Teoría Marginalista del Valor y la Distribución

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TEORÍA MARGINALISTA DEL VALOR Y LA DISTRIBUCIÓN:
ANÁLISIS CRÍTICO DE LAS CONTRADICCIONES ENTRE LA
TEORÍA Y SU OBJETO DE ESTUDIO
Eugenia Dinivitzer (UBA)
INTRODUCCIÓN
Desde sus inicios, la teoría marginalista del capital ha sido objeto de
intensos debates tanto entre autores de corrientes de pensamiento
alternativas como entre los propios autores de la mencionada tradición.
Como claro ejemplo y resumen de ello, podemos recordar la crítica que
le señala Shove a Hicks en su ´Theory of Wages´,
´Unfortunately, “capital” is not defined and we are not told how quantities
of it (or indeed of labour) are to be measured, and similarly of “saving”´
(1966:264)
Sin embargo, el debate que aquí nos concierne, por considerar que es
en él en donde se formula una crítica interna decisiva sobre la teoría
marginalista, es el de las llamadas ´Controversias de Cambridge´. Como
señala Harcourt (2003), estas controversias fueron las últimas de las
tres grandes del siglo XX, y se desarrollaron desde 1954, y por unos
veinte años, entre autores tales como Robinson, Pasinetti, Sraffa y
Garegnani por un lado, y Samuelson, Solow, Hahn y Bliss por el otro.
Los problemas lógicos presentes en la teoría marginalista tradicional,
señalados en las Controversias de Cambridge, se identificaron como
´reswitching´ y ´reverse capital deepening´. Más precisamente, Sraffa
(1960) y Garegnani (1970) nos enseñaron cómo es posible que,
respectivamente, una misma técnica productiva sea utilizada para
diferentes niveles de la tasa de interés y que un cambio en ésta no
genere la variación esperada en la utilización del factor capital (siendo
este último efecto también válido para el factor trabajo y su precio de
alquiler). En otras palabras, ambas ´paradojas´ consisten en contradecir
los postulados de que, e.g., ante un incremento en la tasa de interés se
comenzarán a utilizar más las técnicas trabajo-intensivas y se producirá
una disminución en el uso de la cantidad de capital. El corolario de estas
críticas es entonces evidente: si los fundamentos básicos en los que se
apoya la teoría de la distribución marginalista se derrumban, también lo
hace la teoría en su totalidad. Y el origen de estos problemas radica,
como recién nos señaló Shove, en cómo definir y por ende medir el
capital: si queremos considerarlo como una magnitud única (agregada) y
homogénea, tal como lo hizo la teoría marginalista 1 , debemos
considerarlo como un fondo de valor, concepción que claramente se
requiere para poder construir, por ejemplo, las famosas funciones de
producción agregadas. Si bien las primeras críticas formuladas en estas
controversias se concentraron en la validez de la construcción de estas
funciones (Robinson, 1953-4), el problema radica, como sostendremos,
en una cuestión más profunda como es la forma de concebir el capital
dentro del esquema marginalista tradicional. Sus (antagónicas)
interpretaciones e implicancias serán el objeto del presente trabajo.
Como resultado de las críticas recién mencionadas, la ausencia de los
mecanismos necesarios para explicar de qué manera el sistema tiende
al equilibrio (y así al pleno empleo de los recursos productivos) dejó en
jaque al enfoque teórico mismo. Por lo tanto, las respuestas a estas
críticas de parte de los defensores de la teoría marginalista no pudieron
ser sino solo de dos naturalezas distintas: podemos encontrar aquellas
que buscaron defenderla, y aquellas que, aceptando la crítica,
plantearon un enfoque alternativo.
Dentro del primer grupo, las respuestas fueron (y son) variadas. Por una
parte, se alza la objeción respecto a la relevancia empírica de las
críticas [Burmeister (2000), Stiglitz (1973)], en tanto que estas son
reducidas a simples excepciones, como los bienes giffen en el caso de
las leyes de la demanda. Esta objeción también es sostenida por Solow
(1956) pero en el sentido de que las funciones de producción agregadas
utilizadas para estudiar el crecimiento económico son lo suficientemente
aproximadas, en tanto que la relación capital-trabajo se modifique
suavemente, como para brindar una descripción satisfactoria del
proceso económico. Por otra parte, existen críticas referidas a que, si el
problema es de agregación, existe la posibilidad de poder construir
mejores índices ´agregadores´ (Chapernowe, 1953-4). Otra respuesta
1
A excepción de Walras y Pareto. Sin embargo, y por esto mismo, analizaremos en detalle
el sistema de equilibrio general teorizado por el primer autor y cómo se hacen presentes
también problemas que requieren cambiar el propio concepto de equilibrio.
frente a la errónea interpretación de que el problema radica
exclusivamente en la función de producción agregada fue realizada por
Swan (1956), en donde se propone solucionar el problema simplemente
manteniendo el análisis económico en un nivel micro. Por último, la
respuesta más paradigmática en defensa del uso de las funciones de
producción agregadas fue la que provino de Samuelson (1962). Su
respuesta a las críticas realizadas fue construir una ´función de
producción subrogada´ en donde intentó demostrar que el uso de una
función de producción en donde el capital figura en términos agregados,
y se produce un solo bien, puede ser adecuado para describir una
economía en donde ninguno de estos hechos son ciertos. Sin embargo,
y como el mismo reconoció un tiempo mas adelante, su planteo solo es
correcto en el caso de que efectivamente se produzca un solo bien.
La respuesta del segundo grupo [Bliss (1975), Hahn (1982)], en cambio,
consiste simplemente en una sola: si bien las críticas son correctas,
estas no influyen en los modelos actuales de equilibrio temporal e
intertemporal (como el modelo de Arrow-Debreu) debido a que estos no
necesitan agregar el capital.
Sin embargo, este debate aún no ha concluido, sino que muy por el
contrario se encuentra latente y a la espera de nuevos aportes. Como
señala Harcourt (2003), la falta de acuerdo en el significado de las
críticas, y sus respuestas, ha dejado al descubierto el rol que juega la
ideología en estas discusiones (y más aun cuando se reconoce el papel
central que ocupa la teoría del capital en la ciencia económica), dejando
el debate abierto e influenciado por esto último.
El objetivo de este trabajo consistirá en demostrar cómo, a nuestro
criterio, estas respuestas a las críticas no han podido ser concluyentes,
y por ello mismo se destacará la relevancia actual del problema del
capital en la teoría marginalista. Por una parte, se dejará en claro que el
primer conjunto de respuestas no constituye una adecuada defensa de
la teoría, en tanto que estas se dedican a defender un aspecto parcial (y
mal interpretado) del problema, dejando por lo tanto lo central de la
crítica intacta. Por otra parte, la relevancia actual se hará más presente
aún cuando podamos comprender que los modelos hoy estudiados de
equilibrio temporal e intertemporal nacieron como resultado de esta
crítica, y que debido a esta directamente debieron cambiar su objeto de
estudio. Por último, queremos destacar que la necesidad de comprender
y estudiar este debate se hace imprescindible debido a que las
explicaciones que se brindan actualmente, tanto académicamente 2
como a través de los medios de comunicación, dejan en claro que el
aparato teórico presente por detrás de los argumentos presentados es el
de la teoría marginalista tradicional. Como ejemplo de ello,
´…no va a ser posible continuar con las mejoras del salario real
cercanas al 11% sino que éstas deberán acotarse a la distribución de las
mejoras en la productividad industrial, si no se quiere perjudicar la
estabilidad de precios y la generación de empleo industrial 3 .
´Suppose firms borrow to buy the capital (machines and factories) that
they use. Then the higher the interest rate, the more firms have to pay
out in interest each year from the earnings they receive from their
investment. Thus, the higher the interest rate, the less the profits to the
firm after paying interest, and the less it will want to invest. Conversely, a
low rate of interest makes investment spending profitable and is,
therefore, reflected in a high level of planned investment´ 4 .
Como hemos mencionado, entonces, el esquema teórico actualmente
presente por detrás de los argumentos presentados tanto en los medios
de comunicación como académicamente responde al de la teoría
marginalista tradicional. Por lo tanto, es este enfoque teórico el que
analizaremos críticamente en el presente trabajo: primero,
presentaremos las principales características de este enfoque, buscando
dejar en claro cuales son los supuestos e implicaciones básicos sobre
los que se sostiene esta teoría; en luego analizaremos cuales han sido
los problemas básicos que le han surgido a los autores neoclásicos
según la concepción del capital que creyeron conveniente adoptar y,
finalmente, resumiremos las principales conclusiones que se derivan de
lo desarrollado precedentemente.
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA MARGINALISTA O NEOCLÁSICA
TRADICIONAL
2
Al respecto, puede observarse cómo en los más reconocidos manuales de
macroeconomía se recurre a las funciones de producción agregadas, con su “K” medido
en términos de valor.
3
Artículo publicado en www.ieral.com.ar el 30/04/2008.
4
´Macroeconomics´ de R. Dornbusch y S. Fischer, Mc Graw-Hill, cuarta edición, pág. 115.
Método u objeto de estudio
Durante la última parte del siglo XIX se llevó a cabo la conocida
´revolución marginalista´, que tuvo como principales referentes a Menger
(1871), Jevons (1871), Walras (1874), Bhöm Bawerk (1889), Wicksell
(1893, 1901), Marshall (1890) y Clark (1899). Debido a los problemas
presentes en la teoría clásica 5 , la base de este cuerpo teórico se
constituyó como una alternativa respecto a aquel: es decir, se presentó
una teoría cuyo objetivo principal fue determinar los precios relativos de
las mercancías y la distribución del ingreso.
La teoría marginalista tradicional, en tanto explicación alternativa,
conservó el mismo ´método de largo plazo´ que habían utilizado los
economistas del enfoque precedente. Mediante este concepto,
entonces, el equilibrio de largo plazo neoclásico se asimilaba a aquel de
´posiciones normales´ de los economistas clásicos (Kurz y Salvadori,
1995). Lo que se procuraba aislar, de esta manera, eran todas aquellas
contingencias que suceden día a día en el mercado con el fin de
determinar aquel set de precios de equilibrio a los cuales la economía,
en forma caótica y oscilante, debía tender en el largo plazo, asegurando
así una correspondencia entre los precios teóricos y los efectivamente
observados.
Si bien el acercamiento al objeto se hizo bajo las mismas premisas
metodológicas, la por entonces teoría emergente tomó como exógeno
otro set de variables respecto a la teoría clásica. Así, mientras que los
economistas clásicos intentaron explicar los precios relativos tomando
como dadas (es decir, determinadas separadamente) a las condiciones
técnicas de producción, al producto social (entendido como un agregado
físico de mercancías) y al salario real 6 , los economistas neoclásicos
tomaron como dato a las dotaciones factoriales, los gustos y las técnicas
productivas disponibles. La elección de estas variables, para ambos
enfoques, no fue arbitraria; en efecto, aquéllas eran vistas como
variables persistentes respecto a las endógenas (Garegnani, 1990), o,
alternativamente, como variables que podían permanecer fijas durante el
período de análisis. En otras palabras, el ´método de largo plazo´,
anteriormente mencionado, impone un único requisito a las variables
exógenas, el cual puede ser definido de una doble manera. Por un lado,
5
6
A fines expositivos, incluimos dentro de los autores clásicos a Marx.
En el caso de Sraffa, la variable distributiva exógena es la tasa de interés.
las variables escogidas como exógenas deben ser relevantes para
explicar a las endógenas. Por otro, la tasa de cambio de las primeras
debe ser menor que la de las segundas, de forma de considerar a
aquellas como fijas al explicar el movimiento y naturaleza de éstas. Esto
no significa, sin embargo, que no se admita la posibilidad de que los
datos exógenos se modifiquen, sino simplemente que su movimiento
debe estudiarse en una etapa de análisis diferente, en la cual los
mismos se vuelvan el propio objeto de estudio 7 .
La modificación de las variables exógenas consideradas, respecto a la
escuela clásica, nos indican el carácter ambicioso de la nueva teoría en
surgimiento: no solo se buscó determinar los precios relativos de las
mercancías, sino también la distribución social del producto entre
capitalistas y trabajadores en una misma etapa de análisis 8 . A su vez,
este objetivo de determinación simultánea de las variables fue
acompañado por un tratamiento simétrico en la determinación de todos
los tipos de precios (Kurz, 1990). En otras palabras, las curvas de oferta
y demanda de los mercados no solo se supusieron válidas para la
explicación de los precios relativos de las mercancías, sino también para
la determinación de las variables distributivas.
7
Debido a la centralidad del rol del capital en la teoría, como luego mostraremos, es
importante observar que el propio método u objeto de estudio impone la necesidad de
considerar el capital como un factor homogéneo. En efecto, la alternativa obvia,
consistente en definir la cantidad de capital simplemente como un conjunto de bienes de
capital heterogéneos carecería de la persistencia necesaria durante el período de análisis,
en tanto la composición de los medios de producción tendería a modificarse
necesariamente durante el mismo período bajo estudio. Este problema, como veremos
más adelante, es el que se le presenta a los modelos neowalrasianos.
8
Nótese que el ambicioso objetivo de determinación simultánea de todas las variables
revela una de las características, ´defectuosas´, de la teoría marginalista. Ambos
enfoques, clásico y neoclásico, aíslan la determinación de las variables exógenas a una
etapa de análisis diferente. Ahora bien, en el caso de los clásicos estas variables son
datos intermedios porque también son determinadas por la misma teoría, pero
separadamente y por sus características históricas, al contrario de aquellas variables
´abstractas´ que forman el núcleo de la teoría (i.e., los precios relativos). En cambio, para
los neoclásicos estas variables exógenas son datos últimos (no económicos) que
contribuyen a determinar todo el sistema simultáneamente, haciendo abstracción total, por
lo tanto, del carácter histórico de ciertas variables como el salario. En otras palabras, la
teoría de la distribución, que en los clásicos es determinada por características históricas,
en el caso de los neoclásicos es tan solo un caso particular de la teoría de los precios,
abstracta y ahistórica.
La centralidad que ejercen las curvas de oferta y demanda en el análisis
marginalista, como mencionamos, hace necesario que estudiemos
detalladamente cual es su significado preciso y qué implicancias genera
en su esquema teórico. Siguiendo a Garegnani (1990), solo es posible
llamar ´curva de demanda de capital´ a aquella que relaciona el capital
con su remuneración cuando:
1) La curva de demanda de capital varía coherentemente con la
curva de demanda de trabajo: si la demanda de capital decrece,
dada la oferta de capital, la tasa de interés bajará y por la tanto
los salarios se incrementarán. La única manera, entonces, de
alcanzar un nuevo y estable equilibrio 9 será definiendo una
curva de demanda de trabajo de pendiente negativa o, en otras
palabras, la curva de demanda no debe presentar
´comportamientos perversos´ 10 (esta es la única manera de
evitar conclusiones que estén en conflicto con los hechos
observables, tales como que los salarios o la tasa de interés se
apropien de todo el producto).
2) La forma de las curvas de oferta y demanda deben validar el
concepto de competencia marginalista: debe haber suficiente
flexibilidad en los salarios reales y la tasa de interés para que se
asegure alcanzar un punto de equilibrio. En otras palabras, los
trabajadores deben estar dispuestos a reducir sus salarios si
desean conseguir empleo, y los capitalistas deben estar
dispuestos a aumentar los salarios si desean contratar nuevos
trabajadores.
Ambas condiciones se deben reforzar y darse simultáneamente. En
otras palabras, la pendiente negativa de las curvas de demanda de los
9
Nótese que es la lógica de comportamiento que establece la teoría la que determina la
forma de las curvas de oferta y demanda, que implican que el equilibrio debe ser estable.
Dicho de otra manera, un equilibrio inestable solo se podría concebir con otra forma de las
curvas, lo que significaría que los cimientos mismos de la teoría se han derrumbado.
10
Es decir, la curva de demanda no debiera tener pendiente positiva. Nótese que si esto
ocurriera, la pendiente de la curva de demanda de trabajo también será positiva: i.e., si
ante un descenso de la tasa de interés la cantidad relativa de capital utilizada desciende
(considerando la cantidad de trabajo utilizada constante), el necesario incremento en los
salarios se verá correspondido por un incremento relativo de la cantidad de trabajo
utilizada en la economía.
factores debe caracterizarse, también, por una ´adecuada flexibilidad´
para la determinación de los salarios y la tasa de interés.
Identidad y Diferencia: cimientos de la teoría
La teoría marginalista, como hemos explicado, buscó una explicación
alternativa de los precios relativos de las mercancías y la tasa de
ganancia. Ahora bien, esta explicación consistió en determinar
simultáneamente los precios de las mercancías, los precios de las
variables distributivas y las cantidades de las mercancías producidas.
Los precios de las mercancías se consideran determinados por sus
costos de producción tanto por clásicos como por neoclásicos, pudiendo
expresarse la ecuación de precios de la siguiente manera 11 :
Pa = ( aia pi + a ja p j )(1 + r ) + wla
Donde Pa es el precio de la mercancía a, aia pi es el costo del insumo i
utilizado en la producción de a, a ja p j es el costo del insumo j utilizado
en la producción de a, (1 + r ) es la tasa de ganancia o beneficios y wla
es el costo de contratar mano de obra para la producción de a 12 .
De esta manera, lo que marca la diferencia entre un enfoque y otro es
que las variables distributivas se consideran dadas en la determinación
de los precios en el caso de los clásicos y que, en cambio, en el caso de
los neoclásicos se considera que se determinan simultáneamente con el
resto de las incógnitas. En otras palabras, clásicos y neoclásicos
buscaban determinar los mismos precios, lo que marca la diferencia
entre un esquema y otro (y en donde, por ende, reside el carácter
alternativo de la explicación marginalista) es en la naturaleza de la
explicación de las variables distributivas y las cantidades de las
mercancías producidas y su intento de determinación simultánea con los
precios.
11
Nótese que, bajo ciertos supuestos como igualdad en la tasa de beneficios de cada bien
de capital, de la ecuación (9) de Walras se deduce la presente de Sraffa.
12
Nótese que esta ecuación hace abstracción de que en el caso de Marx, junto con los
autores clásicos, los salarios son pagados anticipadamente, y en el caso de Sraffa en
forma ex post.
La determinación conjunta de las variables endógenas, como hemos
dicho, se realizó además de forma simétrica, en dos sentidos: primero,
las curvas de oferta y demanda fueron válidas no solo para los
mercados de cada mercancía en particular, sino también para los
mercados de factores; segundo, en el sentido de que la remuneración a
cada factor productivo fue determinada de la misma manera. Ahora bien,
si analizamos ambos tipos de mercados más de cerca, podremos
realizar algunas importantes observaciones sobre ellos:
Precio
Precio
Oferta de capital
Oferta de pan
Demanda de pan
Cantidad
Demanda de capital
Cantidad
Como podemos ver, el primer gráfico correspondiente al mercado de
bienes (e.g., de pan) presenta una curva de oferta horizontal, debido a
que el precio es igual al costo de producción, y una curva de demanda
con pendiente negativa 13 . Esto implica que el precio está determinado
por la oferta y la demanda (cuya pendiente está determinada por la
sustitución en el consumo) es la que determina las cantidades a
producir. En cambio, en el gráfico correspondiente al mercado de
factores sucede lo inverso: la curva de oferta es vertical (debido a que
las dotaciones de factores son un dato) determinando por ello las
cantidades y la curva de demanda tiene pendiente negativa (en este
caso debido al proceso de sustitución en la producción) determinando
por ello el precio. Lo importante a señalar, entonces, es que el proceso
de sustitución (en la producción o en el consumo, según el mercado de
que se trate) es el cimiento básico de la teoría marginalista, ya que es
este el que determina la pendiente de las curvas de demanda y, por
13
Por razones expositivas, utilizamos el esquema de análisis parcial de Marshall de largo
plazo, en donde se analiza la determinación del precio y la cantidad producida del bien
(pan) ceteris paribus el resto de los mercados.
ende, es por medio de este que se puede construir un mercado que
asegure un punto de equilibrio único y estable. Sin el proceso de
sustitución, el sistema en su conjunto carecería de sentido.
Veamos cómo surge y opera, entonces, este proceso.
La determinación de los precios de los factores productivos tuvo su
origen en la generalización de la teoría de la renta ricardiana, postulando
que no solo la tierra, sino también el trabajo y el capital estaban sujetos
al principio de retornos intensivos decrecientes. De esta manera, en el
esquema marginalista la remuneración a un factor de la producción pasó
a estar determinada por su productividad marginal o, en otras palabras,
su remuneración resultó de analizar como varía su escasez relativa,
suponiendo el resto de los factores constantes. Así, la generalización de
este principio, que aseguró la existencia de una relación negativa entre
la cantidad demandada de un factor y su precio, se realizó teóricamente
por medio del proceso de sustitución a través de dos vías diversas: en
primer lugar, a través de la esfera de la producción, y luego también a
través de la esfera del consumo.
Si nos situamos en la esfera productiva, podemos observar que el
principio de la productividad marginal decreciente muestra cómo se
determinan los precios de las variables distributivas (i.e., tasa de interés,
salario y renta) ante variaciones en la escasez relativa de los factores
productivos, suponiendo en cada caso la dotación de los factores que no
están bajo análisis como un dato. El principio de productividad marginal
decreciente es posible si y solo si existen infinitas técnicas productivas
susceptibles de reemplazarse unas a otras a medida que la escasez
relativa del factor productivo bajo estudio se modifica. Como resultado
de esto, podemos observar que se establece una relación inversa entre
el precio y la escasez relativa de cualquier factor productivo. En otras
palabras, la teoría de la distribución neoclásica tiene como pilar principal
la escasez relativa de los factores, y ésta se desarrolla por medio del
proceso de sustitución factorial directo que se lleva a cabo y que
14
de las respectivas curvas de
determina la pendiente negativa
demanda factoriales.
14
Podemos observar también que si la pendiente no fuera negativa, se llegaría al absurdo
resultado de que es posible obtener cantidades cada vez mayores de producto con una,
cada vez más, relativa baja utilización del factor que se considera constante.
Por otra parte, la sustitución factorial se puede desarrollar
indirectamente, por medio de la esfera del consumo. Aquí, el principio de
la utilidad marginal decreciente, ´gemelo´ al principio antes mencionado,
opera de manera equivalente de forma tal de generar un proceso de
sustitución factorial por medio de variaciones en el consumo (y por
medio del cual se determinan, como hemos señalado, las cantidades
producidas). La pendiente negativa de las curvas de demanda
factoriales queda asegurada también, de esta manera, mediante el
proceso de sustitución en el consumo.
La sustitución entre bienes recién explicada, entonces, nos permite
observar cómo se asegura la sustitución entre factores aún en el caso
de que no exista una sustitución directa, y sin necesidad por lo tanto de
asumir la productividad marginal de los factores (aunque sí se debe
asumir el principio de utilidad marginal decreciente). En conclusión, el
análisis precedente nos deja en condiciones de observar cómo ambos
tipos de sustitución (directa e indirecta) se refuerzan uno a otro
otorgándole mayor elasticidad (negativa) a la curva de demanda.
Ahora bien, debido a que ya hemos destacado la importancia del
proceso de sustitución para determinar la pendiente de las curvas de
demanda de factores, y por ende para el análisis marginalista en su
totalidad, debemos dejar en claro que relación existe entre este proceso
y el tipo de concepción del capital que la teoría marginalista debe
necesariamente adoptar. Siguiendo a Garegnani (1990), usualmente se
considera que el proceso de sustitución se realiza en términos de
´proporciones´ y no de ´tipo´, al contrario de lo que efectivamente
sucede en la realidad. Esta observación no es menor, ya que una teoría
que se sustente en el proceso de sustitución deberá adoptar una
concepción del capital en cuanto fondo de valor, que permita modificar
su composición de acuerdo a las necesidades productivas, y no deberá
considerarlo como un conjunto dado de bienes de capital heterogéneos.
Es decir, una teoría rigurosa que se base en el proceso de sustitución
debe adoptar una concepción del capital coherente con ella, esto es, el
capital entendido como un fondo de valor. En la sección del presente
trabajo dedicada a los modelos neowalrasianos se comentarán las
implicancias de este problema.
Como podemos ahora observar, este ambicioso sistema neoclásico se
encontró desde sus inicios con problemas que refieren al factor ´capital´.
Como expondremos, estos problemas son de tal importancia que
dejarán sin fundamento a los postulados básicos de esta teoría y, por lo
tanto, a la teoría misma en su conjunto.
Por lo tanto, y modo de cierre de la presente sección, debemos tener en
claro las características principales del mercado de ´capital´
marginalista:
1) La curva de oferta de capital debe estar determinada
independientemente de las variables distributivas. En efecto,
como en cualquier otro mercado de factores, es necesario
conocer la dotación del factor previamente a determinar su
precio, que en este caso es, casualmente, la tasa de interés. Sin
embargo, este requisito impone la necesidad de considerar al
capital como un conjunto de bienes de capital heterogéneos
(concepción que a su vez entra en conflicto con la necesidad de
obtener un único precio del capital) y no como un fondo de valor,
dado que si se opta por la última definición la condición de
independencia de la cantidad respecto de su precio no podrá ser
cumplida. En lo que sigue, esto será señalado como el problema
´del lado de la oferta´.
2) La pendiente negativa de la demanda de capital queda
determina por el proceso de sustitución factorial, como
anteriormente se explicó. Sabemos entonces que, si la
pendiente de la curva de demanda no es negativa, el proceso
de sustitución dejará de tener sentido y esto invalidará la propia
teoría de la distribución marginalista. En lo que sigue, esto será
señalado como el problema ´del lado de la demanda´.
LAS TEORÍAS DEL EQUILIBRIO GENERAL
Los sistemas de equilibrio general marginalistas presentan problemas
cuya raíz se encuentra, como hemos mencionado, en la concepción del
capital que se adopte. Desde un punto de vista, el capital es una
cantidad dada (exógena) de un conjunto de bienes de capital
heterogéneos. Desde otro punto de vista (compartido por la casi
totalidad de autores de este enfoque), el capital es considerado como
´un único factor´ y por lo tanto medido como un fondo de valor que
admite cambios en su composición (es decir, el capital tiene un monto
de valor determinado exógenamente y una composición determinada
endógenamente). El primer punto de vista fue seriamente desarrollado
por Walras, y el segundo punto de vista por Wicksell. Como hemos
explicado en la Parte A de este trabajo, es esta última concepción del
capital la que debe ser adoptada por la teoría marginalista para que esta
sea consistente con sus propios postulados. Sin embargo, y como
expondremos a continuación, son los problemas inherentes que surgen
de esta concepción del capital en la teoría marginalista tradicional los
que explican que actualmente se opte por construir teorías de equilibrio
general a partir del primer punto de vista mencionado. No obstante, esta
última opción también presenta problemas que ya se habían comenzado
a manifestar en la teoría de Walras y que marcan serias limitaciones a
las nuevas teorías desarrolladas. Es evidente, entonces, que conocer
los problemas que se le presentaron a los viejos autores marginalistas
es el camino necesario a seguir para comprender el surgimiento y
alcance de los nuevos modelos neowalrasianos o, en otras palabras, el
estado actual de la teoría económica.
El sistema de Wicksell
La teoría de la distribución marginalista se sustenta en las curvas de
oferta y demanda, siendo sus formas (y sus implicancias) los cimientos
mismos de la teoría. Ahora bien, hasta el momento podemos apreciar
como estas condiciones son de carácter general en tanto que se refieren
a todos los factores de la producción por igual. Sin embargo, es el propio
estudio de los modelos marginalistas el que nos permite detectar el
carácter singular del capital, en tanto que se admite desde un comienzo
la necesidad de medirlo independientemente de sus características
físicas.
El modelo de equilibrio general de Wicksell parte de la certeza de no
poder considerar al capital como un conjunto de bienes de capital
heterogéneos dados. Como él mismo reconoce:
´Whereas labour and land are measured each in terms of its own
technical unit…each particular capital good is measured by a unit
extraneous to itself. However good the practical reasons for this may be,
it is a theoretical anomaly which disturbs the correspondence which
would otherwise exist between all factors of production. The productive
contribution of a piece of technical capital, such as a steam engine, is
determined not by its cost but by the horsepower which it develops, and
by the excess or scarcity of similar machines. If capital also were to be
measured in technical units, the defect would be remedied and the
correspondence would be complete. But, in that case, productive capital
would have to be distributed into as many categories as there are kinds
of tools, machinery, and materials, etc., and the unified treatment of the
rôle of capital in production would be impossible. Even then we should
only know the yield of the various objects at a particular moment, but
nothing at all about the value of the goods themselves, which it is
necessary to know in order to calculate the interest rate, which in
equilibrium is the same on all capital´ (1935: 149).
En otras palabras, es necesario considerar al capital como un ´único
factor´ y por ende como una magnitud de valor para obtener un único
precio del capital, derivado a su vez de un único mercado de capital 15 .
Por otra parte, la concepción del capital como un conjunto de bienes de
capital heterogéneos no es acertada cuando uno reconoce que en un
contexto de largo plazo, el ajuste del sistema hacia el equilibrio lleva
tiempo, por lo que la composición del capital deberá necesariamente
modificarse.
La necesidad de construir un sistema en donde exista solamente un
único precio del capital reside además en otro requerimiento lógico,
aparte del recién mencionado y del impuesto por la necesidad de que
los valores teóricos se correspondan con los efectivamente observados,
como fue mencionado en la introducción. Y este se debe a que los
proveedores de la oferta de capital consideran al capital como un fondo
de valor debido a que el beneficio lo obtienen de esto mismo, y no de la
forma específica que este va adquiriendo. En otras palabras, los
ahorristas ven al capital simplemente como una masa de valor de donde
obtienen una tasa de interés.
Según Wicksell, el capital está constituido por trabajo y tierra ahorrados
en el pasado. La necesidad de considerarlo en términos de valor se
hace inmediatamente presente al advertir que es la única manera de
homogeneizar ambos factores. Y es debido a esto que Wicksell no
15
De hecho, como veremos, el problema del sistema de Walras reside en la necesidad de
determinar un mercado distinto para cada bien de capital y, por ende, remuneraciones
distintas.
logrará evitar el problema ´del lado de la oferta´ que el mismo advirtió al
construir su teoría: para poder conocer la tasa de interés se requiere
conocer la magnitud de valor del capital, pero esto a su vez requiere
conocer su precio, que es la tasa de interés. Peor aún, deseamos
destacar que este problema de circularidad es inclusive ´doble´ en el
sentido de que para poder determinar la oferta de capital requerimos
previamente conocer su precio, que es determinado por su demanda. Es
decir, se plantea a su vez un problema de interdependencia en la
definición de la oferta y demanda de este factor 16 .
Veamos ahora en que consiste el sistema de Wicksell, y de que manera
no logra evitar el problema de circularidad por él mismo comprendido.
Básicamente, suponiendo un período de dos años, el sistema se puede
presentar por medio de las siguientes ecuaciones:
Q = f ( A0 , A1 , A2 ; B0 , B1 , B2 )
(1)
Donde Q es el output anual del bien de consumo, An las cantidades de
trabajo utilizados ´n´ años antes de que se produzca el bien de
consumo, y Bn representa lo equivalente para los acres de tierra.
⎧
∂Q
⎪w =
A0
⎪
⎪
∂Q
⎨ w(1 + i ) =
A1
⎪
⎪
∂Q
2
⎪ w(1 + i ) =
A2
⎩
⎧
∂Q
⎪r =
B0
⎪
⎪
∂Q
⎨r (1 + i ) =
B1
⎪
⎪
∂Q
2
⎪r (1 + i ) =
B2
⎩
(2)
16
A su vez, debemos observar que la ley de la oferta y la demanda establece que los
precios son explicados por estas fuerzas, y estas a su vez por los precios. En otras
palabras, la explicación de esta ley es necesariamente tautológica.
Donde se establece la igualdad entre los productos marginales de las
cantidades de trabajo (A) y tierra (B) con sus respectivas
remuneraciones.
⎪⎧ A = A0 + A1 + A2
⎨
⎪⎩ B = B0 + B1 + B2
(3)
Donde las dotaciones de tierra y trabajo equivalen a la suma de sus
cantidades anualmente consumidas.
K = A1w0 + A2 w0 [1 + (1 + i )] + r0 B1 + B2 r0 [1 + (1 + i )]
(4)
Donde se expresa la cantidad total de capital de la economía
(Garegnani, 1990).
Inconsistencias
Las ecuaciones (1) y (2) remiten a una función de producción, y las
ecuaciones (3) y (4) son las ecuaciones de vaciamiento del mercado de
factores. En el primer conjunto de ecuaciones, los problemas del capital
aún no salen a la luz ya que aquí se puede (y debe) interpretar al capital
como una magnitud física. En el mismo sentido, podemos notar que por
la forma de concebir el capital aún no se detectan aquí los problemas
del capital en la función de producción agregada, reforzando nuestro
argumento de que el problema va más allá de la validez de la
construcción de esta función. Ahora bien, es en el segundo set de
ecuaciones donde se detectan los problemas. De hecho, no es casual
que la ecuación (4) no haya sido formulada explícitamente por Wicksell
junto con el resto de las ecuaciones, sino solo mencionada. Esto se
debe a que es aquí donde el autor debe recurrir a definir el capital como
una magnitud de valor, dependiente de la tasa de interés, aún sabiendo
los problemas que esto genera. Estos problemas son los que, durante
las Controversias de Cambridge, se identificaron con problemas ´del
lado de la oferta´. Sin embargo, estas controversias nos han posibilitado
avanzar un paso más allá de lo observado por Wicksell 17 . De esta
manera, es posible reconocer ahora también problemas ´del lado de la
demanda´: cuando la relación inversa entre el precio de un factor y su
cantidad utilizada ya no se puede garantizar, el proceso de sustitución
se desmorona, y junto con el la pendiente negativa de las curvas de
demanda de los factores. En otras palabras, por ejemplo, si el precio del
capital se reduce por algún motivo, sabemos que la proporción de
capital utilizada en la producción de dos bienes diversos se modificará,
pero no sabemos en que sentido. Ergo, es posible que uno de los bienes
requiera menos capital en valor (y no más) para su producción. En
conclusión, un descenso en el precio del capital puede provocar un
descenso en su cantidad utilizada, dando lugar a curvas con pendiente
positiva que, como mencionamos en la introducción, no nos conducirán
a un equilibrio estable y dejarán sin sustento teórico al mecanismo
distributivo marginalista.
El reconocimiento de que no es posible utilizar el concepto de
productividad marginal física para establecer la remuneración del capital
fue explícito en el caso de Wicksell. Debido a ello, sólo lo utilizó para las
cantidades de trabajo y tierra ´ahorrados´ que constituyen el capital. Sin
embargo, lo que no pudo advertir es que una vez que no es posible usar
este principio para el capital, tampoco lo es para explicar la
remuneración de los factores tierra y trabajo, aún cuando en estos, en
principio, la productividad marginal podría ser un medio plausible para
explicar su remuneración. De esta manera, es posible detectar los
problemas inherentes a la concepción del capital como fondo de valor
desde otro ángulo. Veamos esto con un ejemplo. Simplificando las
ecuaciones (1), (2), (3) y (4) a un período, obtenemos un sistema en
donde el trabajo y tierra ahorrados el año previo constituyen el capital
de la economía. Para mayor claridad, notemos también que:
⎧ w1 = (1 + i ) w0
⎨
⎩r1 = (1 + i )r0
(5)
17
En otras palabras, los autores neoclásicos (y clásicos) ya eran conscientes del problema
de circularidad, pero no del problema ´del lado de la demanda´.
En el esquema planteado por Wicksell, la relación inversa entre cantidad
de capital y tasa de interés se obtendría de la siguiente manera: ante un
descenso en la tasa de interés, w1 bajará y esto implicará que se
incremente la cantidad de A1 , se reduzca la de A0 y se incremente w0 .
El efecto análogo ocurrirá con el factor tierra y su remuneración. De esta
manera, el descenso de la tasa de interés determinará un incremento en
la cantidad de capital debido a que todos los elementos que lo
componen se han incrementado. Ahora bien, el problema surge cuando
se advierte que no se cuenta con dos factores productivos, sino con
cuatro ( A0 ; A1 ; B0 ; B1 ). Así, no es posible afirmar que el incremento en
el uso de, por ejemplo, A1 , generará un aumento en la productividad
marginal de A0 . La única afirmación posible que puede hacerse es que
el conjunto de A0 , B0 y B1 aumentará. Pero no es posible sostener en
que sentido cada elemento del conjunto variará y, por lo tanto, cómo se
determinará no solo la remuneración al capital, sino también la de los
otros dos factores productivos. Es decir que no es posible continuar
sosteniendo que las remuneraciones de ningún factor productivo
variarán conforme a lo que establece el principio de productividad
marginal.
En conclusión, la concepción del capital como un fondo de valor resulta,
entonces, problemática, tal como hemos podido ver a través del modelo
de equilibrio general de Wicksell: los problemas ´del lado de la oferta´ y
´del lado de la demanda´ no solo no permiten establecer
simultáneamente el valor de las variables distributivas y los precios
relativos, sino que, lo que es peor, imposibilitan continuar sustentando
teóricamente los mecanismos distributivos marginalistas.
El sistema de Walras
La teoría marginalista requiere, como hemos visto, conocer la dotación
de capital disponible en la economía previamente a determinar la
distribución del ingreso. Ahora bien, el esquema analítico de Wicksell es
incapaz de realizar esto, debido a los problemas que surgen de
considerar el capital en términos de valor. Una posible solución a este
problema pareciera ser, entonces, considerar al capital en términos
físicos, es decir, como un conjunto de bienes de capital heterogéneos. Y
esto es exactamente lo que se propone realizar Walras. Sin embargo, y
como veremos a continuación, esto también presenta problemas que
generan un sistema de equilibrio general que resulta contrario al propio
´método de largo plazo´ previamente explicado.
En el sistema de Walras es posible identificar un grupo de ecuaciones
de intercambio y producción, y un grupo de ecuaciones de
´capitalización´.
El primer grupo consiste en un set de ecuaciones de demanda de bienes
de consumo, otro set de ecuaciones de precios igualadas a sus costos
de producción, o donde la oferta de factores equivale a sus demandas, y
otro set de ecuaciones en donde la oferta de factores de producción
depende de los precios de los factores productivos y de los precios de
los bienes.
Es en el grupo de ecuaciones de ´capitalización´ donde surgen los
problemas y donde, por lo tanto, detendremos nuestra atención. El
objetivo de introducir estas ecuaciones es mostrar que los bienes de
capital también son producidos. Por lo tanto:
i=
pk − d k Pk
Pk
(6)
Donde i es la tasa de interés o precio neto del capital; pk es el precio de
servicio o precio bruto del bien de capital K 18 ; d k Pk toma en cuenta la
depreciación del bien de capital y Pk es el precio del bien de capital.
Esta ecuación, entonces, define la tasa de interés, o la tasa neta de
beneficios. Tal como las condiciones de perfecta competencia requieren,
esta tasa debe alcanzar un valor único.
18
Se entiende como precio de servicio de un bien de capital aquel precio que pagan los
productores por ´alquilar´ los bienes de capital necesarios para producir.
pk
⎧
⎪ Pk = i + d
⎪
k
⎨
⎪ P = pk ´
⎪⎩ k ´ i + d k ´
(7)
Donde Pk ´ es otro bien de capital K. Este set de ecuaciones expresa que
el precio de los bienes de capital debe ser igual a sus ´precios de
demanda´ o, en otras palabras, es el precio máximo al cual los
inversores están dispuestos a demandar estos bienes de capital.
⎧⎪ Pk = k p pk + kk pk + kk ´ pk ´
⎨
⎪⎩ Pk ´ = k´ p p p + k´k pk + k´k ´ pk
(8)
Donde ki representa cada coeficiente de producción. Este set muestra
que el precio del bien de capital también debe ser igual a su ´precio de
oferta´ o, en otras palabras, el precio mínimo debe ser equivalente a su
costo de producción.
Nos debe quedar en claro que las ecuaciones (7) y (8) determinan,
juntas, la tasa de interés única sobre los ´precios de oferta´:
pk
⎧
k
p
+
k
p
+
k
p
=
p
p
k
k
k
k
´
´
⎪
i + dk
⎪
⎨
⎪ k ´ p + k ´ p + k ´ p = pk ´
k k
k´ k´
⎪⎩ p p
i + dk´
(9)
Además, debe tenerse en cuenta que la producción total de bienes de
capital es función de los precios de servicio de los bienes de capital y de
los precios de los bienes de consumo.
Dk Pk + Dk ´ Pk ´ = f ( pb , pc , p p , pk , pk ´ )
(10)
Donde Di es la cantidad demandada y producida de cada bien de
capital y pb y pc son los precios de los bienes de consumo producidos.
Finalmente, debemos redefinir el set de ecuaciones del primer grupo
que correspondan a las que expresan la igualdad entre la oferta y
demanda de factores productivos. Será necesario agregar, en el lado de
la demanda, el producto entre los bienes de capital utilizados por la
cantidad del factor usado en la producción, respectivamente.
Problemas formales
Si consideramos que en la economía el ahorro es nulo, se arriba al
ampliamente conocido problema de este sistema: la sobredeterminación
matemática. Por ello mismo, y porque lo usual es que en las economías
el ahorro no sea nulo, no nos detendremos en este problema. Ahora
bien, la existencia de ahorro no resuelve el problema dado que el
equilibrio aún no esta garantizado: la consistencia del sistema depende
también de los precios de los servicios productivos. Para ser más
precisos en la explicación de este motivo, Garegnani (1990) agrega las
siguientes ecuaciones al sistema:
R=
Dk ´
Dk
(11)
Donde R expresa el ratio entre la cantidad producida de K´ y K.
Finalmente, y con el fin de reestablecer la igualdad entre el número de
ecuaciones e incógnitas, necesitaremos distinguir la tasa de interés que
corresponde a cada bien de capital:
pk
⎧
⎪k p p p + kk pk + kk ´ pk ´ = i + d
⎪
k
⎨
⎪k´ p + k´ p + k´ p = pk ´
k k
k´ k´
⎪⎩ p p
i´+ d k ´
(12)
Es posible notar que las variaciones en R no generarán un único tipo de
efecto en el precio de los servicios productivos y es la dirección de su
variación e intensidad lo que permitirá o no determinar una única tasa de
interés. Si las condiciones de producción son ´auto intensivas´ (cuando
la producción de una mercancía usa intensivamente como input esa
misma mercancía), una suba de R incrementará relativamente el uso del
factor de producción K´ que a su vez generará una suba en su precio de
servicio (ya que su escasez futura también se incrementará) y esto
finalmente generará una suba en su propia tasa de interés (necesaria
para igualar los precios de oferta y demanda del bien). Nuevamente, el
sistema es inconsistente al no poder determinar un equilibrio de largo
plazo porque no puede establecer una tasa de interés uniforme. Por otra
parte, si las condiciones técnicas son ´hetero intensivas´ (cuando la
producción de una mercancía usa intensivamente como input otro tipo
de mercancía), la diferencia entre i y i´ se eliminará si y solo si la
intensidad en la variación del precio del servicio productivo es la
adecuada.
Problemas de contenido económico
Como explica Garegnani (1990) el problema, en términos económicos,
surge en ambos casos del hecho de que la oferta de capital está dada
en términos físicos, y esta probablemente no sea la adecuada para
garantizar los precios relativos de equilibrio 19 . De hecho, la oferta
original de bienes de capital inducirá cambios en los precios de los
servicios productivos que afectarán directamente la determinación de la
19
Como el dice, si los bienes de consumo de una economía son solamente trigo y tela,
será solo por una coincidencia que los tractores y telares disponibles en la economía estén
en las cantidades exactas requeridas para atender la demanda de esos bienes de
consumo.
tasa de interés. De esta manera, la condición básica del equilibrio de
largo plazo –la tasa de interés uniforme en los precios de oferta- no esta
garantizada con este sistema y, entonces, no será posible definir la
posición alcanzada como una de equilibrio.
Veamos este problema aún más de cerca: cómo se alteran los precios
de los servicios y cómo esto determina la imposibilidad de determinar
una única tasa de ganancia 20 ? Si, por ejemplo, el bien de capital K es
excesivo para los actuales requerimientos de la producción, su precio de
servicio se reducirá. Si, entonces, el bien de consumo ´tela´ es Kintensivo, su precio ( Pc ) se reducirá también, generando un incremento
en la demanda y producción de tela. La modificación de las cantidades
consumidas generará, entonces, un incremento en la demanda de ese
factor o, en otras palabras, el mecanismo de sustitución indirecto
asegurará la pendiente negativa de la curva de demanda del factor. La
baja en el costo de producción finalmente generará un incremento en la
tasa de interés. Otro bien de capital (K´) producido en la economía (cuya
diferencia con el bien de capital K es poseer otros coeficientes de
producción) tendrá una variación en su costo de producción diferente, y
esto generará, por lo tanto, otra tasa de interés. Por lo tanto,
nuevamente, podemos apreciar la imposibilidad de determinar una única
tasa de interés.
En otras palabras, el sistema de equilibrio general de Walras no admite,
en términos generales, una solución económicamente significativa: este
problema, que a veces es directamente detectado por una
sobredeterminación matemática, se expresa en la imposibilidad de
determinar una única tasa de interés sobre el precio de oferta de los
bienes de capital. Como ya adelantamos en la introducción de este
trabajo, el problema reside en considerar en forma análoga a los
factores productivos trabajo, tierra y capital. En otras palabras, la
concepción ´física´ del capital de Walras implica considerar el hecho de
que el precio de cada bien de capital se determina en un mercado
separado, y esto está en clara contradicción con el requerimiento de
determinar una única tasa de interés.
20
En el esquema analítico marginalista se pueden considerar como equivalentes la tasa de
ganancia y la tasa de interés.
Sin embargo, la inconsistencia de este sistema es detectada por su
autor y éste propone, como solución, mantener la ecuación
correspondiente a la de mayor tasa de interés, y convertir las restantes
en inecuaciones. De todas formas, en este caso surge un nuevo
problema consistente en que la mercancía que arroja menor tasa de
interés dejará, tarde o temprano, de ser producida.
Las restantes vías de salida, como nos señala Garegnani (1990) son
entonces dos:
1) Adoptar la concepción del capital como fondo de valor que
permite modificaciones en su composición endógenamente, de
forma tal de permitir alcanzar la posición de equilibrio buscada,
2) Dejar de lado el requerimiento de igualación de tasas de
ganancia y, por lo tanto, adoptar una nueva concepción de
equilibrio.
La primera opción fue la adoptada por Wicksell. Sin embargo, ya hemos
dejado en claro los problemas que surgen al hacerlo. La segunda vía de
salida es la que actualmente sigue el mainstream. Veamos brevemente
ahora de que manera estos autores no logran librarse de los mismos
problemas, inherentes a la concepción del capital.
Breve Reseña sobre los modelos neowalrasianos
El sistema de equilibrio general construido por Walras, como hemos
visto, no permite obtener una tasa de interés uniforme sobre el precio de
oferta de los bienes de capital. Si razonamos sobre la causa de este
problema, podemos apreciar que este es más complejo que un defecto
matemático, y se debe a que el sistema elaborado es contrario al propio
´método´ de análisis económico adoptado. Es decir, el requisito de
uniformidad de la tasa de interés que se obtiene únicamente en el largo
plazo, es incompatible con asumir un stock dado de bienes de capital,
que solo se mantiene inalterado en el corto plazo. En otras palabras,
dado que los capitalistas buscan maximizar sus ganancias, el ajuste en
la producción, y por ende en la composición ´agregada´ de los bienes de
capital, se modificará muy rápidamente para equiparar los diferenciales
de ganancia. Si, entonces, se desea continuar razonando en términos
de curvas de oferta y demanda, no solo es necesario adoptar la
concepción del capital que utilizaba Walras (y junto con esto permitir la
existencia de diferentes tasas de interés) sino que también se debe
necesariamente adoptar, por ello mismo, un nuevo ´método´ de análisis,
enfocado específicamente en el corto plazo.
Este nuevo camino, abierto por los modelos neowalrasianos, evitó
entonces concebir el capital como un fondo de valor al reconocer
explícitamente los problemas que conlleva y al asumir, por ello, que sus
nuevos modelos se encuentran exentos de los problemas de esta
naturaleza. Si bien esta creencia es errónea, lo más relevante a notar
aquí es que debieron adoptar un nuevo ´método´ de análisis y, junto con
ello, necesariamente, un nuevo objeto de estudio.
Los modelos neowalrasianos surgidos se basan en análisis de corto
plazo, y por lo tanto definen al capital como una cantidad dada de un
conjunto de bienes de capital heterogéneos y no requieren que las tasas
de interés de estos bienes se igualen. Ahora bien, estos ´ingredientes´,
que definen por completo un nuevo objeto de estudio, generan diversos
problemas que presentaremos en tres grupos.
Por un lado, se generan problemas que, nuevamente, son contrarios al
método. Como mencionamos antes, el ´método´ de largo plazo requiere
que los datos exógenos sean los suficientemente persistentes en el
tiempo de forma tal de poder determinar los precios ´normales´, aquellos
que resultan de la compensación de desvíos de sus valores por
cuestiones coyunturales. Ahora bien, sabemos que los datos exógenos
de estos nuevos modelos (i.e., el stock de bienes de capital) sólo se
mantienen constantes en el corto plazo, imposibilitando así, debido a su
carácter de impersistentes, obtener una correspondencia entre los
precios obtenidos teóricamente y aquellos efectivamente observados.
Debemos subrayar que esto constituye un grave problema para la teoría
debido a que no posibilita explicar de manera plausible los fenómenos
observables. Adicionalmente, este problema de impersistencia de los
datos exógenos no permite que estos valores teóricos sean
representativos de una media, ya que para ello se requiere justamente
calcularlos en un período relativamente largo de tiempo.
Las principales respuestas a las Críticas de Cambridge realizadas por
Hahn (1982) y Bliss (1975), como mencionamos en la introducción,
consistieron en aceptar su validez y destacar que estas no son
relevantes para estos nuevos modelos neowalrasianos. Esto se debe,
principalmente, a dos cuestiones. En primer lugar, plantearon que el
modelo presentado por Sraffa es tan solo un caso particular de su teoría,
en tanto que la igualdad de las tasas de ganancia es solo una de las
opciones posibles. En segundo lugar, y malinterpretando el alcance de
la crítica, destacaron que en sus modelos la agregación de capital no es
necesaria y que en última instancia este problema no es mayor al que se
presenta con los factores trabajo y tierra. Como señala Bliss,
´…there are not distinct and separate sets of aggregation conditions for
capital on the one hand, and for labour on the other´ (Bliss, 1975: 144)
Sin embargo, el problema no es equivalente si se tiene en cuenta la
condición de persistencia de los datos. Mientras que la composición del
capital se modifica rápidamente, esto no sucede con los diferentes tipos
de trabajo y tierra. Así, estos autores no lograron presentar una
adecuada defensa a los modelos neowalrasianos debido a que
justamente no reconocieron unas de las condiciones necesarias sobre
las que se construye una teoría de equilibrio general, requerimiento que
sí fue advertido por el propio Walras, su antecesor.
El segundo problema referido al ´método´ radica en que la rápida
variación de los precios en estos modelos de corto plazo genera que las
decisiones de ahorro o consumo sean tomadas considerando los precios
futuros. Sin embargo, esto requiere alguna de las siguientes alternativas,
ambas problemáticas:
a) Admitir la (inverosímil) existencia de mercados futuros
completos (vía tomada por los modelos de equilibrio
intertemporal) para asegurar un análisis objetivo.
b) Basarse en las expectativas de los precios futuros (vía tomada
por los modelos de equilibrio temporal), en donde es claro que
las posiciones de equilibrio serán tantas como variaciones en las
expectativas existan.
Por último, el tercer problema de este tipo de modelos se relaciona con
la pérdida de significado de los nuevos precios teóricos, en tanto que
dejan de ser útiles para comparar situaciones en donde se producen
modificaciones sustantivas en los datos de equilibrio. Así, resulta
imperioso en estas nuevas teorías analizar las sucesiones de equilibrios
de corto plazo. Como resulta evidente, estas discrepancias entre los
valores teóricos y efectivos cuestiona la significatividad de estas nuevas
teorías.
Existe otro tipo de problema que se presenta con este nuevo objeto de
estudio referido a la insuficiente sustituibilidad entre los factores
productivos. Siguiendo a Garegnani (1990), usualmente se considera
que el proceso de sustitución se realiza en términos de proporciones:
i.e., ante un abaratamiento del capital, los productores elegirán utilizar
proporcionalmente más máquinas que trabajadores para fabricar su
producto. Sin embargo, debemos observar que lo que en realidad
ocurrirá, en este caso, es que el mismo tipo de maquinas a utilizar, o la
propia técnica productiva, deberán modificarse. Ahora bien, en este caso
lo adecuado sería adoptar una concepción del capital como fondo de
valor, que permita modificar su composición de acuerdo a las
necesidades productivas, y no considerarlo como un conjunto dado de
bienes de capital heterogéneos, que es lo que explícitamente pretenden
hacer los modelos neowalrasianos. Por lo tanto, analizado
rigurosamente, estos modelos no son capaces de admitir más que una
insuficiente sustituibilidad entre factores bajo el tipo de concepción de
capital que adoptan. Para peor, este problema implica la peligrosa
posibilidad de que las curvas de demanda de los bienes de capital
presenten comportamientos perversos, provocando, como hemos visto,
resultados de dudosa significatividad.
Por último, y si bien no se pretende en este trabajo desarrollar este tema
por su extensión, debemos remarcar que aún en estos nuevos modelos
están presentes los problemas surgidos en el modelo de Wicksell.
Teniendo en cuenta que la demanda y oferta de capital (como stock)
equivalen al nivel de inversión y ahorro (como flujo) respectivamente,
podemos comprender fácilmente dónde radica el problema de los
modelos neowalrasianos. Desde el momento en que estos consideran la
producción de bienes de capital, necesitan identificar el nivel de
inversión, cayendo nuevamente en los problemas del capital como valor.
En otras palabras, aún en los modelos ´desagregados´ los problemas
del capital se hacen presentes (siendo esta defensa más débil aún
cuando se comprende que el modelo de Wicksell también es
desagregado). Por lo tanto, la ´vía de escape neowalrasiana´ no
presenta menos problemas que aquellos que se hacen presentes en la
teoría de Wicksell.
Finalmente, lo que debemos dejar destacado por sobre los propios
problemas del capital que poseen los modelos neowalrasianos, es el
grado de relevancia actual que posee la Crítica de Cambridge. Como
explicamos, esta crítica fue tan devastadora que obligó directamente a
que hoy en día los economistas se enfrenten a un objeto de estudio
totalmente diverso y de dudosa relevancia, tal como dejan en claro los
problemas recién mencionados.
La Crítica de Cambridge
Los aportes teóricos surgidos durante las Controversias de Cambridge,
en especial aquellos realizados por Sraffa (1960) y Garegnani (1970),
constituyeron una crítica interna devastadora para la teoría marginalista
tradicional. De hecho, y al contrario de lo que se suele interpretar, el
alcance de esta es mucho más profundo que al referido a las funciones
de producción agregadas, en tanto que no se reducen a un simple
problema de agregación. Lo que se pone en discusión, en cambio, es la
propia naturaleza del capital y sus implicancias dentro de la teoría
marginalista en cuestión. Este trabajo ha tenido como objetivo mostrar el
contenido de estas controversias del capital, que queremos reducir
ahora, en carácter de conclusión, a dos simples cuestiones asemejables
a dos caras de la misma moneda.
Por un lado, hemos visto de qué manera concebir al capital como un
fondo de valor es necesario para evitar el problema de insuficiente
sustituibilidad entre factores: si reconocemos que el proceso de
sustitución es por ´tipo´ y no por ´proporción´, la única manera de
asegurar teóricamente que se realice este proceso, central para la teoría
marginalista, es considerando al capital en términos de valor. Pero esta
concepción, a su vez, y como también hemos visto, es incompatible con
la principal ambición de esta teoría, que es determinar todos los precios
y las cantidades en una misma etapa de análisis. En otras palabras, lo
que la Crítica de Cambridge ha revelado es que es esta necesaria forma
de concebir el capital la que genera tanto problemas del ´lado de la
oferta´ (que implican a su vez una necesaria interdependencia en la
definición de la oferta y la demanda) como del ´lado de la demanda´, y
así los fenómenos de ´reswitching´ y ´reverse capital deepening´, que
imposibilitan lograr la deseada determinación conjunta de todas las
variables. Alternativamente, concebir al capital como un conjunto de
bienes de capital heterogéneos no constituye una vía teórica correcta
por dos motivos: porque no permite un adecuado proceso de sustitución
y porque, tanto en el caso de los modelos walrasianos como
neowalrasianos, genera resultados adversos al ´método de largo plazo´.
Si miramos la otra cara de la moneda, podemos observar que los
problemas del capital recién mencionados hacen que la explicación del
proceso de sustitución no sea de carácter general, y por ende tampoco
la teoría que se construye sobre ella. La posibilidad de comportamientos
perversos en las curvas de demanda de factores no solo impide que se
realice el proceso de sustitución en la producción, sino también en el
consumo, debido a que el primer efecto domina al segundo (Kurz, 1990).
Más precisamente, i.e., el incremento en la tasa de interés producirá en
la esfera del consumo que algunas mercancías incrementen su precio y
que otras lo reduzcan, sin poder determinarse así que tipo de proceso
sustitutivo se realizará. Sin embargo, debido a que sí se asegura el
comportamiento en la esfera productiva, se puede concluir que el
proceso marginalista de sustitución se desmorona frente a curvas de
demanda de factores con pendiente positiva. Ahora, si bien es
fácilmente perceptible de que manera sin este principio la teoría en su
conjunto carece de sentido, es necesario destacar su principal
implicación, que es la imposibilidad de asegurar el pleno empleo de los
recursos productivos. En efecto, la teoría marginalista tradicional supone
que ante variaciones en las dotaciones factoriales, se producirán
cambios en los precios relativos y las técnicas utilizadas que permitirán
restablecer, mediante el proceso de sustitución, el pleno empleo de los
factores de la producción. De esta manera, el enfoque marginalista se
revela como incapaz para presentar una teoría del equilibrio general
consistente porque: por un lado, una vez que se admite que el proceso
de sustitución no se puede asegurar, tampoco se puede esperar obtener
como resultado una situación de plena utilización de los factores
productivos; por otra parte, y lo que es peor, esta teoría tampoco cuenta,
entonces, con ningún tipo de mecanismo que restituya el deseado
equilibrio, ya que el herramental de la productividad marginal es solo
21
válido si los factores están siendo plenamente utilizados .
21
Nótese que este último problema respecto a la no validez del principio de la
productividad marginal se suma al ya conocido y señalado por Robinson (1953-4). Como
ella explica, este principio no puede determinar la distribución del excedente, ya que para
conocer la productividad marginal de capital se requiere previamente conocer la cantidad
de capital, y para ello, como hemos visto, se requiere conocer antes el valor de la tasa de
interés.
Consideraciones Finales
Las respuestas a las críticas de Cambridge, como hemos dicho, han
sido de dos tipos. Aquellas que buscan defender la teoría marginalista
tradicional se basan en la validez o no de construir funciones de
producción agregadas, no pudiendo comprender el verdadero alcance
de las críticas y dejándolas por ello intactas. Las que las aceptan, por
otro lado, deben reformular la teoría de forma tal que dejan en
exposición la potencia de la crítica, en tanto que la clase de
reformulaciones que deben realizar los llevan por completo a un nuevo
objeto de estudio, de dudosa significatividad. Por ello mismo, quizás, es
que el mainstream ha debido recurrir a continuar enseñando, a través de
las instituciones académicas, el esquema marginalista tradicional (sin
sus críticas, y complementándose a fines “empíricos” con la teoría de los
juegos) ya que este pareciera ser que es el objeto que se desea
continuar estudiando, dejando los modelos neowalrasianos para
estudios de “especialistas”. Todo esto, y más si consideramos cual es el
modelo teórico subyacente a las explicaciones dadas por economistas
en los medios de comunicación, nos muestra lo vigente que se debería
encontrar este debate en el campo teórico, y su grado de relevancia
actual.
Bibliografía Selectiva
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Studies, Vol. 37, No. 3.
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Milgate, P. Newman, eds., ´Capital Theory´, London, Macmillan.
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