantidad relativa de capital utilizada desciende (considerando la cantidad de trabajo utilizada constante), el necesario incremento en los salarios se verá correspondido por un incremento relativo de la cantidad de trabajo utilizada en la economía. factores debe caracterizarse, también, por una ´adecuada flexibilidad´ para la determinación de los salarios y la tasa de interés. Identidad y Diferencia: cimientos de la teoría La teoría marginalista, como hemos explicado, buscó una explicación alternativa de los precios relativos de las mercancías y la tasa de ganancia. Ahora bien, esta explicación consistió en determinar simultáneamente los precios de las mercancías, los precios de las variables distributivas y las cantidades de las mercancías producidas. Los precios de las mercancías se consideran determinados por sus costos de producción tanto por clásicos como por neoclásicos, pudiendo expresarse la ecuación de precios de la siguiente manera 11 : Pa = ( aia pi + a ja p j )(1 + r ) + wla Donde Pa es el precio de la mercancía a, aia pi es el costo del insumo i utilizado en la producción de a, a ja p j es el costo del insumo j utilizado en la producción de a, (1 + r ) es la tasa de ganancia o beneficios y wla es el costo de contratar mano de obra para la producción de a 12 . De esta manera, lo que marca la diferencia entre un enfoque y otro es que las variables distributivas se consideran dadas en la determinación de los precios en el caso de los clásicos y que, en cambio, en el caso de los neoclásicos se considera que se determinan simultáneamente con el resto de las incógnitas. En otras palabras, clásicos y neoclásicos buscaban determinar los mismos precios, lo que marca la diferencia entre un esquema y otro (y en donde, por ende, reside el carácter alternativo de la explicación marginalista) es en la naturaleza de la explicación de las variables distributivas y las cantidades de las mercancías producidas y su intento de determinación simultánea con los precios. 11 Nótese que, bajo ciertos supuestos como igualdad en la tasa de beneficios de cada bien de capital, de la ecuación (9) de Walras se deduce la presente de Sraffa. 12 Nótese que esta ecuación hace abstracción de que en el caso de Marx, junto con los autores clásicos, los salarios son pagados anticipadamente, y en el caso de Sraffa en forma ex post. La determinación conjunta de las variables endógenas, como hemos dicho, se realizó además de forma simétrica, en dos sentidos: primero, las curvas de oferta y demanda fueron válidas no solo para los mercados de cada mercancía en particular, sino también para los mercados de factores; segundo, en el sentido de que la remuneración a cada factor productivo fue determinada de la misma manera. Ahora bien, si analizamos ambos tipos de mercados más de cerca, podremos realizar algunas importantes observaciones sobre ellos: Precio Precio Oferta de capital Oferta de pan Demanda de pan Cantidad Demanda de capital Cantidad Como podemos ver, el primer gráfico correspondiente al mercado de bienes (e.g., de pan) presenta una curva de oferta horizontal, debido a que el precio es igual al costo de producción, y una curva de demanda con pendiente negativa 13 . Esto implica que el precio está determinado por la oferta y la demanda (cuya pendiente está determinada por la sustitución en el consumo) es la que determina las cantidades a producir. En cambio, en el gráfico correspondiente al mercado de factores sucede lo inverso: la curva de oferta es vertical (debido a que las dotaciones de factores son un dato) determinando por ello las cantidades y la curva de demanda tiene pendiente negativa (en este caso debido al proceso de sustitución en la producción) determinando por ello el precio. Lo importante a señalar, entonces, es que el proceso de sustitución (en la producción o en el consumo, según el mercado de que se trate) es el cimiento básico de la teoría marginalista, ya que es este el que determina la pendiente de las curvas de demanda y, por 13 Por razones expositivas, utilizamos el esquema de análisis parcial de Marshall de largo plazo, en donde se analiza la determinación del precio y la cantidad producida del bien (pan) ceteris paribus el resto de los mercados. ende, es por medio de este que se puede construir un mercado que asegure un punto de equilibrio único y estable. Sin el proceso de sustitución, el sistema en su conjunto carecería de sentido. Veamos cómo surge y opera, entonces, este proceso. La determinación de los precios de los factores productivos tuvo su origen en la generalización de la teoría de la renta ricardiana, postulando que no solo la tierra, sino también el trabajo y el capital estaban sujetos al principio de retornos intensivos decrecientes. De esta manera, en el esquema marginalista la remuneración a un factor de la producción pasó a estar determinada por su productividad marginal o, en otras palabras, su remuneración resultó de analizar como varía su escasez relativa, suponiendo el resto de los factores constantes. Así, la generalización de este principio, que aseguró la existencia de una relación negativa entre la cantidad demandada de un factor y su precio, se realizó teóricamente por medio del proceso de sustitución a través de dos vías diversas: en primer lugar, a través de la esfera de la producción, y luego también a través de la esfera del consumo. Si nos situamos en la esfera productiva, podemos observar que el principio de la productividad marginal decreciente muestra cómo se determinan los precios de las variables distributivas (i.e., tasa de interés, salario y renta) ante variaciones en la escasez relativa de los factores productivos, suponiendo en cada caso la dotación de los factores que no están bajo análisis como un dato. El principio de productividad marginal decreciente es posible si y solo si existen infinitas técnicas productivas susceptibles de reemplazarse unas a otras a medida que la escasez relativa del factor productivo bajo estudio se modifica. Como resultado de esto, podemos observar que se establece una relación inversa entre el precio y la escasez relativa de cualquier factor productivo. En otras palabras, la teoría de la distribución neoclásica tiene como pilar principal la escasez relativa de los factores, y ésta se desarrolla por medio del proceso de sustitución factorial directo que se lleva a cabo y que 14 de las respectivas curvas de determina la pendiente negativa demanda factoriales. 14 Podemos observar también que si la pendiente no fuera negativa, se llegaría al absurdo resultado de que es posible obtener cantidades cada vez mayores de producto con una, cada vez más, relativa baja utilización del factor que se considera constante. Por otra parte, la sustitución factorial se puede desarrollar indirectamente, por medio de la esfera del consumo. Aquí, el principio de la utilidad marginal decreciente, ´gemelo´ al principio antes mencionado, opera de manera equivalente de forma tal de generar un proceso de sustitución factorial por medio de variaciones en el consumo (y por medio del cual se determinan, como hemos señalado, las cantidades producidas). La pendiente negativa de las curvas de demanda factoriales queda asegurada también, de esta manera, mediante el proceso de sustitución en el consumo. La sustitución entre bienes recién explicada, entonces, nos permite observar cómo se asegura la sustitución entre factores aún en el caso de que no exista una sustitución directa, y sin necesidad por lo tanto de asumir la productividad marginal de los factores (aunque sí se debe asumir el principio de utilidad marginal decreciente). En conclusión, el análisis precedente nos deja en condiciones de observar cómo ambos tipos de sustitución (directa e indirecta) se refuerzan uno a otro otorgándole mayor elasticidad (negativa) a la curva de demanda. Ahora bien, debido a que ya hemos destacado la importancia del proceso de sustitución para determinar la pendiente de las curvas de demanda de factores, y por ende para el análisis marginalista en su totalidad, debemos dejar en claro que relación existe entre este proceso y el tipo de concepción del capital que la teoría marginalista debe necesariamente adoptar. Siguiendo a Garegnani (1990), usualmente se considera que el proceso de sustitución se realiza en términos de ´proporciones´ y no de ´tipo´, al contrario de lo que efectivamente sucede en la realidad. Esta observación no es menor, ya que una teoría que se sustente en el proceso de sustitución deberá adoptar una concepción del capital en cuanto fondo de valor, que permita modificar su composición de acuerdo a las necesidades productivas, y no deberá considerarlo como un conjunto dado de bienes de capital heterogéneos. Es decir, una teoría rigurosa que se base en el proceso de sustitución debe adoptar una concepción del capital coherente con ella, esto es, el capital entendido como un fondo de valor. En la sección del presente trabajo dedicada a los modelos neowalrasianos se comentarán las implicancias de este problema. Como podemos ahora observar, este ambicioso sistema neoclásico se encontró desde sus inicios con problemas que refieren al factor ´capital´. Como expondremos, estos problemas son de tal importancia que dejarán sin fundamento a los postulados básicos de esta teoría y, por lo tanto, a la teoría misma en su conjunto. Por lo tanto, y modo de cierre de la presente sección, debemos tener en claro las características principales del mercado de ´capital´ marginalista: 1) La curva de oferta de capital debe estar determinada independientemente de las variables distributivas. En efecto, como en cualquier otro mercado de factores, es necesario conocer la dotación del factor previamente a determinar su precio, que en este caso es, casualmente, la tasa de interés. Sin embargo, este requisito impone la necesidad de considerar al capital como un conjunto de bienes de capital heterogéneos (concepción que a su vez entra en conflicto con la necesidad de obtener un único precio del capital) y no como un fondo de valor, dado que si se opta por la última definición la condición de independencia de la cantidad respecto de su precio no podrá ser cumplida. En lo que sigue, esto será señalado como el problema ´del lado de la oferta´. 2) La pendiente negativa de la demanda de capital queda determina por el proceso de sustitución factorial, como anteriormente se explicó. Sabemos entonces que, si la pendiente de la curva de demanda no es negativa, el proceso de sustitución dejará de tener sentido y esto invalidará la propia teoría de la distribución marginalista. En lo que sigue, esto será señalado como el problema ´del lado de la demanda´. LAS TEORÍAS DEL EQUILIBRIO GENERAL Los sistemas de equilibrio general marginalistas presentan problemas cuya raíz se encuentra, como hemos mencionado, en la concepción del capital que se adopte. Desde un punto de vista, el capital es una cantidad dada (exógena) de un conjunto de bienes de capital heterogéneos. Desde otro punto de vista (compartido por la casi totalidad de autores de este enfoque), el capital es considerado como ´un único factor´ y por lo tanto medido como un fondo de valor que admite cambios en su composición (es decir, el capital tiene un monto de valor determinado exógenamente y una composición determinada endógenamente). El primer punto de vista fue seriamente desarrollado por Walras, y el segundo punto de vista por Wicksell. Como hemos explicado en la Parte A de este trabajo, es esta última concepción del capital la que debe ser adoptada por la teoría marginalista para que esta sea consistente con sus propios postulados. Sin embargo, y como expondremos a continuación, son los problemas inherentes que surgen de esta concepción del capital en la teoría marginalista tradicional los que explican que actualmente se opte por construir teorías de equilibrio general a partir del primer punto de vista mencionado. No obstante, esta última opción también presenta problemas que ya se habían comenzado a manifestar en la teoría de Walras y que marcan serias limitaciones a las nuevas teorías desarrolladas. Es evidente, entonces, que conocer los problemas que se le presentaron a los viejos autores marginalistas es el camino necesario a seguir para comprender el surgimiento y alcance de los nuevos modelos neowalrasianos o, en otras palabras, el estado actual de la teoría económica. El sistema de Wicksell La teoría de la distribución marginalista se sustenta en las curvas de oferta y demanda, siendo sus formas (y sus implicancias) los cimientos mismos de la teoría. Ahora bien, hasta el momento podemos apreciar como estas condiciones son de carácter general en tanto que se refieren a todos los factores de la producción por igual. Sin embargo, es el propio estudio de los modelos marginalistas el que nos permite detectar el carácter singular del capital, en tanto que se admite desde un comienzo la necesidad de medirlo independientemente de sus características físicas. El modelo de equilibrio general de Wicksell parte de la certeza de no poder considerar al capital como un conjunto de bienes de capital heterogéneos dados. Como él mismo reconoce: ´Whereas labour and land are measured each in terms of its own technical unit…each particular capital good is measured by a unit extraneous to itself. However good the practical reasons for this may be, it is a theoretical anomaly which disturbs the correspondence which would otherwise exist between all factors of production. The productive contribution of a piece of technical capital, such as a steam engine, is determined not by its cost but by the horsepower which it develops, and by the excess or scarcity of similar machines. If capital also were to be measured in technical units, the defect would be remedied and the correspondence would be complete. But, in that case, productive capital would have to be distributed into as many categories as there are kinds of tools, machinery, and materials, etc., and the unified treatment of the rôle of capital in production would be impossible. Even then we should only know the yield of the various objects at a particular moment, but nothing at all about the value of the goods themselves, which it is necessary to know in order to calculate the interest rate, which in equilibrium is the same on all capital´ (1935: 149). En otras palabras, es necesario considerar al capital como un ´único factor´ y por ende como una magnitud de valor para obtener un único precio del capital, derivado a su vez de un único mercado de capital 15 . Por otra parte, la concepción del capital como un conjunto de bienes de capital heterogéneos no es acertada cuando uno reconoce que en un contexto de largo plazo, el ajuste del sistema hacia el equilibrio lleva tiempo, por lo que la composición del capital deberá necesariamente modificarse. La necesidad de construir un sistema en donde exista solamente un único precio del capital reside además en otro requerimiento lógico, aparte del recién mencionado y del impuesto por la necesidad de que los valores teóricos se correspondan con los efectivamente observados, como fue mencionado en la introducción. Y este se debe a que los proveedores de la oferta de capital consideran al capital como un fondo de valor debido a que el beneficio lo obtienen de esto mismo, y no de la forma específica que este va adquiriendo. En otras palabras, los ahorristas ven al capital simplemente como una masa de valor de donde obtienen una tasa de interés. Según Wicksell, el capital está constituido por trabajo y tierra ahorrados en el pasado. La necesidad de considerarlo en términos de valor se hace inmediatamente presente al advertir que es la única manera de homogeneizar ambos factores. Y es debido a esto que Wicksell no 15 De hecho, como veremos, el problema del sistema de Walras reside en la necesidad de determinar un mercado distinto para cada bien de capital y, por ende, remuneraciones distintas. logrará evitar el problema ´del lado de la oferta´ que el mismo advirtió al construir su teoría: para poder conocer la tasa de interés se requiere conocer la magnitud de valor del capital, pero esto a su vez requiere conocer su precio, que es la tasa de interés. Peor aún, deseamos destacar que este problema de circularidad es inclusive ´doble´ en el sentido de que para poder determinar la oferta de capital requerimos previamente conocer su precio, que es determinado por su demanda. Es decir, se plantea a su vez un problema de interdependencia en la definición de la oferta y demanda de este factor 16 . Veamos ahora en que consiste el sistema de Wicksell, y de que manera no logra evitar el problema de circularidad por él mismo comprendido. Básicamente, suponiendo un período de dos años, el sistema se puede presentar por medio de las siguientes ecuaciones: Q = f ( A0 , A1 , A2 ; B0 , B1 , B2 ) (1) Donde Q es el output anual del bien de consumo, An las cantidades de trabajo utilizados ´n´ años antes de que se produzca el bien de consumo, y Bn representa lo equivalente para los acres de tierra. ⎧ ∂Q ⎪w = A0 ⎪ ⎪ ∂Q ⎨ w(1 + i ) = A1 ⎪ ⎪ ∂Q 2 ⎪ w(1 + i ) = A2 ⎩ ⎧ ∂Q ⎪r = B0 ⎪ ⎪ ∂Q ⎨r (1 + i ) = B1 ⎪ ⎪ ∂Q 2 ⎪r (1 + i ) = B2 ⎩ (2) 16 A su vez, debemos observar que la ley de la oferta y la demanda establece que los precios son explicados por estas fuerzas, y estas a su vez por los precios. En otras palabras, la explicación de esta ley es necesariamente tautológica. Donde se establece la igualdad entre los productos marginales de las cantidades de trabajo (A) y tierra (B) con sus respectivas remuneraciones. ⎪⎧ A = A0 + A1 + A2 ⎨ ⎪⎩ B = B0 + B1 + B2 (3) Donde las dotaciones de tierra y trabajo equivalen a la suma de sus cantidades anualmente consumidas. K = A1w0 + A2 w0 [1 + (1 + i )] + r0 B1 + B2 r0 [1 + (1 + i )] (4) Donde se expresa la cantidad total de capital de la economía (Garegnani, 1990). Inconsistencias Las ecuaciones (1) y (2) remiten a una función de producción, y las ecuaciones (3) y (4) son las ecuaciones de vaciamiento del mercado de factores. En el primer conjunto de ecuaciones, los problemas del capital aún no salen a la luz ya que aquí se puede (y debe) interpretar al capital como una magnitud física. En el mismo sentido, podemos notar que por la forma de concebir el capital aún no se detectan aquí los problemas del capital en la función de producción agregada, reforzando nuestro argumento de que el problema va más allá de la validez de la construcción de esta función. Ahora bien, es en el segundo set de ecuaciones donde se detectan los problemas. De hecho, no es casual que la ecuación (4) no haya sido formulada explícitamente por Wicksell junto con el resto de las ecuaciones, sino solo mencionada. Esto se debe a que es aquí donde el autor debe recurrir a definir el capital como una magnitud de valor, dependiente de la tasa de interés, aún sabiendo los problemas que esto genera. Estos problemas son los que, durante las Controversias de Cambridge, se identificaron con problemas ´del lado de la oferta´. Sin embargo, estas controversias nos han posibilitado avanzar un paso más allá de lo observado por Wicksell 17 . De esta manera, es posible reconocer ahora también problemas ´del lado de la demanda´: cuando la relación inversa entre el precio de un factor y su cantidad utilizada ya no se puede garantizar, el proceso de sustitución se desmorona, y junto con el la pendiente negativa de las curvas de demanda de los factores. En otras palabras, por ejemplo, si el precio del capital se reduce por algún motivo, sabemos que la proporción de capital utilizada en la producción de dos bienes diversos se modificará, pero no sabemos en que sentido. Ergo, es posible que uno de los bienes requiera menos capital en valor (y no más) para su producción. En conclusión, un descenso en el precio del capital puede provocar un descenso en su cantidad utilizada, dando lugar a curvas con pendiente positiva que, como mencionamos en la introducción, no nos conducirán a un equilibrio estable y dejarán sin sustento teórico al mecanismo distributivo marginalista. El reconocimiento de que no es posible utilizar el concepto de productividad marginal física para establecer la remuneración del capital fue explícito en el caso de Wicksell. Debido a ello, sólo lo utilizó para las cantidades de trabajo y tierra ´ahorrados´ que constituyen el capital. Sin embargo, lo que no pudo advertir es que una vez que no es posible usar este principio para el capital, tampoco lo es para explicar la remuneración de los factores tierra y trabajo, aún cuando en estos, en principio, la productividad marginal podría ser un medio plausible para explicar su remuneración. De esta manera, es posible detectar los problemas inherentes a la concepción del capital como fondo de valor desde otro ángulo. Veamos esto con un ejemplo. Simplificando las ecuaciones (1), (2), (3) y (4) a un período, obtenemos un sistema en donde el trabajo y tierra ahorrados el año previo constituyen el capital de la economía. Para mayor claridad, notemos también que: ⎧ w1 = (1 + i ) w0 ⎨ ⎩r1 = (1 + i )r0 (5) 17 En otras palabras, los autores neoclásicos (y clásicos) ya eran conscientes del problema de circularidad, pero no del problema ´del lado de la demanda´. En el esquema planteado por Wicksell, la relación inversa entre cantidad de capital y tasa de interés se obtendría de la siguiente manera: ante un descenso en la tasa de interés, w1 bajará y esto implicará que se incremente la cantidad de A1 , se reduzca la de A0 y se incremente w0 . El efecto análogo ocurrirá con el factor tierra y su remuneración. De esta manera, el descenso de la tasa de interés determinará un incremento en la cantidad de capital debido a que todos los elementos que lo componen se han incrementado. Ahora bien, el problema surge cuando se advierte que no se cuenta con dos factores productivos, sino con cuatro ( A0 ; A1 ; B0 ; B1 ). Así, no es posible afirmar que el incremento en el uso de, por ejemplo, A1 , generará un aumento en la productividad marginal de A0 . La única afirmación posible que puede hacerse es que el conjunto de A0 , B0 y B1 aumentará. Pero no es posible sostener en que sentido cada elemento del conjunto variará y, por lo tanto, cómo se determinará no solo la remuneración al capital, sino también la de los otros dos factores productivos. Es decir que no es posible continuar sosteniendo que las remuneraciones de ningún factor productivo variarán conforme a lo que establece el principio de productividad marginal. En conclusión, la concepción del capital como un fondo de valor resulta, entonces, problemática, tal como hemos podido ver a través del modelo de equilibrio general de Wicksell: los problemas ´del lado de la oferta´ y ´del lado de la demanda´ no solo no permiten establecer simultáneamente el valor de las variables distributivas y los precios relativos, sino que, lo que es peor, imposibilitan continuar sustentando teóricamente los mecanismos distributivos marginalistas. El sistema de Walras La teoría marginalista requiere, como hemos visto, conocer la dotación de capital disponible en la economía previamente a determinar la distribución del ingreso. Ahora bien, el esquema analítico de Wicksell es incapaz de realizar esto, debido a los problemas que surgen de considerar el capital en términos de valor. Una posible solución a este problema pareciera ser, entonces, considerar al capital en términos físicos, es decir, como un conjunto de bienes de capital heterogéneos. Y esto es exactamente lo que se propone realizar Walras. Sin embargo, y como veremos a continuación, esto también presenta problemas que generan un sistema de equilibrio general que resulta contrario al propio ´método de largo plazo´ previamente explicado. En el sistema de Walras es posible identificar un grupo de ecuaciones de intercambio y producción, y un grupo de ecuaciones de ´capitalización´. El primer grupo consiste en un set de ecuaciones de demanda de bienes de consumo, otro set de ecuaciones de precios igualadas a sus costos de producción, o donde la oferta de factores equivale a sus demandas, y otro set de ecuaciones en donde la oferta de factores de producción depende de los precios de los factores productivos y de los precios de los bienes. Es en el grupo de ecuaciones de ´capitalización´ donde surgen los problemas y donde, por lo tanto, detendremos nuestra atención. El objetivo de introducir estas ecuaciones es mostrar que los bienes de capital también son producidos. Por lo tanto: i= pk − d k Pk Pk (6) Donde i es la tasa de interés o precio neto del capital; pk es el precio de servicio o precio bruto del bien de capital K 18 ; d k Pk toma en cuenta la depreciación del bien de capital y Pk es el precio del bien de capital. Esta ecuación, entonces, define la tasa de interés, o la tasa neta de beneficios. Tal como las condiciones de perfecta competencia requieren, esta tasa debe alcanzar un valor único. 18 Se entiende como precio de servicio de un bien de capital aquel precio que pagan los productores por ´alquilar´ los bienes de capital necesarios para producir. pk ⎧ ⎪ Pk = i + d ⎪ k ⎨ ⎪ P = pk ´ ⎪⎩ k ´ i + d k ´ (7) Donde Pk ´ es otro bien de capital K. Este set de ecuaciones expresa que el precio de los bienes de capital debe ser igual a sus ´precios de demanda´ o, en otras palabras, es el precio máximo al cual los inversores están dispuestos a demandar estos bienes de capital. ⎧⎪ Pk = k p pk + kk pk + kk ´ pk ´ ⎨ ⎪⎩ Pk ´ = k´ p p p + k´k pk + k´k ´ pk (8) Donde ki representa cada coeficiente de producción. Este set muestra que el precio del bien de capital también debe ser igual a su ´precio de oferta´ o, en otras palabras, el precio mínimo debe ser equivalente a su costo de producción. Nos debe quedar en claro que las ecuaciones (7) y (8) determinan, juntas, la tasa de interés única sobre los ´precios de oferta´: pk ⎧ k p + k p + k p = p p k k k k ´ ´ ⎪ i + dk ⎪ ⎨ ⎪ k ´ p + k ´ p + k ´ p = pk ´ k k k´ k´ ⎪⎩ p p i + dk´ (9) Además, debe tenerse en cuenta que la producción total de bienes de capital es función de los precios de servicio de los bienes de capital y de los precios de los bienes de consumo. Dk Pk + Dk ´ Pk ´ = f ( pb , pc , p p , pk , pk ´ ) (10) Donde Di es la cantidad demandada y producida de cada bien de capital y pb y pc son los precios de los bienes de consumo producidos. Finalmente, debemos redefinir el set de ecuaciones del primer grupo que correspondan a las que expresan la igualdad entre la oferta y demanda de factores productivos. Será necesario agregar, en el lado de la demanda, el producto entre los bienes de capital utilizados por la cantidad del factor usado en la producción, respectivamente. Problemas formales Si consideramos que en la economía el ahorro es nulo, se arriba al ampliamente conocido problema de este sistema: la sobredeterminación matemática. Por ello mismo, y porque lo usual es que en las economías el ahorro no sea nulo, no nos detendremos en este problema. Ahora bien, la existencia de ahorro no resuelve el problema dado que el equilibrio aún no esta garantizado: la consistencia del sistema depende también de los precios de los servicios productivos. Para ser más precisos en la explicación de este motivo, Garegnani (1990) agrega las siguientes ecuaciones al sistema: R= Dk ´ Dk (11) Donde R expresa el ratio entre la cantidad producida de K´ y K. Finalmente, y con el fin de reestablecer la igualdad entre el número de ecuaciones e incógnitas, necesitaremos distinguir la tasa de interés que corresponde a cada bien de capital: pk ⎧ ⎪k p p p + kk pk + kk ´ pk ´ = i + d ⎪ k ⎨ ⎪k´ p + k´ p + k´ p = pk ´ k k k´ k´ ⎪⎩ p p i´+ d k ´ (12) Es posible notar que las variaciones en R no generarán un único tipo de efecto en el precio de los servicios productivos y es la dirección de su variación e intensidad lo que permitirá o no determinar una única tasa de interés. Si las condiciones de producción son ´auto intensivas´ (cuando la producción de una mercancía usa intensivamente como input esa misma mercancía), una suba de R incrementará relativamente el uso del factor de producción K´ que a su vez generará una suba en su precio de servicio (ya que su escasez futura también se incrementará) y esto finalmente generará una suba en su propia tasa de interés (necesaria para igualar los precios de oferta y demanda del bien). Nuevamente, el sistema es inconsistente al no poder determinar un equilibrio de largo plazo porque no puede establecer una tasa de interés uniforme. Por otra parte, si las condiciones técnicas son ´hetero intensivas´ (cuando la producción de una mercancía usa intensivamente como input otro tipo de mercancía), la diferencia entre i y i´ se eliminará si y solo si la intensidad en la variación del precio del servicio productivo es la adecuada. Problemas de contenido económico Como explica Garegnani (1990) el problema, en términos económicos, surge en ambos casos del hecho de que la oferta de capital está dada en términos físicos, y esta probablemente no sea la adecuada para garantizar los precios relativos de equilibrio 19 . De hecho, la oferta original de bienes de capital inducirá cambios en los precios de los servicios productivos que afectarán directamente la determinación de la 19 Como el dice, si los bienes de consumo de una economía son solamente trigo y tela, será solo por una coincidencia que los tractores y telares disponibles en la economía estén en las cantidades exactas requeridas para atender la demanda de esos bienes de consumo. tasa de interés. De esta manera, la condición básica del equilibrio de largo plazo –la tasa de interés uniforme en los precios de oferta- no esta garantizada con este sistema y, entonces, no será posible definir la posición alcanzada como una de equilibrio. Veamos este problema aún más de cerca: cómo se alteran los precios de los servicios y cómo esto determina la imposibilidad de determinar una única tasa de ganancia 20 ? Si, por ejemplo, el bien de capital K es excesivo para los actuales requerimientos de la producción, su precio de servicio se reducirá. Si, entonces, el bien de consumo ´tela´ es Kintensivo, su precio ( Pc ) se reducirá también, generando un incremento en la demanda y producción de tela. La modificación de las cantidades consumidas generará, entonces, un incremento en la demanda de ese factor o, en otras palabras, el mecanismo de sustitución indirecto asegurará la pendiente negativa de la curva de demanda del factor. La baja en el costo de producción finalmente generará un incremento en la tasa de interés. Otro bien de capital (K´) producido en la economía (cuya diferencia con el bien de capital K es poseer otros coeficientes de producción) tendrá una variación en su costo de producción diferente, y esto generará, por lo tanto, otra tasa de interés. Por lo tanto, nuevamente, podemos apreciar la imposibilidad de determinar una única tasa de interés. En otras palabras, el sistema de equilibrio general de Walras no admite, en términos generales, una solución económicamente significativa: este problema, que a veces es directamente detectado por una sobredeterminación matemática, se expresa en la imposibilidad de determinar una única tasa de interés sobre el precio de oferta de los bienes de capital. Como ya adelantamos en la introducción de este trabajo, el problema reside en considerar en forma análoga a los factores productivos trabajo, tierra y capital. En otras palabras, la concepción ´física´ del capital de Walras implica considerar el hecho de que el precio de cada bien de capital se determina en un mercado separado, y esto está en clara contradicción con el requerimiento de determinar una única tasa de interés. 20 En el esquema analítico marginalista se pueden considerar como equivalentes la tasa de ganancia y la tasa de interés. Sin embargo, la inconsistencia de este sistema es detectada por su autor y éste propone, como solución, mantener la ecuación correspondiente a la de mayor tasa de interés, y convertir las restantes en inecuaciones. De todas formas, en este caso surge un nuevo problema consistente en que la mercancía que arroja menor tasa de interés dejará, tarde o temprano, de ser producida. Las restantes vías de salida, como nos señala Garegnani (1990) son entonces dos: 1) Adoptar la concepción del capital como fondo de valor que permite modificaciones en su composición endógenamente, de forma tal de permitir alcanzar la posición de equilibrio buscada, 2) Dejar de lado el requerimiento de igualación de tasas de ganancia y, por lo tanto, adoptar una nueva concepción de equilibrio. La primera opción fue la adoptada por Wicksell. Sin embargo, ya hemos dejado en claro los problemas que surgen al hacerlo. La segunda vía de salida es la que actualmente sigue el mainstream. Veamos brevemente ahora de que manera estos autores no logran librarse de los mismos problemas, inherentes a la concepción del capital. Breve Reseña sobre los modelos neowalrasianos El sistema de equilibrio general construido por Walras, como hemos visto, no permite obtener una tasa de interés uniforme sobre el precio de oferta de los bienes de capital. Si razonamos sobre la causa de este problema, podemos apreciar que este es más complejo que un defecto matemático, y se debe a que el sistema elaborado es contrario al propio ´método´ de análisis económico adoptado. Es decir, el requisito de uniformidad de la tasa de interés que se obtiene únicamente en el largo plazo, es incompatible con asumir un stock dado de bienes de capital, que solo se mantiene inalterado en el corto plazo. En otras palabras, dado que los capitalistas buscan maximizar sus ganancias, el ajuste en la producción, y por ende en la composición ´agregada´ de los bienes de capital, se modificará muy rápidamente para equiparar los diferenciales de ganancia. Si, entonces, se desea continuar razonando en términos de curvas de oferta y demanda, no solo es necesario adoptar la concepción del capital que utilizaba Walras (y junto con esto permitir la existencia de diferentes tasas de interés) sino que también se debe necesariamente adoptar, por ello mismo, un nuevo ´método´ de análisis, enfocado específicamente en el corto plazo. Este nuevo camino, abierto por los modelos neowalrasianos, evitó entonces concebir el capital como un fondo de valor al reconocer explícitamente los problemas que conlleva y al asumir, por ello, que sus nuevos modelos se encuentran exentos de los problemas de esta naturaleza. Si bien esta creencia es errónea, lo más relevante a notar aquí es que debieron adoptar un nuevo ´método´ de análisis y, junto con ello, necesariamente, un nuevo objeto de estudio. Los modelos neowalrasianos surgidos se basan en análisis de corto plazo, y por lo tanto definen al capital como una cantidad dada de un conjunto de bienes de capital heterogéneos y no requieren que las tasas de interés de estos bienes se igualen. Ahora bien, estos ´ingredientes´, que definen por completo un nuevo objeto de estudio, generan diversos problemas que presentaremos en tres grupos. Por un lado, se generan problemas que, nuevamente, son contrarios al método. Como mencionamos antes, el ´método´ de largo plazo requiere que los datos exógenos sean los suficientemente persistentes en el tiempo de forma tal de poder determinar los precios ´normales´, aquellos que resultan de la compensación de desvíos de sus valores por cuestiones coyunturales. Ahora bien, sabemos que los datos exógenos de estos nuevos modelos (i.e., el stock de bienes de capital) sólo se mantienen constantes en el corto plazo, imposibilitando así, debido a su carácter de impersistentes, obtener una correspondencia entre los precios obtenidos teóricamente y aquellos efectivamente observados. Debemos subrayar que esto constituye un grave problema para la teoría debido a que no posibilita explicar de manera plausible los fenómenos observables. Adicionalmente, este problema de impersistencia de los datos exógenos no permite que estos valores teóricos sean representativos de una media, ya que para ello se requiere justamente calcularlos en un período relativamente largo de tiempo. Las principales respuestas a las Críticas de Cambridge realizadas por Hahn (1982) y Bliss (1975), como mencionamos en la introducción, consistieron en aceptar su validez y destacar que estas no son relevantes para estos nuevos modelos neowalrasianos. Esto se debe, principalmente, a dos cuestiones. En primer lugar, plantearon que el modelo presentado por Sraffa es tan solo un caso particular de su teoría, en tanto que la igualdad de las tasas de ganancia es solo una de las opciones posibles. En segundo lugar, y malinterpretando el alcance de la crítica, destacaron que en sus modelos la agregación de capital no es necesaria y que en última instancia este problema no es mayor al que se presenta con los factores trabajo y tierra. Como señala Bliss, ´…there are not distinct and separate sets of aggregation conditions for capital on the one hand, and for labour on the other´ (Bliss, 1975: 144) Sin embargo, el problema no es equivalente si se tiene en cuenta la condición de persistencia de los datos. Mientras que la composición del capital se modifica rápidamente, esto no sucede con los diferentes tipos de trabajo y tierra. Así, estos autores no lograron presentar una adecuada defensa a los modelos neowalrasianos debido a que justamente no reconocieron unas de las condiciones necesarias sobre las que se construye una teoría de equilibrio general, requerimiento que sí fue advertido por el propio Walras, su antecesor. El segundo problema referido al ´método´ radica en que la rápida variación de los precios en estos modelos de corto plazo genera que las decisiones de ahorro o consumo sean tomadas considerando los precios futuros. Sin embargo, esto requiere alguna de las siguientes alternativas, ambas problemáticas: a) Admitir la (inverosímil) existencia de mercados futuros completos (vía tomada por los modelos de equilibrio intertemporal) para asegurar un análisis objetivo. b) Basarse en las expectativas de los precios futuros (vía tomada por los modelos de equilibrio temporal), en donde es claro que las posiciones de equilibrio serán tantas como variaciones en las expectativas existan. Por último, el tercer problema de este tipo de modelos se relaciona con la pérdida de significado de los nuevos precios teóricos, en tanto que dejan de ser útiles para comparar situaciones en donde se producen modificaciones sustantivas en los datos de equilibrio. Así, resulta imperioso en estas nuevas teorías analizar las sucesiones de equilibrios de corto plazo. Como resulta evidente, estas discrepancias entre los valores teóricos y efectivos cuestiona la significatividad de estas nuevas teorías. Existe otro tipo de problema que se presenta con este nuevo objeto de estudio referido a la insuficiente sustituibilidad entre los factores productivos. Siguiendo a Garegnani (1990), usualmente se considera que el proceso de sustitución se realiza en términos de proporciones: i.e., ante un abaratamiento del capital, los productores elegirán utilizar proporcionalmente más máquinas que trabajadores para fabricar su producto. Sin embargo, debemos observar que lo que en realidad ocurrirá, en este caso, es que el mismo tipo de maquinas a utilizar, o la propia técnica productiva, deberán modificarse. Ahora bien, en este caso lo adecuado sería adoptar una concepción del capital como fondo de valor, que permita modificar su composición de acuerdo a las necesidades productivas, y no considerarlo como un conjunto dado de bienes de capital heterogéneos, que es lo que explícitamente pretenden hacer los modelos neowalrasianos. Por lo tanto, analizado rigurosamente, estos modelos no son capaces de admitir más que una insuficiente sustituibilidad entre factores bajo el tipo de concepción de capital que adoptan. Para peor, este problema implica la peligrosa posibilidad de que las curvas de demanda de los bienes de capital presenten comportamientos perversos, provocando, como hemos visto, resultados de dudosa significatividad. Por último, y si bien no se pretende en este trabajo desarrollar este tema por su extensión, debemos remarcar que aún en estos nuevos modelos están presentes los problemas surgidos en el modelo de Wicksell. Teniendo en cuenta que la demanda y oferta de capital (como stock) equivalen al nivel de inversión y ahorro (como flujo) respectivamente, podemos comprender fácilmente dónde radica el problema de los modelos neowalrasianos. Desde el momento en que estos consideran la producción de bienes de capital, necesitan identificar el nivel de inversión, cayendo nuevamente en los problemas del capital como valor. En otras palabras, aún en los modelos ´desagregados´ los problemas del capital se hacen presentes (siendo esta defensa más débil aún cuando se comprende que el modelo de Wicksell también es desagregado). Por lo tanto, la ´vía de escape neowalrasiana´ no presenta menos problemas que aquellos que se hacen presentes en la teoría de Wicksell. Finalmente, lo que debemos dejar destacado por sobre los propios problemas del capital que poseen los modelos neowalrasianos, es el grado de relevancia actual que posee la Crítica de Cambridge. Como explicamos, esta crítica fue tan devastadora que obligó directamente a que hoy en día los economistas se enfrenten a un objeto de estudio totalmente diverso y de dudosa relevancia, tal como dejan en claro los problemas recién mencionados. La Crítica de Cambridge Los aportes teóricos surgidos durante las Controversias de Cambridge, en especial aquellos realizados por Sraffa (1960) y Garegnani (1970), constituyeron una crítica interna devastadora para la teoría marginalista tradicional. De hecho, y al contrario de lo que se suele interpretar, el alcance de esta es mucho más profundo que al referido a las funciones de producción agregadas, en tanto que no se reducen a un simple problema de agregación. Lo que se pone en discusión, en cambio, es la propia naturaleza del capital y sus implicancias dentro de la teoría marginalista en cuestión. Este trabajo ha tenido como objetivo mostrar el contenido de estas controversias del capital, que queremos reducir ahora, en carácter de conclusión, a dos simples cuestiones asemejables a dos caras de la misma moneda. Por un lado, hemos visto de qué manera concebir al capital como un fondo de valor es necesario para evitar el problema de insuficiente sustituibilidad entre factores: si reconocemos que el proceso de sustitución es por ´tipo´ y no por ´proporción´, la única manera de asegurar teóricamente que se realice este proceso, central para la teoría marginalista, es considerando al capital en términos de valor. Pero esta concepción, a su vez, y como también hemos visto, es incompatible con la principal ambición de esta teoría, que es determinar todos los precios y las cantidades en una misma etapa de análisis. En otras palabras, lo que la Crítica de Cambridge ha revelado es que es esta necesaria forma de concebir el capital la que genera tanto problemas del ´lado de la oferta´ (que implican a su vez una necesaria interdependencia en la definición de la oferta y la demanda) como del ´lado de la demanda´, y así los fenómenos de ´reswitching´ y ´reverse capital deepening´, que imposibilitan lograr la deseada determinación conjunta de todas las variables. Alternativamente, concebir al capital como un conjunto de bienes de capital heterogéneos no constituye una vía teórica correcta por dos motivos: porque no permite un adecuado proceso de sustitución y porque, tanto en el caso de los modelos walrasianos como neowalrasianos, genera resultados adversos al ´método de largo plazo´. Si miramos la otra cara de la moneda, podemos observar que los problemas del capital recién mencionados hacen que la explicación del proceso de sustitución no sea de carácter general, y por ende tampoco la teoría que se construye sobre ella. La posibilidad de comportamientos perversos en las curvas de demanda de factores no solo impide que se realice el proceso de sustitución en la producción, sino también en el consumo, debido a que el primer efecto domina al segundo (Kurz, 1990). Más precisamente, i.e., el incremento en la tasa de interés producirá en la esfera del consumo que algunas mercancías incrementen su precio y que otras lo reduzcan, sin poder determinarse así que tipo de proceso sustitutivo se realizará. Sin embargo, debido a que sí se asegura el comportamiento en la esfera productiva, se puede concluir que el proceso marginalista de sustitución se desmorona frente a curvas de demanda de factores con pendiente positiva. Ahora, si bien es fácilmente perceptible de que manera sin este principio la teoría en su conjunto carece de sentido, es necesario destacar su principal implicación, que es la imposibilidad de asegurar el pleno empleo de los recursos productivos. En efecto, la teoría marginalista tradicional supone que ante variaciones en las dotaciones factoriales, se producirán cambios en los precios relativos y las técnicas utilizadas que permitirán restablecer, mediante el proceso de sustitución, el pleno empleo de los factores de la producción. De esta manera, el enfoque marginalista se revela como incapaz para presentar una teoría del equilibrio general consistente porque: por un lado, una vez que se admite que el proceso de sustitución no se puede asegurar, tampoco se puede esperar obtener como resultado una situación de plena utilización de los factores productivos; por otra parte, y lo que es peor, esta teoría tampoco cuenta, entonces, con ningún tipo de mecanismo que restituya el deseado equilibrio, ya que el herramental de la productividad marginal es solo 21 válido si los factores están siendo plenamente utilizados . 21 Nótese que este último problema respecto a la no validez del principio de la productividad marginal se suma al ya conocido y señalado por Robinson (1953-4). Como ella explica, este principio no puede determinar la distribución del excedente, ya que para conocer la productividad marginal de capital se requiere previamente conocer la cantidad de capital, y para ello, como hemos visto, se requiere conocer antes el valor de la tasa de interés. Consideraciones Finales Las respuestas a las críticas de Cambridge, como hemos dicho, han sido de dos tipos. Aquellas que buscan defender la teoría marginalista tradicional se basan en la validez o no de construir funciones de producción agregadas, no pudiendo comprender el verdadero alcance de las críticas y dejándolas por ello intactas. Las que las aceptan, por otro lado, deben reformular la teoría de forma tal que dejan en exposición la potencia de la crítica, en tanto que la clase de reformulaciones que deben realizar los llevan por completo a un nuevo objeto de estudio, de dudosa significatividad. Por ello mismo, quizás, es que el mainstream ha debido recurrir a continuar enseñando, a través de las instituciones académicas, el esquema marginalista tradicional (sin sus críticas, y complementándose a fines “empíricos” con la teoría de los juegos) ya que este pareciera ser que es el objeto que se desea continuar estudiando, dejando los modelos neowalrasianos para estudios de “especialistas”. Todo esto, y más si consideramos cual es el modelo teórico subyacente a las explicaciones dadas por economistas en los medios de comunicación, nos muestra lo vigente que se debería encontrar este debate en el campo teórico, y su grado de relevancia actual. Bibliografía Selectiva Bliss, C. (1975), ´Capital Theory and the Distribution of Income´, Amsterdam North-Holland. Ciccone, R. y Saverio Fratini (2002), ´La teoria marginalista della distribuzione e dei prezzi relativi´, Università degli Studi di Roma Tre, Facoltà di Economia. Ciccone, R. 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