Las guadañas

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Huellas
Narrativa
Las guadañas
Por
Daniel Jiménez Prestán
Retrato de anciana, obra de R. Puche.
Imañana
sabel Redondo removía las piedritas del camino. Esa
tomó la decisión de salir a la vía del tren y
recoger lo que caía del limonar; costumbre que había
adquirido cuando era joven y se sentía rara por ser la
única del pueblo con un nombre que no fuera Rafaela,
Santiaga o Francisca.
Tambaleándose y vestida con una blusita desfigurada
por el tiempo, Isabel miraba desdeñosa los limones enmarronecidos.
Daba miedo verla agacharse; parecía que de un tirón,
el caucho que le aguanta los huesos terminaría reventándose; sin embargo, tal era el hábito de Isabel que el
pueblo no había hecho si no habituarse a ella.
“Allá va doñita Isabel” se oía decir en la tienda; “Todavía sale a las vías, con todo y lo del señor Cristorno”,
decían las muchachas y cocinaban el chisme entre las
verduras.
A lo lejos Isabel pudo ver el tren. Era una máquina con
cuatrocientos metros en vagones color sepia, como
una foto antigua en movimiento y acercándose. “Brake
Shoe Composition” decía en cada uno de los vagones
repletos de carbón y sal, e Isabel lo leía siempre, en un
inglés inventado por ella y que no le salía dos veces.
En medio del estruendo, un muchacho se le acercó en
una motocicleta.
“Isabel”, llamó.
Isabel observaba un limón por todos los lados; cuando
escuchó el llamado lo metió en su mochila, que aún no
estaba llena. Al levantar la mirada, un ojo se le cerró
y con el otro pudo ver a contraluz la silueta del joven.
–Yo a ti te conozco –abrió el ojo y suspiró.
–¿Cuánto tiempo va ya? –preguntó él.
–Setenta y siete, mijo.
–Ya usted va tarde, Isabel– dijo el muchacho con
una dureza terminante.
–¿Y Cristorno?– preguntó ella.
–El tiempo le ha dado tregua.
El muchacho llevó su mano hacia la espalda y del
pantalón sacó un revólver.
–Lo que es pa’ uno es pa’ uno –respondió con firmeza Isabel y apretó con fuerza la mochila.
El tren ahogó cualquier ruido. No fue sino hasta que
pasó que en la tienda se dieron cuenta de Isabel, tendida al lado de los rieles.
Cosa rara fue verla ahí, postrada en las piedras, como
mirando al cielo, sin vida y sin limones.
Webgrafía
Óleo de R. Puche. Tomado de: http://4.bp.blogspot.com/_
zb3dFbVSZr0/TTx3HUtGV6I/AAAAAAAAATE/aDJnwp2GI94/
s1600/Anciana.jpg
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